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Once Upon On October por Lovis_Invictus

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Violencia ocasional

«Fue un reencuentro extraño»

[Irene Adler • Mary Morstan]


Para alguien tan analítico, dedicado y cuidadoso como Rosseane era, el fallo ni siquiera se consideraba una opción. Recién cumplía los cincuenta, más de la mitad de ese tiempo lo había vivido trabajando como agente encubierta para misiones sumamente importantes, ella estaba enterada de los secretos más fuertes y mejor guardados de distintos gobiernos, cosas que podrían provocar guerras o revoluciones, incluso siendo perseguida por eso y casi decapitada en Afganistán; fue guiada a cumplir las necesidades de la clase más alta, terminó asesinando a líderes considerados un peligro potencial, se llevó a cientos de civiles entre los pies como daño colateral creyendo que hacía lo correcto, pero pese a lo duro que pudo haber sido para ella jamás dudó, no importaba qué o quién fuese el objetivo, porque Rosseane sabía que su línea de trabajo no perdona los errores, lo había visto incontables ocasiones con sus compañeros caídos.

Lamentablemente para ella, era su turno esta vez.

Viajaba en un tren que partía desde Berlín cuando la interceptaron, entendió al momento que fue cuidadosamente cazada durante sabrá dios cuánto tiempo, no pudo darse cuenta de nada, no hasta que el fuerte aroma de un perfume dulzón haciendo acto de presencia en su vagón vacío le advirtió su falta de cuidado.

Despertó de rodillas justo como se encontraba ahora mismo, esposadas sus manos a un tubo de metal que iba del suelo al techo, encerrada en aquella oscura y fría habitación donde no sabía la cantidad de tiempo que había pasado, bien podrían haber sido horas o incluso ya un par de días, no tenía ni la menor idea.

La pesada puerta de metal al otro lado del cuarto se abrió lentamente, las bisagras oxidadas rechinaron tan fuerte que Mary sintió sus tímpanos reventar, a eso le siguió el sonido característico de unos tacones caminando en su dirección. Muy a su pesar decidió alzar su mirada enojada, tenía sed y estaba agotada; cuando lo hizo se quedó sin aliento: Una bonita mujer le veía desde arriba casi con desdén, estaba enfundada en un ajustado vestido verde esmeralda y modelaba unos botines de piel, su cabello negro estaba recogido en un moño bien hecho, sonreía mientras se fumaba uno de esos cigarrillos largos.

— Perdona la tardanza, Rossie— le comentó, expulsando el humo de entre sus labios rojos. La aludida quiso gritarle que no se atreviese a llamarla así, no obstante solo permaneció con la mandíbula abierta a toda su capacidad— ¿Qué pasa, acaso el gato te comió la lengua?— agregó burlona.

Rosseane se vio obligada a parpadear un par de veces para salir de su estado estupefacto mientras pensaba que debía ser una mala broma.

— Adler— fue lo primero que dijo, el sonido que salió de su garganta seca estaba entrecortado e inevitablemente raspaba, pues llevaba un buen rato sin usar su voz— ¿Cómo?

— Parece que tuvimos ideas similares al momento de elegir el rumbo en que irían nuestras vidas— respondió tranquila, dando otra calada— Me pagaron una buena cantidad para matarte, sabes un montón de cosas peligrosas y eso inquieta a muchas personas

Claro, porque no podía ser de otra manera, si era honesta consigo misma, tuvo una vida mucho más larga de lo que esperaba en un inicio.

— Te ves muy joven— admitió la otra en voz baja, acomodándose lo mejor que pudo teniendo en cuenta su situación—, No creí volver a verte después de eso

La mujer pareció llenarse de furia en un instante, soltó un pisotón al suelo al tiempo que podía ver sus ojos humedecerse un poco, aunque no estaba segura de ello, bien podrían ser las escasas luces que entraban del pasillo.

— ¿Eso?  ¿No querrás decir después de que me abandonaras al graduarnos de la universidad sin motivo aparente? ¿Necesito recordarte que me dejaste sola cuando más te necesitaba y ni siquiera tuviste la decencia de mandarme al demonio?

— ¡No fue sin un motivo!— se defendió Rosseane rápidamente— Irene, yo no qui-

Un brusco tirón a su maltrecha camiseta la obligó a incorporarse lo máximo posible en su incómoda posición, las largas uñas postizas de Irene se clavaban dolorosamente en su pecho como alfileres, sus agarrotadas piernas cedieron al peso y justo antes de caer un par de labios húmedos se plantaron fuertes contra los suyos, iracundos; Irene le dio un beso cálido que le supo a su propia sangre, tabaco, labial de cereza y pasta dental de cítricos, Rosseane continuó el contacto por el tiempo suficiente para que Irene reaccionara y la alejara de un empujón. 

— ¿Vas a matarme?— le preguntó resignada, admirando con divinidad el labial de Irene corrido, manchándole las comisuras de la boca.

El tono y expresión de la hermosa mujer al frente suyo eran fríos, estoicos, sin embargo sus ojos claros lucían verdaderamente heridos cuando le respondió:

— Voy a usarte para mi entretenimiento hasta que ellos se olviden de tu existencia, tengo preparado un cadáver con tus proporciones que filmaré mientras se quema— explicó a medias, limpiándose los restos de maquillaje con su mano delgada.

— Entonces... como me salvaste la vida te debo un favor— resolvió Rosseane.

— Chica lista— ironizó Adler, rodando los ojos— En unos minutos vendrá alguien que te llevará a otro lugar— comentó, sin mediar otra palabra regresó sobre sus pasos hasta la entrada, necesitaba salir de ahí rápido o caería en los encantos embaucadores de su estúpida ex novia otra vez.

Con el azotar de la puerta Rosseane, contra todo pronóstico dentro de su escabrosa situación se permitió sonreír; no iba a mentir, la había extrañado demasiado.

 


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