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Once Upon On October por Lovis_Invictus

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«A veces parece ser más de una persona»

[John Watson • Sherlock Holmes]

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La cantidad de situaciones que Sherlock admitiría no ser capaz de dilucidar podía ser contada con los dedos de una mano; entre ellas estaba el motivo por el cual una dominatrix lesbiana se fijaría tan obsesivamente en él, nunca entendió realmente a esa mujer, tal vez por eso le resultaba interesante. El segundo sería la razón tras el odio que recibía constantemente por parte de conocidos y ajenos, era algo doloroso que inició desde su más tierna infancia y hasta hoy día no lograba comprender. El último, pero no menos importante, es la forma en la que ciertas cosas funcionan dentro de la cabeza de John Watson.

Y es que siendo ya formalmente una pareja tuvo la oportunidad de presenciar en John ciertas actitudes específicas que de otra manera jamás hubiese podido ver. Fue entonces que tras un año de aquella confesión incómoda, que terminó en ambos hombres completamente avergonzados durante semanas antes de elegir dar el siguiente paso, Sherlock podía asegurar sin titubeos lo voluble que era la personalidad de John Watson.

La mente de Sherlock ha gastado más tiempo del que está dispuesto a admitir tratando de entender cómo es que lo hace, cómo pasa de ser un hombre honrado, noble y amable a convertirse en un estratega frío y violento.

Casi podría jurar que son dos personas diferentes.

Se lo pregunta cuando por la noche ambos se encuentran acurrucados en la cama, entonces mientras está distraído en su teléfono celular John le peina los rizos con sus dedos rasposos, le acaricia la espalda o besa suavemente sus labios tratando de relajar su ajetreada cabeza para hacerlo dormir. También en las mañanas que John se levanta antes para preparar el desayuno y obligarlo a comer aunque sea un poco, preocupado por su salud. O en esos momentos íntimos, donde mientras mantienen relaciones sexuales es cuidadoso, casi delicado, susurrándole al oído entre jadeos lo perfecto que le considera y cuánto lo ama.

Luego se descubre a sí mismo pensando en ello cuando, a mitad de un caso, ve el modo en que John se desenvuelve mientras trabajan juntos, entonces ahí el hombre caballeroso que tiene como novio se transforma en un sujeto peligroso, de temer, un animal que rompe huesos y azota cuerpos contra el suelo salvajemente, como un cazador, en busca de saciar sus instintos naturales y tal vez ser socialmente funcional en en el proceso.

Oh, pero no todo es tan radical, justo como en ese momento, por ejemplo, cuando esas dos caras de la moneda se unían y creaban a alguien maravilloso.

— ¡Vamos, amigo, él tiene la culpa!— gritaba un hombre mientras era apresado por John contra la fría pared de ladrillos detrás de un callejón poco iluminado. Pese a que el sujeto le sacaba dos cabezas a su novio y era físicamente más corpulento, ahora mismo se encontraba de rodillas sobre el suelo, su nariz goteaba copiosamente mientras su ojo izquierdo comenzaba a hincharse, tomando un tono morado claro alrededor.

— ¿Qué mierda tratas de decir?— preguntó John al hombre frente suyo apretándole el cuello, se veía realmente furioso, su voz vibraba casi en un gruñido gutural, cuan bestia iracunda. A unos metros de la escena, casi en la entrada del lugar, Sherlock, cohibido, parecía estar en shock; sus manos cubrían su torso en son protector, con la diestra tratando de cerrar inútilmente los botones de su camisa blanca. Ni siquiera sabía cómo reaccionar al respecto.

— Solo digo que debe atenerse a las consecuencias de ponerse ropa tan ajustada y andar caminando por lugares como este durante la noche, uno tiene necesidades, amigo— el otro apenas pudo responder gracias a la presión infringida, sin embargo la intención irónica estaba ahí presente, como si fuesen ellos quienes no comprendieran la verdad absoluta tras sus asquerosas palabras.

John enfureció ¿Qué se supone que significaba eso? ¿Acaso se podía ser más imbécil? 

Inhaló profuso antes de juntar toda la fuerza que pudo y plantarle en la cara el puñetazo más satisfactorio que jamás hubo dado. Continuó golpeando sin descanso, ni siquiera supo cuando el atrevido y maleducado muchacho se había desmayado; el color negro que le nublaba la vista desapareció cuando un par de brazos delgados rodearon su cuerpo tirando hacia atrás. Sherlock cayó de espaldas sobre el suelo y él encima suyo, Holmes le abrazaba fuertemente, enterrando su rostro en el cuello de John. 

Watson observó la escena sangrienta del tipo tirado en el suelo, estaba herido, hinchado, respirando despacio y a duras penas, al menos no estaba muerto, necesitaba recordarse de vez en cuando que fuera del campo de batalla el asesinar a alguien era ilegal; tragó grueso, pasando la vista a sus propias manos sin desear observar más ese espectáculo grotesco, percató la piel de los nudillos pelada, amoratada y repleta de aquel fluido rojizo, le ardían un poco y probablemente dolerían los próximos días. Rápido se separó de Sherlock, hincándose frente a él, que se incorporaba lento hasta quedar sentado, cabizbajo. Se limpió las manos en el jersey verde que traía puesto lo mejor que pudo, entonces procedió a acercarse, tomando el rostro de su novio lo más cuidadoso que su bruto cuerpo le permitió.

— ¿Estás bien? ¿Te hizo daño?— preguntó preocupado, haciendo un rápido escaneo en el cuerpo ajeno; la mejilla izquierda de Sherlock presentaba un hematoma creciente, además de haber rastros de sangre seca cayendo desde sus poros nasales hasta su labio superior, no parecía tener la nariz rota y las marcas de arañazos sobre la dermis eran superficiales, eso fue un alivio enorme entre toda la ira que le provocaba ver la camisa y el pantalón de su novio parcialmente desabrochados. Le envolvió entre sus brazos, apretando fuerte su torso contra el propio, apenado por la traumática situación que recién había ocurrido, situación que para su desagrado no pudo evitar.

— Estoy bien, solo... me tomó por sorpresa— medio respondió Sherlock, devolviendo el abrazo con la misma intensidad. 

Ambos sabían que el detective era alguien introvertido, poco o nada acostumbrado al contacto físico, mucho menos al sexual, incluso después de estar saliendo durante un año y llevar con una vida sexualmente activa al menos desde hace ya ocho meses, Sherlock seguía siendo adorablemente tímido en ese aspecto -a menos que estuviese un poquito borracho o muy cansado, ahí tomaba las riendas por sí mismo-, hundía el rostro ya fuese en la almohada, sus manos o el cuello de John, avergonzado, se cubría la boca, a veces no dejaba que le desvistiera completamente; era cohibido y John respetaba eso, motivo por el cual entró en cólera apenas vislumbró la escena de su novio siendo manoseado y posteriormente golpeado por un extraño, sintió un vuelco en el estómago al notar que Sherlock no se movía, supo entonces que estaba asustado.

— ¿Encontraste algo?— preguntó Holmes, susurrando y aún sin soltarle.

— Sí, el asesino estaba oculto en uno de los clubs, justo como dijiste— comentó, depositando después un beso cariñoso en su frente— Envié a Greg y los demás a rodear el club justo antes de decirle que estaba arrestado, salió corriendo por la puerta de atrás en completo pánico, debiste verlo, fue muy divertido

Sherlock sonrió, entretenido— Te dije que era un cobarde

John se levantó del suelo, extendiendo su mano para que Sherlock también se parara, quien aceptó gustoso la ayuda, las piernas se le estaban entumiendo en esa incómoda posición. La radiante calidez de John casi le quita el dolor en la mejilla, casi. Observó resentido al tipo que descansaba inconsciente sobre el cemento sucio de aquel callejón, se sintió asqueado de repente.

— Llamaré a Greg para que se lo lleve— comentó el doctor, casi leyéndole la mente— Le diremos que lo descubrimos asaltando a una chica ebria, si eso te convence

Sherlock se encogió de hombros, tomando la mano de su novio para dirigirse a la salida— Está bien para mí— depositó un beso rápido en los labios ajenos.

De verdad que John era maravilloso.

 


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