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Lascivia por Xora

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Notas del capitulo:

Es tarde en mi país así que, bien... sólo podía permitirme realizar esta actualización, después de todo la madrugada es un buen momento para pecar (?)

II

 

De todos los errores que Sans cometió existía uno en particular que había marcado el curso de su vida por completo, uno cuya gravedad lo ayudó asentarse a su actual realidad, y no podía olvidarlo. No estaba listo para olvidar. El subsuelo estaba regido por una única ley absoluta que al pronunciarse parecía tan simple pero lo cierto es que no lo era, no para quienes apenas comenzaban a vivir, no para los enfermos, los invalidos y los debiles, no para los niños que fueron él y su hermano en un principio. Sans era demasiado pequeño e indefenso en aquel entonces y tuvo que aprender por las malas que la piedad no era una opción en este mundo, que su supervivencia sólo sería idónea si conseguía ganar puntos de A.M.O.R matando monstruos al azar, sólo para obtener algo de respeto, pues intimidar no estaba entre sus dotes debido a su escualida apariencia. Y recordó que, de no haber sido por el interés que mostró el cientifico real sobre él, seguro habría muerto sin ser capaz de proteger lo que le había quedado de familia en aquel violento asalto que sufrió su primer hogar, donde los maleantes habían reclamado el polvo de su padre y madre. Hubiesen tomado la vida de Papyrus también de no ser por la intervención de Gaster quien había estado en busca de monstruos inservibles para su pequeño proyecto y ocurrió que casualmente paseaba por la aldea y encontró a esa debilitada cría de esqueleto luchando por su vida en mitad del bosque. No fue compasión, estaba claro que Gaster no aceptó hacerse cargo de dos mocosos porque su alma sintió una punzada de pena por sus miserables circunstancias. Por lo que Sans supo más adelante, él y Papyrus eran los únicos sobrevivientes de tan despiadado asalto, y no es que hubiese habido muchos esqueletos habitando el subsuelo antes de ello después de todo, la mayoría de la raza se había perdido en la guerra contra los humanos y eso se lo explicó Gaster cuando la curiosidad lo venció. De todas las razas habitando el subsuelo, los esqueletos poseían la mayor concentración de magia y poder bajo sus complejas formas, además de ser los más resistentes durante una batalla a muerte, así que representarían una tremenda ventaja para quien los poseyera. 
 
A partir de ese momento se quedaron con él y le sirvieron cuales viles esclavos sólo para satisfacer sus propias necesidades biologicas ya que no tenían a dónde más ir, y Sans decidió que sus despiadados maltratos eran mil veces mejor que toda una ciudad hambrienta de EXP gratis -como solían clasificarlos a ambos cuando los veían rondando los pasillos del laboratorio- arrastrandose detrás de ellos. Al cumplir la edad suficiente Sans se convirtió en el asistente personal de Gaster y Papyrus se enfocó en ser feliz lo mejor posible sin sospechar la misión que el retorcido cientifico ya le tenía asignada a escondidas del hermano mayor. Sin embargo, lo peor estaba a punto de ocurrir y Sans lo hubiese detenido de haber estado consciente de ello, de no haberse preocupado más por instruír a Papyrus sobre la destrucción que los rodeaba, sobre los vicios, las injusticias y la necesidad de obedecer a un amo de ser necesario. Gaster fue asesinado y Sans se había visto en la dificil situación de alejarse del laboratorio sin rumbo aparente, cargando entre sus brazos a su desfallecido hermano menor. Las cuerdas de su destino se habían tensado tanto que se delataban en el cráneo lleno de grietas de Papyrus. 
 
Sans recordaba cuánto había llorado aquella noche y la forma como lo había hecho arrodillado sobre la nieve, cómo conjuró tantos huesos como sus fuerzas se lo permitieron para ponerle fin a la vida de ambos en ese mismo instante mientras eran rodeados por la furiosa tormenta de nieve; el miedo que lo había recorrido y paralizado en su sitio dentro del cuarto de pruebas ante la siniestra visión de Papyrus contaminado de pies a cráneo con la sangre de Gaster; recordó la furia insostenible que lo dominaba entonces, pues el lirio de pureza que pudo conservar -y que debió ser su misión desde el comienzo- había sido corrompido por su propia mano y esto había quedado marcado como estigma en los hórridos acontecimientos que los dos protagonizaron. Sin embargo, no se atrevió. ¿Cómo podría hacerle daño a su familia? No había manera de que tomara sus vidas mientras contemplaba esa expresión tan pacifica dibujada en el rostro  inconsciente de Papyrus. Quizás la pesadilla hubiese terminado para ellos en ese momento, ya que de haberlo completado no estarían sumergidos en esta nueva condena basada en los enfermizos reinicios de aquel humano. Tal vez hubiese sido mejor haber muerto aquella noche que soportar los caprichos de una sola criatura con poderes inexplicables, pero como eran las cosas ahora era imposible llevar a cabo un movimiento tan absurdo, y sinceramente tampoco le apetecía. Lo poco que podía agradecerle a esos errores pasados era que él y Papyrus seguían siendo ellos mismos dentro de aquellas humildes paredes, seguían siendo una familia, aunque para todo Snowdin sólo fueran reconocidos por el jefe bastardo y su desagradable lacayo amante de conflictos. O al menos eso había creído hasta ese instante.
 
—Huff, maldita sea... jefe, ve más despacio... —reclamó apretando los bordes de la cama con fuerza sobre su cráneo como si tal fuera suficiente para mantener intacta su compostura. El ritmo acelerado que Papyrus había establecido lo estaba enloqueciendo. Había sido un terrible error de cálculos haber llegado a casa temprano y que su hermano cruzara esa puerta completamente ebrio. No era muy común que Papyrus se permitiera beber hasta este extremo pero Sans supuso que algo de culpa debía tenerla Undyne.
 
—Así... me gusta así... es la única manera en la que puedo gozar sin que tu asquerosa lengua arruine mis momentos con tus estúpidas bromas...
 
—Papyrus... —Sans pretendió defender sus valiosos juegos de palabras, tal vez tratar de razonar con él respecto a lo que estaban haciendo, cuando una nueva y profunda embestida lo mandó a gemir con fuerza—. ¡Ah! ¡mierda!
 
—Sólo cállate un instante, Sans. El temible Papyrus se encargará de que sirvas para algo útil de una vez por todas. 

—Joder... duele...
 
Sans intentó cubrirse la dentadura, relajarse un poco más para denegar la salida de sus pesados jadeos que deseaban alcanzar superficie pero sus acciones no hacían más que fallar una y otra vez. Obedecería con gusto las indicaciones de su hermano pero la penetración dolía como el infierno y lo peor era que le estaba fascinando la manera de Papyrus para tomarlo, casi se sentía como una violación, pero su propio disfrute era el detalle que destrozaba todo el esquema, porque era tan forzado y tan consensual a la vez que Sans se atrevería a considerarlo candente tanto como obsceno. No se suponía que esto pasaría. Aunque Sans ocultó por tanto tiempo su depravada atracción hacia Papyrus por el bien de su incuestionable fraternidad, nunca se negó fantasear con este aberrante momento donde todas sus acciones eran absorbidas por el calor del otro, y ahora yacía bajo su cuerpo, sometido, follado brutalmente sin oportunidad de redención, pues hacía mucho tiempo que lo había deseado. Por todo lo maldito componiendo el subsuelo, nada había anhelado más que acercarse a su jefe de esta manera y perderse entre la lujuria de lo prohibido.
 
—Estás tan húmedo. No fue mala idea venir y follarte, pequeña perra necesitada...
 
—Jefe, y-yo... ugh. —El placer nubló el juicio de Sans volviendo inútil la coherencia de sus palabras y pensamientos, pues su voz estaba siendo destrozada por el placer constante que provocaba la mezcla de sus alientos y la suave risa de Papyrus sólo empeoró su estado.
 
—¿Qué ocurre, hermano? ¿Es demasiado para ti? Que decepcionante y patetico...
 
El movimiento es seco y brutal, tan apasionado como a Sans le gustaba dentro del sexo, pero resguardando ese pequeño brote de devoción e interés por ayudar al otro disfrutar también mientras esperaban la llegada del orgasmo final. No sólo eran golpes de satisfacción unilateral y eso fue algo que Sans agradeció dentro de su falta de oxigeno y el dolor de sus articulaciones que mantenían firme tan complicada postura. Papyrus había crecido, y aunque Sans comenzó a ser consciente de este hecho desde el momento que su hermano tuvo su primer sueño húmedo, sus bajos instintos despertaron por completo cuando Papyrus comenzó a entrenar como guerrero y logró convertirse en miembro de la guardia real. A partir de ese instante su relación había sufrido grandes cambios, y distorciones, tantos que muchas veces llegó a pensar que habían dejado de ser hermanos, los suficientes para hacerlo creer que había obtenido un nuevo enemigo a quien destruír y entonces ascender para considerarlo un ideal al cual alcanzar, hasta que finalmente impactaron en esto que se desarrollaba a puertas cerradas. A Sans realmente ya no le importaba ser repudiado como un perverso incestuoso pecador y no le dolía tanto pensar que había arrinconado a su hermano a esto. Ya había arrastrado a Papyrus antes a tantas cosas desde que se hizo cargo de él. Además, no había sido Sans quien esta vez había cruzado la linea, había sido el propio Papyrus quien había reclamado un lugar en su cama para el hermano mayor.
 
—Maldita sea, joder, mierda... —profirió Sans esforzandose en advertir lo que se avecinaba, sosteniendose con fuerza de las hombreras punteagudas de su hermano quien ni siquiera se había molestado en desnudarse cuando lo trajó a su habitación—, estoy cerca...
 
La visión de Sans se había vuelto borrosa, todo el entorno había dejado de existir, como si de pronto cruzara una dimensión de nada para quedarse una breve eternidad, una bruma de vigilia lo ensordeció y una profunda ola de placer se hizo cargo de arrancar sus sentidos de uno por uno despiadadamente mientras la penetración seguía su agitado curso. En realidad, a Sans le pareció que la velocidad dio un aumento repentino a favor de quien aún necesitaba liberarse de aquel hirviente cúmulo de sensaciones. No pasó mucho tiempo para que el libidinoso y alargado gemido de Papyrus impactara contra su cuello esqueletico ofreciendo un par de últimas y fuertes embestidas contra la parte inferior de su pelvis, como si quisiera desgarrarla antes de caer en la fatiga causada por el repetitivo y veloz movimiento. Cuando Sans volvió a la consciencia que perdió con aquel orgasmo, se percató del peso de su hermano hundiendolo un poco más en el colchón, reconociendolo agotado pero incapaz de dejarlo libre. Se tomó un momento observando su alrededor, admirando la pulcritud de cada estanteria, mueble y adorno componiendo el lugar. Papyrus siempre fue muy ordenado, todo lo opuesto a él que estaba obligado a recoger sus desastres con tal de evitar una pelea letal contra su jefe, por el bien de la hermandad que obedecieron hasta ahora.
 
—Tus huesos son una delicia... —aquel murmullo consiguió hacer a Sans estremecer de forma involuntaria, tan inesperada como el extraño dolor que tomó lugar en su alma al tener memoria de lo que acababa de pasar—, hay que hacer esto seguido.
 
Luego de eso, Sans escuchó a su hermano respirar acompasadamente, muestra de que había caído completamente dormido encima suyo con tanta comodidad que resultaba hilarante y esto al mayor lo hizo sonreír con gracia, pues se suponía que el primero en dormirse debía ser él que era un perezoso, no su temible y respetado hermano quien podía describirse como el tipo de monstruo hiperactivo que era incapaz de mantenerse mucho tiempo en un solo lugar, especialmente sin hacer nada. Los ojos de Sans de pronto vascilaron con una extraña angustía. Matar a Gaster por el bien de Sans había sido una cosa muy distinta al tabú que habían seducido juntos esta noche, más los recuerdos volvieron al mayor cuando se preguntó cuánto tiempo Papyrus había retenido este amor enfermizo hacia su única familia; esas palabras posesivas que le había compartido a Papyrus cuando era aún pequeño en un momento de ira -después de que otras crias de monstruo se atrevieran a tocarlo- y que fueron la principal causa de que la mente de Papyrus se quebrara más de lo apropiado días previos a ese. Después de todo la culpa en verdad era suya, que Papyrus se comportara de tal manera representaba el terrible hermano que había sido Sans desde el comienzo. La actitud arrogante y destructiva del hermano menor funcionaba en el exterior, lo mantenía a salvo a pesar de todo, pero esta personalidad no aplicaba como excusa bajo todas las circunstancias que vivían a solas, y era verdad que Sans era protegido tanto como violentado por él pese a que no se quejaba. Y al ponerlo bajo analisis Sans se daba cuenta del secreto oculto que cubría todos estos sospechosos escenarios. Y quería arrepentirse pero la duda nunca intentó colarse bajo sus costillas o siquiera nacer de las profundidades de su alma. Sans quería esto aunque sabía cuan incorrecto y antinatural sería incluso para ellos dos. Había cometido tantos errores que no le preocupaba cometer uno más.
 

«Dijiste que nos teniamos solamente a nosotros, que mi existencia no podía estar bajo ninguna sombra que no fuera la tuya. Creo que ahora entiendo lo que significa. Por eso fue que cortaste mi cuenca, ¿cierto? Intentabas darme una lección. Sans... esto también es para tí. No permitiré que nadie más te lastime, nunca sino soy yo. Yo soy tuyo entonces tú también eres mío y puedo hacer lo que yo desee contigo, así tenga de desaparecer a todo el que se atreva meterse entre nosotros»


Al despertar el dolor abrazandolo fue más profundo de lo que había anticipado, así que no se evitó quejarse con el menor movimiento que ejercía sobre la suave superficie de la cama que sus huesos ocupaban. Sans evitó abrir las cuencas tanto como pudo hasta que palpó a su lado y no sintió ni encontró a nadie que lo acompañara. Sorprendido hizo un último esfuerzo en levantarse del lecho para inspeccionar nuevamente a su alrededor en busca del único sujeto que significaba algo importante en su vida, y al no encontrarlo por ninguna parte, supuso que debió ir a prepararse para su rutina diaria. Tal vez pretendería que nada ocurrió, que los hechos efectuados aquella noche no fueron otra cosa que una perturbadora pesadilla. Era lo mejor, Sans reflexionó, así podrían mantenerse cuerdos más tiempo y sus propias acciones no harían de esto una situación más peligrosa. Aún así no se vistió enseguida y no abandonó la habitación de su hermano pese a que miró sus ropas tiradas en diversos puntos por el suelo, llamandolo con insistencia. Se preguntó si estaría esperando la llegada de su hermano para aclarar el asunto o si tenía otra clase de esperanza todavía aferrada al brillo de su alma, no lo sabía y no pensó en ello tampoco. Se quedó sentado en la cama con la vista perdida en su chamarra negra con capucha, cubriendose con una de las sabanas blancas que tenía a su disposición hasta que el crujido del seguro de la puerta atrajo su atención a la figura que se encogía con incomodidad, tratando de encontrar una buena forma para empezar hablar. Sans le permitió esto, expectante por lo que diría.
 
—Sans, y-yo... escucha, tenemos que hablar sobre lo que pasó ayer —logró formular en medio de su frustración—. Para empezar, no tenía idea de lo que hacía, jamás había bebido de esa forma así que mis pensamientos estaban... bueno...
 
—¿Forzas a quien sea follar contigo cuando estás ebrio?
 
—¿Qué... ?
 
—Jefe —Sans se levantó, ignorando la sabana con la que se estaba cubriendo para finalmente agacharse a tomar su ropa del suelo y comenzar a vestirla. Papyrus se incomodó con esto y miró hacia otro lado—, siempre me estás reprendiendo por beber demasiado así que fue increible verte romper tus propios reglamentos. No me molesta que llegues borracho a casa de vez en cuando ¿sabes? Tampoco que seas más susceptible a tus instintos en ese estado. Puedo entenderlo después de todo.

—Sans, lo que quiero decir es...
 
—¿Lo disfrutaste? —Sans intentó no ser brusco pero terminó fallando cuando se percató de la urgencia que le carcomía por saber la respuesta. El silencio de Papyrus casi fue palpable debido a lo abrupto de la pregunta y la forma como se atragantó con su replica instintiva, y tenso miró en dirección a su hermano sin saber qué decir cuando notó que Sans temblaba apretando la playera roja—. Vamos, sólo... quiero saberlo. No es malo eso, ¿cierto? Esta vez estoy tratando de comportarme como el hermano mayor ¿está bien?
 
Un paso y Papyrus retrocedió con nerviosismo, la mirada de Sans le decía más de lo que pretendía saber, el brillo rojizo de sus pupilas estaban llenas del tipo de emociones que harían a cualquier monstruo del subsuelo horrorisarse pero no por miedo.
 
—Sans, tú...
 
—Nunca había disfrutado tanto tener sexo ¿sabes? —Sans prosiguió ante la falta de respuesta, sentía como si necesitara expresarlo, pues retenerlo haría estallar si cráneo desde dentro—. He tenido la oportunidad de revorlcarme con todo tipo de monstruos y la verdad es que ninguno se compara con lo que me hiciste sentir ayer. Eres tan bueno como la muerte, hehe... aunque al principio estaba asustado ahora siento que no me importaría repetirlo muchas veces más, si estás dispuesto...
 
—Y-Yo...
 
—Por eso —Sans rompió la distancia que les separaba mientras Papyrus continuaba pasmado junto a la puerta sin ser capaz de apartar la mirada de la sonrisa ansiosa que su hermano mayor le dedicaba—, no necesitas reprimirte conmigo —Los falanges de Sans alcanzaron el cuerpo de batalla de Papyrus quien se sobresaltó como acto-reflejo, completamente anonadado por lo que veía. —No eres el único que lo ha querido.
 
Apenas finalizó su conclusión, Sans sintió cómo volvía a ser empujado a la cama de forma violenta antes de sentir la mullida superficie bajo su espina dorsal, reconocer aquel peso sobre él y la exigencia con la cual Papyrus reclamó sus inexistentes labios. Al jadear la lengua ectoplasmica de Papyrus -de un atractivo color rojo sangre- se coló entre sus afilados dientes y Sans estuvo obligado a responder con la misma agresividad que le era impuesta con el objetivo de no ahogarse frente al ímpetu del menor. Se río internamente al comprobar que su cuerpo entero volvía a temblar en deseo y se acoplaba tan fácilmente a las extremidades de quien no concebía motivos para detenerse. Todo indicaba que tendrían una nueva sección antes de continuar con su aburrida rutina plagada de pandillas y violadores. Y eso estaba bien para él.

Notas finales:

Me basé en dos comic's cortos, se podría decir que en cierta forma me inspiraron para escribir este oneshot. Si estás familiarizado con el ship probablemente los ubiques, de otro modo te debo los nombres tanto de las artistas como de las propias tiras.

Y es todo por esta ocasión. 


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