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Lascivia por Xora

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Notas del capitulo:

Hola ¿me extrañaste?

... ya sé que nadie me extrañó, igual traigo actualización, ya que estoy cerca de terminar las actualizaciones de otras dos historias mías y no quería olvidar por mucho tiempo esta serie.

III

 

La música era tenue, armonisaba el bar de Grillby con una naturalidad que cualquiera de los monstruos ocupandolo hubiese podido considerarlo su segundo hogar. El local yacía concurrido esta tarde más que en otras, pues la pasteleria-café de Muffet había cerrado después de la mañana por cuestiones personales de la dueña así que la clientela había recurrido al establecimiento más competitivo de Snowdin para agruparse entre vecinos y compañeros de trabajo. Antes de que dos de los llamados universos se hubiesen mezclado, el monstruo de fuego -que limpiaba las copas incesantemente tras el mostrador- no hubiese creído que su negocio daría la bienvenida a tantos comensales, motivo por el cual tuvo que expander el lugar y colocar nuevas secciones para clientes recurrentes como rápidamente hizo su rival de mercado, cuyo edificio convenientemente apenas era separado por una calle de diferencia, justo delante suyo. Para todos fue una completa experiencia convivir con el universo contrario una vez estos se presentaron frente a sus puertas, y ver a sus doppelgangers con personalidades revertidas fue noticia por una larga temporada hasta que finalmente lograron coexistir como si desde un principio hubiesen formado parte del mismo escenario; fue el caso de Grillby con Muffet; fue el caso de ciertos hermanos esqueleto que concluyeron mantener un poco de distancia entre sí hasta que los menores consumaron una amistad gracias a su energía y preferencia por la fabricación de puzzles, entonces a los mayores no les quedó otra que resignarse a la elección de sus hermanos y comenzar a compartir chistes malos durante sus descansos y junto a la puerta de las ruinas donde dos reyes finalmente tenían más personas con quienes compartir sus inquietudes y terribles juegos de palabras, amistades que en el fondo aligeraban un poco más la carga.

 
Aquella tarde era un escape más de esta realidad aún controversible pero quizás este también fue el impulso para que Stretch y Sans se reunieran en una mesa apartada del resto, como si se quisieran ocultar de las miradas que abundaban en el sitio aunque todavía fueran sus presencias las que atraían los saludos breves del resto, pues los dos eran agradables para los monstruos en suficientes sentidos para causar que ignoraran sus actividades un momento sólo para cruzar palabras con cualquiera de ellos. Usualmente tenían un horario fijo para asistir a cualquiera de los mejores establecimientos de Snowdin. Y esta vez fue Sans el último en llegar al bar, devastado por las circunstancias y atendido instantaneamente por Grillby con una botella de ketchup preparada para su llegada. Sans agradeció a su amigo la atención y procedió a dar un primer y largo trago a la botella ante la vista curiosa de Stretch quien mantenía los dientes aferrados al cigarrillo que fumaba mientras recargaba todo su peso en la mesa donde se encontraban. Aspiró y expulsó el humo con maestría sin perderlo de vista hasta que por fin tomó asiento en la silla del otro extremo.
 
—Debes haberte astillado mucho para encontrate en este estado —comentó como si la referencia a sus anatomías fuese a servir para aligerar el ambiente tenso que los había abrazado recién el pequeño esqueleto arrivó al discreto rincón.
 
—No te equivocas, este fue un hueso grande —replicó Sans apenas limpiandose distraidamente la quijada por si una gota escurridiza hubiese logrado escaparse.
 
—Adelante —animó Stretch entrelazando los falanges sobre la mesa a la altura de su quijada para recargarla justo en el centro—, soy todo martillo, yunque y estribo.
 
Sans se río sin gracia con la referencia de los llamados huesillos del oído humano para tomar un segundo trago a su botella de ketchup y recargarse en la mesa que ocupaban, reflexionando sobre la forma como abordaría el reciente tema de conversación. Ambos hermanos mayores llevaban tratandose de muchas maneras desde que se habían conocido, al principio fueron evasivos entre sí antes de delatar su gusto por el otro debido a sus chistes hasta finalmente compartir una relación confidente a sus secretos, pues su conocimiento sobre los reinicios en sus propios universos convocó el desarrollo de esta convivencia más de lo que cualquiera de los dos lo hubiese anticipado, además del entusiasmo con lo que los habían incitado las personalidades similares de sus hermanos menores. Stretch y Sans pronto se habían encontrado con que tenían mucho por compartir, desde detalles insignificantes hasta cosas que no podrían revelar a nadie sin importar cuán íntimos o importantes fueran en sus vidas diarias, entonces descubrieron lo agradable que era sostener la carga juntos así que no se negaron hablar lejos de otros, lejos de sus inocentes hermanos que no necesitaban enterarse de lo que amargaba la vida de sus únicos familiares. Aún así, Sans no estaba seguro de querer compartir su más profundo y oscuro sentir con el Papyrus del otro universo, pues sentía que desconocía cuál pudiese ser su reacción siquiera atreverse hablar al respecto. Simplemente no estaba preparado para el rechazo, mucho menos para aceptarlo en voz alta tratandose de una verdad que se había guardado tan desquiciadamente que incluso a él le parecía infame.
 
—No creo que deba —confesó Sans luego de mirar dentro de las pupilas del otro esqueleto y desviar su propia vista hacia ningún sitio en particular—, quiero decir... no importa que seas otro monstruo, tu parecido con mi hermano es desconcertante.
 
—¿Oh? Así que esto se trata de él  —Stretch se alzó de hombros, restandole importancia al asunto. No era raro para ninguno que entablaran conversaciones sobre sus hermanos así que no le resultó novedoso adivinarlo—, sabes que no te juzgaré, puedes decirme lo que sea. Ya hemos hablado sobre lo bien que nos sentimos matando a nuestros amigos humanos durante el juicio final en una linea temporal genocida, así que dudo que algo más active peores instintos en nosotros.
 
—Esto es diferente... —insistió Sans bajando la mirada, ansioso.
 
Stretch dejó que el silencio entre los dos reinara unos momentos, reflexionando por su cuenta lo que podría estar acuchillando la consciencia de su amigo de esa manera. Si estaba relacionado con su hermano menor dudaba que se tratara de un sentimiento negativo, o ligado a la violencia más allá de lo natural entre dos hermanos, un asunto común causado por la diferencia de opinión o limites de territorio en sus hogares como un diario escrito o una revista prohibida, a menos que fuera un asunto tan delicado que fuera capaz de romper todo lo ya construído ante el menor soplo de cambio. Pensarlo de esa manera hizo que el alma de Stretch palpitara con nerviosismo, dudando que pudiera ser parecido a lo que él mismo sentía hacia su hermano Blue; una cuestión de vida o muerte lejano al hecho en sí. Y aunque todavía se negaba a creerlo quiso asegurarse así que devolvió la mirada a su compañero de mesa, tal vez una pequeña insinuación lo salvaría de ser considerado un enfermo, quizás ese esguinse desinteresado -y sin objetivo- no afectaría mucho a su relación si se dejara expresarlo. Se convenció que no perdía nada intentandolo, después de todo esto que el propio Stretch experimentaba día tras día junto a su hermano era tan profundo que ni siquiera sus instintos asesinos por el genocidio del humano podría lograr opacar. Tenía la esperanza de que este Sans lo comprendiera a pesar de todo.
 
—Dime algo, Sans —Stretch aspiró el humo de su cigarrillo como si fuera el único antidoto de una enfermedad mortal—, ¿alguna vez has pensado declararte?
 
Esta pregunta fue más efectiva de lo que pudo anticipar, pues la expresión desinteresada de Sans sufrió una mutación completa en el instante que su mente eclosionó contra la frsutración que se había salido de control justo en el centro de su cuerpo. Stretch pudo ver en las pupilas escandalizadas de Sans las respuestas que jamás se habría atrevido articular a nadie y se encogió inseguro de cómo continuar, no planeó que el efecto de su pequeña prueba fuera tan inmenso, pues este no podría causar tal impacto a menos que sus ligeras sospechas acabaran de acertar con la verdad. La sonrisa eterna formando los dientes de Sans de pronto parecía vacilar, torcerse de manera que delataba una lucha interna indescriptible.
 
—¿De qué estás hablando, amigo? —cuestionó Sans con actitud inestable, su voz temblorosa y reflejos entorpecidos afirmaron el descubrimiento que Stretch acababa de hacer—. N-No entiendo a qué te refieres...
 
—Sans —Stretch guardó silencio al comprender que no contaba con las palabras adecuadas para figurar en esta situación, de pronto estaba temiendo por el oído del resto de ocupantes del bar, por ello permitió que su mirada se desviara al resto de monstruos charlando en otras mesas y prefirió retractarse, pues un paso en falso y todo resultaría en un desastre colosal, sus vidas se arruinarían más de lo que ya estaban y tal vez terminarían alejandolos a ambos de aquello que más apreciaban de sus pateticas existencias. No podía hacerle esto a su amigo, no se creía capaz—. Sólo... perdona, he cometido un error.
 
Stretch se cubrió el rostro con una mano, rendido y agotado por el gran salto que acababa de dar dentro de las conversación. Sin embargo, la mirada de Sans continuaba fija en la figura de su acompañante, apretando inconscientemente el embase que sujetaba entre sus falanges. Algo extraño acababa de ocurrir, algo sumamente revelador apesar de la carencia de palabras, algo que jamás creyó posible aún dentro de sus sueños más locos, así que Sans no estaba convencido de querer dejarlo ir aunque hacerlo fuese lo más sensato para los dos. Se tomó un minuto para decidir lo que haría sin dejar de sentirse tenso, manteniendo su atención en la botella de ketchup mientras sopesaba en la idea de arrepentirse.
 
—¿Quieres volver al trabajo? —dijo atrayendo la mirada de Stretch al instante, pues aquella le pareció una propuesta demasiado brusca ya que ambos acababan de tomar su descanso. 
 
Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que Stretch comprendiera la doble intención que arrastraba tan indiscreta proposición; Sans estaba dispuesto hablar de lo que lo aquejaba con él, tal como también le invitaba para escuchar aquello que corrompía la tranquilidad de Stretch. Con un asentimiento, los dos se levantaron arrastrando las sillas sin ninguna delicadeza que lo mereciera antes de emprender camino a los afueras del pueblo. De esta manera fue como ambos salieron del bar despidiendose de los curiosos que les había extrañado la decisión de los esqueletos por irse temprano del bar sin brindar explicaciones extensas, por lo tanto creíbles. Una vez a merced de los vientos fríos se teletransportaron de vuelta a sus puestos de centinela donde solían acomodarse por mero requisito. Sin embargo, esta vez tomaron asiento en las rocas, uno frente al otro, con la intención de retomar la charla interrumpida. Otro lapso de silencio les dio la oportunidad de afianzar su confianza.
 
—Está bien... aquí nadie podrá oirnos —comentó Sans, inspirando el apremiante nerviosismo de Stretch una vez más frente la indiscutible privasidad.
 
—¿Estás seguro de que quieres hablarlo? —se aseguró.
 
—Casi.
 
—Todavía podemos parar ¿sabes?
 
—Lo sé.
 
Los dos esqueletos compartieron una corta mirada mientras sostenían su semblante tranquilo como si de ello dependiera su amistad, entonces Stretch suspiró con cierta pesadez, tirando la colilla de su cigarrillo contra la nieve para tomar uno nuevo de la cajetilla y encenderlo con el mechero que siempre traía consigo; era un ritual común, especialmente cuando el asunto a tratar era complicado, Sans había aprendido a leerlo luego de una serie de conversaciones estresantes para los dos -como el tema de los reinicios y la muerte de sus adorados hermanos menores- así que ya advininaba que esta sería la platica más tensa en la que hubiesen participado. Por eso, cuando Stretch extendió una mano en su dirección ofreciendole un cilindro de tabaco, lo aceptó de inmediato sin pedir prestado el mechero ya que él cargaba con su propio encendedor, y dejó que el fuego hiciera su trabajo antes de volver a tomar una posición cómoda contra la roca en la que se recargaba.
 
—Entonces, ¿tienes algo que decir respecto a tu hermano?
 
—Sé que acepté hablar de ello contigo y que a estas alturas no puedo acobardarme pero... ni siquiera sé por dónde empezar.
 
—Lo comprendo, ahora mismo yo también me estoy debatiendo por dentro pero... —el esqueleto de mayor estatura se tomó la libertad de dar inicio, después de todo él lo había insinuado antes así que asumiría la responsabilidad de revelar su propia situación y preparar el terreno para su amigo quien -en comparación- era el más reservado de los dos—, como sabrás, siempre he cuidado de Blue —Sans le prestó atención—, he estado a su lado literalmente toda su vida y he sido testigo de todos sus cambios así que no tengo excusas para negar los hechos. Sé que existe un limite dentro de nuestra convivencia y que a pesar de todo lo que hice, y sigo haciendo, por él no justifica que quiera adueñarme de cada uno de sus movimientos. Es una abominación sólo pensarlo y lo peor es que no puedo evitarlo por más que me reprima e intente sofocar lo que siento. Blue es demasiado importante para mi, tanto que... mi cariño por él adquirió otro matiz.
 
Las primeras cenizas del cigarrillo de Stretch se desprendieron, arrastradas por la brisa hacia dirección desconocida y Sans trató de seguir su destino cuando interpretó a consciencia a lo que su amigo se refería con aquellas palabras, identificandose enseguida. Dio una profunda calada a su propio cigarrillo, manteniendo el humo unos instantes antes de expulsarlo como si realmente poseyera pulmones que lo resguardaran. Nunca fumó frente a Papyrus y probablemente ni siquiera tuviera conocimiento de que lo consumía y eso le molestó mucho sin razón aparente, pues tal vez si se enterara ahora seguro que acusaría a Stretch de mala influencia y Blue lo afirmaría sin temor a equivocarse. Ambos eran tan ingenuos.
 
—Tal vez mi relación con Papyrus fue la razón principal por la que me encuentro en este abismo —reflexionó Sans interesando a su acompañante al instante—, lo sobreprotegí desde pequeño y todavía lo hago a pesar de los metodos que uso para disimularlo. A mi alrededor siempre hubo un monstruo señalandome lo mal que esto nos haría a los dos pero jamás tuve la intención de parar —una nueva calada y Sans expulsó toda la frustración que había mantenido apresada bajo sus costillas—. Mi hermano es genial ¿sabes? Nunca dejo de admirarlo, siempre lo estoy observando, siempre...
 
La forma en que los arboles secos se mecían adornaron la quietud de la atmósfera mientras los hermanos mayores hacían sus respectivas confesiones. Ambos, sorprendidos por el sentir del otro, mantuvieron la confidencia como si no estuvieran hablando entre si y en cambio permanecieran en sus respectivas habitaciones completamente solos. Lo preferían así, sin preguntas que rellenaran el hueco de sus respuestas o comentarios que rompieran la inspiración del contrario, y dejaron que siguiera su curso de forma natural.
 
—Es curiosa la cantidad de reinicios que tuvieron que pasar para por fin darle un nombre a estos terribles sentimientos —Stretch tomó una nueva postura sobre su asiento, su sonrisa cada vez más amarga por el aroma a tabaco y las emociones que le seguían—. A veces me pregunto: si ese humano jamás hubiera pisado el subsuelo y hubiesemos continuado nuestras vidas sin que interviniera su mano, ¿habría sido igual? Nunca sentí la presencia de Blue tan indispensable hasta que una sonrisa suya en la nueva linea temporal me alejaba del dolor ocasionado por la pasada y sus exigentes gritos en la mañana se convertían en la luz que iluminaba mi despertar. Creí que nunca apreciaría tanto probar sus desastrosas recetas. Por supuesto, todo eso es mentira... desde el principio su presencia ha sido lo mejor que pudo haberme pasado en la vida, sin él no estoy seguro cuál podría ser mi actualidad.
 
Sans sonrió en respuesta, absolutamente de acuerdo con el relato del otro ya que él sentía lo mismo respecto a Papyrus, y recordar sobre ello hizo rebosar su alma de calidez porque la simple imagen revoloteando en su mente bastaba para reanimar los deseos de abrazar a su hermano menor con todo el cariño que nacía de sus memorias.
 
—Alguien me dijo una vez que tenía un complejo de hermano sumamente desarrollado, tanto que corría el riesgo de sobresalirse de las graficas si intentaramos plasmarlo en una computadora —dijo esforzando lo antes dicho por Stretch—. Todos creen que es normal pero el mundo no puede estar más equivocado sobre ello.
 
—Es porque no son testigos de todo lo que cruza por nuestras mentes... joder. —Stretch se llevó una mano al rostro, cubriendose con la angustia emergente y las ansias bañadas con decepción e inseguridad—. Sin querer en una ocasión casi perdí la noción y estuve a punto de... —No fue capaz de pronunciarlo, era demasiado doloroso -enfermizo- para siquiera atreverse expresarlo—, pero Blue lo interpretó de otra manera, supongo que tuve suerte... como tantas otras veces.
 
—Somos familia, no hay manera de que él malinterprete la situación, mucho menos si no se siente de la misma manera —agregó Sans y levantó la mirada, sin esperar que Stretch había hecho lo mismo de forma sincronizada, contemplandose con apreciación involuntaria hasta que finalmente Sans rompió el contacto, incomodo, y Stretch no lo culpaba ya que él también quería ocultarse bajo tierra como una zanahoria; pensarlo le hizo gracia.
 
—Sans —llamó, captando la atención del aludido casi enseguida—, esto puede que te parezca algo sumamente descabellado pero me preguntaba si--
 
—No lo digas —le interrumpió golpeando el cigarrillo para deshacerse de las últimas cenizas. Stretch se tensó y Sans agregó—, no es necesario... está bien. —El esqueleto más bajo avanzó hacia su amigo, destrozando la distancia mientras una fuerte rafaga cruzaba la zona. El aire se desplazó de extremo a extremo, agitando las chamarras de los dos esqueletos que permanecían conectados por un beso desalentado y traicionero, del cual se separaron sin cambiar la indiferencia de sus expresiones a pesar de estarse aferrando al tacto del otro con suavidad. —Noté tu mirada un par de veces antes pero puedo entender la razón detrás de ello ahora, no voy a negar que muchas veces lo pensé también.
 
—Somos pateticos ¿no es así? —dijo Stretch entristecido, riendo sin gracia antes de atraer a su amigo de vuelta a un beso carente de motivación.
 
Se trataba de un engaño consentido, un auto-consuelo compartido por la similitud del otro sobre su verdadero ideal aunque ninguno trató de decirlo en ese momento ni tampoco después de que terminaron su labor marchando a cualquiera de sus habitaciones con una rápida teletransportación, no importaba de quién, porque a simple vista les parecía tan acogedora y familiar como la propia, pues el mayor interés que les llevaba a la privasidad entonces era culminar con una fantasía que había frecuentado las noches de cada uno fuera de la vista de sus hermanos. Sabían que no cumplían los estándares, Sans no era Blue y Stretch definitivamente no era Papyrus, pero la apariencia parecía suficiente para los dos perversos hermanos mayores que se encontraban sobre el desdeñable colchón del sitio compartiendo saliva con la fricción de sus inquietas lenguas ectoplasmicas. No se abrazaban o acariciaban, lo único importante era halarse de las ropas sin intención de soltarse, como si eso bastara para recordarles la mentira que estaban forjando y que no destrozarían por mucho que se refugiaran dentro de sus mentes. Aún así, Stretch tiró de la chamarra azul para que el más bajo subiera a sus piernas, obligandole abrir las cuencas otra vez y negarse a permanecer tras la cortina de excitación que acababa de cruzar.
 
—Esto será un problema —comentó con cuidado.
 
—¿Qué ocurre? —quiso saber Stretch, volviendo de su imaginación.
 
—No estoy seguro de lo que venga después.
 
—¿"Después"?
 
—Si, bueno... no tengo idea de cómo sean tus fantasias y yo realmente jamás decidí quién de los dos tomaría la iniciativa, ya sabes... soy perezoso y me siento cómodo dejando al otro hacer todo el trabajo pero no creía que Papyrus supiera cómo moverse en el campo.
 
—Oh... —Stretch se sonrojó levemente al comprender—. Tiene sentido. Tu hermano es tan activo como Blue así que parece lo más lógico que sea él quien tome las riendas pero aún con tu guía podría no ser lo adecuado.
 
—En tu cabeza, ¿erás tú quien guiaba a Blue? ¿Pensaste el rol que tomarías si esto llegaba hacerse realidad?
 
—No, me atrapaste —Stretch jugó una sonrisa avergonzada—. Conociendolo, Blue no me dejaría moverme a mi ritmo, la realidad es siempre muy distinta y... bueno, es complicado. 
 
—Ya veo —Sans asintió, pensativo—. Entonces... ¿qué sugieres?
 
—Soy bastante versatil en esto —dijo Stretch arqueando los brazos a sus costados para dar fuerza a su desinterés en las circunstancias, cómodo con el peso de su amigo sobre los huesos de sus piernas—, nunca me molesté en tomar un rol especifico, esa clase de cosas son muy anticuadas, esto no es uno de esos mangas que tanto le gusta leer a Undyne.
 
—He. Aún no me puedo creer que la Undyne de tu universo comparta los gustos de nuestra Alphys. —Sans lo pensó por su cuenta antes de mencionarlo—. Hagamos esto, por esta ocasión uno de nosotros será el activo. Por supuesto, podríamos invertir los papeles hoy mismo pero dudo que alguno de nosotros tenga la suficiente energia para eso así que dejemos que el otro goce de ser un perezoso esta vez.
 
—¿Dios? ¿Eres tú? —bromeó Stretch con fingido asombro.
 
—Hehe, es una ventaja que seamos del mismo tipo de hueso.
 
—Si que lo es, ahora me siento más tranquilo —Stretch tomó a su amigo de la quijaba con suavidad, dejando a sus miradas cruzarse con la misma ansiedad con la que se habían estado besando antes—. Dejemos que nuestros animos decidan entonces.
 
Sans separó sus dientes mostrandole a Stretch el brillo azul oscuro de su lengua ectoplasmica, gesto que el otro esqueleto correspondió antes de tomar la iniciativa y unirlos de nuevo, procediendo a empujar al más pequeño contra la cama y disfrutar de la nueva posición. Stretch se tomó la libertad de tocar los huesos del otro sobre las holgadas ropas, logrando hacer estremecer a su amigo quien por un momento quiso arrepentirse de esta decisión, más recuperó la confianza cuando colocó las palmas de sus manos contra las costillas conformando el pecho del otro, a la altura de su alma. Aunque ninguno de los dos poseía piel fue capaz de sentir la calidez que aquel inocuo resplandor irradiaba, reconociendose en calma con lo que estaba pasando. No era Papyrus, Stretch no era su hermano, esto no era incesto, aunque fuera de otro universo aquello no era incorrecto, aberración sería manchar a su hermano con estos sentimientos y deseos perversos, se convenció sin saber que estos mismos pensamientos cruzaban la mente de Stretch mientras deslizaba sus falanges bajo las ropas contrarias. Stretch se apresuró en romper las barreras que Sans alzó alrededor de su inseguridad, metiendose bajo sus huesos de forma inquieta y sensual. Sans perdió el aliento un momento y obligó a Stretch sofocarse bajo su ritmo hasta que todo rastro de consciencia se esfumó de ellos, quedandose dentro del vaho placentero de la copulación y el orgasmo. Se movieron libremente mientras mantenían presente su fantasia mezclada a su realidad sin arrepentirse de gemir satisfechos llamando a sus hermanos menores entre jadeos y murmullos viciosos. El significado de sus nombres se perdió entre la gratitud que compartieron sus miradas, riendose de un travieso secreto que sabían debía continuar sumergido en las profundidades de sus mentiras. Ambos conocieron el rostro excitado de sus hermanos en el contrario y se sintieron realizados cuando el acto terminó y la pesadez de sus alientos golpeó contra el rostro contrario. Se sentía tan bien tocar fondo. Tal vez después de esto olvidarían sus erroneos sentimientos.
 
—Debería volver —comentó Sans deshaciendose de la colilla del cigarrillo dentro del cenicero que le había otorgado Stretch después de haberse acomodado en el otro extremo del colchón, ya vestido como cualquier visita que había hecho a esa habitación en el pasado—, Papyrus se pone de muy mal humero si no le leo un cuento antes de dormir.
 
—Si, estoy seguro que Blue no tardará en llegar también —le apoyó Stretch mirando a través de la ventana distraídamente.
 
—Te veo mañana entonces.
 
—... Si.
 
Sans se teletransportó luego de hacerle una mueca de despedida al otro, dejandolo por fin. Stretch tenía mucho en qué pensar y aún así reconoció que no tenía tiempo, pronto debería recibir a su hermano menor así que optó por salir de su guarida para dirigirse al baño donde depositaría toda la suciedad que había adquirido desfojando sus apetitos y proseguir completamente limpio al sillón de la entrada. Y aunque en realidad no existían ánimos reales de ver la programación, encendió la televisión. No pasó mucho tiempo cuando Blue cruzó la puerta -tan energico como siempre- mientras tarareaba, advirtiendo la presencia del mayor con dar unos pasos en el interior de su amada morada.
 
—¡Papy! —le saludó y Stretch devolvió el saludo agitando la mano perezosamente—. Que inusual verte aquí tan temprano. Me encontré algunos monstruos antes de llegar al vecindario y se me ocurrió preguntar por ti pero no te habían visto. ¡Y yo que pensaba estarías perdiendo el tiempo en Grillby's con mi otro yo! Considerando que no te gusta ese lugar de todas formas, pero hoy Muffet's estuvo inactivo.
 
—Estaba aquí.
 
—¿En serio? —Blueberry miró a sus costados, esperando encontrar al nombrado.
 
—Pero ya se marchó, dijo que tenía un compromiso con mi doppelbone*, algo de leer un cuento y eso... ¿y tú? ¿Vas a cocinar o te irás a dormir temprano también?
 
—¡Mañana quiero estar en forma para trabajar en un nuevo puzzle que yo y Papyrus estamos planeando! —replicó Blue al instante, las pupilas brillantes adoptando la forma de estrellas en muestra de lo emocionado que estaba y esta reacción inspiró una sonrisa conmovida en el mayor mientras el esqueleto más bajo esta vez tomaba una postura triunfal—. El magnifico Sans se irá a la cama, por lo tanto —Blue rompió su pose para girarse de nuevo—, quiero que terminemos el capitulo en que nos quedamos la última vez.
 
—Bien, bien. Vamos a tu habitación, bro. 
 
—¡Mwehehe! ¡Me adelanto! —avisó echandose a correr escaleras arriba mientras Stretch se ponía de pie y apagaba la televisión con el control remoto antes de seguir con la vista a la figura de su hermanito perdiendose en el interior de su habitación. Stretch se quedó al inicio de las escaleras recordando la imagen del rostro excitado de Sans, cuya expresión pretendió entrelazar a los gestos de su propio hermano, confirmando el experimento como fallido. No había forma de que se parecieran en lo más mínimo a pesar de todas las irrefutables similitudes, pues apostaba que la expresión de su Sans debía ser mucho más hipnotizante, por lo tanto diferente de la de su amigo. Al final no importaba cuánto quisieran engañarse, no podía negarse a su hermano ni siquiera con ayuda de distorciones lividinosas. Todavía deseaba convertirse en el todo de su hermano menor y estaba seguro de que Sans estaba sintiendo lo mismo que él en esos precisos instantes.

Notas finales:

*Chiste que combina dos idiomas; el alemán e ingles. "Doppelgänger" básicamente significa "doble", y eso sumandole "bone" (hueso)... ya me entienden.

Un adelanto: El siguiente se desarrolla en el universo alterno de Storyshift, el cual no estoy seguro si partiré en dos partes porque hasta ahora está siendo extenso, ya decidiré cuando lo finalice.

Mientras tanto, adios.


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