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"Cadenas de Oro" por darkness la reyna siniestra

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Notas del capitulo:

Holaaa, ¿cómo están? Yo espero que bien y como saben cada lunes aparezco de entre las sombras para traerles nuevo cap de este su fanfic. Quiero agradecer como siempre a todas las bellas personas que me regalan su lectura y a quienes me regalaron sus bellos reviews en el cap anterior, un gran saludo y muchísimas gracias por el apoyo y paciencia.

De corazón deseo que el cap sea de su agrado y cualquier cosilla que deseen hacerme saber sea mala o buena será bien recibida. De nuevo muchas gracias y ya sin nada más que agregar, vamos al cap 16 n_n

 


Capítulo XVI.


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Las dos damas y los dos hombres conversaban en un ambiente más calmado cuando unos toques en la puerta del estudio los distrajeron, Hades se puso en pie y a paso firme fue a abrir encontrándose de frente con el gemelo menor delante de su hijo mayor.


—Los estábamos esperando —sonrió el azabache haciéndose a un lado para dejar entrar a los jóvenes—. ¿Han aprovechado el tiempo que les hemos dado para conocerse mejor?


La pregunta de Hades le dejó en claro a Radamanthys que el compromiso fue acordado satisfactoriamente. Pero Kanon aún sintiéndose culpable por dejarse besar por el rubio, se sonrojó apenado al pensar que no podría decirle al hombre de ojos cielo que su hijo le hizo conocerlo de más.


—Hemos convivido —respondió el oji-dorado con simpleza.


Los menores entraron bajo la atenta mirada del matrimonio Géminis que sonreían junto con la hermosa Pandora. Kanon y Radamanthys hicieron una reverencia a modo de saludo. Pronto Hades les indicó que tomaran asiento en un sofá cercano para que pudieran escuchar lo que iba a decirles.


—Hijos —empezó el azabache con una sonrisa—, los señores Géminis y nosotros hemos hablado sobre los temas referentes a un posible compromiso entre ustedes, uniendo así a ambas familias para poder ayudarnos entre nosotros cuando haya necesidad. Como dos partes hemos expuesto condiciones y términos, además de datos de importancia que debemos conocer nosotros sobre el joven Kanon, y los señores sobre ti, Radamanthys. Queremos decirles que como sus padres hemos aceptado su compromiso y la unión se ha acordado para una semana, que es el tiempo que estimo para que la propiedad a tu nombre hijo esté lista para que la habiten.


Los ojos de Kanon se cristalizaron entristecidos, bajó la mirada a sus manos que descansaban sobre su regazo colocadas una sobre la otra en una postura elegante. Él realmente no deseaba casarse con el rubio, lo que pasó en el lapso de tiempo que compartieron juntos le hizo saber que ellos no iban a entenderse de ninguna manera.


Radamanthys por su parte asintió a su progenitor y luego volteó a ver al peli-azul a su lado, lo vio cabizbajo y supo de inmediato que la noticia le hubo afectado, pero eso a él no le importaba en lo más mínimo, entendía que el gemelo no quería ese destino y hubiese sido mejor que no lo tuviera pero todo fue dicho entres los padres de ambos. Además, había prometido a su padre aceptar tomar a Kanon y no pensaba retractarse de su decisión.


—Entonces hijo —le habló su madre con dulce voz—, ¿estás de acuerdo con la unión?


—Sí madre —asintió con seriedad—, acepto desposar al joven Kanon —sentenció sin dejar de mirar al nombrado, quien diera un sobresalto al escuchar las palabras del oji-ambar.


—Mi familia y yo les agradecemos infinitamente que acepten a nuestro hijo, les aseguro que él y nosotros nos esforzaremos mucho para que todo esté bien —dijo Paradox con humildad y alegría.


Los Inferno también fueron modestos al tratar a la otra pareja, todo estaba acordado. Kanon y su familia debían volver dentro de siete días para que pudiera apellidarse “de Inferno”…


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La hora del almuerzo llegó, los dueños de la mansión pidieron a sus visitantes acompañarlos a comer a lo que el matrimonio Géminis aceptó, los hermanos menores del rubio y Saga conversaban sobre libros y autores mientras que Kanon sentía la dorada mirada de Radamanthys sobre él aumentando su nerviosismo.


Radamanthys no comprendía por qué no podía dejar de ver al menor de los gemelos ahí frente a él, desde que le robó su primer beso sintió la necesidad de sentirlo, era como si el deseo de tenerlo lo poseyera pero el oji-ambar estaba seguro de que no era amor, sólo el deseo de robarle las primeras experiencias al muchacho de cabellera azul clara como el mar de arena blanca.


Finalmente el tiempo de volver a casa había llegado para los cuatro peli-azules, los señores Inferno dispusieron de nueva cuenta al cochero Faraoh para que los llevara de regreso, pero esta vez también iría un joven llamado Orfeo para que el cochero no tuviera que regresar solo cuando cayera la tarde.


Las familias se despidieron y acordaron volver a verse dentro de una semana para llevar a cabo el casamiento de Radamanthys y Kanon.


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En la mansión Sagittarius se dejaba escuchar el llamado a la puerta, Shaina fue a atender encontrándose al abrir con Shura Capricornio. El joven veía a la chica con seriedad infundándole a ella un sentimiento de intimidación que logró superar un poco para hablar.


—¿Q-qué se le ofrece?


La mirada verde profundo de Shura brilló con determinación al responder con su gruesa voz.


—Necesito ver al joven Aioria —declaró—, dile que Shura Capricornio lo busca y que es urgente que hable con él.


Shaina no sabía que hacer, en algún momento Aioros le dijo algo referente a ese peli-negro, por lo que la chica estaba en el predicamento de negarle lo que pedía, o dejar que Aioria se encargara del hombre. Pero para alivio de ella, el castaño claro había escuchado lo último dicho por el visitante al bajar las escaleras, yendo él mismo a atender a Shura liberando a Shaina de su encrucijada.


—¿Qué sucede, Shaina? —indagó el chico acercándose a la puerta abierta, frunciendo el ceño cuando vio al peli-negro.


—Joven Aioria, el señor Capricornio a pedido hablar con usted, pero no sabía que hacer. Lo lamento… —se disculpó nerviosa y apenada.


Aioria le sonrió y negando la tranquilizó.


—No te preocupes Shaina, ve a seguir con tus actividades, yo atenderé a Shura de ahora en más.


—Está bien joven, muchas gracias. Con permiso —asintió con la cabeza a ambos hombres para pronto retirarse de la escena, dejando a ambos frente a frente.


Shura miraba a Aioria con intensidad e interés, el menor por el contrario veía al otro con una mezcla de curiosidad y molestia. Aioria no comprendía por qué Shura estaba ahí, era posible que algo estuviera planeando ese español en contra suya o de su hermano, debía ser cuidadoso.


—Shura… ¿A qué has venido? Si buscas a mi hermano… —iba a decir pero el mayor habló cortando su oración.


—Sé que Aioros no está aquí, pero eso no me importa, de todos modos él no es el que me interesa. He venido por ti —confesó con la mirada afilada sobre el griego.


Las cejas de Aioria se arquearon y sus pupilas se contrajeron en señal de sorpresa, ¿qué tenía él que ver con Shura? ¿Si no fue por Aioros, qué llevaba a ese hombre a estar frente a él en su propia casa?


—¿A qué te refieres, cómo que estás aquí por mi? Dime lo que estás tramando Shura —ordenó completamente serio.


Una leve sonrisa adornó los atrayentes labios del peli-negro.


—Lo mejor será que te lo diga en privado, mi hermoso león —sonrió y le miró con malicia.


El rostro de Aioria adoptó rasgos de impresión al escuchar la forma en la que Shura lo había llamado, recordaba que cuando su hermano era amigo de ese hombre, éste le llamaba leoncito en forma de broma para acto seguido sacudirle el cabello con cariño. Pero ahora que tanto él como el otro eran mayores, la forma en la que Shura se lo dijo sonaba tan diferente, tan lujuriosa y cargada de un deseo desconocido que hizo sentir incómodo al de caballos claros.


—No vuelvas a llamarme de esa forma por favor —susurró molesto—. Entra y sígueme, hablarás para que te vayas de una buena vez.


Shura asintió aún con la sonrisa, Aioria le dejó pasar, y una vez el español estuvo dentro el menor cerró la puerta para pronto tomar la delantera, llevando al más alto hacia el estudio de Aioros para poder así conocer el motivo que lo estaba llevando a buscarlo.


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En la casona Escorpio, Milo se acababa de despedir de Aioros ya que iría a dejar personalmente la carta que escribió a su hermano a la oficina de correos para que enviaran su mensaje lo más pronto posible. El problema del castaño dejó preocupado al peli-azul, deseaba que todo estuviera bien para el empresario, empezaba a conocerlo y el joven hombre había demostrado no ser el sujeto que su padre le había pintado cuando llegó.


Y hablando de padres, en ese momento una empleada abría la puerta principal por donde Kardia venía ingresando. Milo bajaba del segundo piso cuando le vio, iba a saludarlo pero pronto se dio cuenta de que el mayor no venía solo. Kardia traía a su colega Dégel y al hermoso hijo de éste; aquel joven de cabellera aguamarina que se había robado su corazón en esa reunión de abogados a la que Kardia lo llevó semanas atrás. Milo se quedó sin palabras al ver al otro tan de cerca, sin duda pensó que era mucho más bello de lo que había notado en la pasada ocasión.


La voz de su progenitor lo sacó de su ensoñación despierta.


—¿Hijo, estás bien? —le preguntó el abogado preocupado por verlo inmóvil al pie de las escaleras.


—¿Eh? ¡Ah! Sí padre, estoy bien lo siento. Buenas tardes señor Dégel y… joven… —saludó pero al dirigirse al menor de todos, lo hizo con una sonrisa cálida cosa que hizo al de cabellos lacios sonrojarse y voltear la mirada tímidamente.


—Buenas tardes, joven Milo —sonrió Dégel pero al no escuchar responder a su hijo, colocó su mano derecha en la espalda de éste dándole un leve empujoncito que lo sobresaltó de paso—. Camus, saluda hijo.


Camus un poco incómodo y apenado y aún sin voltear a ver a Milo, respondió.


—Buenas tardes…


La conducta del pequeño llenó a Milo de ternura, la primera vez que lo vio le pareció un joven bastante serio, pero ahora comprobaba que no era seriedad, sino más bien timidez lo que le pareció al Escorpio menor bastante lindo.


Camus por su lado ya había notado la presencia de Milo cuando acompañó a Dégel a la misma reunión a la que asistieron los peli-azules, el atractivo muchacho de largos y ondulados cabellos y ojos turquesa lo había hipnotizado completamente con su porte y misticismo, cuando el peli-turquesa se dio por enterado de lo que estaba sintiendo por el hijo del amigo de su padre, se sonrojó con violencia e intentó adoptar frialdad y seriedad para no verse afectado por las nuevas emociones que estaban aflorando en su pecho por un chico que conoció ese mismo día. Por aquel motivo Milo había pensado que él era bastante serio volviéndose divino e inalcanzable para el Escorpio menor. Más para Camus el contrario parecía indomable, coqueto y sensual, alguien que pensaba no poder alcanzar o no ser lo suficientemente bueno para llamar la atención del atractivo Milo.


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—Milo, Dégel ha venido a ayudarme a preparar los últimos papeles para el matrimonio de Aioros y Saga. ¿Él está en su habitación? —quiso saber refiriéndose al castaño.


—No papá, él salió hace poco —comunicó—. En la mañana le llegó una carta referente a un rival de negocios y a su hermano Aioria, así que escribió una misiva y la llevó a la oficina de correos para que llegara en carácter urgente a su hermano.


La información sorprendió a Kardia.


—Esperemos que no sea nada malo entonces —meditó—. Bueno Milo, ya que estaremos trabajando. ¿Podría pedirte que pases un poco de tiempo con Camus? Dégel no desea aburrirle y ya que ustedes son casi de la misma edad, pueden tener cosas en común de las cuales hablar y compartir.


La solicitud de Kardia hacia su hijo, sonrojó al joven Verseau. No imaginó que tendría que esperar a su papá en compañía de Milo quien secretamente era de su interés.


—Claro, será un placer convivir y conocer al joven Camus, espero a él no le moleste —sonrió con cariño mirando al chico, Camus desvío la mirada hacia sus pies con los pómulos completamente rojos.


—N-no me molesta… —susurró con su suave y final voz, haciendo que Milo deseara ir a abrazarle.


—Muchas gracias Milo —le dijo Dégel—, Camus no es de hablar mucho pero cuando entra en confianza es otra persona, ambos se llevarán bien —sonrió.


—Yo sé que así será, señor Dégel, cuidaré bien de él mientras ustedes trabajan en los documentos.


—Confiamos en ti, hijo. Vamos al estudio Dégel, falta poco para terminar esto —empezó a buscar el camino hacia el lugar mencionado no sin antes despedirse por el momento de Milo.


El peli-verde hizo lo mismo con su propio hijo y se fue junto a Kardia al estudio para terminar con los papeles de Aioros. Dejando a su adorado pequeño en muy buenas manos.


 

Notas finales:

Gracias por leer, si los dioses lo permiten nos leeremos de nuevo el siguiente lunes. Sigan bell@s n_n


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