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"Cadenas de Oro" por darkness la reyna siniestra

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Notas del capitulo:

Hola, disculpen la tardanza en subir el capítulo 5, ando algo apurada por las decoraciones navideñas y tuve que salir a comprar algunas cosas. Sin más quiero agradecer a Geion y a KrisdyLeonida por regalarme su lindo review en el capítulo anterior. Muchas gracias por leer esta locura y de corazón espero les guste el cap. Los gemelos conocen a Aioros. ¿Qué pasará? Pasen a averiguarlo :)

Capítulo V.

 

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Un par de cubos de hielo danzaban dentro del vaso de cristal cuando el líquido bajaba ante cada trago prolongado, quemando su garganta intentando aliviar un poco todo el coraje que sentía en ese momento.

Maldecía la hora en la que esa carta llegó a manos de su padre, si aquello no hubiese sucedido a su progenitor no se le habría ocurrido la estúpida idea de casarlo con uno de los hijos de un hombre acabado, y lo que más lo enfurecía era que había ido a buscar a Afrodita con el objetivo de mitigar su molestia con la compañía de su amado, pero no pudo encontrarlo donde el joven frecuentaba, Radamanthys no se rindió y siguió buscando hasta que dio con el sueco en un deplorable hostal donde el menor se hospedaba cuando no tenía una buena noche, pero no estaba solo, no. Afrodita se encontraba con un hombre pelirrojo de complexión musculosa que acariciaba y embestía su cuerpo con desbordante lujuria, al mismo tiempo que de sus labios salían gemidos, suspiros, y "te amo" en repetidas ocasiones con la voz ahogada de deseo y placer.

Los ojos de Radamanthys estaban abiertos al doble de lo normal, el enojo se apoderó de él pero pensando con cabeza fría como hacía a la hora de manejar un negocio, decidió que lo mejor sería alejarse de ahí y mandar a Afrodita al infierno cuando tuviera la oportunidad, ya nada importaba, su padre tenía razón al decir que aquel al que tanto amaba era un vividor. Pero a tiempo se dio cuenta, pero ahora más que nunca Radamanthys se juraría no volver a ser débil ante nadie, no volvería a amar a nadie nunca en su vida.

Apuró el trago de whisky dejando el vaso vacío sobre la mesa solitaria de esa pequeña biblioteca donde a él le gustaba ir a meditar. Las lágrimas no caerían, por el contrario la mirada de ojos ámbar se afiló y ensombreció más de lo que alguna vez lo había hecho.

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La campanilla de la puerta principal se dejó escuchar, Aspros se puso en marcha para atender y al abrir se encontró con un joven vestido con un traje a juego en color azul, éste se presentó ante los tres hombres:

—Buenas noches señores Géminis, mi nombre es Sorrento y soy el cochero que ha dispuesto el señor Escorpio para llevarlos a su casa esta noche.

—Buenas noches, joven Sorrento. Estamos listos para ir —contestó Aspros instando a sus hijos a salir de la casa.

Los menores así lo hicieron y ataviados con sus mejores ropas y peinados con una cola baja Saga, y una cola de caballo Kanon, junto con Aspros se acomodaron en el coche para ser transportados hasta la casa de Kardia donde él los esperaba no muy seguro de querer que su visitante se fijara en alguno de los muchachos.

Algunos minutos de camino después, los peli-azules llegaban a su destino, al escuchar el coche llegando, Kardia y Milo salieron a recibirlos. Los gemelos se alegraron de ver a su amigo y Aspros y Kardia se dieron un efusivo apretón de manos como saludo.

—Buenas noches amigo —saludó el Géminis mayor.

—Muy buena noches, señor Escorpio —dijo Kanon con un leve asentimiento de cabeza.

—Buenas noches… —siguió Saga sin mucho animo.

—Buenas noches, por favor pasen adelante, están en su casa —ofreció Kardia abriendo el paso para que los recién llegados ingresaran al interior de la amplia casona.

Los tres entraron con calma siendo seguidos de cerca por Milo y Kardia. Llegaron a la sala donde pronto unos empleados les ofrecieron algo para tomar, cosa que los tres aceptaron más que nada por cortesía. Tomaron asiento en lo que el dueño de la casa iba por la persona que los reunía ahí esa noche. Los tres se levantaron de sus lugares al ver entrar a un hombre tan alto como Aspros, realmente guapo con un cuerpo que aún debajo de la ropa se notaba musculoso y bien trabajado.

Su mirada de ojos turquesa reflejaba seriedad pero con un brillo de altivez. Su porte gallardo y masculino hizo a los menores imaginarse una de esas estatuas de hombres poderosos e imponentes que decoraban los templos hechos a los dioses griegos. E instintivamente se sintieron más débiles y pequeños ante ese hombre que les veía ahora con una leve sonrisa de lado, dándole a sus sensuales facciones un aire de coquetería.

—Aspros mi buen amigo, Saga, Kanon, quiero presentarles a este joven, su padre y yo eramos grandes amigos y ahora lo somos él y yo —Kardia palmó la espalda del hombre que dio un paso al frente de Aspros.

—Es un placer conocerlo a usted y a sus hijos, señor Géminis —saludó con cordialidad, dándole la mano al mayor quien la aceptó con calma—, mi nombre es Aioros Sagittarius.

Ahora que escuchaba su apellido a Aspros se le refrescó la memoria, recordaba haber escuchado de una conocida marca de vinos llamada "El Centauro Dorado" distribuida por el CEO Sisífo Sagittarius, lo más probable era que ese joven fuera el hijo de aquel magnate, lo que decía que sin duda era alguien con gran poder y posición y por supuesto, mucho dinero.

Aspros más que preocuparse por esto, se alegró al imaginar la vida que uno de sus hijos podría tener al lado de ese hombre. No se imaginaba lo equivocado que estaba.

—El gusto es mío, joven Sagittarius, le presento a mis amados hijos —hizo una señal para que los jóvenes se acercaran.

Con mucha cautela Saga se colocó atrás de Kanon, dejándole más cerca de Aspros, por lo que éste tomó al hermano menor del brazo y lo haló hasta donde estaba el castaño.

—Él es Kanon —dijo su padre y el nombrado estrechó la mano del oji-turquesa.

Aioros sonrió con simpatía, el joven frente a él era realmente más hermoso de lo que había imaginado guiándose por las opiniones de quienes los habían visto. Aunque a decir verdad, ambos muchachos lo eran, pero el que le causaba mayor curiosidad era Saga, ya que parecía más sensible que su hermano menor y de hecho así era.

—Mucho gusto, señor Sagittarius —dijo Kanon con un tono neutro sin mostrar interés alguno en el mayor.

—Encantado. —respondió el visitante asintiendo levemente la cabeza.

—El mayor es Saga —el nombrado dio un respingo en su lugar, su padre lo veía como diciéndole que se acercara, Kanon retrocedió y con lentitud Saga tomó su lugar.

—B-buenas noches… —atinó a decir con la mirada baja y la voz titubeante. Tenía miedo.

No sabría decir por qué pero la actitud sumisa y temerosa de Saga combinado con su esplendida belleza masculina hacían a Aioros sentir la impetuosa necesidad de tenerlo, de hacerlo suyo de mil y un maneras. Saga sin hacer o decir tanto lo había cautivado.

Con lentitud y calma, Aioros tomó la mano derecha de Saga, depositando un suave beso en la blanca piel, sintiendo en el tacto de su mano mucho más grande, y en sus carnosos labios la suavidad y tibieza de la mano del menor que ahora temblaba ligeramente queriendo alejarse lo más posible.

—Si, son muy buenas, hermoso joven —sonrió galante, mirando como Saga se sonrojaba y cerraba sus ojos, alejando el rostro hacia el suelo.

Cuando Aioros soltó la mano del gemelo, Kanon tomó a su igual del brazo izquierdo jalándolo a su lado dos pasos atrás. Kardia miraba la actitud del hermano menor pensando que quizás Kanon si se daba cuenta de las actitudes de Aioros y trataba como podía de proteger a su hermano.

Pronto todos se acomodaron nuevamente en los sofás que adornaban la estancia, hablando de negocios y ocupaciones hasta que en un momento después de la cena, Aspros, Aioros y Kardia anunciaron que debían hablar de asuntos de mayores, dejando a los más jóvenes en el comedor. Milo estaba acompañando a los gemelos hasta que pensó que a ambos les vendría bien sentir la brisa amigable de la noche, por lo que los llevó al jardín de la casona. El lugar era grande y muy hermoso, habían muchas flores cuyas fragancias tranquilizaron a Saga y el firmamento estrellado relajó a Kanon.

—Debes pasar mucho tiempo aquí, amigo —dijo Kanon sin dejar de ver las estrellas.

—Sólo cuando el cielo está limpio y se pueden apreciar las estrellas, justo como ahora.

—¿Vienes sólo de noche, Milo? —cuestionaba Saga mientras se sentaba en una banca que colgaba de gruesas vigas horizontales en la entrada por la que habían salido.

—Si —sonrió sentándose a su lado—, me gusta mucho venir aquí en las noches estrelladas y pensar.

—Vaya, nunca se me había ocurrido salir a mi jardín en las noches así.

—Intentalo, apuesto a que te relajará bastante.

—¿En qué piensas cuando estás aquí? —Kanon se acercó para sentarse también en aquella banca, dejando a Milo en medio de él y su hermano.

—Pienso en un joven que vi hace poco en una reunión de abogados. Mi padre me llevó con él para que fuera familiarizándome con el oficio, y ahí lo vi… —sonrió con añoranza al recordar— Tenía unos hermosos ojos azules como el cielo de esta noche, con un brillo especial, como si un lucero viviera en cada iris. Su cabello era largo hasta más abajo de la cintura, brillante de un exuberante color aguamarina, la piel era blanca y cremosa, imagino que suave y de dulce fragancia. Los labios eran acorazonados, serios y de un bonito color rosáceo, su mirada era seria y fría pero eso sólo aumentaba su enorme belleza… —suspiró enamorado, los hermanos mantenían una expresión divertida al ver a su amigo siempre serio y altivo, ahora completamente flechado por Eros.

—¿Sabes quién es? —Saga quiso saber.

—Si, es el hijo de un colega de mi padre llamado Dégel, papá mantiene una buena comunicación con ese hombre. Por lo que sé, ese joven se llama Camus y tiene 17 años.

—¿No le hablaste? —ahora el curioso era Kanon.

—No me atreví... Además había mucho movimiento y papá me llevaba de un lado para otro. Tendré que esperar a verlo de nuevo, mientras tanto recrearé su hermoso recuerdo con las estrellas.

Los tres rieron ante las ocurrencias del Escorpio menor, y se quedaron en ese jardín iluminado por la luna hablando de cosas de muchachos, sintiéndose a gusto en la compañía que se ofrecían.

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—¿Entonces, acepta mi propuesta, señor Géminis? —pronunció Aioros cruzado de brazos frente al peli-azul mayor.

El castaño había comunicado que el gemelo mayor había obtenido su atención, y estaba dispuesto a tomarlo como esposo, y no contento con eso el joven magnate había ofrecido a su futuro suegro una importante cantidad de dinero para que con algo de trabajo, fuera recuperando un poco de lo que con el tiempo su familia había perdido.

Aspros no podía creer que Aioros quisiera hacer aquello, nunca le pasó por la cabeza que Sagittarius estuviera comprando literalmente a su hijo mayor.

Con un par de acuerdos más, finalmente el Géminis mayor aceptó a que Saga fuera desposado por ese hombre cuyo mayor deseo estaba a poco de cumplirse, y eso incluía tener en su poder a Saga Géminis y con aquella cantidad económica que le daría a Aspros, nadie podría reclamarle nada y mucho menos quitarle al joven.

Kardia como abogado y testigo, estaba dispuesto a ocuparse de todo para que los documentos necesarios fueran firmados y el acuerdo se cerrara en buenos términos legales, siendo esto la llave del encierro al que ahora Saga estaba condenado.

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La noche avanzada y sin ser consciente de ello, el trabajo le había mantenido despierto hasta las 12:15am, Hades llevó su mano derecha hasta sus ahora cansados ojos, tendría que continuar por la mañana ya que la lámpara de aceite que luchaba en su escritorio por iluminar el lugar,estaba fallando desastrosamente. La mano izquierda que descansaba sobre la madera se movió unos centímetros hacia la izquierda, chocando con unos cuantos sobres que hasta hace pocos segundos estaban amontonados uno sobre otro. Eran cartas que llegaron por la mitad de tarde y a las que les había restado importancia.

Sin más que hacer, tomó el grupo de misivas y sin mucho interés fue viéndolas hasta que se topó con un sello que hace mucho no veía.

—Una carta directamente de Aspros Géminis, veamos que dice.

Hades rompió el sello y sacó el papel doblado del interior del sobre, lo desdobló con paciencia y ya una vez extendido empezó a leer las palabras tatuadas con tinta.

Palabra por palabra fueron pasando por las azules irises del apuesto azabache. Una tenue sonrisa se formó en los finos labios al recibir la respuesta que esperaba.

 

 

Notas finales:

Gracias por leer, hasta el siguiente lunes ;)


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