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A Night in the Hotel Room por BeautifulDerangement

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Uruha suspiró cansado.
A pesar del hermoso paisaje paradisíaco que tenía delante, no podía quitar de su sistema el malestar causado por los problemas que habían enfrentado hacía ya una semana. La conexión entre los miembros de la banda se estaba yendo al garete, y eso lo preocupaba más que cualquier otra cosa.
Acarició, distraído, las manos del hombre tras él y se preguntó cómo había sucedido todo ese drama.

—¿En qué piensas?

La voz profunda le entró por los oídos y él volvió a suspirar, esta vez por razones ajenas a su estado mental.

—En que Kai está muy triste —dijo sin más—. ¿No deberíamos intentar sacarlo de la habitación?

—No. Déjalo... Cuando se sienta mejor, saldrá.

Aoi apartó el castaño cabello del guitarrista y le regaló un beso húmedo en el cuello. Intentaba no inmiscuirse en el tema, aunque lo único que sabía era que Kai necesitaba alejarse por un tiempo de todo -y todos-. La única idea que pudo llevar a cabo antes de que la situación se volviera caos y sangre, fue comprar pasajes de avión de última hora y llevárselo al otro lado del mundo. Miami tenía una playa preciosa y un clima completamente diferente al que estaban acostumbrados. Dedujo que esos dos factores podían hacer que el batero se animara un poco y olvidara los problemas, pero estaba equivocado.

—No puedo creer que Reita hiciera eso —continuó, algo indignado—. Es decir, Kai es una buena persona, le entregó todo de sí, y el otro idiota, luego de tantos años, le rompe el corazón de esa manera gritándole que siempre ha estado enamorado de Ruki...

—Yo lo sabía —confesó el menor, sintiéndose culpable por haber callado—, Ue-chan me lo dijo hace años. Cuando comenzó a salir con Kai... Sabía que tarde o temprano esto pasaría. Hice mal en no advertirle.

—No te culpes. Supongo que son lo suficientemente maduros como para entender que tenemos un proyecto en común y no podemos abandonarlo por cuestiones del corazón —dijo Aoi aspirando el perfume de su pareja, que le sabía dulzón y tentador.

Uruha se acurrucó un poco más en el pecho ajeno y dejó la parte trasera de su cabeza apoyada en el hombro del moreno, mirando las estrellas que adornaban la oscuridad de la noche. Comenzaba a refrescar y Uruha apenas llevaba una camisa holgada y fina, por lo que tembló y Aoi lo apretó un poco más en sus brazos, retomando su ataque de besos y chupetones en aquel delicado cuello. En un arrebato de valentía, el pelinegro llevó sus manos debajo de sus ropas, tocando con maestría el plano abdomen del menor y descendiendo cada vez más hacia el comienzo de sus shorts. Conocía aquel cuerpo incluso más que el propio, por lo que podía asegurar que los temblores que el chico sufría nada tenían que ver con la brisa fresca.

—Yuu, para, estamos en público —susurró el castaño, contradiciendo sus palabras al ladear la cabeza para darle más acceso.

Aoi se detuvo, miró hacia ambos lados de la solitaria playa y solo encontró a unas cuántas parejas caminando a lo lejos. A pesar de que la idea era excitante, comprendía que el sexo en la playa era literalmente un dolor en el trasero; y ni hablar del exhibicionismo... No estaba dispuesto a exponerse de esa manera.

Dejó escapar un suspiro resignado. —Volvamos al hotel —sentenció.

No había sido una pregunta. El moreno sabía que a Uruha no le gustaba que le impusieran las cosas -excepto en el sexo-, así que siempre daba opciones. Pero en aquel momento, extrañamente, el menor parecía estar dispuesto a obedecer sin rechistar.

El más alto se levantó y se sacudió la arena antes de seguir a Aoi sin tomarse de las manos. En aquella playa, de noche, estaban bien escondidos y nadie los podía ver, pero llegar al centro era otra cosa. No deseaba darle material a los paparazzis, ni aparecer en ninguna primera plana de ninguna jodida revista que especulase sobre su homosexualidad.

Estar en el closet era una mierda.

En el trayecto al hotel, Uruha pensó en su situación. ¿Por qué no podían ser abiertamente gays? ¿Por qué habían firmado un contrato con una discográfica y un management que los animaba a tocarse y provocarse en el escenario, pero esconderlo todo al mismo tiempo? Cada vez que se encerraba con Aoi para matarse a besos, se sentía él mismo; sin restricciones. Pero el resto del tiempo, incluso el pensar en él se sentía incorrecto, impuro, ilegal... Como si fuese él quien estaba mal, y no la sociedad que esperaba a que confesaran para señalarlos y juzgarlos.
Aunque, por otro lado, él sabía que habrían personas que los apoyarían y defenderían; sus fans serían tan buenas con ellos...

Clavó la mirada en el suelo cuando entraron al hotel en el que se estaban hospedando, y no la despegó de allí ni siquiera cuando subieron al ascensor. Odiaba sentir culpa, ¡odiaba no poder tocar a Aoi como quería!
Sin pensar ni un segundo en las consecuencias, se acercó y rodeó el cuello ajeno con los brazos. No hacía falta hablar, la simple mirada que le dio pedía un «bésame» a gritos, cosa que el contrario correspondió mientras lo apretaba contra la fría pared del ascensor.
Aoi notó una de las piernas del otro enredándose en su cadera, lo que denotaba lo deseoso que estaba de obtener acción en aquel preciso instante. No estaba dispuesto a tener sexo en un ascensor, solo por mero respeto al guardia que, probablemente, los estaba mirando por las cámaras de seguridad.

—Ya casi llegamos —le recordó el moreno, separándose un poco del agitado chico—. ¿Estás impaciente por tenerme dentro, Shima?

El nombrado dejó escapar un sonido entre asentimiento, jadeo y gemido que encendió por completo al mayor, lo derritió con tanta facilidad que Aoi no pudo contener un suspiro. Sin embargo, a él le gustaba oír respuestas concretas, solo para deleitarse con lo excitado y avergonzado que el otro sonaba.

—Usa tus palabras y mírame —exigió Aoi en tono demandante y provocativo—. ¿Por qué estás impaciente, Kouyou?

—P-Porque... te quiero dentro, Yuu. Fóllame —suplicó con las mejillas encendidas, mirando directamente a sus ojos—, ahora.

Las puertas del ascensor se abrieron y Aoi guió al menor a su habitación, mientras sus traviesas manos se perdían bajo sus ropas; entre besos desenfrenados, hizo una lista de todo lo que tenía pensado hacer sobre su cuerpo esa noche.

—Cuando entremos, te quitarás la ropa y te sentarás en el sillón. Tienes prohibido tocarte ni frotarte, Shima. Lo harás cuando yo lo ordene —susurró, oyendo el gemido agónico que el chico dejó escapar al escuchar sus palabras—. Meteré toda mi polla en esa linda boca que tienes, y sé que me dejarás listo para follarte, siempre lo haces —jadeó.

—M-Mierda, Yuu, sí —aceptó Uruha, con los ojos entrecerrados de tan perdido que estaba en sus palabras. Le gustaba oírlo; secretamente, cuando estaba lejos de Aoi, fantaseaba con todas sus promesas sexuales.

—Verás lo bien que se sentirá cuando te la chupe yo también, voy a saborearte y masturbarte hasta que estés a punto de correrte, y entonces, querrás tenerme tan dentro hasta que duela... ¿No es así, bonito?

—Yuu, por fav...

—Tendrás que suplicar por ello. Tendrás que gritar para que te deje acabar —lo interrumpió, notando la leve sacudida que el pene ajeno había dado. ¿Era posible que lo tuviera tan despierto con tan solo besos, caricias y palabras?

—Detente, no me hagas esto —respondió el más que excitado guitarrista principal. Le importaba una mierda sonar tan necesitado, solo quería que se lo hiciera de una vez.

—¿Por qué? ¿Te pone caliente que te hable sucio, Shima? —continuó Aoi, hablando sobre su oído, ya casi llegando a la puerta—. Te encanta que lo haga, te pone tan duro que no lo soportas, ¿verdad?

—¡Yuu! —gimió una vez más, sintiendo que la puerta se abría tras él.

Ni bien cruzaron la dichosa puerta, Uruha se deshizo de la camisa y short que llevaba puestos, sentándose en el sillón de la sala mientras miraba al moreno con fingida inocencia. Su pene latía incesantemente, pidiendo atención, y estaba utilizando todo su control para no estimularse de ninguna manera... Pero dolía. Dolía muchísimo su carne caliente atrapada en unas pequeñas bragas de encaje. Las usaba para complacer el extraño fetiche de Aoi, pero de a poco fue acostumbrándose a llevarlas a diario.
Apretó las piernas y las movió intentando que eso lo calmase, pero al contrario, solo se excitó más.

—¿Qué fue lo que dije? —cuestionó Aoi con voz severa pero afectada. Se volvía loco de tan solo ver a su castaño desesperado intentando estimular su propia erección.

—Me prohibiste tocarme y frotarme —dijo el sonrojado chico, mordiéndose los labios al mirar cómo el moreno se quitaba la camisa. La deliciosa V que se perdía bajo el cinturón y sus oscuros pantalones lo tentaba a arrodillarse y lamer aquella zona.

—Abre la boca y mírame a los ojos, Kouyou —ordenó.

El pecho de Uruha subía y bajaba constantemente. Estaba completamente a merced del moreno; no podía explicar cuán excitado se sentía cuando le daba órdenes, cuando lo dominaba y manejaba a su gusto. Para cualquiera podía parecer algo muy retorcido, pero el castaño disfrutaba al dejarse llevar.
Abrió la boca y le clavó la mirada, haciendo contacto con los ojos ajenos. No podía bajar la vista, pero el ruido de la hebilla del cinturón abriéndose le hizo jadear como si le hubiese dado una caricia a su sensible miembro.
Aoi se acercó un poco más y movió la mano sobre su palpitante erección varias veces, enloquecido por el placer que aquello le proporcionaba. Sus orbes oscuros y dilatados no se despegaban del rostro del caliente castaño que esperaba ansioso a que le llenase la boca con su longitud. Lo vio cerrar los ojos de gusto cuando pasó su rosada e hinchada punta entre aquellos carnosos labios entreabiertos. Uruha tenía esa boca suave y delicada, y esa garganta profunda, que Aoi no podía resistirse a experimentar en cada uno de sus encuentros.

—Chúpame —pidió—. Chupa mi polla, Shima.

Dejándose llevar por el morbo que le causaban las palabras del mayor, Uruha lo tomó con la mano desde la base y lamió por toda su extensión, notando en cada exquisita pasada la manera en la que aquel pene crecía más y más gracias a las atenciones recibidas. Engulló con ganas la dura y suave erección hasta llevarla al fondo de su garganta lo más que pudo; oyendo los gemidos y susurros inentendibles de Aoi, quien le acariciaba el cabello como recompensa.
Se la quitó de la boca para tomar aire y lo masturbó con rapidez.

—Fóllame la boca, Yuu —jadeó, lanzándole una de sus miradas calientes, y recibiendo como respuesta una embestida directa a su boca. Aoi gimió fuerte ante la succión que el menor le proporcionaba a su palpitante carne.

—¿Chicos?

Una voz hizo saltar del susto a la pareja, y un adormilado Kai salió del cuarto de Aoi. El baterista quedó boquiabierto y completamente estático ante la escena que se desarrollaba ante sus ojos, creyendo que moriría de vergüenza. Reprimió un jadeo de sorpresa al notar que los labios de Uruha, más voluminosos y rojos de lo normal, se veían jodidamente excitantes mientras envolvían la longitud de Aoi.
¿Qué hacía allí? ¿Por qué no salía corriendo aún? ¡Se había quedado como idiota observando! No podría volver a mirarlos a la cara.

—¡K-Kai! ¡¿Qué...?! ¿Cómo...? —dijo Aoi, levantándose los pantalones. El roce de la tela hacía que le doliera la polla de tan sensible que estaba, pero no podía dejar que Kai continuase mirando. Cubrió a Uruha con su cuerpo y esperó a que el otro reaccionase y dijera algo—. Kai, ¿qué demonios haces aquí?

—Y-Yo... ¡Lo siento! ¡No sabía que estaban...! —quiso excusarse, nervioso. Se volteó y cubrió los ojos con mucha vergüenza—. De verdad lo siento, Aoi. E-Es que vine... hace unas horas p-para hablar contigo y..., y no estabas. Ninguno de los dos estaba. Entonces pensé q-que podía esperarte aquí. Y me quedé dormido.

Aoi resopló. Qué jodida mierda, ¡Uruha estaba todo avergonzado ahora y le costaría convencerlo para continuar!

—¿Por qué no me enviaste siquiera un mensaje avisándome que necesitabas hablar? —espetó, un poco enojado. Estaba seguro que tenía las mejillas rojas como nunca antes.

—Gasté todo mi saldo intentando llamar a Akira —confesó con la tristeza impregnada en la voz.

Por primera vez en toda la semana, Kai se había acercado voluntariamente a ellos para hablar. Era un milagro que nombrase a Reita sin llorar, pero comenzó a sentirse mal ahora que salía un poco de su asombro. Siempre arruinaba todo, incluso la fogosa noche de sus amigos. Una sensación de frío y soledad le arrebató todo en aquel momento; se daba cuenta de lo miserable que era, de lo roto que continuaba estando sin el amor de su vida.
Había intentado salir de esa habitación varias veces, pero siempre se arrepentía, siendo consumido por una tristeza inmensa. Y ahora, luego de ver a Uruha y Aoi, se lamentó de no haber aceptado esa salida al bar; tal vez el sexo casual con alguien le hubiera sanado las heridas por unos efímeros instantes. Se sentía tan solo...

—Espera a que Shima se vista y hablaremos, ¿de acuerdo? —propuso el moreno. Era una lástima dejar esa caliente sesión de sexo por el depresivo y engañado Kai, pero Aoi era un verdadero partidario del «Amistad antes que amor -o sexo-».

—¡N-No! Sigan con..., con lo suyo, no quiero molestar —dijo, otra vez en ese tono sombrío y triste, el batero. Tanteó la pared para intentar llegar a la puerta de salida.

No se animaba a abrir los ojos aún, no tenía intención de ver absolutamente nada más.

—Quédate donde estás, Kai. La puerta tiene seguro y tenemos que buscar las llaves y mi ropa —lo detuvo Uruha, saliendo por fin de su fornido escondite. El pecho de Aoi había sido un buen escudo para su casi completa desnudez.

El mayor lo miró desconcertado, a lo que Uruha se mordió los labios algo pensativo y se lo llevó con sumo silencio a la habitación. Había captado la soledad en la voz de Kai y se sentía mal por él, tenía que alegrarlo... Así que una idea se le cruzó por la mente, pero antes debía consultarla con Aoi.

—Démosle un trío —propuso en un susurro cuando se sentaron en la cama—. Necesita distraerse, amor. Sé que tú querías un trío hace tiempo también... Además, ¿qué mejor que hacerlo con alguien de confianza?

—Mierda, Shima, ¿hablas jodidamente en serio? —siseó, mirándolo con seriedad. Aoi estaba tentado por la idea, pero...— ¿Y si Kai se niega a ello? Pensará que somos un par de degenerados, nos odiará.

—No se negará, sé como provocarlo —aseguró el castaño guiñando un ojo y señalándose el cuello. Recordó las anécdotas que Reita le contó alguna vez. Sabía que la zona sensible de Kai era su cuello y le ponía a mil cuando le besaban allí. Se levantó y extendió la mano hacia su moreno. —¿Vamos?

—Espera.

—¿Qué sucede, cariño? —preguntó el más alto.

—No tienes sentimientos por Kai, ¿verdad?

—No. Mis sentimientos son tuyos, Yuu. Pero no puedes negar que el muy hijo de puta está buenísimo y que te da morbo pensar en compartirme con él.

Aoi no pudo negar eso y, divertido, agregó:— Apuesto todo mi jodido sueldo del mes a que haré que nuestro líder se corra tres veces seguidas.

Dicho esto, Aoi se levantó y le dejó un beso posesivo en los labios a Uruha antes de salir a la sala y encontrarse a Kai inmóvil, con los ojos aún cerrados y llamando a ambos. El moreno se mordió los labios al mirar más a detalle al chico de la batería; tenía que reconocer que sus brazos y su espalda eran enormes, y aunque Aoi prefería mil veces la delicadeza casi femenina de Uruha, aquel otro también era atractivo a su manera.

—Lo sentimos, Kai, dejamos las llaves en los pantalones de Shima. Te guiaré hacia la puerta, así que mantén los ojos cerrados, este tonto aún no se ha vestido.

Kai asintió y se dejó llevar por Aoi, quien hizo una seña al bonito castaño para que se pusiera frente a la puerta. Con una sonrisa, Uruha señaló el cuello y le guiñó un ojo a su compañero como recordatorio de lo que debía hacer.
Aoi se quedó tras el baterista y le guió las manos hacia el cuerpo ajeno, reprimiendo una risa cuando Kai dio un respingo, alarmado. El castaño frente a ellos jadeó.

—¿Qué...?

Aoi le presionó los labios sobre la sensible piel de su cuello, haciendo que Kai abriera los ojos ante la sorpresa. Sus manos estaban sobre el pecho de un casi desnudo Uruha. Cuando bajo la mirada, no pudo emitir sonido, ¡el guitarrista llevaba bragas! ¡Y estaba duro! No pudo pensar en qué estaba sucediendo, ya que las atenciones lo estaban dejando sin aire.

—A-Aoi, yo...

—Tranquilo —siseó el pelinegro, lamiendo ávidamente su cuello—. ¿Te gusta, líder?

Kai estaba en una batalla interna muy difícil. Sus amigos, sus compañeros de banda... Esos dos estaban haciéndole cosas a su cuerpo, y aunque se sentía algo confundido, también debía reconocer que le gustaba. Decidió que definitivamente se sentía bien cuando Uruha se puso de rodillas y bajó sus pantalones para acariciar su semi-erecto pene. Mierda, esas manos se sentían como el cielo, con unas caricias ya lo tenía duro.

—Sí.

—¿Quieres acompañarnos?

—Sí.

—Estás un poco monosilábico, líder —opinó el pelinegro, metiendo las manos debajo la camiseta de Kai. Manoseó sus pezones con cuidado hasta robarle un suspiro—. Necesitas relajarte, olvidar, liberar esa tensión... Mira a nuestro bonito guitarrista —le susurró al oído—, ¿no te gustaría correrte sobre su precioso rostro?

—S-Sí.

—Dile lo que quieres hacerle, a Shima le gusta que le hablen sucio.

—Y-Yo... —comenzó Kai, respirando con dificultad.

No pudo hablar, solo gimió al igual que Uruha cuando este último se lo metió por completo a la boca y succionó con ganas.
El más alto supo que ya lo tenían en sus manos cuando lo sintió embestir inconscientemente su boca y enredó su cabello entre sus dedos para marcar el ritmo; y mierda, esos dos estaban comiéndoselo con la mirada, cosa que le hizo sentir caliente y necesitado.
Sin esperarlo, Kai salió de su boca al oír algún susurro de Aoi, y el castaño estaba seguro que su pelinegro tenía planeado alguna cosa sucia cuando le ordenó buscar el vibrador y el dildo. ¡El vibrador y el dildo!  Uruha alucinaba. El moreno casi nunca usaba esas cosas, pero tal vez... ¿Estaba pensando en preparar a Kai?

No tardó mucho en encontrar aquello en las maletas, y lo llevó a la sala junto al lubricante y los condones. Al volver, Aoi yacía desnudo y ayudaba al líder a deshacerse de la ropa interior, cosa que a Uruha lo volvió loco. Era un obsesivo y celoso la mayoría del tiempo, pero en esa situación se le hacía agua la boca al ver a su hombre con otro que estaba casi igual de bueno.
Sin pensarlo dos veces, Uruha dejó las cosas en la mesa y se acercó, arrodillándose junto a su pareja; ambos mirándose con complicidad, lamieron la erección del baterista una y otra vez, levantándose cuando Kai gimió. Aoi soltó una risita traviesa y los tres se encaminaron hacia el sofá.

—Siéntate, cariño —pidió Aoi a Uruha, y éste obedeció. El mayor se puso a cuatro patas, quedando con la cara muy cerca de la entrepierna de su pareja, y el culo al aire—. Kai, ¿me preparas...?

Hacía tiempo que Aoi había decidido que le gustaba más dar que recibir, por lo que Uruha no había follado su culo por un año completo, más o menos, y creía que era una buena oportunidad de volver a darle actividad y placer a aquella área de su cuerpo.
Kai lubricó el dildo con calma mientras miraba a aquel pelinegro bajar las bragas de Uruha y chupar su pene sin ningún pudor. No tenía idea de cómo y por qué había terminado en medio de esos dos, teniendo un trío, pero había notado que eran un par de pervertidos y juraba que era una experiencia que nunca olvidaría.

—A-Ay, carajo —jadeó Aoi, abandonando a Uruha y cerrando los ojos al sentir la intromisión—. Despacio.

—Estás estrecho, Aoi. Siempre creí que Uruha te cogía.

—Últimamente no es algo mutuo —se las arregló para decir, mientras aquella artificial longitud dilataba su ano—. Más... Más adentro, Kai, ahí... —lo guió entre gemidos.

Un momento después, Aoi se encontraba completamente lleno y el castaño tras él alternaba los estímulos entre mover el dildo y encender el vibrador, cosa que tenía al pelinegro a punto de acabar. Kai lo notó y terminó por colocarse un condón antes de quitar el dildo y guiar su pene hacia la ya preparada entrada del mayor.
Aoi se sintió mucho más lleno con aquella carne caliente que palpitaba en su interior. Estaba seguro que en un par de movimientos no lo soportaría más, pero no importaba, se sentía bien.

—Dale fuerte, Kai. Hazle gritar —dijo Uruha pasando la punta de su polla por los labios de su pareja. Por fin tendría algo de venganza, ya que Aoi a veces lo humillaba por sus gemidos.

—Qué apretado —gruñó el castaño, embistiendo con fuerza a un sonrojado Aoi—. ¿Más fuerte, Aoi?

—¡Mmm...! ¡Kai! —gimió el sometido al sentir un tirón en su cabello. El líder lo sostenía mientras lo follaba—. ¡Ah, mierda, más! ¡Ahí! ¡N-No pares!

En cuestión de minutos Kai había alcanzado su próstata, la cual estimuló rápidamente mientras el moreno aplastaba su cara contra el pene de Uruha y gritaba pidiendo clemencia. Su piel perlada por el sudor y el esfuerzo llamaba al líder, lo tentaba, por lo que bajó la cabeza para lamer su espalda, lo cual hizo que Aoi se arquease con violencia y lo apretase con sus paredes internas.

—V-Voy a acabar, Kai. Haz que me corra —suplicó y sintió que el nombrado salía de él y lo volteaba, dejándolo sobre su espalda en el suelo—. ¡Ah!

Nuevamente gritó cuando Kai lo penetró de una estocada y Uruha se acercó a chuparlo. Sin previo aviso y cargado de sensaciones, Aoi se dejó ir y llenó la boca de su pareja, quien mantuvo el semen en su boca y dejó escapar un poco por la comisura sin querer. Al parecer, a Kai se le antojó probar también, y se acercó a besar al castaño.
Uruha podía jurar que no se lo esperaba. Estaba besando a Kai mientras tenía la boca llena de la corrida de Aoi... ¡Alucinante y caliente! Gimió en medio del beso y Aoi silbó de placer; estaba seguro que si continuaban esa lucha de lenguas mientras esparcían su semen entre sus bocas, volvería a endurecerse en cuestión de minutos.

—Delicioso —susurró el guitarrista principal, quien se separó del baterista y se puso a cuatro patas al lado de Aoi—. ¿Me toca a mí, líder?

—Espera, bebé —murmuró el moreno, levantándose—. Kai ya se corrió. Dale un segundo, ¿sí?

Efectivamente, el condón que Kai se estaba quitando estaba lleno, sin embargo su pene seguía bastante erecto. Aoi le propuso a su bonito Uruha que se pusiera alguna de sus prendas favoritas, así que el castaño se encaminó a la habitación, siendo seguido por los otros dos, quienes se acostaron en la cama a descansar un poco.
Uruha caminó con suavidad hasta desaparecer tras la puerta del baño. No sabía si lo que había escogido les gustaría, pero solo deseaba ser follado por ambos.
Un rato después, Kai cerró los ojos y suspiró al notar movimiento a su lado. Las fuertes manos de Aoi paseaban por su pecho sin pudor alguno.

—¿La estás pasando bien, líder? —curioseó bajando su mano cada vez más.

—Me van a dejar más exhausto que los ensayos —gimoteó cuando la mano del pelinegro estaba nuevamente sobre su pene y lo acariciaba con mimo.

—Es la idea —susurró Aoi, acercándose a su boca—. Te besaría, pero te tragaste un poco de mi semen.

—Lo dices como si no lo hubieras probado antes.

—Touché.

Aoi se acercó un poco más y le repasó los labios con la lengua antes de besarlo con desesperación. Los labios de Kai eran diferentes a los de Uruha, besaba duro y luchaba por tener el control, cosa que a Aoi le gustó. Kai introdujo su lengua y buscó la ajena, sintiéndose deseado cuando el moreno gimió en medio de la unión de sus bocas. Ambos se separaron cuando Uruha salió del baño.
El más alto se puso de rodillas en el suelo y el pelinegro le hizo una seña a Kai para que mirase, y cuando éste lo hizo, el menor comenzó a gatear hacia ellos lentamente. Llevaba unas medias oscuras que cubrían la mitad de sus blancos muslos y el portaligas.

—Le gusta usar lencería, ¿sabes? —informó Aoi ante la mirada excitada pero confundida de Kai—. Ven, cariño, muéstranos qué traes ahí.

El más alto continuó su camino hacia ellos, contoneando las caderas como sabía que les gustaba. En su boca llevaba una pequeña caja y cuando llegó a esos dos hombres que lo esperaban ansiosos, soltó la caja sobre las piernas de Kai y recibió caricias en su cabello de parte del pelinegro.

—Muy bien, Shima. Pídelo adecuadamente, ¿de acuerdo? —le recordó Aoi.

—Fóllame —susurró, los ojos brillando de deseo al notar la erección del batero.

—Adecuadamente —repitió el moreno.

—Quiero que me folles fuerte, Kai. Por favor —dijo con voz melosa, esta vez mirando a Aoi para buscar su aprobación.

—De pie, y date la vuelta —ordenó Aoi al ver que Kai se mordía los labios con fuerza, claramente alucinando por el descaro del bonito castaño que le había dejado la caja de condones.

Un alto «Ah» resonó en la habitación cuando Uruha se levantó y Aoi le dio un azote suave en sus nalgas. El mayor invitó a Kai a imitar su gesto y este, todavía perdido, lo hizo. Lo azotó varias veces y se llenó los oídos con los gritos de Uruha, quien estaba completamente excitado. Se ponía a mil cuando sentía el escozor y notaba que su propia entrepierna goteaba de anticipación, ¡lo deseaban! ¡Tenía a esos dos babeando por él!

—Ah..., Kai... —gimió cuando el castaño se levantó y lo tomó por detrás, fingiendo embestidas contra su ansioso culo.

Aoi se levantó y lo apoyó por delante, frotando ambos penes entre sí. Uruha se aferró al cuello del pelinegro y no supo de quién era cada mano, pero tenía cuatro en su cuerpo volviéndolo un completo demente. Se sentía sucio, excitado, deseado... Estaba entre esos dos hermosos hombres, dispuestos a penetrarlo, totalmente calientes para él, ¿cómo no perdería la cabeza?

—Mierda, ya... Lo necesito, necesito que me llenen, maldición, háganlo... Destroza mi jodido culo, Kai —suplicó en un gemido agónico, al borde de llorar por tanta carga sexual; si Aoi continuaba estimulando su carne dura, acabaría.

—Creo que alguien aquí está desesperado —murmuró Kai con la voz enronquecida, chupando el cuello del menor—. ¿Te entran dos, cariño?

—Eso realmente lo destrozaría —agregó Aoi, divertido por la propuesta.

Uruha había puesto una expresión preocupada ante esa idea, luego de haber encontrado un poco de consciencia entre la nebulosa de lujuria. ¿Eran capaces de intentar profanar su culo al mismo tiempo?
Aoi llevó una de sus manos a la temblorosa barbilla de Uruha y lo obligó a mirarlo fijamente.

—Tenía ganas de follar tu precioso culo, pero me conformo con sentir tu boca, Shima —le pasó el pulgar por sus hinchados labios y luego lo besó con suavidad para demostrarle que no le harían daño—. Kai te tomará.

Acto seguido, Uruha estaba a cuatro patas encima de la cama, con Kai detrás y Aoi delante, proporcionándole una dosis de placer que le hacía rozar el cielo. ¿Se había sentido tan bien alguna vez? Aoi era un excelente amante y siempre lo dejaba satisfecho, pero tener a esos dos... Dos. Su mente no paraba de repetirle que era el objeto de deseo de dos personas, sin siquiera saberlo, su autoestima estaba por las nubes; siempre había pensado que le faltaba músculo y que solo Aoi lo encontraba atractivo, pero Kai lo estaba penetrando sin dudar, incluso en algunos momentos murmuraba lo mucho que le gustaba su cuerpo. Se sentía feliz.

Aoi no había durado demasiado tiempo, tal vez la simple visión de su perfecto novio siendo follado por alguien más lo tenía sobreexcitado, pero luego de correrse, dejó que Uruha se apoyase en él mientras Kai continuaba con sus embestidas y gemidos.

—Me... —jadeó con la cabeza escondida en el pecho de Aoi—, me vengo... Kai..., ¡Kai!

—¿Kai te está follando bien, cariño? —dijo Aoi en su oído, sabiendo cómo se ponía cada vez que le hablaba—. Vamos, déjate ir, Takashima.

Todo fue confusión para Uruha después. Sintió la mano de Aoi sobre su pene y cayó en una profunda sensación de placer de la que no logró salir durante varios minutos. Estaba exhausto, pegado al pecho de su novio, y sintiendo a alguien más tras él. Se sintió cálido cuando lo dejaron sobre la cama, y se acurrucó sintiendo el aroma inconfundible del perfume de Aoi mezclado con el aroma del sexo. Kai se quedó tras él, abrazando su cuerpo con suavidad y sin poder moverse.

Sin duda se había sentido increíble, y los tres estaban cansados y satisfechos.

—Kai.

—¿Sí? —respondió al llamado de un adormilado Aoi.

—¿Te sientes mejor?

—De maravilla, gracias —respondió un poco tímido al oír la risa de Aoi—. Creo que hasta he olvidado por qué estaba triste.

Los tres soltaron una carcajada cansada y se quedaron abrazados. Los minutos pasaban y todo era silencio entre ellos, nada incómodo, excepto si en algún momento Kai se ponía a reflexionar sobre que se había follado a los guitarristas de la banda. Tal vez debían hacer un pacto de silencio o alguna de esas cosas, no deseaba que por ningún motivo alguien se enterase de eso, mucho menos Reita. ¿Qué pensaría si le dijeran que se había follado a su mejor amigo?

—Oigan, nadie...

—Nos follaste, Kai. Es obvio que no iremos corriendo a contarle a alguien sobre esto —comentó Aoi.

Kai suspiró aliviado.

—Nadie dirá nada —Uruha le siguió, arrastrando las palabras gracias al cansancio—. Y si me preguntan, esto nunca pasó y nunca he conocido tu anaconda.

Pretendiendo estar ofendido, Aoi dejó escapar un grito ahogado.

—¡Le dijiste anaconda! Eso es un golpe a mi ego, ¿sabes?

—Mmm... Sí —respondió con una sonrisa—. Pero la tuya es la que me gusta, así que ya duérmete.

—Shima...

—Santísima mierda, ¿te puedes callar? —gritó el cansado castaño hacia su novio—. ¿Qué quieres?

—Que eres un jodido pervertido, y te amo —susurró Aoi.

Ambos se dieron un beso antes de caer rendidos ante el sueño, y Uruha tomó las manos de esos dos hombres, prometiendo, al igual que Kai, que nunca hablaría sobre lo sucedido con sus compañeros de banda; y que para él, esa noche en el hotel de Miami nunca sucedió.

Pero el único que no tenía intención de olvidar lo ocurrido era Aoi. No pararía hasta que probara a todos los integrantes de la banda.

Notas finales:

Siento que cada vez me gusta más escribir lemon (?)


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