Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

A Night in the Hotel Room por BeautifulDerangement

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Como todas las mañanas, Uruha salió a hacer ejercicio. Sabia que la estadía en Miami eran unas pequeñas vacaciones y debía descansar, pero no quería interrumpir su rutina. Aoi no estaba sorprendido en absoluto cuando despertó y no lo vio en la cama.
Pero se sorprendió al encontrar a Kai, dormido y desnudo, a su lado.
Se tomó su tiempo para contemplarlo. Realmente nunca se había fijado en lo atractivo que era su compañero de banda, pero ahora que lo notaba, estaba tentado por esos labios y se preguntó cómo sería mantenerlos alrededor de su miembro viril.

Un pensamiento bastante desacertado para esa hora de la mañana.

Kai se tendió sobre su espalda, despertando. Abrió los ojos y se encontró con un despeinado Aoi sonriendo seductoramente a su lado.

—Mmm... No creí que fueras madrugador —comentó Kai, adormilado. Pasó la mirada por la habitación y se sostuvo sobre sus codos para levantar un poco más la cabeza—. ¿Qué hora es? ¿Y Uruha?

—Son las ocho. Shima salió a trotar, no te preocupes —ronroneó Aoi, sentándose en la cama—. Espero que vuelva rápido, o que traiga café, porque no pienso levantarme para preparar uno.

Kai se cubrió con la sábana hasta el cuello y se hizo una bolita en la cama, con la mirada perdida en la ventana del espacioso cuarto de hotel. Lo de la noche anterior había estado bien, pero sabía que se sentiría así al despertar.

—¿Él te prepara café todas las mañanas?

—Claro. Es como una rutina de pareja. No sé cuándo comenzamos a dividirnos las actividades, incluso ni siquiera vivimos juntos, pero siempre está en mi departamento, y yo en el suyo.

—Entiendo. Yo... solía preparar el desayuno para Akira. También nos dividíamos las actividades, pero la mayoría lo hacíamos juntos porque es demasiado inútil con la cocina y esas cosas.

Aoi no supo qué responder a eso, pero notó que el hablar sobre Reita le hacía bien a Kai. Después de pasar tantos años juntos, era lógico que tuviera muchas anécdotas para contar, pero Aoi no estaba interesado en oírlas. Durante esa semana, lo sucedido en el apartamento le había dado vueltas en la cabeza, y ahora que podía hablar con Kai, no echaría a perder la oportunidad.

—Kai, ¿anoche querías hablar, no es así? —comenzó—. Me quedé preocupado desde lo sucedido en el apartamento —Aoi levantó una mano al notar que el castaño iba a interrumpir—. Conozco lo suficiente a Akira como para saber que no es alguien violento. No discute si no es estrictamente necesario. He visto toda la mierda que hace Shima para hacerlo enojar a veces, y ni siquiera sus intentos lo consiguen...

—Sé a dónde quieres llegar.

—Lo sabes —repitió con el semblante serio—. Muy listo, líder. Entonces ¿puedes explicar por qué dijo que eres una bestia? ¿Qué hiciste que logró enfadarlo tanto? Quiero decir, tuvo que ser grave para que estuvieran a punto de matarse el uno al otro.

Kai se encogió de hombros e hizo un intento por levantarse y salir, pero Aoi lo detuvo. Se miraron fijamente por varios minutos, conscientes de la guerra que estaban luchando en silencio. El baterista no podía hablar de ello, le convenía que pensaran que Reita había sido el malo.

¿No era así, después de todo?

Él lo engañó. Para Kai, lo lógico era que reaccionase de esa manera.

—Quiero ducharme, Aoi, por...

—¿Qué escondes? —lo cortó.

—¿Te lo cuento?

Se acercó suavemente a él. Jugar a la distracción le salía muy bien, lo había hecho en todos los momentos en los que notaba que Reita no le correspondía en absoluto. Fingió siempre no darse cuenta de ello, a sabiendas de que algún día el rubio se cansaría. Tomó todo lo que pudo de él durante cuatro años y perfeccionó su técnica.
Ahora, la usaba contra Aoi, en el momento preciso, atacando sus labios con una desesperación exquisita.

—Se enojó porque descubrí su engaño y no quise follar. Es todo —respondió sobre sus labios, soltando el veneno de la mentira en ellos—. Akira no es como crees, no le des importancia a lo que sea que haya dicho.

—Tu historia suena un poco fuera de lugar —dijo el mayor.

—Si hay algo fuera de lugar aquí, es esto —Kai acarició la entrepierna ajena y acomodó la cabeza allí—, porque debería estar en mi boca.

Dicho eso, Kai mantuvo la boca y las manos ocupadas durante bastante tiempo. Conocía a los hombres como Aoi, eran inteligentes y perspicaces, pero tenían una gran debilidad por el sexo. El baterista sabía que cuando le diera atención a su pene, Aoi perdería el control de la situación.
Tenía que mantenerlo distraído hasta que olvidara el tema. Tal vez en una semana dejaría de indagar y él no tendría que recurrir a sus artes orales.

[ . . .]

—Y se fueron... Se fueron porque tú peleaste con él, ¡y ni siquiera pensaron en los ensayos y la grabación! ¿Te das cuenta, Reita? Esto se nos está yendo al infierno.

Ruki se levantó del sillón y se cruzó de brazos, caminando de un lado a otro. El apartamento estaba bastante sucio y Reita no parecía tener intenciones de limpiar, cosa que lo ponía de los nervios. El menor se encaminó a la cocina y comenzó a lavar los trastos con rudeza.

—Oye, no tienes que hacer eso.

—¡Tengo que hacerlo porque tú eres un descuidado! Mira este desastre. Si yo viviera contigo, me moriría a las dos horas.

—¿Vivirías aquí? —el tono esperanzado no pasó inadvertido.

Ruki miró el espacio y arrugó la nariz. No era un apartamento demasiado grande, no estaba ambientado para tener una mascota, la decoración estaba pasada de moda y detestaba el tono verde de las cortinas. Definitivamente, no viviría allí. Prefería su casa, las comodidades, la facilidad de pedirle a la sirvienta que mantuviera todo en condiciones y sin contratiempos, y por supuesto, tener el enorme jardín para jugar con su perro en los tiempos libres.

—No. Y si la pregunta es "¿Vivirías conmigo?", la respuesta también es no. Debemos tomar las cosas con calma, así que espero que no quieras atarme a la cama y follarme porque no puedes esperar.

Reita se mantuvo inmóvil y paralizado por esas palabras. Estaba tan asustado desde lo sucedido con Kai, que había tenido pesadillas con ello. Ruki volteó a mirarlo con diversión, pero él no pudo corresponder. Esperaba que el miedo no se reflejara en sus ojos.

—No vuelvas a decir eso.

—Eh, tranquilo, era una broma. De todas formas —continuó y volteó para seguir limpiando— ¿no te gustaría atarme? He oído que se siente increíble.

—Vete.

Ruki lo miró sorprendido. Solo intentaba que ambos tuvieran una conversación que llegase más allá para retomar lo que habían dejado pendiente en la sala de ensayo, pero... ¿Por que lo echaba?
Furioso, dejó la limpieza, se secó las manos y caminó rápidamente a tomar su bolsa. «Tú te lo pierdes», pensó antes de salir. Estaba atónito, no había pasado mucho tiempo, ¿y ya estaban teniendo una pelea por una tontería que dijo?

—¿Quién demonios te entiende, idiota? Quiero ver cuánto tiempo tardas en volver arrastrándote por mí —gruñó por lo bajo y se metió en el ascensor.

En el transcurso del camino, llamó a Uruha, quien no respondía. Intentó comunicarse con Aoi, pero tampoco funcionó. Su última opción fue Kai, quien de muy mala gana atendió con un «¿Qué quieres, pequeño hijo de puta?», lo cual hizo que Ruki virase los ojos, ya harto de todo el mundo.

—Seré breve, porque no estoy de humor para lidiar con tu mierda. Tienen veinticuatro horas para volver a Japón y continuar grabando.

—¿Lidiar con mi mierda? Estás lidiando con mi ex-mierda ahora, Takanori. ¿Por qué tanta prisa con que regresemos?

—¡Porque hay un jodido álbum que grabar y tenemos una fecha límite, por si no te enteras! Solo quiero terminar el trabajo, así que te metes el puto orgullo por el culo y te subes al primer maldito avión que encuentres, ¿entendido?

—Ah, ¿te importa la banda ahora? ¿Te ha importado la banda mientras te follabas a Akira a mis espaldas, o cuando se trata de ti puedes olvidar tus obligaciones? —espetó Kai—. Sabías que esto pasaría, ahora arréglatelas solo.

—Nunca he fo...

—¡Cállate, no te atrevas a decir una palabra! —interrumpió en un grito furioso—. ¡No quiero oírte hablando de él!

Ruki estaba por decir algo, hasta que la llamada finalizó abruptamente. Si así serían sus vidas después de la ruptura, tenía que prepararse para todo. Kai aún seguía muy herido, y Ruki no tenía demasiada paciencia, pero se dijo que tendría que aguantarlo solo por el bien de la banda.

[ . . . ]

Aoi y Uruha intentaron convencer a Kai de que lo mejor era regresar, pero el castaño se negó. Las semanas siguientes pasaron con demasiada rapidez. Aoi comenzó a tener una peculiar rutina de follar con Kai por las mañanas, y con Uruha por las noches, y sabía que en el momento de regresar no podría continuar con ello, así que, luego de un mes, tuvieron una despedida más que agradable en la ducha y ambos juraron jamás contarle a Uruha.

Aoi debía buscar su próximo objetivo y Kai tenía que tomarse su tiempo para sanar las heridas.

—De verdad me hubiera gustado volver a probar a Uruha.

—Supongo que esta noche puedes hacerlo —Aoi dio el visto bueno mientras terminaba de colocarse la camisa y encendía un cigarrillo—. Pero no lo dejes demasiado cansado, recuerda que tenemos un largo viaje a casa.

—Dios santo, no me lo recuerdes —gruñó Kai, que se secaba el cabello—. No quiero volver.

—Bueno —murmuró el contrario y le levantó la barbilla, dejándole un beso en los labios—. Tenemos que hacerlo.

—¿No te nos unirás a la noche?

El moreno negó con una suave sonrisa.

—Tiene que terminarse aquí, Yutaka. Lo que pasó en Miami...

—Queda en Miami —finalizó.

El resto del día lo pasaron en la playa; tomaron un poco de sol y almorzaron los tres juntos en un restaurante. Por la noche pidieron comida a la habitación de Kai y tuvieron una agradable cena, la cual se tornó un poco incómoda para Uruha en el momento que Kai comenzó a meterle mano, cuando Aoi estaba aparentemente distraído. Sin embargo, el moreno era muy consciente de lo que sucedía y le costaba disimular la sonrisa al ver lo avergonzado que el alto parecía.

Uruha tragó saliva y encontró los ojos de Aoi en los suyos mientras Kai acariciaba su entrepierna. «¿Cómo no se da cuenta?», pensó el castaño, entonces Aoi sonrió y Kai se acercó a su cuello. Sentía las respiraciones allí y no comprendió lo que estaba pasando.

—Yuu...

—Todo está bien, lo hemos hablado ya —lo tranquilizó—. Puedes hacerlo, no me molesta en absoluto, ¿sí?

—¿Y tú?

Aoi ladeó la cabeza sin comprender, pero al instante se dio cuenta y volvió a sonreír. Necesitaba que Uruha estuviera seguro de que no había problema, para Aoi era una compensación por todo lo que hizo y lo que haría a sus espaldas en el futuro.

Porque estaba bastante seguro que continuaría con su plan de probar a todos.

—Yo empacaré nuestras cosas mientras tanto —se levantó, pero Uruha lo detuvo antes de que pudiera salir—. Si no quieres, solo tienes que levantarte e irte, cariño. Nada cambiará entre nosotros.

—¿Es una promesa?

—Es una promesa —repitió y le dejó un suave beso, y antes de marcharse, miró a Kai—. Me sentiré muy decepcionado si no oigo sus gritos en la otra habitación. Asegúrate de darle una buena noche a mi chico.

—Me ofende que lo dudes —respondió un distraído Kai.

El moreno desapareció y Kai hizo cosas sobre el cuerpo de Uruha que el más alto jamás había imaginado. Se sintió asustado, sin embargo no dijo una palabra, hasta que se dejó llevar y el dolor se convirtió en un placer fingido.

Al cabo de dos horas, Uruha ya había tomado una ducha y estaba sentado en la cama, mirándose las manos como si ellas pudieran calmar su malestar. Kai aún no lo dejaba ir, le dijo que irían juntos a buscar a Aoi para ir al aeropuerto, pero no sabía cómo iba a explicarle a su novio lo que había pasado. Sí, había asegurado que no había problema, pero...

Tragó saliva con dificultad.

¿Aoi había estado de acuerdo con ello? Le parecía imposible. Su hombre jamás dejaría que le hicieran daño.

Kai prácticamente no lo había preparado. Ni siquiera sabía si había utilizado un condón. Y lo peor era el escozor en sus nalgas y el dolor en todo su cuerpo. Lo había maltratado tanto, que aquello no le había excitado en absoluto. Había algo en Kai que le pareció terrorífico... Tal vez esa forma de descargar su ira y lo violentos que habían sido sus insultos.

Y todas las veces que había nombrado a Reita.

Uruha oyó la puerta abrirse, pero no levantó la vista. Kai se vistió, y sin pronunciar palabra, ambos caminaron hacia la salida, pero el baterista se detuvo, lo cual hizo que él se detuviera también.

—Lo siento —se disculpó Kai y alargó la mano.

—No me toques —espetó el castaño.

—Perdí el control, no sé qué ha sucedido, Shima —su voz sonaba suave, contrastaba con lo que Uruha había oído un rato antes—. No le dirás a Aoi, ¿verdad? —ahora, su voz sonaba dulce, pero ligeramente amenazante—. Sé que no lo harás, cariño, sino podría pasar algo muy malo ¿verdad? Tú sabes de qué hablo.

—¿Qué demonios, Yutaka? ¿Eso fue una jodida amenaza?

—Una amenaza, advertencia, aviso, intimidación... ¿Cómo te gustaría llamarlo?

—No serías capaz.

Una risa estridente y burlona le taladró los oídos a Uruha. Realmente desconocía a ese hombre.

—Soy capaz de muchas cosas.

—Yuu se dará cuenta —la voz de Uruha denotó lo asustado que estaba—. No hay manera de que no se entere, tarde o temprano atará cabos y tu mierda se sabrá.

—No si escondes esas marcas por un tiempo. Supongo que a Yuu no le molestará el no follarte...

Esas últimas palabras, tan llenas de veneno, quedaron suspendidas en el aire y Uruha sintió escalofríos mientras veía a un tranquilo Kai saliendo de la habitación con su maleta. Aunque el guitarrista no comprendió a qué se refería, Kai tuvo una intención muy cruel, a pesar de haber prometido que nunca se lo diría.

Uruha siguió al otro, intentando cambiar su cara y fingir que todo estaba bien. Tenía que hacerlo, si Aoi descubría lo que Kai le había hecho y lo lastimado que estaba por su culpa, el baterista iría contra Reita. Lo haría.

Le haría cosas peores. Sin su consentimiento.

Y Uruha no podía permitirlo. Callaría solo para salvar a su mejor amigo.

El viaje en avión había durado bastante, Uruha solo habló cuando era necesario y Aoi no entendió su cambio de humor, pero lo atribuyó al cansancio. Sin embargo, unos días después, el guitarrista continuó actuando extraño. Hablaba poco y ni bien terminaban los ensayos, desaparecía. Tenía miedo de no poder soportarlo, de explotar y pedirle ayuda a Aoi, de contarle lo que había hecho Kai.

Técnicamente, eso había sido una violación. ¿Cuántas veces había suplicado que pare? La simple idea de ese maniático haciéndole algo a Reita era suficiente para mantenerse callado, pero, ¿hasta cuándo?

¿Hasta cuándo alguien puede soportar el silencio y el dolor?

—¡Esa guitarra suena horrible! ¡No, no, no! —gritó Ruki, interrumpiendo el ensayo—. ¿Qué está mal contigo, Takashima?

Ruki lo mandó a sentar y dejó que Reita siguiera con su parte del ensayo. El alto miró de reojo a Kai y este le dio una sonrisa torcida. No podía continuar así. Desvió la mirada cuando Aoi se sentó a su lado y se acercó a su oído.

—Te ha dejado un poco tonto, cariño, creo que necesitas relajarte —bromeó, ajeno a la verdad—. Esta noche vamos a cenar y luego...

—Estaré ocupado, Yuu —lo cortó.

—Has estado evitándome, ¿no es así?

—No —respondió alarmado—. Mi madre está un poco enferma y necesito ir a cuidarla.

Aoi negó con la cabeza y se levantó, molesto. Uruha tenía miedo, si continuaba así, el moreno terminaría dejándolo, pero estaba dispuesto a perderlo con tal de proteger a Reita. Aoi algún día entendería el por qué de su silencio.

Una vez terminado el ensayo, Aoi tomó su chaqueta y salió a la calle. Estaba pensando en irse, pero terminó por encender un cigarrillo y sentarse en el suelo. Reita salió un momento después y el moreno le convidó una calada.

—Lo has notado también, ¿no?

—Está raro —murmuró Reita—. Kai actúa como si me odiase, y es comprensible, pero Shima... No lo entiendo, ¿por qué evita a todo el mundo?

—Bueno, pues al infierno entonces, el día que se le pase, volverá a hablarnos —Aoi se encogió de hombros, fingiendo que no le importaba—. ¿Vamos de copas? Necesito algo fuerte ahora.

—Lo mismo digo.

Aoi levantó la mirada y apagó el cigarrillo ya consumido para encender otro. Estaba inquieto y la nicotina lo calmaba lo suficiente como para mantenerse sentado sin pedir explicaciones a Uruha, además, su atención se desvió a las palabras de Reita.

—¿Y tú por qué necesitas beber?

—Porque estoy estresado y Ruki está enojado conmigo.

—Oye, necesito oír esa historia. Vamos.

Ambos se encaminaron hacia un bar cercano a la sala de ensayo y pidieron sus bebidas. En el enorme lugar habían algunas mesas de billar, por lo cual ambos pensaron que sería divertido jugar una partida y fueron directamente hacia allí. Reita apostó y dijo que si ganaba, Aoi pagaría las bebidas. Aoi aceptó y redobló la apuesta con un divertido «si gano, me debes una noche». El rubio lo tomó a broma y continuaron con el juego mientras le contaba su última pelea con Ruki por el apartamento sucio y sus insistentes ganas de intimidad.
Las bolas lisas y rayadas iban entrando conforme pasaba el tiempo, y cuando la última fue lanzada, Reita tenía su quinta botella de cerveza vacía.

—Perdiste.

—Cobra la apuesta, soy un hombre de palabra.

El moreno arrastró al bajista hasta la entrada y subieron a un taxi directo al departamento. La ventaja de no vivir con Uruha, era que al discutir cada uno tenía su lugar.
Subieron por el ascensor y Reita balbuceaba sobre cosas que Aoi no entendía. Entraron al departamento y el más alto lo llevó directamente hacia la cama, cosa que asustó un poco al rubio.

—Espera, n-no vas a atarme, ¿verdad?

—¿Disculpa? —murmuró Aoi quitándose la camisa.

—Kai... Kai me inmovilizó —Reita arrastró las palabras y de un momento a otro el llanto lo desbordó—. Le dije... que no. No quería. Agh, ese estúpido... Parecía una bestia, me quería follar a la fuerza.

Las manos del guitarrista se detuvieron en el último botón de su camisa. ¿Por qué había comenzado a llorar? ¿Kai se había atrevido a...?

Reita estaba borracho, era imposible que algo así fuese real.

—¿De qué hablas?

—Tengo miedo —confesó—. Kai es malo, muy malo... ¿Y sabes qué? Si hubiese continuado, sé que me hubiera hecho mucho daño, más del que ya me hizo... Aoi, te..., te lo juro, es un manipulador, una persona horrible.

Aoi tragó duro y su mente se desvió directamente a la noche en que lo había dejado en manos de Kai. Luego de ello estuvo extraño, ¿cómo no lo había notado?

—Uruha... Kai... Ese imbécil... Algo le ha hecho a mi Shima.

Sin decir una palabra más, Aoi volvió a abrocharse la camisa y salió del departamento en busca de Uruha.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).