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Malfoy Manor por Orseth

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Hace cinco años

 

 

-Nada señor –dijo el mortífago delante de otro grupo de hombres que a pesar de tener los bolsillos llenos de las joyas y dinero que habían encontrado en la mansión, no tenían lo que buscaban.

-Lucius amigo… -dijo entonces un hombre a un Lucius con el rostro maltratado por los golpes sentando en un sillón de una sola plaza- ¿Por qué insistes en no cooperar después de todo lo que he hecho por ti?... gracias a mí estas libre, tu esposa, tu hijo… andan libres como el viento, deberías ser más agradecido.

A un lado de ese hombre estaba otro sofá mas grande, con Narcisa y Draco tomados de la mano mirándolo aterrados.

-Estamos libres gracias a que te di toda mi fortuna ¡toda!... me has dejado en la ruina, lo único que tengo para mi familia es esta casa.

-Eres astuto Lucius, ya te recuperarás… eso claro si me dices donde está.

-No lo haré.

El hombre lo miró en silencio por unos instantes, luego se cruzó de brazos y sonrió haciendo a Lucius sentir un escalofrío.

-Te has resistido a la Imperius, al Cruciatus e incluso al Veritaserum… ¿Quién diría que un patético mortífago como tú sería tan fuerte? Aun no entiendo cómo es que el señor Tenebroso te confió algo tan importante cuando habíamos servidores más leales, más capaces -Y ahí estaba el meollo del asunto… el hombre moría de envidia- Los Malfoy, familia de cobardes… y de traidores –añadió mirando a Narcisa, quien solo se encogió en su lugar oprimiendo con fuerza la mano de Draco- ¿Por qué tú? –dijo mirando a Lucius de nuevo.

Y justamente eso se preguntaba Lucius una y otra vez, cuando el día de la batalla de Hogwarts, Voldemort lo llamó aparte y cuando abrió el pequeño cofre que le fue entregado, quedó atónito ante lo que vio pues de inmediato supo que era.

-Tú lo resguardarás con tu propia vida y la de tu familia –había dicho Voldemort- hasta que venga el guardián a traerme de regreso, aunque eso no será necesario pues este día será mi triunfo definitivo, cuando haya ganado y el mundo mágico y el mundo muggle se inclinen ante mi me regresarás lo que hoy te he entregado.

-Sí mi señor –había respondido incapaz de cuestionarlo.

Pero el resultado de la batalla no había sido el esperado por el mago oscuro, entonces el guardián tenía que poner en marcha el plan B cuando llegara el momento.

-Dame el horrocrux Lucius y te dejaré vivir, a ti y a tu familia, si me lo das conservarán la vida -Pero Lucius sabía perfectamente que era todo lo contrario, que en cuanto lo entregara sería el fin de los tres, pues si había alguien que lo odiaba desde hacía años era justamente Evan Hughes, el hombre que tenía enfrente y que por ningún motivo pensaba dejar ir la oportunidad de exterminar y humillar a toda la familia Malfoy, sobre todo a Lucius que tenía todo lo que a su parecer él debería tener- y cuando sea ministro, porque lo seré… -continuó Hughes hablando con autocomplacencia- la fortuna que me donaste tan generosamente hará eso posible, facilitaré leyes que hagan que la recuperes de nuevo; anda Lucius, que mi paciencia se agota y tu mansión es enorme, hay cientos de escondites que solo tú conoces y aunque pasemos semanas buscando, no encontraremos nada.

-¿Sigues sin entenderlo Evan? el Señor Tenebroso no comparte el poder ¡nunca gobernarás con él!

-Yo lo sé Lucius, no soy tan obtuso, pero sé que obtendré mas poder que ahora, incluso más que el de  ministro que algún día seré; él será incontenible y yo estaré a su lado, seré yo quien lo traiga de regreso, por algo me nombró guardián de su misión.

-Pero no del horrocrux –dijo con un pequeño dejo de ironía.

-Eso ahora ya no importa –respondió molesto- lo que importa es que tú me vas a decir dónde está.

-Quiero a mi esposa y a mi hijo lejos de aquí.

-Concedido.

-No, los dejarás libres y ellos decidirán a donde ir, yo me quedaré aquí, solo así hablaré.

-¡Lucius! –exclamó Narcisa con la angustia de dejar a su esposo reflejada en el rostro.

-Hecho.

-Quiero un juramento inquebrantable.

La amable sonrisa de Evan Hughes comenzó a tornarse en una mueca burlona.

-Lucius, Lucius… ahora entiendo porqué el señor Tenebroso te castigaba tanto, eres obstinado y no sabes obedecer ¿no te han bastado los golpes? Bien… ¡Senctusempra!

-¡Ah!

-¡Papá!

-¡Lucius!

-¡Quietos! –gritó Evan al verlos pretender correr hacia Lucius.

Ante una señal suya, dos hombres los regresaron a su lugar.

-Bastardo… -gimió Lucius con las manos en el pecho ensangrentado.

-Senctusempra.

-¡Basta! –Gritó Narcisa- ¡Detente por favor!

A una señal suya, dos hombres separaron a Draco de Narcisa mientras otros contenían a los padres.

-¡Déjalo en paz! –gritó Lucius.

-¡Draco!

Draco los miraba en silencio, con el pánico reflejado en el rostro, entonces Evan lo apuntó con su varita diciendo:

-Continere.

Draco sintió el efecto del hechizo como un cosquilleo en todo el cuerpo seguido de una abrumadora debilidad que le hizo perder el sentido.

-¡Hijo! –exclamó Narcisa soltándose de los hombres, que mas bien la dejaron ir al lado de su hijo- ¿¡Qué la has hecho bastardo?! –dijo tomándole el rostro con ambas manos.

-Pregúntale a Lucius, él recuerda bien ese hechizo, lo estudiamos juntos en una reunión ¿verdad Lucius? Lo descubrimos en un libro de magia muy antigua, de hecho descubrimos que éste también es una maldición imperdonable, maldición que se ocultó por ser algo terrible para un mago.

-¡Lucius! ¿Qué le hizo a Draco?

Lucius miró a Narcisa y luego a Evan.

-Eres un malnacido.

-Veamos si sigues tan orgulloso de tu linaje con un squib en el.

-Draco, mi amor… -dijo ella intentando reanimarlo- Abre los ojos cariño.

-Mmm… ¿mamá?

-Sí cariño, tranquilo, todo estará bien.

-Anda Lucius, habla y todo acabará, le quitaré el hechizo a Draco y podrán irse a donde quieran; cuando tú estabas en Azkaban por tus torpezas, seguimos estudiando ese encantamiento y descubrimos el contra hechizo.

Evan sonreía, ya ni siquiera intentaba ocultar sus intenciones, planeaba seguirse divirtiendo con los Malfoy en cuanto encontraran el horrocrux y entre aquellos planes estaba Narcisa, aquella hermosa mujer a la que alguna vez le hizo proposiciones fuera de lugar recibiendo una bofetada por respuesta.

-¿Entonces? –insistió varita en mano, dando pequeños pasos por la sala sabiéndose dueño de la situación.

Lucius jadeaba por el dolor y la gran pérdida de sangre que ya empapaba el sofá, miró a su esposa y sin necesidad de palabras ambos comprendieron que la única prioridad era sacar con vida a Draco, pero sin varitas y rodeados de un grupo de diez mortífagos, más los que seguían buscando por la mansión no iba a ser tan sencillo.

No debió esperar tanto, sabía que había tardado demasiado pues Draco ya estaba lastimado, pero es que todavía hasta ese momento había tenido esperanzas de salir con vida junto a su familia, de volver a estar juntos aunque tuviera que volver a levantar su imperio desde el primer ladrillo; pero ahora aceptaba que eso ya no iba a pasar, que nunca hubo esa posibilidad; amó a su mujer desde el primer día en que la vio… amó sus ojos azules y su hermoso cabello, todos decían que Draco se parecía a él, pero él sabía que no, que parte de sus facciones y sobre todo su carácter los había heredado de ella, porque ella podía parecer frágil pero dentro llevaba a una mujer capaz de todo por aquellos que amaba y ahora Draco tendría que hacer uso de aquella fortaleza escondida ahora que iba a quedarse solo, porque si… sabía que para poder salvarlo, él solo no podía y que para su pesar aquella mujer que tanto amaba también iba a morir.

Los miró una vez más, a aquellas dos personas que más amaba en el mundo, juntas por última vez; le hubiese encantado ver a su único hijo convertirse en un adulto exitoso, casarse y llenarlo de nietos a los que se encargaría de malcriar mientras se hacía cargo del imperio Malfoy en tanto él disfrutaba su retiro al lado de su amada Cissy… pero ya no, ese sueño había muerto y era hora de plantarle cara a los errores.

Narcisa también le sonrió mientras oprimía la mano de su hijo, le sonrió porque ella estaba pensando exactamente lo mismo.

-Hey chica bonita, te amo ¿sabes? –dijo mirándola, diciendo exactamente las mismas palabras que le dijo la primera vez que le declaró su amor.

-Ya lo sé galán, soy irresistible –respondio ella tal y como había respondido aquella vez, para luego mirar a Draco y tomar su rostro entre sus manos- todo estará bien mi amor.

Y luego de llenarse la vista con ella, miró a su hijo mientras sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas.

-Y a ti te amo como no tienes idea…

Draco veía todo sin entender, con una asfixiante sensación de desasosiego y un terrible presentimiento.

-Papá…

El sofá en donde estaba sentado Lucius estaba empapado en sangre, pero aun no goteaba al suelo, así que con dificultad se dejó caer de rodillas, pero no solo quedó de rodillas, también puso sus palmas ensangrentadas en el suelo dejando que el líquido carmesí lo fuese mojando haciendo sonreír a Evan al verlo a punto de pedir clemencia.

Pero en lugar de las esperadas suplicas, un leve murmullo comenzó a salir de los labios de Lucius como si estuviera rezando, un hechizo estaba puesto desde hacía mucho tiempo, solo hacía falta activarlo y pagar el precio; fue entonces que Evan miró que la sangre que llegaba al piso no se encharcaba, más bien desaparecía como si el suelo la estuviese bebiendo, fue entonces que comprendió  que algo estaba sucediendo, así que avanzó hacia él.

-¡Evan! –gritó Narcisa poniéndose de pie.

Evan oprimió los labios enfurecido, la miró a ella y luego miró a Lucius con odio apuntándole con la varita diciendo:

-¡Avada Kedavra!

-¡No lo harás! –gritó interponiéndose entre él y su esposo recibiendo de lleno el fatal hechizo.

-¡Mamá! –gritó Draco impactado e incrédulo pero incapaz de levantarse debido a la gran debilidad que lo invadía.

Lucius cerró los ojos con fuerza sabiendo que su amada Cissy se había ido, pero sabiendo que había hecho eso para darle tiempo pudo pronunciar las últimas palabras que completaban el hechizo.

-¡Maldito! –gritó Evan dando un paso hacia él, pero de pronto una luz resplandeciente que encegueció a todos invadió el lugar.

Evan Hughes se tapó los oídos al escuchar una especie de rugido que lo hizo gritar y de repente nada… todo se calló tal como había venido, abrió los ojos dándose cuenta que encontraba a las afueras de Malfoy Manor al igual que los demás mortífagos que se miraban unos a otros desconcertados.

-¿Qué pasó? –pregunto se preguntaban entre ellos.

Evan vio ante sí la reja de la entrada y entendiendo que habían sido expulsados de la mansión intentó abrirla para regresar a su interior.

-¡Te mataré Lucius! ¡A ti a toda tu familia aunque después tenga que demoler esta maldita casa ladrillo por ladrillo hasta encontrar el horrocrux!

Pero por más intentos que hizo, Malfoy Manor no lo dejó entrar.

 

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Respirar costaba tanto, solo la voz de Draco le hizo abrir los ojos.

-¡Papá despierta!

Cuando los abrió vio el rostro empapado en lágrimas de su hijo, quien lo sostenía en sus brazos.

-Draco…

Draco sonrió cuando la mano  de su padre le tocó la mejilla.

-Papá vamos, hay que salir de aquí… mamá está... está…

-No Draco, tu… tú debes irte… -respondió con dificultad- yo moriré pronto.

-¡No!... no digas eso.

-La mansión ha cobrado el precio… te hable de este hechizo… sabes… sabes de que hablo…

-No papá, por favor levántate –balbuceó con voz ahogada por el llanto- no te vayas tú también, no… no me dejes…

Lucius deseaba decirle tantas cosas, pero la vida y las fuerzas cada vez eran menos y con trabajo podía incluso respirar.

-Debes irte… ahora…

-No, no, no… no te dejaré…

-Escúchame… hay dinero a tu nombre en Gringotts, no es mucho pero… te ayudará…

-Papá…

-Ocúltate y… no confíes en nadie –dijo con voz apenas audible- hay salidas en Malfoy Manor que… nadie más que nosotros conocemos… puedes salir sin que te vean…

-No me pidas eso…

Lucius miró ese rostro que tanto amaba y sintió su corazón lleno de palabras que ya no alcanzaría a decir.

-Mi niño… -susurró con las lagrimas escurriendo por sus sienes- hazlo por tu madre y… por mi… vete ya…

-¡No!... aun podemos salvarte.

-Sabes que no es posible, debes aprovechar el… el desconcierto del… momento…

-No te dejaré aquí solo.

-No estaré solo… anda… obedece la ultima orden de tu padre….

Pero Draco no podía, simplemente no podía irse y dejar a su padre ahí, agonizando en el piso, pero la desesperación que comenzaba a ver en aquellos ojos grises le hizo comprender que no debía tirar a la basura el sacrificio de sus padres.

-Vive Draco… busca tu camino… sé que sabrás que hacer cuando… cuando llegue el momento… yo… yo confío en ti…

-Está bien papá, me iré -El alivio invadió a Lucius, quiso decir algo más, un último “te amo” pero la voz simplemente ya no salió- está bien… -dijo poniéndole una mano en el pecho- lo sé.

Le dio un beso en la frente y lo depositó con cuidado en el suelo, hizo lo mismo con su madre y en medio de un llanto convulso se fue de ahí.

-Vete Draco… -musitó viendo la puerta por donde había salido su hijo- vete de aquí y desaparece.

Y con el último aliento de vida que le quedaba estiró su brazo hasta alcanzar la tibia mano de su esposa y entrelazando sus dedos con los de ella, murió.

 

_____________

 

En cuanto salió de Malfoy Manor se dirigió a Gringotts,  sacó todo el dinero que tenía en su cuenta, era una pequeña fortuna con la cual podría ocultarse un tiempo aunque no tenía idea de que hacer, nunca había estado solo  por su cuenta; intentó rentar una habitación de hotel pero al ser reconocido como un Malfoy, fue echado como si fuera un pordiosero y después de que lo mismo pasara en otros dos más, optó por pasar la noche en el autobús noctámbulo en donde conoció a una anciana casi ciega que le rentó un cuarto en uno de los barrios más pobres del Londres mágico, lo cual sirvió en parte para mantenerlo oculto y en cuanto pudo se compró una varita.

Los problemas volvieron a hacerse presentes cuando intento usar la varita por primera vez para resguardar su puerta con un hechizo de seguridad.

-¿Eh? –miro desconcertado la varita cuando de esta no salió nada; volvió a intentarlo con los mismos resultados- mierda, me vieron la cara con la varita.

Fue a reclamarle al tipo que se la vendió, quien le demostró que la varita estaba bien.

-Lo que pasa es que tú eres un squib, largo de aquí.

Se fue de ahí asustado, no por la actitud del hombre sino porque de repente había recordado lo que había sucedido en Malfoy Manor, Evan Hughes le había aplicado un hechizo al cual no le vio mas consecuencias que el desmayo que tuvo.

-Por Merlín ¿me habrá hecho algo? –pensó angustiado mientras caminaba de regreso.

Conforme los días pasaban y probando con otras varitas descubrió con horror que ya no podía hacer magia, que por más que lo intentara nada pasaba, que ahora era como un squib, o peor aun… como un muggle; deseó ir a San Mungo pero tenía miedo de que lo trataran igual que en los hoteles o que algún mortífago anduviera por ahí.

Pasaron más semanas en las que día tras día intentaba hacer magia hasta caer agotado sin ningún resultado, fue hasta que una noche regresando de ir a comprar víveres unos rufianes intentaron asaltarlo, en medio de la trifulca y lleno de pánico, sucedió algo que no pudo explicar, un brote de magia, algo que había logrado salir a la superficie provocando una pequeña ola expansiva que aventó a los ladrones un par de metros dejándolos inconscientes, cosa que aprovecho para echar a correr, pero habiendo avanzado unos metros un fuerte calambre en la pierna derecha lo hizo caer dando un grito, pero ante lo apremiante de la situación como pudo se levantó y llegó hasta su refugio, en donde el dolor se calmo poco a poco, pero cuando se sintió bien de la pierna también se sintió feliz de que al parecer su magia estuviese regresando, por lo que de nueva cuenta sacó su varita e intento hacer magia.

-¿Pero qué demonios sucede? –masculló viendo que todo seguía igual.

Llevaba casi medio año ocultándose, viviendo a salto de mata viendo mortífagos en cada esquina o al menos eso le hacía ver la tremenda paranoia que se cargaba haciendo estragos en sus nervios, durante ese lapso de tiempo hubo varios episodios en lo que debido al estrés de la situación llegaba a haber un nuevo atisbo de magia, pero había notado que cada vez que eso sucedía un dolor en la pierna aparecía siendo este cada vez peor; así que sabiendo que tenía que ver a un medimago decidió salir de su escondite para buscar ayuda ¿pero quién podría ayudarle sin que le diera una patada en el culo como a un perro callejero? O peor aún, para no ser visto por algún mortífago.

Después de mucho pensar se acordó del medimago familiar y quiso darse de topes en la cabeza por no haber pensado antes en él, ese hombre aunque ya era anciano había sido el medimago de cabecera de la familia desde hacía más de treinta años, incluso él había jugado con sus nietos pasando tardes muy amenas, su padre lo había tenido en gran estima, así que aprovechando la noche fue  a la casa del medimago Thomas Wilson, quien además era presidente de San Mungo.

-¡Draco! –exclamó el anciano cuando abrió la puerta de su casa.

-Señor Wilson ¿puedo pasar? Por favor, necesito ayuda.

-¡Claro, claro, pasa hijo! Clara no está, fue a visitar a Keith, así que volverá hasta dentro de una semana.

Draco entró sintiendo ganas de llorar al ver por primera vez en meses un rostro amigo.

-Señor Wilson, he pasado tantas cosas…

-Lo sé muchacho, seguí su juicio muy de cerca, incluso trate a tu madre por los nervios, después supe que Malfoy Manor se volvió inexpugnable y ya no supe nada de ustedes ¿Dónde están tus padres, porqué estas solo?

Sentados en la sala y al calor del fuego, Draco le contó todo al medimago mientras tomaba una taza de té.

-Necesito ayuda, no sé qué hacer.

-Viniste al lugar adecuado Draco, yo te ayudaré.

-Gracias, de verdad muchas gracias… no sabe lo que esto significa para mí –respondio sintiendo que se quitaba una gran losa de la espalda- no sé qué hacer y el dinero ya se me está acabando.

-Puedes mudarte aquí, ya no tienes que regresar a ese lugar donde te ocultas.

Draco exhalo un suspiro mientras inclinaba la cabeza y se recargaba en el sofá.

-Me siento tan solo.

-Ya no lo estás.

Entonces se sobó el muslo adolorido.

-Señor Wilson, hay algo… no sé que sea pero algo muy malo esta sucediéndome.

Le contó lo del hechizo y su falta de magia, los dolores frecuentes en la pierna y sus sospechas.

-Déjame revisarte, vamos a mi consultorio.

Fueron al consultorio que el anciano tenía en su casa y después de una exhaustiva revisión, su rostro sombrío no presagiaba nada bueno.

-¿Qué sucede?

-Dime Draco ¿recueras el nombre del hechizo?

Sentado en una cama Draco hizo memoria.

-Mmm… no sé, algo como Contenido o consumado… la verdad no recuerdo.

-¿Era Continere?

-No sé, la verdad no sé pero me parece que si ¿Qué sucede?

Thomas Wilson tomó una silla y se sentó frente a  Draco disponiéndose a responder.

-En la edad media se desató la persecución de las brujas, sabias eso ¿no?

-Sí… digo no soy bueno es historia pero sí, eso sí lo sé.

-Bien, pues en el pueblo escocés de Prestonpans en donde hubo una encarnizada persecución, la comunidad de magos residentes ahí decidió evitar todo contacto con los muggles para reducir lo más posible los riesgos, pero a pesar de esta terrible matanza hubo magos que seguían simpatizando con los muggles, por eso después de muchos estudios se hizo un hechizo, una maldición para castigar a los que infringían la ley de contacto con muggles poniendo en riesgo a la comunidad mágica.

-¿Qué hicieron?

-Se les aplicaba un hechizo que sellaba su magia, Sí tanto quieres a los muggles, vuélvete uno de ellos solían decir, así que con esto ya no podían hacer magia de nuevo.

Esa conversación no le estaba gustando nada a Draco, por lo que temía siquiera preguntar más sobre eso, por lo que el señor Wilson continuó sin necesidad de que se lo pidiera.

-Esta maldición solo puede quitarlo quien lo aplica, si éste llegase a morir la persona quedaría sin magia por el resto de su vida.

-Pero hay otros modos ¿no?... es decir, algún tratamiento.

-No, no lo hay… de hecho cada vez es peor.

-¿Por qué?

-Porque  aunque está sellada, la magia puede llegar a brotar convirtiéndose en una especie de enfermedad autoinmune.

-No entiendo.

-El sistema inmunitario se convierte en el agresor y ataca y destruye a los propios órganos sanos en vez de protegerlos; existe una respuesta inmunitaria exagerada contra sustancias y tejidos que normalmente están presentes en el cuerpo- Tal vez la angustia y las circunstancias del momento hacían que Draco siguiera sin comprender del todo lo que el medimago estaba explicando, quien al notarlo decidió buscar  otras palabras- tu propia magia te ataca Draco, por eso el dolor en tu pierna- Solo hasta ese momento pudo comprender la explicación del medimago- mientras más brotes de magia tengas, más mal te sentirás y tu pierna puede ir atrofiándose hasta llegar a tener algún daño nervioso permanente.

Draco solo lo miraba negándose a creer que aquello fuera verdad, no  podía ser que la vida estuviera ensañándose con él a tal grado.

-Entonces… ¿eso es lo que tengo? –pregunto por fin con voz queda.

-Me temo que si hijo.

-¿Y entonces no hay nada que hacer?

-Claro que si –respondio sonriendo.

Draco exhalo un suspiro de alivio mientras cerraba los ojos.

-Gracias a Dios… ¿Y qué hay que hacer?

-Darnos el horrocrux.

Draco abrió los ojos y se quedó mirando fijamente.

-¿Qué?

-Déjanos entrar a Malfoy Manor y todo se solucionará- Draco solo lo miraba sin atinar a decir nada, por lo que el señor Wilson continuó- Hughes está dispuesto a quitarte el hechizo si lo dejas entrar o mejor aún, entréganos el horrocrux y podrás seguir con tu vida, porque sabes donde esta ¿verdad?

Draco negó en silencio, por lo que Wilson se levantó tomando su varita.

-Será mejor que trates conmigo, porque cuando venga Hughes será muy tarde y déjame decirte que está muy enojado.

Un nudo en la garganta hizo a Draco tragar en seco sintiendo que el mundo se abría a sus pies al ver que de nuevo estaba atrapado.

-Señor Wilson por favor, no me haga esto.

-Todo estará bien Draco, solo entrega el horrocrux, podemos llegar a un acuerdo, yo aprecie mucho a tu familia, puedo hacerme cargo de ti ¿no te gustaría volver a ser un mago, volver a la escuela? Puedo enviarte a América a terminar tus estudios -Al ver que Draco solo atinaba a quedarse callado exhaló un suspiro negando con la cabeza-  de acuerdo… -dijo caminando hacia la puerta- llamaré a Hughes y entonces tendrás que entenderte con él.

Pero antes de que tocara siquiera el pomo de la puerta, un golpe en la cabeza y el sonido de vidrios rotos le hizo caer al suelo.

-¡Agh!... maldito muchacho… -Draco le había estrellado un florero en la cabeza y pasando por encima de él corrió hasta la puerta- ¡no podrás escapar Draco!... recuerda que soy presidente de San Mungo, todos los medimagos mortífagos y no mortífagos tienen la orden de capturarte cuando acudas a ellos, no tienes salida…

Draco solo le dio una última mirada y salió corriendo de ahí.

 

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Corría… corría con todas las fuerzas de que era capaz mientras las lagrimas bañaban su rostro, sin magia, sin amigos, sin dinero… ¿Qué iba a hacer? ¿Quién no era traidor? ¿En quien confiar?

-Papá, mamá… ayúdenme…

Llegó hasta su refugio y cerró la puerta con fuerza recargándose en ella para recuperar el aliento, luego fue hasta la cama y se tumbó  llorando desconsolado.

Se oculto un par de días más, sin siquiera asomarse a la ventana, pero entonces los víveres se terminaron y hubo que salir, caminó muchas cuadras con la capucha de la túnica sobre la cabeza y mirando a todos lados, cuando llegó a una panadería sonrió aliviado de que estuviera vacía, pero entonces a un par de metros comprando un diario en un puesto de periódicos estaba un hombre, un mortífago con más exactitud, lo recordaba como uno de los que registraron su mansión, entonces se giró de prisa dándole la espalda y comenzando a caminar para terminar corriendo a todo lo que daba.

Se detuvo varias cuadras adelante sintiéndose cada vez más acorralado, así que mirando a su alrededor buscó otra tienda en donde comprar lo que iba a necesitar en un cambio de planes.

Ya en su cuarto se pinto el cabello de negro con el tinte que había comprado y luego empaco lo poco que tenía en una mochila; había tomado una decisión y había que actuar de inmediato, así que salió de ahí y se dirigió a Gringotts en donde cambio el poco dinero que le quedaba por dinero muggle.

-Por Merlín ¿Qué estoy haciendo? –pensó aterrado a punto de salir del “Caldero Chorreante” porque una cosa era el miedo de la persecución y otra el miedo a lo desconocido, pero sin más remedio y aspirando profundo, dio un paso y salió por primera vez al mundo muggle,

 

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Lo primero que hizo fue deambular sin rumbo fijo, pero cuando cayó la noche busco alojarse en un hotel barato pero sin saber el valor exacto del dinero muggle no sabía a ciencia cierta si el cuarto que rentó había tenido un buen precio, lo que si sabía era que no quería dormir en la calle; lo siguiente sería buscar trabajo pues el dinero ya en si era poco y pronto se acabaría, pero realmente no sabía hacer nada, no tenia documentos ni mucho menos experiencia en ese mundo desconocido, así que armándose de valor caminó mochila al hombro buscando negocios en donde solicitaran trabajadores, encontró dos pero en ninguno consiguió nada por falta de experiencia y documentación, así que siguió caminando aguantándose el hambre para estirar lo más posible lo poco que le quedaba y así pasó varios días; durmiendo en hoteles de paso, desayunando y cenando solamente y sin encontrar trabajo, se estaba desesperando hasta que de plano ofreció barrer la acera a cambio de comida, después de ofrecer ese servicio en varios locales lo consiguió en uno, así que esa noche se ahorró el gasto de la cena, pero el dinero finalmente se acabo y terminó por ser echado del último hotel de mala muerte en donde se había alojado los últimos tres días y así se vio en la calle, sin dinero ni trabajo y una gran desesperación.

Ese día caminó mucho sin lograr que nadie aceptara que barriera la acera  a cambio de un bocado, así que esa fue su primera noche en la calle y para colmo, hambriento.

Al día siguiente comenzó de nuevo su búsqueda de trabajo o de lo que fuera, incluso llegó a pedir caridad, muriendo de vergüenza pero más de hambre se atrevió a pedir un pan.

De nuevo llegó la noche y subiendo la capucha de su chaqueta y metiendo las manos en los bolsillos para amortiguar el frio, comenzó a caminar sin rumbo en una zona llena de luces de los bares y aparadores en donde ni siquiera miraba, solo lloraba silenciosamente mientras el estomago le gruñía de hambre.

-¿Cuánto cobras?

Draco siguió caminando sin poner atención a nada, estaba agotado, hambriento y con frio.

-Hey ¿Cuánto?

Entonces se percató de que a quien le hablaban era a él, así que desconcertado miró al tipo en el auto que avanzaba lentamente a su lado.

-¿Disculpe?

-¿Cuánto el servicio?

-¿Servicio?

-Sí, cuanto es tu tarifa –pregunto impaciente.

-Disculpe no entiendo.

El hombre lo miró con atención viendo el rostro demacrado y agotado del chico dándose cuenta de que en verdad no estaba entendiendo de qué hablaba… o era un buen mentiroso o un chico muy ingenuo.

-¿Tienes donde pasar la noche?

-No.

-¿Ya cenaste?

Draco lo miró con recelo y sintiendo que podría ser un mortífago disfrazado de muggle comenzó a caminar de prisa.

-Oye, tranquilo.

-Déjeme en paz.

-¿No quieres cenar y dormir bajo un techo?

-No, aléjese.

-Oye, te estoy ofreciendo un buen trato… una cena y donde dormir es un buen precio por una cogida.

-¿Qué? –exclamó deteniéndose abruptamente creyendo haber oído mal.

-Tienes buen culo y largas piernas, ábrelas para mí y tendrás donde dormir esta noche.

Draco lo miró atónito y sin más echó a correr, el tipo solo sonrió y estacionando su auto se dispuso a esperar.

 

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 Se detuvo al doblar una esquina asegurándose de no haber sido seguido por aquel hombre, entonces vio su auto estacionado y suspirando aliviado se alejó de ahí, se metió a un callejón oscuro y se arropó con unas cajas de cartón, pero después de una hora de tiritar de frio y de sentir que podría comerse una de las ratas que paso a su lado, la propuesta del tipo ya no le pareció tan descabellada, así que después de meditarlo un poco más se levantó y camino de regreso deseando que el auto ya no estuviera estacionado.

Pero cuando se asomó a la esquina el auto continuaba ahí, así que tragando en seco y sin saber a ciencia cierta que estaba haciendo comenzó a caminar hacia ahí.

-¿Cambiaste de opinión? –dijo el hombre bajando el vidrio cuando lo vio acercarse.

-Yo… yo no… es decir…

-Sube –exclamó encendiendo el motor.

Draco lo miró titubeante y al cabo de unos segundos de indecisión se subió al auto; viajaron en silencio por unos cinco minutos hasta llegar a un hotel, el hombre bajó y con una seña le indicó que lo siguiera, lo vio pagar en el mostrador y dirigirse a un cuarto en donde sintiendo miedo y mil cosas más entró.

El tipo tenía unos cincuenta años y algo de sobre peso, pero al parecer era amable, así que solo le sonrió nervioso cuando lo invitó a sentarse.

-¿Cómo te llamas?

-Dra… eee… Danny.

-Muy bien Danny –respondio sabiendo que el nombre del chico era falso- ¿has hecho esto antes? Sabré si me mientes.

-No –dijo entonces sintiéndose acorralado.

-¿Eres virgen? –preguntó quitándose la chaqueta.

-Esto fue mala idea -exclamó levantándose.

-¿Con papas o ensalada?

-¿Qué?

-Tú hamburguesa –respondio tomando el teléfono- ¿La quieres con papas o ensalada? -La boca se le llenó de saliva ante la sola imagen de una hamburguesa, por lo que quedándose callado el tipo continuó- papas, conozco un lugar donde las hacen deliciosas, puedes darte un baño mientras llega.

Miró al cuarto de baño y como un zombi se metió ahí, cerró la puerta y miró a su alrededor deseando estar en cualquier otro lado menos ahí, sabía lo que el tipo quería y si él estaba ahí significaba que estaba dispuesto a dárselo, pero el solo imaginar a ese fulano entre sus piernas o atrás de él hacía que comenzara a hiperventilar.

-Dios mío… -musitó recargando las manos en el lavabo.

Pero el ver sus manos sucias y sus uñas con mugre le recordó que hacía días que no se bañaba y en verdad deseaba tomar ese baño, así que sacudiendo la cabeza comenzó a desvestirse y pronto se encontró bajo la regadera.

Cuando terminó se vistió como cuando llego a excepción de los zapatos y salió de ahí, la comida ya había llegado y el hombre la estaba colocando en la mesita; el aroma de la hamburguesa le hizo salivar de nuevo.

-Acércate, come.

Asintiendo en silencio y tratando de disimular su hambre comenzó a comer sintiendo que era la hamburguesa más deliciosa que había comido nunca mientras el tipo encendía la televisión.

-Gracias señor–dijo bebiendo el último trago de soda.

El hombre sonrió diciendo:

-Soy Kevin, llámame Kevin –Draco asintió en silencio sin saber que decir o hacer- volvamos a lo nuestro Danny ¿escapaste de casa?

-No.

-Pero no tienes donde vivir.

-Pues no.

-Bien –dijo viendo que el chico no estaba dispuesto a entablar una conversación- volvamos a lo nuestro, sabes que quiero cogerte ¿no?

Draco solo lo miró con cara de susto, no es que no supiera sobre sexo gay, de hecho en el colegio circulaban revistas para adultos sin que los profesores o el mismo Dumbledore se las oliera, pero una cosa era ver unas tetas o un pito en una página de papel a verla en persona y sobre todo, dentro de él.

-Yo no he hecho esto nunca –dijo al fin.

-Te creo, así que déjame decirte que una cena y donde dormir es un precio más que justo por una cogida.

-Pero no creo que les dé de cenar y les dé donde dormir a todos los chicos que se coge –dijo entonces provocando una carcajada en Kevin.

-Sí, tienes razón… y si te soy sincero lo estoy haciendo  solo porque encontrar un chico virgen en esto es como encontrar un Channel en todo por una libra.

-¿Eh?

-No importa –respondio comenzando a desvestirse- desvístete.

Draco asintió en silencio sintiendo que las manos le temblaban cuando comenzó a quitarse su chaqueta hasta quedar solo en calzoncillos.

Kevin lo miró apreciando el esbelto cuerpo del chico de piel blanca y sonriendo satisfecho de haber sido él quien se llevara el premio gordo dijo:

-Quítate todo.

Draco obedeció sintiendo morir de vergüenza cuando estuvo totalmente desnudo frente a un completo desconocido.

Kevin terminó por desnudarse también por lo que Draco miró a otro lado.

-Ven Danny, acuéstate.

Draco obedeció y quedó de espaldas en la cama, Kevin sonrió al verlo y se acostó a su lado, entonces se inclinó sobre él y sin previo aviso lo abrazó y lo giró colocándolo encima.

-¡Ah!

Con el peso de Draco encima, las pieles estaban en pleno contacto, por lo que Kevin pasó sus manos por su espalda hasta llegar a sus nalgas, las cuales apretó con deleite.

Draco intentaba sostenerse para no caer por completo sobre él pero la posición no era la más idónea y no pudo evitar estar acostado sobre el tórax de Kevin, quien le lamia el cuello y le sobaba las caderas y las nalgas.

Kevin estaba disfrutando como hacía mucho no lo hacía, el tener a un cuerpo joven e inexperto no era algo de todos los días y saber que iba a ser el primero le hacía excitarse aun más.

-Vas a tener mi verga dentro de ti… -susurró mientras le lamía el cuello haciendo a Draco cerrar los ojos con horror- pero te va a gustar tanto que me vas a pedir más…

Aguanto todo estoicamente, el sentir las manos y la boca de ese hombre gordo en todo su cuerpo fue una tortura que le hacía preguntarse a cada instante cuánto duraría; hasta que lo vio tomar un condón, sabía que era eso, en Hogwarts también hacían bromas inflándolos y aventándoselos entre todos, pero el ver uno a punto de ser usado para lo que había sido hecho era algo muy distinto.

-Ponte en cuatro.

Draco obedeció y sintió casi al instante un liquido frio entre sus nalgas, era el gel lubricante que Kevin había puesto ahí y en su verga; Kevin sabía que debía prepararlo pero nunca había desvirgado a nadie y deseaba sentir que tan apretado estaba ese culo, así que sin más colocó su pene en la entrada y tomándolo de la cadera comenzó a empujar.

-¡Ah!

 

 


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