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Malfoy Manor por Orseth

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Cuando el lunes llegó, Draco no tenía el entusiasmo ni las ganas de siempre para ir al estudio de tatuaje, así que de nuevo no fue, solamente se quedó acostado viendo sin ver la televisión.

-Adelante –dijo cuando tocaron la puerta.

-¿Cómo estas hoy? –pregunto Harry entrando.

-Bien.

-¿Y entonces por qué no saliste hoy? A estas horas ya estás en la lavandería.

-No tengo ganas.

-¿Ya desayunaste?

-No, no tengo hambre.

-Pero es malo tomar medicina en ayunas, voy a comprar algo y prepararé el almuerzo.

-No tienes que… -respondio quedándose solo en un instante.

Media hora después Harry regreso con lo necesario poniendo manos a la obra, Draco se sentó en la cama viéndolo trabajar en la pequeña cocina.

-No me gusta –dijo al fin.

-Ni siquiera has probado lo que estoy haciendo.

-No hablo del almuerzo, digo que no me gusta que vengas a hacer y deshacer como si estuvieras en tu casa.

-Oh lo siento –respondio girándose a verlo.

-No te ofendas, es que solo que no me gusta que me hagas tantos favores.

-¡Ah! ¿Es eso? –Dijo con expresión de alivio regresando a hacer lo que estaba haciendo- No me molesta.

-Pero a mí sí.

-¿Porqué?

-No me gusta deberle favores a nadie.

-No me debes nada, ya hablamos de eso.

-De todos modos.

-¿Sientes que te pediré algo en determinado momento?

-¿Y no lo harás?... todos quieren una cogida gratis.

-No, yo quiero que me las des por tu propia voluntad.

Draco se quedó en silencio, entonces Harry volteó y soltó una carcajada viéndole el rostro.

-Eres un idiota –dijo Draco sonriendo.

Después de almorzar, Harry se la pasó haciendo trabajos de mantenimiento pero a la hora de comer regresó con Draco, quien ya no se sorprendió de tenerlo ahí de nuevo.

-¿A dónde vas todos los lunes? –pregunto mientras destapaba una soda sabiendo ya la respuesta, tanteando que tan franco sería Draco con él.

Draco dio una mordida a un trozo de pan decidiendo si contarle o no, pues fuera de Bambi nadie sabía a dónde iba los lunes.

-A un estudio de tatuajes.

Una chispa de emoción saltó en el pecho de Harry al ver que Draco había confiado en él diciéndole la verdad, así que sin poderlo evitar esbozó una sonrisa.

-¿Sabes tatuar?

-Sí.

-¡Vaya!... pero dibujas muy feo ¿no?

-Pero nunca has visto un dibujo mío.

-¡Oh eee…! Cierto ¿y tienes algún tatuaje? No se te ve ninguno.

-Sí tengo.

-¿Y qué es?

-Es un dragón.

-¿Dónde?

-En la espalda.

-¿Puedo verlo?

-Tal vez luego, tengo que desvestirme y me da pereza.

-De acuerdo ¿Por qué un dragón?

-Eres muy entrometido ¿sabías?

-Ya me lo habían dicho ¿Por qué un dragón?

Suspiró suavemente, esa misma pregunta se la había hecho Robbie y tampoco se la había contestado… ¿Cómo explicar que ese dragón significaba él mismo? Que significaba el nombre elegido por sus padres y que esperaba volver a ser llamado así algún día, que significaba una criatura indomable que lucha hasta el final… le costó mucho entender, aprender… le costó lagrimas y dolor comprender que sus padres no habían muerto por un fracasado, que tenía que seguir y levantar el vuelo como la criatura que tenía tatuada en la espalda.

-Porque me gustan.

-¿Solo por eso?

-Sí.

-Yo creo que más bien porque ese dragón es como tú.

-¿Cómo?

-Sí, enojón y escupiendo fuego a la menor provocación.

-Eres una perra –respondio riendo.

-Nunca hagas cosquillas a un dragón dormido.

-¿Qué?

-¡Harry idiota! –gritó Ron en su oído.

-¿Qué dijiste? –preguntó Draco de nuevo mirándolo fijo.

-Qué… que nunca hagas cosquillas a un dragón dormido ¿has visto al Señor de los anillos? Más bien la siguiente saga, donde sale el dragón ¿cómo se llamaba? –respondio riendo y tragando en seco.

Draco dio un sorbo a su soda y luego dijo:

-Smaug.

-¡Oh si, Smaug! Me encanta el Señor de los anillos ¿a ti no?

-Sí, son buenas.

Pasaron unos momentos en silencio mientras Harry se recuperaba de su resbalón.

-¿Pero luego entonces luego me lo dejas ver? –Draco se alzó de hombros sin dejar de comer- no es que quiera verte desnudo… bueno si quiero, pero eso es aparte.

-A lo mejor cuando me bañe y te llame para tallarme la espalda.

-¿En serio?

-No idiota –respondio riendo.

 

______________

 

 

La siguiente semana pasó sin ningún contratiempo fuera de las nauseas, mareos, insomnio y dolor de cabeza por los medicamentos y el dolor de pierna.

-Es todo por hoy Conall –dijo llamando a Conall por teléfono después de que su ultimo cliente se fuera a las 5:00 am.

-De acuerdo.

-Conall…

-¿Sí?

-¿Podrías subir un momento?

-Voy.

-Gracias.

-¿Qué pasa? –pregunto cuando Draco le abrió la puerta y lo hizo pasar.

-¿Sabes de algo que pueda ayudarme con mi pierna?

-¿Una muleta?

-No seas culo.

-¿Y entonces? –Pregunto Conall riendo de su propio chiste- ¿quieres calmar el dolor?

-Sí.

-Sí hay, dame unos quince minutos.

-Bien, gracias.

Nunca se había drogado, le parecía la manera más tonta de desperdiciar el dinero, pero de algún modo necesitaba recuperar la movilidad y calmar el dolor y acudir con un medimago estaba absolutamente descartado y tampoco confiaba en los médicos muggles, bien podrían ser un squib o alguien que podría dar el pitazo a Evan Hughes, sabía que era imposible que todos los médicos de Gran Bretaña estuvieran al servicio del mortífago pero no iba a arriesgarse, ser paranoico le había salvado el pellejo muchas veces.

 

_____________

 

 

Ese lunes amaneció sintiéndose mejor, así que después de hacer sus pendientes se dirigió al “Inmortal Tattoo Studio”; cuando llegó había gente en el vestíbulo mirando catálogos y en la otra habitación a los tres hombres con su respectivo cliente a cada uno; no era la primera vez que Draco estaba ahí con el estudio lleno,  de hecho platicaba con los clientes, pero en esa ocasión estaba callado mirándolos trabajar.

-¿Estás bien? –pregunto Robbie dándole una ojeada mientras trabaja en el omóplato de un joven recostado en su camilla.

-Sí.

-Faltaste dos semanas.

-Sí, no pude venir.

-Ah.

Pasó una hora antes de que Robbie pudiera dar por terminado su trabajo, hora en la que solo intercambio unas cuantas palabras con Draco.

-¿Un café, Koby? –ofreció Bianca con un vaso en la mano.

-Claro, gracias.

Pero cuando lo agarró se le resbaló de la mano cayendo al suelo.

-¡Oh perdón!... lo siento Bianca, soy un idiota ¿podrías prestarme algo para limpiar por favor?

-No te preocupes Koby, yo lo limpio.

Pero Draco no se quedó quieto y la siguió para regresar luego con un mechudo con el que limpio el suelo.

-Listo.

-Dámelo Koby, yo lo enjuago.

-Soy un torpe, lo siento.

-Hey tranquilo… ¿estás bien?

-Sí ¿Por qué?

-Por nada.

Cuando regreso al estudio, Robbie aun no terminaba de limpiar su área, pero en cuanto lo vio dijo:

-Ven acá -Draco lo siguió hasta su oficina en donde ya solos, Robbie dijo: -Mírame.

-¿Eh?

Robbie lo miró fijamente unos segundos.

-Estás drogado ¿verdad?

-No.

-¿No? ¿Acaso pretendes verme la cara de imbécil? -Draco estaba desconcertado pues era la primera vez que Robbie le hablaba de aquella manera- te lo preguntaré otra vez ¿estás drogado?

Draco solo lo miró en silencio sin poder decir nada, por lo que Robbie negó con la cabeza mientras continuaba hablando:

-No acepto a nadie como mi aprendiz y sin embargo a ti te abrí las puertas a pesar…

-¿De ser un puto? –interrumpió.

-No imbécil, a pesar de que todos me dijeron que era un error, pero yo confié en ti, pensé que eras diferente a los demás chicos que solo buscan sobrevivir sin mirar más allá, pensé que lograrías algo… pero ahora veo que me equivoqué.

-No es así –respondio sintiendo como un golpe cada palabra.

-¿No?

-No.

-Pues lo que veo me dice otra cosa y deberías al menos tener el valor de aceptarlo.

-Lo siento –musitó.

-No me importa si lo sientes o no, no quiero verte aquí otra vez –concluyó tomándolo de un brazo y jalándolo hacia la puerta.

-¡No, espera! –Exclamó soltándose- ¡No me corras!

-Pues si no te vas…

-Por favor… -musitó sintiendo sus ojos llenarse de lagrimas- esto es lo único… lo único que me mantiene de pie… si me corres de aquí, yo…

Robbie exhaló un suspiro y se cruzó de brazos, a pesar de su enojo ver las lagrimas del chico le hicieron quedarse callado dándole tiempo de recomponerse; Draco solo lloraba con la cabeza gacha, por lo que Robbie lo tomó de nuevo del brazo pero esta vez para llevarlo al sofá.

-¿Por qué lo hiciste?

-Yo… -comenzó a hablar después de sonarse la nariz con un pañuelo desechable que traía en el bolsillo- no quería hacerlo.

-¿Alguien te obligó?

-No…. –replicó entre hipidos- estas últimas semanas han… han sido muy pesadas… varias cosas se me han juntado…

-¿Cómo qué?

-Estoy tomando un PPE.

-¿Otra vez? –Exclamó sorprendido- Koby el año pasado fueron dos veces ¿Qué estas esperando, que te peguen un maldito sida?... lo siento –dijo levantándose- continúa.

-A raíz de eso mi pierna empeoró y no he podido trabajar bien… y Birdie subirá la cuota -Robbie lanzó un bufido ante la sola mención del chulo- El dolor está presente todo el tiempo, varios clientes se han molestado porque no puedo hacer determinadas cosas… yo no quería hacer esto Rob, de verdad, pero…

-Necesitas trabajar.

-Exacto… sé que tomar esas pastillas no son la mejor manera de lidiar con esto… de hecho no me gusta, me siento torpe y aletargado todo el tiempo pero… solo así he podido trabajar como antes.

-¿Y ya fuiste con un doctor?

-Sí, por eso estoy tomando el PPE.

-Para eso no Koby –dijo rodando los ojos- para tu pierna.

-¡No! no me gustan los medimagos.

-¿Los qué?

-Los doctores… no me gustan los doctores.

-Sí no es de que te gusten, es de que los necesitas.

-No iré a un doctor –respondio sorbiendo la nariz e intentando recuperar la compostura.

Robbie lo observó en silencio intentando imaginar que experiencia habría tenido con un doctor al grado de no querer ir con ninguno a pesar de estar muriendo de dolor.

-Koby…

-No me corras Rob, por favor… te prometo que estaré en mis cinco sentidos la próxima vez que venga.

-La próxima vez… ¿y los demás días?

Draco suspiro y bajó la vista.

-Robbie por favor…

-Te daré una oportunidad con una condición.

-Tampoco me pidas dejar de trabajar en esto, sabes que no puedo.

-Ya lo sé, lo que quiero es que vayas a un doctor.

-Ya voy al doctor.

-¡Para la pierna maldita sea, para la pierna!

-Rob estas muy alterado, nunca te había visto así.

-Tú haces que me ponga así –exclamó exasperado.

Draco jugueteó con el pañuelo desechable mientras sopesaba la situación; era cierto que no quería que un doctor chequeara su pierna, no confiaba en ninguno, pero ir al estudio de tatuajes era lo mejor de su vida, perder eso significaba perder el rumbo otra vez.

-Tengo un amigo, es médico.

-Rob…

-Escúchame, somos amigos desde que éramos niños, confío en él; además es la condición para que regreses aquí.

Draco lo pensó un momento y luego exhalando un suspiro dijo:

-De acuerdo.

-Bien.

-Dame la dirección.

-Le llamaré y le diré que te haga un espacio para hoy mismo –dijo anotando la dirección en un papel.

-¿Hoy mismo?

-Sí, quiero que dejes de meterte esas porquerías desde ya, sino tienes dinero te prestaré.

-De acuerdo –masculló no de muy buena gana.

 

 

 

 


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