Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Gigantomaquia por adanhel

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

En ese exacto momento, una estrella con cola plateada cayó del cielo cubierto por las cenizas. Shiryû sintió que un cosmo terriblemente violento invadía el Santuario.

-¿Mei?-dijo el Santo ciego, volteándose para atrás.

Pero él no estaba ahí.

Sin esperar o avisar a Shiryû, Mei retornó por el camino de los Doce Templos Zodiacales rumbo a la biblioteca, donde se encuentro con una imagen atemorizante. Un ventarrón de papel. Las páginas de libro, ahora en fragmentos, se esparcían por el aire y el suelo, en miles de pedazos.

Yulij yacía  tirada, inmóvil, en el suelo, con el vestido escarlata de la oficial auxiliar del Santuario. ¿Quién podría imaginar que ella registraría su muerte con su propia sangre en el libro de historia que tiene en manos?

-¡Yulij!

-¡Quirri!

Una risa por detrás de los estantes de la biblioteca. La muerte, vestida tristemente con Adamas de cornalina oscura, había violado las redomas protectoras del Santuario.

-¡Pallas!

-Humph... ¿es la marioneta de mi señor?–respondió el monstruo.– ¿El recipiente descartado aún vive?-el giga provocó a Mei, pisando el cuerpo muerto de Yulij.

-Ahora, tú…

-¿Quieres morir también?–preguntó Pallas, levantando las garras teñidas de sangre, enredadas con los cabellos plateados de Yulij.

Las batallas de los Santos son libradas a un paso de la muerte. Por alcanzar la esencia de la destrucción, pudiendo hasta romper los mismos átomos, hay veces en que las disputas se deciden en un instante y de forma cruel. Este puede ser el futuro de cualquier Santo: seriamente herido, sin Cloth, atacado por sorpresa por un enemigo cuyo poder se equipara al de los Guerreros de Athena, en este caso, un Giga poderoso.

El Santo Femenino muerto no tuvo la menor oportunidad: la protección de la estrella de Yulij se agotó. Para Mei, es la muerte de una compañera insustituible, con quien luchó lado a lado por Athena.

-Ese Cosmo maligno... ¿es uno de los Gigas?–preguntó Shiryû, entrando en la biblioteca.

-¡Quirri! ¡Un mocoso de bronce más!–lo desdeñó Pallas.

-No te acerques, Shiryû.-avisó Mei.

-Si estás preocupado por mi ceguera, puedes olvidarlo. ¡El Santo de Dragón no es inferior a ningún otro!

-No es eso.-replicó Mei.-¡Este enemigo es mío! Fui yo quien rompió su sello.

-¡Ah, como debe ser frustrante...–continuó Pallas–Ustedes finalmente consiguen salvar a esta niña y ella es asesinada así tan fácilmente. ¡Corté su garganta con estas garras, arranqué sus cabellos y su máscara! ¡Que felicidad!

-¡Quieto, animal! ¡No voy a tolerar más ese tipo de cosas en las Tierras Sagradas del Santuario!–Shiryû es incapaz de contener su ira.

-¡Quirrirri! ¿Van a anotar las acciones del gran Pallas en esos libros?

Pallas lanzó por lo alto la máscara de Yulij, que escondía detrás de sí. La máscara cayó al suelo y se quebró por el medio.

-Tu nombre no va a existir en ningún lugar.-negó Mei.

-Tienes razón. Todos los Santos insignificantes serán asesinados... No va a quedar ninguno para contar la historia.

-No confundas las cosas.-la voz de Mei cargaba el peso del destino que le fue impuesto.-Esta es la Gigantomaquia... no tiene sentido registrar esta batalla en la historia.

En ese momento, surgió de la nada una caja con un traje sagrado, la Cloth de Cabellera de Berenice, atendiendo el llamado del cosmo de Mei. Hasta el mismo Shiryû, privado del sentido de la vista, pudo sentir la oscuridad de la urna con la imagen en relieve de una mujer de lado.

La tapa se abrió y la urna reveló su interior. En ella no hay luz, solo sombras que parecían jugar cual luminosidad, surgiendo la bella estatua de una mujer de perfil, con largos cabellos, la prueba de que el portador de la caja es un Guerrero Sagrado, capaz de dominar las fuerzas más poderosas de la Tierra.

Es la primera vez que Mei usa por libre y espontánea voluntad la Cloth de su constelación protectora. Cabeza, torso, brazos, cadera, rodillas: la figura femenina de la estatua se divide en partes que se moldean y se fijan en el cuerpo del joven. El traje protege al Santo elegido por la constelación.

Esa es una Cloth de tiempos perdidos, que permaneció sellada por mucho tiempo. La primera cosa que llama la atención en ella son los grandes escudos negros de las hombreras, que recuerdan a las alas de un cuervo. Gracias a complejas conexiones que permiten cualquier movimiento, los escudos se funden a los dos protectores de los brazos sin perjudicar la movilidad del Santo.

El yelmo recuerda al mismo tiempo los protectores usados por luchadores de box y un ornamento femenino. Las placas del pectoral, cadera y abdomen son leves y finas, y en las piernas la única protección son las rodilleras. Es una Cloth de curvas suaves, que presentan la imagen femenina que la originó, a pesar de ser intensamente negra.

-Mei, tu Cloth parece una nebulosa oscura, trayendo dentro de sí la materia que originó las estrellas.-comentó Shiryû. Podía sentir la explosión de cosmo en el interior de Mei y la fuerza del traje negro que acumuló en sí toda la luz: el origen de la vida.

Un filo cortó el aire, soltando chispas, invisible mientras rompía la velocidad del sonido.

-¿Quirri...?–el Giga estaba boquiabierto. Sintió que algo pasó por su cuerpo, más no conseguía identificar qué.

-¿No dicen ustedes que la lucha entre los Gigas y los humanos no necesita motivos?–provocó Mei.-Entonces no necesitaremos palabras.

Para sorpresa de Pallas, Mei permanecía de pie, inmóvil, con los dos brazos relajados sin asumir ninguna posición de ataque o defensa. El Giga decidió atacar al joven en su aparente vulnerabilidad, tomando impulso en el suelo de la biblioteca. Las hojas del libro destruido volaron por los aires y la distancia entre los dos combatientes disminuyo súbitamente. Los brazos extrañamente largos de Pallas se doblaron como ramas de sauce y sus garras poderosas avanzaron en dirección de la garganta de su oponente, pero el golpe mortífero apenas cortó el aire.

-¿Quirri?–una vez más, Pallas estaba confundido.

El monstruo concentró su fuerza en su puño y levantó las garras, pero algo cayó inesperadamente, como si fuera una bola mal lanzada. Era una mano, con garras: la mano del Giga, que se rehusaba a creerle a sus propios ojos.

–¡Mi brazo... Mi brazoooooooooooooooooooooo!!!!

Una absurda cantidad de sangre chorreaba de la muñeca cortada. Pallas sintió vértigo, intensamente perturbado por la visión.

-No lo notaste, pero tu brazo fue cortado hace rato...–dijo Mei.

-¿C... cuándo? ¿Cómo?–preguntó el Giga, saltando para atrás.-¿Quirri?–Pallas se sobresaltó, enderezando la columna.

Pasó su mano izquierda por su nuca, lentamente, percibiendo que ahí también había sangre. El monstruo investigó el espacio detrás suyo con las garras de la mano que le quedaba, oyendo un sonido agudo, parecido al de la cuerda de un instrumento musical. Solo entonces percibió que estaba preso en una jaula de hilos finísimos, más finos que las cuerdas de un piano, estirados en todas las direcciones a su alrededor.

-Son hilos de orichalcum.-explicó Mei.

-¿Quirri...? ¿Cómo es eso? ¿Todos esos hilos son parte de tu Cloth?

Sorprendentemente, la unión del antiguo orichalcum con el gammanium y polvo estelar asumen allí la espesura de una hebra de cabello, pero manteniendo su resistencia.

-Cada uno de esos hilos es una hoja afilada.-continuó Mei.-No te muevas o tu cabeza va a volar por los aires sin que lo notes, así como tu brazo.

Con un leve movimiento de muñeca, Mei controló los hilos cortantes, que se lanzaron a lo largo de la máscara de Adamas del Giga. Preso en una jaula de Orichalcum, Pallas no podía siquiera defenderse.

-Di el nombre de mi estrella.-ordenó Mei, en el mismo instante en que los hilos cortantes estallaban. Varias luces de la biblioteca se apagaron dejando aquella parte del recinto en la más completa oscuridad.

-¿Vas a aprovechar la oscuridad para huir?–preguntó el Giga.

-¿Huir?–Mei soltó una risa burlona.-Esos hilos son mis ojos y mis oídos. Ellos son recorridos por mi Cosmo.

Solo Pallas está perdido en las tinieblas. Así como Mei, Shiryû no tiene ninguna dificultad por causa de la falta de luz.

-¡Gyah!–un grito más de Pallas en la oscuridad, seguido por el golpe seco de algo cayendo en el suelo–¡Aaaayyy! ¡Rayos, mi otra mano!

-¡Di el nombre de mi constelación!–insistió Mei.

-Tú eres... el Santo... de Cabellera...–el Giga gemía de dolor.

-Mei, de Cabellera.-declaró el Santo de Athena. Las vibraciones de los hilos de orichalcum entonaron una canción: una voluntad homicida, oscura y negra, envuelta por una profunda tristeza.-Está es la orden de la muerte, Giga. LOST CHILDREN! (Niños Perdidos)

-¡Quiiiiiiiiiiiiiii!–Pallas gritó, desesperado, como si quisiese rasgar su garganta con su voz.

-Que se haga pedazos.–Mei presionó todos los hilos a la vez.

Pallas se calló en la oscuridad, su voz ahogada por la sangre que llenaba su garganta. Mei se preparó para el golpe final, pero Shiryû detuvo su mano.

-¿Por qué?–preguntó Mei.

-Si no lo impidiese lo habrías matado.–dijo Shiryû.–Pero Mei, lo que yo siento al verte es un instinto asesino que no se satisfacería aunque cortase al enemigo en pedazos.

-Yulij... fue muerta así. Fue así como ese tipo la mató.–se justificó Mei.

-No importa. Ese es un acto inaceptable para un Santo. La venganza no está en la voluntad de Athena. Además de eso, necesitamos hacerle algunas preguntas a ese Giga.

Pallas está ahora sin los dos brazos, separados completamente de su cuerpo. El Giga se agitaba como una gallina a la espera del sacrificio.

-Entonces, Giga, ¿dónde está tu dios Typhon?–preguntó Shiryû.

-¡Quirri, quirri!

-¿De qué te estás riendo?

-Cuando nuestro señor alcance su verdadero poder, ni la misma Athena será capaz de detenerlo, mucho menos los Santos.–Pallas hablaba con dificultad, echando sangre por la boca.–¡Al final, delante de su verdadero poder, hasta el mismo Zeus, el mayor de los dioses del Olimpo, huyó!

-¿Cuál es el objetivo de Typhon? ¿Su verdadera razón? Si quiere dominar la Tierra, ¿por qué provoca erupciones que pueden destruirla?

-Sus pensamientos están mucho más allá de los humanos... encima hasta de nosotros mismos, los Gigas.

-¿Por qué los Gigas le rinden culto y siguen a un dios como ese?–continuó Shiryû.-¡Un dios que domina con el terror! ¡Una fe que no ofrece paz de espíritu!

-El terror es la fuente de nuestra fuerza.–respondió Pallas.–Los Santos, en su insignificancia, serán todos muertos. Nuestro señor tiene hijos. Los Gigas, hijos del dios, están entre nosotros. Viejos Gigas, como yo, ya no son necesarios... ¡Alabado seas, Typhon...!–fueron las últimas palabras del monstruo.

Su cuerpo se sublimó en ese momento junto con su armadura de Adamas, desapareciendo completamente de un momento a otro.

-¿Que fue eso?–Shiryû tragó en seco.

-Ese es el “temor” de Typhon.– explicó Mei.–A aquel que pronuncie el nombre del dios al que rinde culto se le arrancará la lengua y perderá el habla. Quien escuche su nombre, dicho por su dios, verterá sangre por los oídos y enloquecerá. Esa es la creencia de los Gigas.

-¿Ustedes dos están bien?

Las luces se encendieron con la entrada de Nicole en la biblioteca

–¡Yulij!–el oficial mayor se horrorizó delante de la tragedia.-Fue el Giga Pallas...–susurró.

-Pallas se suicidó pronunciando el nombre de Typhon.–dijo Mei.–Era el último de los Gigas cuyos sellos rompí.

El joven aún estaba sorprendido por sus habilidades de Santo. Siente que el traje le estaba enseñando a manipularlo. Se movía guiado por la Cloth. En sus manos, los hilos cortantes son como parte de su cuerpo.

-Tengo noticias de Typhon.-la voz de Nicole interrumpió los pensamientos de Mei.

-¿Usted descubrió alguna cosa?-el joven levantó el rostro en la dirección del oficial mayor, que respondió con una voz pesarosa.

-Shun...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).