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Gigantomaquia por adanhel

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Terremotos hacen temblar a la isla de forma tenebrosa, como si se estuviera expresando el odio acumulado de los Gigas sobre el Etna.

Seiya está enterrado sobre las cenizas recientes que caen en la ladera del volcán. Fue lanzado contra el lateral de la montaña por el impacto del cuerpo de Agrios, la Fuerza Bruta. La sangre que recorre su frente es absorbida rápidamente por el suelo esponjoso.

-¡Que increíble es el poder de los Gigas!–piensa el Santo, percibiendo una fisura en su Cloth de Pegaso, a la altura del pecho.–Así que la historia de que todos los Santos fueron derrotados no era mentira...

Seiya sabe que solo alguien capaz de exteriorizar su Cosmo, que domine su misma técnica de lucha, sería capaz de dañar su traje sagrado, más resistente que cualquier metal del universo.

-Mira hasta dónde has llegado, Pegaso.–Agrios se aproxima al joven en su Adamas azul, pisando las cenizas lentamente.–Si no hubieras sido detenido por la montaña, habrías cruzado el Mediterráneo hasta África.

-Exageras.-responde Seiya, irguiéndose. Su rostro está lleno de hollín.

-¿Todavía puedes hablar tonterías después de recibir mi Crag Press? Estoy impresionado.

Seiya y Agrios se enfrentan sobre el declive resbaladizo, a diez metros el uno del otro. Aun cuando ningún ataque de lucha o de artes marciales podría ser detenido a esa distancia, para los Santos, que luchan a velocidades supersónicas, ese es un espacio mínimo.

-¡RYÛSEI KEN! (Puño Meteoro)

-¡Es inútil!–sonríe Agrios, mientras los dos se cruzan en el aire, envueltos en ondas de impacto.–Para mí, eso es como una picada de mosquito.

De hecho, en ese momento es alcanzado por centenares de meteoros y no muestra ninguna reacción, permaneciendo inmóvil todo el tiempo.

-¿Cómo es posible?-piensa Seiya, perplejo.–Por más que su Adamas sea resistente, no existe nada que no pueda ser destruido por...

-No tienes como vencer.-dice el gigante, interrumpiendo los pensamientos del Santo.–Confórmate con la derrota, Pegaso. ¡Es el fin!

Y una vez más, Agrios toca el suelo con una de sus manos, curvándose para ganar impulso. Para ese terrible gigante las artimañas son innecesarias. Le basta lanzarse sobre el oponente con su durísima armadura y el peso sobrehumano de su cuerpo.

-¡CRAG PRESS!

El suelo parece explotar con el avance de Agrios levantando una enorme columna de cenizas. Seiya no consigue desviarlo y el gigante agarra sus pies como en un juego de fútbol americano, lanzando al Santo sobre el suelo con todo el peso de su cuerpo a una velocidad avasalladora.

-¡AHH!–Seiya escupe involuntariamente un chorro de sangre, formando una especie de neblina rojiza en el aire. Su nuca alcanza el suelo con un desplome sordo.

Agrios contempla por unos segundos la eficacia de su técnica, soltando lentamente el cuerpo inmóvil de Seiya, con la expresión satisfecha de haber cumplido el trabajo.

-¿Será que le quebré todos los huesos?–se pregunta, mirando con desprecio a Seiya, que está prácticamente enterrado en las cenizas, mucho más golpeado que cuando fue lanzado por el gigante hace poco. El cuerpo del joven absorbió toda la energía destructiva de la armadura y de la impresionante masa corporal de Agrios.

-Podría matarlo si quisiera.-continua, levantando con una sola mano el cuerpo de Seiya, ya envuelto en las cenizas que se acumulan incansablemente.–Pero no habría tenido sentido traer a los Santos al Etna. Sin mencionar que, si lo matase, tendría que escuchar los pesados sermones de Thoas y del Maestro Enkelados. Entonces, ¿me haces un favor?–su voz se torna maliciosa.–Permanece vivo solo un poco más. Después de acabar nuestro asunto, yo terminare matarte, ¿de acuerdo?

Un rayo de luz se esparce por el aire repentinamente. Agrios es tomado por sorpresa por el disparo del meteoro de Seiya, que hasta ahora parecía moribundo. Los enemigos vuelven a tomar distancia entre sí, mientras un viento fuerte arrastra las cenizas del suelo.

-¡Vamos, deja de estar diciendo cosas sin sentido!-provocó el Santo.

-¡Mocoso!–Agrios tembló de rabia, tambaleándose un poco por causa del golpe.-¡Tú habías perdido!–su casco de Adamas fue arrancado, revelando un rostro de rasgos altivos y marcados, que contrastaba con su grosera forma de ser.

-Perdiste la cabeza junto con el casco, ¿eh?–continuó Seiya.– Ocurre que también perdí la paciencia contigo.

-¿Este es el Cosmo de Pegaso?–el gigante parece darse cuenta por primera vez del enorme poder del Santo.

-¡No voy a morir en este lugar!–dice Seiya.-¡Me levanto cada vez que caigo! ¡Y al final voy a derrotarte!

-¡Ya te dije que no levantaras más la nariz!–una tercera vez, Agrios pone la mano sobre el piso. Gritando, cuando sus ojos desbordan de odio, y encara a Seiya fijamente.- Enciéndete, mi Cosmo... ¡Enciéndete! ¡CRAG PRESS!

Nuevamente el suelo parece explotar. Los dos chocan en el aire en un sonido pesado que pone fin al movimiento. Una cantidad tremenda de sangre tiñe el suelo cubierto de cenizas. Agrios tiene un enorme corte en la frente y gime de dolor con su voz gutural.

-Un Santo nunca recibe el mismo golpe dos veces.–dice Seiya, esquivando la tentativa de ataque del gigante.

-¿Tú has visto a través de mi Crag Press?

-Mi Cosmo me lo ha mostrado.

Seiya suspende por la espalda el cuerpo tambaleante de Agrios. Su Cosmo provoca una explosión avasalladora, proyectando al joven cuando salta, volando por el cielo y llevando consigo al Giga, que deja un rastro de sangre.

-¡No es posible... mi cuerpo enorme… un insignificante Santo...!

Poseyendo el aura alada de Pegaso, Seiya desciende en dirección a la tierra, haciendo que su enemigo caiga de cabeza al suelo.

-¡PEGASUS ROLLING CRASH! (Choque Giratorio de Pegaso)

Con eso, una estrella colosal cae del cielo. El impacto estremece la tierra con la fuerza comparable a un choque de un asteroide, abriendo un enorme cráter en la montaña. La figura de Seiya emerge de una nube de cenizas gigantesca. El Santo tambalea ligeramente y dobla su rodilla.

“Eso estuvo cerca”, dice para sí mismo. Está en un estado de excitación tan grande que no sabe si reír o caerse para atrás del susto. Él está consciente de que no habría vencido la lucha si no hubiese arriesgado su propia vida. Tener la habilidad de dominar la esencia de destrucción significa que cada batalla de un Santo contra un oponente a su nivel es una visita a los dominios de la muerte.

Seiya no siente más el Cosmo de Agrios, hasta hace poco tan agresivo y brutal.

-¿Dónde está Shun? ¿Mei...?–se preguntó, moviéndose con dificultad y caminando en busca del Cosmo de sus compañeros.

***

La cadena estelar tiembla en la penumbra, formando una galaxia espiral.

-Esta es la Nebulosa de Andrómeda.-repite Shun, envuelto por una barrera impenetrable.–Ahora no tienes manera de acercarte siquiera un paso hacia mí.-le dice a Thoas, el Relámpago Veloz, encarándolo.

El arma se mueve con vida propia, levantando vigorosamente las cenizas del suelo.

-¿No me digas?–la confianza del gigante permanece imbatible.

-Si pretendes atravesar la cadena, recuerda que pondrás en riesgo tu vida.–avisa Shun.

Sin embargo, Thoas de todas maneras lanza un golpe rápido como una descarga eléctrica.

-¡Protégeme Cadena Circular!

El metal gira en el aire como ondas agitadas, repeliendo con éxito el relámpago. Thoas se retira después de dos embestidas de la cadena.

-En ese caso, entonces...–el gigante se mueve alrededor de Shun con una velocidad varias veces superior a la del sonido, cercando al Santo con innumerables imágenes de sí mismo. Es imposible seguir con los ojos ese movimiento supersónico y Shun en ese momento no consigue identificar la verdadera posición de Thoas.

Pero la Cadena de Andrómeda es inmune a ilusiones de ese tipo. Cuando el gigante intenta lanzar un golpe en dirección al Santo, ella localiza su posición y lo alcanza con una explosión que hace que la ceniza volcánica acumulada se levante por el aire.

Con el choque, la máscara de Adamas de Thoas cae al suelo.

-Te dije que no podrías acercarte a mí.

Shun de Andrómeda permanece intocable en el campo de batalla rodeado por las cenizas. Su cadena se mantiene en formación, formando una nube de estrellas.

-Pues bien.–Thoas levanta sus manos hacia su rostro recién descubierto.-Tienes motivos para estar tan confiado. Tu cadena tiene una capacidad impresionante.-continua, alineando sus largos cabellos negros.-Realmente no ofreces ninguna brecha, sirve como ojos, oídos... más que eso, vale más que los cinco o seis sentidos, pues percibe al enemigo a través del Cosmo.

-Las ilusiones no funcionan contra ella.–completa Shun.–A medida que mi Cosmo aumenta, la cadena se vuelve más y más capaz de repeler cualquier ataque, por más rápido que sea.

-Entiendo.-la voz de Thoas mantiene una calma misteriosa.–La Nebulosa de Andrómeda es una mezcla integrada de defensa y ataque.

-Vamos a acabar con esta batalla sin sentido.–dice Shun, que como siempre escucha a su instinto pacifista.– No quiero golpear a nadie, aunque sea un enemigo.

El gigante no cree lo que está oyendo.

-Tú no puedes estar hablando en serio. Si te estás burlando de mí, tienes una personalidad bastante maliciosa detrás de ese rostro de doncella.

Pero Shun reafirma su posición.

-Golpear y matar sin motivo alguno... ¡yo no consigo hacer eso!

Sus palabras son una declaración franca, algo impensable para un Santo que tiene la guerra como oficio.

-¿Sin motivo? Hummm…–Thoas piensa por un instante –O sea, si tuvieras motivos, matarías al enemigo. Entonces, ¿no consigues luchar sin el estímulo de alguien? Necesitas un empujoncito, ¿es eso? ¿Tu determinación tiene que estar basada por palabras ajenas?

- ...bien...

-Eres cobarde y mediocre. Me das asco.-su voz se vuelve repentinamente dura y seca. Ya te lo dije: Santos y Gigas no necesitan de preguntas de honor o grandes misiones para enfrentarse hasta la muerte. No es necesario decir nada, la lucha es librada en nombre de las creencias.

-¿Entonces debemos luchar por luchar, sin razón alguna? ¿Cómo los demonios o los Rakshasa?

-Pretendes disculpar demasiado tus actos, Andrómeda. No estoy interesado en tus lamentos y niñerías. Tu letanía llena de compasión golpea mi espíritu.

Shun siente que el espíritu de Thoas se fortalece. Como una espada japonesa que gana brillo y belleza en las manos de un artesano, el Cosmo del gigante se vuelve cada vez más afilado y límpido.

El artesano que fabrica la espada no tiene miedo de producir instrumentos de muerte, ni tampoco nutre intenciones homicidas cuando perfecciona una Katana. Las guerras, a su vez, no pasan de combates entre armas y escudos, desapasionadas, completamente desprovistas de sentimientos.

-Esto es fruto de la humillación a la que me expusiste.-le dice Thoas, sobre su Cosmo creciente, e inesperadamente golpea a Shun.

Una herida, luego dos. Un hilo de sangre brota de los brazos del Santo, más la hemorragia va volviéndose seria a medida que nuevos cortes aparecen en todo su cuerpo.

-¿Cómo es posible? ¿Por qué la barrera impenetrable de la cadena no funciona?!

-No te sorprendas tanto, muchacho.–Thoas apunta su dedo en dirección a Shun, haciendo surgir un brillo agudo y un sangrado.

El Santo está siendo atacado por ondas de impacto, finas como agujas, lanzadas por la mano de Thoas como proyectiles. El gigante es su propia arma poderosísima y sus ataques atraviesan el cuerpo de Shun sin necesidad de tocarlo.

-Tú dices que la Cadena de Andrómeda te defiende de los ataques enemigos conforme su Cosmo se eleva...–explica el monstruo, con satisfacción.-Basta, entonces, elevar mi Cosmo más que el suyo, lanzando un ataque a una velocidad superior al instinto de defensa de la cadena.

Shun percibe que la sangre no se detiene, chorreando continuamente de las heridas. Así mismo, el menor corte, minúsculo como agujero de aguja, sangra de una manera que asusta.

-Es el STIGMA (Estigma).–continua el Giga, acompañando los pensamientos del Santo.-No es una herida común. Un corte provocado por mi jamás cierra.

-¡¿Pero cómo...?!

-No es difícil para alguien que domina completamente los flujos de sangre y energía vital del ser humano. Esa técnica fue desarrollada originalmente para que podamos ofrecer a nuestro dios cada gota de sangre de los sacrificios hechos en su nombre.

Uno de los soldados rasos asesinados en el Santuario la noche anterior había sido muerto por ese ataque, fatal hasta para los Santos, que son de carne y hueso y mueren al perder un tercio de la sangre de su cuerpo.

- Niño, en pocos minutos estarás muerto en medio de dolores suaves y placenteros…–una pausa y el Giga habla para sí mismo.–Entre nos, a mi no me gustan esas palabras.

Shun cae de rodillas, perdiendo las esperanzas. Thoas se acerca y le dice, con una voz aparentemente cariñosa:

-Vamos a acabar con esta batalla sin sentido.-el gigante es pura burla.

Su próximo paso es interrumpido por una temible reacción de la cadena.

-Eres un mal perdedor. Tu cadena perdió toda la fuerza.

-No me gusta luchar. La verdad lo detesto.-Shun levantó el rostro, encarando a Thoas mientras sus manos agarraban las cenizas en el suelo.-Es como dices, yo vivo atormentándome… vivo en duda sobre lo que hago.

El Giga percibe el Cosmo de Andrómeda, creciendo rápidamente aunque el muchacho esté casi muerto, con poca sangre en las venas.

-Más yo aprendí a luchar.-Shun continua, intentando mantener la firmeza en su voz a pesar que la flaqueza domina su cuerpo.-Tengo que luchar, ignorando el sufrimiento que eso me causa. Yo lucho. No soy más un bebé llorón…–el Santo usa todas sus energías para tomar su posición de lucha, colocando su cadena enfrente.

-Entonces, aunque estás condenado a morir por el Stigma, no admites tu derrota. Por lo menos no mientras la cadena exista.

-¡Vamos, Cadena Angular!

El arma avanza hacia el oponente dejando un rastro en zigzag, acompañada de impulsos eléctricos. Thoas reacciona gritando:

-¡THUNDER WAVE! (Onda de Trueno)

Chispas se proyectan en el aire. El gigante detiene la cadena con sus manos, ignorando completamente la electricidad que emana de ella.

-¡No puedo creerlo! ¿Inmovilizaste la cadena?–Shun no consigue creer lo que ve.

-Entonces este es el poder del ataque de la cadena... ¿capaz de encontrar al enemigo rompiendo el espacio?-nuevamente Thoas se dirige al Santo de Andrómeda con una serenidad imbatible.-Pero, aun cuando es capaz de alcanzar a los enemigos a años-luz de distancia, jamás alcanzaría al “Relámpago Veloz” a esta velocidad. Con ese ataque, muchacho, abreviaste aún más el poco tiempo que te queda.

Thoas agita la cadena, haciendo que Shun tambalee, a pesar que la presión aplicada es mínima. La presión sanguínea del muchacho cae progresivamente, haciendo que el flujo de la hemorragia causada por el Stigma comience a disminuir por poco. Sus extremidades y sus dedos están blanquecinos y hormigueando, sin fuerzas.

-Aunque me gustaría saber...–el Giga parece divertirse con el sufrimiento de Shun.-Al final, ¿eres fuerte o débil, Andrómeda? En algunos momentos demuestras la fragilidad de una doncella, en otros la bravura digna de un Santo. Tu espíritu es demasiado inestable, es enmarañadamente torpe y, francamente, incomprensible para mí.-hizo una pausa como si esperase una respuesta, pero esta no llego.-No tiene más fuerzas para hablar... voy a matarlo entonces, aplastando su cadena, destruyendo así su última esperanza.

Thoas cruza los brazos, asumiendo por primera vez una posición de combate.

-Recibe entonces la técnica más poderosa de Thoas...

Pero Shun aún tiene fuerzas para gritar:

-¡Protégeme, Cadena Circular!

-¡AVENGER SHOT! (Disparo Vengador)

Un rayo de luz rasga una nube de estrellas. El impacto del puño de Thoas, cien veces más poderoso que el ataque de sus dedos, destroza la nebulosa. Para desesperación de Shun, la Cadena de Andrómeda está en el suelo, sin reaccionar.

-Ahora eres un pájaro sin alas.-se burla el gigante, preparándose para un último golpe, ciertamente fatal, ya que Shun no tiene más cadena para defenderse.

Pero segundos antes que Thoas lance el ataque final, percibe algo extraño en sus pies. Sin que se haya dado cuenta, la superficie ennegrecida de la montaña adquirió una tenue cobertura blanca. Una sensación helada.

-¿Qué es eso, nieva en pleno verano siciliano?-se pregunta, estupefacto.

La helada va cubriendo la montaña, el frío sobre el suelo. Cristales de hielo cada vez mayores y más numerosos se acumulan por todas partes.

-Eso no es una ilusión.-una voz se anticipa al surgimiento de la figura imponente de un joven rubio vistiendo una Cloth blanca.

Su presencia emana un brillo gélido sobre la montaña de fuego, ahora en plena tempestad de nieve.

-¿Quién eres tú?

-¡Hyôga!–es Shun quien responde la pregunta del gigante.

-¿Estás bien, Shun?–pregunta, sin mirar a su compañero caído, pero en cambio encara a Thoas fijamente.

El Giga percibe por el traje sagrado del joven que se trata de otro Santo de Athena.

A pesar del nombre japonés. Hyôga tiene ojos azules, por ser hijo de Natassia, una rusa, y de un japonés, Mitsumasa Kido. Es uno más de los hijos no reconocidos del viejo, uno de los cien medio-hermanos enviados a los más diversos lugares del mundo para volverse Santos. Uno de los diez sobrevivientes de aquel entrenamiento mortal.

-Soy Hyôga, de la constelación del Cisne.

Su traje sagrado es una Cloth de hielo, originaria de las eternas gélidas árticas. Tiene alas esculpidas en bajorrelieve en la región pectoral, y una máscara con adornos en forma de plumas. El conjunto sinuoso transmite una impresión de suavidad, reflejando en el aire del Santo, que parece salido de una novela europea.

Ya no es más un niño, pero aún no es un adulto. Posee un brillo peculiar, raramente encontrado en jóvenes de su edad, que le confiere un aire de nobleza. Sus ojos, de un azul limpio, es lo que más destaca su rostro, que parece rechazar la intimidación ajena al mismo tiempo que expresa soledad y nostalgia.

-Entonces la caballería llegó retrasada... Por lo visto dominas la energía del frío, Cisne. Interesante.

-¿Tengo que conversar contigo?–Hyôga no está interesado en dar cualquier explicación al gigante.

-Que chico antipático... Mejor así.–Thoas decide partir directamente al ataque.-¡Muere junto con Andrómeda! ¡AVENGER SHOT!

El más poderoso golpe de Thoas parece avanzar sobre Hyôga rompiendo la cortina de nieve, pero pasa de largo por el Santo y corta apenas el aire.

-¿Cristales de hielo...?–el “Relámpago Veloz” titubea.

-Eso es mi KAL´TSO (Circulo de Hielo). ¿No notas que tus piernas están congeladas?

El gigante no entiende como pudo ocurrir eso tan rápidamente. Los círculos de cristal de hielo aumentan en cantidad gradualmente, enfriando cada vez más las piernas de Thoas sobre el Adamas. Cristales de hielo de los más variados tamaños acechan como ilusiones en campo nevado, en pleno verano de Sicilia.

-Adiós, Giga.

¿Qué es el Cosmo del frío? La temperatura es una medida de agitación molecular. Cuando más intensa es la agitación las moléculas en una sustancia mayor es su temperatura, y cuando menos intensa, menor es. La relación entre calor y frío es de dinámica y estática. Si la técnica de lucha que destruye átomos es dinámica, ocurriendo a través del calor, aquella que interrumpe el movimiento es la técnica de inmovilización, que actúa por el frío.

-¡DIAMOND DUST! (Polvo de Diamante)

Hyôga de Cisne es uno de los pocos Santos que dominan la técnica de hielo. Su golpe poderoso hace que Thoas, el Relámpago Veloz, permanezca inmóvil en el campo de nieve y cenizas volcánicas, derrotado. El Santo se voltea hacia Shun.

-No te muevas.-dice, lanzando un golpe en dirección al Santo de Andrómeda. Su dedo índice toca la Cloth de Shun a la altura del corazón, haciendo que la hemorragia del STIGMA se detenga inmediatamente.-Toqué un punto vital de Shinôten.-explica Hyôga.-Eso detiene las hemorragias.

-¿Cómo llegaste aquí? ¿No habías vuelto a Siberia Oriental?

-Fue Kiki. Athena lo envió a llamarme. Ella quiso que los ayudara.

-Athena... la señorita Saori hizo eso por nosotros…

-Kiki está descansando al pie del volcán.

Sin duda, ir hasta Siberia y después a Sicilia en un tiempo tan corto debió agotar al pequeño.

-Espero que no hayamos hecho a Kiki exceder sus límites.-aunque él mismo esté debilitado, Shun mantiene su generosidad y preocupación con los otros.

-¿Dónde están Seiya o Mei?–preguntó el Santo del Cisne, ya sabiendo del reaparecimiento de Mei y del pavoroso retorno de los Gigas, informado de toda la situación por Kiki.

-Nos separamos cuando luchábamos contra los Gigas...–Shun se levantó tambaleante, guardando la cadena para aliviar su estado.

Mientras que la propia Cloth de Andrómeda no fuera destruida, la cadena se mantendría a través de energías inter dimensionales, recuperándose completamente aunque fuera rota en una batalla.

-Puedo sentir el Cosmo de Seiya, pero está muy débil.

-Vamos a reunirnos de una vez. Estoy preocupado por Mei. Es imposible que alguien sin Cloth consiga derrotar a uno de esos Gigas.

-Es verdad...–concordó Shun, llevando sus manos a la frente al ser dominado por un fuerte mareo.

-Has perdido mucha sangre. No debes moverte mucho en ese estado. Es mejor que te quedes descansando.

-No, está todo bien conmigo.

-Está bien.-Hyôga mostró una sonrisa.-A pesar del hecho de que digas que estás bien no significa gran cosa...

Shun mostró una leve sonrisa y los dos Santos retomaron la subida al Etna, en dirección al Cosmo de Seiya.

 


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