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Nuestro Secreto por midhiel

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Charles nunca imaginó que tras separarse en la playa, Erik ocultaría semejante secreto. Para colmo, un malentendido propiciado por Hank empeoraría las cosas. ErikMpreg. Situado durante los eventos de DOFP.

 

 

Aquí les traigo un nuevo fic de ErikMpreg. Está dedicado a @CamiHolland115. Espero que te guste.

 

Agradezco a @KiKaLoBe por su ayuda.

 

Esta historia se sitúa durante los eventos de DOFP.

 

 

Nuestro Secreto. Cherik (ErikMpreg)

 

Primero

 

 

 

Dentro del avión privado de Xavier, mientras Hank McCoy piloteaba hacia París para detener a Raven y James “Logan” Howlett se había quedado dormido en un asiento, lleno de alcohol para soportar ese viaje con su fobia a las alturas, Erik observaba a Charles. No podía hacerse la idea de que su otrora amigo y amante hubiese sacrificado su don en pos de volver a caminar. Cuando abrieron la puerta del ascensor en el Pentágono, Charles había sido la última persona que esperaba que lo recogiera, después de todo lo que habían vivido. Sí, después de que en diez años ni se hubiese preocupado por él.

 

Erik había tratado de contactarse dos meses después de la separación en Cuba. Había viajado hasta el portón de la mansión en Westchester, solo para que Hank convertido en Beast, lo atendiera y lo enviara al demonio. Erik había insistido porque necesitaba la ayuda desesperada del telépata pero el joven, ya gruñendo y con ganas de desgarrarlo, le espetó.

 

-Siempre fuiste un egoísta que pensó solo en sí mismo, Lehnsherr. Mientras que Charles está lleno de empatía, tú no puedes sentir la más mínima compasión. ¿No te das cuenta del daño irreparable que le hiciste?

 

-¡Déjame ver a Charles! – ordenó Erik y con un parpadeo suyo, los barrotes de hierro vibraron. Le estaba demostrando que iba a partir el metal del portón si no lo obedecía.

 

Hank se tranquilizó y aunque no recuperó su forma humana, dejó de gruñir porque se daba cuenta de que lo que Magneto necesitaba era una prueba y él iba a dársela. A regañadientes, abrió la puerta.

 

-Sígueme – lo invitó.

 

Erik sintió una oleada de náuseas, que refrenó frotándose el estómago. Era por su condición, la noche anterior había descubierto que estaba esperando un hijo, y también por la ansiedad que le producía volver al lugar donde había vivido el mejor romance de su vida.

 

Caminaron los dos por el sendero de la avenida arboleada hasta que Hank le hizo un gesto para que se detuviera, se inclinaron juntos para espiar a través de unos arbustos frondosos y Erik vio lo que jamás hubiese imaginado ver: Charles estaba sentado en su silla de ruedas, besando a Moira. Tal fue su estupor, que se hizo a un lado para vomitar.

 

Hank, que lo odiaba por haber abandonado a Charles en la playa, se conmovió solo un poco, y sintió remordimiento por haber sido tan cruel.

 

-Lo siento, Erik, pero no había otra manera. Tenías que ver la verdad con tus propios ojos.

 

Erik le lanzó una mirada de odio y se puso en posición de vuelo.

 

Hank bajó la cabeza y se mordió el labio. Sentía pena por Magneto, increíblemente la sentía, pero su fidelidad a Charles hizo que no lo detuviera.

 

Erik se marchó de Westchester con el corazón hecho trizas y guardándose su secreto.

 

Ahora que volaban rumbo a París, Erik se dio cuenta de que en algún momento la relación de su ex amante con Moira había fracasado, claro que él no sabía que aquel beso que espió había sido la táctica de Charles para borrarle a la agente la memoria y sacársela de su vida para siempre.

 

Desde su asiento, Xavier terminó su vaso y se sirvió más whisky. Estaba claro que seguiría bebiendo hasta emborracharse. Erik suspiró desde el suyo. No podía creerlo pero lo seguía amando. Giró la cabeza y encontró un juego de ajedrez en su respectiva caja. Solo Charles podía tener uno en su avión privado. En silencio lo preparó y se acercó a su antiguo amante para hacer las paces con una partida.

 

Dialogaron o, mejor dicho, discutieron antes de empezarla. Charles le sacaba en cara lo que había sufrido por su culpa: no solo por la parálisis, sino por el descontrol mental que lo obligó a anular su mutación por medio del suero.

 

Erik iba a revelarle el secreto que mejor guardaba pero calló. Total su ex amante ya no contaba con la telepatía y no podría leerlo. Él también había sufrido, demasiado, y se podría decir que en buena parte Charles tenía la culpa. Magneto había abandonado la playa de Cuba con un hijo de Xavier en las entrañas. Quiso regresar con él para que lo acompañara en el embarazo y lo criaran juntos pero ese beso con Moira le destruyó la ilusión por completo. Dio a luz en soledad dentro de un hospital frío y aséptico, y fue lo suficientemente afortunado para conocer a una enfermera que lo atendió cuando estaba convaleciente: Susan Dane.

 

Erik tuvo una hija y la llamó Lorna porque era el segundo nombre de su madre. La adoraba y quiso entregarse a ella en cuerpo y alma, pero sus hermanos mutantes lo necesitaban y por eso viajó a Dallas para proteger al Presidente.

 

Magneto parpadeó para que Charles no viera sus lágrimas, y movió un peón. Al pensar en Lorna se había desconcentrado y prácticamente le entregó la partida. Lo que Xavier tuvo que hacer fue mover dos piezas más y le quitó el rey.

 

-Gracias, Erik – lo miró Charles con esa sonrisa genuina que Erik no había visto en tantos años.

 

-Me desconcentré – se excusó Magneto, nervioso, dándole a entender que no le había regalado el juego.

 

-No, quise decir gracias por este momento – explicó Charles con calma -. Por este juego, por hacerme olvidar que tú y yo – no pudo resistirse más y se inclinó para besarle los labios.

 

Erik suspiró al sentir su piel en su boca pero el recuerdo del dolor vivido lo hizo apartarse.

 

Charles se dio cuenta de que era demasiado impulsivo y retrocedió. Ambos necesitaban tiempo para sanar pero estaba convencido de que podrían reconciliarse y volver a ser la pareja enamorada que habían sido en la juventud.

 

Horas más tarde, el comportamiento de Erik tratando de asesinar a Raven durante la firma del Tratado de Paz, su huida y el posterior ataque a la Casa Blanca, le quitaron la ilusión.

 

…………………….

 

Después de que Charles detuviera a Raven en Washington, Magneto huyó mientras la mente de los demás estaba congelada para que no lo atrapasen. Se acababa de ganar el rango del terrorista más buscado y se refugió en un bosque para buscar aliento. La bala de Mystique apenas le había rozado el cuello pero necesitaba atención médica. Recargado contra el tronco de un árbol, se limpió la sangre, que ya le había teñido la capa, y pensó en qué hacer a continuación. Después de su actuación, la reconciliación con Xavier quedaba descartada, también la estancia en el país porque todas las fuerzas de seguridad lo estarían buscando. Pensó en Lorna, en su adorada Lorna a la que había tenido que abandonar para viajar a Dallas sin pensar que no volvería a verla. Erik lloró desconsoladamente y recordó que Susan era una enfermera y podría atenderlo.

 

Buscó fuerzas para emprender el vuelo hacia Denver pero la pérdida de sangre lo mareó y cayó pesadamente al piso. Lo último que oyó fue la voz de Hank gritando:

 

-¡Aquí está, Charles! Lo llevo a Westchester enseguida.

 

 

………………

 

 

Abril de 1963

 

Erik se estaba adaptando a su nuevo estado con seis meses de embarazo. A la incomodidad del vientre se le sumaban malestares generales, dolores de espalda y abdominales, y fiebre porque aunque se hubiese preñado por la evolución mutante de su organismo, seguía siendo un hombre. Se había recluido en un departamento en Denver y había perdido contacto con los demás mutantes. No quería que nadie lo viera en ese estado y sintiera compasión o, peor, le avisara a su ex amante. Sabía que Charles no intentaría quitarle la criatura pero su traición al reiniciar una relación tan pronto con MacTaggert, le provocaba náuseas y dolores peores que el embarazo. Erik se llamaba a sí mismo un sobreviviente y quería arreglárselas por su cuenta antes que pedir ayuda. Después de que la fiebre le subiera la noche anterior, se había acostado y ahora estaba cubierto con las cobijas hasta el cuello, mientras tiritaba de frío. El vientre le dolía tanto que se había hecho un ovillo y respiraba hondo para tranquilizarse. Pensó que no le quedaba otra que llegar a un hospital pero si se presentaba en público con un embarazo de seis meses siendo un hombre, provocaría un escándalo y ocurriría lo que más temía: que los homo sapiens los convirtieran a él y a su hijo en ratas de laboratorio.

 

Prefirió esperar un par de horas más y si ni el dolor ni la fiebre cedían, tomaría la decisión drástica. En medio del sopor febril, agotado por el sufrimiento y las demandas del embarazo en su cuerpo, se quedó dormido. Soñó que yacía en su cama en Westchester y sostenía a un bebé dormido con el aspecto de un recién nacido. La criatura estaba envuelta en una manta de tela delicada, y se la veía tranquila y feliz. Él estaba feliz también y sonrió. Sintió unos labios húmedos en la mejilla y volteó la cabeza. Era Charles, sonriente, quien lo besaba para sentarse a su lado en la cama. Se notaba que podía caminar y tenía el mismo aspecto juvenil y entusiasta que cuando lo conoció. De alguna forma las cosas habían salido bien para la pareja porque ahora estaban juntos disfrutando de su hijo.

 

Erik se sintió en paz y olvidó su malestar, la angustia y soledad que lo envolvían. Al cabo de un rato despertó del sueño para encontrarse en el lecho de su departamento en Denver. Pudo incorporarse porque el dolor había pasado y la fiebre también. Se observó el vientre abultado y sintió el movimiento de la criatura, solo que esta vez no le dolía como otras veces. Se podría decir que fue la primera vez que disfrutó sentirla dentro suyo. Se masajeó la zona baja donde sufría el mayor malestar porque llevaba todo el peso de la barriga y quedó en silencio. Erik era consciente de sus limitaciones y del peligro que corría. Había vivido la mayor parte de su vida en riesgo pero ahora tenía un hijo al cual proteger. Pensó en buscar la forma de comenzar a tener controles médicos y encontrar algún hospital para dar a luz ya que solo le quedaban tres meses más. Era increíble cómo el tiempo había pasado volando porque le parecía que fuera ayer cuando convivía con Charles y los demás mutantes en Westchester, y ellos se amaban en secreto y no tan en secreto. Recordó al telépata, su piel, su aroma, su belleza porque Magneto lo consideraba hermoso. Solo Charles había sabido amarlo, el recordar sus caricias aun le provocaba escalofríos y en momentos como estos las echaba de menos.

 

El sueño había sido placentero y amargo a la vez. Con ese sabor agridulce de un momento ucrónico porque Erik estaba convencido de que no ocurriría jamás, se levantó con cuidado para prepararse algo que comer.

 

……………………..

 

1973

 

Charles había rastreado a Erik por medio de Cerebro y así lo había hallado en el bosque, de donde Hank lo rescató cuando cayó inconsciente. Beast había volado en el jet con Magneto y cuando llegó a la mansión, ya Charles lo estaba esperando para que juntos lo atendieran. Le limpiaron la herida y Hank lo medicó con antibióticos porque comenzaba a infectársele. Le quitaron el traje para ponerle un pijama cómodo y mientras lo hacían, Charles reparó en una cicatriz que le atravesaba el vientre. Suspiró imaginando los conflictos en los que su ex amante había estado metido, y sin pensarlo, le pasó el dedo a través de la línea. Parecía un corte profundo y quirúrgico por la exactitud pero lejos de plantearse una cirugía, se preguntó en qué contienda le habían atravesado la barriga de punta a punta. Hank lo trajo a la realidad, pidiéndole que le acercara la camisa.

 

Ahora Erik yacía en la cama donde había dormido en el tiempo que vivió en Westchester. Seguía sin recuperar la consciencia pero Hank y Charles entendían que se trataba de un sueño reparador. Estaba boca arriba, cubierto con las sábanas hasta el pecho. Charles acababa de acomodarle la almohada y no quería apartarse de su lado.

 

Hank estaba comenzando a sentir remordimiento por aquella vez que incitó a Erik para que viera el beso de su amigo con Moira. Se daba cuenta de que así había alejado a Magneto. Se preguntaba si había actuado bien, sabía que lo había hecho de buena fe, no había duda porque fue para ahorrarle a Charles el sufrimiento de una relación que él. Hank, un ratón de biblioteca recién enamorado de Raven, no podía entender el amor de Erik hacia Xavier. Pero ahora se planteaba que quizás, con su accionar había convertido a Magneto en una persona más cerrada y agresiva, y a Charles, en alguien sin esperanzas.

 

-Me quedaré con él, Hank – determinó el telépata -. Por si despierta en medio de la noche.

 

El joven comprendió que Charles se quería quedar a su lado solo y se retiró.

 

Charles observó a su antiguo amante. Una sola idea corría por su cabeza: meterse en su mente y leerlo porque la curiosidad lo carcomía por saber qué había sido de Erik en todo ese tiempo. Años atrás se había jurado que jamás volvería a entrar en esa cabeza, y había mantenido el juramento hasta ahora.

 

Con mucho cuidado, el telépata se concentró y se introdujo dentro de los pensamientos de la persona que más había amado, más que a su hermana, más que a sus amigos, más que a sí mismo.

 

Erik sufría dolores terribles. Estaba en pleno trabajo de parto y había conseguido llegar al hospital a duras penas. Había ingresado por una puerta lateral para eludir a la gente y se había presentado en el pasillo del área de cirugía. Tenía una capa oscura con capucha para ocultar su rostro y su estado. Al llegar, se recargó en una pared retorciéndose de dolor. Creía que se moriría allí mismo. El metal de los picaportes, bancos y demás objetos vibraba peligrosamente. Se fue deslizando por la pared con ambas manos apretándose el vientre hasta que quedó sentado en el piso. No se animaba a gritar ayuda porque todavía no podía digerir la idea de que necesitaba el auxilio de los homo sapiens que tanto había despreciado. Pero cuando sintió que las entrañas se le partían, no tuvo más opción que gritar.

 

Lo vieron y corrieron a socorrerlo.”

 

Charles se retiró de su cabeza aturdido. No podía creer lo que acaba de observar. Erik había dado a luz. El telépata sabía que los mutantes varones podían concebir como una segunda mutación en su organismo, pero una cosa era leer una teoría como esa y otra saber que la persona que amaba había pasado por esa situación. ¿Y la criatura? ¿Qué había sido de ella?

 

Seguramente así Erik había conseguido esa misteriosa cicatriz. ¿Quién sería el otro padre? ¿Podría ser él? Tanta curiosidad lo obligó a entrar otra vez en su memoria.

 

“Encontró a Erik más tranquilo porque la anestesia le había calmado el dolor y ahora se disponían a abrirlo. Estaba en el quirófano y abría y cerraba los ojos. Los ojos verdes de una mujer detrás de una mascarilla lo aliviaban porque le recordaban a los de su madre. Era una enfermera que para tranquilizarlo le dijo que se llamaba Susan y que todo saldría bien. Erik cerró los ojos. A los pocos minutos escuchó el llanto que tanto había anhelado oír y los abrió.

 

El médico declaró que era una niña sana.”

 

Charles volvió en sí más aturdido. Había sido una niña que había nacido sana y salva. Entonces, ¿dónde se encontraba ahora? Erik debía haberse separado de ella al ir a prisión o tal vez antes, la habría dado en adopción, o escondido, o.   .    . Charles estaba demasiado nervioso y comenzó a oír las voces otra vez. Rodó las ruedas para alejarse de la cama y apretarse la cabeza. Le costaba enfocarse y las voces lo estaban mareando. Tenía que marcharse para inyectarse el suero pero no quería dejar solo a Erik.

 

-¿Qué estoy haciendo aquí, Charles? – le reclamó la voz calmada pero confundida de Magneto.

 

El telépata hizo un esfuerzo en medio del mareo y lo observó. Erik había despertado, se tocaba el vendaje del cuello y trataba de sentarse en la cama.

 

-Tú me rescataste – suspiró Magneto, asombrado. Miró a su ex amante de una manera particular -. También puedo sentir que estuviste en mi cabeza porque mis ideas están revueltas. ¿Qué viste, Charles? – se inquietó -. ¿La viste a ella?

 

Charles pasó saliva, cuidando las palabras. La migraña ya se estaba yendo y podía concentrarse.

 

-Vi que tuviste una hija, solo eso – guardó un silencio que se volvió incómodo -. ¿Quién es su otro padre?

 

-Tú.

 

Charles perdió el control.

 

-¿Yo? ¿Era mía? – le reclamó -. ¿Por qué nunca me enteré? ¿Cómo no me lo dijiste? Vi que tuviste que colarte en un hospital para traerla al mundo. ¿Cómo no viniste por ayuda, Erik? Para contármelo, para que tú y yo.   .   .

 

-Vine cuando estabas demasiado entretenido besando a Moira – le recriminó con bronca -. Fue dos meses después de que nos separáramos.

 

Charles estaba más confundido que antes y sacudió la cabeza. ¿En qué universo paralelo él había sostenido una relación con la agente MacTaggert?

 

-Hank me invitó a ver el espectáculo – continuó Erik con sarcasmo para refrescarle la memoria -. Llegué apenas me enteré de que estaba esperando a nuestra hija. Tu amigo Beast no quiso dejarme pasar hasta que lo amenacé con torcer los hierros del portón como si fueran de goma y recién aceptó que entrara. Me llevó hasta unos arbustos y vi cómo la besabas, tú en tu silla, ella toda emperifollada como si estuviese por asistir a una fiesta, la besaste, Charles – siseó -. La besaste como si se tratara del amor de tu vida.

 

-Estúpido, Hank – susurró Charles, entendiendo al fin -. ¿Cómo pudo hacer algo así? Él sabía que me la estaba quitando de encima.

 

-No busques excusas, Charles – reclamó Magneto, claro y frío -. Aunque pude entender que hayas querido rehacer tu vida después de que nos separamos en la playa, pensé tontamente que yo tenía un lugar más importante y tardarías en buscar a otra persona.

 

-¡Mierda, Erik! – exclamó el telépata -. El día que me viste besarla, le estaba borrando los recuerdos para que no nos entregara a la CIA. Moira no es una traidora pero podían quitarle la información de un modo u otro y tuve miedo. Por eso la invité a pasear por el jardín y aproveché para borrársela.

 

-¿La engañaste con un beso? – preguntó Erik descreído -. ¡Charles! Esa mujer gustaba de ti.

 

-No he sido una buena persona – confesó el telépata arrepentido.

 

-De una manera u otra siempre te estás disculpando, Charles – observó Magneto hastiado -. Luego, sermoneas y ya, después de todo lo que pasé, ya no me importa.

 

-¡Erik! – exclamó.

 

Magneto se acomodó con claras intenciones de seguir durmiendo. No estaba de ánimo para discutir.

 

-De todas formas, gracias por la cama, por la curación, por todo – concluyó -. Buenas noches.

 

Charles estaba triste. Sentía remordimiento y furia por no haber sabido antes que tenía una niña. Sufría el arrepentimiento por el beso a Moira porque de esa manera había desencadenado la huida de su amante llevándose a su hija. Eran demasiadas ideas y él también estaba cansado. Iba a preguntarle si deseaba que permaneciera en la habitación con él pero conocía a Erik y si estaba ofendido y exhausto, no tendría una respuesta amigable. Por el momento lo importante era que Magneto había regresado a Westchester y estaba a salvo.

 

 

……………………

 

 

¡Hola! ¿Qué les pareció el primer capítulo? Tuve que cambiar los eventos históricos para que me cerrara la trama y por eso, como una ucronía, JFK no fue asesinado en 1963 sino más adelante.

 

 

 

 

 

 

 

 


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