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Adaptable por lady_chibineko

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Título: Adaptable

Autor: Lady chibineko
(Miembro de la Orden Sirusiana)
(Miembro de la Mazmorra del Snarry)
(Alumna de la casa de Hufflepuff en Media Noche en la Torre de Astronomía)

Disclaimer: Todos los personajes de este fanfic pertenecientes a la novela y serie Good Omens son propiedad exclusiva de sus autores Neil Gaiman y Terry Pratchett, así como a Amazon Studios y BBC Studios. Yo solo escribo sin fines de lucro y por diversión.

Advertencia: Este es un fic slash, lo que quiere decir relación chico-chico; si no es de su agrado este tipo de lectura por favor no sigan.

Dedicatoria: Este fic participa en el evento Angelito Secreto del grupo de Facebook Good Omens FANS LAT. Para Kanda Mariana Sierra ¡Feliz Angelito Secreto! Espero que el pequeño fic te guste.

~.~.~.~.~.~

Capítulo III

Anthony J. Crowley era un atado de nervios sin duda, pero ni eso iba a detenerlo.

No le había dicho nada a Ezra (si, si se sabe el nombre de su pareja, solo que prefiere llamarlo Ángel ¿Problema? ¿No? Bien), pero había postulado por un puesto de practicante en una de las más grandes empresas de todo Gran Bretaña, si no es que del mundo entero: Heaven Enterprises & Co., y había pasado la primera ronda y el examen de conocimientos, el médico y el psicológico... y ahora iba por la entrevista personal, y si todo salía bien, iría a darle las buenas nuevas a su amado.

Beelz iba a perder a sus dos trabajadores estrella, pero siempre había alguien dispuesto a ser explotado por el sueldo que ella ofrecía.

Esta era una oportunidad de oro, no solo porque iba a hacer su curriculum vitae 1000% más apetecible para buenos puestos de trabajo en el futuro, sino porque en empresas como esa, incluso el sueldo de un practicante era bastante decente.

Y Adam y Ezra merecían lo mejor que él pudiese ofrecer.

Sí, esta era una oportunidad más que soñada.

Esperó largo tiempo en la salita de espera de la oficina principal de la empresa, a donde había sido citado; pero finalmente lo llamaron.

Acomodó su traje lo mejor que pudo y siguió a la persona que lo llamó hasta una elegante oficina que al parecer era para atender socios y clientes, y allí lo esperaba una dama de apariencia bastante distinguida.

¡Vaya! Si así eran los de recursos humanos, definitivamente quería una oportunidad allí.

- ¿Anthony J. Crowley?- el mencionado asintió- Tome asiento por favor, vamos a empezar su entrevista.

Anthony dio una inspiración profunda y procedió a sentarse donde le fue indicado.

No fue nada del otro mundo, la dama tenía una carpeta con una copia de toda la documentación que había enviado así como otros documentos que suponía eran los resultados de sus pruebas.

Hablaron de sus aspiraciones con la oportunidad dada, su experiencia, las áreas que le interesaban. Todo bastante estándar.

Y aún así la entrevista superó la hora y dejó a Anthony exhausto.

- Bien, eso es todo por ahora, pero estoy en buena autoridad de asegurarle, señor Crowley, que escuchará pronto de nosotros.

Anthony asintió y esperó paciente a que le diesen la venia para retirarse, pero la mujer se le había quedado viendo de manera fija, como perdida por un momento en sus propios pensamientos.

- Hay... ¿Hay algo más que necesite? ¿Algún tema pendiente?- preguntó Anthony entonces, tratando de salir del impase.

Como respuesta ella se mordió el labio inferior de una forma extrañamente familiar.

- A decir verdad, si hay algo más, pero no tiene nada que ver con el puesto de trabajo.

Anthony gruñó internamente.

Genial, ahora de seguro perdía la oportunidad de su vida, pero él prácticamente era un hombre casado y de de todas maneras no bateaba para ese equipo.

El de cabello rojo abrió la boca para decir que 'Gracias, pero no gracias', que ya tenía a alguien en su vida; cuando de pronto la puerta se abrió dejando ver a un hombre alto, de cabello oscuro y ojos violáceos que le resultaba extremadamente familiar a Anthony, aunque no estaba seguro de dónde.

El sujeto obviamente carecía de todo tipo de modales, pues ni siquiera se le ocurrió tocar la puerta antes, y tampoco pareció reparar en su persona en aquél lugar, o tal vez era que no le importaba.

- Me dijeron que estabas aquí.- empezó, definitivamente dirigiéndose a la mujer mayor, quien por cierto no parecía muy feliz que digamos por la interrupción; cuando las palabras pararon de improviso y aquellos ojos violeta se posaron sobre él con mayor interés.

- ¡Tú!- dijo entonces con un aire de ultraje que dejó descolocado a Anthony, como si su simple presencia en aquél lugar fuese una terrible ofensa- ¡Te fui a buscar al taller de autos pero nunca estabas! ¡¿Y ahora estás aquí?! ¡¿Qué demonios haces aquí?!

Anthony parpadeó confundido tras las gafas oscuras. El sujeto en serio le sonaba de algún lugar, pero no estaba seguro de donde en realidad. Mucho menos tenía idea de que había hecho para enojarlo tanto, porque si hablaba del taller entonces tenía que ver con un auto, y su trabajo en cualquier tipo de auto siempre había sido impecable y de calidad.

Trató de ubicar al tipo por un par de segundos extra, pero fue inútil.

- Pues si tanto desea saberlo, estoy aquí por una entrevista de trabajo ¿Lo conozco de algún lugar?

- ¡¿Una entrevista?! ¡¿Crees que puedes venir a exigir un trabajo de la nada solo porque seguro sabes dónde está Ezra?!- gruñó el recién llegado mientras se acercaba con actitud peligrosa al pelirrojo y en una acción completamente fuera de lugar, le arrancó de un manotazo los anteojos a Anthony, quien cerró los ojos de inmediato.

- ¡¿Y cómo te atreves a usar esto frente a ella?! ¡Una completa falta de resp-!

- ¡GABRIEL! ¡Es suficiente!

- ¡¿Pe- pero...?!

- Dije, que es suficiente. Devuélvele al señor Crowley los lentes y discúlpate.

- ¡¿Qué...?! Pero... Pero... ¡Te está faltando el respeto!

La dama emitió un suspiro exasperado.

- No si es por una condición médica.

Un sonido estrangulado salió de la garganta de aquél furibundo hombre, y el par de lentes fue puesto en una de las manos de Anthony, quien se los volvió a colocar con premura y debatió rápidamente entre exigir explicaciones o salir corriendo de allí por su propia paz mental.

Contra todo buen juicio, eligió lo primero.

- Con todo respeto señora ¡¿Qué demonios sucede?!

- ¡¿Cómo te atreves a hablar...?!

- ¡Dije basta, Gabriel! Y no lo voy a repetir una vez más.

El aludido se cruzó de brazos molesto, y la dama miró a Anthony con algo de incomodidad.

- Creo que es hora de que me presente formalmente, señor Crowley. Mi nombre es Diora Grace, y el recién llegado es mi hijo, Gabriel Grace.

¡Santa...! ¡Lo había entrevistado la CEO de Heaven Enterprises & Co. en persona!

- Pero lo más importante, soy también la madre de Ezra. dijo la mujer con calma, pero la revelación golpeó a Anthony con la fuerza de un martillo en medio del estómago.

- ¿Cómo?- preguntó el pobre hombre de manera débil.

- Como si no estuvieses tratando de conseguir algo a cambio de decirnos donde está Ezra.- retrucó Gabriel con el entrecejo fruncido- Pero no vas a conseguir nada ¡Así que viniste en vano!

Una bofetada sonó en la habitación, y Gabriel se tocó la mejilla mirando a su madre incrédulo.

- Te lo advertí. Ahora cierra la boca.- la dama, la madre de Ezra, se volteó hacia Anthony y emitió una pequeña sonrisa- Lo siento tanto. No era así como esperaba llevar esta conversación.

Anthony se hundió aún más en el asiento, y Diora le sirvió un vaso de agua.

- No tenías idea ¿Verdad?

Anthony negó.

- No me sorprende. Ezra nunca ha visto el apellido Grace como un beneficio. Supongo que fue por eso que se lo cambió legalmente.

- ¡¿Se lo cambió?!- preguntó Gabriel incrédulo, dándose cuenta de que por eso no había podido localizar a su hermano en los dos años que llevaba buscándolo.

- ¡Oh, si! Una semana después de cumplir los 18 empezó el trámite. Hace muchos años que su apellido es Fell ¿Es que acaso no lo sabías, Gabriel?

- ¡¿Fell?!- preguntó sin embargo este con desdén goteándo en su voz, y aquello solo logró que su madre le dirigiese una nueva mirada helada.

- ¿Alguna queja contra el apellido de soltera de tu abuela? ¿Mi madre?

Gabriel tragó y negó, optando por fin por quedarse callado.

- Pero... pero.. ¿Por qué nunca me dijo nada?- preguntó Anthony, más para sí mismo que para los otros dos en la habitación.

- ¡Oh, querido! Como dije, para Ezra la familia no es un beneficio, y tras enterarme de como mis hijos mayores lo trataron y desmerecieron sus logros, no lo culpo por alejarse.

- ¡Madre!- se quejó Gabriel.

- Usted... ¿Usted sabía que estaba conmigo?- preguntó Anthony inseguro.

- Desde el inicio.- respondió la dama- Y le dí la libertad para que lograse sus propios triunfos a pesar de los obstáculos puestos por mi hija mayor. Y admito que estaba lista para levantarlo cuando cayese, pero no fue necesario. Y me siento absolutamente orgullosa de él, y realmente deseo decirselo.- la mujer suspiró una vez más con desazón- Y también debo aceptar que es mi culpa no haberlo hecho aún.

Anthony frunció el entrecejo.

- Y... ¿Y por qué se fue Ezra entonces?

Diora le dio una última mirada a Gabriel, quien a su vez miraba incrédulo a su madre tras las revelaciones hechas en los últimos minutos.

- Me temo querido, que en la familia soy la única que ve los logros de Ezra como algo positivo. Por alguna razón que no logro entender, sus hermanos mayores decidieron que si no se involucraba en la empresa, entonces sus decisiones no tenían ningún valor. Un pensamiento por completo fuera de lugar, si me lo preguntas.

- ¡Pero Michael dijo...!

- Gabriel, tu hermano no desea ser programador de sistemas, sino bibliotecologo. Si algo tan simple no puede entrar en sus cabezas, el problema es de ustedes, no de Ezra. Y por última vez, guarda silencio o retírate de aquí.

Tras un gruñido, el aludido se sentó en uno de los asientos, echando chispas por los ojos.

- Entonces... aceptaron mi solicitud por...

- ¡Oh, no querido! El que hayas postulado al puesto sin duda me ha dado la oportunidad de preguntar por mi niño, pero aunque no fuese así, eres perfecto para estar aquí. Tus notas son sobresalientes y las cartas de recomendación de tus docentes resaltan justo las cualidades que se necesitan en Heaven Enterprises. Tenerte va a ser más en nuestro beneficio que el tuyo. Sin embargo debo de admitir que saber que eras prácticamente familia es un bono extra. Y hacía mucho que deseaba conocer al amado de mi hijo.

Un jadeo de incredulidad se escuchó desde donde estaba Gabriel, pero Diora lo ignoró por completo en favor de continuar mirando a Anthony.

- ¡Ngk!- Anthony se encogió en su asiento, deseando desaparecer.

¡La madre de su Ángel sabía!

- Y está también el hecho de que eres el hijastro de Lucifer Young, quien no solo fue uno de los más importantes socios de la empresa, sino también un buen amigo. Se vanagloriaba de ti a cada instante tras las reuniones, señalando al inicio lo buen muchacho que eras, y luego el amoroso hermano mayor que resultaste. Y ahora, cuidas también de mi Ezra, así que lo único que puedo hacer es darte las gracias por ello. Gracias.

¿Quién era esa mujer? ¡Anthony no le había contado ni a su Ángel sobre su padrastro, solo le dijo de manera vaga que éste había sido dueño de su propio negocio.

Realmente quería que la tierra se abriese y lo hiciese desaparecer.

- Yo... Yo no... Él... cuida de mi también. Desde el inicio.

Diora asintió.

- Podrías ¿Serías tan amable de contarme cómo le va? Por favor. Lo que sea, sin importar lo insignificante que resulte. Cuéntame sobre mi niño.

Y tras una profunda inspiración, Anthony decidió dos cosas.

La primera era que no podía culpar a Ezra por haberle ocultado información sobre su vida familiar, no cuando el mismo Anthony también se había guardado datos importantes.

Lo segundo, no podía dejar a una madre desesperada en el aire, no se lo desearía a nadie. No le hubiese gustado que se lo hubiesen hecho a su mamá.

No lo contaría todo, pero tal vez algunas cosas sería suficiente para haber feliz a la madre de su Ángel ¿Y su futura jefa? ¡Ngk!

- Pues... le faltan aún dos años para acabar la carrera... Pero ya tiene un trabajo en su campo y es bueno, muy bueno. Estoy muy orgulloso de él.

~.~.~.~.~.~

La mañana de aquél lunes amaneció como la de cualquier otro día lunes. La pareja se levantó y fue a despertar al pequeño de 6 años que dormía abrazado a su perro.

Prepararon el desayuno y desayunaron de manera animada.

De allí, la situación cambió.

El lugar de ponerse ropa vieja para limpiar el lugar, y encender el viejo equipo de sonido con lo mejor de Queen, Anthony se alistó cuidadosamente, se puso su mejor traje, exigió besos de la buena suerte de parte de Adam y de Ezra (y alguno de Perro también le cayó), y finalmente salió del departamento hecho un atado de nervios, aunque lo negase con vehemencia.

Una vez que la puerta de entrada del departamento se cerró tras Anthony, Ezra suspiró y decidió seguir con lo que quedaba de la mañana, arreglando un poco y preparando el almuerzo, antes de alistar a Adam y a Perro y salir con ambos ya alimentados del lugar.

Pronto empezaría a laborar en la Biblioteca, y aunque intentaría seguir teniendo los lunes libres, lo más probable es que eso no sucediese, así que tenía que aprovechar los lunes que le quedaban.

Pero no era momento de pensar en aquello.

- ¿Listo para irnos, Adam?

- ¡Si! Pero ¿No vamos a limpiar la casa?- preguntó el niño un poco preocupado.

- Oh, definitivamente. Pero una vez que regresemos ¿De acuerdo?

Adam asintió, tomando con la diestra la correa de Perro y con la otra mano siendo sujetado por Ezra.

Fueron a la estación de buses y tomaron uno que los llevaría al lado elegante de Londres, luego tomaron un taxi hasta su destino final.

Ezra aspiró aire de manera profunda, recordándose que no era tiempo para echarse atrás.

Si las cosas no habían cambiado, y dudaba que lo hubiesen hecho, su madre estaría en uno de sus viajes de negocios y 1 ó 2 de sus hermanos en la empresa, pero siempre había alguien en casa trabajando desde el estudio, siempre disponible para resolver cualquier problemas que se originase fuera del ambito del negocio familiar.

Y Ezra suponía que él caía en esa categoría de momento, como un problema de esos que no tenía que ver con la empresa. Y si de él dependía, nunca lo haría.

- ¡Wow! ¡Que casota! ¿De quién es Ángel?

Ezra le ofreció una pequeña sonrisa al niño.

- De mi madre. Y de mis hermanos, supongo; si es que nadie más decidió mudarse.

Adam abrió la boca con sorpresa.

- ¿Vivías aquí?

- Pues sí. Pero conseguí un mejor lugar para vivir ¿Cierto?

Una sonrisa iluminó el rostro del niño como respuesta.

- Vamos, hay que tocar la puerta y acabar con esto de una vez. Tenemos que regresar a casa para hacer la limpieza semanal.

Ezra avanzó hasta la reja de entrada y tocó el timbre.

- Residencia Grace.- saludó una voz ronca y conocida.

- Buenas tardes, señor Shadwell. Me preguntaba si está alguno de mis hermanos en casa, desearía tener unas palabras con alguno... Y tal vez recoger algunos libros que dejé al irme.

- ¡Señorito! Si, si... Un momento, un momento.

La voz del intercomunicador se cortó y las rejas se abrieron de manera automática, lo que Ezra tomó como señal para avanzar por el camino hasta la puerta de entrada de la casa.

Al llegar, la puerta se abrió de improviso, y una figura familiar lo recibió.

- Michael.- saludó el rubio con voz neutra.

- Ezra.- fue la respuesta fría.

Bien, enfrentar el mal mayor era bueno, era justo lo que quería; se repitió a sí mismo el rubio tratando de darse ánimos.

La mirada de la mujer se movió hacia el niño y el perro al lado de su hermano menor. Ezra rodó los ojos ante la falta de sutileza.

- Vienen conmigo ¿Podemos pasar?

La mujer asintió y se movió de lado, dejando a los otros pasar.

Ezra fue de frente a la sala y soltó la mano de Adam, quien pronto tomó asiento en el sofá, el cual se veía más cómodo que los sillones, donde rebotó un par de veces antes de ofrecerle una sonrisa traviesa a Ezra.

El rubio le guiñó un ojo igualmente travieso y Adam sonrió de nuevo, antes de sacar un juguete del morral que llevaba consigo y se pusiese a jugar con Perro luego de resbalar hasta el suelo.

Ezra entonces giró sobre su sitio, encarando a la mayor de sus hermanos.

- Bien, no tiene sentido dar vueltas o fingir que te interesa lo que ha sido de mi vida; así que supongo que iré de frente al asunto que me ha traído.

Michael lo miró frunciendo el entrecejo.

- ¿Y qué puede ser? ¿Admitir que te fue mal? ¿Venir a pedir dinero con la cola entre las patas?

Y allí estaba la actitud que lo obligó a irse en un primer lugar, negativa y condescendiente.

- No. A decir verdad me va bastante bien. Incluso si te las arreglaste para congelar mi fideicomiso a menos de 24 horas de haberme ido de la casa, cosa a la que no tenías ningún derecho ¿Sabe madre lo que hiciste? ¿Gabriel o Uriel? Porque sé que fuiste tú.

La reacción de Michael ante esas palabras fue justo la que Ezra esperaba. Incomodidad, algo de temor. Michael nunca esperó que Ezra demorase tanto en volver, ni que al hacerlo fuese en pie de guerra.

Ella ajustó la quijada y endureció la mirada, y abrió la boca para responder pero no tuvo oportunidad.

Una nueva persona entró en escena, pero a diferencia de la mayor de los hermanos Grace, ésta persona irradiaba calidez y alegría.

- ¡Señorito Ezra!

El nombrado esbozó una sonrisa y murmuró 'Madame Tracy' con cariño, justo antes de ser envuelto en un abrazo con aroma a lavanda.

- Cuando mi esposo me dijo que era usted, no sabía si creerlo.

- ¡Hola!- saludó el niño desde el suelo, evitando así ser ignorado.

- Pero miren a quien tenemos aquí ¿Quién es el caballerito?

- Adam... y este es Perro. Tenemos hambre.

Ezra rodó los ojos, pero no culpaba a Adam. Habían almorzado temprano antes de salir, y eran casi las 3 de la tarde. Y el niño estaba creciendo.

- ¡Oh, mi Dios! Bueno, no podemos permitir eso ¿Te gustaría un emparedado?

El niño asintió con ojitos brillantes antes de añadir.

- Y otro para Perro.

- Gracias Madame.- dijo con sinceridad el rubio a la amable cocinera que lo había visto crecer, justo antes de que ésta llevase al niño a la cocina.

Ezra devolvió la mirada a su hermana, carente de aquella calidez de un minuto atrás.

- Entonces Michael ¿Vas a quitar tus garras de mi fideicomiso? ¿O debo de actuar por la vía legal? Por qué sucede que tengo los medios para hacerlo ¡Ah! Y antes de olvidarlo, deseo también llevarme varios de los libros que dejé aquí ¿Siguen en mi habitación o la convertiste en otra oficina de trabajo? Bueno, eso no importa, solo quiero lo que es mio.

- ¿Y qué te hace pensar que tienes derecho a algo de eso?- contraatacó ella, sopesando como echar a Ezra a la calle antes de que madre volviese de la empresa, aunque eso no iría a suceder hasta la noche.

Ezra no parecía saber que ella estaba en Londres, y por primera vez en 2 años, luego de gastar recursos en tratar de hallarlo para hacerlo volver y entrar en razón, ahora deseaba todo lo contrario. Ni siquiera estaba segura de poder llevarlo a alguna locación a solas para hacerle ver las cosas a su modo, no con ese niño desconocido al lado. No podía retener a un niño de la nada, podrían acusarla de secuestro.

Una cosa era su hermano, al cual nadie iba a extrañar seguramente; y otra cosa un niño sin relación con ella.

¿Pero que demonios había ocurrido con el bobalicón de su hermano menor en aquellos dos años? ¿Desde cuando jugaba tan buenas cartas?

Ezra por su parte frunció los labios.

- ¿En serio quieres ir por ese camino, Michael? Como dije, solo quiero lo que es mio y pienso tenerlo al marcharme de aquí.

Aquél parecía ser un punto donde ninguno de los dos pensaba retroceder, cada quien pensando en su próxima estrategia.

¿Y saben lo que sucede en momentos como ese?

Lo inesperado.

La puerta de entrada se abrió, y la voz de Gabriel rugió.

- ¡Michael!

Y la nombrada perdió todo el color del rostro, a lo que Ezra alzó una ceja especulativa mientras entrecerraba los ojos.

- ¡En la sala!- entonces se arriesgó a contestar el rubio, y sendos jadeos se dejaron escuchar antes que los pasos de varias personas se dirigiesen justo hacia el lugar nombrado.

Y para sorpresa de Ezra, no solo Gabriel y Uriel llegaron, sino también.

- ¿Mamá?

- ¡Ezra querido!- saludó la mujer emocionada antes de abrazar y besar ambas mejillas del menor de sus hijos- ¡Mirate! Te ves tan bien, tan maduro. Estos dos años te han sentado de maravilla.

El aludido parpadeó confundido, y sin embargo respondió.

- Err... Gracias.

Michael por su lado sudaba frío. Tenía que pensar en una manera de esquivar las balas antes de que el resto de la familia se enterase de que.

- ¿Es cierto que impediste que Ezra tuviese acceso a su fideicomiso durante los últimos dos años?- preguntó Uriel preocupantemente seria.

Michael abrió los ojos con desmesura.

- Responde hermana.- le increpó Gabriel con los brazos cruzados.

Ella bajó la mirada.

- ¿Cómo...? ¿Cómo lo supieron?- preguntó al final resignada, dando así una respuesta afirmativa a la pregunta.

- Madre nos lo dijo hoy, junto a otras cosas más.- respondió Gabriel con aire fastidiado- Cómo el hecho de que ella siempre supo dónde estaba Ezra, y lo que estaba haciendo.

- ¡¿Qué?!

- ¿Sabías que Ezra se cambió el apellido?- preguntó Uriel con aire inseguro.

- ¡Por eso no lo encontramos! De haberlo sabido...

- Lo hizo a los días de cumplir 18, Michael. Deberíamos de haberlo sabido.- la cortó sin embargo la menor de las hijas con ese aire de culpabilidad presente y a la vista.

Ezra por su parte bufó ante aquellas palabras.

- No es como si lo hubiese mantenido oculto en realidad, todos los recibos y papeles que me llegaban a casa venían a nombre de Ezra Fell, de lo cual el señor Shadwell es consciente. Además, siempre me sentí más un Fell que un Grace, pues la abuela era la única que me entendía y compartía el amor por los libros conmigo.

- Oh, querido.- suspiró Diora y acarició la mejilla del rubio- Has decidido reclamar de nuevo el uso de tu fideicomiso, asumo.

- Si no fuese mucha molestia.

- Por supuesto que no, querido. Ese dinero siempre fue tuyo, solo tenías que pedirlo.- aseguró la madre con una sonrisa dirigida a Ezra, aunque pronto cambió a una actitud más seca al ver a la mayor de sus cuatro hijos- Aunque para ser precisos, nunca debió salir de tu control.

- ¡Pero madre!- protestó dicha hija- ¡Ezra nunca ha puesto un pie en la empresa para ayudar! ¡Ha ignorado su deber por completo!

Diora observó a su hija en silencio por un minuto, antes de responder.

- Ese dinero es de Ezra por el simple hecho de ser hijo mio y de tu padre, así como lo es el fideicomiso de cada uno de ustedes. El que haya decidido ser parte del negocio familiar o no, nunca ha influenciado en aquello. Y si permití todo esto, no fue porque haya estado de tu lado Michael, sino porque quería que aprendieses por ti misma lo que yo he sabido sobre tu hermano desde siempre; que Ezra es más fuerte de lo que cualquiera de ustedes siquiera imagina.

Diora Grace suspiró cansada y enroscando un brazo a uno de los de Ezra, se dirigió al sofá y tomó asiento, haciendo que el menor de los hermanos tomase asiento con ella.

- Se que no fui exactamente una verdadera figura materna en sus vidas, siempre entre viajes de negocios y reuniones en la empresa, pero eso nunca significó que estuviese menos pendiente de cada uno de ustedes. Y sé que tú Michael tomaste como tu deber el ver por tus hermanos menores, pero en algún momento confundiste el ayudarlos a encaminarse con obligarlos a hacer tu voluntad, y eso no es lo correcto. Y cuando hace dos años Ezra decidió salir de tu control, te vi usar casi de inmediato los trucos más sucios para tratar de tener bajo tu mando de nuevo y no lo niegues, porque allí donde tú estás de ida, yo ya fui y volví por lo menos media docena de veces.

Michael se cruzó de brazos, desvió la mirada y se sentó en uno de los sillones, tratando de contener las lágrimas de frustración. A su lado, Gabriel y Uriel tomaron asiento en los otros sillones de la sala para seis.

- ¿Me perdonas Ezra por no haber intervenido? Como dije, sabía que lograrías salir adelante por tus propios medios. Siempre fuiste así, fuerte desde pequeño, y siempre lo serás. Pero no te culparía si estuvieses resentido por ello.

- ¡Oh, mamá! ¡No digas tonterías! En realidad... Yo lo siento por no haber venido antes.- le contestó el rubio con ojos de cachorro y un pequeño puchero.

Ambos se abrazaron una vez más, y al separarse Ezra suspiró.

- Entonces... ¿Podría disponer del dinero de este mes?.

- ¡Oh, tontito! De ese mes y de todos los anteriores. Michael impidió tu acceso, pero nunca pudo tocar la cuenta. Ha acumulado dinero durante los últimos dos años, y puedes hacer lo que desees con él.

Ezra se sintió sofocado de pronto ¡Eso era mucho! Un escalofrío de gusto lo recorrió ¡Iba a poder tener el dinero para apoyar a Anthony mientras éste buscaba donde hacer sus prácticas pre profesionales! Y todo sin que ninguno se preocupase por completar el pago del departamento o el pago de los estudios de Adam, quien iniciaba colegio ese año y a quien tendrían que comprarle los útiles necesarios ¡Casi no podía esperar para decirle a Anthony!

- Eso es maravilloso, mamá ¡Gracias! Y bien, si pudiese ver entre mis cosas, que supongo están guardadas en algún lugar, y me permitiesen sacar algunos de mis libros, sería más que suficiente.

La dama rió.

- ¡Ay, mi vida! Nadie ha tocado tu habitación más que para sacar el polvo. Todo está donde lo dejaste, y puedes sacar todo lo que quieras.

- ¡Oh!- la mirada de satisfacción en el rostro del menor no pasó desapercibida para nadie- En ese caso, supongo que me llevaré una o dos de mis primeras ediciones. Y podría volver luego por lo demás... de a pocos. No creo tener apuro.

Diora sonrió como hacía mucho no lo hacía.

- Me parece perfecto hijo mio. Más que perfecto.

- ¡Hola!- la voz infantil cortó el momento, y Adam le dedicó una última mirada a las caras nuevas antes de acercarse a Ezra y subirse a su regazo, para luego encarar a la persona al lado, que resultó ser Diora- Soy Adam, y ese es Perro ¿Cómo te llamas?

- ¿Quién es el niño, Ezra?- preguntó Uriel confundida, pues a diferencia de Gabriel no había estado presente durante la post-entrevista de Anthony J. Crowley.

Michael también quería saber.

Gabriel por su lado miró al chiquillo recordando haberlo visto un par de años atrás en el taller del señor Muerte, donde acostumbraba llevar su coche ¡Aún no podía creer que ese niño fuese el heredero de la fortuna Young!

- Es una de las dos personas más importantes en mi vida.- respondió el rubio sin dudarlo- Éste es Adam, el hermano menor de mi pareja, Anthony.

Michael entornó los ojos.

- Y supongo que fue él quien te mandó a venir.- dijo con molestia en la voz.

- A decir verdad, no tiene idea de que ustedes existen.- respondió Erza encogiéndose de hombros, haciendo que Uriel y Michael lo viesen incrédulas.

- ¿Quiénes son, Ángel?

- Bueno Adam, te presento a mi mamá y a mis hermanos mayores.

Diora sonrió extendiendo la mano.

- Hola Adam, es maravilloso conocerte. Bienvenido a la familia.

~.~.~.~.~.~

Un par de horas después Ezra, Adam y Perro bajaban del automóvil conducido por el señor Shadwell, justo frente al edificio donde ambos vivían; y Ezra se preguntó mientras veía el cielo dar indicios de oscurecer pronto, si Anthony habría llegado bien a casa, y si había comido el almuerzo que le dejase en el horno.

¡Había tanto que decir! ¡Tanto que contar y hablar! Pero de pronto Ezra sintió algo de miedo.

En esos dos años habían pasado por muchas cosas juntos, se habían encontrado el uno al otro, era cierto; pero por eso mismo tal vez Anthony le reclamase el haber guardado silencio sobre un aspecto tan importante como lo era una fuente de dinero constante y la existencia de una familia como la familia Grace a sus espaldas.

Bueno, lo hecho pues hecho estaba, y no valía la pena lamentarse, solo se podía seguir adelante.

Y misteriosamente, su madre había estado muy segura de que todo iba a estar bien.

Tomando firmemente la mano de Adam, apuró el paso y tras entrar al edificio subieron hasta el tercer piso, donde se cruzó con los vecinos del departamento de enfrente y los saludó de pasada.

Al entrar se encontró con Anthony sentado en el sofá de la salita del departamento con la cabeza hacia atrás, sin lentes y los ojos cerrados ¿Dormido?... Oh, tal vez sería mejor dejarlo descansar un rato.

¿O sería que lo que fuese que lo sacó del departamento ese día no le fue tan bien? Entonces tal vez su amado necesitaba un oído amigo, posiblemente luego de descansar un poco más.

- ¡Tony!- exclamó feliz Adam, echando por tierra los planes inmediatos de Ezra.

El aludido abrió los ojos sorprendido, justo antes de recibir un misil lleno de energía llamado Adam, justo en su regazo.

- ¡Ey! Quieto allí, diablito.

- ¡Tony! ¡Tony! ¡Adivina donde fuimos!

Y allí se estaban yendo los planes de abordar el tema de manera delicada con Anthony.

- ¡No lo sé! Llegué y no estaban, solo estaba la comida ¿Adónde fueron?

- ¡A la otra casa de Ángel!

Anthony miró a Ezra con sorpresa ante aquello.

Si, definitivamente sus planes se fueron al diablo.

- ¿Otra... casa?

- La casa de mi madre. Fui a arreglar unos asuntos.

- ¡Y por libros!- añadió el niño, abriendo su morral y sacando 2 primeras ediciones con premura, antes de ponerse de pie y correr hacia el estante donde estaban los otros libros del rubio.

- Trajiste libros... de la casa de tu madre.- dijo el pelirrojo con lentitud.

- Sí. Siento mucho no haberte contado nada sobre ella antes de hoy, querido... O sobre mis hermanos. Pero creo que es hora de hacerlo.

Anthony dejó ir el aire de manera pesada.

- Creo Ángel, que no eres el único que debe de hacer eso.

Ezra miró confundido a su amado por un instante.

- ¿Y eso?

- Yo... fui a una entrevista hoy, esperando conseguir hacer mis prácticas pre-profesionales en un lugar donde me pagaran bien. Conseguí el puesto.

- ¡Anthony! ¡Eso es maravilloso!

- En Heaven Enterprises & Co.

- ... Oh...

- Sí, Conocí a tu madre y a tu hermano. Y el asunto es, Ángel, que no eres el único que ha dejado su pasado fuera de la conversación. Creo que es hora de despejar el camino si es que estamos juntos en esto.

- ¡Claro que estamos juntos en esto, Anthony!- casi saltó Ezra con frenesí.

Anthony sonrió.

- Bien, eso es bueno. Entonces... sea lo que sea...

- Nos adaptaremos, querido. Creí que eso estaba más que claro.- completó el rubio con una sonrisa antes de reclamar un beso de parte del pelirrojo, que no se hizo de rogar demasiado que digamos.

- ¡Ewww! Besitos.- se quejó entre risas el pequeño Adam, quien acababa de regresar de colocar los libros en el estante.

- ¡Diablito!

La risa inundó el departamento y la pareja se miró a los ojos con amor.

Si, ambos se habían adaptado a la vida que vivían en aquél momento, y seguirían adaptándose y mejorando paso a paso, juntos, como lo habían venido haciendo durante los últimos dos años; y como, si el destino así lo quería, lo seguirían haciendo por el resto de sus vidas.


The End


Notas de autor:

Y... terminé de publicar este fic en tiempo record, incluso si me demoré un poco. No soy mucho de AU universitarios y la verdad, me salió más vivencial que otra cosa, pero lo hice con cariño. Y mis Ineffable Husbands terminaron bien, como siempre; así que lo cuento como una victoria. Y como en toda telenovela, hubo una villana. Michael en este caso. Pero creo que no fue demasiado... creo.

Espero que le haya gustado a Kanda Mariana Sierra (aunque no sé si tuvo algo de la lista que diste, pero de verdad espero que si). Y a todos aquellos que lo leyeron, muchas gracias por compartir esto conmigo. Espero que todos hayan pasado unas bonitas fiestas y que su 2020 sea un año maravilloso y que les traiga todo lo que desean, junto a las oportunidades de cumplir sus metas.

Un enorme apapacho felino para todos, y gracias por leer.

Lady chibineko

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Campaña de NO AL PLAGIO

Digamos NO al plagio, este mensaje va dirigido al público, para que el trabajo de cada uno como autor sea tratado con el respeto que se merece. Recuerden que cada obra es como el bebé de cada uno de los que creamos dichas obras; y como tales amaremos y protegeremos esas obras dándole lo mejor de nosotros para que el resto del mundo pueda disfrutar con el resultado final. Por eso, si sabes de algún caso de plagio, denúncialo al autor del respectivo trabajo, ten por seguro que dicho autor te lo agradecerá. Gracias


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