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Y el espectro de ti por Marbius

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4.- Reggie.

 

Mientras cruzaba el campus en dirección a la facultad de Economía, Remus pensó no por primera vez en ese día que el mundo era mucho más pequeño de lo que le daba crédito. Al menos su universidad, que resultó ser la misma a la que Sirius, y por ende, su hermano menor Regulus asistían. Suponía él que era lógico considerando que la cafetería donde había conocido a Sirius no estaba demasiado lejos de las instalaciones, pero igual. Con ayuda de James se había hecho Remus una idea del horario de clases de Regulus, y tenía toda la intención de estar presente en la confrontación que ellos dos tendrían respecto al paradero de Sirius.

De hecho, Remus llegó justo a tiempo a la mesa al aire libre en la que James había citado a Regulus apenas unas horas atrás y que éste accedió atender sólo porque le amenazó con romperle un par de dedos si no lo hacía, y al instante reconoció a quien indudablemente tenía que ser Regulus.

Idéntico a Sirius en un 90% de su apariencia, Regulus tenía sus mismo cabello negro (aunque mucho más corto), ojos grises (aunque los párpados más gruesos), la nariz recta (también más afilada), los labios llenos (que no sonreían, sino que permanecían en un mohín) y su misma apostura al sostener un café y mantener la espalda recta como si tuviera una barra de metal bajo la camisa.

Remus supuso además que aparte de tener la misma complexión seguro sus estaturas serían similares, y por un segundo dudó de que su parentesco fuera a secas hermanos cuando bien podrían pasar por gemelos fraternos sin conflicto alguno.

Cinco minutos antes de su cita, Remus no se midió con precauciones bobas como esperar a James cuando cada minuto de la no-existencia de Sirius podía ser el último, y con paso firme se acercó a la mesa donde se encontraba Regulus y se presentó.

—Hola, Regulus. ¿Podría hablar unos minutos contigo?

Regulus permaneció imperturbable salvo por una ligera elevación de una de sus cejas. —Si es respecto al club de Sociopolítica aplicada a la economía actual, no estoy interesado.

—No, es respecto a Sirius —dijo Remus, y el ángulo de la ceja se pronunció aún más—. No tardaré nada.

Y sin esperar respuesta, Remus se sentó frente a él.

Regulus lo examinó con la misma atención que una persona podría tener por un insecto particularmente vistoso: Había trazas de rechazo, también de interés, y por supuesto, también el deseo de alejarlo con un certero golpe de su zapato.

—Y bien... —Le incitó a hablar, un brazo cruzado por su centro y ciñéndolo con fuerza, el otro sobre la mesa y sus dedos tamborileando con desesperación—. ¿De qué exactamente quieres hablar?

Remus se humedeció los labios y fue a por todo. —Sé de... una parte del paradero de Sirius.

—¿Una parte? —Enfatizó Regulus, que no parecía demasiado preocupado por aclarar si el paradero de su hermano era o no desconocido por él.

—Está... Él... Sirius está en mi piso —dijo Remus, que optó por la política de honestidad cero. Al menos revelando sólo lo necesario y omitiendo el resto de momento.

—¿Así que es ahí donde se esconde de nuestros padres?

—No exactamente.

—Ok.

—Es complicado de explicar.

—Sé de las... preferencias de mi hermano. No creo entonces que sea tan complicado de explicar por qué se queda contigo y no con alguien más.

—No, es decir —se apresuró Remus a aclarar—. Es más que sólo eso. Mira, iré directo al grano... Sospecho que tú no has tenido contacto alguno con Sirius en las últimas semanas. Yo tampoco. Apenas volví a saber de él anteayer, y.... Francamente Sirius no es el mismo. No es la persona que yo conocí hace un par de semanas. De hecho, es apenas una persona en el sentido estricto de la definición...

—Veo que han avanzado a pasos agigantados en su relación —dijo Regulus con un tono monótono, y Remus tuvo que resistir la tentación de darse en el rostro con la mano.

—¿Puedo ser completamente honesto contigo?

Regulus permaneció callado, pero sus ojos contaron una historia diferente. El interés estaba claro en sus pupilas dilatadas, así que Remus prosiguió.

—Es imposible decirlo. Tendrías que verlo por ti mismo.

—¿Qué, a Sirius?

—Por favor —pidió Remus, que si no conseguía de Regulus la promesa de ir con él a su piso, tomaría muy en serio la oferta que había hecho James de simplemente doblegarlo y a rastras llevarlo contra su voluntad aunque gritara ‘auxilio’ y ‘secuestro’ a todo pulmón—. Estoy seguro que él se alegraría de verte.

Regulus soltó un bufido, y un mechón de su negro cabello salió volando al aire. —Eso lo dudo. Sirius y yo hemos tenido nuestros altos y bajos, y alegría no es la emoción con la que yo definiría ese encuentro.

—Pero... —Remus se devanó al cerebro en búsqueda de cualquier elemento que pudiera sumarse a su argumento, y sólo consiguió una palabra—. Reggie.

Con un respingo, la espalda de Regulus se tensó al punto de parecer lista para reventarse igual que una cuerda demasiado estirada.

—¿Cómo me has llamado? —Preguntó en voz baja, contenida; también con trazas de una emoción cruda que le hizo detener el tamborileo de sus dedos y apretar la mano en un fuerte puño. Con toda certeza, tendría la marca de sus uñas en la palma.

—Yo no. Pero Sirius te ha llamado Reggie porque... es lo correcto.

—¿Lo correcto?

—Son sus palabras, no las mías.

—Ya, pero no lo ha hecho en años, y... Es una locura.

—¿Podrías sólo venir y, no sé, hablar con él? Creo que ambos podrían beneficiarse de ese encuentro porque-...

—¡Regulus! —Se acercó James a pasos agigantados por el patio escolar y la cabeza de éste se giró con brusquedad en su dirección—. Tienes que venir conmigo en este instante.

—¿James?

—¡James!

La diferencia de reacción entre Regulus y Remus habló por sí sola, pues mientras que para el primero era sorprendente la manera en que James estaba decidido a utilizar la fuerza física para obligarlo a ir con él, en cambio el segundo estaba listo para matarlo por interrumpir su conversación y arruinarlo todo con su excesivo ímpetu.

—Vamos, no lo posterguemos más —dijo James, que tomando a Regulus por el brazo, lo alzó de su asiento como si su peso no significara nada—. Lily llamó, y Sirius...

—¿Qué con Sirius? —Preguntó Regulus con mal humor, en tanto que Remus contuvo el aliento.

James suspiró. —Es mejor si nos marchamos ya. Tengo mi coche estacionado a la vuelta de la esquina y-...

—Yo no dije que iría con ustedes.

—¡Tienes qué! ¡Porque se nos están acabando las ideas! ¡Y esto es un asunto de vida o muerte!

Regulus se soltó del brazo de James y alzó el mentón con altivez. —Exageras. Vida o muerte, pfff.

Con la mandíbula rígida, apenas capaz de formar las palabras, Remus lo sacó de su engaño.

—Sirius te necesita hoy más que nunca —dijo con dolor patente en cada sílaba, y Regulus lo examinó un par de segundos con esos mismos ojos grises de Sirius y después tomó su decisión.

—Ok. Iré, pero más vale que esto no sea una broma de mal gusto o... —La amenaza quedó a medias por falta de repercusiones, y fue mejor así.

La verdad de sus circunstancias iba a terminar por ganar.

 

—Nada en la escuela de medicina me ha preparado para esto —fueron las primeras palabras de Lily al recibirlos en la puerta del departamento que compartía con Remus, y con un movimiento de la cabeza, señaló el dormitorio de éste—. Sirius está ahí dentro. ¿Éste es...?

—Regulus, sí —pasó Remus por su lado, fallando como anfitrión al presentarlos como era debido y en su lugar casi corriendo hasta la puerta de su dormitorio, que consiguió abrir sin ningún problema.

En cama, con la bufanda enroscada alrededor de su cuello, se encontraba Sirius.

Una porción de él.

Pues de rodillas para abajo no tenía más piernas, y el resto de su aspecto no era mejor. Casi transparente, resultó un milagro cuando Remus consiguió entrelazar los dedos de ambas manos y con un susurro le imploró que no se fuera. No todavía si era posible.

—¿Pero qué carajos-...? —Dijo la voz de Regulus a espaldas de Remus, y éste ni siquiera se dignó a mirar en su dirección, más concentrado en Sirius y la urgencia que sentía por obligarle a quedarse con él—. Tiene que ser una broma. Una broma de muy mal gusto porque-...

—Cállate de una vez, Regulus —dijo James con irritación, poniendo fin al acto semihistérico al que Regulus se estaba entregando—. ¿Es que no tienes ojos? ¿Te parece en verdad que esto sea una broma?

Regulus alzó tan alto el mentón que era un milagro que sus ojos no estuvieran clavados en el techo.

—Seguramente no esperarás que crea que... eso es mi hermano.

—A menos que estés dispuesto a confirmar su paradero, eso es todo lo que tenemos de Sirius para probar que sigue con vida. O no —finalizó James con un humor lúgubre. Luego dio un paso al frente, e hizo crujir sus nudillos—. Por descontado que tú debes de saber algo de él que nosotros no.

Regulus se cruzó de brazos. —Madre mencionó que Sirius por fin decidió asumir su papel como heredero Black y que volvió a casa pidiendo una segunda oportunidad. Madre y Padre fueron generosos como para pagar su tratamiento en un exclusivo sitio al sur de Francia. Seguro ahí podrán curar su... problema.

Escuchando a medias, Remus pensó por un instante que quizá Sirius sufría abuso de una sustancia del que él no estaba enterado, pero la respuesta acalorada de James desmintió esa teoría.

—¡Sirius es gay, no está enfermo!

—¡Es la misma cosa para nuestros padres! —Replicó Regulus, perdiendo su compostura y con las orejas de un intenso color escarlata—. ¡Siempre ha sido así! Y lo único que ha hecho Sirius en los últimos años ha sido fastidiarlos con toda clase de novios y falsos escándalos. Es... Él se lo buscó.

—¡¿’Él se lo buscó’?! —Repitió James sus palabras con un tono de ira e incredulidad—. ¡¿Es eso lo que piensas en verdad?! —James señaló la cama, donde Sirius era apenas una porción visible y su materia desaparecía excepto en las manos que Remus todavía era capaz de sujetar—. ¡Porque puedes verlo por ti mismo! Sirius está en esa cama y a la vez no está. ¿Es suficiente para ti? ¿En verdad merecía lo que sea que le ocurrió para acabar así? ¡¿Estás feliz con eso, Regulus?!

Regulus pareció recibir las palabras de James igual que si éstas fueran bofetadas, y con cada una sus mejillas adquirieron un color cada vez más intenso de escarlata. Por último, Regulus apretó los labios, y respirando agitadamente, expresó su verdadero sentir.

—No.

Desde el marco de la puerta, de pronto saliendo del trance en el que aquella pelea la había distraído, Lily entró veloz al dormitorio de Remus y se colocó a un lado de su cama, examinando a Sirius... O lo que quedaba de él.

—¿Cuál es su temperatura? —Preguntó Lily a Remus, y éste apretó con más fuerza sus manos.

—Está tibio, pero Lily...

No había manera de explicarlo. La vida de Remus se escurría literalmente entre sus dedos, y a éste no le había quedado más opción que entrelazar sus manos y permitirle a Sirius la opción de existir por medio de él. No fue una decisión consciente, tampoco planeada, mucho menos esperada, pero igual que Sirius antes, Remus sabía, tenía la sensación de estar en lo correcto, al afirmar que mientras sus manos no soltaran las de Sirius, compartirían un mismo aliento, un mismo latido, una misma fuerza vital que lo mantendría anclado a la tierra y vivo dentro de sus posibilidades.

—Tenemos que encontrarlo —dijo Remus, que sentía las yemas de los dedos heladas y la sensación iba subiendo por sus nudillos—. Sirius no podrá resistir por más tiempo.

—Esto es una soberana estupidez —dijo Regulus, que amagó pasar a un lado de James y éste golpeó el muro y puso una barrera para impedírselo.

—No irás a ninguna parte, Regulus. No eres tan inocente como aparentas ser.

—Haz a un lado, Potter.

—Oblígame. Porque ambos sabemos quién ganaría.

Alto y ancho de espaldas, James tenía ventaja sobre Regulus porque éste sólo se le comparaba en altura, pero por su apostura y expresión determinada, era más que obvio que Regulus Black no era del tipo que se dejaba amedrentar fácilmente con amenazas.

—Si a eso tenemos que llegar-...

—¡Basta ya, par de idiotas! —Puso Lily un alto a su pelea—. ¿Es que no pueden los dos anteponer a Sirius frente a su egoísmo? James, golpear a Regulus no ayudará en nada, y Regulus... Sirius es tu único hermano. Yo también tengo una hermana mayor con la que tengo una relación difícil, no nos hemos hablado en más de un año, pero si ella viniera pidiendo por mi ayuda, no dudaría en dársela... ¿Es que no tienes corazón?

Regulus apretó las manos en sendos puños a su costado. —No... lo sé.

—Típico de un Black —rezongó James, bajando el brazo—. Siempre listo para huir.

—Sirius también es Black, le pese o no, y él también huyó de casa cuando la situación se volvió en su contra.

—¡Porque vivir bajo ese techo era morir! ¡No tenía otra opción!

—James —lo llamó Remus con los ojos húmedos en lágrimas—. Déjalo ir.

—¡Pero-...!

—No quiere, o no puede ser de ayuda, y estamos perdiendo tiempo valioso. Él ya no es más el Reggie de Sirius.

—Yo-... —Se giró Regulus en redondo, pero James tomó la orden de Remus en sentido literal, y halándolo por el brazo lo obligó a salir de la habitación, a juzgar por los ruidos que reverberaron en el piso, también del edificio.

—¿Ha sido eso sabio? —Preguntó Lily, a solas con Remus, y éste encogió un hombro.

—Ni idea. Hice lo que se sentía correcto. Puede que dé mejores resultados.

—Mmm...

Porque podía que sí, y podía que no...

 

Tras la visita de Regulus, Sirius consiguió estabilizarse y poco a poco recuperar color y consistencia. Sus pies no aparecieron, pero en algún punto de la tarde se sintió Remus confiado de soltar sus manos e ir al sanitario, y al volver apresurado descubrió a James sentado cerca de la cabecera de la cama y mordisqueándose la uña del pulgar.

—¿Ha pasado algo? —Preguntó con alarma, y James denegó la cabeza.

—No, sólo quería estar con él. Lo extrañaba, y ahora que no tengo claro cuándo podría ser la última vez que él y yo... —La voz de James se quebró, y éste se talló por ojos moviéndose las gafas—. Lo siento. Intento no ponerme pesimista, pero es más fácil decirlo que hacerlo. Ahora que el tiempo es dinero, descubro realmente que ninguna clase de dinero puede comprarnos un segundo más a su lado. Es una mierda.

—Seh...

—Te ves cansado, Remus. ¿Por qué no comes algo? Yo me quedaré con Sirius. Es lo menos que puedo hacer desde que decidió tomar tu cama como residencia permanente.

—¿No te importa?

—No. Hay cosas de las que quiero hablar con él, e incluso si no es capaz de recordarme o lo que sea, no quiero desperdiciar ni un instante a su lado.

Remus se acercó a James y le dio un apretón en el hombro. —Definitivamente, Sirius merecía un hermano como tú y no Regulus.

—No lo juzgues —pidió James en voz baja—. Sirius tenía el carácter y la fuerza mental necesaria para romper con su familia. Regulus no tuvo esa misma suerte al nacer. Fue víctima de su propio apellido.

—No sé si podría creer en la suerte ahora mismo —murmuró Remus, que creía haber acabado con sus reservas y sólo depender de los restos.

—¿Pero nos queda de otra?

Y la respuesta inconclusa, pendió en el aire entre ellos dos.

 

Por tercera mañana consecutiva despertó Remus y se encontró a Sirius en su habitación, pero a diferencia de otras ocasiones, esta vez era apenas nítido. Si acaso una sombra de su sombra anterior, e incluso como primer pensamiento de la mañana no pudo evitar Remus preguntarse si se acercaban a un desenlace fatalista.

—Está lloviendo —dijo Sirius—. Puedo verlo...

Remus escuchó la lluvia, pero a diferencia de Sirius, no pudo verla. Su habitación no tenía ventanas.

—¿Puedes verla? —Pidió Remus una clarificación, y Sirius permaneció con los ojos entrecerrados.

Un tanto intrigado por el comentario, Remus volvió a insistir. —¿Dónde puedes ver la lluvia, Sirius?

—Es... en casa. Las cortinas siguen siendo rojas... Madre las detestaba, pero nunca las hizo cambiar...

Remus abrió grandes los ojos, y de pronto el sueño del que todavía tenía trazas se evaporó por completo. Haciendo a un lado las mantas, Remus salió de su habitación para encontrar a James y a Lily acurrucados en el sofá y frente a dos tazas de té que seguramente rellenaron a lo largo de la noche antes de caer dormidos. Remus se ahorró la sorpresa de saber que a pesar de conocerse tan poco tiempo habían hecho clic gracias a la peculiar situación en la que se habían envueltos, y sin mediar en delicadezas, tomó a James del brazo y lo zarandeó con fuerza.

—James, despierta —le dijo con impaciencia—. Por favor, abre los ojos.

—Mmm... —James abrió un ojo que tenía irritado por la falta de sueño—. ¿Qué horas son?

—Poco después de las seis, pero... James, está lloviendo.

—Mmm...

—Y Sirius puede verlo, desde su ventana.

—Ok.

—No te duermas, James —volvió Remus a tirar de él, y éste luchó por mantener sus dos ojos abiertos—. Sirius estaba conmigo cuando me lo dijo, y en mi habitación no hay ventanas. Pero él dice que ve llover, y que hay cortinas rojas. Dice que está en casa y...

—Grimmauld Place —dijo James de pronto, su expresión pasando de adormilada a alerta en una fracción de segundo—. Sirius mencionó alguna vez que cambió las cortinas de su dormitorio de verde a rojo para fastidiar a sus padres después de que lo asignaron a Gryffindor en lugar de a Slytherin.

—¿Uh?

—Eran las casas del colegio. Había otras dos más, pero eso da igual. Lo importante es que Sirius desafió a su familia al ser un alumno de Gryffindor, y nunca se lo perdonaron.

—Si ese detalle confirma que Sirius se encuentra en ese lugar, en Grimmauld Place...

James se incorporó a medias en el sofá, despertando a Lily en el proceso. —Si es el caso... Estamos jodidos.

—¿De qué hablan? —Preguntó Lily, que había vuelto a sus cinco sentidos y quería estar al tanto de las últimas novedades.

—Creemos haber dado con el paradero de Sirius —dijo Remus tras unos segundos de hesitación—, pero...

—Si se encuentra en el lugar que sospechamos, será imposible llegar a él —completó James la oración.

Que si querían tomar manos en el asunto, más les valía prepararse para una misión suicida.

 

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Notas finales:

Ah, la lluvia y las cortinas rojas que Sirius sí puede ver... Y aquí es donde el fic pasa de misterio a acción, porque pueden apostar que va a haber un rescate.
Graxie por leer~!


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