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Y el espectro de ti por Marbius

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6.- Aquí en la mañana.

 

La entrada de Sirius por urgencias fue mucho más dramática de lo que Remus habría esperado cuando James se dirigió al mostrador y adoptó el papel de médico en ciernes al explicar breve pero concisamente la situación de su mejor amigo y pedir un ingreso. Remus estuvo presente cuando los camilleros se acercaron al automóvil de James y subieron a Sirius tras revisar sus signos vitales y declarar toda clase de condiciones para las cuales sus estudios en literatura nunca lo habían preparado.

—Mueva el automóvil —le indicó de pasada uno de los camilleros—. Está estorbando el camino de la ambulancia.

Ya que James estaba todavía poniendo al tanto al médico encargado del caso de Sirius, Remus aprovechó que las llaves estaban puestas en el contacto para mover el automóvil a un sitio más apropiado y después tener una pequeña crisis de su cosecha.

Con la frente apoyada en el volante, Remus fue presa de violentos temblores y el cansancio de haber cargado a Sirius desde un tercer piso y a través de varios tramos de escalera hasta conseguir sacarlo de la casa donde lo tenían secuestrado. Mientras los hechos ocurrían, la adrenalina se había encargado de proveerle con fuerza suficiente para eso y más. Remus no dudaba que de haber sido necesario habría corrido un buen tramo sin poder ser alcanzado si es que alguien en Grimmauld Place se hubiera dado cuenta de lo que intentaban hacer, pero ahora que Sirius estaba en el hospital, en manos seguras, y todo volvía a ser como antes, la tensión había bajado, el peligro desaparecido, y sus fuerzas le abandonaban.

Un tanto laxo y con ánimos de cerrar los ojos y quedarse dormido ahí mismo, Remus salió de su estado cuando la puerta del piloto se abrió y James le tocó en el hombro.

—Está hecho.

—¿Cómo se encuentra Sirius?

—Lo han pasado a observación. Le harán toda clase de estudios para cerciorarse de que es prudente continuar con sus dosificaciones y disminuir las dosis hasta que consigan despertarlo. Le espera un largo camino de rehabilitación.

—¿Lily te envió las fotografías de lo que le daban?

—Era morfina, Remus —confirmó James—. No podían matarlo con una dosis alta y fingir que era un adicto. Para que fuera creíble era necesario un periodo más largo, un par de meses, y después hacerlo parecer como un accidente de su parte...

Remus exhaló con pesadez, y sus hombros se hundieron todavía más. —¿Has tenido noticias de Lily? ¿De Regulus?

—Vienen en camino. Consiguieron salir sin que nadie sospechara, pero la policía ya se dirige hacia acá, y una unidad ya debe de estar en Grimmauld Place. Los van a acusar de intento de asesinato. También están intentando localizar a Alphard Black.

—¿Ese es el tío que hizo a Sirius heredero y...?

—Sí, por el cual empezó todo. No es su culpa, no te ensañes con él. Sirius le tiene afecto porque es diametralmente opuesto al resto de su familia. Seguro que Alphard nunca pensó que nada de esto ocurriría.

—Diox...

Velando por él como un amigo y como un paciente, James le propuso a Remus pasar por la cafetería del hospital y beber un café. Ahí se reunirían con ellos Lily y Regulus. Después darían sus declaraciones por turnos, y en unanimidad, habían acordado de antemano omitir el papel que había jugado el fantasma de Sirius en todo eso. Sería lo mejor si es que querían mantener credibilidad en todo ese asunto tan cargado de ilegalidad.

—No sé siquiera si puedo caminar —masculló Remus al poner los pies en el pavimento y con ayuda de James incorporarse fuera del automóvil.

La espalda le mataba, igual que los muslos, y otros músculos de los que ni siquiera tenía conocimiento una hora atrás. El alma también le dolía, pero como para eso no había ninguna medicina mágica salvo que fuera un pronóstico optimista para Sirius, mejor se calló.

Para cuando llegaron a la cafetería del hospital, Lily y Regulus ya se encontraban ahí con vasos de unicel frente a ellos, y éste último era interrogado por una policía que tomaba nota de cada palabra suya.

—Por un segundo creí que no lo conseguiríamos —murmuró Lily al ponerse de pie y correr a su encuentro, abrazándose a James y a Remus por igual y demostrando con temblores y los ojos húmedos que no había sido tan fácil como prospectaron el rescate—. Uno de los frascos con medicamento se hizo trizas en mi bolsillo, y Walburga supo al instante que algo ocurría. De no ser porque Kreacher estaba cerca y anunció que había fuego en el estudio no habríamos podido salir con tanta facilidad. —Lily se sonó la nariz—. ¿Cómo está Sirius? Nadie ha podido informarnos nada al respecto.

James la puso al tanto, y Remus tomó asiento en la mesa. Como si se encontrara debajo del agua, escuchó a medias la declaración de Regulus y después accedió a ser el segundo que prestara reporte de los hechos y la cronología en la que se habían dado.

Una tarea por demás tediosa y que lo dejó agotado mentalmente, pero con la que quería terminar lo antes posible.

Porque sabía, incluso si no tenía claro cómo, que Sirius todavía esperaba por él en su piso...

 

Los arreglos hospitalarios dejaron a Regulus como guardián de Sirius, pero éste se confió en James para pedir ayuda en la toma de cualquier decisión médica. Además, Regulus dejó ordenado que tanto Remus como Lily podían pasar a ver a su hermano como parte de la familia, y agregó un nombre más: Alphard Black.

—Llamé a nuestro tío y prometió estar en Londres lo antes posible —explicó Regulus, cuando horas más tarde por fin la policía terminó de tomar sus declaraciones—. Sirius siempre fue su favorito, así que no dudo que antes de mañana ya esté a su lado y jurando venganza contra el resto de nuestra familia.

Porque todos ellos lo necesitaban, los cuatro se reunieron en una cafetería cercana e hicieron un almuerzo tardío. Ahí fue donde recibieron la noticia de que la policía había aprehendido a Walburga y a Orion bajo los cargos de intento de asesinato y que la noticia estaría en todos los medios en la mínima brevedad.

—Ah, será una pesadilla volver a casa y encontrar reporteros —masculló Regulus con desgana, el único de ellos que no tenía un plato de comida al frente sino un simple tazón con fruta del que apenas había comido desganado unos cuantos bocados—. Todos deseosos de tener la primicia del año con una nota del segundo heredero acerca de todos los pormenores del incidente.

—No tienes que pasar la noche en Grimmauld Place —dijo Remus, que había estado mirando su reloj sin parar y tenía un sitio a donde ir y a alguien que ver ahí—. Seguro puedes quedarte con James un par de noches, o con nosotros si no te importa dormir en el sofá.

—También podrías pagar un hotel. El dinero compra el anonimato —le recordó James, pero Regulus sacudió la cabeza en negativa.

—Gracias, pero... creo que tomaré mi segunda oferta. Si es que es honesta...

Remus confirmó con Lily que estaba de acuerdo con tener compañía extra en su piso por el tiempo que fuera necesario, y éste la sostuvo la mirada e hizo un leve asentimiento.

—Bien. Desde hoy y hasta que lo necesites, nuestra casa es tu casa —dijo Remus, y Regulus le proveyó con una palabra que apenas existía en su vocabulario.

—Gracias.

 

No había sido ciencia de cohetes suponer que el fantasma de Sirius todavía seguía en el piso que compartían Remus y Lily. En el hospital, Sirius había permanecido inconsciente mientras era tratado, y las altas dosis de morfina a las que había sido sometido en las últimas semanas tenían que bajar paulatinamente hasta conseguir que saliera de su estupor.

El médico jefe de su caso había hablado de unos cuantos días, máximo una semana, y después les había entregado el folleto de una clínica de rehabilitación, pues como les explicó en privado, Sirius podía salir de aquel trance con una adicción de la que no tenía noción haber adquirido, y debían estar preparados para lo peor.

Fue James y no Regulus quien peor tomó aquella noticia, así que Lily le pidió también quedarse a pasar la noche, y aunque no especificó que apenas tenían un sofá y ya estaba apalabrado con Regulus, quedó implícito que su estancia podía darse en su dormitorio si él así lo quería. Y... Era más que evidente que así sería.

A pesar de sólo conocerse de un par de días, James y Lily habían hecho clic, y no era difícil de suponer que una vez pasado el trance por el que se encontraban James se decidiera a invitarla a salir o Lily se parara de puntas y lo besara. Era sólo cuestión de tiempo, y cualquiera con dos ojos de frente podía saberlo.

De camino al departamento, Remus hizo crujir sus nudillos repetidas veces mientras deseaba y a la vez no, que Sirius se hubiera marchado de su piso.

Su ausencia implicaría que había vuelto a su cuerpo. Al menos era así como funcionaba en las películas, y hasta ese momento su vida parecía haberse convertido en un thriller muy malo, pero Remus tenía un presentimiento en la base del estómago que le enviaba señales sin parar y le confirmaba que Sirius se negaba a marcharse.

—¿Alguno de ustedes ha pensado en la posibilidad de que Sirius todavía esté en...? —Aventuró Regulus en la quietud del automóvil apenas interrumpida por la radio sonando en una estación de música clásica.

Tras el volante, James se aclaró la garganta. —No debería de ser así, ¿no? Hemos resuelto el misterio. Rescatamos a Sirius, y su fantasma ya no tendría razones de peso para aferrarse a este plano.

—¿Y cuándo mi hermano ha seguido las reglas? ¿Por qué las reglas del universo deberían de importarle a él? —Bufó Regulus, que entre todos, era quien mejor lo conocía por haber crecido a su lado—. Por todo lo es, Sirius podría estar en la habitación de Remus y negándose a salir.

—Entonces habría qué convencerlo —dijo Lily con sencillez—. Y Remus es el indicado para eso. O no, ¿Remus?

—Supongo... —Accedió éste, cuando en realidad le daba lo mismo convencer a Sirius de volver a su maltrecho cuerpo cuando podía tenerlo para sí un poco más en forma incorpórea.

Pero... No era eso lo que quería. No del todo. Y tendría que hacer las paces tanto con sus pensamientos como con sus sentimientos antes de enfrentarse a Sirius y pedirle a éste que hiciera lo correcto.

Tras estacionarse en la calle, justo en la esquina donde el edificio estaba localizado, todos ellos se tomaron su tiempo para bajar del automóvil y dirigirse al piso. Era un burdo intento por ganar tiempo, pero de nada les sirvió cuando apenas abrir la puerta se encontraron a Sirius en el sofá y más sólido que nunca.

De no ser porque Regulus no había recibido ninguna llamada del hospital, su primera suposición habría sido que Sirius... Y que ahora volvía a despedirse, pero no era el caso.

Y Sirius parecía simplemente saber que habían vuelto victoriosos de su aventura, porque por primera vez sonreía, y en sus ojos brillaba una chispa.

—Hey —saludó Lily.

—Ha terminado —anunció Regulus.

—Te hemos liberado, Padfoot —dijo James.

Remus se rezagó tras ellos, y Sirius sólo tuvo ojos para él.

—Moony...

—¿Moony? —Se giró James, y después en su rostro apareció el reconocimiento—. Te ha dado un apodo.

—Sí —confirmó Remus con sencillez.

—Deberíamos darles unos minutos —sugirió Lily, que se dirigió a la cocinita para calentar té y Regulus fue detrás de ella. James les dio un último vistazo a ambos y después con un suspiro dejó a Remus hacer lo que tenía que hacer.

—Ven —pidió Sirius, que desde el sofá casi parecía capaz de palmear el asiento a su lado y hacer de esa una invitación de lo más normal.

Remus se sentó y sus rodillas se rozaron; un toque, que no era del todo aire y materia.

—Me salvaste...

—Todos en realidad lo hicimos —desestimó Remus su labor individual, pero Sirius buscó su mano y entrelazó sus dedos por una última vez.

—No, antes que eso... —Sirius le mostró la otra mano, enrollada a la bufanda que había dejado olvidada tantas semanas atrás—. Necesitaba un sitio al cual volver... Una persona...

—¿Por qué tengo la impresión de que te estás despidiendo?

Los dedos de Sirius se ciñeron con más fuerza. —Hay bastante que no sé todavía, pero... Esto no es el fin. De ningún modo lo es.

—¿Me recordarás siquiera?

—No sé, pero...

—Haré que me recuerdes. Y si no es posible, haré que... No me vuelvas a olvidar.

Sirius levantó sus manos unidas, y besó los nudillos de Remus. —Eso bastará. ¿Puedo...?

Remus asintió, y reduciendo la distancia entre ambos, besó a Sirius.

Era una promesa.

 

Sirius no desapareció en esa tarde. En realidad, Lily sirvió cinco tazas de té y estuvo con el resto alrededor de la mesa en un silencio que sólo era característico en él de esa manera.

Luego con la noche llegaron los arreglos para dormir, con Regulus en el sofá, James en una improvisada cama al lado de la de Lily, y Sirius yendo con Remus a su habitación.

La misma cama estrecha que habían compartido los últimos días y que Remus ya no podría ver igual.

—¿Te veré en la mañana? —Preguntó Remus, de costado y con su mano firmemente afianzada a la de Sirius.

—Sí.

—¿Te veré aquí en la mañana?

—Ah...

—Da igual —masculló Remus—. No importa. En serio.

—Lo siento...

—Es... lo que es.

Después, guardaron silencio, y en algún punto de la noche, Remus cayó dormido.

A la mañana siguiente, sólo quedaba la bufanda perfectamente doblada sobre su almohada.

 

Sirius se demoró casi una semana en despertar del todo, e incluso entonces estaba desorientado y sufriendo de los síntomas de la abstinencia en su peor expresión con vómitos, temblores, escalofríos y angustia.

James era quien se encontraba con Sirius cuando éste despertó del todo, y también quien se encargó de comunicarles al resto la feliz noticia, aunque felicidad no fue el sentimiento preciso por el que todos pasaron al leer el resto de su estado.

En la tarde de ese mismo día pasó Remus con Lily a visitar a Sirius y comprobar su estado, pero la reunión entre ellos dos sólo pudo clasificarse como anticlimática. Ni Sirius recordaba a Remus más allá de la tarde que habían compartido en la cafetería, ni éste quiso hacer hincapié en su anterior aventura, así que se despidió temprano prometiendo volver luego y se marchó rápido.

—Dale tiempo —sugirió Lily cuando iban ellos dos de regreso a su piso—. Sirius ha pasado por una experiencia que volvería loco a cualquiera. Si ahora mismo no puede recordarte a ti y al tiempo que pasó en nuestro departamento...

—¿Y qué tal si eso no ocurre jamás, uh, entonces qué? —Rebatió Remus de vuelta, las manos en los bolsillos y sufriendo de un acceso de insatisfacción total—. Regulus mencionó que apenas lo den de alta Sirius entrará a un programa de rehabilitación y estará fuera por tres meses. Justo a tiempo para testificar contra sus padres...

—Definitivamente no serán vacaciones... Pero, oye... ¿Y si tomas ese tiempo para sanar? Esta situación por la que todos hemos pasado ha sido de lo más... Tú me entiendes, ¿no?

—Seh.

—Y no es como si éste fuera el final.

—No ahora que James formalmente te ha invitado a salir —dijo Remus, pues había escuchado sin querer la conversación en que James la sugería a Lily ir juntos al cine y ella había accedido de buena gana.

Lily se sonrojó. —Uhm, así que ya te enteraste...

—Lo sospechaba de cualquier modo. Incluso lidiando con todo el asunto de Sirius, ustedes dos no podían quitarse la vista de encima. Es genial que algo bueno haya salido de todo esto.

—Si además cuentas que Regulus ha decidido declarar en contra de sus padres y se ha mudado al piso de Sirius... Ha sido un enorme cambio para todos.

«Un buen cambio», pensó Remus, «excepto para Sirius... y para mí.»

Pero ya les demostraría el tiempo que estaban equivocados.

 

Sirius fue dado de alta poco más de una semana después de haber sido ingresado, y para entonces sólo había recuperado una cuarta parte de los quince kilos que había perdido durante su secuestro. Su rostro había quedado demacrado, y su ropa le quedaba grande; bajo sus ojos todavía tenía gruesas ojeras, y su cabello tendría que crecer para recuperar su brillo, pero... La sonrisa con la que agradeció a todos y cada uno de los presentes fue sincera y sin rastros de amargura.

—Lo conseguiste, Padfoot —dijo James al pasarle a su amigo un brazo por los huesudos hombros—. Te prometí que lo harías, ¿o no?

—Espera a que termine mis tres meses en rehabilitación y después hablamos, Prongs —replicó Sirius con buen humor.

De la papelería del hospital se encargó Regulus, y mientras tanto charlaron Remus y Lily con Alphard Black, a quien habían conocido en sus repetidas visitas al hospital y descubierto como una persona agradable y con un carácter mucho más similar al de Sirius que al de Regulus.

Alphard Black había sido la oveja negra de su generación y por ello sentía una predilección especial por Sirius, a quien había nombrado heredero de la fortuna Black y detonado con ello la tragedia en la que éste se había envuelto, pero ni Sirius le guardaba rencor ni Alphard iba a tener compasión en hacer pagar a su hermana y cuñado por su crimen, y juntos habían hablado de planes para trabajar juntos y hacer de la transición de los negocios familiares un asunto más paulatino, y de paso compartido ahora que Sirius y Regulus parecían haber parchado su relación fraternal.

Remus se había enterado por James que Regulus y Sirius habían tenido oportunidad de conversar en las largas horas de convalecencia de éste último, y que ese tiempo a solas y sin contenerse había favorecido el perdón y también el deseo de dejar el pasado en el pasado y comenzar de nuevo. Regulus había repudiado a sus padres después de lo que le hicieron a Sirius, y éste a cambio había declarado que esas eran las mejores palabras posibles y que juntos podrían reconectar como era debido.

En verdad, era una especie de final feliz para todos los involucrados, incluido Remus luego de que Sirius pidiera hablar a solas con él, y tras agradecerle por su participación durante el rescate, le tomó de la mano y dijo recordarlo.

—En la cafetería de Wormtail... Te hice señas para entrar y pasamos una tarde increíble. Lamento tanto haberme marchado de tu piso como lo hice... Madre... —Sirius cerró los ojos y exhaló antes de volver a abrirlos—. Ella me hizo volver a casa diciendo que Regulus estaba en problemas y necesitaba de mi ayuda, y... Seguro fue la decisión más idiota de mi vida por creerle.

—Era Regulus de quien hablaba —dijo Remus—. Sabía cómo apelar a tus sentimientos. No tienes de qué sentirte avergonzado por haber caído. Es ella quien ha hecho mal.

—Y ahora pagará por sus crímenes.

—Exacto.

Remus se había quedado un poco más, y en visitas subsecuentes Sirius se había abierto más a él y a su compañía, pero ni por asomo habían llegado al nivel de compenetración que alguna vez mostraron en su piso. Incluso, Remus había dado por sentado que eso no volvería a ocurrir, y con cada visita se había distanciado un poco para hacer así la separación lo menos dolorosa posible.

Por si acaso...

—Listo —anunció Regulus al tener los papeles de alta de Sirius, y con éste apoyado en James y en Alphard, los seis salieron del hospital con intenciones de no volver en un largo tiempo.

 

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Notas finales:

Y Sirius por fin despertó. Va a tenerlo difícil en los próximos meses lidiando con las secuelas, y probablemente no quiera empezar una relación justo ahora, peeeeeeero... Soy una creyente de que el amor lo vence todo al final, así que esperen un bonito capítulo final mañana. Sobre todo un final con esperanza.
Graxie por leer~!


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