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Todo se trata de una buena estrategia por Solecitoyanass

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Harry y Hermione caminaban por los pasillos de Hogwarts rumbo al gran comedor, la castaña le hablaba amenamente de todo lo que había estudiado en vacaciones y lo que ansiaba demostrar en los EXTASIS. El azabache no le estaba prestando mucha atención, pues en lo único que pensaba era en su novio y lo mucho que lo había extrañado – aunque en realidad no había pasado mucho tiempo– pero en serio moría por verlo. Además, estaba el tema de Ron, su amigo el cual no había querido hablarle desde la cena de año nuevo.


Seguían su curso hasta que vislumbró a un adorable rubio, conversando con una castaña, al parecer un poco más joven que ellos. En cuanto su novio lo vio una cálida sonrisa se dibujó en su rostro. Lo animó a que se acercara, cosa que el azabache no dudó en hacer y en cuanto estuvieron lo suficientemente cerca, le plantó un casto beso en los labios.


— Harry —anunció el rubio en cuanto se separaron— te presentó a Astoria Greengrass.


En cuanto el azabache escuchó el nombre, su rostro palideció por completo y esa gran sonrisa que mostraba hace unos minutos, se borró por completo.


Pareció ser que la chica entendió muy bien la reacción, pues inmediatamente aclaró la situación.


— Oh, no te preocupes, Draco y yo solo somos buenos amigos. No pienso robarte a tu novio —guiñó un ojo de manera cómplice.


El color volvió al rostro de Harry y se ruborizó ligeramente al mostrarse tan obvio. Draco sonrió complacido, por primera vez veía así de celoso a su novio y eso le encantó, aunque no lo iba a aceptar tan abiertamente, mejor sería guardárselo para sí mismo.


— ¿Qué? —exclamó el azabache— Yo... yo no... —suspiró resignado.


Draco lo tomó de la mano y luego miró a la castaña que acompañaba a su chico. — Granger —saludó secamente.


— Malfoy —fue lo que recibió como respuesta.


Después de las presentaciones, los cuatro entraron al gran comedor. La pareja se detuvo al darse cuenta de sus diferencias de casas y por tanto que tendrían que decidor donde sentarse. Inmediatamente vieron la mano de Pansy haciéndoles una señal para que se sentaran junto a ellos. Draco por pura inercia arrastró a su novio sin siquiera preguntar.


— ¿A dónde crees que vas? —preguntó el moreno en cuanto se vio muy cerca de la mesa de los Slytherin.


— A desayunar, por supuesto.


— Pero porqué en tu mesa, sería mejor fuéramos a la mía —reprochó el azabache.


— O sería mejor que fueras a tu mesa de leones y me dejaras en paz —Harry sintió el miedo correr por sus venas, era un Gryffindor, una de sus grandes virtudes era la valentía, pero al ver la mirada fría de su chico no pudo evitar estremecerse. Sintió la mano del rubio despegarse de la suya y un desagradable frio recorrió la palma.


Se quedó parado varios minutos, hasta ver que su novio se servía muy tranquilo sus alimentos. Harry refunfuñó por dentro y a pasos apresurados se sentó a su lado.


No podría describir la mirada de suficiencia que puso el rubio, quien no lo miró.


— Está bien —susurró muy cerca del oído de Draco— pero mañana iremos a mi mesa.


Draco únicamente se encogió de hombros, algo que no le agradó del todo al azabache — ¿Por qué tenía que ser tan complicado? —se cuestionó, si por cada cosa en que no complaciera a su rubio este iba a querer romper con él.


Resignado y nada dispuesto a perder a su chico comenzó a servirse, aprovechando para mirar la mesa de Gryffindor. Su mirada se cruzó con la de Ron, que al ser descubierto giró inmediatamente la cabeza, eso afligió al azabache más de lo que ya estaba, pero decidió no darle mucha importancia, pues no quería sentirse mal por lo que restaba del día.


Draco no le dirigió la palabra durante todo el desayuno, se concentró en hablar con Pansy sobre lo bien que se la había pasado junto a Blaise en Italia y advirtiendo que le había traído un regalo.


Poco después el azabache sintió una mano sobre su hombro, se giró rápidamente para ver de quien se trataba. Era su amigo Ron quien después de mirarlo por unos segundos exclamó: — ¿Podemos hablar? —Harry asintió, le dio un beso en la mejilla a Draco y tomó sus cosas para salir junto al pelirrojo.


Caminó junto a su amigo hasta que llegaron a un pasillo no tan concurrido, el pelirrojo se cruzó de brazos, mientras que Harry miraba al suelo esperando por lo que sea que le tendrían que reclamar.


— No tengo problema con tu relación con el Hurón —dijo desviando su mirada a la extensión del pasillo.


Harry levantó la mirada sorprendido.


— Solo me molestó un poco que no me dijeras la verdad desde el principio —el azabache iba a decir algo, pero el pelirrojo le hizo una señal con la mano para que le permitiera terminar— pero ya lo pensé mejor y no tengo derecho a reprochar nada.


— Lo siento —dijo Harry.


Ron asintió satisfecho.


— En serio debí decírtelo —agregó el azabache— debí confiar más en ti.


— No hay problema compañero —sonrió, estaba muy contento porque al fin habían hecho las paces— solo quiero pedirte un favor.


Harry asintió, pues era justo darle algo a cambio a su amigo, después de todo él tampoco había actuado de la mejor manera.


— Prométeme que jamás hablaras conmigo sobre tu vida sexual con el hurón.


El azabache soltó una carcajada al oír la petición de su amigo, carcajada que se prolongó por varios minutos.


— ¡Es en serio! —advirtió entre molesto y avergonzado.


— Está bien, lo prometo —aceptó sin dejar de reír. Ambos amigos se sonrieron y se apresuraron a llegar a la clase de DCAO. Pues ya se habían retrasado varios minutos.


Harry se sintió mejor al haberse reconciliado con su mejor amigo, ahora solo faltaba contentar a su novio. Lo cual no iba a ser tan difícil –o eso esperaba– el único método que tenía era una buena sesión de besos, tal vez algunos arrumacos repentinos y poner cara de cachorrito apaleado.


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