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Todo se trata de una buena estrategia por Solecitoyanass

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Severus tomaba el té en su sala principal mientras leía un libro sobre las nuevas plantas medicinales y en qué tipo de pociones usarla, cuando escuchó la chimenea, que avisaba la llegada de alguien. No levantó la vista, pues ya sabía de quién se trataba, solo esperó a recibir un cariñoso beso en su mejilla.

— ¿Ahora qué pasa? —preguntó Sirius mientras se quitaba el abrigo y la bufanda.

Severus no respondió, tan solo paso la hoja para continuar su lectura. Sirius se sentó junto a él y le acarició suavemente la cabeza.

— ¿No me vas a decir qué pasa? —preguntó con voz seductora mientras se acercaba para besarle la oreja.

— Hoy no estoy de humor, Sirius —se limitó a responder, mientras se alejaba un poco de su esposo.

Sirius asintió y con aire de resignación se levantó del sofá para irse a dar una ducha. Conocía a su pareja mucho más que bien, y sabía que cuando Severus andaba en plan de "no me toques", en serio no bebía hacerlo.

Sirius continuó la marcha hasta su habitación, fue hasta su armario de dónde sacó un pijama de color negro, buscó un par de calcetines y unos calzoncillos. Se dirigió hasta su baño y se decidió a tomar una ducha. Una hora después bajaba de nuevo las escaleras para encontrarse con un Severos al borde del sueño.

— Sev —lo llamó para llevarlo a la cama.

— Sirius –respondió incorporándose en el sillón— odio a tu ahijado —susurró medio adormilado. Canuto, quien ya lo conocía bien, sólo sonrió. Sabía del pasado de su ahora pareja, sabía que su primer amor había sido Lily Potter y también sabía lo mucho que su ahijado se parecía a aquel que alguna vez le arrebatara el amor de la chica. Pero a pesar de todo ese pasado, Severus Snape se había dado la oportunidad de volver a amar y con ello le había otorgado a Sirius Black un lugar en su corazón. Por eso, a pesar de que su Sev siempre se mostrara indiferente y muchas más veces molesto con su ahijado, sabía que en el fondo le tenía cariño.

— ¿Ahora por qué lo odias? —preguntó divertido.

Severus terminó de despertarse por completo y haciendo una señal para que Black se sentara junto a él confesó: — Es por Draco —miró a su esposo— no hay día que no pare de hablar de tu odioso ahijado, me parecía bien al principio, pensé que solo era una etapa, pero últimamente lo veo muy decaído, y ya no pelea con Potter en los corredores —Sirius lo miraba sin reacción aparente— y mucho menos se miran. Es como si no existieran ni uno, ni el otro.

— ¿Y eso no es bueno? —preguntó un medio confundido Sirius— Tú mismo me dijiste que causaban muchos problemas por siempre estar riñendo. El que dejaran de hacer sus berrinches y armar escandalo por media escuela indica que han madurado y no hay nada de qué preocuparse.

— No —aseguró— Es cierto que es bueno que ya no discutan, pero no es bueno cuando mi ahijado se ve peor que nunca.

Sirius lo miró con atención, su sobrino —si así se le podía llamar— no le agradaba mucho por ser un arrogante, berrinchudo y consentido, pero él conocía el gran cariño que Severus le tenía al muchacho y el sólo hecho de verlo preocupado por ese chico hacía que él también se preocupara.

— Entonces... —comenzó a decir— piensas que Harry tiene que ver con ese cambio en mini Malfoy...

Severus sacó una pequeña risa, al principio no le agradaba mucho que Black le pusiera sobre nombres a su ahijado, pero con el tiempo se fue acostumbrando, pues estaba consciente de que no lo hacía con mala intensión.

— Si —afirmó— estoy seguro que el tonto de Potter le hizo algo y como Draco no ha querido hablarme de eso esperaba...

— Que yo hablara con Harry —completó—. Está bien —le aseguró—, en cuanto tenga tiempo hablaré con él. Mientras tanto —tomó la mano de su esposo de modo cariñoso—, tú no te preocupes, ya verás que todo se arreglará. Además, mi sobrino, también lleva sangre Black, es fuerte y decidido, seguro pronto se recuperará.

Snape lo miró regalándole una sonrisa y se acomodó para acurrucarse en el pecho de su esposo.

— Cuando el momento llegue —susurró— debes darle la charla a Potter, no confió en el tarado de su padre. Y yo hablaré con Draco, dudo mucho que Lucius lo acepte tan pronto y mucho menos que quiera hablar con su hijo de esos temas siendo precisamente Potter la causa de eso.

Sirius dejó salir una carcajada descarada.

— Así que aceptas que nuestros ahijados...

— No lo digas —interrumpió— que se me eriza la piel de sólo pensarlo.

Sirius de nuevo comenzó a reír y así se quedaron abrazados sobre el sofá de su sala hasta que se quedaron dormidos.

 


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