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Todo se trata de una buena estrategia por Solecitoyanass

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Era el último día en Hogwarts antes de que comenzaran las vacaciones, al siguiente día todos partirían y por alguna razón se sentía más triste que otros días. Recordó con enfado al chico de Hufflepuff que se atrevió a golpearlo, la verdad no se imaginó que un chico de esa casa se atreviera a golpearlo y menos por Cho, pero bueno así era. Bien, al menos ella sí era querida, no por él, pero sí por alguien más.

Decidió ir a dar una vuelta para despejarse, pues ya todo su equipaje lo tenía preparado. Caminó por varios pasillos hasta llegar a los jardines del castillo. Hace mucho no disfrutaba del aire libre así que se sentó en una banca y cerró los ojos para relajarse. Poco después escuchó las voces de unos chicos.

— Te lo dije idiota —expresó uno —Draco Malfoy no se involucra con cualquiera, es más, desde que está en esta escuela, jamás se ha interesado en nadie.

— Pues pensé que, si lo obligaba, tal vez accedería —Harry abrió ligeramente los ojos para ver de quién se trataba y ahí estaba él, el chico de Ravenclaw de cabello castaño y ligeramente ondulado, a quién vio besarse con Draco esa noche.

— ¿Crees que robarle un beso al príncipe de Slytherin te convertiría automáticamente en su novio? — exclamó el otro chico— no seas idiota Matt —el chico empezó a reír- además lo engañaste para ir al tercer piso, lógico que se enojara, menos mal que no le dijo a nadie. Imagina lo que hubiera pasado si te acusa con su padre o con su padrino.

— Ya está bien, no debí engañarlo — agregó en otro de modo enfadado— seguramente es un virgen, mejor ya no hay que hablar de él.

Harry mostró una pequeña sonrisa en sus labios, se levantó de golpe y se dispuso a regresar a su habitación. Mientras caminaba por los pasillos pensó en lo que acababa de escuchar y se sintió patético al darse cuenta de lo muy tonto que había sido al pensar mal de Draco, de pronto esos sentimientos que había decidido sepultar, comenzaron a brotar como mariposas.

Corrió hasta su habitación, tomó una pluma y buscó un pedazo de papel, y escribió rápidamente, después se dirigió al área de lechuzas para buscar a Hedwing.

***

Unos ojos que jamás me cansaré de mirar, unos labios que siempre querré besar, pero lo mejor de todo, un corazón que jamás dejaré de amar.

Te espero en la torre de astronomía después de la cena.

HP

En cuanto leyó la nota, sintió que su corazón se le iba a salir del pecho. Faltaban unas cuantas horas para eso y se sentía realmente ansioso. No podía eliminar esa sonrisa en su rostro, y por más que intentaba disimularla siempre terminaba con una nueva sonrisa.

— ¿Qué había pasado?, ¿Por qué de pronto Harry se había vuelto a interesar en mí?, ¿Harry?, ¿Desde cuándo lo llamo Harry? —, bueno, si sabía desde cuándo, desde esa misma tarde en que se diera cuenta de sus sentimientos.

Cuando al fin fue hora de la cena, no puedo evitar cruzar un par de veces la mirada con esos ojos verdes. Esos ojos que desde siempre le habían encantado, sólo que jamás lo habían aceptado, y ahora, ahora le miraban con el anhelo que siempre había deseado.

Se apresuró a cenar lo más rápido que pudo, y antes de que sus compañeros dijeran algo, salió apresurado del comedor. Fue directamente a su habitación, se quitó la ropa que llevaba encima y se dispuso a tomar una ducha. Tomó un shampoo de aroma a jazmín que su madre le había comprado en Francia, ese aroma le gustaba y mucho, desde que era muy pequeño lo había usado. Cuando al fin se sintió limpio, tomó un par de toallas y salió de la ducha para vestirse de nuevo.

Mientras tanto Harry también se había dirigido a su dormitorio, bastante ansioso por que en un par de minutos se encontraría con el chico de sus sueños. Lavó a consciencia su boca, pues no quería darle una mala impresión, ya antes se había bañado y como siempre se había dirigido sin más al comedor, pero al volver decidió rociarse una loción de un aroma ligero, un aroma a bosque; su madre decía que ese aroma le iba de maravilla.

— Te esperaré toda la noche si es necesario —susurró mientras se miraba en el espejo.

***

Cuando entró a la torre de astronomía, no pudo evitar reflejar la sonrisa que el chico frente a él le provocaba.

Harry se giró para mirarlo, y en ese momento sus miradas se encontraron, ambas estaban llenas de amor, llenas de anhelo y llenas de deseo.

El moreno caminó hasta encontrarse con Draco, su sonrisa era sincera y revelaba completa felicidad. Acto que provocó una respuesta inmediata en el rubio; él también le regaló una sonrisa sincera y llena de cariño.

No se dijeron ni una palabra, sus ojos, sus bocas, todos sus movimientos dijeron todo lo que había que decir. Fue entonces que Harry decidió tomar la iniciativa; si ese chico estaba allí, a solas, con él, significaba solo una cosa. Se acercó lentamente hasta tomar al rubio de la cintura con una mano y con la otra tomarlo del mentón, nuevamente miró los ojos grises y bajó lentamente la mirada a esos labios; labios que ya había besado antes, pero esta vez sabía que sería diferente y quiso tomarse su tiempo para hacer de ese momento algo inolvidable.

— Potter —susurró, comenzaba a sentir algo de desespero al no ver más reacción en el moreno, pero antes de que pudiera decir algo más, lo sintió, sintió unos suaves y tibios labios sobre los suyos. ¿Cuánto había anhelado ese momento?, ni él mismo lo sabía, pero ya no importaba, ahora lo único que deseaba era dejarse llevar por esa ola de sentimientos y sensaciones que comenzaron a brotar como una cascada.

Pronto la boca del moreno demandó más que solo inocentes roces, ahora buscó hundirse en la apetitosa boca, y Draco se lo permitió, le permitió que hiciera que lo quisiera. Le besó incontrolablemente, saboreando cada parte de su boca y en unos cuantos instantes, ambas lenguas se acariciaban una con otra. Cuando Draco no pudo contener más el aliento, se apartó unos cuantos centímetros. Ambas respiraciones eran entrecortadas, y eso les hizo saber que se deseaban. De nuevo el cruce de miradas era el cómplice de todo lo que sus almas tanto ansiaban y que en ese momento se habían entregado.

Nuevamente sus bocas se encontraron, lucharon entre ellas para mostrarse cuanto se deseaban, Harry acariciaba su espalda y Draco se limitaba a aferrarse a esos firmes hombros; poco después deslizó ambos brazos, hasta rodear por completo el cuello del moreno. El otro, poco a poco bajó ambas manos hasta aferrarse a las nalgas del rubio.

El beso se intensificó más, esta vez, Draco sintió como cada parte de su boca era succionada con suma necesidad. Únicamente se separaban por segundos para recuperar el aliento y volver a lo que era primordial. Harry buscó entrar por debajo de sus ropas, querían sentir la tibia y suave piel de Draco; este se lo permitió, dejó que le acariciaran las nalgas, ya por debajo de la ropa, lo permitió y se dejó hacer hasta que sintió uno de los dedos de Harry intentando entrar en su hendidura. Abrió los ojos de golpe y empujó ligeramente al moreno.

—¡No! —exclamó el rubio, apartándose al momento. Harry no supo que hacer, era un hecho que había cometido un grave error, pero no sabía que podía hacer para remediarlo.

Harry esperó a que el rubio dijera o hiciera algo, mientras tanto Draco intentó recuperar la respiración.

— No, no es que no quiera -dijo al fin— es sólo que... —desvió tímidamente la mirada- quiero que sea especial — ¿Cuál sería la reacción de Harry?, ya no importaba, lo había dicho por impulso, pero también sabía que era real, al sentir al moreno ir más allá que un simple abrazo, no pudo evitar sentir temor; porque sí, jamás lo había hecho con alguien, ni siquiera con una mujer, era lógico que tuviera miedo, de hecho, mucho miedo, pero si Harry se decepcionaba pues ni modo.

Harry quedó en silencio por unos segundos, segundos que ante esa situación parecieron minutos, luego se acercó cautelosamente y cuando al fin pudo alcanzarlo, lo rodeó con sus brazos.

— Entiendo mi amor, no te preocupes por eso —susurró con devoción.

Draco sintió que su cuerpo se erizaba al sentir el tibio aliento del chico sobre su cuello. Sonrió ante aquella respuesta y entonces correspondió a ese abrazo, un abrazo lleno de amor y consuelo.

***

Estuvieron platicando mucho tiempo acerca de lo que harían en vacaciones, lo que deseaban para el futuro.

— ¿Por qué tienes esa cicatriz en la frente? —preguntó el rubio.

— Mmmm... fue porque cuando era niño no me portaba muy bien que digamos —expresó el moreno—, mi padre me compró una bicicleta y cuando...

— ¡Espera! —interrumpió— ¿Qué es una bicicleta?

— Uhm, bueno, una bicicleta es un artefacto muggle que sirve para transportarte, como una escoba, pero no vuela, en cambio tiene dos rudas que te ayudan a moverte.

Draco se quedó pensando por un momento: —¿Me enseñarías algo sobre eso? —preguntó, le daba un poco de curiosidad saber de qué estaba hablando.

— ¡Claro! —Harry se sintió contento al oír esa petición— cuando tú quieras te enseño.

— Gracias —le dio un ligero beso en los labios— pero sigue contándome, como te hiciste esa cicatriz.

— Oh si, bueno... fui a ver a mi padrino Sirius y él me llevó a un parque para que diera un paseo. Fue bastante divertido, recuerdo que estaba saltando toda clase de obstáculos hasta que me decidí por saltar una pequeña banca, la verdad es que no lo hice con la fuerza ni velocidad que se requería y me estampé contra ella. Ni siquiera logré impulsarme ni un poco. Recuerdo que mamá se asustó mucho, y bueno... esa es la historia.

— Potter, eres un idiota —ambos rieron, y después de mantenerse abrazado por varios minutos más decidieron ir a sus respectivas casas.

—  Te enviaré la dirección de mi casa —dijo Harry cuando estaban a punto de separarse.

— Eso me hace recordar algo que... —Draco había recordado que hace varias semanas atrás su padre le había dicho que lo llevara a casa para convivir, luego cuando él le mintió y le dijo que Potter estaba enfermo, su padre insistió y le dijo que si realmente ese chico tenía una intensión seria con él iría a su casa pero Draco le había dado largas al asunto, pues estaba muy consciente que eso era bastante complicado, pero ahora era distinto, tal vez ahora si podía llevarlo a la mansión sin problema: — Si te invito a cenar a mi casa... — hizo una especie de puchero que Harry no pasó desapercibido- ¿Aceptarías?

— Por su puesto que sí —aceptó sin siquiera pensarlo. De nuevo lo tomó del mentón y le dio un pequeño y amoroso beso. Por fin se separaron y ambos fueron a sus habitaciones con toda la alegría que ese encuentro les había provocado.

 

Notas finales:

Gracias por leer :)


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