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"De cangrejo, a mi doncella" por darkness la reyna siniestra

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Capítulo 8. “Cena con la Luna ”


- 🌸 -


Leo y Cáncer dejaban escuchar sus pasos por los pasillos del cuarto templo, ambos iban en silencio sumidos en sus pensamientos hasta que Death decidió salir de los mismos para hacer una interrogante a su compañero.


—Oye, ¿tienes algo para hacer de cenar en tu templo? —se detuvo en medio de una intersección de pasillos.


Aioria se detuvo también, extrañado por la pregunta de la joven, aunque esto lo hizo recordar que no tenía lo suficiente para dos personas y que de hecho al día siguiente debía ir a Rodorio por provisiones.


—Ahora que lo mencionas, no creo tener suficiente comida, pensaba bajar mañana al pueblo para abastecerme... —dijo apenado masajeandose la nuca. Death asintió comprensiva.


—Bueno en ese caso llevaré algo para preparar. ¿Te apetece pasta? O un guiso tal vez…


Leo escuchaba hablar a la joven de un modo tan natural, no creyó que Deathmask cocinara pero era algo nuevo que conocía de su compañero ahora.


—No lo sé… Me avergüenza admitirlo pero no se me da muy bien la cocina —confesó con los ojos cerrados y la voz susurrante.


Cáncer alzó una ceja y negó, no entendía como ese griego sobrevivía sin poder hacer lo más esencial en la vida. Se preguntaba como no hubo muerto de hambre todo ese tiempo.


—Está bien no te preocupes, cocinaré yo pero no te acostumbres. Tal vez puedas aprender algo de cocina las noches que me quede contigo, pero me asombra que no hayas muerto de inanición Aioria —rió divertida encaminándose a la cocina de su templo, el griego se indignó por la burla de ella y se fue detrás para defenderse.


—Oye no es mi culpa haber tenido un hermano sobre protector que ni de broma me dejaba acercarme al fuego de la estufa, a cosas calientes o con filo…


—¿Entonces era Aioros el que cocinaba para ti? Gracioso, pero sería bueno que aprendieras sabes.


Llegaron a la cocina donde Death recolectaba diversos ingredientes. Aioria se sorprendió al ver la variedad y el orden de especias en frascos etiquetados con nombre y utilidad que su acompañante tenía, era nuevo para él estar en un lugar tan íntimo de esa casa en particular Leo pensaba que Death tendría un auténtico desorden con sus cosas pero era todo lo contrario ya que incluso todo a la vista estaba limpio y bien organizado.


La de cabellera azul por su parte metía todo lo necesario en una bolsa de tela para pronto entregársela a Aioria.


—Toma lleva esto, prepararé pasta y un poco de sopa de vegetales. ¿Te parece bien?


—Si es lo que deseas comer por mí no hay problema —le dijo acomodando la tira de la bolsa sobre su hombro.


—De acuerdo, vamos a tu templo entonces.


El menor asintió y esta vez iban a la salida superior para llegar a Leo.


- 🌸 -


Algunos minutos después la comida estaba siendo sacada de la bolsa en la barra colocada al centro de la cocina en la casa de Leo, Deathmask dejó su mochila en un sofá en la estancia oculta del templo mientras que Aioria le hubo dicho que iría a acomodar la habitación que Ikki utilizaba cuando venía al Santuario, para que ahí pasara las noches en las que él tuviera que cuidarla. Masky se alzó de hombros antes de responderle que se pondría a preparar todo para la cena.


Estaba llenando una cazuela con agua cuando un cosmos conocido para ella se dejó sentir llegando desde la entrada que viene de Virgo.


Sonrió al saber de quien se trataba, dejó la cazuela con agua hasta la mitad encima de la estufa y fue a recibir a su amigo.


Dita llegaba finalmente a la quinta casa, se retrasó un poco a decir verdad porque en Capricornio encontró a Shura con el que cruzó un par de palabras pero ahora su misión estaba casi completa. Entró al sitio emanando un poco de su cosmos para hacer notar su presencia, caminaba con calma mirando a todos lados buscando algún indicio de la italiana pero no tuvo que buscar mucho porque la de cabellos azules salía de un pasillo y al verlo a metros de distancia, se encaminó en su dirección.


—¡Death! —la llamó efusivo caminando más rápido a su encuentro.


—Afrodita, vaya es bueno verte. ¿A dónde vas? Ya casi es de noche —interrogó extrañada.


—Este templo es mi destino final por ahora amigo, verás Athena me dio esto y me pidió que te lo trajera a ti.


Dita le tendió la pequeña caja, Death miró aquello interrogante y luego de algunos segundos aceptó tomarla.


—¿Y esto, qué es? —ante la pregunta el sueco se encogió de hombros al tiempo que Cáncer destapaba la caja encontrando en su interior una tela aparentemente de seda en color rosa pastel.


—Pienso que es algo para que duermas ya que quiso que te dijese que lo uses a la hora de dormir.


Dita tomó la caja de nuevo en lo que la chica sacaba la tela y la extendía frente a sus incrédulos ojos. Era una especie de vestido holgado bastante corto a su parecer, con detalles en el pecho y mangas medianas sueltas.


Deathmask alzó una ceja ante la prenda en sus manos. ¿Cómo Athena quería que usara eso para dormir? Él planeaba usar la camiseta que metió en su mochila junto con las demás cosas que utilizaría al dormir fuera de su casa. La prenda era demasiado femenina para su gusto.


—Ahora entiendo porqué te pidió a ti el favor de traerme esto, no es tonta y sabía que si venía ella en persona no saldría viva de aquí… —volteó la mirada ceñuda a otro lado, Afrodita no pudo evitar reír.


—Ay no seas exagerado, a mí no me agrada en lo más mínimo lo que te ha hecho pero al menos ve el lado bueno. Athena quiere que estés lo más cómodo posible, supongo que ha sido un buen gesto de su parte además que se nota que es una pieza muy fina.


Colocó la caja en una pequeña mesa cercana para tomar la tela de las manos de su amigo. La extendió frente a él con las dos manos para luego acercarla y examinar los detalles sintiendo la suavidad de la prenda, sin duda era seda.


—Pues no mi ciela, no pienso usar eso —acotó cruzandose de brazos.


Esa era ropa para una mujer, él era un hombre aunque ahora su cuerpo no fuese el de uno, no se sentiría a gusto con eso puesto.


—Ya está lista la habitación… —Aioria llegaba a la escena, al ver a Dita se acercó— Afrodita, gusto verte.


—Gracias Aioria, lo mismo digo —saludó cortés


—Dita vino a traerme esto, ¿puedes creer qué Athena quiere que use eso para dormir? —señaló la pijama en manos del pez, negó con seriedad antes de encaminarse de nuevo a la cocina dejando a los otros dos.


—¿Qué es lo qué la puso de tan mal humor? —quiso saber el león.


Dita entornó los ojos con fastidio, Death podía ser muy obstinado a veces. Le pasó la tela a Aioria.


—Esto, Athena se lo mandó conmigo para que pueda descansar cómodo en la noche. Pero dice que un hombre no usa eso, parece que se le olvida que no está en su propio cuerpo.


El griego vio la prenda con detenimiento, imaginó de pronto a su huésped con ese atuendo puesto y un sonrojo cubrió sus bronceadas mejillas. Esto no pasó desapercibido para el bello sueco quien alzó la ceja derecha.


—¿Y ese sonrojo Aioria, qué te estás imaginando eh? —dijo con tono cómplice, los ojos de Leo se agrandaron y se puso nervioso al saberse descubierto por el mayor.


—Y-yo nada, nada… —carraspeó nervioso ocultando su rostro de semáforo del pez— Será mejor que vaya a ayudar a Deathmask en la cocina.


Dita iba a decirle algo pero Leo se encaminó a las prisas a donde estaba la jaiba encendiendo la estufa para que el agua pudiera hervir y hacer la pasta. El sueco suspiró algo decepcionado de no poder molestar al griego a sus anchas.


Siguió a Aioria a la cocina para comunicar que ya debía irse, no deseaba hacer esperar a Camus puesto que el francés podría pensar que se le olvidó su invitación o algo por el estilo. Debía darse prisa.


—Chicos fue bueno haberlos saludado pero ya debo irme —les dijo con una sonrisa apoyándose en el marco de entrada.


Notó como Death ponía un cuenco con papas y zanahorias frente a Aioria que esperaba frente a la barra junto a una tabla y un cuchillo. Liberó una pequeña risa al pensar que su amigo iba a hacer que el león cortara la verdura.


—Pero si acabas de llegar Dita —Death volteó a verlo con una expresión triste—. ¿No quieres cenar con nosotros?


—Si Afrodita, a Death le haría bien la compañía de un amigo cercano —apoyó el menor comenzando a cortar un tubérculo.


—Me encantaría acompañarlos pero… —se sonrojó un poco al recordar lo que le esperaba— Camus ha sido muy amable y me ha invitado a cenar en su casa.


Los ojos de Cáncer se agrandaron en sorpresa mientras que Leo casi se corta un dedo de la impresión. ¿Camus invitando a otro compañero que no sea Milo a cenar? Increíble pensaban los cocineros.


—Wow, nunca creí que Camus se abriera de esa forma con alguien que no fuera el bicho. En ese caso te deseo una agradable cena, Afrodita —Aioria sonrió sincero.


—Está bien amigo, te noto muy contento, pero ya me platicarás mañana como te fue —la chica le guiñó un ojo en un gesto sugerente, tal como lo hacía antes de que su rostro se afilara.


—Oigan, Camus es todo un caballero —escondió la mirada brillante dándose la vuelta para irse—, buen provecho para ustedes. Nos vemos y Death… —volteó a verla desafiante— ¡Ponte lo que Athena mandó para ti!


La crustácea parpadeó y cuando reaccionó a querer responder algo al sueco, frunció el entrecejo al notar que ya se había marchado dejándola con la palabra en la boca.


—Maldita sea... —gruñó de mala manera y por lo bajo, notando que el agua estaba hirviendo ya.


- 🌸 -


Colocaba lo platos y los cubiertos en los lugares predispuestos, no comprendía por qué pero se sentía muy ansioso por compartir con Afrodita, le parecía extraño pero a la vez fascinante puesto que el hermoso joven era encantador además de inteligente, era fácil hablar con él porque conocía de muchos temas relevantes y daba respuestas lógicas y favorables a cualquier cosa que se le preguntara o debatiera. Le agradaba porque a diferencia de él no tenía problema alguno en demostrar sus emociones y sentimientos fueran cual fueran. Camus sonrió al recordar a Dita, su preciosa sonrisa y sus brillantes ojos celestinos. Su voz delicada pero fuerte, masculina. Se sonrojó al notar que le gustaba su voz.


—Buenas noches.


Y esa voz hizo eco en las paredes de su templo, haciéndole vibrar el corazón. Dita había llegado al fin, dejó el último cubierto sobre la mesa de elegante mantel y se encaminó a su encuentro. Al estar cerca le habló con calma y una disimulada alegría.


—Buenas noches, Afrodita. Me alegra que ya estés aquí, recién voy a servir.


—Muchas gracias de nuevo Camus —le sonrió con ternura.


Dita se la pasó todo el trayecto hacía Acuario pensando en su guardián. Camus le causaba extraños pero cálidos sentires de un tiempo para acá, pero entre estos sentimientos también existía el miedo, miedo a llegar a quererlo y no ser correspondido por el hermoso aguador. Piscis ansiaba acariciarle el cabello y sentirlo recostado en su pecho, llenarle de mimos y besar sus finas manos. Era extraño pero la idea lo entusiasmaba pero luego suspiraba con tristeza al imaginar que Camus no pudiera responder a sus intenciones.


Aún así deseaba estar cerca de él, tanto como Camus en su interior callado, deseaba escuchar su voz hablándole de sus secretos y misterios fascinantes…


Ambos fueron al comedor del acuariano quien ayudó a su visitante a tomar asiento como un caballero, moviéndole la silla para que se acomodara y pronto servir esa deliciosa cena que terminó con toda la ilusión de que a Piscis le gustara. Camus sirvió vino en dos copas, tomó asiento y con una sonrisa los dos frente a frente se entregaron al momento que quisieron compartir en la calma que la recién llegada noche ofrecía.


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