‘Nuestra alarma de riesgo amoroso ha superado el límite previsto. Sin embargo, le recordamos no perder la calma. Aún tiene la oportunidad de volver a la normalidad, solo debe recordar, sobre todas las cosas, seguir nuestros consejos y ser firme a la hora de decir ‘no’.
El amor puede disminuir cuando aún solo le afecta a usted como individuo. Una vez que sus seres queridos sean informados de su enamoramientos, las bromas y la felicidad de los suyos por usted puede provocar un estado mucho más riesgoso. Por todo esto no olvide seguir nuestro siguiente consejo.
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Paso seis: No le presente a su familia’
Su cerebro se había quedado estancado en esa sencilla pero molesta frase: ‘Me gustas’. Obviamente a Bruce también ¡Pero no! Era el jodidísimo Batman, no podía decir algo como ‘Yo también’ o ‘Me has gustado hace mucho’ o cualquier cosa por el estilo ¡Por favor! Con lo que no podía era con los ojos de Clark mirándolo inquisitivos mientras esperaba a que reaccionara con algo, con un insulto. Lo vio beber desesperadamente del azúcar con café (Porque eso no era más café) y mirar hacía otro lado avergonzado.
—¡Bruce!
Y la verdad, nunca en su vida imaginó que amaría tanto a sus hijos ni a la voz chillona de Dick como en ese preciso momento. La estampida de cuatro niños se abalanzó sobre él, del más grande al más pequeño. En un enredo de abrazos, empujones y de más.
—Señoritos, por favor. Tenemos un invitado —Alfred regañó en el fondo. Clark hizo un gesto infantil con la mano saludando a los cuatro niños que giraron a verlo a la misma vez con curiosidad.
—Este es Clark —Bruce lo presentó y el susodicho sonrió incómodo cuando de repente los niños empezaron a presentarse a sí mismos en una algarabía.
—¿El reportero que conoce a Superman?
—¿Conoces a Superman? —Y así, una pregunta curiosa tras otra atacó a Clark que terminó enredado entre tanta palabrería. Bruce sonrió victorioso. Era divertido ver como Clark respondía a un sin fin de cosas sin sentido sobre sí mismo pero en tercera persona, mientras que los niños ya habían entrado en confianza y lo zangoloteaban de aquí para allá para que respondiera rápido. Tim se tomó el café de Clark e hizo una cara rara cuando sintió tanto azúcar.
Bruce nunca se había sentido tan en paz.
El pequeño roce de Alfred por detrás lo hizo girar a ver al hombre mayor. Alfred, que nunca perdía la compostura, estaba allí, con una medio sonrisa, sin calamar a los cuatro monstruos a los que llamaba hijos.
—Debería, señor, decirle que a ‘usted también’. Ya sabe a lo que me refiero —Y su corazón palpitó nervioso. A Alfred nunca se le escapaba nada.
Anti-Love le recuerda que debe usted ser fuerte. De ahora en adelante las bromas sobre su enamoramiento no van a parar. Su mayordomo estará ahí recordándole que debe ser feliz y probablemente sus hijos le canten canciones amorosas para burlarse de usted. Sea fuerte. Diga ‘no’. Por más que su cabeza diga ‘me gusta’ no pierda la compostura. No debe enamorarse de ese adorable kryptoniano.