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Repuesto [LP1] por Annie_Powers

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Una simple curva, no mucha, pero la suficiente como para que se le hubiera confundido con el cuerpo de una chica. Esa era la sensación que daba la forma de Hee Chul, tapado por la fina sábana blanca mientras dormía.

Tenía la expresión tranquila y era ajeno a todo lo que le rodeaba. Se movió levemente y un mechón negro cayó encima de sus párpados. Le observé durante unos segundos y, cuando estaba a punto de rozar su pelo, él se dio la vuelta para darme la espalda.

Decidí quedarme a observar cómo dormía, parecía como si no quisiera despertarse, seguir en su letargo por un tiempo indefinido. Yo también quería que se quedara de esa manera, así podía observarle siempre sin que nada perturbara su paz. Pero por mucho que lo deseara, eso no se iba a cumplir.

Se removió despertándose, rascándose los ojos mientras salía de su insomnio poco a poco. Se giró posando la mirada en mí y sonrió levemente.

–Buenos días... –seguía rascándose un ojo, algo que le hacía verse como un niño pequeño.

–Buenos días –respondí sonriendo levemente.

Se le veía un poco descolocado, como si no supiera dónde estaba. Miró durante unos segundos a todas partes y a ninguna y abrió ligeramente los ojos, como si los recuerdos de lo ocurrido la noche anterior hubieran golpeado en su mente y le hubieran hecho recordar.

Tragó saliva con algo de dificultad y siguió mirándome como si nada, esbozando otra sonrisa leve. Nos quedamos en silencio, sin saber qué decir, mirándonos. No podía seguir callando, no debía.

–No hables... –se adelantó.

–Pero... Tengo que decírtelo...

–¿Por qué? ¿Es necesario que lo digas?

–Sí.

–Yo no. Yo no veo que sea necesario que me digas que tu corazón late ya por alguien –me miró atentamente–. Porque es eso lo que me quieres decir, ¿no?

–Sí... –contesté unos segundos más tarde.

Vi por unos segundos el reflejo del dolor en sus ojos que fue sustituido rápidamente por un muro que levantó. Un muro que le permitiría no volver a sufrir. No quería que sucediera, no quería hacerle daño.

Seguramente él vio algo en mis ojos que le hizo querer romper el contacto visual, se levantó dándome la espalda y se colocó una bata por encima.

–Hoy estaré bastante ocupado –informó mientras cogía ropa–. Es el último día en el que estarán mis invitados y tengo que darles una despedida como se debe, así que no creo que nos veamos mucho –y sin más, desapareció por la puerta del baño para ducharse.

Y tenía razón al decir que estaría ocupado. No bajó conmigo a desayunar, sino que fue con sus invitados. En cambio, Heebum fue quien me acompañó a cambio de que le diera algo que comer.

–Ah, estás aquí –la señora Kang me sonrió al entrar a la cocina–. No te he visto en el comedor y pensaba que estabas en otro lugar.

–Como no había nadie más, he decidido desayunar aquí –le sonreí de vuelta.

–Bueno, solo no estás –aludió al mono que me estaba robando parte de mis huevos revueltos.

–Al menos el mono este me hace caso.

Por la mirada que me lanzó la señora, comprendí que lo sabía todo. Se llevó sin decirme nada mi plato de huevos revueltos a medio terminar, lanzó el resto del desayuno a la basura y se puso a fregar lo que había utilizado para desayunar en silencio.

No protesté porque seguramente fuera una manera de castigarme por hacerle daño al niño que había cuidado durante tantos años, pero aún seguía teniendo hambre. El mono se quedó con la misma cara que yo al ver que ya no tenía nada más que comer. La señora Kang terminó de fregar y se puso a mi lado para lanzarme una mirada confidencial.

–Y bueno, ¿qué pasó cuando subisteis los dos a la habitación?

Le miré con cierta reticencia a contarle lo que pasó. ¿Para qué quería saberlo? Seguramente para saber por qué Hee Chul estaba de aquel mal humor o similar. Ella siguió insistiendo con la mirada, así que me resigné a contárselo sin demasiados detalles por la parte final.

–¿Usted también me va a contar un cuento? –hablé cuando vi que quería decir algo.

–No –rió–. No voy a hacer como él. Solo quería saber qué era lo que había sucedido. Estaba mañana le he visto más raro de lo normal.

No supe qué decir. Sí, Hee Chul de puertas para adentro era alguien excepcional y buena persona. O eso creía, claro que también estaba el hecho de que iba de matón por la vida. Claro que todo eso no lo materialicé mediante palabras, preferí que aquellos pensamientos se quedaran en mi cabeza.

–¿Y cuándo os vais? –habló tras unos momentos de silencio.

–Mañana, después de comer.

–Oh, es una pena que os marchéis tan pronto...

¿Pronto? ¿Tres semanas era pronto para ella?

Me limité a sonreírle y me despedí de ella. Subí hasta la habitación para cambiarme de ropa y vi que el animal me seguía a cierta distancia. No me preocupaba que rondara a mi alrededor siempre y cuando no se le ocurriera atentar contra mi persona. Los dos entramos en la estancia y me cambié sin quitarle un ojo de encima al primate.

Justo cuando terminé, mi móvil empezó a vibrar encima de la mesita de noche. Justo a la hora, pero no me apetecía, no aquella mañana ni en aquel momento, así que dejé que la llamada entrante se convirtiera en perdida. No tenía el pensamiento de que se convirtiera en una llamada aceptada durante todo el día. No tenía ganas de hablar.

Con un gemido de dolor, escupí todo lo que tenía en la boca. Me la limpié mientras me apoyaba sobre la pared al levantarme. Escuché unos pasos resonando cerca de donde estaba. Necesitaba irme. Tenía que salir, nadie podía verme.

Con las piernas temblándome ligeramente, salí caminando lo más deprisa posible. Cuando llegué a la habitación y pude dejarme caer encima de la cama, fue entonces cuando pude respirar todo el aire que se me había negado momentos antes.

–¿Qué...? –jadeé al ver a Heebum mirándome con aquellos ojos redondos.

El mono se limitó a mirarme y decidí darme una ducha. La tarde pasó algo más rápido que la mañana porque al menos tenía al animal a mi lado. Me dedicaba a perseguirle durante un rato y luego él a mí. Nos perseguíamos mutuamente.

A Hee Chul no le vi ni siquiera en la cena pese a que por la tarde vi a varios helicópteros y aviones privados saliendo de las instalaciones de la isla. No estaba por ningún sitio. Aunque supuse que también era porque no quería verme. Era bastante comprensible.

Cuando me fui a dormir, caí en un sopor bastante profundo. Correr de aquí para allá con la bola peluda ayudó a que por la noche estuviera cansado. No fue hasta un tiempo después que alguien me despertó bruscamente. Mi cuerpo entró en tensión y abrí los ojos. Me encontré con el dueño de la casa mirándome con seriedad.

–¿Qué pasa...? –rápidamente él me hizo una señal de que mantuviera el silencio.

–Sígueme sin hacer preguntas y sin hacer ruido –susurró antes de darse la vuelta y echar a andar.

Me apresuré a alcanzarle en medio de la penumbra de la habitación y le seguí hasta el sótano, donde vi la última vez que había un hombre siendo apaleado por unos matones y por él mismo.

–¿Qué hacemos aquí...?

Me hizo otra señal de silencio y callé. Quizás quería vengarse de mí o deshacerse de mi cuerpo cuando no le sirviera de nada tras matarme.

Entramos a una sala y cerraron la puerta tras de mí. Había unos cuantos hombres con traje, todos con caras serias. Hee Chul avanzó un poco hasta posicionarse a un lado y se giró mirándome aún más serio que antes, cosa que hizo que empezara a preocuparme. ¿Había hecho algo mal?

–¿Es ese quien lo hizo? –señaló a uno de ellos.

–¿Cómo...? –le miré sin entender nada.

–Que si es ese quien te hizo lo de esta mañana.

Miré al señalado.

–Sí.

–¿Seguro? –se le endureció el gesto.

–Completamente. ¿Por qué? ¿Qué vas a...?

No pude terminar de hablar porque vi cómo le golpeaban hasta hacerle arrodillarse, cosa que me sorprendió. El moreno caminó hasta ponerse enfrente de él y me miró de reojo.

–Sacadle de aquí –ordenó fríamente.

–¿Qué...? Hee Chul, ¿qué está...? –otra vez me interrumpieron cuando dos de ellos me cogieron de los brazos y me arrastraron lejos de aquella escena.

Lo último que pude ver fue a Hee Chul mirándome con expresión sombría antes de girarse hacia el arrodillado. Después, la puerta se cerró.


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