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Palabras de papel por Annie_Powers

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Notas del capitulo:

Aviso que este último one-shot contiene algo de sangre, violencia y gore (mi género avorito aunque no lo parezca).

–¿No hay otra solución…?

–Claman venganza por uno de los suyos…

Lord Yesung suspiró mientras miraba por el gran ventanal del salón. Se dio la vuelta y posó la vista en el vampiro más joven de todo su clan. Tenía la cabeza agachada y el pelo le tapaba el rostro, pero aquel gesto denotaba total arrepentimiento o quizás era porque le tenía miedo.

–Mírame, no me gusta que eviten mi mirada…

El joven vampiro elevó su rostro y Yesung pudo ver el pánico en sus orbes. Estaba asustado, como un animalillo pequeño. Se apiadó de él. Su inexperiencia le había llevado a cometer semejante tontería como matar a un licántropo solo para alimentarse, pero lo que le extrañaba era que por qué se había descontrolado tanto como para llegar a cometer tal acción.

–¿Y qué hay de la diplomacia…? –volvió a preguntar.

–No han querido dialogar civilizadamente. Uno de ellos estuvo a punto de lanzarse encima de nosotros lleno de rabia.

–A que lo adivino –intervino Dong Hae–. Un chico llamado Hee Chul, ¿me equivoco?

–No, era él.

Dong Hae sonrió con diversión mientras que Hyuk Jae se tensaba ligeramente. Sabía que el muy imbécil iría a lanzarse contra algún vampiro sin ningún miramiento y si aquel era su novio, entonces mucho mejor para el lobo. El rubio miró a su sonriente pareja y le advirtió con la mirada que no hiciera tonterías y más en un asunto como aquel. Había aprendido que su novio era el más juguetón en cuanto a las batallas.

–Entonces no queda otra… –suspiró Yesung–. Habrá que luchar para proteger a nuestro pequeño…

–Tranquilo, Sung Min, no dejaremos que te pase nada… –reconfortó Henry.

Todos se miraron entre sí. Ya estaba. La guerra estaba por empezar. Los presentes sabían que los licántropos no descansarían hasta cortar cabezas y más del joven Sung Min por haber infringido dos de las normas más importantes para la paz entre las dos especies: no beber sangre humana y no matar a ningún hombre lobo. El joven tendría mucha suerte si conseguía sobrevivir después de todo.

–Deja de gruñir tanto, anda, que al final te va a salir espuma de tanto rabiar.

Hee Chul miró hacia Jung Soo, que acababa de sentarse a su lado. El moreno prefirió no contestarle porque sabía que su mala leche hablaría por él.

–Oye, ¿estás bien…? –preguntó el líder mientras acariciaba la espalda de su pareja.

–¿Tú qué crees? Han matado a Young Woon y quieren que el culpable salga impune. Pues no señor. No voy a dejar que ese maldito desgraciado se salga con la suya solo porque es un vampiro y le ampara Lord Yesung.

–¿No crees que esa rabia que estás teniendo puede provocar una guerra…?

–Me da igual si provocamos una guerra. ¿Quién rompió las reglas, eh? No una sino dos rompió. ¿Y tú aún quieres que sea indulgente? Lo siento, pero no. Yo no soy como tú, que tienes la sangre fría como para quedarte igual e intentar dialogar con ellos.

–Soy el líder, cariño… Tengo que mantener la mente fría para poder tomar buenas decisiones…

–Ya, claro, matan a nuestro amigo y te quedas igual. Ni siquiera lloras.

–Que no llore en público no significa que no lo haga… –Jung Soo vio cómo Hee Chul bufaba–. ¿Seguro que este comportamiento no es por otra razón…?

–¿Cómo cuál? –Hee Chul miró al líder.

–Hyuk Jae… ¿Seguro que no reaccionas así por él…? ¿No es por eso por lo que quieres luchar? ¿Para poder enfrentarte si un caso a la nueva pareja de él…? ¿O tal vez es para poder tener una oportunidad de verle?

Hee Chul miró a Jung Soo durante varios segundos. ¿De verdad quería él aquello? ¿Ver a Hyuk Jae y matar a Dong Hae si tenía oportunidad? ¿Por qué? ¿Por haberle arrebatado a la persona que más había amado en toda su vida? No, no tenía derecho a pensar de aquella forma. Había sido su culpa. Toda la culpa la tenía él mismo. No podía culpar de todo al vampiro y sin embargo, lo estaba haciendo. Tampoco le importaba.

–Responde, por favor…

–¿Y qué si es así…?

Jung Soo agachó la mirada y Hee Chul volvió a mirar hacia el punto muerto donde estaba mirando antes de que llegara el alfa. El gran lobo blanco sabía que su pareja a veces le culpaba por lo sucedido aunque nunca lo manifestara fuera de su mente y otras veces simplemente decía que odiaba haber nacido con aquella naturaleza. Jung Soo sabía que muy en el fondo había sido él quien había provocado todo aquello, pero tampoco había tenido nada que ver con la imprimación de Hee Chul. Tan solo se mantenía a su lado porque su corazón y naturaleza así se lo pedían, nada más.

Hee Chul sabía que le estaba haciendo daño a Jung Soo, pero en ese preciso momento no le importaba. Sí, lo único en lo que pensaba era en arrancarle la cabeza a aquel vampiro llamado Dong Hae y que había convertido a Hyuk Jae. Lo único que buscaba era venganza personal y no la de su amigo Kangin. En el fondo sabía que estaba siendo muy egoísta, pero no podía evitarlo. Más bien le daba igual.

–Nunca entres en combate con un lobo al que le da igual morir… –murmuró Hee Chul antes de irse del lugar.

Tocó la hierba húmeda del suelo y la enredó con los dedos mientras se sentaba en el borde. Suspiró y miró hacia el cielo azul que había ese día. Todo despejado y con sol, sin ninguna nube. Todo lo contrario era su cabeza y mente en aquel momento. Ryeo Wook volvió a suspirar. Habían pasado ya varias semanas desde que descubrió que Sung Min había sido el asesino de su compañero Kangin. Ni siquiera había tenido tiempo de hablar con él porque enseguida tuvieron a la patrulla de lobos encima. Pudo salvarle de milagro.

A Ryeo Wook aún le costaba asimilar que se hubiera imprimado de un vampiro, de alguien equivocado, tal y como lo hizo Hee Chul. ¿Por qué precisamente de él? Se odió y odió su condición animal. ¿No podía haber nacido como un ser humano normal y corriente? ¿Qué necesidad tenía de pasar por todo aquello? Ninguna y sin embargo estaba en todo momento muy preocupado por aquel chico. ¿Seguiría aún vivo? ¿Estaría bien? ¿Pensaría Sung Min tanto como él lo hacía con el chico? La única forma de poder verle era durante la guerra y estaba claro que no pensaba ir a matarle. Tenía que haber otra solución aparte de la muerte.

–Por fin te encuentro.

El pequeño lobo se giró y vio a Hee Chul dirigiéndose hacia el lugar donde había compartido largas noches con el vampiro, cosa que su amigo lo desconocía por completo y esperaba que siguiera siendo así.

–¿Qué haces aún aquí? –preguntó cuando se posicionó hasta su altura.

–Nada, solo pensaba…

–Un mal momento para pensar creo yo… Bueno, vamos, tenemos que irnos.

–¿A dónde? –miró directamente a Hee Chul.

–Hemos quedado con los vampiros para ver al final qué se hace. Si no aceptan en entregarnos al asesino, entonces la guerra habrá comenzado.

–¿Y nos han asignado a nosotros dos? –se levantó Ryeo Wook.

–Sí, a nosotros dos. Vamos.

Los dos chicos prefirieron ir corriendo hasta el lugar acordado en vez de transformarse. El lugar no quedaba muy lejos de donde estaban y preferían presentarse con ropa que hacerlo totalmente desnudos. Llegaron al lugar de la citación y no detectaron de momento ningún olor a muerte. Aún no habían llegado.

–¿Conoces a los que van a venir? –preguntó el joven al mayor.

–No. La otra vez vino uno que no conocía llamado Henry, así que no sé cómo nos van a salir esta vez.

–¿Crees que Lord Yesung vendrá personalmente?

–Lo dudo bastante. Si tiene a otros que pueden ir perfectamente por él entonces nunca se dejará ver en persona para mediar en algún conflicto.

–Tengo entendido que durante el pacto de paz sí se presentó.

–Eso también lo he escuchado yo, pero no lo sé. Tú y yo no habíamos ni nacido.

–Vaya, vaya… –los dos amigos se giraron rápidamente hacia aquella nueva voz–. Pero si tenemos aquí al dúo de amigos inseparables…

–Dong Hae… –Hee Chul tensó la mandíbula al verle.

–El chucho sarnoso está aquí… –sonrió mostrando sus colmillos–. Y viene en compañía del lobo canijo…

–Deja de dar tanto por culo, ¿quieres? –se escuchó una segunda voz–. No hagas más jaleo del que hay.

–Sí, bombón… –Dong Hae posó el brazo en el hombro de la segunda persona presente.

–Hee Chul, Ryeo Wook… –nombró a modo de saludo el recién llegado.

–Hola, Hyuk Jae… –saludó el más joven.

–Tiempo sin vernos, Wookie… –el vampiro de pelo rubio esbozó una suave sonrisa.

–Bueno –carraspeó Hee Chul–. ¿Dónde está ese asesino? –clavó los ojos en su antiguo amante, que también le miró durante unos segundos.

–Ven… –llamó Hyuk Jae.

Ryeo Wook giró la cabeza por si veía aparecer a Sung Min de entre los árboles y efectivamente salió con la cabeza gacha. Se posicionó rápidamente al lado de los otros dos vampiros, como si estando detrás de ellos pudiera estar más protegido. Sung Min miró a los verdugos que le querían muerto y reconoció a Ryeo Wook. Se contuvo para no mostrar una expresión alegre que delatara que ellos dos se conocían de antes. No quería causar más problemas a su único amigo.

–¿A qué esperáis? Entregadnos a ese desgraciado y podréis marcharos a vuestras casas sin problema alguno –habló Hee Chul dando un paso hacia delante.

–¿Y no hay otra forma de hablarlo civilizadamente? –Dong Hae también dio un paso a modo de protección para el joven muerto–. Quiero decir, no hace falta llegar a utilizar la violencia, ¿sabes…?

–Mira quién lo dice, el famoso vampiro que más le divierte pelear en batalla… –escupió con odio Hee Chul.

–Hee Chul, cálmate, por favor…

–No me calmo, Ryeo Wook. No hasta que venguemos a nuestro hermano.

–¿Y no será que querrás calmar tu ego herido por no conseguir retener a tu lado a mi bombón…? –sonrió con sorna.

Para Hee Chul aquella sonrisa de autosuficiencia fue suficiente y se lanzó a por él, dispuesto a rasgarle el cuello de un zarpazo. Sin embargo, no contó con que alguien fuera más rápido que él y que de un solo empujón le enviara a aterrizar contra Ryeo Wook sin ni siquiera haberse transformado.

–¡Basta! –Hyuk Jae mantuvo la posición de ataque había adoptado segundos antes para lanzar al lobo negro hacia atrás–. Ni se te ocurra acercarte.

–¡Entregadnos al vampiro y no os molestaremos más…! –rugió con rabia Hee Chul mientras se reincorporaba de un salto.

–Lo siento, chucho –habló de nuevo Dong Hae–. No pensamos entregar a ninguno de los nuestros. Y si insistís en hacerlo por la fuerza, entonces guerra será lo que tendréis.

Ryeo Wook pudo ver cómo los tres vampiros se mantenían unidos mientras Dong Hae pronunciaba aquellas palabras antes de marcharse los tres. Pudieron sentir el olor a muerte que desprendían con la ráfaga de viento que levantaron. El chico maldijo la maldita boca de su amigo. La guerra había comenzado y él tan solo quería protegerle a toda costa, pero, ¿cómo lo iba a hacer? ¿Cómo podía hacer que su protegido se salvara de las fauces de su propia especie? ¿Acaso no les estaba traicionando? ¿Iba a renunciar a su manada tan solo por un simple vampiro? ¿A darle la espalda a todo lo que conocía por un chiquillo recién convertido y asustado? Una vez más, Ryeo Wook maldijo su naturaleza animal.

Tímidamente los rayos de sol empezaron a despuntar por las cimas de las montañas escarpadas del paisaje. Un nuevo día empezaba, con el astro dando la señal de que el ciclo diurno de los seres vivos debía de comenzar. En uno de aquellos lugares en los que el rayo solar no lograba alcanzar, se escondía un habitante de la noche que le gustaba observar cómo amanecía por las mañanas. Simplemente le fascinaba los matices que tomaba la tierra a su alrededor y le ayudaba durante unos momentos a no pensar en nada más que en la belleza del espectáculo. También le servía para no olvidarse que una vez él también perteneció al mundo de los humanos, una pequeña ayuda para mantenerse cuerdo y conservar un poco de la humanidad que él creía que le quedaba.

Sung Min suspiró pesadamente. Probablemente aquella vez sería la última vez que pudiera ver el amanecer de un nuevo día. Demasiado épico para su gusto y más cuando él era a quien querían dar muerte. Iba a ser el gran día para los licántropos o eso pensaba él. Un lobo en particular se le vino a la mente. ¿Ryeo Wook también estaría allí para cumplir con su obligación? Prefería que él se mantuviera al margen de todo aquello porque al fin y al cabo había sido la única persona quien le había ayudado de verdad.

–¿En qué piensas…? ¿En el mañana…?

Sung Min evitó hacer una mueca de desagrado ante la última pregunta. Lord Yesung sabía que había posibilidades de que no viera el siguiente mañana.

–No te preocupes… –el cabeza de familia posó la mano sobre el hombro del más joven–. No dejaremos que te pase nada, nosotros te protegeremos –miró a los ojos del chico–. No tengas miedo… Esos lobos no conseguirán ponerte una mano encima.

Le dio un suave apretón en el hombro antes de alejarse un poco para después para a medio camino.

–Por cierto, ¿has comido…?

Al joven vampiro se le revolvió el estómago. No lo había hecho desde que se bebió toda la sangre de aquel hombre lobo y pensar en comer de nuevo le producía arcadas. Tenía sed, sí, pero se negaba a comer. Sung Min vio cómo Lord Yesung dejaba una bolsa de sangre a la vista.

–Tienes que estar fuerte para lo que vendrá dentro de poco… Así que come y reserva energías, lo necesitarás si quieres seguir viviendo… –después de hablar, salió de la habitación.

Suspiró de nuevo. No quería hacerlo, pero tenía muchísima sed. ¿Con esa bolsa le bastaría para calmarle? Esperaba que sí. Por lo tanto, cogió la bolsa y empezó a beber la sangre que había en su interior. Tenía más hambre de lo que había pensado y se terminó la sangre en menos tiempo de lo estipulado, notando cómo su cuerpo estaba mejor después de la ingesta de alimento. Entonces dudó de si de verdad le quedaba algún resquicio de humanidad después de todo lo ocurrido.

Ryeo Wook miraba a Hee Chul hablar con Jung Soo entre susurros. Sabía que estaban planeando la estrategia, pero no quería saber nada de ella. Prefería mantenerse al margen de todo aquello, aunque su amigo siempre le acababa arrastrando a él también.

–Ryeo Wook, ven un momento, por favor –pidió el líder de la manada.

–¿Qué pasa…? –se acercó a ellos dos.

–¿Te parecería bien formar parte de la patrulla especial?

–¿Qué es eso? –frunció levemente el ceño el joven.

–Sabemos que los vampiros no van a ir a la batalla trayendo consigo a su protegido, por lo que seguramente le esconderán por algún sitio. Hemos organizado a unos cuantos lobos para que vayan en su búsqueda mientras los demás luchamos contra los otros –informó Hee Chul–. Y queremos que tú formes parte.

–¿Por qué yo…?

–Porque aparte de que eres rápido, eres menudo y te pueden confundir con un lobo normal y corriente –continuó el moreno–. Así puedes acercarte sin que se den cuenta de que eres uno de los nuestros.

En otra situación aquella idea le hubiera parecido muy astuta y perspicaz, pero aquella vez a Ryeo Wook le pareció bastante peligrosa. Sus hermanos sabían que pese a que era alguien pequeño, su tamaño les podía beneficiar en cuanto a la táctica del acercamiento sin ser vistos. Quería negarse, pero al mismo tiempo aceptar para así poder tener una oportunidad de ayudarle a escapar de los suyos. Si tenía una sola oportunidad era estando él en el grupo especial, así que aceptó la propuesta.

Las distintas manadas lideradas por sus respectivos alfas partieron con buen ritmo al lugar del enfrentamiento. Ryeo Wook y su grupo tenían la misión de inspeccionar si el asesino se encontraba allí, cosa bastante improbable, y si no estaba, alejarse del lugar sin llamar la atención e ir en su búsqueda. Era por eso por lo que iban un poco más rezagados del resto de lobos.

Jung Soo era quien encabezaba a todo el grupo de licántropos. Por detrás de él iban los demás líderes de las pequeñas manadas que componían al gran grupo y su pareja sentimental, que en aquellos momentos prefería no separarse de él ni perderle de vista. Hee Chul sabía que muchos vampiros irían directamente al cabeza de grupo y tenía que protegerle a toda costa. No solo porque era su pareja sino también porque era su mejor amigo después de todo.

El lugar estaba desierto todavía. Algunos, ya transformados, olisquearon el aire para intentar localizar la posición de sus enemigos. No tardaron demasiado en posicionarles y alertar a los demás. Si Won, líder de la manada de la que formaba parte Ryeo Wook, no tardó en divisar al grupo de vampiros que se acercaban de frente.

En cuanto les tuvieron más cerca, el grupo especial empezó a escudriñar los rostros de los vampiros para encontrar a Sung Min entre ellos. Ninguno le localizó por lo que su misión continuaba en otra parte. Rápidamente se transformaron en lobos y se escabulleron sin que los vampiros se dieran cuenta.

Hyuk Jae miró a todos los hombres lobo que pudo. Les conocía a casi todos. Sintió algo de tristeza el hecho de tener que enfrentarse a aquellas personas que una vez consideró como amigos. Notó que la mano de su alegre novio jugueteaba con sus dedos y no pudo evitar sonreír. Pese a todo lo que había pasado entre ellos dos, siempre había estado a su lado para alegrarle el día con sus tonterías. Le miró y deseó que no le pasara nada durante la lucha.

–¿Listo, bombón…? –apretó con suavidad su mano.

–Siempre, colmillitos… –suspiró.

–Todo saldrá bien, ya verás –sonrió Dong Hae.

A veces no le gustaba la diversión que encontraba el vampiro moreno en luchar contra los lobos o simplemente en las luchas libres. No le veía la gracia o el entretenimiento, pero no decía nada. Después de todo, eran sus gustos y nadie podía hacerle cambiar de opinión.

–Exijo la entrega del vampiro Lee Sung Min –vociferó alto y claro Jung Soo.

–Nosotros, su familia, no vamos a entregarle –contestó Lord Yesung mientras miraba con tranquilidad a los hombres lobo–. Así que si queréis cobraros esa justicia vuestra, primero tendréis que matarnos a todos para poder cogerle.

–No lucharemos si no es necesario.

–Entonces es mejor que os vayáis por donde habéis venido porque no pensamos dejar que Sung Min sea vuestro prisionero –intervino Dong Hae.

–Entonces, que así sea… –murmuró Jung Soo antes de que el silencio se adueñara del ambiente.

Fue en ese entonces cuando Hyuk Jae supo que muchos de los allí presentes no vivirían lo suficiente como para ver el siguiente día y que nada volvería a ser como antes.

Sin detenerse ni un segundo, el pequeño grupo de licántropos corrían a toda velocidad por el bosque, directos hacia el lugar que estaban seguros en el que podía estar escondido el vampiro. Ryeo Wook presentía que no iba a estar en aquel lugar, pero aún así continuó con el trayecto sin avisar a nadie. Cuanto más tiempo perdieran en buscarle, más posibilidades tenía Sung Min de poder escapar o algo similar. Estaba seguro de que no sería tan necio como para quedarse en la ciudad si todos los hombres lobo de la zona querían matarle.

Llegaron a la casa de Lord Yesung e hicieron que Ryeo Wook se colara dentro del hogar. El lobo olisqueó todo el lugar en busca del olor a muerte, pero se topó con que casi todo tenía ese aroma. Se centró en intentar descubrir algún olor más fuerte del que ya había esparcido por el ambiente. Sin embargo, no encontró nada, tal y como su instinto le había dictado. Salió de allí tan sigiloso como lo hizo al entrar.

«¿Y ahora por dónde buscamos?»

«¿Tú por dónde buscarías, Ryeo Wook?»

«¿Yo? Pues… Podríamos dividirnos. Hacer una batida, cerca de la zona por donde suelen merodear»

«¿Estás seguro…?»

«No tenemos ninguna otra pista, así que mejor que nos demos prisa»

Y sin perder tiempo, Ryeo Wook salió corriendo para adentrarse en el espeso bosque seguido de los demás. Tenía un presentimiento. Uno igual al que había tenido cuando aquel día salió corriendo hacia los árboles. Su alma y la conexión que había establecido con Sung Min hacían que corriera hacia una sola dirección. Se aseguró de que los otros no le seguían y se dirigió hacia su territorio. Fue sorteando las diferentes rocas escarpadas que iba encontrando por el camino que tantas veces había recorrido.

Miraba hacia todos lados mientras notaba cada vez más la presencia de un vampiro en el lugar donde había ido tantas veces a aullar a la luna. Quiso pensar que era él, pero no se dejó llevar. Podía ser algún rezagado que aprovechaba para pasear ante la ausencia de los guardianes. Por eso no podía bajar la guardia. De pronto algo le hizo un placaje que le envió violentamente hacia atrás, aterrizando sobre su lomo. Rápidamente se deshizo del oponente y se colocó en sus cuatro patas, dispuesto a clavar las fauces al enemigo.

Entonces se dio cuenta de que Sung Min estaba delante de él y que también le había reconocido. Se alegró de haber seguido su instinto. Miró hacia atrás y sopesó la idea de retomar su forma humana para poder hablar con él, pero entonces dejaría de controlar a sus compañeros, que aún seguían rastreando. Decidió arriesgarse y empezó la metamorfosis hasta ser de nuevo un ser humano.

–Ryeo Wook… –Sung Min no pudo evitar que cierto alivio tiñera su tono de voz.

–No alces la voz –empezó a hablar Ryeo Wook–. Podrían localizarte. Tienes que huir, Sung Min.

–¿A dónde? No tengo ningún sitio donde refugiarme.

–No lo sé, pero tienes que irte. Aquí no puedes estar porque te matarán.

–¿Vas a matarme…? –Sung Min le miró con algo de miedo.

–No, no voy a hacerlo. Mira, hay una patrulla especial que está yendo a por ti, te están buscando y en cuanto te encuentren, irán a por ti, por eso tienes que irte, ¿entiendes?

–Pero no sé a dónde puedo ir. Wookie, ayúdame, por favor… –el joven vampiro le miró con el miedo teñido en sus ojos–. Tengo mucho miedo…

Ryeo Wook se apiadó aún más de él en cuanto escuchó el apelativo cariñoso con el que le había llamado. No podía dejar a su suerte al chico, con el miedo en el cuerpo no sería capaz de pensar con mente fría para poder sobrevivir de un intento de asesinato. Pensó rápido y se transformó de nuevo en animal. El corazón le dio un vuelco cuando percibió que sus compañeros estaban a muy pocos metros de ellos dos.

Dong Hae pegó una patada en el lomo de un licántropo. Sonrió cuando escuchó el gemido de dolor del animal y le dio un puñetazo en su mandíbula que le dejó noqueado en el suelo. Un chucho menos y a por el siguiente. Sonrió con malicia cuando vio que quien estaba delante era nadie más ni nadie menos que el alfa del antiguo amante de su pareja, Leeteuk. El gran lobo blanco erizó el lomo mientras enseñaba las fauces amenazadoramente. Le había tocado el premio gordo aunque hubiera preferido al prepotente de su pareja sentimental, pero podía conformarse con aquel rival.

Empezó a correr contra el lobo y este hizo lo mismo. Como si a cámara lenta se tratara, vampiro y animal saltaron con sus fuerzas descomunales directos al alcance del otro. Dong Hae fue más rápido y pudo aplacar al can, aterrizando sobre él. Leeteuk se revolvió rápidamente para poder clavarle las zarpas en su cuello y así tener alguna oportunidad de arrancarle la cabeza sin rodeos. El vampiro conocía bien las técnicas de los hombres lobo por lo que pudo bloquear los ataques. Utilizando parte de la fuerza que poseía, el moreno no tuvo demasiados problemas en inmovilizar al gran lobo, que se retorcía para intentar escapar.

Fue entonces cuando Dong Hae escuchó un fuerte gruñido a sus espaldas y pudo ver al lobo negro que se tiraba directamente hacia él. A punto estuvo de saltar a un lado si no hubiera sido porque vio que algo desviaba la trayectoria del salto del lobo. Notó que Leeteuk intentaba desasirse de su agarre, pero el vampiro le aplastó más contra el duro suelo para poder ver con más comodidad cómo su novio se enfrentaba a su ex. Hyuk Jae y Hee Chul aterrizaron dando vueltas y enredados por el suelo. De una veloz patada, el vampiro mandó a volar por los aires al licántropo.

–Vaya, vaya, qué es lo que tenemos aquí… –comentó Dong Hae mientras sujetaba mejor a Leeteuk para que no tuviera oportunidad de escapar–. Una reunión de antiguos amantes –se carcajeó con diversión–. Oye, chucho, disfruta del espectáculo de nuestras parejas, ¿quieres? Esto será muy interesante…

Hee Chul miró con cautela a Hyuk Jae y después a los dos de atrás. Quería ir a por el desgraciado aquel y matarle de una vez, pero no quería luchar contra Hyuk Jae, él no. No quería hacerle daño, pero parecía que el rubio estaba dispuesto a proteger a su novio. No podía dejar que a Jung Soo le pasara nada. Y fue por eso por lo que decidió atacar con el factor sorpresa y lanzarse él primero contra el chico. Este no previó que se le iba a lanzar y por eso terminó en el suelo, esquivando las enormes zarpas del lobo y reteniéndole para que no hundiera sus fauces en él. Mientras, Dong Hae observaba la pelea mientras retenía más al líder de los licántropos, que se revolvía cada vez con más brío.

Una patada en su estómago hizo que Hee Chul saliera propulsado hacia atrás y antes de poder aterrizar en el suelo, sintió cómo Hyuk Jae le aplastaba el hocico de un puñetazo. Los dos cayeron al suelo y, sin poder ni siquiera lamentarse de sus heridas, el lobo negro fue elevado del suelo para ser estrellado de nuevo contra la dura tierra. Perdió el aire por el golpe y sintió que sus fuerzas le habían abandonado al momento. Intentó levantarse para poder al menos alejarse del vampiro, pero él fue más rápido y le apresó entre sus fuertes brazos.

–Vaya… –vitoreó Dong Hae al ver que su novio había conseguido inmovilizarle–. Y yo que creía que esto duraría más. Casi me siento hasta decepcionado. Sinceramente, esperaba más de ti, chucho sarnoso, pero supongo que el haberte enfrentado contra tu ex te ha pasado factura, ¿no?

Los ojos de Hee Chul se inyectaron en sangre y se revolvió tanto que a punto estuvo de aplastar a Hyuk Jae contra el suelo. Sin embargo, el vampiro tenía más fuerza que él y logró inmovilizarle con un abrazo mortal, partiéndole varias costillas y provocando el aullido de dolor del animal. No contento con ello, el vampiro rubio decidió destrozarle la cadera a puñetazos para que dejara de moverse tanto. Leeteuk se estremeció ante semejantes manifestaciones de dolor y su rabia empezó a nublarle la mente. Quería ayudarle, pero no podía.

–Sabes que cada vez te amo más, ¿no, bombón?

Hyuk Jae no dijo nada y siguió confinando al lobo entre sus brazos. Dong Hae miró macabramente a su prisionero.

–No te preocupes, lobito, no sufrirás demasiado o espero –sonrió de forma sádica.

A los dos lobos no les gustó nada aquella forma de comportarse del vampiro. Leeteuk se revolvió más, pero Dong Hae se encargó de quitarle el aire de una vez de los pulmones con varios golpes en el estómago. Entonces, cogió la nuca y la mandíbula del animal y empezó a girarle el cuello hacia su dirección. Los tres notaron la resistencia que oponía el lobo blanco y Hee Chul se desesperó aún más al ver lo que estaba pasando. Hyuk Jae prefirió no mirar demasiado, no estaba disfrutando de aquello en absoluto.

El vampiro siguió girando la cabeza del lobo hasta que escuchó los huesos del cuello crujir. Al momento el otro lobo aulló de dolor al sentir la pérdida de su macho alfa. Todos los licántropos sintieron el estremecimiento al notar la muerte de uno de los suyos y el grito desgarrador de su pareja. Supieron que Leeteuk había caído en combate. Una parte del alma de Hee Chul murió al igual que Jung Soo. El dolor fue mayor que el físico, venía directamente del alma.

–Duele, ¿no…? –susurró Hyuk Jae en su oreja–. No te preocupes, pronto te reunirás con él. Nos veremos en el infierno…

Hee Chul sintió los colmillos del que era el amor de su vida clavarse en su cuello, concretamente a la yugular. Hyuk Jae empezó a beber la sangre caliente del lobo ante la atenta mirada de su pareja actual. Poco a poco fue notando el inmovilismo que empezaba a adueñarse del peludo cuerpo que sostenía. Hee Chul exhaló su último aliento siendo asesinado por la persona a la que jamás lograría odiar nunca.

Hyuk Jae dejó que el cuerpo inerte del lobo cayera hasta el suelo mientras se limpiaba la sangre que se había derramado por sus comisuras. Para él fue el punto y final de lo que le quedaba pendiente en su vida humana y ya estaba listo para poder continuar con su eternidad al lado del chico que le había ayudado a superar su odio.

«¿Qué hacemos ahora, jefe Masi?»

Si Won mandó a volar por los aires a un vampiro de un zarpazo mientras seguía recibiendo peticiones desesperadas de sus compañeros.

«No lo sé, no lo sé»

–¡Quieto todo el mundo…! –todos escucharon el grito de Dong Hae–. Esta absurda guerra ha terminado. Vuestro alfa, vuestro líder y guía ha muerto.

Y como prueba de sus palabras, Hyuk Jae lanzó el cuerpo inerte al suelo para que todos los demás vieran su cadáver.

–Sin vuestro líder no sois nada –prosiguió–. Rendíos y os dejaremos marchar sin ninguna consecuencia a los supervivientes.

–Creo que vosotros también estáis en las mismas condiciones que nosotros… –habló Si Won una vez que recuperó su aspecto humano–. Vuestro líder Lord Yesung también ha muerto… –con un gesto de desprecio, lanzó la cabeza arrancada del vampiro–. Creo que deberíamos rendirnos los dos…

Todos los vampiros miraron conmocionados la cabeza de su líder y se miraron entre sí. Dong Hae apretó la mandíbula por la rabia y dolor al ver a su gran amigo muerto, que fue como un padre para él. Hyuk Jae se acercó a él para hablar en confidencia.

–Deberíamos retirarnos… Los dos bandos ya hemos sufrido pérdidas irreparables…

El moreno miró al rubio y después a su alrededor. Montones de sangre y cadáveres poblaban el lugar. Dolor y muerte. Pérdidas insustituibles.

–Nos marchamos –gritó bien alto para que todos pudieran escucharle.

Los lobos fueron retirándose para agruparse de nuevo mientras veían cómo hacían lo mismo sus enemigos. Una vez reunidos, los vampiros desaparecieron en menos de un segundo, levantando un enorme vendaval. Los demás, pudieron al fin respirar con algo de alivio y celebrar que habían sobrevivido a la batalla, pero sin olvidar a los caídos.

Si Won divisó al grupo especial esperándoles de vuelta a casa. Ryeo Wook pudo ver que el número de lobos había reducido considerablemente, pero se preocupó aún más cuando no vio ni a Hee Chul ni a Jung Soo. Había sentido aquel momento, pero se negaba a creerlo. Simplemente Leeteuk no podía morir y abandonarles así de aquella manera. Estaba destinado a ser uno de los mejores líderes de la historia de los licántropos y no a perecer en batalla. No aún. Se quedó en shock cuando supo que la pareja había muerto allí, luchando juntos y sin separarse.

Ryeo Wook se alejó de los demás. Necesitaba estar solo. Había perdido a su mejor amigo y no había estado allí para poder ayudarle. No, estaba más ocupado en intentar encontrar a su maldito protegido y salvarle de ellos mismos. No había sopesado la posibilidad de que Jung Soo y Hee Chul cayeran allí. Simplemente le era imposible de creer. Se maldijo mil y una veces por dejarse llevar por su egoísmo. Si tan solo hubiera estado allí, entonces tal vez ellos dos seguirían vivos. Lloró hasta que se quedó sin lágrimas, no era capaz de soltar ni un sollozo más. Se había quedado vacío.

Era de noche cuando consiguió reaccionar. No podía lamentarse por algo que ya había pasado. Había tomado una decisión y tenía que afrontar sus consecuencias. Sin que nadie se percatara de que se ausentaba, partió de nuevo hacia el bosque. Corrió y corrió sin pensar en nada, simplemente sus patas recorrían el camino que había hecho desde muy jovencito y que se había memorizado. Se adentró en la cueva que había descubierto de pequeño y que tantas veces le había servido como escondrijo secreto, fuera de problemas y obligaciones. Lejos de la gente.

–¿Wookie, eres tú…?

El chico volvió a adoptar su apariencia humana y se situó delante de Sung Min, que había estado agazapado durante varias horas para que nadie descubriera que estaba allí escondido.

–Sí, soy yo…

–Pensaba que era alguien más… –suspiró con alivio–. ¿Qué ha pasado…?

–Han paralizado la guerra, pero seguirán buscándote –Ryeo Wook vio cómo Sung Min suspiraba–. Tienes que marcharte de aquí antes de que sea demasiado tarde…

–¿Y cómo quieres que lo haga? Estoy en vuestro territorio y me encontrarán tarde o temprano…

–No si te vas esta noche.

–¿Esta noche?

–Sí. Mis hermanos están heridos por la batalla y necesitan descansar y recuperarse. No creo que hagan guardia al menos esta noche.

–Pero…

–Nada de peros, Sung Min. Te tienes que ir esta noche si quieres tener posibilidades de sobrevivir y yo me iré contigo.

–¿Pero por qué? –se sorprendió el vampiro–. ¿Por qué vas a abandonar a tu manada solo por ayudarme?

–Tengo buenos motivos para hacerlo –respondió con seriedad.

–¿Cuáles?

Un simple roce. Tan solo fue eso. Un simple roce de labios que hizo posible Ryeo Wook. Sung Min se quedó sin palabras.

–Coge la mochila que te he dado antes y vámonos.

–¿Y a dónde iremos…? –hizo lo que le pidió el hombre lobo.

–Lejos, muy lejos…

Hombre lobo y vampiro partieron juntos entre el negror de la noche. Desde entonces, mucha gente había mencionado haber visto a un chico pálido acompañado siempre de su extraña e imponente mascota, un lobo de mirada feroz e inquietante, recorriendo juntos los infinitos bosques que lograban recorrer.


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