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Palabras de papel por Annie_Powers

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Notas del capitulo:

Aviso: parafilia. Si eres alguien sensible, mejor abstente de leerlo, porque es algo escabroso.

Este one-shot lo escribí para un concurso de Wattpad.

–Pasa, llegas a tiempo para la fiesta…

Donghae sonrió nada más escuchar aquellas palabras y se apresuró en llegar hasta la altura del chico.

–Siéntate y disfruta… No tardaré demasiado…

–Tómate el tiempo que quieras –sonrió el hombre–. Lo único que me interesa de aquí eres tú… –comentó con tono meloso.

Hyukjae sonrió al notar su tono y terminó de quitarse la camisa blanca que llevaba. No lo hacía porque le tuviera demasiada estima como para no querer mancharla, pero tampoco lo hacía por estar más cómodo sin ella, no. Simplemente lo hacía para que el chico que tenía detrás pudiera disfrutar de las vistas. Escuchó el silbido por su parte y sonrió con autosuficiencia. Miró al maniatado que tenía delante y se acercó con parsimonia hacia él.

Acarició el filo plateado de uno de sus cuchillos favoritos y lo sujetó haciendo un pequeño truco con él, asustando aún más al hombre que estaba amarrado en la silla y con tan solo su ropa interior. Temblaba al ver que estaba delante de dos hombres que amaban y disfrutaban torturar y ver sufrir a las personas. El primer escozor lo notó en su mejilla, que había sido cortada por el mafioso que tenía delante.

El desgraciado empezó a implorar por su vida, algo que a Hyukjae le incitaba aún más a torturarle hasta la muerte. Personalmente prefería que se desangrara despacio, para alargar su agonía. Aunque Donghae prefería mutilarles hasta que quedaran irreconocibles. Sí, hechos el uno para el otro.

–Sabías lo que te pasaría si no obedecías –comenzó a hablar mientras le daba caricias con el cuchillo, dejándole pequeños cortes–. ¿Por qué creíste que jugando a dos bandas saldrías impune de esto? Y más sabiendo con quiénes lo hacías.

El hombre tartamudeó mientras sentía que Hyukjae le rodeaba el cuello con sus manos, haciendo presión sobre su nuez e impidiendo que respirara correctamente. Aunque eso sería hacerle las cosas demasiado fáciles al traidor, una muerte muy fácil y rápida. No, eso no era lo que quería él. Él quería ver sangre, mucha sangre. Podía definirse como un sádico, pero tampoco le importaba.

Donghae se acomodó mejor en el sillón para poder disfrutar del espectáculo que iba a presenciar. Observó la espalda ancha del hombre y sufrió un tremendo escalofrío. Estaba ansioso de que empezara con aquel arte que tanto les gustaba. El primer grito que escucharon sus oídos fue como oír música celestial. Hyukjae sabía cómo calmar su sed de sangre: dándole una buena sesión de tortura. Con una sonrisa de total disfrute, le pidió a su amante que le dejara poder disfrutar mejor de las vistas. Obedientemente, el hombre sin camisa se colocó detrás del torturado para poder dejar que viera con más comodidad y seguir jugando con él.

La primera zona en recibir el castigo fue en la pectoral, donde mutiló sin piedad alguna los pezones del hombre. El visitante pudo ver cómo la sangre emanaba a borbotones de la carne del desgraciado y empezó a sentir cómo su pulso comenzaba a acelerarse. Ver aquella sangre hacía que sus nervios comenzaran a hacerse visibles. Quería más, mucho más. Se mordió el labio al ver que Hyukjae empezaba a quedar manchado de aquel líquido rojo. El cuerpo desnudo del asesino más la sangre recorriendo su piel era una morbosa visión que le excitaba hasta límites insospechados.

Siguió escuchando los gritos y quejidos de agonía del desgraciado como si de una ópera se tratara y Hyukjae se bañaba cada vez más en la sangre de su víctima. Pronto, sus pantalones negros pasaron a ser de un tono carmín oscuro. Mientras, Donghae seguía mordiéndose los labios y deleitándose los ojos. Además de estar presente en una buena tortura, estaba viendo al hombre bañado en aquel líquido. No podía pedir nada más. El hombre estaba casi irreconocible y Hyukjae medio desnudo. Una escena perfecta para Donghae.

Cuando Hyukjae hubo terminado con él, pasó la lengua por el cuchillo ya limpio, haciéndose un pequeño corte, visión que excitó aún más a Donghae, que no dudó en ir hasta él y lamer su herida con detenimiento. El escozor de la herida provocó que el chico diera un tirón de la cadera de su espectador, pegándole totalmente a su cuerpo y provocando que soltara un suave ronroneo de satisfacción.

–Vamos a limpiarte… –susurró Donghae mientras le empujaba hacia el baño.

El chico arrastró a su amante hasta la ducha, donde le dejó dentro. Hyukjae miró al chico y se encontró con que se estaba empezando a desnudar delante de él, contorneando su cuerpo y haciéndole un sensual striptease. Primero, se deshizo de la chaqueta negra del traje, ni siquiera se la había quitado en cuanto había llegado. Luego, empezó a desabotonar la camisa con parsimonia y dejó que se escurriera por sus hombros hasta aterrizar en el suelo. Con un suave tirón de sus pantalones, Donghae fue arrastrado hasta quedar totalmente pegado al mafioso.

–No tan rápido, bombón… –Donghae sonrió con picaresca.

Hyukjae le quitó el cinturón y lo lanzó al suelo, luego le abrió el pantalón y terminó por bajarle la bragueta. La prenda de ropa terminó tocando el suelo y fue lanzada fuera del baño con una patada de su dueño. Sin que le diera tiempo a decir nada más, Donghae fue desnudado por completo al quitarle el otro la ropa interior. Este se mordió el labio y se dispuso a terminar de despojarle de todas sus prendas al hombre. Sonrió al recibir un suspiro de Hyukjae cuando le iba acariciando su torneado vientre. No le importó ensuciarse las manos de la sangre de un muerto. Se apresuró en quitarle la ropa restante y a abrir el agua de la ducha.

A partir de entonces comenzó el ritual que siempre tenían. Las manos comenzaron a surcar por la piel del ajeno, disfrutando del tacto y, sobre todo, deleitándose también a través de la vista. Donghae podía ver cómo la sangre se iba diluyendo por el líquido transparente, tiñendo el cuerpo musculado de Hyukjae de diferentes tonos de rojo. Se recreó en palpar cada milímetro del torso de él, notando cómo la excitación entre ellos dos iba en aumento. Al invitado le encantaba especialmente aquella parte, el inicio de lo que pronto iba a ser el éxtasis de su placer.

Cuando el líquido rojo se hubo marchado por el desagüe de la ducha, los dos se mojaron un poco más antes de salir hacia la cama, que estaba un poco más alejada del lugar donde yacía el cadáver sentado. Donghae no tardó demasiado en sentarse encima del regazo del otro, listo para poder disfrutar de más caricias. Cerró los ojos y se dejó llevar por el toque de su amante, que no dudó en recrearse todo lo que quiso para recorrer su piel.

Empezó recorriendo sus finas caderas y siguió por su espalda. Hyukjae se entretuvo momentáneamente en delinear los hoyuelos de Venus que tenía el chico antes de pasar a acariciar su vientre. No tardó demasiado en jugar con los pezones de Donghae, utilizando las manos, los dientes y la lengua y recibiendo a cambio jadeos y pequeños gemidos de su compañero, que tenía la cabeza levantada y los ojos cerrados.

Los gemidos de Donghae se escucharon aún más cuando empezó a masturbarle con algo de dureza. Mientras aumentaba la velocidad de su mano, Hyukjae empezó a buscar en el cajón de la mesita que estaba al lado de la cama. Del interior sacó una bolsa de plástico precintada de color carmín, desatendió el miembro de él para quitarle el tapón y miró con una sonrisa picarona al otro. Donghae jadeó lleno de impaciencia, excitándose aún más al ver aquel rojo.

Con especial cuidado, Hyukjae vertió un poco de la sangre de la bolsa en el cuello del hombre, dejando un fino camino que se perdió entre sus piernas. Un ansioso gemido salió de la garganta de Donghae al notar que su cuerpo reaccionaba ante aquella lujuriosa visión. Quería más, quería ver todo aquel líquido bañarles a los dos. Sin mediar palabra, Donghae cogió la bolsa y derramó casi la mitad del contenido en el pecho de su amante. Sin dejar que se desperdiciara la sangre que aún tenía en la mano, se dedicó con la otra a esparcirla aún más por los pectorales de Hyukjae, notando otro latigazo de excitación.

Su amante le quitó la bolsa y terminó de echar lo que quedaba sobre su cuerpo. Donghae no pudo evitar sentir que estaba a punto de llegar a la cúspide del placer, pero tenía que aguantar. Lo bueno ni siquiera había comenzado todavía. Hyukjae notó que la lengua de él recorría el mismo camino que la sangre y le vio aún más sexy y sensual de lo que ya era, cosa que hizo que su excitación aumentara.

Ambos compartieron un apasionado beso que les quitó el aliento, obligándoles a llenar el lugar de jadeos. Donghae decidió que ya no podía esperar más, necesitaba a toda costa sentir oleadas de placer recorriendo todo su cuerpo y no quería terminar teniendo su orgasmo antes de haber comenzado siquiera el acto sexual. Con los dedos aún manchados de sangre, Hyukjae hizo que él los lamiera hasta limpiarlos y ensalivarlos por completo. Y, sin previo aviso, hundió con decisión el dedo en su anillo de carne, dilatándolo y dándole tiempo para que su cuerpo se adaptara a la no tan extraña intromisión.

El mafioso no dejó pasar demasiado tiempo al ir introduciendo los dedos, ya que Donghae había empezado a mover inconscientemente la pelvis cuando iba por el primer dedo. Sin más preámbulos, Hyukjae dejó de ser tan indulgente con su amante y penetró sin mucha dificultad la intimidad del hombre. Donghae dejó escapar un sensual gemido mientras clavaba con fuerza las uñas en su robusta espalda. Ver a Hyukjae bañado en sangre y embriagado de placer hizo que el cuerpo de Donghae empezara a moverse con ritmo para poder proporcionarles el mayor disfrute posible cuanto antes.

La espalda de Hyukjae fue arañada sin piedad por sus uñas, que no tardó demasiado en tumbarle en la cama y empezar a empujarse contra él a un ritmo lento, haciendo que el otro gimiera un poco frustrado. Donghae quería perder la cabeza y la humanidad, dejarse llevar por el instinto más animal de los humanos y deleitarse con la sangre que veía a su alrededor. Era el único momento donde podía disfrutar del sexo en toda su totalidad. Hyukjae era el único que sabía y compartía su afición por la sangre en la intimidad. No, no era una afición, era una necesidad.

Donghae comenzó a gemir más placenteramente al sentir la dirección de los embistes de su compañero, que rozaba con burla su punto dulce. El hombre quería más agresividad, no movimientos tan calculados. Sabía que Hyukjae lo hacía para hacerle sufrir, para que implorara por más. Sin embargo, sonrió cuando consiguió arrancarle un gemido lleno de placer a su amante al mover su cadera al mismo tiempo, apretando también las paredes que aprisionaban el pene del hombre.

Hyukjae se iba hundiendo cada vez con más profundidad en él, dejando escapar suaves jadeos y encargándose de atender las otras partes de Donghae de vez en cuando. Los dos sabían que estaban cerca de llegar al clímax, pero se negaban a que aquello terminara tan pronto. Pese a que quería dejarse llevar por sus instintos más primarios, el hombre se abstuvo de arremeter con fuerza contra él para poder seguir y, también, para hacer desesperar un poco más al hermoso varón que tenía a su merced.

Con un fuerte jadeo, Hyukjae sujetó las caderas del contrario para poder darle dos fuertes embestidas y que Donghae llegara a su límite. El cuerpo del hombre sufrió grandes espasmos cuando la oleada de placer azotó todo su cuerpo, provocando que sus contracciones hicieran tener también el tan ansiado orgasmo a Hyukjae. El mafioso hizo un gran esfuerzo para que sus brazos no cedieran por el peso del cuerpo y así no chafar a Donghae, apretando con fuerza las sábanas.

Una fina capa de sudor cubría los cuerpos de ambos, que jadeaban incesantemente para restablecer sus respiraciones. Los dos se encontraban tumbados en la cama y abrazados, mirándose el uno al otro mientras sonreían. Cuando sus cuerpos regresaron a la normalidad, no les importó estar un rato más con la sangre seca pegada a sus pieles mientras conversaban.

–Esta vez dejaré que te lleves el mérito de la captura.

–Pues claro que me lo voy a llevar yo. Después de todo, le he dado caza y muerte yo mismo. Tú solo te has quedado mirando el espectáculo –repuso Hyukjae con tranquilidad.

–Pues claro, no pensaba perdérmelo.

Ambos ensancharon sus sonrisas mientras se miraban.

Ellos no eran exactamente compañeros de trabajo. Compartían la misma profesión, sí, pero sus jefes eran diferentes. Sus clanes no se llevaban mal del todo, pero tampoco podían presumir de tener una relación excelente. Se suponía que no tenían que relacionarse entre ellos al ser quienes eran, mas se ayudaban. Incluso apostaban y decidían quién de los dos tenía que matar al sujeto en cuestión si era el mismo objetivo de sus respectivos jefes. Para los amantes, todo aquello no era más que un simple juego.

–¿Mi jefe sigue insistiendo en que le hagas favores? –preguntó Donghae en un momento dado.

–Sí… –suspiró con algo de pesar.

–Sabe que no tiene nada que hacer contigo –comentó con un deje de molestia en su voz–. Heechul se cree que por poner su cara de niño bueno y saber ser persuasivo conseguirá arrastrarte hasta la cama.

–¿Sabes que cuando estás celoso estás muy sexy?

Donghae sonrió.

–Y tú sabes que no puedes irte con mi jefe, ¿verdad?

–Y que tú tampoco puedes irte con Jungsoo, ¿no? Me desagradaría bastante que mi jefe disfrutara alguna vez de ti –Hyukjae acarició la mejilla del hombre–. Obviamente tampoco puede tocarte.

Donghae no pudo evitar reír ante su posesividad y empezó a llenarle el rostro de besos. Hyukjae atacó también y en muy poco tiempo ya tenía a su amante suspirando y volviendo a excitarse. No tardaron demasiado en disponerse a disfrutar de nuevo de sus cuerpos, con Donghae montando sin interrupción a Hyukjae. Estaban abrazados y compartiendo un beso lento.

–Fúgate conmigo –jadeó Hyukjae mientras interrumpía el beso.

–¿Qué…? ¿Y a dónde quieres irte…?

–A cualquier lugar… Solo te necesito a ti…

–Vale…

–¿Sí? –sonrió el hombre.

–Sí –no pudo evitar reírse un poco Donghae–. Me iré contigo…

Hyukjae sonrió lleno de felicidad y le besó una vez más, juntándole todo lo que podía. Los dos iban a dejar sus actuales vidas por la persona a la que querían e iban a disfrutar juntos de los años que les quedaban. Donghae no rompió el beso mientras siguió moviéndose con lentitud. Necesitaban sentirse muchas veces. E iban a disfrutar de más en un futuro próximo.

Una bala les atravesó el cuello a ambos. Los dos cuerpos se desplomaron en la cama mientras sus sangres salían a borbotones y se mezclaban entre sí, tiñendo aún más las sábanas de rojo.

–¿Ves…? Tu Hyukkie es quien tiene toda la culpa, no mi chico. Él es la mala influencia…

Jungsoo estando a los pies de la cama mientras sujetaba la cabeza cortada de Heechul sería lo último que verían los dos amantes antes de que la oscuridad les invadiera para siempre.


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