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Palabras de papel por Annie_Powers

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Hee Chul empezó a despertar con dolor de cabeza y con el estómago clamando por algo de alimento que llevarse a la boca. Parpadeó varias veces seguidas para poder orientarse e intentó sentarse en la cama sin que el mareo o el dolor le atacara aún más.

Respiró profundamente para intentar acordarse de lo que había hecho antes de desmayarse. Su estómago gruñó de nuevo por alimento y se puso en pie. Miró a su alrededor para averiguar dónde estaba y se encontró en una habitación totalmente desconocida para él hasta que reconoció que ya había estado en ella. Mucho tiempo atrás, pero había estado.

Aquella habitación la había visitado cuando había ido con Hyuk Jae a la casa que habían comprado para poder empezar a planear la distribución del lugar. La decoración había cambiado desde la última vez que la vio. Normal, había pasado diez años desde aquello. Paseó la mirada por la estancia, recordando la conversación que había tenido con él en el pasado.

Decidió salir del cuarto y buscar las escaleras. Se sorprendió al recordar la ubicación exacta del descenso hacia la planta principal. Empezaba a bajar cuando escuchó una risa suave y algo sofocada y se detuvo a mitad de camino.

Esa risa era la de Hyuk Jae.

Se agachó lentamente para no delatar su presencia y se dispuso a buscar con la mirada al chico, comprobando si estaba en el salón o en otro lugar fuera de su alcance. Encontró a Hyuk Jae dándole un abrazo al tal Zhou Mi con actitud íntima. El primer golpe de dolor sacudió su corazón, pero no apartó la vista.

La pareja, o matrimonio puesto que ni siquiera sabía si estaban casados o no, siguió abrazándose mientras las manos recorrían el cuerpo ajeno hasta que pasaron a compartir pequeños besos en los labios.

Hee Chul tragó con dificultad el nudo que se le había formado al ver aquella escena y se levantó con decisión cuando vio que Zhou Mi levantaba en volandas a Hyuk Jae con extrema facilidad. Subió de nuevo las escaleras y se encerró en la habitación de la que había salido antes.

El dolor, la rabia y los celos amenazaban con quemarle entero y apretó los puños para intentar controlarse y no destrozar todas las cosas de aquel cuarto. Decidió aguantar con su roto corazón y dormir de nuevo. De aquella forma no pensaría en lo que acababa de ver y en un par de horas sería un nuevo día.

El ruido matinal despertó al día siguiente a Hee Chul, haciéndole fruncir el ceño por haber sido despertado en contra de su voluntad. Se desperezó encima de la cama y se dirigió hacia la ventana para ver qué era lo que le había despertado.

En la entrada de la casa vio una escena bastante particular que le llamó la atención: Hyuk Jae observando cómo Zhou Mi cargaba maletas en el maletero del coche mientras que la niña no quería despegarse de Hyuk Jae.

Se extrañó bastante al ver aquello. ¿Se iban de viaje a algún lado y él tan solo estaba molestando? Si era así, entonces prefería irse él primero antes de que le echaran de buenas maneras.

Salió con decisión de la habitación y bajó a toda prisa las escaleras para abrir la puerta y caminar hacia el lugar donde se encontraba la familia. Sin embargo, a medida que se iba acercando, Hee Chul pudo ver que no parecía que los tres se fueran de viaje, sino que parecía que Hyuk Jae no iba a unirse a ellos.

¿Qué estaba pasando?

Hee Chul se quedó aún más estupefacto ante el berrinche que tuvo la niña cuando su padre intentó alejarle de Hyuk Jae. Entonces prefirió mantenerse algo alejado para poder observar mejor la escena sin que sufriera interrupciones.

Hyuk Jae besó con ternura la cabeza de la niña y esta lanzó una mirada llena de furia hacia el observador que había a unos metros antes de meterse dentro del coche. Zhou Mi suspiró con resignación ante el comportamiento de su pequeña antes de darse cuenta de que Hee Chul estaba mirando.

–Cuando se le pase el enfado, le convenceré de que te vaya a visitar, ¿de acuerdo...? –habló mientras le dedicaba una suave sonrisa.

–No quiero que le obligues a algo que no quiere... –miró con tristeza a Mei Lin.

–Es momentáneo, ya lo sabes. Ella te quiere mucho y prácticamente le has criado tú, así que... Seguramente irá a visitarte...

–¿Seguro...? –la voz de Hyuk Jae titubeó ante el temor de que aquel hecho nunca ocurriera.

–Sí...

–Zhou Mi, yo...

–Tranquilo, no digas nada... –intentó ensanchar un poco la sonrisa antes de atraer al chico hasta sus brazos y estrecharle con fuerza.

Ante la atenta mirada de Hee Chul, Zhou Mi dejó de abrazarle y se subió el coche para salir de la comunidad de vecinos. Cuando Hyuk Jae se giró para regresar a casa, se sorprendió al ver que le estaba mirando con mirada interrogativa. Seguro que no estaba entendiendo nada de nada. Hyuk Jae suspiró antes de pasar por su lado para ir a la casa.

–Oye, ¿por qué se han ido y tú te has quedado? –preguntó Hee Chul mientras se giraba para mirarle.

–Es mejor que lo hablemos dentro. No has desayunado, ¿verdad? –le miró–. Vamos entonces.

Hee Chul le siguió sin rechistar y entraron a la casa. Cuando Hyuk Jae se hubo sentado con él tras terminar de hacer el desayuno para los dos, Hee Chul esperó para que empezara a hablar.

–¿Y tú has desayunado? –preguntó al ver que no decía nada.

–¿Qué? ¿Yo? –Hyuk Jae se señaló a sí mismo–. Ah, sí.

–¿Entonces estás tomando tu segundo desayuno?

–Sabes que sí... –sonrió levemente.

–Pensaba que ya no lo hacías –intentó disimular su sonrisa al darse cuenta de que no había cambiado nada en todo aquel tiempo.

–Nunca he dejado de desayunar dos veces.

–¿Por qué se han ido...? –preguntó momentos después–. ¿Y por qué parecía endemoniada esa niña al mirarme...?

–Porque cree que eres culpable –respondió el menor secamente tras beber de su taza.

–¿De qué? –frunció levemente el ceño–. Si no le he hecho nada.

–Cree que eres el culpable de separarme de su lado –terminó por mirarle.

–¿Y por qué lo iba a hacer? –Hee Chul frunció más el entrecejo mientras procedía a dar un trago largo de su café.

–Porque su padre y yo nos hemos separado.

Hee Chul se atragantó al escuchar aquello y le miró mientras tosía. ¿Cómo era aquello posible si anoche les vio juntos?

–¿Cómo? Pero eso es imposible. Anoche os vi en actitud muy cariñosa y parecía que estabais muy bien... –no pudo evitar comentar.

–¿Nos viste? –se sorprendió mientras abría los ojos.

–Sí... Es que me desperté porque tenía hambre y bajé a por algo de comer cuando os vi juntos. No quise molestar, así que no bajé y me fui de nuevo a dormir... –explicó con algo de incomodidad–. Así que no entiendo que ahora lo dejéis...

–Anoche... –se tomó su tiempo para poder respirar profundamente–. Fue Zhou Mi quien me dejó...

–¿Por qué te dejaría? Os queréis, no lo entiendo...

–Yo tampoco lo entendía hasta que me lo explicó –Hyuk Jae miró a Hee Chul.

–¿Fue porque había otra persona?

–Sí.

–Lo siento mucho...

–Pero no por parte de él, sino por la mía.

–¿Tuya? ¿Le has sido infiel? –Hee Chul se sorprendió.

–No, nunca le he sido infiel. Zhou Mi me abrió los ojos ante la verdad –le miró directamente a los ojos con detenimiento–. Hizo que me diera cuenta de que a él le quería...

Hee Chul tensó la mandíbula para soportar la ráfaga de dolor que le azotó el cuerpo.

–Zhou Mi ha hecho que me dé cuenta de que le quiero, pero que en realidad te amo a ti... –su voz terminó en un suave susurro–. Y que nunca lo he dejado de hacer pese a estar con él... –agachó la mirada para no tener que enfrentar la estupefacción de Hee Chul–. Incluso me dijo que sabía que nunca dejaría de amarte pasara el tiempo que pasara... Pero que aun así quiso intentarlo. Quiso intentar hacerme feliz.

–Pero no pensaba ponerme en su camino, yo... Tenía pensado marcharme y dejarte ser feliz con él... –añadió rápidamente Hee Chul.

–Pues él ha sido mucho más rápido... –sonrió levemente antes de encararle–. Se ha ido para que pueda ser feliz contigo, pero Zhou Mi no sabía que tú tienes que irte a Corea...

Hee Chul no supo qué contestar a aquello.

–Yo... Pensaba irme a casa para seguir con mi vida mientras tú seguirías con él y con su hija...

–Pues ya ves... –sonrió–. Al final me he quedado solo... Sé que no puedo echarte la culpa de todo porque no la tienes. Tuve que haber luchado en su día por nuestro amor, sé que tuve que hacerlo. Ser más valiente y defender mi derecho de ser feliz a tu lado, pero tuve miedo. Éramos nosotros dos contra una empresa poderosa y rica y sabía que los dos íbamos a perder nuestro trabajo. No quise eso para ti... Reconozco mi error de haber desistido tan pronto... Era joven y no tenía casi experiencia en la vida para plantarme contra la SM y luchar por lo nuestro... Y también por no decirte por lo de mi enfermedad... No tenía derecho y aún así...

Hyuk Jae no se dio cuenta de que había terminado por acariciar la mano del que fue su antigua pareja hasta que pasaron unos segundos tras terminar de hablar. Hee Chul miraba distraídamente cómo los dedos largos del hombre que tenía delante se enredaban con los suyos.

–Entonces... –habló por fin Hee Chul–. ¿Qué hacemos...?

–No lo sé... –se sinceró mientras clavaba la mirada en la mesa–. Tengo mucho miedo del futuro... Tengo miedo de volver contigo y de que vuelva a salir mal...

–Entonces hagamos que funcione de verdad... –se acercó para acariciar su mejilla, haciendo que le mirara, y Hyuk Jae no pudo evitar soltar un suspiro por su tacto–. Hagámonos felices el uno al otro como lo hacíamos antes de que toda esta mierda pasara...

–¿Cómo...? Tú tienes una vida ya construida en Seúl y yo otra aquí... No puedo irme de aquí ni tú tampoco puedes dejar tu trabajo.

–¿Y por qué no? –terminó por acunar las dos mejillas.

–Porque la SM...

–Deja de pensar en la SM por una vez en tu vida –interrumpió con una sonrisa pintada en sus labios–. Piensa aunque sea por una vez en ti y en tu felicidad. Mereces ser feliz después de todo este tiempo. Ambos merecemos ser felices...

–No sé cómo quieres hacerlo estando atado a esa agencia legalmente –endureció parcialmente su tono de voz.

–Confía en mí, Hyukkie... –posó un suave beso en sus regordetes labios–. ¿Lo harás...? ¿Confiarás en mí por esta vez...?

–¿Qué piensas hacer...?

–Tómate un par de días de vacaciones del trabajo, nos iremos a Seúl.

–¿Para qué...?

–¿Me amas? –Hee Chul contuvo la respiración a la misma vez que formulaba la pregunta, mirándole con nuevos ojos.

–Te he amado desde siempre, Kim...

Hyuk Jae no pudo terminar la frase a causa del apasionado beso que Hee Chul le había decidido dar.

–Buenos días a todos. Primero de todo, quiero agradecer que hayan venido tan rápido sin previo aviso.

Las puertas terminaron de cerrarse y las ráfagas de luz empezaron a realizar su trabajo.

–Como sabrán, fui acosado por un compañero de la agencia y el caso no resolvió hasta que los hechos fueron revelados a la prensa pública mediante unas imágenes, donde salía yo siendo besado por él. Hoy, diez años después, quiero hablar públicamente sobre lo que en realidad pasó. Lee Hyuk Jae, que es la identidad de mi antiguo compañero, nunca me acosó en realidad. Aquellas fotografías que sacaron de nosotros y que después él alegó que era acoso sexual en realidad eran de una cita romántica entre nosotros. Aquel día él y yo estábamos en medio de un paseo por el parque cuando fueron hechas. Nunca existió ningún acoso por su parte porque todo fue consentido y de mutuo acuerdo, sacándose las cosas fuera de contexto.

Dejó un par de segundos para que las palabras fueran calando.

–Con esto quiero denunciar públicamente la presión que los altos mandos de SM Entertainment ejercieron sobre nosotros dos para que termináramos nuestra relación amorosa, amenazando con despedirnos si no seguíamos sus órdenes. Asimismo, quiero comunicar que extinguiré mi contrato con la agencia inmediatamente.

Silencio de nuevo.

–Lee Hyuk Jae tuvo que declararse públicamente un acosador sexual y abandonar el país para dejar de vernos y conseguir así la agencia su objetivo de separarnos para siempre –dibujó una sonrisa triunfante en sus labios–. Pero no lo van a lograr...

Se giró para mirar a la persona que se negaba a salir en público, prefiriendo esconderse en el portal del edificio, y se vio obligado a arrastrarle hasta que quedaron delante de los periodistas que asistían a aquella improvisada rueda de prensa.

–En este día quiero declarar mi más sincero amor a Lee Hyuk Jae y pedirle delante de todo el mundo que se convierta en mi compañero de por vida, sin más chantajes ni presiones –mientras iba hablando, Hyuk Jae miró con una mezcla de asombro y emoción cómo él sacaba un discreto anillo de su bolsillo y se lo mostraba con gesto decidido, como si tan solo estuvieran ellos dos–. ¿Quieres casarte conmigo, Hyukkie...? –susurró para que solo le pudiera escuchar él.

Las fotografías que los reporteros sacaron de Lee Hyuk Jae besando a Kim Hee Chul se esparcieron por todo el mundo.

Instantáneas que llegarían incluso tiempo después hasta la portada de un periódico que descansaba sobre la mesa de una casa de Yucatán, donde los recién casados empezaban una nueva oportunidad tras diez años de espera.


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