Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Palabras de papel por Annie_Powers

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Las miradas de esos dos son fieras, como si se encontraran enfrente de su enemigo acérrimo, obviando que en el pasado fueron amantes y que se quisieron con locura. Ahora son completos desconocidos y se odian con toda su alma, nunca mejor dicho. Uno por una traición que nunca cometió y el otro por el dolor del desengaño. Y nosotros dos, un mayordomo y un simple periodista, en medio de la lucha que se supone que va a suceder.

–Espera, ¿de verdad van a tener una lucha a muerte? –susurro al mayordomo.

–¿Y cómo quiere que lo sepa yo? –el hombre parece más impresionado que yo en estos momentos.

–¿Y cómo van a luchar? Son incorpóreos, ¿cómo se van a pegar? –yo y mi maldita curiosidad.

–No lo sé, nunca he estado en una situación como esta…

–Pero… ¿Cómo se ha podido desplazar hasta aquí? ¿No se suponen que los fantasmas tienen que estar en el lugar donde murieron? ¿Entonces cómo ha podido venir?

Escucho una risa carcajearse con ganas, que rebota por todas las paredes de la gran mansión. ¿Qué es lo que hace tanta gracia?

–Estúpido humano… –niega Lucero mientras se ríe más–. Eres tan imbécil como para creer esas idioteces de vuestra época en relación a los fantasmas… Pues claro que los fantasmas podemos movernos libremente por donde queramos, salvo si les han infundado una maldición que nunca les permita moverse de allí. Claramente, ese no es mi caso…

–¿Entonces el señor Lee tiene ese tipo de maldición…? –no puedo evitar hacer la pregunta al hombre que tengo al lado. No he visto que el fantasma saliera de estas inmediaciones.

–¡Pues claro que tampoco lo tiene, escoria…! –grita el visitante–. Este desgraciado ha podido buscar su venganza durante todos estos años que ha estado aquí, pero nunca ha querido moverse de esta mansión. Incluso tuvo su oportunidad de vengarse, pero no quiso. Prefirió encerrarse aquí a lamerse las heridas de la traición que cometió –su voz es contundente y con la pizca adecuada de veneno como para helar al menos mi sangre y alterar al otro espectro.

–¡Nunca te traicioné! –grita encolerizado.

–¡Mientes! ¡Esa puta iba a tener un hijo tuyo! ¡Ese bastardo es la prueba de tu traición! –sus ojos parecen brillar aún más, mejor dicho sus pupilas, que se tornan de una blancura brillante bastante macabra.

–¡Ese hijo no era mío! ¡Nunca me acosté con ella! –empiezo a ver cómo sus ojos van ennegreciéndose y que las venas negras van apareciendo por su cuello y brazos.

–¡Sabes perfectamente que es mentira! ¿Cómo supo entonces esa remilgada la peca en esa zona?

¿Qué zona? ¿La delantera o la trasera?

–¡Nadie más que yo sabía las pecas que tenías ahí! ¡Y viene un día esa y me empieza a parlotear de vuestro estúpido bebé!

Y como si estuviéramos viendo una película, empiezo a ver como alucinaciones donde puedo ver una mujer muy fina y bella ataviada con sus ropajes charlando alegremente con el hombre. ¿El mayordomo también está viendo lo mismo que yo?

–¿Está…? –trago saliva por la impresión–. ¿Está viendo lo mismo que yo…?

–Sí… –el hombre está que no cabe en su asombro, al igual que yo.

Parece que la furia y el desprecio que tiñen sus palabras están haciendo que nosotros dos, simples humanos y mortales, podamos ver los recuerdos del hombre. Es como ver una película muda a color.

–Que si quería que su hijo tuviera la misma peca que su padre en esa zona o en el trasero si era niña. Yo hasta ese momento tenía muy claro que tú no eras el padre, pero al escuchar aquello todo mi mundo se vino abajo –los ojos desprenden una dureza infinita hacia el hombre, o bueno, fantasma que tiene enfrente–. Quise indagar más aunque supiera que me iba a hacer daño saber toda la verdad. Me explicó exactamente dónde estaba… ¿Y eso cómo lo podía saber ella? –suelta una carcajada llena de cinismo–. Solo hay una posibilidad para poder ver esa peca… Y tú y yo sabemos cuál es esa posibilidad…

¿Dónde demonios se podía encontrar esa peca? Ahora siento mucha curiosidad. ¿Cómo consiguió ver esa peca si la mujer nunca estuvo con él?

–¡Fue porque un día me vio desnudo sin querer!

–Menuda excusa tan barata… –escupe el otro lleno de veneno.

Pues sí, suena a excusa y de las malas. Entonces el alma en pena que unos momentos antes ha irrumpido como si nada en la mansión clava su mirada en nosotros. Me recorre un escalofrío que me hace estremecer. Esa mirada no me gusta nada.

–Por lo que veo… Tú también moriste… –observa el dueño de la casa–. ¿Te atragantaste con un hueso de pollo relajado entre tules y lujos? Seguramente tu muerte sería penosa –Hyuk Jae intenta provocar y lo consigue.

–Morí por tu culpa, maldito desgraciado –trona enfadándose más–. Aunque no te lo creas, yo seguía amándote y tu muerte…

–Mi asesinato –corta secamente su interlocutor.

–Tu muerte me sumió en una profunda depresión que nunca pude superar pese al infinito odio que te profesaba…

–Me cuesta creer que tú hayas muerto de pena –se carcajea para hacerle daño porque sabe que mofándose de él lo conseguirá.

Este tío quiere que los dos que aún seguimos vivos muramos en medio de una batalla fantasmagórica.

–¡Murió alcoholizado…! –no sé cómo, pero me he atrevido a gritar eso a los cuatro vientos.

El aludido me asesina con la mirada dispuesto a hacerme picadillo y el otro me mira con cierto escepticismo en la mirada. Creo que no debería de haber dicho eso.

–¿Alcoholizado? –me mira con cierta duda y después le mira–. ¿Moriste bebiendo? Qué bajo caíste…

–Si morí así fue por tu miserable culpa, por tu estúpida traición, por cumplir unas estúpidas normas sociales que a ti no te importaban en lo más mínimo, pero claro, era más fácil y cómodo para ti, malparido.

Veo cómo se enfurece cada vez más. Esto va a terminar muy mal para nosotros dos, lo veo muy bien. Me levanto como puedo mientras aún me molesta la espalda por mis costillas magulladas.

–¡Tenéis que dejar esta lucha absurda…! –grito ganando la atención de todos los presentes. El mayordomo me mira como si fuera tonto rematado–. ¡Ninguno de los dos tuvo la culpa…! ¡Hyuk Jae nunca tuvo ese idilio con su esposa…! ¡Y sí, Hee Min murió recordándote porque aún te amaba…!

–¡Cállate si no sabes toda la historia, maldito humano…! –trona mi clon clavándome de nuevo contra las escaleras.

A este paso me quedo inválido, ya lo veo yo. Gimo mientras siento que me aprisionan más. De pronto noto que dejan de ejercer presión sobre mí y puedo respirar un poco mejor.

–Vaya… –el que ha intentado aplastarme como si fuera una mosca mira a su antiguo amante–. Veo que le tienes estima a ese humano…

¿Estima? No sabe de qué habla. Yo no llamo estima a intentar matarme la primera noche y luego darme ese susto de muerte a la noche siguiente.

–Eso a ti no te incumbe –sisea con tono lúgubre.

El de las pupilas blancas me mira de nuevo y agranda los ojos como si intentara ver a través del amasijo de carne y huesos que soy. Es escalofriante.

–Y veo que incluso has entrado en él… –su sonrisa está llena de mofa.

¿Desde cuándo los fantasmas hacen gracias subidas de tono? Porque ahora mismo no sé si estar sorprendido o asqueado por la referencia que acaba de hacer. Él se carcajea escandalosamente. Desde luego no se parece a mí en cuanto a la risa. Yo no soy tan ruidoso.

–¡Ni se te ocurra hacerlo…! –chilla Spencer con las venas notándose más a través de su translúcido cuerpo.

El chillido es tan fuerte que temo que nos va a reventar los tímpanos por la semejante vibración de ondas. Agonizo mientras me tapo las orejas en un intento inútil de no sentir dolor. Puedo ver que Lucero hace un movimiento raro con la muñeca junto a la mano y al momento siento que el mayordomo y yo salimos en dirección opuesta, dirección a la salida principal. No sé si sentir alivio o no porque vamos directo a la entrada de la mansión y es cemento duro. Sin embargo, algo trastoca mis suposiciones: las puertas macizas se cierran de golpe. Ya está, nos vamos a partir la cabeza.

Por suerte, los dos aterrizamos en nuestra espalda y conseguimos amortiguar un poco el golpe. Al menos no se nos ha abierto la cabeza como un melón maduro. Escucho otro alarido ensordecedor que prácticamente me deja mareado. Aunque pronto necesito preocuparme para que el aire llegue a mis pulmones. Instintivamente miro hacia mi compañero de torturas y veo que también está siendo asfixiado contra la puerta. No sé qué tipo de perversión tienen estos dos de intentar matar a gente inocente.

–¡He dicho que basta! –trona Hyuk Jae, haciendo temblar peligrosamente toda la casa.

Moriremos aplastados por las ruinas de la mansión. No creo que aguante demasiado si la sacuden así más veces. De pronto puedo volver a respirar y jadeo con fuerza por recuperar el aliento. El espíritu con las venas negras hace un movimiento decidido con su mano y hace que el otro chille de rabia. O de dolor. No lo sé porque me deja casi noqueado otra vez. Y de nuevo siento que me elevo por encima del suelo y que me mueven como si fuera un muñeco que no pesara nada. Bueno, no solo a mí, por el rabillo del ojo veo al hombre mayor siendo movido como si nada. Aún no sé ni cómo puede seguir cuerdo después de los porrazos que nos han metido. Si soy yo que estoy más joven y siento que voy a morir, entonces, ¿cómo debe de estar él?

–Ni se os ocurra acercaros –la siseante voz del dueño de la casa retumba en nuestras cabezas.

¿Qué ha querido decir con eso? Pero si estamos flotando. Si por mi fuera yo ya habría salido huyendo por patas, no es que me esté quedando aquí por gusto a contemplar eso que van a hacer. Notamos que las puertas se abren con algo de violencia y con otro movimiento de su mano, salimos catapultados hacia fuera. Milagrosamente los dos aterrizamos en la hierba seca que hay en el patio y escuchamos un portazo. Se han encerrado en la mansión. Ayudo al hombre a levantarse del suelo y miramos la construcción sin saber qué hacer. ¿Y ahora qué? ¿Tenemos que llamar a los cazafantasmas para que nos ayuden o algo?

–¿Vamos a dejar que ellos dos se peleen? ¿Y si echan la casa abajo?

–Sí, tenemos que dejar que el amo solucione las cosas con él…

–¿Pero cómo las van a solucionar si eso pasó hace tres cientos años? ¿Y qué ganan con todo esto?

–Que sus almas descansen en paz –me mira–. Deseo que el amo pueda descansar de una vez por todas, ya ha sufrido bastante…

¿Desea? ¿Cómo que desea? Frunzo el ceño ligeramente. No me gusta cómo ha sonado eso. ¿Qué quiere decir?

–¿Qué quiere decir con eso…?

–Supongo que… Ha llegado el momento de que sepa cuál ha sido la misión de mi familia durante todos estos años… –suspira algo cansado–. Estoy ya mayor para estas cosas…

Le ofrezco mi brazo para que se apoye en él y decidimos alejarnos de la casa por si se nos cae algún trozo encima. No me fío puesto que a veces empieza a temblar, señal de que esos dos están haciendo estragos ahí dentro. Algún que otro grito de furia escuchamos mientras salimos del vallado y nos sentamos en el campo. El hombre respira un par de veces, supongo que para intentar serenarse después de lo acontecido.

–O sea que… Su familia tenía un cometido más aparte de cuidar la mansión y del señor Lee, ¿no…? –comienzo a recopilar la información para animar al hombre a hablar, que se ha quedado pensativo mirando cómo tiemblan los cimientos del que probablemente ha sido su hogar durante bastante tiempo.

–Sí, aparte de eso había algo más. Cuando mi antepasado se enteró de que el señor Kim había muerto meses después en aquellas deplorables condiciones entendió que el alma de nuestro amo nunca descansaría en paz hasta que lograra cobrar su venganza o…

–¿O…? –le miro con más interés.

–O hacer que su alma liberara todo el odio y el rencor que también le retiene en el mundo de los vivos… –su voz suena más sombría, señal de que eso es bastante improbable.

–¿Y eso cómo se hace?

–Haciendo que perdone o arregle las cosas con la persona que le provocó aquel odio…

–Vale, eso es algo imposible por lo que acabo de ver. Lo siento mucho por él, pero no creo que su amo encuentre la paz que su familia tanto ha querido durante estos años –le doy unas palmaditas en el hombro a modo de consolación. Seguro que estará desolado el pobre hombre.

–Estoy seguro de que no –me mira con algo de ilusión–. Hoy seguramente el amo encontrará la paz que tanto ha anhelado durante tanto tiempo.

Le miro algo escéptico mientras alzo las cejas. Debe de haberse golpeado la cabeza, estoy seguro. El pobre ya no discierne entre la realidad y sus propios buenos deseos. ¿Cómo se supone que va a dejar de sentir esos sentimientos contra su asesino? Por mucho que fuera su amante, que lo matara era algo imperdonable. Creo que el hombre no está ahora mismo en sus cabales.

–¿Y cómo lo va a hacer si se puede saber? Porque no creo que el señor Lee esté de muy buen humor ahora mismo. Mire cómo retumba su hogar, se va a derrumbar de un momento a otro –los dos vemos cómo se sacude de nuevo la estructura–. No durará mucho.

–¿Sabe la importancia que cobra este encuentro, señor Kim?

–Eh… No. Seguramente ya se habrán visto muchas veces durante estos tres siglos. No veo cuál es la diferencia de ahora.

–No, señor Kim, se equivoca –niega con la cabeza antes de fijar su mirada en mí–. Esta es la primera vez que se encuentran desde que los dos murieron.

–¿Cómo? ¿Y eso? –me quedo pensado sin evitar mostrar sorpresa–. ¿Es porque el señor Lee no quiso salir en su búsqueda para vengarse?

–Estaba asimilando que había sido asesinado por la persona a la que amaba, no le fue fácil. Y tampoco supo que podía irse de la mansión sin ningún problema hasta meses más tarde. Desafortunadamente fue demasiado tarde como para encontrar al señor Kim con vida y cumplir con su venganza…

–¿Y después no le buscó?

–No. Él ya estaba muerto y no valía la pena.

–¿Y por qué han querido reunirles en un mismo lugar? ¿Para que arreglen las cosas…?

Hay algo que no me cuadra. Esto es muy raro.

–¿Qué sucede…?

–Si los miembros de su familia sabían el paradero exacto del señor Kim... ¿Entonces por qué tardaron tanto tiempo en hacer que se reunieran? ¿No podían haberle dicho al señor Lee que su amante estaba ahí o al revés y que intentaran arreglar las cosas para poder descansar eternamente?

–Suena muy sencillo y práctico, sí. El único problema que había era que el amo no quería ni escuchar hablar del traidor y el otro nunca se dejaba ver excepto que cometiera una atrocidad de nuevo.

–¿Y por qué no podían ir a buscar personalmente al señor Kim?

–Porque nunca se dejaba ver.

–¿Por qué?

–El fantasma del señor Kim solo aparece cuando ve a parejas felices o a mujeres. Si pasa algún hombre por su callejón nunca le hace nada, nunca. Y como supondrá, a los miembros de mi familia no les hacía el más mínimo caso cuando intentaban hablar con él.

–¿Acaso en su familia solo habían varones o qué? –frunzo el ceño sin entender nada.

–No, pero como entenderá, no podían poner la seguridad de las mujeres que trabajaban al servicio del amo puesto que si pisaban aquel callejón lo más probable era que salieran mutiladas como las demás infelices que tuvieron la desdicha de poner un pie allí.

Pues también tiene razón el hombre.

–Pero entonces, ¿cómo pudimos verle nosotros si somos hombres? ¿No decía que a los hombres no les hacía ni el más mínimo caso?

Me mira con un brillo diferente al de antes. ¿El alcohol que se ha tomado durante la cena empieza a hacerle efecto y por eso le brillan así? Seguro que es eso. Luego hace una sonrisa cargada de misterio y me descoloca completamente. ¿Qué mosca le ha picado?

–No es posible…

El hombre sonríe satisfecho. No puede ser eso. No, por supuesto que no.

–Me… Me ha utilizado…

–Si quiere verlo así, no se lo negaré…

–Pero, ¿por qué?

–Porque usted ha sido el único hombre que le ha podido ver en persona y no ha muerto. ¿Sabe por qué…?

–Porque me parezco a él… –susurro mirándole.

–Exacto. Desde el primer momento en que le vi plantado delante de la puerta de nuestra mansión, supe que usted iba a realizar cambios. Supe que usted iba a conseguir reunirles de nuevo… –me da una suave sonrisa.

–Utilizándome y arriesgando mi vida por ello –escupo con todo el veneno que puedo meter en mi tono.

–Lo de los ataques del amo y del señor Kim no tenía planeado que ocurrieran, de verdad, debe creerme. Yo tenía la esperanza de que pudiera reunirles sin ningún problema para usted, pero el amo le descubrió y ahí empezaron los problemas…

–¿Y no podía habérmelo dicho desde un principio? –le miro bastante enfadado. Ha arriesgado mi preciada vida por sus estúpidos intereses.

–Seamos sinceros, usted y yo sabemos que ni se lo habría creído, me hubiera tomado como un viejo chiflado.

Gruño porque sé que tiene toda la razón del mundo. Su historia no me la hubiera tragado si no llega a ser porque lo he visto en persona y sobre todo sufrido, sobre todo eso. Estoy a punto de protestar de nuevo cuando escuchamos un ruido estruendoso. Dirigimos la mirada hacia la mansión, alarmados por ese fuerte ruido y veo que le falta un trozo de tejado.

–¡Se cae…! –me levanto del suelo viendo cómo se va cayendo a pedazos.

–¡Amo…! –escucho al hombre.

Se levanta con dificultad y los dos nos acercamos a la casa cuidando de guardar una distancia prudencial. Puede que salga algo volando y nos ensarte como a un pinchito. Entre temblores y sacudidas, podemos ver que se va derrumbando sin que ninguno de los dos podamos hacer nada. Seguramente son los dos espectros que hay dentro de la mansión, luchando a muerte. Bueno, si es que mueren de nuevo, claro. Al final nos tenemos que apartar un poco más porque parece que la estructura se vaya a caer sobre nuestras cabezas, pero no ocurre. Una humareda de polvo hace que empecemos a toser y nos pican los ojos. De pronto, vemos algo brillar. No es intenso, pero cada vez más se está haciendo notar.

–¿Qué es eso…? –parpadeo seguido porque algunas motas de polvo insisten en quedarse en mis ojos.

–No lo sé…

Escudriñamos ese haz de luz que sale del interior de las ruinas y consigo ver a Hyuk Jae mientras continúa flotando. La luz brillante está delante de él. ¿Qué es eso? El mayordomo y yo nos acercamos mientras sorteamos los escombros. Hyuk Jae está mirando algo fijamente, como si estuviera mirando dentro de la luz que brilla justo enfrente de él. Ya no está con su aterradora transformación, ahora está normal.

–Mira… –me avisa el hombre sorprendido mientras mira dentro de la luz.

Me fijo mejor para poder ver lo que se supone que ellos están viendo. Consigo distinguir una silueta, tenue, pero al fin y al cabo una silueta de alguien. Lucero. Es Lucero quien está brillando así. Y tiene el aspecto mucho más cambiado. Ya no tiene serpientes como cabellera, sino que la tiene normal, con su pelo. Su rostro ahora irradia paz y vuelve a ser igual de guapo que en el cuadro. Además, hay algo más raro: está desapareciendo.

–¿Por qué desaparece…? –susurro al hombre sin dejar de mirar la escena.

Pero el hombre no responde porque está demasiado consternado como para escucharme. Spencer mira sin decir nada a su antiguo amante y levanta la mano para acariciar, o eso creo, la mejilla del hombre. Es justo en ese momento cuando Lucero desaparece del todo, apagándose poco a poco el rastro de luz que ha dejado tras de sí. Sostiene la mano en el aire durante unos segundos antes de volver a bajarla. En serio, ¿qué ha pasado?

–¡Amo…! –el hombre va hacia el fantasma cuando este va descendiendo con la mirada perdida.

–Se ha ido… –murmura Spencer mirando a su fiel mayordomo.

¿Quién se ha ido? ¿Lucero? ¿A dónde? ¿Quiere decir que todo se ha terminado? No lo entiendo. ¿Cómo se supone desaparecen los fantasmas? ¿Es porque se van a la tan famosa luz?

–¿Por qué se ha ido?

Spencer dirige lentamente su mirada hacia mí. Me quedo anonadado porque en sus ojos translúcidos puedo ver la pena y tristeza que inundan sus orbes. No sé si estoy loco o alucinando, pero esos sentimientos son muy fuertes y me dejan en shock. ¿Los fantasmas pueden transmitir sensaciones y sentimientos? Estoy tentado a formular otra pregunta, pero la curiosidad de todo esto hace que me quede callado, esperando por una respuesta.

–Él… Por fin es libre… –su voz suena como ida.

¿Acaso le ha dolido que se desvaneciera para siempre? Eso es señal de que, pese a que le odiaba con todo su ser por haberle matado, aún le seguía amando con toda su alma. Bastante irónico la verdad.

–¿Se ha ido hacia la luz…? –es lo que único que se me ocurre preguntar ahora mismo.

–No –el mayordomo habla por su amo, que creo que aún sigue conmocionado–. Aunque haya encontrado la paz, eso no significa que pueda ir hacia la luz… –me mira intentando transmitirme lo que me quiere decir.

Qué tonto he sido. Pues claro, las almas de los asesinos no pueden ir hacia la luz, hacia el cielo. En su caso Lucero seguramente estará siendo juzgado por el homicidio que cometió.

–Entonces… ¿Qué va a pasar con usted? –pregunto de nuevo.

El mayordomo mira a su amo preocupado. Creo que su situación sigue siendo la misma.

–La luz es preciosa… –murmura mirando hacia el lugar donde estaba Lucero.

–¿Cómo? –el mayordomo es quien se muestra sorprendido–. Amo, ¿está viendo la luz?

–Pero, ¿cómo es posible? No pudo obtener su venganza… –pienso en voz alta.

–A no ser que… –murmura el mayordomo.

–A no ser, ¿qué? –le miro sin entender nada.

–El señor Kim ha logrado por fin liberar las ataduras que tenía en el mundo de los vivos… –casi puedo escuchar los engranajes de su cabeza funcionando–. Y si el amo está ya listo para marcharse… Entonces… –mira con incredulidad a su amo.

¿Qué? ¿Qué? No me estoy enterando de nada.

–Hable un poco más claro, por favor –ruego algo irritado, no tengo tantos conocimientos como él.

–¿Acaso no lo ve? El señor Kim fue condenado a vagar por este mundo porque aún le quedaba algo por hacer aquí. En su alma aún estaba el rencor y el odio de la supuesta traición y sin embargo, ha podido abandonarlo finalmente. Y todo gracias a que ha podido encontrarse de nuevo con el amo.

–Sí, sí, todo eso es muy bonito, pero no tiene sentido. Supongamos que el señor Kim logró cumplir el último objetivo.

–Hablar con el amo para poder aclarar las cosas –apoya el mayordomo.

–Sí. Si se supone que el señor Kim ha logrado quitarse toda la rabia y el odio que tenía, entonces, ¿cómo demonios está viendo el señor Lee la luz? –miro al fantasma que ahora está medio tonto.

–Cuando un alma regresa al mundo de los vivos para cobrar su venganza, no encontrará la paz hasta que sea vengada –el cariz que toma su voz hace que me quede hipnotizado mientras pienso en sus palabras.

–Entonces… Si nos guiamos por esa ley… El señor Lee tenía que haber encontrado la paz tres cientos años atrás y sin embargo ha permanecido aquí hasta ahora…

–Exacto –sonríe el hombre–. Entonces eso quiere decir que se quedó en nuestro mundo por el odio y la incomprensión que sintió ante la acción del señor Kim.

–¿Y ha logrado perdonarle? –pregunto sorprendido y miro al fantasma–. Pero, ¿cómo? ¿Cómo consigues perdonar a la persona que te ha asesinado? Se debe de tener un gran corazón para hacer eso…

–El amo… –mira al nombrado–. Fue y es una persona de gran corazón, siempre… –pronuncia con gran admiración.

–Pero, ¿cómo consiguió hacerle entender al señor Kim que no le había engañado o traicionado?

–Hice lo mismo que contigo… –habla de repente y me mira–. Le enseñé mis recuerdos… Él mismo pudo ver toda la verdad…

Le miro con asombro. En el fondo, muy en el fondo de su alma, es alguien de buen corazón. Yo solo he podido conocer esa faceta suya ahora, siendo un fantasma atormentado y que le gusta pegar sustos de muerte con su aspecto, pero, ¿cómo fue en realidad en el pasado? Hay algo oculto en ese fantasma que hace que mi faceta periodística se active y que la curiosidad sea tan arrolladora como siempre. Sin embargo, nunca lo llegaré a saber. Miro a mi alrededor. La mansión ha quedado reducida a un montón de escombros. ¿Ahora dónde vivirá su fiel mayordomo a partir de ahora?

–Tengo casa también –se pega una risotada y me sonríe con gentileza–. Pero si quiere, puedo quedarme con usted en el hotel hasta que vuelva a casa.

–Muchas gracias –sonrío por primera vez con sinceridad desde que llegué aquí y los dos miramos al espectro que aún sigue con la mente perdida–. ¿Cruzará, señor Lee…?

–Ha sido todo un placer haberle podido servir, amo –sonríe algo emocionado el hombre porque esas palabras suenan a despedida.

Siento que el ambiente se ha tornado tosco y melancólico. No me gustan las despedidas por las sensaciones que voy experimentando. No es que me caiga especialmente bien, pero al menos no siento la aversión tan grande que sentí cuando le vi por primera vez. Se podría decir que podría haberme llegado a caer bien si no nos hubiéramos conocido en estas circunstancias.

–Eres un gran hombre… –susurra antes de desaparecer de nuestra vida.

–¿Se ha ido...? –me atrevo a preguntar unos segundos después–. ¿Se fue hacia la luz…?

–No lo sé… –el hombre está tan confundido como yo.

¿Así es como desaparecen cuando pasan al otro lado? ¿O simplemente no ha cruzado? Eso es una idea bastante absurda. ¿Por qué no querría? Seguramente solo quiera hallar la paz que no ha podido tener durante estos años. Quizás se haya ido ya y no lo sepamos. El mayordomo y yo nos miramos durante unos segundos antes de decidir que nos tenemos que ir del lugar. No es un buen sitio para poder pasar la noche. Con su ayuda buscamos lo que haya podido quedar de mis pertenencias y yo le devuelvo el favor haciendo lo mismo.

A la una de la mañana conseguimos llegar a la civilización y conseguir habitaciones para poder descansar todo lo que queda de noche. Caigo en un profundo sueño nada más tumbarme y cerrar los ojos. Normal, si estoy como si me hubieran dado una paliza tremenda. A la mañana siguiente despido al hombre, que regresa a casa con su familia.

–Es un placer haberle conocido, señor Kim –me tiende la mano que yo estrecho.

–El placer es mío, de verdad –sonrío–. Siento mucho que se haya quedado sin trabajo…

–No pasa nada –sonríe de buen humor–. Ya es hora de que me jubile y tenga vacaciones de verdad. ¿Y usted qué hará?

–Pues regresaré a mi vida de antes, haré el trabajo que me condujo hasta aquí y seguiré con mi vida. Nada interesante a decir verdad…

–Bueno, algo de diversión no está mal de vez en cuando, ¿no? Una vez más, muchas gracias por haber hecho posible que el amo haya podido por fin descansar en paz…

Estoy a punto de decirle que no ha sido nada, que no me ha importado recibir como varias palizas por parte de dos fantasmas amargados de la vida, pero justo en ese momento le avisan porque el taxi ha llegado para llevarle al aeropuerto. Se despide de mí una vez más y sube al vehículo. Cuando el coche desaparece de mi vista, entro de nuevo al hotel para poder descansar un poco más. Mi vuelo no sale hasta la tarde, así que aprovecho para descansar lo máximo posible antes de regresar a Londres y volver a la rutina.

Me tumbo en la cama con la mirada clavada en el techo y dejo la mente en blanco. ¿Qué he ganado yo en implicarme en esas rencillas antiguas? Golpes y sustos. Bueno, sí, también información para el trabajo, pero nada más. Siento como si hubiera perdido el tiempo. Resoplo e intento dormirme un rato. Me despierto a la hora de comer y bajo al gran comedor. Luego cuando subo empiezo a preparar lo que me queda de equipaje y espero a que sea la hora de ir al aeropuerto.

Mientras dejo que el tiempo pase, comienzo a perfilar un poco la estructura del reportaje. ¿Qué puedo poner? No puedo ser muy distante y frío escribiendo, como si todo eso no me concerniera porque, en cierto modo, me he visto implicado. Además, no sé qué poner. Se suponía que tenía que conocer más su historia y esas cosas que pueden interesar a la gente, pero no voy a poner la historia de amor prohibido de su propietario o cualquier cosa similar. Me siento algo frustrado porque no sé qué voy a poner.

Cuando me quiero dar cuenta ya estoy dentro del avión, listo para que despegue y me lleve de vuelta a casa a Londres, a mi casa. Allí estaré libre de fantasmas que me hagan volar por los aires. Me entretengo un rato escuchando música durante el vuelo y después llego a Londres. Cuando por fin piso el suelo de mi casa, todo el cansancio que he acumulado durante este viaje me viene de golpe y porrazo. Me arrastro hasta el sofá y suspiro satisfecho antes de quedarme dormido.

–¿Cómo va tu trabajo sobre la casa escocesa? –me dedica una sonrisa amable mientras se quita las gafas.

–Bien, señor.

–¿Y cuándo piensa entregármelo?

–Al final de la jornada lo tendrá en su mesa, señor, ahora tengo que terminar un par de cosas, pero le aseguro que lo tendrá.

Mi jefe se cree la mentira que le he soltado y salgo de su despacho deprisa. En realidad no he podido escribir nada sobre la mansión. Desde que llegué del viaje he intentado comerme la cabeza para poder escribir algo, pero no ha habido manera. Es como si me hubiera quedado en blanco, cosa bastante rara porque normalmente lo escribo en un momento y siempre lo hago bien. Creo que es porque he estado demasiado implicado y por eso no puedo escribir algo que me llegue a gustar del todo. Bastante extraño también.

–Mierda… –maldigo entre dientes mientras mis dedos van tecleando lo más deprisa que puedo.

Faltan muy pocos minutos para poder terminar el trabajo. A última hora me ha venido la inspiración y no me acordaba de que tenía una entrevista con alguien más esta tarde y mis dedos están que echan humo por la velocidad a la que estoy escribiendo. Me está gustando lo que estoy haciendo y quiero, no, necesito terminar de escribirlo, pero tampoco quiero llegar tarde a la citación porque me vería muy poco profesional. Nunca he llegado tarde a ningún lado y hacerlo siempre me frustra demasiado. Cuando termino repaso a toda prisa para ver si he cometido alguna incoherencia de redacción y lo imprimo. A veces odio que la impresora vaya tan lenta, maldito trasto.

Cojo los papeles rápidamente y me dirijo al despacho de mi jefe después de coger lo que necesito. Lo dejo encima de la mesa y salgo disparado hacia fuera de la oficina para ir corriendo hasta donde he quedado con esa persona. Está en un café algo alejado del edificio, así que lo más probable es que cuando llegue necesite algo de beber para que no se me salgan los pulmones por la boca. Cuando llego veo que aún no está por ningún lado y me doy el respiro de dejarme caer encima de la silla y luchar por recuperar el aire perdido durante la maratón. Pido algo de agua fresca y sacio mi sed. No sé cuánto tiempo va a tardar en venir por lo que saco mi libreta y el bolígrafo y lo dispongo todo para cuando empiece la entrevista. Mientras espero, voy bebiendo un poco mientras observo por el gran ventanal de la cafetería.

Casi me atraganto cuando veo algo que es algo imposible. Toso para intentar redirigir el agua por el camino correcto de mi cuerpo y justo en ese momento llega esa persona. No me permito el lujo de distraerme y pensar en lo que acabo de ver y me centro en mi faceta de periodista. La entrevista la termino en media hora y el tipo se despide antes porque tiene otro asunto que atender. Le sonrío por cortesía y dejo que desaparezca de mi vista. Con bastante parsimonia, pido otro vaso de agua y disfruto del líquido, que calma mi garganta seca de tanto hablar.

Termino el vaso, recojo mis cosas y salgo del local dispuesto a disfrutar del paseo hasta mi casa. No tengo ganas de volver a la oficina porque prácticamente mi jornada laboral ya ha terminado y la distancia que hay hasta mi hogar es de exactamente media hora, así que encuentro bastante absurdo tener que volver y después ir a casa. Me ahorro el viaje hasta el trabajo y me dirijo a descansar a mi refugio. Cuando he dejado mi mente casi en blanco y no pienso nada más que en vigilar para que no me atropellen mientras cruzo las calles, escucho un ruido bastante chirriante que me saca de mi ensoñación. Bueno, a mí y a todos los que hemos escuchado ese ruido seguido de un golpe bastante sordo.

Busco con la mirada el origen de esos ruidos y me encuentro con que al parecer ha habido un accidente. Como dice el popular dicho de “la curiosidad mató al gato”, me acerco a observar qué ha sucedido exactamente. Veo a un chico tendido en el suelo, a los pies del capó de un coche que ha derrapado dejando marcas en el asfalto y al conductor del vehículo muy alterado. Me acerco un poco más y no veo ningún rastro de sangre. Probablemente el daño haya sido interno y seguramente el tipo esté muerto porque no se mueve y ni siquiera le veo respirar. Ni un atisbo de vida.

Algo llama mi atención durante un momento y dirijo mi mirada hacia eso. Me quedo totalmente paralizado y se me hiela la sangre. No puede ser. Parpadeo rápidamente y dejo de verlo. Vale, seguramente estoy alucinando o algo parecido por la escasez de descanso por mi parte. Esta noche a dormir temprano, a ver si dejo de ver cosas que no existen. Miro hacia el joven muerto en el asfalto y el corazón casi se me sale por la boca. ¿Qué demonios hace Spencer ahí encima del cadáver? ¿Acaso es un mensajero de la muerte o algo parecido? Además, ¿él no se había ido hacia la luz para descansar eternamente?

Por un momento conectamos nuestras miradas y siento un escalofrío recorrer todo mi cuerpo al ver un atisbo de sonrisa maliciosa en su rostro. No me da buena vibración esto. ¿Qué pretende hacer? Ahora veo mejor la sonrisa de picardía en sus labios y después mira al cuerpo inerte de abajo. Me mira una última vez antes de ver cómo el espectro es como absorbido por el cuerpo. Contengo el aire en mis pulmones como reacción a lo que acabo de ver. ¿Acaba de poseer un cuerpo? ¿Qué acaba de hacer mejor dicho?

Momentos después escucho que alguien grita que la persona tendida en el suelo está viva y yo empiezo a marearme sin comprender nada. ¿Cómo es posible que esté vivo de nuevo? Un minuto más tarde el tipo ya está de pie y diciendo que no se preocupen, que está muy bien, perfectamente. Todos le miran asombrados, incluso yo. Pensábamos que había muerto y ahora está vivito y coleando. Y lo peor es que yo estoy alucinando de nuevo. Y estoy viendo a Lee Hyuk Jae delante de mí, en carne y hueso. Parpadeo con fuerza para hacer desaparecer esa visión de nuevo y así poder ver al chico original, que tenía el pelo teñido. Abro los ojos y ahí sigue, la misma imagen del señor Lee delante de mis narices.

Estás alucinando Kim Hee Chul. Sí. Céntrate Casey Kim. Salgo huyendo de allí para no volverme majareta y empezar a gritar incongruencias delante de la multitud. Solo necesito volver a casa, relajarme y dormir nada más pisar el suelo de mi piso. Es lo más seguro. Acelero el ritmo de mis pasos para poder llegar lo antes posible y esconderme en la cama como un niño pequeño asustado. Aunque seguramente me vea así porque al pasar por un escaparate me veo más pálido de lo normal, como si hubiera visto un fantasma. La gracia está en que en realidad lo acabo de ver. Acabo de ver cómo un fantasma de hace tres siglos ha tomado el cuerpo de una persona muerta. Seguramente algún golpe de los que me di en Escocia me haya afectado al cerebro más de lo que creía.

Cuando llego a la entrada de mi casa veo a un curioso mirando fijamente la puerta. No reconozco quién es porque está de espaldas, pero sé perfectamente que no conozco a alguien con esas proporciones porque básicamente nunca he visto a ese chico que hay plantado delante de mi casa. Tal vez venga a preguntarme algo sobre mi trabajo. Cosa bastante improbable porque como periodista nunca revelo dónde vivo exactamente a no ser que sea por cuestiones urgentes o que lo requieran. Subo las escalinatas de la entrada y toco suavemente su hombro.

–Hola, ¿puedo ayudarle…? ¡Coño…!

Trastabillo y caigo de culo contra el suelo después de volar por encima de las escaleras. El dolor me estaría molestando ahora mismo si no fuera porque toda mi atención está puesta en el tipo que hay plantado en mi puerta, que me mira con una expresión divertida.

–¿Qué? ¿Acabas de ver a un fantasma? –sonríe de manera en que me demuestra que se está descojonando con la situación.

–¡Sí! ¡Tú! –le señaló mientras grito.

–Me halagas, pero como ves, ahora no lo soy –sonríe mostrándome todo su cuerpo.

–¿Qué demonios haces tú aquí? –grito empezando a sentir mareo–. ¿Cómo has conseguido mi dirección?

–Pues hacerte una visita, está claro.

–¿Cómo sabías dónde vivo? –chillo.

–¿Te acuerdas cuando me metí dentro de ti?

Él sabe que he captado el doble sentido y se carcajea durante unos segundos.

–Bien, pues pude ver todo lo que tenías en tu mente y, por supuesto, también vi la dirección de tu casa.

–¡Pero tú…! ¡Tú estás muerto! ¡Y tendrías que estar en el cielo!

–¿Y eso quién lo ha dicho? Que yo sepa nunca llegué a cruzar la luz –se cruza de brazos mirándome con bastante obviedad.

–¿Y por qué no? –decido levantarme para no parecer más idiota de lo que me veo ahora.

–Porque no quería simplemente –se encoge de hombros y camina hasta mí.

En un acto reflejo doy un paso hacia atrás. Aún no sé la finalidad de haber poseído a otro cuerpo y no sé si todavía conserva esos poderes sobrenaturales que hacen que pueda volar por los aires con un simple movimiento.

–¿Y qué haces aquí? ¿Por qué has poseído el cuerpo de ese pobre desdichado?

–Ese desgraciado ya ha cruzado a la luz y como ya no necesita su cuerpo terrenal, pues lo he cogido prestado –se acerca más a mí hasta quedar a mi altura.

–¿Y para qué coño necesitas un cuerpo?

Sonríe mostrando cierta picardía en sus ojos y antes de que pueda reaccionar, me planta un profundo y rápido beso que me deja sin sentido. No tengo tiempo a indignarme y a replicar ya que tira de mí hasta la casa y como por arte de magia, la cerradura de mi puerta se abre y entramos dentro. Vale, aún tiene poderes. Escucho la puerta cerrarse detrás de mí y yo aún no consigo reaccionar.

–¿Qué haces…? –consigo balbucear, aún no estoy en mis cinco sentidos.

–Tenemos una morada bastante acogedora… –comenta mientras empieza a mirarlo todo.

–¿Cómo que tenemos…? –pregunto medio alelado.

Me mira y vuelve hasta mí. Sin previo aviso, se atreve a atrapar con sus labios los míos y a sumirlos en otro beso que me deja peor que antes. La hostia. Me acaba de besar por segunda vez un fantasma.

–Tendrás que enseñarme a hablar como lo hacéis vosotros ahora, humano… –sonríe con toda la maldad del mundo.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).