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Palabras de papel por Annie_Powers

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El público estalló en júbilo cuando la línea de meta fue atravesada por el corredor favorito de la audiencia situada en las gradas. La nueva estrella del atletismo que había sido descubierta durante aquellas competiciones atléticas del instituto se giró para agradecer a todas las personas que le vitoreaban por su nueva victoria. Llegó hasta la zona de descanso, donde le esperaban varios compañeros con una gran sonrisa y le dieron agua y una toalla.

–Vamos, solo una carrera más y saldrás invicto de las competiciones de este año –animó uno de ellos.

–Está claro que lo va a conseguir –rió otro.

–Bueno, bueno, hay que ser un poco humilde, ¿no creéis? –intervino el ganador después de beber agua–. No hay que menospreciar a los rivales, también son buenos contrincantes y más si han conseguido llegar hasta la final.

–Nadie puede superarte.

–Nunca se sabe –se encogió de hombros–. Pero id preparando vuestros cuerpos para la celebración por si acaso –sonrió mirando a sus amigos.

Estos rieron y vio entre la multitud a su amigo Ryeo Wook. Sin decirles nada a sus amigos, se dirigió hacia el pequeñajo que seguía buscándole.

–¡Hola…! –sonrió al llegar hasta él.

–¡Heenim…! –este correspondió a su saludo–. He visto tu última carrera, has estado muy bien. ¿Cuándo es la final?

–Dentro de un par de horas. ¿Has venido ahora?

–Sí. Si Won me ha dejado que me saltara el entrenamiento para ir a verte. Me dijo que te deseara suerte de su parte.

–Gracias. Vamos a dar una vuelta.

Hee Chul rodeó por el cuello a su amigo con el brazo y los dos se alejaron un poco de la multitud para poder hablar mejor sin que nadie les molestara.

–Cuando Young Woon me dijo que te habías apuntado para participar en las competiciones atléticas del instituto no me lo creí al principio. Creía que estaba tomándome el pelo. Y ahora mírate, clasificado para la final.

–Gracias por los ánimos –entornó los ojos con diversión–. Me alegra saber que tenías fe en mí.

–En realidad no la tenía –rió suavemente–. Eres el más vago de todos nosotros y fíjate, corriendo y sudando por un puñado de aplausos y gloria.

–En realidad no tenía pensado apuntarme, pero me dio por ahí. No sé por qué la verdad –Hee Chul se encogió de hombros.

–Pero dime, ¿estás utilizando todas tus capacidades?

–¿Cuáles?

–Tú ya sabes cuáles –alzó las cejas el pequeño con demasiada obviedad.

–Pues claro que no, idiota –se mostró indignado el mayor–. Yo gano mis carreras legalmente. No he utilizado mis capacidades extras. Además, ya de por sí soy veloz, no me hace falta usarlas. Me duele que hayas pensado así de mí –se llevó una mano dramáticamente al pecho, consiguiendo que Ryeo Wook estallara a carcajadas–. ¡No hace gracia…!

–¡Claro que sí…! Es algo irónico que tú siendo quién eres sea el que mejor lo esté haciendo en el deporte, cuando a odias sudar y hacer ejercicio físico –Ryeo Wook sonrió al ver el resoplido que hizo su amigo.

–Calla, pequeñajo. No dirás lo mismo cuando me veas cruzar la línea de meta.

–Y encima modesto –se carcajeó mientras le seguía.

Los finalistas empezaron a calentar sus músculos para la salida de la carrera final. Hee Chul hizo sus calentamientos como todos los demás y echó un vistazo a las gradas para localizar a sus amigos. Con un gran vitoreo, les localizó junto con el pequeño Ryeo Wook, que solo le saludó escuetamente mientras sonreía. Dio unos cuantos saltitos antes de posicionarse para la salida. Acomodó sus manos en la dura pista y se concentró mirando al frente, agudizando su oído y poniéndose en tensión para salir corriendo. Miró brevemente a sus contrincantes. Todos parecían no tener muy buena resistencia física, aunque bueno, él tampoco podía presumir demasiado. No era muy dado al deporte.

Un disparo les hizo alzar sus posaderas para poder salir con mejor arranque y todos los espectadores se mantuvieron en silencio y aguantando la respiración para ver cómo salían los corredores. El silencio fue roto por otro disparo seco y casi todos salieron a la misma vez del inicio. Al momento el público empezó a gritar palabras de ánimos hacia el participante que quería que ganara. Hee Chul se aisló de los ruidos ajenos y se centró en correr todo lo más rápido que pudo sin llegar a recurrir a las ventajas que él poseía por ser quién era.

La carrera era de velocidad y justo cuando estaba viendo el final de la carrera, empezó a reducir un poco la velocidad porque sabía que estaba bastante adelantado respecto a los demás. Por si acaso, giró un poco la cabeza para poder ver si había alguien iba muy pegado a él. Vio a todos sus contrincantes por detrás de él y sonrió internamente porque ya tenía la victoria asegurada.

–¡Mirad…! –escuchó que muchos chillaban desde el público.

Se extrañó y por el rabillo del ojo pudo ver que alguien se acercaba por su flanco izquierdo a tan solo unos metros de la meta. El chico más flaco de entre todos se había posicionado hasta su altura y estaba a punto de superarle. Este dirigió su mirada hacia él y esbozó una sonrisa de autosuficiencia antes de dar unas cuantas zancadas más y cruzar él primero la línea de meta.

Hee Chul escuchó los gritos de sorpresa de la gente mientras veía cómo el ganador reducía la velocidad y paraba para poder recuperar un poco el aliento. Todos los amigos del chico fueron a darle la enhorabuena mientras le jaleaban llenos de alegría. Sintió una palmada en el hombro y se giró para encontrar a sus propios amigos mirarle con algo de consternación por haber perdido en el último segundo. El chico vio la sonrisa divertida que intentaba sofocar su pequeño amigo y resopló.

–Ni se te ocurra decir nada, Kim –advirtió señalándole.

–No he dicho nada –levantó las palmas de la mano como señal de paz.

–Más te vale –amenazó antes de encaminarse hasta el ganador–. Enhorabuena.

–Muchas gracias –sonrió el chico mientras le hacía una reverencia de noventa grados, cosa que le sorprendió al otro.

Cuando el chico de pelo teñido de rubio platino se irguió para poder mirarle pudo ver una sonrisa que le trastocó bastante. Nunca había visto una que mostrara encía y le pareció bastante curioso y único. Se quedó como un bobo mirando esa sonrisa, provocando la incomodidad de su rival, que realizó otro saludo nerviosamente antes de disculparse y marcharse.

–Creo que le has intimidado demasiado –bromeó Ryeo Wook al acercarse a su lado.

–¿Tú crees? –miró al castaño–. No pretendía intimidarle…

–Hombre, si te quedas mirando fijamente a una persona sin ni siquiera conocerla y tal, pues… Intimida un poco por no decir bastante. ¿Estás seguro de que no querías meterle miedo?

–Pues claro que no –miró hacia un punto inconcreto–. Solo me dio curiosidad su sonrisa…

–¿Su sonrisa? –se mostró sorprendido Ryeo Wook–. ¿Y eso?

–Cuando sonríe se le ven las encías superiores. Nunca había visto tal cosa antes –volvió a encarar a su amigo.

Ryeo Wook hizo como una especie de desconocimiento y asentimiento. Siendo Hee Chul, la curiosidad probablemente se le pasaría y aparecería la indignación y el cabreo al haber perdido ante alguien. Si algo no soportaba su amigo era el no ganar cuando algo se le daba bien. Viendo que su moreno amigo se quedaba estático en el sitio, le empujó un poco para que se apresurara a ponerse en la línea de salida de la próxima carrera. Hee Chul también se había clasificado para la final de resistencia.

Como de costumbre, Hee Chul observó a los demás que competirían por el primer puesto y se llevó una sorpresa al ver al mismo chico de antes en la línea de salida. ¿También se había clasificado? ¿Cómo había sido posible que nunca hubiera oído hablar de él si era tan bueno en los deportes? Tal vez era porque casi siempre pasaba de todo lo que sucedía a su alrededor. Podía ser una posibilidad muy factible. No tuvo tiempo de pensar más porque enseguida escuchó el disparo de inicio y tuvo que emplear todos sus sentidos para poder salir en buena posición y hacer una buena carrera. Era bueno teniendo resistencia. De algo habían servido los entrenamientos que los alfas de los clanes les sometían cada día a todos los lobos.

Aquella vez no hubo ninguna sorpresa y fue quien Hee Chul quien terminó primero la carrera. Aunque la atención del público fue más a parar a la nueva revelación que había quedado segunda en la prueba de resistencia. El mismo chico que le había quitado el puesto de invicto a Kim Hee Chul. El moreno miró al de pelo claro y no vio que estuviera demasiado cansado como los demás. Tal vez estaban ante un prodigio del atletismo.

–El segundo puesto es para… –anunció el locutor mientras Hee Chul subía al podio del segundo puesto–. ¡Kim Hee Chul…! Lamentablemente no ha podido ganar puesto se le ha impuesto un chico nuevo e inesperado. ¡El Rayo Dorado…! ¡Lee Hyuk Jae…! –gritó con entusiasmo.

El público ovacionó con un gran estruendo de palmadas cuando el chico flaco subió con algo de timidez hasta su puesto. Recibió la medalla con algo azoramiento en sus mejillas mientras sonreía tímidamente e intentaba ocultar su sonrisa con la mano, como una colegiala. Hee Chul se preguntó por qué ocultaba su sonrisa. Le dieron ganas de darle un manotazo para poder verla mejor. Una sonrisa así de única debía de ser mostrada ante el público. También le extrañó que se mostrara tan tímido. ¿Dónde había quedado aquella actitud picaresca que había visto antes durante la carrera de velocidad?

–Oye, ¿tú conocías a ese tal Lee Hyuk Jae? –fue lo primero que preguntó a Ryeo Wook cuando se reunió con él.

–¿Qué? Pues creo que no… ¿Por qué lo preguntas?

–¿Y vosotros? –miró a los demás, que también le dieron una respuesta negativa.

–Creo que es más pequeño que nosotros… –murmuró su hermano lobo.

–Si es tan bueno en los deportes… ¿Cómo es que no hemos oído hablar de él hasta ahora…?

–No sé –se encogió el más bajo de todos–. Puede que haya hecho como tú. Hasta ahora nunca te habías presentado y ha sido todo una sorpresa. Aunque bueno, tú tampoco te enteras demasiado de las cosas –sonrió Ryeo Wook.

Hee Chul no tuvo más remedio que darle la razón a su amigo. Él no solía prestar demasiada atención a los cotilleos del recinto. No podía negarlo. El tal Hyuk Jae le había llamado la atención demasiado. Y sin duda averiguaría un poco más sobre él, pero en otro momento.

Corría dando grandes zancadas por el bosque mientras dejaba que sus emociones y su cuerpo le llevaran hacia donde quisieran. No tenía ningún destino fijo, simplemente se dejaba llevar. Lo que había escuchado unos momentos antes le había trastocado. ¿Por qué él? ¿No había otra persona? No, tenía que haberle escogido precisamente a él. En aquel momento la furia le subió por el pecho y aceleró el ritmo de la carrera. Iba tan cegado que no vio que otra persona se le acercaba por el flanco derecho durante una curva y se la llevó por delante, aterrizando encima de otro cuerpo.

–¡Lo siento…! –Hee Chul se apresuró a disculparse mientras miraba hacia abajo–. Anda, pero si eres el de la carrera del otro día… –la sensación de furia se le fue de un plumazo.

–Me alegro mucho saber que te acuerdas de mí, pero ahora por favor, sal de encima, me estás aplastando.

–¿Me acabas de llamar gordo? –se mostró sorprendido e inmovilizó al chico contra el suelo al dejar su peso muerto.

–¿Qué? ¡Pues claro que sí…! No pesas como una pluma, ¿sabes? Joder, que me vas a aplastar…

Hee Chul gruñó y se levantó mientras miraba mal al chico de pelo rubio. El otro se levantó de un ágil movimiento y se sacudió la ropa por si se había manchado.

–¿Por qué ibas tan rápido? ¿Tenías pensado embestirme como un toro embravecido o qué? –Hyuk Jae miró la moreno.

–Por supuesto que no, lo que pasa es que no tenía planeado que una raspa como tú se me cruzara por el camino –sonrió falsamente.

–Entonces deberías ir a que te miren la vista. De nada –y sin más, empezó a trotar de nuevo para coger ritmo.

Hee Chul parpadeó durante unos segundos antes de poder reaccionar e ir tras aquel insensato que había osado a poner en duda la calidad de su vista. Después de un sprint, le tenía justo al lado mientras él miraba hacia el frente y sin prestarle la más mínima atención.

–¡Oye…! Una carrera hasta la carretera principal.

–¿Y por qué debería aceptar? –ni siquiera le miró de reojo.

–Pues para ver quién de los dos es mejor.

–Lo siento, pero no quiero competir contra alguien para que pueda recuperar su orgullo perdido durante el otro día al quedar segundo en la carrera de velocidad –le miró brevemente–. Prefiero no perder mi tiempo en tonterías como esas –antes de que Hee Chul pudiera objetar algo, Hyuk Jae tomó un desvío hacia la derecha y se internó más por el bosque.

El moreno suspiró algo impresionado por la facilidad con la que se había deshecho de él y decidió que averiguaría más sobre aquel muchacho tan atrevido. Se sorprendió al enterarse de que había estado allí durante toda su vida y que ni siquiera se había percatado de su presencia. Sin embargo, aquel año había decidido competir en el instituto simplemente porque se aburría. También dedujo que hacía una rutina de entrenamiento cada día por las tardes, corriendo a través del bosque. Hee Chul quería ir a ver cómo corría, pero desgraciadamente coincidía con sus sesiones de entrenamiento con los demás lobos y no podía escaquearse.

–Sal de ahí –suspiró mientras se detenía–. Sé que estás mirándome… –Hyuk Jae se giró para poder ver a Hee Chul saliendo de detrás de un árbol–. ¿Te crees que no me doy cuenta de que siempre me observas vaya a donde vaya…? No estoy ciego.

–Enhorabuena –sonrió.

–¿Por qué me sigues? Si es para que acepte esa estúpida carrera tuya no lo vas a conseguir así.

–¿Entonces cómo?

–Pues pidiéndolo sin parecer un acosador.

–Pues hagamos una carrera.

–No.

–¿Ves? Te lo pido y no quieres, lo hago de otra forma y tampoco. Así uno no puede.

–¿Y para qué demonios quieres competir contra mí, eh? ¿Para demostrar que eres mejor? Lo veo bastante estúpido por tu parte –resopló mientras entornaba los ojos.

–Digamos que podría ser así. ¿Y tú por qué no quieres? ¿Tienes miedo a perder contra mí? –sonrió con algo de picardía.

–No –bufó Hyuk Jae–. No tengo miedo. Lo que no quiero es perder mi tiempo.

–Entonces hagamos una apuesta. Si pierdes te invitaré a cenar esta noche. ¿Qué te parece? –sonrió con amabilidad.

–¿Y si gano yo? –alzó las cejas con algo de recelo.

–Pues entonces ya no te molestaré más. Sin trampas.

–Sería caer muy bajo si tuvieras que recurrir a hacer trampas…

–No necesito hacerlas –siguió manteniendo aquella sonrisa.

–Bueno… –suspiró derrotado–. Hagamos esa estúpida carrera…

Hee Chul sonrió ilusionado mientras se posicionaba a su lado. Miró de reojo al chico de piel pálida mientras tenía un debate interno. Quería utilizar la ventaja de ser un hombre lobo, pero entonces haría trampas y no sería ético mentirle de aquella manera. Sin embargo, Hee Chul sabía que la velocidad de aquel chico era muy buena y no tenía demasiada seguridad de si podía ganarle limpiamente para no tener que dejar de espiarle. Tenía que ganar la carrera para poder conocerle mejor.

–¿Preparados…? Listos… ¡Ya!

Los dos sujetos salieron corriendo de la línea imaginaria y fueron aumentando el ritmo de las grandes zancadas. En pocos segundos Hee Chul pudo notar que poco a poco iba tomando ventaja sobre Hyuk Jae, cosa que le alegró, pero no se dejó llevar por la emoción. Se mantuvo en el mismo ritmo, teniendo siempre cuidado de vigilar dónde se encontraba el chico. Temía que le hiciera como aquel día en el recinto escolar. Sin embargo, no pudo evitar que durante el último sprint final le superara por muy poco. Estuvo a punto de tropezar por la sorpresa que se llevó. ¿Cómo había sido posible que le hubiera superado por segunda vez y con la misma estrategia?

–Bueno, pues hasta nunca –dijo después de estabilizar su respiración.

–¿Cómo has conseguido remontar tan rápido…? –Hee Chul respiró profundamente mientras miraba al otro–. El otro día también hiciste lo mismo…

–¿De verdad quieres saberlo? –vio que asentía–. Bueno, aparte de que soy mejor corredor que tú, también es porque al llegar casi al final te confías y reduces un poco la velocidad. Si fueras un profesional sabrías que ese es el peor error que puedes hacer porque entonces te pasarán cosas como las que te acaban de pasar ahora mismo: ser superado dos veces por el mismo contrincante.

–Pero podrías haber tomado ventaja en vez de hacer eso… ¿Por qué has dejado que me confiara?

–Sinceramente me daba igual perder, pero… Luego lo pensé mejor y decidir no dejar que ganaras.

–¿Y por qué? –se sorprendió.

–Pues porque si quieres tener una cita conmigo entonces tendrás que esforzarte más –sonrió con chulería mientras empezaba a alejarse.

–¿Cita? ¿Cómo…? Pero, ¿tú no eras heterosexual?

–Tú lo has dicho… –empezó a caminar hacia atrás mientras le miraba–. Lo era…

Soltó una suave carcajada antes de darse la vuelta y perderse de nuevo por el bosque. Sí, Hee Chul se había quedado encantado por aquel chico de pelo rubio y sonrisa picaresca. Miró hacia el cielo y decidió que hacía buen tiempo para salir de caza, pero en aquella ocasión sería por la civilización.


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