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Palabras de papel por Annie_Powers

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Corrían veloces como el viento. El lobo de pelaje blanco lideraba al grupo de lobos que le seguía sin cuestionar nada. El cabecilla de la manada, henchido de una sensación de libertad muy grande, decidió transmitir a los demás el sentimiento y aulló con toda la fuerza que le permitieron sus pulmones. Esa misma libertad llegó hasta los demás, que ladraron de la misma forma, dejando que su instinto animal hiciera que agilizaran sus pasos.

Cuando quisieron darse cuenta, ya habían llegado hasta los confines del bosque y una casa estaba situada en el límite. El alfa Leeteuk pudo divisar al humano que merodeaba últimamente por su territorio. Toda la manada redujo la velocidad a medida que se acercaban al chico, que les esperaba con porte orgulloso y chulesco. Por el rabillo del ojo pudo ver a cierto lobo negro mostrar signos de alegría nada más verle.

–Llegáis un poco tarde, ¿no creéis…? –comentó.

El único que retomó su forma humana fue el gran lobo negro que estaba situado al lado del de pelo blanco. Se irguió y caminó con parsimonia hacia aquella persona.

–Perdona, nos hemos entretenido más de la cuenta… –sonrió.

–Y te están viendo más de la cuenta ahora mismo… –miró de arriba a abajo la desnudez de su pareja.

Rió con gracia y se acercó a saludarle, atrapando sus labios. Poco tardó en que le faltara el aire por el beso demandante en el que estaba sumido. Sintió que su desnudo culo era apretado por una juguetona mano y dio un pequeño bote mientras se sonrojaba.

–Anda, vamos –Hyuk Jae se relamió los labios mientras reía–. No seas tan exhibicionista…

–Solo contigo… –sonrió.

Hee Chul se despidió de su manada y se fue tan tranquilo con su pareja mientras los demás les miraban sin ningún disimulo. Hyuk Jae se había convertido en alguien que casi siempre merodeaba por aquellos parajes, esperando a su pareja para poder estar juntos. El único que miraba con ojo crítico aquella relación era el líder de la manada.

«Deja de mirarles tanto, anda»

Leeteuk volvió la cabeza hacia su compañero Kangin.

«Si sigues mirándoles así les vas a provocar un agujero en la nuca»

«Déjame en paz, ¿quieres? Lo que haga o deje de hacer no es asunto tuyo»

«Claro que es asunto mío. Todos sabemos tu secreto a voces. Incluso él lo sabe. Y lo que es peor, el otro también lo sabe»

«Bueno, ¿y qué?»

«Solo digo que deberías intentar dejar de torturarte tanto. No es para ti y lo sabes. ¿No ves lo feliz que es con el chico?»

Leeteuk gruñó a Kangin antes de volver a correr por el bosque para perderse. Sabía perfectamente que no debía de hacerlo, pero le era imposible. ¿Cómo se le podía decir que no al instinto animal? Su alma lobuna le pedía a gritos estar con Kim Hee Chul y protegerle siempre. Cuando se enteró que alguien ya se le había adelantado estuvo a punto de matar al tal Lee Hyuk Jae. Hee Chul sabía perfectamente que él se había imprimado de él, pero hizo caso omiso. Luego se enteró que ya estaba interesado en el humano cuando le confesó lo que sentía. Le dolía ver lo feliz que era sin él. Pero tal y como decía su buen amigo Kangin, no podía hacer otra cosa que cuidarle desde la distancia.

–¡Cómprame ese helado…! –Hee Chul, lejos de decirlo con algo de discreción, lo vociferó mientras tiraba alegremente del brazo del rubio.

–Vale, pero para, que me vas a sacar el brazo –sonrió Hyuk Jae mientras veía los saltitos que daba el moreno.

El chico saltarín salió disparado hacia el puesto de helados y fue rumiando los sabores que quería. Hyuk Jae fue caminando tranquilamente mientras observaba a Hee Chul con una sonrisa dibujada en la cara. Siempre le impresionaba que aquel moreno cambiara tan radicalmente cuando estaba con él. Aunque tampoco se quejaba, le gustaba muchísimo su cambio de actitud.

–¿Ya has cogido…? –preguntó cuando llegó a su lado.

–Sí –sonrió antes de largarse hacia una de las mesas.

Hyuk Jae negó con la cabeza mientras pedía otro helado para él y pagaba la consumición. Llegó hasta la mesa donde estaba su pareja y se sentó con él. El susodicho se limitó a sonreír mientras lamía el helado. No le molestó y empezó a comerse el suyo de fresa. Los dos eran algo posesivos con la comida y por eso preferían no molestarse respecto a ese tema.

–¡Mira…! –gritó Hee Chul, haciendo sobresaltar a su novio.

–¿Qué pasa? –exclamó mientras miraba hacia la dirección que había señalado el otro.

Hee Chul sonrió con malicia y aprovechó el despiste de su chico para darle un gran bocado al helado de fresa que tenía justo al alcance de su golosa boca. Para cuando Hyuk Jae se dio la vuelta ya se había quedado casi sin helado, solo quedaba el triste cono de galleta. Miró algo perplejo al ladrón que tenía al lado y alternó las vistas entre el chico y el helado. Luego, sin decir nada, hizo lo mismo que le habían hecho momentos antes, pero sin proceder con la maniobra de distracción. Hee Chul quiso defender su helado, pero le fue imposible ya que cuando apartó el dulce, este ya estaba medio comido.

–¡Oye…! –se quejó el moreno mientras hacía un puchero.

–Eso te pasa por robarme lo que es mío –se relamió los labios antes de comenzar a mordisquear la galleta.

–¿El qué? ¿Tu corazón…? –preguntó con tono meloso.

–Aparte de eso.

El joven lobo no pudo evitar que su corazón revoloteara por aquellas simples palabras. No habían sido ninguna declaración de amor en toda regla, pero para él significaban mucho más. Él estaba loco por aquel rubio teñido y el sentimiento era mutuo. Miró hacia los lados para ver si habían ojos indiscretos mirando lo que hacían y se apresuró a plantarle un profundo beso en los labios. Sonrió triunfante cuando empezó a ver el sonrojo de su chico. Le encantaba hacerle sonrojar, lo encontraba súper adorable.

–Me robas el corazón, la comida y ahora los besos. ¿Qué más me vas a robar, Kim Hee Chul?

–Todo lo que pueda –sonrió ampliamente.

Estuvieron hablando de tonterías que se le ocurrían a los dos y no notaron que el tiempo pasó volando. Cuando quiso darse cuenta, el móvil de Hee Chul estaba vibrando dentro de su pantalón y haciendo bastante ruido.

–¿Quién será…? –contestó–. Mierda, lo siento, se me había olvidado… Sí, sí ahora voy.

–¿Qué pasa? –preguntó Hyuk Jae mientras el otro guardaba el aparato.

–Se me ha hecho tarde. Tengo que irme –se levantó a toda prisa.

–¿A dónde tienes que ir? –se levantó también–. Te acompaño.

–No me acordaba de que esta noche tenía una reunión con Jung Soo y los demás clanes –empezó a caminar.

–¿Y tú qué haces en esa reunión si tú normalmente te ausentas de ellas? –siguió al chico fuera del centro comercial.

–Lo sé. No me hace mucha gracia tener que ir… Pero estos clanes no son de esta zona y Jung Soo tenía que tratar no sé qué asuntos con ellos. Kangin le ha fallado en el último momento y me ha obligado a ir con él –suspiró–. ¿Te puedes creer que él quiera tenerme en una reunión con los demás jefes? Si lo más seguro es que les mande a la mierda conociéndome.

–¿Y por qué precisamente tú? –vio al chico encogerse de hombros–. ¿Y no será porque va detrás de ti…?

–¿Y eso qué tiene que ver? –Hee Chul miró a su pareja.

–Tiene mucho que ver, cariño –le miró también–. ¿No me dijiste que Jung Soo se había imprimado de ti o como se diga? Pues según he entendido, eso es como el enamoramiento. Él está enamorado de ti y hace todo lo posible por estar cerca de ti y si puede ser a solas, mejor.

–¿Estás celoso, Hyukkie…? –le miró con cierta ternura.

–¿Qué? Pues claro que sí. ¿Cómo no voy a estarlo si va detrás de mi chico? Estaría yo tonto si no lo estuviera –resopló con algo de indignación.

Hee Chul sonrió, dio un pequeño grito de alegría y saltó encima de Hyuk Jae para llenarle la cara de besos. Los dos reían mientras se dirigían hacia la casa del líder. Tardaron un poco en separarse antes de que el moreno entrara en la casa y Hyuk Jae se marchara hacia la suya, hubieran preferido estar un poco más de tiempo juntos.

El moreno entró y se encontró en el salón a Jung Soo con otros chicos que no conocía. Se disculpó por llegar algo tarde y se sentó junto a su macho alfa. Cuando empezaron a hablar los desconocidos, rápidamente desconectó su mente para no escuchar demasiado. Si lo hacía sabía que iba a terminar bostezando, pero por si acaso, no se perdía demasiado por si había algo que le interesaba. Solo sabía que estaban hablando de una guerra y de crecientes tensiones. Cuando quiso darse cuenta, los dos se habían quedado solos.

–¿Eh? ¿Dónde están? –preguntó cuando salió de su trance.

–¿Lo dices en serio? –le miró algo irritado–. ¿Cómo puede ser que en una hora y media no hayas prestado atención de lo que hemos estado hablando?

–Qué quieres que te diga –se encogió de hombros–. Yo no quería estar aquí. Has sido tú quien ha insistido porque Young Woon no ha podido.

–Pero tú no tenías nada más que hacer –suspiró.

–¿Cómo que no? Pues claro que tenía cosas que hacer.

–¿Por ejemplo? –Jung Soo alzó las cejas al mirarle.

–Estar con Hyukkie –se cruzó de brazos mientras se ponía a la defensiva.

–Estás con él todas las noches –entornó los ojos algo fastidiado–. Por una noche que no estés con él no te va a pasar nada. Anda, vamos a cenar.

Hee Chul siguió sentado en el sofá mientras que el otro se levantaba para ir a la cocina. Al poco rato escuchó jaleo entre fogones y prefirió entretenerse un rato con el móvil, a la espera de que le llamara para empezar a cenar de verdad. Unos veinte minutos después Jung Soo le llamó y él no tardó en sentarse a comer.

–Oye –empezó a hablar el mayor de los dos–. ¿Te acuerdas de cuando jugábamos juntos correteando por el bosque?

–Cómo no hacerlo –sonrió Hee Chul al recodarlo–. Aún me acuerdo de las veces en las que te comías el suelo al intentar saltar las ramas de los árboles.

–Más de una vez estuve a punto de dejarme los dientes ahí clavados –los dos rieron ante el comentario–. Pero, ¿y lo bien que lo pasábamos? Nuestras madres tenían que pelearse con nosotros para que volviéramos a casa.

–¿Te acuerdas de cuando nos metimos dentro de la rendija de aquel árbol hueco? –le tocó a Hee Chul sacar anécdota–. No me acuerdo de cuál de los dos se quedó encajado… –intentó recordar.

–Fuiste tú.

–¿Yo?

–Sí, tú. Que para sacarte tuvimos que quitarte la ropa para que dejara de engancharse con las astillas del árbol. Tuviste que hacer el recorrido del bosque hasta tu casa desnudo –empezó a reírse mientras recordaba al niño desnudo y rojo como un tomate por la vergüenza.

–La vergüenza que pasé durante aquel trayecto, madre mía –rió él también.

Los dos cenaron entre risas mientras recordaban las trastadas que hacían de pequeños. Park Jung Soo y Kim Hee Chul tenían la misma edad, pero el líder era un par de días más mayor que el otro. De jóvenes habían sido inseparables al tener la misma edad y una personalidad algo similar. Se pasaban todo el día jugando juntos y haciendo jaleo, acarreando que se consideraran en mejores amigos y una graciosa pareja de amigos.

Con el tiempo, Jung Soo empezó a prepararse física y mentalmente para convertirse en un buen cabeza de manada y cada vez tenía menos tiempo libre para poder estar con Hee Chul, que gozaba de más libertad como los demás jóvenes de su edad. Debido a eso, sus personalidades empezaron a cambiar radicalmente. El mayor tuvo que madurar de golpe mientras que el moreno salía más con otros amigos y se divertía como cualquier adolescente. Y aquello hizo que los dos inseparables amigos se convirtieran en extraños compañeros de manada que con suerte se dirigían de vez en cuando la palabra.

Para cuando el cabecilla del grupo quiso recuperar el tiempo perdido con el guapo chico, este había cambiado radicalmente y se juntaba con otras personas. Además de eso, tuvo que enterarse de que se había imprimado de él y que su protegido estaba interesado en un humano espigado que parecía más bien poca cosa. Desde entonces, su amistad se había deteriorado aún más.

Hee Chul no supo cómo habían terminado en el sofá y riendo como unos desquiciados, pero tampoco le importó demasiado. Los dos habían bebido más de la cuenta durante la cena y habían terminado algo contentos. Hablaban de cosas banales y reían como unos tontos. En un momento dado el moreno miró a Jung Soo y sonrió con demasiada dulzura, poco propio de él.

¿Y si no se hubiera fijado en Hyuk Jae hubiera pasado algo entre ellos dos? Habían sido amigos desde pequeños y los dos se conocían muy bien, como un matrimonio que había convivido durante muchos años juntos. Sonrió un poco más ante aquellos pensamientos. Seguramente hubiera sido muy feliz a su lado. Era un chico perfecto, un buen partido. Y como si se tratara de una película, pudo ver en su mente una convivencia de ellos dos juntos. Se imaginó que eran felices. Jung Soo cocinando y él haciéndole pucheros para que le cumpliera todos sus caprichos, que claramente serían concedidos. Sonrió un poco más al notar unos suaves labios rozar los suyos y cerró los ojos.

Cuando los volvió a abrir vio a un sonrojado Jung Soo delante de él y le pareció la cosa más mona del mundo. Volvió a juntar de nuevo sus labios y sintió que el corazón le latía con violencia en las sienes. El beso era dulce y lento, sin prisas. Sus manos empezaron a recorrer el cuerpo ajeno por encima de la ropa, de momento no se atrevían a ir más allá. Tardaron poco en permitir profundizar el beso y en traspasar los límites. Fueron acariciando la piel de cada uno y experimentando el toque de manos nuevas. Las paredes de la casa de Jung Soo fueron testigos de cómo aquellos dos nuevos amantes consumieron su primera noche de pasión y dulzura.

A la mañana siguiente dos personas entraron por la puerta de la casa de los Park y fueron caminando por el lugar. Young Woon miró en la cocina y Hyuk Jae por el salón. Se llevó una sorpresa ver a Jung Soo durmiendo totalmente desnudo y estando tirado sobre el sofá. Seguramente sus lumbares habían sufrido de lo lindo. Además, su cuerpo apestaba a alcohol y también a sudor. El chico rubio procedió a despertarle, sufría viendo aquel cuerpo contorsionado de manera extraña sobre el sofá.

Mientras, Young Woon subió a la planta de arriba y empezó a inspeccionar las habitaciones para encontrar al otro lobo que se encontraba en paradero desconocido por el momento. Le encontró durmiendo sobre la taza del váter. Suspiró cuando olió el alcohol que emanaba su desnudo cuerpo y fue a despertarle.

–Buenos días –sonrió alegremente al ver que se despertaba.

–Cállate… –gruñó mientras le miraba de mala manera–. Tengo sueño…

–Y tu cuerpo pide a gritos que te levantes de esa mala posición. Hueles a licor, ¿qué hicisteis anoche, Hee Chul? Pensaba que tendríais una reunión… –habló mientras le ayudaba a levantarse.

–Y la tuvimos… Luego… Bebimos un poco mientras cenábamos…

Young Woon le dio la razón sin entrar a discutir demasiado sus palabras. Sabía perfectamente que ese poco había acabado por emborracharle y seguramente al líder también. Le metió en la ducha y bajó con los otros dos, encontrando a Jung Soo en un estado peor que el de Hee Chul. Hyuk Jae y Young Woon decidieron esperar en la casa mientras los otros dos decidían ponerse algo decentes para la visita. Hee Chul se duchó en la planta de arriba y Jung Soo en la de abajo.

–Hombre, creía que te había pasado algo –saludó Hyuk Jae cuando vio a su novio bajar por las escaleras.

–Pasa que se quedó dormido en la taza del váter y totalmente desnudo –comentó el chico musculado apodado Kangin.

–¿De verdad? –fue a darle un fugaz beso–. Supongo que beber te ayudó a eso –rió levemente.

–Pues tampoco me pasé tanto… –comentó Hee Chul.

Todos se reunieron en la cocina. Los invitados se sentaron en la mesa mientras veían a los otros dos desayunar en silencio.

–Y bueno, ¿cómo fue la reunión? –rompió el hielo Young Woon.

Jung Soo empezó a contar lo que se había hablado, aliviado de que no preguntaran por lo de anoche y los resultados de la borrachera. Hee Chul estuvo todo el rato observando a Jung Soo, intentando recordar algunas cosas más de lo acontecido la noche anterior. Y fue justo cuando las dos miradas que se cruzaron cuando le vino una ráfaga de recuerdos. Recordó el tierno beso que habían compartido estando borrachos, asustando al chico y haciendo que se levantara como alma que lleva al diablo. Estuvo a punto de tropezar, pero consiguió estabilizarse.

–¿Qué te pasa, cariño…?

–Nada, nada –balbuceó rápidamente–. Solo… Solo he recordado que había quedado con Wookie y creo que estoy llegando tarde…

–¿Crees? –Kangin alzó una ceja.

–¡Estoy llegando tarde…! –se apresuró a exclamar–. Tengo que irme.

Se fue tan rápido que ni siquiera se acordó de decirle algo a su chico. Tampoco lo hubiera hecho porque el recuerdo que había tenido no le ponía en buena situación con Hyuk Jae. Rápidamente sacó el móvil y marcó el número del pequeñajo. Después de soltarle una larga palabrería, le espetó que le esperaría en el lugar de entrenamiento.

–Bueno, ya me tienes aquí, pesado –anunció su llegada Ryeo Wook–. ¿Qué es eso tan urgente que me querías contar y que no podías esperar hasta más tarde?

–¡He besado a Jung Soo! –soltó nada más verle.

–¿Qué? –los ojos de incredulidad de su amigo hicieron que sintiera más culpa–. ¿Que has hecho qué?

–Que creo que anoche le besé cuando después de la reunión –estaba muy nervioso y no paraba de caminar de un lado para otro.

–¿Y por qué demonios le besaste? –alzó la voz sin poder creer lo que le acababa de decir.

–¡Y yo qué sé…! Los dos íbamos borrachos y yo no me acuerdo de nada más después de cenar con él –vomitó todas aquellas palabras–. ¡Y lo peor es que no me acuerdo de nada más…! Joder, Wookie, la he cagado. Mira que como haya hecho algo más… –se le encogió el corazón ante tal posibilidad.

–A ver, tranquilízate…

–¿Cómo me voy a tranquilizar después de saber que le he besado? –gritó.

–Idiota, no me grites –advirtió–. Tranquilízate y piensa con calma, a ver si puedes recordar más cosas.

Hee Chul respiró profundamente e intentó en vano tranquilizarse. Cerró los ojos e intentó concentrarse, pensar en lo que hizo anoche en la casa de Jung Soo. Poco a poco fue recordando lo que fue pasando hasta que de golpe y porrazo le llegaron los recuerdos de ellos dos desnudos y profesándose muestras de cariño y afecto.

–¿Qué? ¿Qué? ¿Qué has recordado? –preguntó su amigo muy intrigado.

–Dios… Le he puesto los cuernos…

La hora y media siguiente consistió en los gritos de Ryeo Wook hacia Hee Chul por su inconsciencia. Se lamentó por Hyuk Jae al pasar a ser un cornudo y el otro un lujurioso de sangre caliente. Al final el moreno terminó llorando y con una culpa tan grande que tan solo pensar en Hyuk Jae se ponía muy malo y con ganas de vomitar. Fue cuando vomitó por primera vez detrás de unos árboles cuando el pequeño dejó de regañarle y se apiadó un poco con él, pero no demasiado.

Las siguientes veces en las que vio a su novio estaba tan nervioso y le reconcomía tanto la culpa que Hyuk Jae se preocupó muchísimo por si había pillado algún resfriado o algo aún peor. Aunque siempre salía airoso diciendo que estaba cansado por los entrenamientos, cosa que no lo creía del todo el rubio porque sabía que aquello no era cierto. No sabía por qué Hee Chul le decía aquellas cosas, pero no insistía por si se enfadaba. Lo último que quería era enfadar a su pareja por ser demasiado preguntón.

Hee Chul tenía un dilema muy grande en su cabeza. Por una parte se moría por dentro porque sabía que le había mentido al pobre Hyuk Jae y que tenía que decírselo, pero el miedo a perderle le paralizaba por completo y se decía a sí mismo que no tenía por qué descubrirlo porque hasta el momento Jung Soo nunca había comentado nada de lo que había sucedido aquella noche. Cuestión que a veces le irritaba bastante porque aquello quería decir que la noche no había sido buena o que simplemente no se acordaba. ¿Entonces él era el único tonto que se acordaba de aquella bonita experiencia? Sonreía como un tonto cada vez que recordaba aquella noche, pero enseguida se horrorizaba por los pensamientos que iba teniendo.

Y por otra parte, no paraba de observar a escondidas a Jung Soo. Desde que habían compartido aquel momento tan íntimo, siempre tenía la costumbre de mirarle sin que él se diera cuenta. Observaba su sonrisa, sus ojos y el hoyuelo que le salía en la mejilla izquierda cada vez que sonreía, cosa que se le antojaba tierna y sexy a la vez. Y, por supuesto, no podía evitar ver su tonificado cuerpo. El chico en cuestión estaba muy bien. Demasiado bien. Como hacía ejercicio regularmente, normal que tuviera aquella musculatura de infarto. Muchas veces se sorprendía a sí mismo suspirar como una colegiala enamorada mientras le miraba. Definitivamente estaba loco.

¿Y el resultado? Que cuando no esquivaba a su novio para que la culpa no le consumiera, estaba esquivando al líder de su manada porque le revolucionaba el pensamiento y el cuerpo. Definitivamente algo le estaba pasando y no sabía por qué estaba cuestionando sus sentimientos hacia Hyuk Jae. Hee Chul le amaba con todo su ser, pero en aquel momento llevaba una revolución hormonal que no era normal. ¿Cómo podía estar suspirando y sobre todo fantaseando con su líder si ya tenía pareja? Como le había dicho Ryeo Wook a modo de insulto, era un maldito sangre caliente.

Caminaba por el bosque para tener una de sus múltiples crisis sentimentales. Necesitaba estar lejos de su novio, de Jung Soo y de la civilización. Lo que no esperaba era encontrarse con una de su pesadilla andante en medio del bosque.

–Hola, ¿qué haces aquí…?

Hee Chul se quedó absorto mientras contemplaba el desnudo cuerpo de su alfa. Jung Soo alzó las cejas con algo de diversión. Había estado viendo aquella reacción durante un tiempo y aún no se acostumbraba a tanta atención de su parte. Y más en su cuerpo.

–¿Yo? –Hee Chul salió de su embobamiento–. Pues pasear. ¿Y tú?

–Necesitaba correr –sonrió mostrando su hoyuelo.

El moreno sintió que su pulso se aceleraba ante tal gesto y no pudo evitar acercarse un poco más a su líder.

–¿Ocurre algo…? –preguntó al ver algo raro a Hee Chul.

–Nada… –contestó mientras se acercaba más.

Jung Soo no le quitó la vista de encima al ver que se iba acercando demasiado. Él no solía hacer tal cosa salvo con su novio. Llegó un momento en el que Hee Chul violaba el espacio personal del mayor. Los dos se miraron.

–Hee Chul… –se quedó sin respiración al ver a la persona que deseaba con toda su alma tan al alcance.

–Jung So… –se quedó absorto al ver sus ojos.

Se quedaron así durante unos segundos que se les antojaron eternos y con un poco de magia. Y después cruzaron de nuevo la línea de lo prohibido. Aquella vez dejaron que la tensión sexual que se había ido acumulando desde su primer encuentro saliera con fuerza. Lucharon por robarse el aliento el uno al otro y se quedaron cortos a la hora de recorrer el cuerpo del otro. Era tierno y salvaje a la vez, dejando que sus instintos más primarios salieran a la luz.

No tardó demasiado Jung Soo en dejar al aire la tersa piel de su amante y de esconderse entre unos matorrales para dar rienda suelta a aquella necesidad de unirse. Se exploraron de nuevo, dejando que los sentimientos de los dos fluyeran a través de sus movimientos desesperados, de sus gemidos y jadeos. Culminaron mirándose los dos a los ojos y uniendo sus labios en un tierno beso antes de que los dos se abrazaran para poder recuperar el aliento y también la consciencia.

Hee Chul era un torbellino de sentimientos. Estaba claro que le había sido infiel dos veces a Hyuk Jae. Internamente empezaba a desesperarse y a maldecirse por dentro. ¿Por qué le hacía todo eso a él? Pensaba con rapidez mientras sentía su pecho oprimirse cada vez con más violencia.

–Me he imprimado… –balbuceó.

–¿Qué…? –Jung Soo le miró.

–Que me he imprimado… –le miró con la culpa en su rostro.

–Entonces Hyuk Jae estará muy contento… –tardó en contestar.

–No…

–¿No qué…?

–Me he imprimado de ti…

El corazón de Jung Soo sufrió un gran vuelco y no pudo evitar sonreír lleno de felicidad. Tampoco pudo evitar besarle con mucha ternura mientras la mente de su amante terminaba de colapsar por la horrible verdad que había descubierto.


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