Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Palabras de papel por Annie_Powers

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Tomo una nueva bocanada de aire y abro lentamente los ojos. Los nervios me recorren todo el cuerpo. ¿Aún sigues durmiendo? No tienes trabajo, así que supongo que seguirás en otra dimensión.

Toco al timbre y espero a que abras. Normalmente yo abriría la puerta, pero ahora mismo no me atrevo. Prefiero respetar tu intimidad ahora que estamos en esta situación. ¿Estás en casa? Tal vez has salido a dar un paseo, para relajarte o despejar tu mente. Aunque algo me dice que aún sigues ahí, entre esas cuatro paredes.

No contestas al móvil. ¿No quieres cogérmelo? No me extraña que no quieras, te hice daño ayer. Nos hicimos daño ayer. Como siempre, mis inseguridades estropean nuestros momentos felices. Y como siempre, nuestro carácter tan diferente nos hace explotar y decirnos cosas horribles.

—Me tienes hasta las narices de tus tonterías. ¿Cuántas veces tengo que decírtelo? Te amo más que a nadie. ¿Cómo coño tengo que demostrártelo? ¡Harto me tienes!

Sé que viste mi cara de decepción y dolor. Y que tuviste que soportar todo lo que te grité después. Más dolor. No te culpo por decirme todo lo que dijiste, me lo merecía, me lo merezco. Por imbécil.

¿Debería de entrar y esperarte en casa hasta que vuelvas? Puede que después te enfades aún más, pero no importa, mientras pueda hablar contigo me da igual todo lo demás. A lo mejor si entro y estás ahí, te asusto. Bueno, mejor eso que quedarme aquí delante de tu puerta.

Con un gran suspiro de disculpas, abro la puerta de casa y entro haciendo el menor ruido posible. Quizás estás descansando. Camino despacio mientras miro a mi alrededor. Hay una penumbra que no me deja ver demasiado pese al rayo de sol que se cuela por las cortinas de las puertas de tu balcón. Corro las cortinas hacia los lados y al girar, te veo durmiendo en el sofá. Aún llevas la ropa de anoche.

—Buenos días... —susurro porque sé que la luz del día te sacará del ensueño.

Ando hasta ti y me fijo en las pastillas para dormir. ¿Estabas tan exhausto que no podías dormir y recurriste a las pastillas? Prefiero ser yo quien haya pasado una mala noche y no tú. Acaricio despacio tu hombro mientras veo que aún sigues durmiendo. Siempre has tenido el sueño más o menos profundo.

Observo tu rostro, con una expresión de paz, la misma que tienes cuando duermes. Veo lágrimas secas que recorren tus mejillas y por debajo de los ojos. ¿Lloraste cuando me marché? No quise hacerte llorar. Siento mucho haberte gritado lo de anoche.

—¡Y si estás tan harto de mí, entonces mejor que lo dejemos! ¡Así ya no tendrás que aguantarme ni yo ser una carga para ti!

Me acerco lentamente hacia a ti, con la intención de despertarte con un beso, como en los cuentos de hadas. Tú siempre has notado mi presencia, incluso con ese pequeño roce de labios, ya te despiertas y me sonríes. Dejo un suave beso y noto tus labios fríos. ¿Es porque has pasado la noche en el sofá? Seguramente has perdido algo de calor. Rozo con cuidado tu mejilla, para intentar quitar algo de tus lágrimas secas. También está fría. Es extraño, está más fría de lo normal.

Te sacudo con mucho cuidado, normalmente tienes el despertar algo revolucionado si no lo hago con gentileza. No emites ningún sonido de molestia. Te cojo la cara para empezar a hablarte y te noto frío, muy frío. ¿Por qué tienes tan poca temperatura corporal? Te vas a resfriar así.

—Cariño, despierta... Es hora de levantarse... Te haré el desayuno y hablaremos, ¿vale...? —bajo las manos para acariciar tu cuello.

También está frío. Estoy seguro de que vas a pillar un resfriado por dormir así a la intemperie sin ninguna manta. Frunzo ligeramente el ceño, ¿por qué no encuentro tu pulso? ¿Dónde está? Normalmente lo noto acelerado cuando te toco o te acaricio. Mi corazón se acelera y miro tu pecho. Noto un escalofrío por todo mi cuerpo.

—Cariño, despierta... —intento sonreír algo.

Miro de nuevo tu pecho. ¿Qué hago? Acerco la oreja a la zona izquierda de tu pecho. Cierro los ojos y espero poniendo toda mi atención. Nada. No escucho nada. Respiro profundamente y pruebo de nuevo. Seguramente he escuchado en el lugar equivocado. Nada tampoco. ¿Por qué no late tu corazón?

—Cariño... —sonrío y te muevo un poco más.

No respondes ni me intentas apartar. No abres los ojos ni veo tu cuerpo moverse por la respiración. Tu pecho no sube y baja. ¿No estás respirando? ¿Por qué no respiras, cariño? Poco a poco mi sonrisa se desvanece.

—¿Cariño...?

¿Estás muerto? Pero es imposible. No puedes estar muerto. No puedes haberte ido y haberme dejado en este mundo. No, no lo estás, seguro que no. Sí, solo quieres darme un susto como castigo de lo de anoche. Un poco macabro, pero me lo he tragado.

—Cariño, ya puedes dejar de bromear —río levemente, moviéndote un poco más.

Pero no te ríes ni sonríes con esa malicia que siempre has mostrado. Vamos, deja ya de actuar y responde. Me estás asustando. Y siempre me has dicho que no te gusta verme así. Despierta, por favor. No volveré a marcharme, te lo prometo. No volveré a hacer que no duermas por la noche, sé que te cuesta dormir si no te abrazo, pero por favor, abre tus ojos.

Me cuesta respirar. Me pican los ojos. Me deslizo hasta el suelo, donde apoyo la espalda contra el sofá y continúo mi lucha por intentar llenar los pulmones de aire, algo que parece que tú ya no haces. Miro a todos lados y hacia ninguno al mismo tiempo. ¿Qué te ha pasado? ¿Por qué ya no respiras? Ayer estabas bien. ¿Por qué te has ido sin decirme nada? No tenías motivos para hacerlo. No lo entiendo. No te entiendo. ¿Por qué me abandonas?

Clavo la mirada en el pote de pastillas y alargo la mano hacia él. Me tiembla ligeramente. Hasta mi cuerpo sabe más que yo. Hasta mi subconsciente sabe más de lo que sé ahora mismo. Lo cojo y lo abro. Vacío. Está vacío. Te miro y luego al bote. ¿Lo has hecho? No puedes haber hecho eso. No. ¿Por qué?

Se me cae al suelo y siento que no puedo respirar ahora. Veo borroso y mi cuerpo está empezando a temblar. No, ¿por qué lo has hecho? ¿Por qué? Me pongo de rodillas y te abrazo antes de que un gemido de dolor sea amortiguado en tu frío cuello. Te aprieto contra mí, a ver si así consigo transmitirte algo de calor, algo de vida, algo de esperanza para que vuelvas de nuevo. No tienes derecho a dejarme así, no así.

—Eres la única razón por la que sigo con esta vida de mierda que tengo.

¿Es por eso por lo que te has ido? ¿Porque creías que ya no volvería? ¿Por mis palabras de ayer? Me rompo aún más. Sabes perfectamente que siempre vuelvo a ti. Sabes que siempre vuelvo a tu lado porque mi sitio y mi vida es estar contigo. Mi vida eres tú.

La casa es testigo de mi dolor, al igual que en el pasado fue testigo de nuestro amor y de nuestras peleas. Y también de tu partida. ¿Por qué creíste que te iba a dejar solo? Grito. Grito más. Aún más. Respirar es peor que morir, aunque yo ya no tengo vida. Tú no la tienes ni yo tampoco. Te has ido.

No sé cuánto tiempo permanezco contigo en mis brazos. Segundos, minutos, horas. Ya me da igual. Tu cuerpo está aún más frío que antes. Te acaricio una vez más mientras te miro. Pareces un ángel. Supongo que ahora serás eso.

Con cuidado te cargo, poniéndome de pie. Espero unos segundos, creyendo que tú te vas a aferrar a mí como si de un monito se tratara. Pero no te mueves. Otra bofetada de la realidad. Estás muerto y yo aún sigo con vida. Intento no desfallecer y te llevo hasta tu habitación, donde te dejo en tu gran cama. La cama donde hemos hecho muchos recuerdos.

Limpio la lágrima que se ha caído de mi barbilla. Lo siento, te he mojado. Doy un pequeño paseo por la casa. La cocina, el baño, el salón, el sofá. Lugares donde siempre nos veo entre risas y lágrimas, felicidad y sufrimiento. Es mi culpa. Si no me hubiera ido ayer, tú aún seguirías con vida. Enfadado, pero con vida. Aún estarías conmigo.

Vuelvo a ti, donde me acuesto a tu lado y te abrazo, te acaricio la cara, con esa expresión serena. ¿Sufriste? ¿Te dolió? Quiero creer que no. Quiero creer que te dormiste plácidamente y te embarcabas en un sueño sin vuelta atrás.

Pasan segundos, minutos. Lo estoy sintiendo y te abrazo más. No te preocupes, ahora ya no sufres. Ya no te haré sufrir más. Ya no te haré más daño. La habitación toma un matiz rojo, naranja y amarillo, y hace mucho calor. No te preocupes, no vas a estar solo. Nunca lo has estado y nunca lo estarás. Te lo prometo. Cumpliré esa promesa. Esta sí. Las otras no pude cumplirlas, pero esta sí que la cumpliré. Solo espera. Solo espérame.

Sigo sin poder respirar bien y tengo miedo. Cierro los ojos con fuerza mientras te abrazo más contra mí, quiero sentirte al menos. Luego, ya puedo respirar con calma. Nada me oprime. Nada me molesta. Abro los ojos y ahí estás. Con tu sonrisa y el brillo en tus ojos. Con esa expresión que solo muestras ante mí.

—Ven a mí...

Me ofreces la mano y tengo miedo. ¿Y si desapareces cuando intento alcanzarte? No lo soportaré si pasa eso. Vuelves a sonreír una vez más y eso me da el coraje suficiente como para levantar la mano e intentar cogértela.

Un suave apretón. Un suave tirón. Otro tirón y te tengo en mis brazos. Una mirada y me sonríes. Y un solo segundo para poder volver a rozar tus labios otra vez.

Y por fin, sin más dolor, sin más sufrimiento y solo con calma, podemos estar juntos. Solos tú y yo.

Notas finales:

Lo dejo a la libre imaginación de lxs shippers :3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).