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Ojos que no ven por Alana005

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Izuku tragó saliva con dificultad, sentía la garganta seca de tanto hablar. Había intentado de todas las formas posibles sonsacar alguna palabra a su carcelero. Y aunque no estaba muy seguro de cuánto tiempo habría pasado en realidad, tenía la sensación que llevaba acribillándolo a preguntas durante días sin éxito alguno. El chico ignoraba completamente todo lo que decía, seguía exactamente como el primer día, sentado en el suelo con la espalda apoyada contra la pared contigua a su celda y con la mirada perdida, observado la pared de enfrente como si guardara el secreto más importante del mundo.

Cansado de hablarle al aire, Izuku abandonó sus intentos de conseguir algún tipo de información de aquel chico que parecía más estatua que persona. Con la garganta adolorida de tanto hablar y el orgullo herido por la inutilidad de sus esfuerzos, prefirió guardar silencio. Pero por desgracia, el silencio que se formó en la mazmorra pronto le resultó insoportablemente opresivo. 

Sin nada con lo que distraer su mente los minutos pasaban más lentos que nunca y sus pensamientos corrían fuera de control. No sabía que sería de él y aquello lo asustaba, añoraba la academia, su hogar, a sus amigos... Pero sobre todo lo añoraba a él… Deseaba volver a verlo con todas sus fuerzas. Cuando lo veía no podía evitar ponerse nervioso, su corazón se aceleraba y su voz temblaba. En el pasado odio con todas sus fuerzas esas reacciones que Kacchan provocaba en él, detestaba no poder controlarse y le aterraba que acabaran por delatar sus sentimientos. Jamás creyó que un día las echaría tanto de menos. Se preguntaba si Kacchan también se pondría nervioso a su lado, ahora no podría preguntarle...

¡No! Definitivamente no soportaba aquel silencio, lo deprimía por momentos y eso no estaba dispuesto a permitirlo. Sentía la necesidad de hablar con alguien y así lo haría, aunque ese alguien no lo escuchara y resultara ser más un monólogo que una conversación. Era la única forma de distraer su mente de todos aquellos pensamientos negativos.

 

- ¿Cómo te llamas? - Preguntó una última vez por si acaso.

 

Como era de esperar no obtuvo respuesta, así que Izuku suspiró resignado y empezó a hablar por su cuenta. Comenzó hablando de cosas triviales, pequeños detalles sin importancia que lo ayudaban a distraer su mente. Le habló del colegio, de sus amigos, de su madre, de sus profesores… Le habló con la esperanza de que algo de lo que dijera captara el interés de su silencioso acompañante. 

Curiosamente, conforme iban pasando los días, hablando y hablando, Izuku se dio cuenta de que de alguna forma hablar con el chico lo calmaba. Hablar con él lo ayudaba a que el paso eterno de las horas fuera un poco más ameno, incluso aunque este fingiera no escucharlo. Por que, por muy inexpresivo que se mostrara, a medida que iba pasando el tiempo Izuku estaba cada vez más convencido de que en realidad el chico estaba atento a todas y cada una de sus palabras.Empezó a percibir pequeños gestos en él, casi imperceptibles, pero que lo habían convencido de que en realidad prestaba atención. A veces apretaba sus puños con fuerza, otras se removía inquieto o tragaba saliva incómodo. Esos pequeños gestos animaron a Izuku a seguir hablando pero poco a poco, el tema de conversación se fue volviendo cada vez más profundo y cuando se dio cuenta le estaba contando cosas mucho más personales.

Una parte de él, probablemente la parte más sensata, lo hacía desconfiar del chico, al fin y al cabo pertenecía al bando enemigo, pero otra parte de él le decía que podía fiarse de él, por alguna razón le inspiraba confianza. Y aunque no perdió la cabeza del todo y no le confesó ningún dato potencialmente dañino para él o sus amigos, le habló de muchas cosas. Le contó sobre su sueño de ingresar en la U.A., como siempre había querido ser un héroe y le habló de él... Sobre todo de él…

 

- ¿Sabes? Estuve a punto de rendirme, durante años lo amé en silencio, intenté enterrar mis sentimientos por él muchísimas veces pero sin conseguirlo ninguna. Esos sentimientos me atraparon como una telaraña a su víctima y durante mucho tiempo me vi incapaz de huir de ellos, por mucho daño que me hicieran, pero ese día fue diferente.

 

Las palabras fluían suavemente a través de sus labios a medida que Izuku recordaba.

 

- No es que ocurriera nada fuera de lo normal, me refiero a lo normal para él, claro - Añadió Izuku - Las mismas palabras bruscas de siempre, la misma expresión molesta, los mismos gritos… Pero aquel día, después de que me gritara, me sentí más solo que nunca. Tal vez simplemente me cansé. No lo sé, pero de verdad creí que había llegado el momento de rendirme de una vez por todas, de abandonar esos sentimientos que solo me destrozaban el corazón. Esta vez iba en serio y estuve un día completo evitándolo porque sentía que si lo miraba perdería mi determinación.

 

Izuku hizo una pausa, perdido por un momento en sus recuerdos, los recuerdos de aquel día, los recuerdos de él.

 

- ¿Por qué aguantaste tanto?

 

Izuku se sobresaltó al escuchar aquella voz desconocida ¡El chico había hablado! Se quedó mirándolo unos instantes pero el chico no se giró para verlo en ningún momento, seguía con la vista fija en la pared.

 

- Porque de alguna forma, por extraño que te pueda parecer, nuestras miradas siempre se cruzan y en sus ojos siempre he sido capaz de ver mucho más de lo Kacchan que dice con palabras... - Contestó finalmente - Aunque en ese momento llegué a pensar que solo me estaba creando falsas esperanzas y que en realidad no había nada que ver. Me equivoqué, ahora lo sé, pero en aquel entonces no sabía qué pensar. Me parecía imposible que él llegase a amarme como yo lo amaba, de hecho creía que él me odiaba. Pero algo en sus ojos, en aquellas miradas que compartíamos me impedía dejar ir mis sentimientos por él. Una parte de mi no podía evitar pensar “Y si...” y no era capaz de salir de mi propio bucle de ilusión y decepción.

 

Izuku miró hacia el chico con algo de duda pero finalmente se atrevió a preguntar.

 

- ¿Cómo te llamas?

 

Pero el chico no respondió, ignoró su pregunta como tantas otras veces, Izuku suspiró resignado a continuar con su monólogo.

 

- Ren

 

Una vez más Izuku lo miró sorprendido, solo para volver a encontrarse con aquella cara inexpresiva de mirada perdida, sin embargo ahora sabía que nombre darle a su silencioso carcelero. Ren... Izuku sonrió para sí mismo, feliz por primera vez desde que llegó a aquel lugar, por unos instantes ya no se sintió tan solo, aquello definitivamente contaba como un avance.

Prosiguió su monólogo, Ren no volvió a hablar o a responder ninguna de las preguntas que le realizó Izuku pero ahora sabía seguro que él escuchaba atento a cada una de sus palabras y aquello lo reconfortaba. Si hubiera estado solo en aquella celda, sin forma alguna de medir el paso del tiempo, en casi completa oscuridad y sin poder hacer nada para distraerse, sentía que se hubiera vuelto loco, se alegraba de tener a Ren a su lado.


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