Izuku paseaba con tranquilidad por los terrenos de la escuela, disfrutando del cosquilleo del sol en su piel y de la suave brisa que despeinaba sus cabellos, después de tanto tiempo encerrado apreciaba aquellas sensaciones más de lo que podía expresar con palabras. El tiempo era cálido a pesar de que aún era temprano, claro signo de que el verano estaba llegando, tenía la sensación de que aquel año se había perdido la primavera.
Durante las siguientes semanas al fatídico mes que Izuku pasó encerrado, el tiempo había pasado a una velocidad de vértigo, casi como si intentara recuperar el tiempo perdido. Habían pasado muchas cosas en las últimas semanas, tantas que la mayoría de ellas eran un borrón confuso en su mente, pero por suerte poco a poco el pasar de los días había ido volviendo a la normalidad. Ni rápido ni despacio, todo había vuelto a su ritmo adecuado.
Ahora los días pasaban calmadamente uno tras otro. Sin prisa, sin pausa, e Izuku los disfrutaba con recién descubierta calma pues no solo el tiempo parecía haberse asentado por fin, sino que también sus propias emociones parecían estar haciéndolo. Poco a poco, con el pasar de los días y el apoyo de Kacchan, Izuku empezaba a ver las cosas de otra manera. Y aunque sabía que sus heridas no estaban cerradas del todo, pues aún sentía sus desgarros en el corazón, al menos le habían dado una tregua, ya no sentía sus emociones a flor de piel, amenazando con desbordarse y engullirlo por completo, y aquello era un alivio para su alma.
Prueba de ello era la cicatriz que envolvía su muñeca, recuerdo de los brazaletes que una vez robaron su quirk. Izuku la observó, sorprendiéndose una vez más al ver como se camuflaba perfectamente entre las muchas otras que adornaban su brazo. Era irónico lo mucho que le había avergonzado en el pasado cuando ahora se daba cuenta de que en realidad apenas era una marca más en sus brazos, no destacaba entre el resto de cicatrices, en realidad solo lo hacía en su mente. Pero ya no más, estaba aprendiendo a aceptarla. No se avergonzaba de ninguna de sus cicatrices y no se avergonzaría de esa tampoco. Todas ellas no eran más que pruebas grabadas en su piel, de errores cometidos, de lecciones aprendidas. Y la cicatriz de su muñeca también lo era, no era más que otro fallo del que debía aprender, un error que le mostraba el camino a seguir a partir de ahora. Un recordatorio de que no debía volver a perder la esperanza.
Aún era demasiado pronto para que todo estuviera bien, Izuku era consciente de ello. Todavía sentía frescas las heridas en su corazón, aún no habían cerrado y probablemente tardarían mucho en hacerlo, dejando cicatrices donde antes no había nada. A veces conseguía olvidarse de ellas pero en el fondo siempre estaban allí, acompañándolo en la distancia, dolorosos recuerdos que aún se esforzaba por aprender a aceptar. Pero a pesar de todo, cuando Izuku observaba a Kacchan de alguna forma sabía que todo iría bien. Por que aunque las pesadillas aún plagaran sus sueños, al despertar volvía a estar junto a Kacchan y eso lo reconfortaba y le daba esperanzas.
De repente le dieron muchas ganas de verlo, de alguna forma se sentía melancólico, tenía ganas de abrazarlo. Izuku abrió su móvil y le envió un mensaje. En seguida obtuvo respuesta, un simple “OK” que lo hizo sonreír. Cerró el móvil y se dispuso a volver al dormitorio donde Kacchan lo esperaba.
***
Habían pasado por mucho, múltiples vivencias y experiencias que habían ido forjando su carácter. Ya no eran las mismas personas que un día ingresaron en la U.A, y mucho menos eran los mismos que en su infancia. Habían cambiado poco a poco hasta volverse irreconocibles pero aquello no era algo malo. Eran diferentes pero al mismo tiempo seguían siendo ellos mismos, siempre lo serían, hay cosas que cambian y otras que no lo hacen nunca por muchos años que pasen.
El suave sonido de alguien llamando a la puerta de su habitación devolvió a Bakugou a la realidad, arrancándolo de entre sus pensamientos. Se levantó de golpe y se acercó rápidamente a la puerta, deseando ver a la persona que sabía con certeza que se encontraba al otro lado de esta.
Ciertamente el pasado les había dejado cicatrices en el alma pero ambos portaban las suyas lo mejor que podían. Por suerte no estaban solos, todo era más sencillo con alguien en quien confiar y Bakugou se había esforzado por apoyar a Izuku todo lo posible. Por que lo amaba y por que sentía que en fondo se lo debía. Lo que nunca llegó a imaginar era lo mucho que al mismo tiempo lo apoyaría Izuku, Katsuki había querido volverse un apoyo para el pecoso pero sin darse cuenta había sucedido a la inversa también, ambos se apoyaban mutuamente.
Katsuki abrió rápidamente la puerta de golpe, tal y como lo había supuesto, Deku se encontraba al otro lado de la puerta, este lo miró sorprendido por la brusca apertura de la puerta pero enseguida le sonrió.
- Hola Kacchan - Le dijo con una suave sonrisa.
- Hola - Le respondió Katsuki, apartándose para que Izuku pudiera entrar a la habitación.
Izuku entró lentamente, observando todo a su alrededor. Menos mal que había limpiado esa mañana.
- Es sorprendente lo limpio que lo tienes todo siempre - Admiró Izuku - Siempre pensé que serías una persona más desordenada.
- ¿A sí? - Preguntó Bakugou levantando una ceja.
Katsuki se acercó y agarró su barbilla, alzando el rostro de Izuku y clavando su mirada en aquellos ojos verdes que tanto amaba. Acercó su rostro hasta que estuvo a escasos milímetros del de Izuku y sonrió de lado.
- ¿Y qué más pensabas de mí? - Susurró sobre sus labios.
Sus mejillas se sonrojaron e Izuku se apartó de golpe, girándose y dándole la espalda en un intento por ocultar su rostro. Aquello hizo reír victorioso a Bakugou, le encantaba molestarlo, cuando sus mejillas se sonrojaban y empezaba a tartamudear nervioso era simplemente adorable. Se acercó y lo abrazó por detrás, soplándole en un oído, fingiendo querer molestarlo cuando en realidad solo quería estar más cerca de él. Izuku se sobresaltó, sus mejillas ardían escarlata e intentó escapar de su agarre. Pero sus débiles quejas no tenían razón de ser, Katsuki sabía que en el fondo no quería que lo soltara así que no lo hizo.
- Oye Deku - Llamó Bakugou.
- ¿Q-qué? - Preguntó Izuku avergonzado.
Había una cosa que Bakugou necesitaba que quedara clara.
- Deku, te quiero, lo sabes ¿no?
Deku sonrió tiernamente.
- Yo también te quiero.
Bakugou sonrió al volver a sentir el familiar vuelco en el estómago que esas palabras le causaban. No podía creer que antes odiara la sensación, la había extrañado muchísimo durante ese mes.
- Bien, pues espero que lo recuerdes porque no lo voy a volver a repetir.
Deku hizo un puchero al escuchar esas palabras y se volvió, encarándolo pero sin deshacer el abrazo.
- ¿Por qué no Kacchan? - Dijo con voz lastimera.
- Por que no - Dijo Bakugou escondiendo su sonrisa en el hombro del contrario.
Sintió que Deku suspiraba y reía suavemente mientras rodeaba su espalda con sus brazos, devolviéndole el abrazo.
- Entiendo - Dijo finalmente - Entonces tendré que arrancarte las palabras cuando bajes la guardia.
- Buena suerte con eso - Replicó sin romper el abrazo.
Se quedaron en esa posición un buen rato, disfrutando de un abrazo que ninguno de los dos quería romper. Deku empezó a repartir caricias por su espalda y Bakugou se permitió disfrutar de ellas, cerró sus ojos y se dejó llevar.
- Oye Kacchan - Dijo Deku rompiendo el silencio pero no las caricias.
Bakugou no dijo nada, esperando a que Deku acabara la oración pero, gracias a la cercanía de su abrazo, sintió como los latidos de Izuku se aceleraban de repente.
- Tú y yo… - Dijo nervioso - ¿Estamos juntos?
Bakugou sonrió, qué estúpido era Deku, preguntar eso a estas alturas. En vez de responder Bakugou lo besó y aunque había planeado un beso tierno y suave, cargado de sentimientos, al sentir como Deku correspondía el beso no pudo evitar besarlo con desesperación. Lo besó con el anhelo de quien una vez perdió y no supo si iba a recuperar lo perdido, lo besó con necesidad y con pasión. Como si fuera la última vez que fueran a besarse, aunque Bakugou pensaba hacerlo todos los días a partir de ese momento y hasta que la muerte se lo impidiese.
- Sí - Contestó simplemente Bakugou cuando por fin se separaron - ¿Tienes alguna queja al respecto?
Izuku lo observó con esos grandes y brillantes ojos esmeralda que tanto amaba. Sus mejillas estaban sonrojadas y su pulso desbocado hacía juego con su respiración acelerada. Era una imagen simplemente perfecta a ojos de Bakugou.
- S-supongo que no… - Murmuró bajito.
Izuku apartó la mirada, avergonzado, sus mejillas estaban teñidas de escarlata. Katsuki sonrió con picardía, decidido a molestar un poco más al chico.
- Menos mal que estoy yo aquí para tomar la iniciativa - Suspiró - Si no nunca haríamos nada.
Había esperado que Deku se sonrojara todavía más pero para su sorpresa, Izuku frunció el ceño y lo miró molesto.
- Eso no es cierto, yo también hago cosas.
- ¿Así? - Le preguntó Katsuki divertido - Si ni siquiera me has besado nunca, siempre soy yo quien inicia los besos.
- No es verdad, yo también te he besado.
- Pues yo no lo recuerdo - Dijo Bakugou con picardía - A no ser que te aprovecharas de mí mientras dormía…
Bakugou sonrió al ver el rostro de Izuku estaba completamente rojo, había cumplido su objetivo pero entonces Deku lo pilló por sorpresa y lo besó. Fue un beso cortó, muy rápido, apenas un susurró sobre sus labios que cuando quiso darse cuenta ya había acabado pero que consiguió borrarle la sonrisa socarrona.
- V-ves - Tartamudeó Izuku avergonzado - Yo también puedo…
Katsuki lo miró sorprendido y entonces estalló en una carcajada. Realmente parecía que aquel minúsculo beso le había costado muchísimo esfuerzo a su adorable pareja.
- ¡No te rías! - Protestó Izuku, golpeándolo en el brazo.
- ¿D-de v-verdad crees q-que eso es un b-beso? - Consiguió articular Bakugou sin poder parar de reír.
- ¡Kacchan! - Dijo Izuku molesto.
Bakugou lo abrazó de nuevo, entre risas, e Izuku intentó zafarse.
- Suéltame Kacchan, siempre te estás burlando de mí - Se quejó avergonzado.
- Solo bromeo - Contestó Katsuki sin soltarlo - Ya paro, lo prometo
Haciendo un gran esfuerzo, Katsuki consiguió controlar su risa. Ambos se quedaron abrazados un buen rato, ninguno de los dos quería deshacer el agarre.
- Es irónico que ahora estemos así - Dijo entonces Izuku - Teniendo en cuenta que durante mucho tiempo tú y yo siempre peleábamos.
- Es cierto, discutíamos demasiado.
- En realidad Kacchan, debo decir que eras tú el que siempre buscaba pelea.
- Supongo que no te lo puedo negar - Aceptó Bakugou.
- Me alegro que ya no lo hagas.
- ¿El qué? ¿Negarlo?
- Buscar pelea.
Bakugou también se alegraba. Si le hubieran preguntado hace unos meses, Bakugou jamás habría creído, ni mucho menos aceptado, que acabaría junto a Deku. Le sorprendía las vueltas que daba la vida, como de entre todas las personas había acabado enamorándose de la única que siempre había estado a su lado y de la que jamás habría imaginado poder hacerlo. Y lo que era aún más sorprendente, Deku se había enamorado de él también. Aún recordaba lo mucho que se había negado a aceptar sus sentimientos por Deku en el pasado, incluso aunque estos eran tan obvios que resultaba estúpido negarlos.
“No está tan mal después de todo”, pensó mientras observaba la tierna sonrisa que le dedicaba Deku.
Katsuki sonrió también, definitivamente no cambiaría su presente por nada del mundo.
Fin