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Historias perv-didas. por SigmaIII

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Pésima noche, sustos, vómito. ¿En serio creía el tío Stan que podrían descansar con Bill en la casa? Dipper ya estaba listo para comenzar el día. No durmió nada. Al salir de la alcoba se cruzó con Stan quien también salía de su propio cuarto. 

 

-¡Pero qué madrugador! Y sólo hoy iba a dejarlos dormir hasta tarde. 

 

-Tío Stan, ¿Esa es tu habitación? 

 

-Así es. 

 

-¿Y Bill dónde duerme? 

 

-¿Dormir? ¡Ja! El es un demonio de las pesadillas, no necesita dormir. 

 

-Me refiero, a ¿Cuál es su dormitorio?- Stan meditó la pregunta. 

 

-Sabes qué niño, te daré veinte dólares si dejas de hacer preguntas. 

 

-Esta bien- Dipper habría deseado que la imagen de ayer hubiera sido producto de una confusión, alucinación, pesadilla; pero la respuesta de Stan sólo le confirmó la terrible verdad. El viejo buscó en su bolsillo y le tendió el billete. 

 

La cocina tenía su propia mesa, sin mencionar el comedor individual. Se reunieron para desayunar. Bill flotaba sobre una silla, claro que los chicos recorrieron sus asientos hacia el lado de Stan. 

 

-Aghh. ¿Qué es esta comida horrible?- Se quejó Dipper. 

 

-¡El desayuno de los campeones! Eso es lo que es- Contestó enseguida Stan. 

 

-¡Pero tú odias comer saludable! 

 

=Sí, el verano pasado desayunamos y cenamos helado, a veces en un mismo día. 

 

-Pues ese pésimo hábito se acabó- Concluyó Stan. -Ahora coman su pasto. 

 

=¡Tío Stan!= Pidió Mabel desesperada= ¡Tengo mucha hambre! No quiero comer lechuga. 

 

-Pero es deliciosa tesoro y muy saludable- La niña miró con ojos de cachorrito, y claro el hombre no se pudo negar. Suspiró. 

 

-Pues, pensándolo bien, mis sobrinos favoritos no siempre vienen de visita, así que supongo que podemos hacer una excepción ¿No?- Stanley miró a Bill en busca de aprobación. El triángulo permaneció en silencio con el ceño fruncido. 

 

-¿Qué te gustaría comer? 

 

=¡Cereal! Huevos.

 

-¡Panqueques! 

 

=¡Una gran pizza!

 

-¡Stanley!- Pero el hombre ignoró a Bill. Stan regresó a la cocina y preparó otro desayuno para sus sobrinos. El Triángulo se sumergió en la meditación para no explotar. 

 

…….

 

El día comenzaba bien, ahora Dipper y Mabel llevaban una victoria. En el tablero gemelos contra Bill iban empatados.

 

Stan ahora iría a trabajar, se despedía. 

 

-Ya me voy- 

 

El trabajo está en el mismo terreno. Cinco minutos a lo mucho y con paso lento. 

 

-¡Cuídate!-

 

¡Por eso los gemelos no entendían porque la despedida debía ser tan cursi! 

 

Stan y Bill se habían tomado de las manos y se habrían dado un beso de despedida de no ser porque los gemelos rápidamente arrebataron al hombre. 

 

-¡Tío Stan ibas a enseñarnos la nueva tienda! 

 

=¡Date prisa!=

 

Lo empujaron a la salida. 

 

……….

 

El nuevo museo era una copia fiel de la cabaña del misterio, claro que la distribución mejoró. La tienda también era casi la misma. De hecho Stan se esforzó por darle el aspecto rústico para mantener vivo el sentimiento de nostalgia. Aunque quedaba la duda de cuántos turistas regresaban y de los que volvían ¿Alguno encontraría diferencia entre la anterior y nueva cabaña? 

 

En cuanto a Bill, “¡Ahhh!”, exclamó con alivio. Por fin, unos minutos de paz, sin escuchar las irritantes voces y soportar la intolerable presencia de…

 

-¡¿Qué haces aquí?!- 

 

Dipper regresó a la casa, llevó una silla hasta donde el demonio y se sentó muy decidido. 

 

-¡Voy a vigilarte!, descubriré que es lo que tramas. 

 

-Suerte con eso- 

 

El demonio comenzó con sus labores habituales, pero no podía concentrarse sabiendo que el niño metiche estaba allí. 

 

-¿Qué no ibas a ayudar a Stanley? 

 

-Mabel está haciéndose cargo- Bill la miró desordenando la mercancía. Expresó con fastidio y cambió su aspecto para lucir aterrador. 

 

-¿Y A TI NO TE DA MIEDO ESTAR A SOLAS CONMIGO?- 

 

Dipper sacó un aparato, lo encendió y una melodía comenzó a sonar: Sip. Música ochentera con sintetizadores. 

 

-¡APAGA ESO!- Con un manotazo casi se lo arrebata, pero Dipper se apartó enseguida, lo apagó. 

 

-No quieras quitármelo, si lo haces, la bocina sonará- Dijo firme y con seguridad, señaló la pared, en realidad señalaba la tienda. Donde el par ya había saboteado el altoparlante de Stan. Ese en un poste que usa para anunciarse. 

 

Bill contestó con voz alegre, pero por su ceño se notaba que no estaba feliz. 

 

-Un truco o dos, no podrán protegerte de mí- Con su garra acarició la cabeza del chico, bruscamente sacándole la gorra. Decidió ignorarlo y se alejó flotando para seguir en sus actividades. 

 

Dipper estaba convencido de que si lo vigilaba podría descubrir algo. Hacerlo resultó muy aburrido y decepcionante. No pasó mucho para que preguntará. 

 

-¿Qué haces? ¿Tareas domésticas?

 

-Así es chico listo ¿Cómo lo descubriste?- Bill flotaba frente a una tabla de planchar. La plancha se movía sola, pero detenidamente casi como si el triángulo lo hiciera de forma manual. Pieza por pieza. Con telequinesia las montaba en un gancho que colgaba en un perchero que tenía ahí junto. Algunas prendas se doblaban y guardaban solas en su lugar. 

 

-¿Por qué no sólo haces que toda esté lista a la vez?- Bill suspiró. 

 

-Bueno, sí lo hago de este modo me lleva más tiempo, y me obligó a planificar horarios, así me enfrasco y pierdo mentalmente en esta rutina de tareas mundanas y repetitivas. Me ayuda a ignorar el cautiverio. 

 

-Oh, porque no puedes salir del pueblo ¿Cierto? 

 

-¡Bingo!

 

-Pero, supongo que eso ya no te molesta tanto ahora ¿O si?-

 

La pupila de Bill se contrajo al grado de formar una delgada línea. Dipper sintió que el demonio estaba enloqueciendo lentamente y explotaría en cualquier momento. Bajó de su silla y retrocedió lentamente. De súbito fueron interrumpidos. Mabel y Stan regresaban, tenían la boca y ropa manchadas de chocolate. 

 

=¡Chicos sucedió algo increíble! 

 

-Un camión cargado de chocolate líquido se descarriló y volcó a unos metros de aquí. El chofer olvidó poner el freno, lo venía persiguiendo desde la estación de gasolina. ¡Ahora toda la carretera está cubierta de chocolate!

 

=Algunos torpes lo comieron directamente del suelo= Mabel entró al baño para lavarse. 

 

-¡Deberían ir a ver!- Ni a Dipper ni a Bill les emocionaba la idea.- Solo digo, por cierto necesito cambiarme- Stan miró la ropa ya planchada, aprovechó la ocasión y tomó una de las camisas. Al hacerlo manchó las sábanas, mantel y más prendas blancas, las ya lavadas y planchadas.  -Esta es mi favorita, ¡Chico cierra los ojos ahora!- Dipper obedeció. 

 

-MMUUU Gracias- Dijo Stan. Dipper lo escuchó marcharse. Cuando miró, Bill tenía chocolate en un borde, a la altura del ojo, el cual temblaba conteniéndose. 

 

-Creo que, recordé que deje algo….- Dipper huyó.

 

…………...

 

=¡Cálmate Dipper!, estás paranoico. A Bill le gusta la vida hogareña, ya dejó atrás esa vida alocada de fiestas. Encontró la satisfacción de toda ama de casa. 

 

-Creo que enloquecerá y nos matará a todos. ¡No lo entiendo Mabel! ¿Por qué Bill hace esto por el tío Stan? Se nota que lo detesta- La chica pensó. 

 

=Tal vez si le agrada el tío Stan.

 

-¡Mabel! Hablamos de Stan-Tras unos momentos siguió-  ¡Es obvio que está fingiendo! Actúa para encubrir sus verdaderas intenciones. ¡Debemos de descubrir cuáles son!-

 

Por supuesto vigilar a Bill sólo consistía en mirarlo lavar, planchar, barrer, lavar los trastes…. Demasiado tedio. Dipper no pudo evitar buscar más respuestas. 

 

-¿Y haces esto todos los días? 

 

-Excepto fines de semana. 

 

-¿Y qué haces en tu tiempo libre?- Bill se irritó. 

 

-¡Eso no es de tu incumbencia!- El chico pensó y volvió a preguntar.

 

-Supongo que por vivir con Stan el trabajo nunca termina. 

 

-Es la ventaja de ser SÓLO DOS. No me preocupo por el desastre de otras personas. 

 

-¿Y qué harás cuando nos marchemos? 

 

-¡Me ocuparé de mis asuntos!- Concluyó el triángulo- ¿Por qué preguntas lo mismo Pino? Se supone que tu eres el listo- Con furia, pasó un trapo sobre la encimera. No permitía que ni una minúscula migaja ensucie su cocina. Lo que le dio una idea a Dipper. Tal vez no podrían descubrir su plan, pero si tenían éxito podrían hartarlo y obligarlo a abandonar. 



Continuará….

 

Pésima noche, sustos, vómito. ¿En serio creía el tío Stan que podrían descansar con Bill en la casa? Dipper ya estaba listo para comenzar el día. No durmió nada. Al salir de la alcoba se cruzó con Stan quien también salía de su propio cuarto. 

 

-¡Pero qué madrugador! Y sólo hoy iba a dejarlos dormir hasta tarde. 

 

-Tío Stan, ¿Esa es tu habitación? 

 

-Así es. 

 

-¿Y Bill dónde duerme? 

 

-¿Dormir? ¡Ja! El es un demonio de las pesadillas, no necesita dormir. 

 

-Me refiero, a ¿Cuál es su dormitorio?- Stan meditó la pregunta. 

 

-Sabes qué niño, te daré veinte dólares si dejas de hacer preguntas. 

 

-Esta bien- Dipper habría deseado que la imagen de ayer hubiera sido producto de una confusión, alucinación, pesadilla; pero la respuesta de Stan sólo le confirmó la terrible verdad. El viejo buscó en su bolsillo y le tendió el billete. 

 

La cocina tenía su propia mesa, sin mencionar el comedor individual. Se reunieron para desayunar. Bill flotaba sobre una silla, claro que los chicos recorrieron sus asientos hacia el lado de Stan. 

 

-Aghh. ¿Qué es esta comida horrible?- Se quejó Dipper. 

 

-¡El desayuno de los campeones! Eso es lo que es- Contestó enseguida Stan. 

 

-¡Pero tú odias comer saludable! 

 

=Sí, el verano pasado desayunamos y cenamos helado, a veces en un mismo día. 

 

-Pues ese pésimo hábito se acabó- Concluyó Stan. -Ahora coman su pasto. 

 

=¡Tío Stan!= Pidió Mabel desesperada= ¡Tengo mucha hambre! No quiero comer lechuga. 

 

-Pero es deliciosa tesoro y muy saludable- La niña miró con ojos de cachorrito, y claro el hombre no se pudo negar. Suspiró. 

 

-Pues, pensándolo bien, mis sobrinos favoritos no siempre vienen de visita, así que supongo que podemos hacer una excepción ¿No?- Stanley miró a Bill en busca de aprobación. El triángulo permaneció en silencio con el ceño fruncido. 

 

-¿Qué te gustaría comer? 

 

=¡Cereal! Huevos.

 

-¡Panqueques! 

 

=¡Una gran pizza!

 

-¡Stanley!- Pero el hombre ignoró a Bill. Stan regresó a la cocina y preparó otro desayuno para sus sobrinos. El Triángulo se sumergió en la meditación para no explotar. 

 

…….

 

El día comenzaba bien, ahora Dipper y Mabel llevaban una victoria. En el tablero gemelos contra Bill iban empatados.

 

Stan ahora iría a trabajar, se despedía. 

 

-Ya me voy- 

 

El trabajo está en el mismo terreno. Cinco minutos a lo mucho y con paso lento. 

 

-¡Cuídate!-

 

¡Por eso los gemelos no entendían porque la despedida debía ser tan cursi! 

 

Stan y Bill se habían tomado de las manos y se habrían dado un beso de despedida de no ser porque los gemelos rápidamente arrebataron al hombre. 

 

-¡Tío Stan ibas a enseñarnos la nueva tienda! 

 

=¡Date prisa!=

 

Lo empujaron a la salida. 

 

……….

 

El nuevo museo era una copia fiel de la cabaña del misterio, claro que la distribución mejoró. La tienda también era casi la misma. De hecho Stan se esforzó por darle el aspecto rústico para mantener vivo el sentimiento de nostalgia. Aunque quedaba la duda de cuántos turistas regresaban y de los que volvían ¿Alguno encontraría diferencia entre la anterior y nueva cabaña? 

 

En cuanto a Bill, “¡Ahhh!”, exclamó con alivio. Por fin, unos minutos de paz, sin escuchar las irritantes voces y soportar la intolerable presencia de…

 

-¡¿Qué haces aquí?!- 

 

Dipper regresó a la casa, llevó una silla hasta donde el demonio y se sentó muy decidido. 

 

-¡Voy a vigilarte!, descubriré que es lo que tramas. 

 

-Suerte con eso- 

 

El demonio comenzó con sus labores habituales, pero no podía concentrarse sabiendo que el niño metiche estaba allí. 

 

-¿Qué no ibas a ayudar a Stanley? 

 

-Mabel está haciéndose cargo- Bill la miró desordenando la mercancía. Expresó con fastidio y cambió su aspecto para lucir aterrador. 

 

-¿Y A TI NO TE DA MIEDO ESTAR A SOLAS CONMIGO?- 

 

Dipper sacó un aparato, lo encendió y una melodía comenzó a sonar: Sip. Música ochentera con sintetizadores. 

 

-¡APAGA ESO!- Con un manotazo casi se lo arrebata, pero Dipper se apartó enseguida, lo apagó. 

 

-No quieras quitármelo, si lo haces, la bocina sonará- Dijo firme y con seguridad, señaló la pared, en realidad señalaba la tienda. Donde el par ya había saboteado el altoparlante de Stan. Ese en un poste que usa para anunciarse. 

 

Bill contestó con voz alegre, pero por su ceño se notaba que no estaba feliz. 

 

-Un truco o dos, no podrán protegerte de mí- Con su garra acarició la cabeza del chico, bruscamente sacándole la gorra. Decidió ignorarlo y se alejó flotando para seguir en sus actividades. 

 

Dipper estaba convencido de que si lo vigilaba podría descubrir algo. Hacerlo resultó muy aburrido y decepcionante. No pasó mucho para que preguntará. 

 

-¿Qué haces? ¿Tareas domésticas?

 

-Así es chico listo ¿Cómo lo descubriste?- Bill flotaba frente a una tabla de planchar. La plancha se movía sola, pero detenidamente casi como si el triángulo lo hiciera de forma manual. Pieza por pieza. Con telequinesia las montaba en un gancho que colgaba en un perchero que tenía ahí junto. Algunas prendas se doblaban y guardaban solas en su lugar. 

 

-¿Por qué no sólo haces que toda esté lista a la vez?- Bill suspiró. 

 

-Bueno, sí lo hago de este modo me lleva más tiempo, y me obligó a planificar horarios, así me enfrasco y pierdo mentalmente en esta rutina de tareas mundanas y repetitivas. Me ayuda a ignorar el cautiverio. 

 

-Oh, porque no puedes salir del pueblo ¿Cierto? 

 

-¡Bingo!

 

-Pero, supongo que eso ya no te molesta tanto ahora ¿O si?-

 

La pupila de Bill se contrajo al grado de formar una delgada línea. Dipper sintió que el demonio estaba enloqueciendo lentamente y explotaría en cualquier momento. Bajó de su silla y retrocedió lentamente. De súbito fueron interrumpidos. Mabel y Stan regresaban, tenían la boca y ropa manchadas de chocolate. 

 

=¡Chicos sucedió algo increíble! 

 

-Un camión cargado de chocolate líquido se descarriló y volcó a unos metros de aquí. El chofer olvidó poner el freno, lo venía persiguiendo desde la estación de gasolina. ¡Ahora toda la carretera está cubierta de chocolate!

 

=Algunos torpes lo comieron directamente del suelo= Mabel entró al baño para lavarse. 

 

-¡Deberían ir a ver!- Ni a Dipper ni a Bill les emocionaba la idea.- Solo digo, por cierto necesito cambiarme- Stan miró la ropa ya planchada, aprovechó la ocasión y tomó una de las camisas. Al hacerlo manchó las sábanas, mantel y más prendas blancas, las ya lavadas y planchadas.  -Esta es mi favorita, ¡Chico cierra los ojos ahora!- Dipper obedeció. 

 

-MMUUU Gracias- Dijo Stan. Dipper lo escuchó marcharse. Cuando miró, Bill tenía chocolate en un borde, a la altura del ojo, el cual temblaba conteniéndose. 

 

-Creo que, recordé que deje algo….- Dipper huyó.

 

…………...

 

=¡Cálmate Dipper!, estás paranoico. A Bill le gusta la vida hogareña, ya dejó atrás esa vida alocada de fiestas. Encontró la satisfacción de toda ama de casa. 

 

-Creo que enloquecerá y nos matará a todos. ¡No lo entiendo Mabel! ¿Por qué Bill hace esto por el tío Stan? Se nota que lo detesta- La chica pensó. 

 

=Tal vez si le agrada el tío Stan.

 

-¡Mabel! Hablamos de Stan-Tras unos momentos siguió-  ¡Es obvio que está fingiendo! Actúa para encubrir sus verdaderas intenciones. ¡Debemos de descubrir cuáles son!-

 

Por supuesto vigilar a Bill sólo consistía en mirarlo lavar, planchar, barrer, lavar los trastes…. Demasiado tedio. Dipper no pudo evitar buscar más respuestas. 

 

-¿Y haces esto todos los días? 

 

-Excepto fines de semana. 

 

-¿Y qué haces en tu tiempo libre?- Bill se irritó. 

 

-¡Eso no es de tu incumbencia!- El chico pensó y volvió a preguntar.

 

-Supongo que por vivir con Stan el trabajo nunca termina. 

 

-Es la ventaja de ser SÓLO DOS. No me preocupo por el desastre de otras personas. 

 

-¿Y qué harás cuando nos marchemos? 

 

-¡Me ocuparé de mis asuntos!- Concluyó el triángulo- ¿Por qué preguntas lo mismo Pino? Se supone que tu eres el listo- Con furia, pasó un trapo sobre la encimera. No permitía que ni una minúscula migaja ensucie su cocina. Lo que le dio una idea a Dipper. Tal vez no podrían descubrir su plan, pero si tenían éxito podrían hartarlo y obligarlo a abandonar. 




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