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La pintura en las paredes por InuKidGakupo

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El hecho corre rápidamente a través de las calles, es una mecha con pólvora que pronto explota y se riega por cada habitante de la ciudad.


Se encuentra con la noticia cuando alcanza la puerta de la aldea. Son las voces que anuncian a gritos lo que ha ocurrido lo que enciende la alarma en su interior como una extraña bola de plástico a mitad de la garganta que lo hace sentir extraño, demasiado mareado.


No tiene tiempo de razonar nada, su cuerpo es más rápido incluso que la línea de su pensamiento y en un momento se encuentra a sí mismo corriendo sobre los tejados mientras sus oídos intentan capturar más información al respecto.


Había sido un ataque. Cinco hombres al parecer. Pero no son los detalles sobre la pelea lo que a Gai lo inquieta, es la última frase que sueltan lo que le produce una especie de dolor que no se cree capaz de soportar.


Kakashi había sido emboscado por ellos. Había habido un enfrentamiento injusto y desventajoso y cuando Naruto pudo encontrar a su maestro lo único que había hallado había sido su cuerpo inconsciente tirado sobre un charco de su propia sangre.


La idea lo pica, la furia parece inundar sus venas y tirar de estas mientras maldice su mala suerte al no haberse encontrado en la aldea. Kakashi había enfrentado a esos hombres él solo en un duelo que terminó mal. Naruto lo había llevado al hospital, la herida de su cabeza había representado un misterio inmediato. En los alrededores había ahora mismo una vigilancia y compañeros ninja patrullando.


Gai siente ganas de ir ahí, de encontrarlos y hacerlos pagar por sus actos. Es un impulso casi sucio de deseos de asesinato lo que lo recorre su cuerpo y por un instante sus piernas parecen rígidas contra el piso, como si estuviera a punto de saltar sobre la barda de la aldea e irlos a buscar.


Sin embargo, no lo hace. Un escozor lleno de un mal presentimiento lo atrapa por la garganta justo antes de que pueda disponerse a ir a una caza vengativa y se obliga a sí mismo a continuar.


Es la imagen de Kakashi tirado y desmayado sobre el suelo lo que lo hace girarse, lo que lo hace sentir sus manos temblar y su corazón golpear sus oídos con una fuerza abrumadora, como si algo dentro de él tuviera la capacidad de detenerse simplemente con esa idea.


 No se detiene cuando alcanza la puerta del hospital. De un salto termina pasando a toda la gente que parece demasiado amontonada en los pasillos y Gai se dedica abrirse paso entre empujones secos y desconsiderados.


No sabe dónde está la habitación de Kakashi, sin embargo, él realmente sabe dónde está Kakashi. Es una fuerza mucho más grande que el absoluto del conocimiento. Es el poder de su rivalidad, diría, aunque en ese momento no tiene tiempo de sentirse orgulloso de su habilidad de encontrar a Kakashi y se dedica a subir las escaleras a prisa hasta aquel punto brillante y cálido que suena como una alarma en la parte posterior de su cabeza.


Se encuentra con los alumnos de Kakashi cuando alcanza la puerta de la habitación. Naruto lo mira apenas, sus cejas se levantan y parece intentar hablarle antes de que su vista se aparte a la entrada principal.


Es Tsunade quien está de pie en la puerta de la habitación. Su semblante es serio, casi neutro, nada sombrío apunta de ella y eso hace calmar un poco a Gai antes de que pueda estar lo suficientemente cerca para preguntar.


No hace falta que pregunte, sus palabras mueren sobre la punta de su lengua cuando esta se gira hacia a ellos y Gai puede notar detrás de la cortina la figura de Kakashi inclinada sobre las almohadas.


Está despierto, puede notarlo en su pose. Gai suspira y se permite tranquilizarse, sus pasos se mueven hacia adentro de la habitación cuando escucha el suave hilo de las palabras de Kakashi respondiendo a algo que Sakura le ha alcanzado a preguntar.


— Todo está bien — Tsunade habla en voz baja, sus ojos parecen bastante tranquilos y le dedica una breve sonrisa antes de mirar a Naruto también — Solo parece algo confundido, pero debe ser producto del golpe.


— ¿Algo confundido? — Es Naruto quién hace la pregunta, parece igual de impaciente que Gai por entrar a la habitación tanto como por ceder a sus deseos de romper la ventana y salir a buscar a los responsables de aquel ataque.


— Sí, parece un poco confundido nada más — la respuesta es breve, frágil, su punto apenas tiene importancia cuando Gai pasa a la habitación y se asoma detrás de la cortina azul para poder mirar finalmente a su rival.


Kakashi está recostado sobre la cama, sus brazos sueltos están a sus lados y su rostro parece un poco endeble bajo tela de su máscara y el vendaje que cruza delicadamente su frente.


Gai sonríe, es su momento para llamar su atención con alguna palabra dramática y aprovechar para lanzar sobre él algún discurso alentador, quizá incluso podría reírse un poco de él antes de que Kakashi tenga tiempo de decirle que deje su habitación.


Gai suspira, sus palabras están listas y sobre su boca se permite saborear el dulce toque de la satisfacción.


Sin embargo, no sucede.


Al pararse de frente a la camilla es Kakashi quien parece atraído a él, como si Gai fuera una extraña luz, como si se tratara de un gigante, de un ser irreal, de una llamarada, de un fantasma.


La sonrisa de Gai se quiebra sobre sus labios. Todos lo sienten al mismo tiempo, todos son capaces de notarlo.


Kakashi extiende los brazos a él y sus ojos brillan de alegría antes de que pueda hablar.


— ¡Papá!


[…]


Todos habían estado en su oficina, tensos, silenciosos. Los ojos apretados mirándose de forma extraña mientras se repasaban los detalles de un acontecimiento que ninguno de ellos alcanzaba a entender en realidad.


Tsunade había fruncido el ceño mientras Inoichi había soltado un sinfín de explicaciones y palabras. Las cosas se repiten, hay una reiteración incansable de los hechos que describen cosas que Gai no puede seguir hasta que todo se vuelve una extraña bola complicada que parece envolver su cerebro y bloquear todos sus pensamientos.


Tsunade es la que corta la conversación. No hay nada que se pueda hacer salvo esperar. Es todo lo que ella tiene para ofrecer y Gai siente un pinchazo doloroso y casi absoluto cuando ella solo se encoge de hombros y parece rendirse, como si no estuviera sucediendo nada en realidad.


Lo enoja, su semblante se ha mantenido demasiado serio y es Naruto quien le palmea el hombro y le asegura que todo va a estar bien.


Sin embargo, al volver a la habitación de Kakashi, Gai realmente no podría decirlo.


Al mirarlo sus piernas tiemblan, su corazón se agita y todos sus pensamientos parecen ahogados por una nube densa y apretada que le empaña los ojos y calienta el fondo de su estómago.


Kakashi solo lo mira, su sonrisa es notable, sus manos se mueven más de lo que Gai nunca las ha visto moverse y sus labios se abren para repetir una y otra vez la misma palabra que parece el crujido de una bolsa metaliza aplastándose contra los dientes chirriantes de Gai.


— Papá — Kakashi silba, sus ojos lo miran con un extraño enfoque de admiración y sus manos buscan estar cerca de su cuerpo, como si Kakashi esperara que Gai de alguna manera lo fuera a tocar, como si lo fuera a atrapar.


— Ustedes dos deberían ir a casa — Tsunade finge. Todos fingen.


El nudo sobre su cuerpo se incrementa cuando le dicen que ahora él tiene que meterse en esa obra donde parece no haber recibido un libreto y Gai se queda prontamente fuera.


No puede hacerlo. La ira burbujea, su ira hacia los intrusos se alimenta de forma compartida hasta que un fuego lo toma desde adentro y se incinera a sí mismo.


Él es quien insiste a Tsunade decirle a Kakashi la verdad, es él quien implora tercamente aclarar las cosas, el que tozudamente pide a Inoichi una segunda evaluación, el que se queda hablando sobre lo mal que está hacerle creer a Kakashi que lo que piensa es verdad. Mentirestá mal.


Pero Gai no tiene opciones. Tsunade lo calla con un regaño rápido. Sus manos tensas sobre su regazo no dicen menos y bajo la exasperación y tensión del momento es capaz de pedírselo a Gai como un favor especial.


No es un favor en absoluto.


Más tarde, cuando Gai vuelve a la habitación, se da cuenta de que no hay otra manera.


— Podría ser irreversible — Inoichi explica — Su mente parece bloqueada, y si lo forzamos a entender, bueno, de alguna manera…


Las cosas no terminarán bien para él.


Gai suspira entonces y asiente. Las cosas de pronto se vuelven una misión, una misión más importante que otras misiones.


Al sonreírle a Kakashi puede verlo en sus ojos. Gai sabe que él está ahí, al fondo. Gai sabe que debe seguirlo, que debe mantenerlo tranquilo, que debe pararse ahí delante y no dejarlo ahogarse en el lodo de su confusión.


Vas a estar bien. Quiere decirle. Todo estará bien. Y luego, volveremos a ser los mismos de antes.


Algo dentro de él le dice que es mentira.


Pero Gai se llena de fuerzas y en una renovada motivación se promete a sí mismo no fallarle a Kakashi. Iba a traerlo de vuelta. Iba a hacerlo incluso si era de esa manera.


Sentándose en la orilla de su cama Kakashi finalmente lo alcanza y toma su mano. Una alegría que Gai no había visto jamás salta y colorea la línea de su rostro. Kakashi suspira tranquilo.


— Vamos a casa, papá.


— Sí, hijo.

Notas finales:

Esto fue tan corto y estilo “resumido” porque al final lo dejé como una segunda introducción (? 


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