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Anhelo por ti por Eza-chan

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Notas del capitulo:

X-Men no me pertenece.

Advertencia: Ideación suicida.

 

Podía escuchar una voz, suave y apenas perceptible, pero demasiado cerca como para ser ignorada, esa voz podía pasar por la suya propia, a veces resultaba confuso diferenciar su propia voz interna de ajenas haciendo eco en su mente, pero no, esa voz no era suya y ni siquiera estaba siendo percibida con ayuda de su telepatía, estaba seguro de que realmente había alguien cerca de él hablando, al parecer, consigo mismo.

¿Por qué había una voz junto a él? Ya no recordaba la última vez que había escuchado con sus oídos y no con su mente a otra persona.

No, eso era mentira, él había hablado con Erik Lensherr… sí, se había desmayado mientras hablaba con el héroe de la era moderna justo antes de decirle su nombre.

No, antes de eso había hecho un trato y Erik Lensherr había accedido a matarlo.

Su mente inicio el mismo proceso de cada día una vez que comenzaba a recuperar su estado de alerta, entre más y más recuperaba la orientación en tiempo, espacio y persona, más y más nítidas se volvían las voces y los gritos y el dolor y el odio de todos los mutantes y no mutantes a los que había hecho sufrir, entremezclándose con las voces y los gritos y el dolor de todo ser vivo cercano.

Hizo un trato, Erik había estado con él en la misma habitación, no entendía entonces porque ahora estaba en un lugar desconocido, vivo, cuando tantas personas a las que había hecho sufrir ya no.

Seguía viviendo cuando muchos, que merecían más estar vivos, ya no lo estaban.

Buscó información en específico en la mente, cercana y desconocida, compañera de la voz que seguía farfullando. Estaba cansado, muy cansado y casi no podía usar su mutación, casi no podía compartimentar la información, siendo bombardeado con montones de ideas confusas y sentimientos contrarios y dolor y desesperanza… y amor, mucho amor, cálido y pasional, dulce y…

Abrió los ojos, alzando las manos descoordinadamente.

—Oh, ten cuidado, no muevas tus manos, puedes lastimarte— Le dijo la voz que hasta ahora había estado murmurando a su lado.

No podía enfocar correctamente el rostro del desconocido.

¿Es un desconocido si ya he estado en su mente?

Acercó sus manos a su rostro lo más cerca que pudo coordinar notando una intravenosa en su mano izquierda, tener medicamento administrado directo por una vena nunca le había traído consecuencias positivas.

Con la mano que no estaba siendo atravesada por un catéter intentó arrancar la intravenosa, siendo detenido por una mano con ligeros tintes azules.

—No, no, no te lo arranques, te vas a lastimar, solo es para restitución de líquidos, estabas muy deshidratado, sigues estando deshidratado— Explicó el hombre mientras seguía forcejeando con él.

Hubo una vez en que él habría creído en la honestidad detrás de las palabras dichas, en que solo debía buscar en su mente para descubrir una mentira. Pero ese ya no era él.

Colocó su mano derecha sobre una con tintes azules sentándose de golpe y quedando demasiado cerca del rostro del sujeto desconocido.

—¿Dónde estoy? — Ordenó con ayuda de su mutación, observando la voluntad del desconocido someterse ante él.

—Estamos en Genosha, una pequeña isla dirigida por Erik Lensherr en donde nos refugiamos los mutantes vencedores de la guerra—

¿Por qué él estaba aquí? No se suponía que él estuviera aquí.

¡Él debía estar muerto!

—Vete— Ordenó, soltando la mano del desconocido y viendo como este se alejaba mecánicamente, saliendo de la curiosa habitación que no se notaba descuidada pero sí un poco desordenada, más que un consultorio, hospital o clínica, parecía un laboratorio improvisado.

Vio en todas direcciones en busca de algo filoso, un cuchillo, una pistola… pero claro que nadie dejaría a su alcance un arma.

Vio el equipo de venoclisis deseando poder ahorcarse hasta la muerte, sabiendo perfectamente que eso no iba a funcionar, su sistema nervioso al perder el aporte de oxígeno perdería el estado de alerta mucho antes de que él pudiera terminar con su vida y no era como que se pudiera mover para acomodar el equipo de venoclisis en un lugar lo suficientemente alto como para colgarse y fracturar su segunda vértebra cervical y lesionar su medula espinal provocándose una muerte instantánea o al menos (probablemente más merecedor de esta) una muerte lenta asfixiándose hasta morir.

Debió hacer que el desconocido lo matara en lugar de alejarlo; aún podía hacerlo volver… ¡sí!

Sintió sus ojos humedecerse.

No, no podía hacer eso, no sin preguntar por el consentimiento de la persona, aunque eso había probado no ser muy funcional, considerando que le solicitó específicamente a Erik que lo matara y este, a pesar de que había aceptado terminó trayéndolo a su… su país recién alzado lleno de mutantes sobrevivientes de una guerra que jamás debió ocurrir, una guerra en la que él terminó ayudando a que más y más mutantes sufrieran y…

Sentía que no podía respirar bien.

Solo quería no pensar, solo quería que su cerebro guardara silencio por un momento, solo un momento de descanso, quería que todo dejara de ser tan importante.

Deseaba que todo dejara de ser tan doloroso.

Sí, iba a hacer que el hombre antes presente regresara y lo ayudara a terminar con su vida.

Forzó a su cerebro a buscar la mente antes tocada, pero estaba débil y hacía mucho que sus muros habían estado completamente funcionales por lo que terminó por ser ahogado entre montones y montones de pensamientos cargados de emociones negativas y unas cuantas positivas que no fue capaz de filtrar.

Soltó un leve quejido.

Y de repente tocó una mente familiar, una que ya había visitado antes, llena de muerte, guerra e ira, pero que en cuyo centro se encontraba la risa de una niña, calidez, añoranza, era casi como estar en paz.

No había notado que había estado luchando por mantener la conciencia, hasta que la perdió por completo.

Lo cierto era que le preocupaban muchas cosas.

¿Llovería como se esperaba? Porque eso era algo que necesitaban, periodos estables de lluvia, ¿los cultivos estaban siendo cuidados de forma correcta? Si al final todos los cultivos terminaban muriendo no tendrían suficiente comida.

Había bastantes habitantes en la isla, Logan los llamaba trabajadores, pero Erik sabía que no todos estaban en condiciones de trabajar, y los que estaban en condiciones no era que estuvieran en su estado más óptimo, deshidratados, desnutridos, enfermos… eso sin contar a los pocos niños residentes.

Además de esos problemas que estaban constantemente en su mente (junto a al menos 10 nuevos que surgían diario) Erik se había creado un nuevo problema; acababa de traer a un telépata a la isla, poniéndose y poniendo a todos en peligro.

¿En qué había estado pensando?

No estaba seguro, se decía en parte, pero otra parte de él, una más escondida e instintiva le aseguraba tener la respuesta, mientras se repetía a sí mismo una y otra vez la serie de eventos que concluyó con un telépata no muerto siendo traído a Genosha.

Pero como siempre que las preocupaciones por aquellas cosas para las que no podía hacer algo que resolviera todo y le asegurara que todo estaría bien en delante (eso incluía ahora al telépata inconsciente), Erik había decidido concentrarse en algo que sí podía hacer, como iniciar con los cimientos para una nueva casa destinada a alguno de los nuevos mutantes recién llegados (además siempre se necesitaban nuevas casas)

Mientras removía un poco la tierra se sintió observado, girándose para encontrarse con la atenta mirada de Raven que se acercaba a paso tranquilo, con brazos cruzados y con su cabello naranja moviéndose en compañía del viento.

—Hey— Lo saludó en cuanto estuvo de pie frente a él; Erik removió la tierra con uno de sus pies como si eso sirviera de algo.

No tenía ganas de discutir con Raven, pero…

—Sé lo que estás pensando y sé lo que vienes a decirme— Raven le lanzó una sonrisa desafiante.

—Oh, ¿en serio?, parece que no tenemos solo un telépata en la isla, sino dos— Y aunque sintió que Raven diría aquello con más agresividad, terminó hablándole en un tono casi juguetón, ese tono parte de las razones por las que una vez creyó que podría amarla como amante no solo como amiga.

Erik le sonrió y Raven lo imitó casi con dulzura, para luego suspirar y apartar cualquier emoción de su rostro.

—No estoy juzgando tu decisión de haberlo traído aquí, porque entiendo porque lo salvaste—

—Raven— Riñó, porque no, ella no entendía y Erik tampoco.

—Claro que lo entiendo, “un mutante que pide que lo maten” … ¡Por Dios Erik!, ¿crees que no puedo ver que te estás proyectando en él?, que ves en él al tú de después de perder a…— Raven siempre era agresiva y siempre le hablaba directo y sin tapujos, excepto cuando se trataba de hablar de Nina. La teoría de Raven parecía valida y en parte podía ser que fuera verdad que tal vez veía un poco de sí mismo en el mutante desconocido, pero… en el fondo sentía (sabía) que no era solo eso. —Él… no lo conoces, es un telépata que estuvo de parte de Shaw, traerlo aquí nos puso a todos en peligro—

—Eso no lo sabemos—

—Claro que estamos en peligro, los telépatas son…—

—No, eso no, lo de que estaba de parte de Shaw—

—Erik, todos los telépatas…—

—Pero si realmente hubiera estado de su parte, ¿por qué está así?, ¿por qué estaba encerrado?, Raven, ni siquiera tenía ropa— Raven sacó el aire de golpe por la nariz, haciendo fuerza con su mandíbula.

—El final de la guerra nos hizo cosas horribles a todos— Erik torció los ojos al igual que la boca. —No estoy diciendo que lo lancemos al mar para que muera, solo digo que tenemos anti-mutágeno— Raven hizo una pausa, como si lo retara a decir algo. Ante su silencio, continuó. —Él es un telépata y sabemos que los telépatas en el 100 por ciento de los casos son omegas, usar el anti-mutágeno no será permanente en él, pero sí logrará mantener protegidos a todos los que estamos en la isla— Sabía que el argumento de Raven era más que valido, pero en lugar de decirle a la mujer frente a él que tenía razón y que los riesgos para el telépata eran superados por los beneficios para los habitantes de la isla, terminó dando más argumentos como si estuviera completamente en contra.

—Él no huele a omega—

—Erik— Era interesante esa capacidad de Raven de regañarlo con solo decir su nombre.

—Podemos hacer que se quedé sin su mutación para el resto de su vida—

—¡Es su mutación a cambio de la vida de todos nosotros! —

Raven tenía razón.

Llevó una de sus manos a su rostro restregándolas por toda la superficie casi como si quisiera hacerse daño.

—Erik— Llamó Raven de nuevo haciendo que dejara de refregarse el rostro, dispuesto a escuchar lo que le diría a continuación, pero distrayéndose con Hank que caminaba a paso tranquilo un poco alejado de ellos.

—¿Hank? — Llamó porque, que él recordara, este estaba con el telépata.

Tragó en seco, sintiendo todos los vellos de su cuerpo erizarse en anticipación a un ataque y corrió hasta detener el caminar hipnótico de McCoy.

—Hank— Llamó colocando sus manos en los hombros del hombre más joven

—¡Hank! — Llamó Raven con un toque más desesperado, acunando su rostro.

Erik sintió un escalofrío en la nuca y giró, seguro de que alguien estaba detrás de él; en lugar de eso un fuerte dolor de cabeza lo abrumó impidiendo que pudiera pensar en otra cosa que no fuera llevar ambas manos a casi jalar su cabello, deseando que pudiera arrancarse la cabeza.

A pesar del dolor intentó analizar su alrededor, porque era lo que había aprendido al pelear tantos años en una guerra que todos consideraban perdida.

Se encontró con Hank y Raven imitando su acción de presionarse la cabeza como si aquello pudiera parar el dolor.

Era el telépata, esto tenía que ser acción del telépata.

Y así como había aparecido (sorpresivamente) el dolor desapareció por completo, siendo reemplazado por una tenue calidez que envolvió suavemente su mente. Recordándole un poco a como se sentía el abrazar a su hija, pero siendo extrañamente diferente.

—¿Qué mierda fue eso? — Cuestionó Raven alerta y lista para atacar, aún con una mano en contacto con el cuerpo de Hank.

—¿D-dónde…? — Escuchó a Hank hablar dejando de lucir fuera de sí, claramente recuperando el control de su cuerpo. —¿Qué hago aquí?, ¿qué no estaba con…? — Dejó de lucir tan desubicado y miró a Erik a los ojos. —É-él despertó— Dijo McCoy luciendo un poco asustado, justo al tiempo que la presencia cálida en la cabeza de Erik desaparecía.

En lugar de decirle algo más a sus compañeros corrió en dirección al laboratorio de Hank, sin poner atención a los gritos de Raven llamándolo por su nombre o algunos de los habitantes viéndolo confundido y un poco asustados, siempre híper alertas.

—¿¡Qué putas pasa!? — Gritó Logan detrás de él, acercándose a paso rápido, cuando Erik ya se encontraba de pie en la entrada del laboratorio, observando al telépata inconsciente. —Erik, ¿qué mierda?, algo me dice que el dolor de cabeza que sintió todo el puto mundo tiene que ver con este…—

—Hank— Llamó interrumpiendo a Logan ni bien sintió a Hank y Raven llegar, siguiendo de pie en la entrada.

Había cosas que Erik no podía reparar, había situaciones en las que no estaba seguro de que de haber hecho algo diferente eso habría cambiado el desenlace, había situaciones en las que no podía asegurarse de que saliera todo bien, pero esta era una situación en la que podía asegurar que dependiendo de la decisión que tomara eso cambiaría para bien o para mal la seguridad de las personas que habían decidido confiarle sus vidas.

—Prepara una dosis de anti-mutágeno—

Había demasiado silencio.

Se obligó a sí mismo a despertar al instante, mientras buscaba una y otra vez en su mente, pero no, estaba solo en su cabeza.

—Despertaste—Le dijeron de forma parecida a tantas veces en estos últimos años, pero a la vez diferente. Se giró a buscar el origen de aquella voz, sintiéndose demasiado fuera de sí como para fingir que no estaba asustado.

Junto a él encontró a Erik Lensherr sentado en una silla de madera y al hombre joven que había visto antes, Hank McCoy recordaba haber leído en su mente.

—Me drogaron —

—Fue una dosis pequeña de diazepam, solo para que no sintieras dolor por el… oh, diazepam es…— Intentó explicar el hombre más joven con nerviosismo.

—Sé lo que es— Contestó molesto y entre dientes. —¿Qué más me inyectaron?, ¿por qué no puedo usar mi mutación? — Hank parecía dispuesto a responder, pero fue interrumpido por la voz profunda y estable de Erik.

—Anti-mutágeno, eso anula tu mutación, pero como telépata que eres y como omega, para ti los efectos solo serán temporales. No lo habría usado si no hubieras usado tu mutación para controlar a Hank y después te hubieras metido en la mente de todos los habitantes de la isla a la vez. Lo siento, pero tengo que proteger a los mutantes que viven aquí— Le explicó Erik.

Él aceptaba que había hecho aquello, era su culpa no haber podido controlar correctamente su mutación, igual que había sido su culpa ser tan miserablemente cobarde como para acabar con su propia vida cuando tuvo la oportunidad, terminando por causarle mucho dolor innecesario a muchos mutantes y no mutantes durante la guerra; pero había algo en esta ocasión que no era su culpa y eso era algo que iba a reclamar con toda su furia.

—Pues no me hubieras traído— Inició con su réplica mirando directo al rostro del hombre. —No te pedí que me trajeras aquí, te pedí…—

—Lo siento— Le dijo Erik interrumpiendo y bajando la mirada; No necesitaba de su mutación para saber que Erik Lensherr estaba mortificado por sus palabras.

¿En qué sentido se sentía mortificado? No podía saberlo porque le habían quitado su mutación.

De repente no quería estar enojado, pero continuó siendo impulsado por años de sufrimiento acumulado que solo deseaba hacer desaparecer.

—Si de verdad lo sientes, cumple con tu parte del trato— Pidió tratando de no ser tan agresivo.

—No puedo hacer eso—

—¡Maldito…! — Gritó buscando las palabras correctas para liberar su ira, pero simplemente no las encontró, terminando por gruñir, maldiciendo su débil cuerpo que no le permitiría ni siquiera darle un buen golpe al estúpido rostro de Erik Lensherr.

Debió haber elegido al tal Logan o a Raven.

(Pero la mente de Erik Lensherr lo había hipnotizado, todos sus pensamientos, su sentir, su dolor y toda la bondad que a pesar de todo se podía percibir lo atrajo y no lo dejó ir).

Ante el silencio generado por él y por Erik, Hank se limpió la garganta y habló.

—¿Te gustaría un poco de agua?, he estado humedeciendo tus labios mientras estuviste inconsciente, pero imagino que debes sentir mucha sed— Le comentó sin esperar una respuesta, simplemente yendo a servir agua en un vaso y acercándoselo a él, como si no pudiera sentir miedo a pesar de que él había controlado su mente.

Estiró una mano temblorosa para tomar el vaso, dejándolo resbalar de entre sus trémulos dedos que se negaron a responder correctamente, haciendo un desastre de agua en el suelo.

—Serviré más y si quieres puedo ayudarte a beberla — Ofreció Hank como si ahí no hubiera pasado nada, tomando un nuevo vaso y acercándose a él.

Decidió que esta vez tomaría el vaso con ambas manos, arrancándolo del agarre de Hank, llevándolo lenta y temblorosamente a sus labios.

Se había sentido tan bien al humedecer sus labios, después su lengua y finalmente su irritada garganta. Aún podía sentir la frescura recorrer su faringe y esófago, incluso podía sentir el ligero peso en su estómago.

—No sé cuánto tiempo llevabas sin comer nada, pero igual debemos empezar de a poco; primero debemos ver si toleras líquidos y si es así pasaremos a semi líquidos como gelatina y después cosas ligeras y después…— Hank desvió su atención a Erik, para colocar su mirada nuevamente sobre él, como si esperara que alguno de los dos dijera algo, ante la falta de respuesta verbal, continúo hablando. —Una vez resuelto lo de tu alimentación podemos pensar en fortalecer tus músculos, están muy atrofiados imagino que por la falta de movimiento… sobre todo los de tus piernas—

—Eso es porque no puedo caminar— Erik lucía muy sorprendido, Hank no tanto. Así que mutación o no, él podía asegurar que el hombre de lentes ya había sospechado algo. —Hank, me ofende que no luzcas sorprendido— Dijo de manera seca y sarcástica. El hombre más joven paso una mano por su rostro luciendo mortificado.

—V-vi la cicatriz en tu espalda— Le sonrió al hombre de lentes mientras asentía lentamente.

Erik se mantuvo en silencio.

No sabía si prefería el ruido doloroso de su telepatía o este silencio irónicamente ensordecedor.

Le sonrió esta vez a Erik, de forma fría y molesta.

—Te estás replanteando no haberme matado, ¿verdad? —

—Silencio— Ordenó Erik sin siquiera girarse a mirarlo.

—¿Qué?, ¿no le dijiste a tu…? — Miró unos instantes a Hank, preguntándose cuál sería la mejor manera de llamarlo (sin ser demasiado ofensivo). —Subordinado, que no quisiste matarme—

—Dije que silencio—

—¿O es al revés? Le dijiste y ahora no quieres reconocer que ahora que sabes que soy paralítico te arrepientes de…—  

—¡Dije que silencio, mierda, lo de tus piernas no cambia una mierda! — Gritó Erik acompañado del sonido de algo pesado y metálico cayendo no muy lejos.

No había podido ver lo que sea que había hecho ese ruido, pero lo que sí podía ver era la ira de Erik.

Hank volvió a limpiarse la garganta, para seguir con una tos fingida.

—Ya que no has vomitado el agua, tal vez deba ir a buscar gelatina o un poco de fruta— Explicó Hank intentando pasar su nerviosismo por amena tranquilidad (fallando rotundamente), para salir del lugar sin esperar una confirmación o negación por parte de Lensherr.

Erik se dedicó a respirar de forma extensa y profunda por unos segundos, mientras él se dedicó a tratar de no sentirse tan extrañado con el silencio en su mente.

Era muy extraño, como si no perteneciera a su propio cuerpo, como si todo estuviera en el lugar incorrecto.

—Lo intenté— Habló Erik de repente, deteniendo su enajenación. Inspiró profundo y decidió dar pie a que el “héroe de la era moderna” siguiera hablando.

—¿Qué intentaste, Erik? — Solicitó cubriendo sus palabras de ira.

—Matarte— Le respondieron en seco y eso era algo que no esperaba escuchar.

¿Acaso su mutación le había jugado una mala pasada y se había salido de control buscando la supervivencia de su dueño y por eso Erik no había podido cumplir con su parte del trato?

—Pero no pude— Se sentía tan traicionado, tan idiota…

—¡No me digas que no puedes! — Le gritó al otro. —Estuve en tu mente, sé de todos a los que mataste sin pensarlo demasiado, sé…— Pero Erik lo interrumpió.

—¡Es porque eres tú!, no pude…— Y aunque parecía pesarle demasiado decirlo, continuó. —No puedo— Le dijo en un susurro mirándolo directo, con ojos demasiado claros y un poco llorosos.

Muchas veces Charles había llorado al leer una mente y sentir el dolor ajeno como propio. Ahora no podía usar su mutación, pero una lagrima recorrió su rostro; podía mentirse y decirse a él mismo que era la decepción por tener que seguir con vida.

Pero, aunque probablemente era parte (llorar por dolor originado en su propio ser) en el fondo sabía que eso no era todo.

Notas finales:

Nota 1: Se me ocurrió que, ya que “omega” es un término usado en los comics, entonces los omegas serán los mutantes más poderosos.

Nota 2: Anti-mutágeno es como llamaré a la cura mutante porque sentí que suena cool

Muchas gracias por darle una oportunidad a la historia, espero y este capítulo haya sido disfrutable también.


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