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Alma, corazón y vida. (Boku no Hero Academia, Kiribaku/bakushima) por Sioa Shun

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Ushuaia, Tierra del fuego, Argentina, Martes 25 de agosto del 2020.

Alma, corazón y vida.

Capítulo 6: Arrepentimientos.

Sioa Shun Uchiha-San.

Escuchaba gritos, ruido, sirenas, el derrumbe, todo estaba obscuro sus ojos entreabiertos no veían más que formas nubladas y distorsionadas en tonalidades grises y negras.

Dolía, algo dolía, no estaba seguro de qué, tal vez era todo su cuerpo o alguna parte de él que no estaba del todo seguro de sentir de manera concreta, solo era un dolor sordo que mordía sus sensaciones, los ruidos se escuchaban lejanos y difuminados, como si estuvieran en un volumen muy bajo.

Intentó ordenarle a sus extremidades que funcionarán, debía pararse, era consciente de que ese lugar era peligroso, recordó entonces que se encontraba en una misión.

Habían sido estúpidos, confiados, no podía creer que habían pasado por alto que todo había resultado tal vez demasiado fácil, se habían movido como el enemigo esperaba y ahora estaba en esa situación.

Ah, si, esa era la cuestión, sus ojos casi ausentes recorrieron su propio cuerpo, o lo que podía ver de él, su pecho era un solo charco de sangre y sus piernas estaban enterradas bajo escombros, no las sentía… sentía frío.

¿Ese era el beso de la muerte?

Sus labios se abrieron después de sentir que usaba toda la energía que le quedaba en exhalar un suspiro débil, estaba mareado y su cabeza dolía ¿Estaba respirando?

¿Así se acababa? ¿Así terminaría? ¿En suelo extranjero? ¿Lejos de su familia? ¿Sin cumplir sus objetivos? Haría llorar a su madre.

-¡Katsuki! ¡Katsuki! - Escuchó su nombre ser gritado por una voz desesperada, ahora que lo notaba no estaba viendo nada, solo negro.

Esa era su tumba, intentaba concentrarse en mantenerse consciente pero ya no podía estar seguro de si lo estaba o no, tenía miedo, jamás lo admitiría pero estaba asustado.

Su orgullo se agitaba, arañando las paredes de su mente gritando con la voz en cuello que no era tan débil como para rendirse de esa forma, aún no era el número uno, aún no había hecho muchas cosas, en especial… una sonrisa de dientes afilados y brillante como una supernova invadió su mente y sintió ganas de llorar.

Aún no se lo había dicho, él lo estaba esperando en casa,en su casa y no podía regresar en una bolsa negra. Quería verlo, deseaba verlo, el frío aumentaba.

-¡Ground Zero! ¡Lo encontramos! ¡Resiste!- Exigía una voz que no reconocía, no era la voz que él quería escuchar, no era él.

-¡Katsuki!

-¡Espera, Corazón! ¡No puedes…!

-¡Suéltame!- Sintió algo cayendo pesadamente sobre él, era una sensación lejana pero palpable.

-Katsuki, abre los ojos, abrelos. -Las órdenes urgidas llegaban a su mente pero no podía procesarlas ¿Quien lo llamaba con tanta desesperación?

Aún luchando contra las funciones debilitadas de su anatomía abrió sus ojos vacíos de mirada opaca y ausente y lo primero que invadió la bruma gris y neblinosa fue un estallido rojo carmín.

-Eijiro…- Murmuró con una voz áspera y dolida que no podía reconocer como suya, quiso mover su mano, acariciar sus cabellos una vez más, una última vez, toda su voluntad se reunió para poder alzar su brazo y descansar sus dedos sobre los cabellos carmesí.

-¡Katsuki!- el peso sobre él se redujo y alcanzó a ver con horrible decepción que los ojos dorados que le devolvía la mirada no eran los de Kirishima. Intentó enfocar más la vista y notó a su compañera con el rostro hinchado, un reguero de sangre abandonaba sus labios y con horror notó al bajar su vista que ella tenía su mano derecha hundida en su tórax pero la izquierda… la izquierda no estaba, un poco por debajo de su codo no había nada, solo una herida que aunque cerrada chorreaba aún algo de sangre. -Nerea… -Jadeo con dificultad, con su mano aún sobre su cabeza y sus ojos perdidos miraron sin ver los suyos. -Desearía que fueras él...

-No hables Katsuki, vamos a salir de ésta. -Aseveró con dificultad enfocando su atención en la mano que tenía metida en su pecho pero sus ojos reflejaban miedo.

El mismo miedo que él sentía en cada fibra, mezclado con la resignación de lo inevitable, había usado su última energía en mover su brazo, ya no le quedaba nada, vacío, frío, miedo, resignación y… arrepentimiento. Eso era todo lo que tenía. -No puedes hacer nada, Ripper.

Hablar dolía, pero el dolor ocupaba tanto todo que un poco más no era realmente un problema. -Voy a morir.

-¡NO LO HARÁS!- Gritó ella encogiendo sus hombros con sus ojos llorosos pero sin apartar la vista de lo que hacía. -Si puedes hablar mejor usa esa energía en mantenerte vivo, saldremos de ésta.

Sus palabras llegaban cada vez más distorsionadas y sus párpados ya pesaban demasiado, solo pudo volver a cerrarlos. -No importa… de lo único que me arrepiento… Yo… quería verlo de nuevo… desearía haberle dicho que lo amo. -Luego de eso solo escucho gritos de angustia pero él solo podía sentir la mano huesuda de la parca en su hombro y el dolor en su pecho de una manera más abstracta que física. Ese sería su último alimento y no había logrado decir jamás lo que su corazón sentía, lo que su alma anhelaba, el rostro de Kirishima se dibujaba en sus pensamientos, sonriéndole como siempre y aunque su garganta ya no serviría intento gritarle su amor, quería que al menos el hombre de sus recuerdos supiera la verdad antes de desaparecer, antes del vacío, antes de que la luz se apagará para siempre y no quedará nada.

-¡LA PUTA MADRE, KATSUKI, RESISTE! ¡VIVE Y DICELO!...

Abrió sus ojos de golpe y se sentó en la cama con su respiración acelerada y apoyó una mano en su frente sudada, sintiendo un dolor de cabeza lacerante que le dificultaba pensar pero aún así se forzó a hacerlo.

Miró a su alrededor, ese era su cuarto, la luz tenue que entraba por su ventana le dió la pista de que aún era tal vez demasiado temprano.

Giró su cabeza al reloj en su mesa de luz, eran las cuatro y cuarto de la mañana. Había tenido una pesadilla.

No, no era una pesadilla, era un recuerdo. Hacía mucho que no soñaba con ese día, pero no podía decir que no fuera algo que no le haya ocurrido antes aunque esta vez el frío se sintió tan real como aquella vez y el grito distorsionado de Nerea antes de desmayarse había Sido demasiado claro.

Con frustración salió de la cama y estiró su espalda, pasando una mano por sus cabellos con desgana, no podía volver a dormirse.

Caminó con andar ausente por los pasillos vacíos del apartamento, sus compañeros de piso estaban trabajando, así que no se preocupó por no hacer ruido, de hecho estaba aliviado de que no hubiera nadie, quizás había gritado en sueños, su garganta se sentía tirante, tensa de una manera incómoda. Era más fácil asumir que había gritado que admitirse que la sensación estaba más ligada a su angustia que a algo físico.

Entró en la cocina y se dispuso a poner agua a calentar, observó de reojo el equipo de mate de Nerea sobre la mesada y sonrió de lado, la sensación de vacío no lo abandonaba aún asique recordó la estupidez que solía decir la colorada: "Cuando te sientes solo o triste, el mate es la mejor compañía y te ayuda a pensar."

Sin pensarlo demasiado decidió darle una oportunidad a las palabras de la argentina, tomó el termo lo llenó de agua caliente, lo colocó bajo su brazo, con una de sus manos tomó el mate y el bote de yerba, camino por el salón, sacó de un mueble el cenicero y sus cigarrillos junto al encendedor y salió al balcón.

El frío de la madrugada envió un escalofrío por toda su espalda Y soltó un suspiro resignado mientras dejaba las cosas sobre la mesa pequeña que tenían dispuesta allí antes de tomar asiento, paseando su mirada distante por el paisaje urbano que se mostraba frente a él.

¿Por qué dolía tanto mantener ocultos sus sentimientos? Siempre pensó que esa clase de emociones eran un estorbo, un engaña bobos que solo servía para que los idiotas se dejarán llevar y terminarán de maneras mediocres.

Ahora que Kirishima sabía que era gay estaba actuando extraño, prefería fingir que no era así pero había cosas sutiles que habían cambiado y no le gustaban, el hombre parecía más nervioso a su alrededor y había dejado de ser tan ridículamente táctil como lo había sido siempre desde que lo conoció, de alguna forma esos cambios lo molestaban, estaban haciéndole perder la poca paciencia que tenía y por otro lado le hacían enterrar aún más profundo cualquier tipo de esperanzas que pudiera tener.

Distraídamente tomó un cigarrillo y lo encendió, dando una profunda calada mientras lo mantenía entre sus labios y usaba sus manos para cebar el primer mate. Todo eso era desagradablemente complicado y lo odiaba, lo sacaba de su eje, se irritaba consigo mismo por guardar sentimientos inútiles y no poder controlarlos tanto como le gustaría.

Él no hablaba de lo que sentía, eso era para los patéticos, pero ahora mismo deseaba poder descargar un poco su pecho y Nerea tenía el mal hábito de intentar orillarlo a confesarse aunque él se negara a hacerlo.

Una parte de él se reprochaba por ser cobarde, por no ser lo suficientemente hombre como para hacer lo que quería sin temer a las consecuencias, porque si, lo único que lo retenía de confesarse eran las consecuencias que eso pudiera tener, no se arrepentía de estar enamorado si era honesto pero no podía tolerar la idea de arriesgarse a perder la amistad de Eijiro, que él decidiera irse a vivir solo, que comenzará a evitarlo y que finalmente su amistad desenlazara en la mismísima nada sin que quedará nada de ella que recuperar y que junto a su corazón roto ambos se convirtieran en extraños.

Sacudiendo el cigarrillo para tirar la ceniza se dispuso a cebar el segundo mate. Lo quisiera o no, sentía que necesitaba hablar con Deku. Aunque fingiera demencia al respecto, Deku y él habían vuelto a ser buenos amigos a su extraña forma y él era el único aparte de la latina que sabía sobre su vida sentimental y el nerd era bueno para leerlo entre líneas y saber cómo tratarlo, él lo entendía, además aunque lo hería en el orgullo el hombre lo aconsejaba de buena manera, el maldito tenía buen criterio.

Escuchó el ruido lejano y amortiguado de la puerta de entrada, tenía que ser Nerea, Kirishima no regresaría hasta las ocho de la mañana. Volvió a dar otra calada a su cigarrillo mientras escuchaba sus pasos por el pasillo y soltó una carcajada baja al ver de reojo las luces del salón encenderse y escuchar el grito ahogado era chica.

-¡Katsuki! ¡Me espantaste! ¿Qué haces ahí?

-No tengo que darte explicaciones de lo que hago en mi maldita casa, Ripper. - Contestó de mala forma.

Oh, Discúlpeme mi señor! Solo había olvidado que eres un maldito creepy. - Reprochó ella en su nativo español rodando los ojos para luego dejar la maleta de su traje de heroína a un costado del sillón y caminar hasta el balcón para pararse a su lado, estirando su mano para robar un cigarrillo de la cajetilla de su amigo y encenderlo para dar una profunda calada.

El silencio se extendió entre ambos, siendo solo interrumpido por los ruidos menguados de la ciudad, la succión del mate y sus exhalaciones llenas de nicotina. Así permanecieron por varios minutos hasta que la pelirroja dejó caer sus hombros apoyándose descuidadamente con sus brazos sobre la baranda. -Fue un buen primer día de trabajo, pero ahora mismo casi puedo escuchar tus pensamientos y pagaría lo que fuera por escucharlos más claros así que ¿Vas a hablar o tengo que torturarte para que hables? - Preguntó aún con el filtro del cigarrillo entre sus dedos a pocos centímetros de sus labios.

-Dijiste que pagarías lo que fuera por escucharlos, así que si queres que hablé entonces desembolsa la pasta. -Contestó con una sonrisa torcida, recibiendo a cambio un pequeño empujón en su pierna cortesía del pie de su amiga.

-Eres un bastardo.

-Eso ya lo sabías, es tarde para quejarse de eso.- Retrucó con divertimento ofreciendo un mate a la mujer que con calma lo tomó de manera casi distraída.

-No podías dormir ¿Cierto?- Consultó soltando una risa floja ante el gruñido disconforme que recibió de su acompañante. - ¿Sabes, Kat? Se que puedo ser intensa, pero soy tu amiga si quieres hablar te escucharé. - Alegó apagando el cigarrillo en el cenicero y dejando el mate sobre la mesita se inclinó a besar sin ningún tapujo la mejilla del rubio. -Fue un día largo, me iré a dormir. - Se despidió huyendo en cuanto notó las chispas en la mano izquierda del hombre.

El hombre la vio huir con una mueca de fastidio, pasaban ya de las cinco de la mañana asique con calma tomó otro par de mates y luego entró en la casa para comer una fruta y luego dirigirse a su cuarto, tomó sus cosas y partió al gimnasio de héroes. Descargar adrenalina y agotar su energía siempre era bueno para aclarar su mente, y claro patear el trasero de quien fuera lo bastante estupido con suficientes pelotas o pocas neuronas que se prestara a entrenar con él cuerpo a cuerpo.

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Luego de haber entrenado durante una hora y media había entrado en la arena de duelos y miró a su alrededor con fastidio no había nadie mínimamente interesante a quien patear su patético culo, todos eran putos extras inútiles que no le durarían más que unos pocos minutos antes de quedar inconscientes o rogar por piedad, eso suponiendo que alguno tuviera los cojones de aceptar un duelo con él.

Cómo si el universo estuviera riendose de él en su cara y de alguna forma retorcida deseara ayudarlo justo cuando estaba por girarse sobre sus talones para hacer otro poco de entrenamiento por su cuenta una cabellera verde acompañada de un rostro desesperantemente amable entraba en el lugar.

-¡Ah! ¡Kacchan! ¡Qué bueno verte! - Saludó con esa sonrisa desbordante que sólo provocará que quisiera dejarlo sin dientes.

-Maldito nerd. - Gruñó entre dientes llevando su mano derecha a sus cabellos para tirarlos hacia atrás. -¿Por qué mierda tenías que mostrar tu estúpida cara aquí? Hazle un favor al mundo y muérete de una vez un día de estos.

-Kacchan…- Ese estúpido apodo parecía que jamás sería desterrado de su vocabulario, mucho menos ese tono de resignación que le crispaba los nervios, como si Deku estuviera siendo condecendiente con él. A la defensiva como un gato esponjado vio al chico acercarse a él y apoyar una mano en su hombro. -¿Qué ocurrió?

-Nada, estupido Deku.- Protestó haciendo un movimiento brusco de su hombro para sacarse su mano de encima y lo miró a los ojos con los suyos encendidos, con su rostro siendo una oda al espíritu bélico, toda su expresión gritaba guerra y la sonrisa distorsionada en sus labios, enceñando cual depredador sus dientes con gesto amenazante dejó salir de sus labios el desafío. -Pero lo que ocurrirá es que voy a barrer el piso con tu rostro.

El peli verde dejó escapar una sonrisa llena de determinación y provocación. -No será tan fácil, Kacchan… - Apenas había alcanzado a arrojar su bolso a un lado de la arena cuando el rubio aprovechó la cercanía para impulsar su brazo derecho a él con toda la intención de descargar una exploción contra su pecho a traición.

Sin embargo Deku ya lo conocía demasiado bien y con un simple impulso de sus piernas que ahora brillaban al igual que el resto de su cuerpo gracias a su quirk había saltado unos cuantos metros sobre el suelo evitando el impacto.

Bakugo relamió sus labios con la mirada vibrante de adrenalina y usó sus manos par impulsarse por los aires con sus explosiones y comenzar un combate aéreo colisionando sus puños, nudillos contra nudillos, haciendo que gracias a la nueva exploción de Katuki y el poder del One for all enviarán una onda expansiva que hizo vibrar el suelo y levantar una leve polvareda.

Los demás héroes que estaban en la arena decidieron alejarse antes de terminar involucrados en la lucha de aquellos dos que siempre terminaban destrozando la mitad del espacio, sin embargo era demasiado entretenido ver un entrenamiento entre el tercer y quinto mejor héroe de Japón.

-¡Muerete Deku!- Gritó el rubio dirigiendo una exploción de su Ap Shot a su contrincante pero en un descuido tenía al pecoso a su costado impactando contra sus costillas una patada de su full cowl enviándolo a volar unos cuantos metros por el suelo hasta finalmente impactar contra una de las paredes que rodeaban la arena.

Más golpes, gritos, insultos, tierra, sudor y sangre después ambos estaban sentados en una banca al costado de la destruida arena jadeando por aire con sus pechos subiendo y bajando al ritmo errático de su respiración.

Midoriya secaba su rostro sucio con una toalla mientras veía de reojo al rubio robar de su bolso la botella de agua. -Ya deben ser cerca de las nueve de la mañana ¿Me acompañas a desayunar, kacchan?

-Solo porque hay comida.- Contestó de malas formas el rubio.

Ambos decidieron pasar primero por las duchas del gimnasio y cambiarse de ropa antes de salir de allí y muy a desgano, Katsuki siguió a su amigo de la infancia hasta su departamento donde ambos se dispusieron a preparar el desayuno en un tenso silencio.

Para Midoriya era obvio que algo aquejaba a Bakugo, la más grande prueba es que estaban juntos en su cocina preparando el desayuno sin intentos de homicidio de por medio. Ya no era unos adolescentes, la verdad era que hacía ya unos años había logrado formar una sólida amistad en lo personal y una fuerte pero sana rivalidad en lo profesional.

Tantos años de conocerse volvían de su relación algo extraño y que pocos comprendían, ellos tenían su propio lenguaje para comunicarse, aún y cuando éste fuera un poco violento en ocasiones, pero reconocían y confiaban en el otro más de lo que pudieran explicar con palabras, de cierta forma su relación era sincera e incondicional

Una vez se sentaron a comer en la sala del pecoso, Izuku miraba de reojo al rubio cada un par de segundos hasta que Bakugo simplemente resopló y se giró con enojo a su compañero.

-¡Deja de mirarme como imbécil, Deku! ¡Dime que rayos quieres! ¿Tengo monos en la cara? ¿O qué?

-Kacchan, lo siento es solo que… algo te está molestando ¿verdad?- Preguntó con cierto nerviosismo. -¿Se trata de tu amiga? ¿Pasó algo con ella ahora que viven juntos? ¿Es por trabajo? ¿O tus padres? ¿Tiene que ver con tu salida del closet?

-¡DEJA DE MURMURAR, JODER!- Gritó molesto dándole un golpe en la nuca con una de sus manos. -¡Me pones de los nervios!- Se quejó tirando hacia atrás sus cabellos con frustración. -Es Kirishima…

-Lo siento, Kacchan…- Susurró rascando su nuca con una sonrisa incómoda. -Así que se trata de Kirishima. -Suspiró con cierto cansancio. -¿Qué es lo que ocurre?

-Ya no sé qué hacer.- Se sinceró con cierta dejadez, como si no le importara en realidad el tema. -Ha estado actuando raro y no sé qué demonios le pasa.

-Humm…. ¿Has hablado con él?- Cuestionó con una lee mueca y solo una mirada del rubio bastó para saber que no, claramente el hombre no había hablado con el pelirrojo. -Kacchan, yo no puedo ayudarte, es con él con quien deberías hablar.

-¿Y qué diablos debería decirle? Quiero reventarle la cara por andar tan extraño.

-Kacchan, no todo se resuelve con golpes.- Comentó con la voz levemente risueña pero cansada.

-Si cuando se trata del pelos de mierda.- Gruñó entre dientes. -Desde que mandé a la mierda a ese estúpido reportero él ha estado extraño y quiero reventarle sus filosos dientes.

-Deberías dejar de inventar motivos, y solo admitir que estás preocupado por tus sentimientos por él.- Aseveró el joven de cabellos verdes. -Ya te lo he dicho antes, Kacchan, pero deberías reconocer que estás enamorado, ocultarlo solo te hará más daño, no tiene sentido que sigas lastimandote así, o intenta algo con Kirishima o trata de superarlo.

-¡¿Crees que no he intetado superarlo, estúpido nerd?!

-No te enfades conmigo, yo no soy el culpable de nada.- Protestó con el ceño un tanto fruncido por el maltrato gratuito que estaba recibiendo, vió como el hombre gruñía entre dientes y sacudía sus cabellos con ambas manos haciendo que el resoplara con resignación. -Bueno, en todo caso deberías hablar con Kirishima respecto a su forma de actuar, seguro hay una explicación y no resolverás nada solo fingiendo que no te molesta.

Y por eso era que prefería hablar con Deku, sabía que el hombre no volvería a tocar el tema de sus sentimientos y solo se enfocaría en el tema puntual que él había preguntado, sin más maracada de por medio. -Bien, golpearé su dura cabeza hasta que se le acomoden las neuronas.

-No me refería a eso, Kacchan…- Protestó por lo bajo el pelirrojo. -Quizás no sabe como tratarte, digo Kirishima-kun es muy amable y siempre piensa en los demás, debe estar preocupado y está pensando de más las cosas.

-Si, esas estúpideces le pasan al idiota que tiene cabellos por cerebro., no sé porqué se esfuerza en pensar si no le dan las neuronas.

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Kirishima entró entre bostezos a la cocina cerca del mediodía, aún tenía la almohada pegada a la cara a decir verdad, su noche había sido dura, finalmente después de meses de inactividad había finalmente encontrado pistas de un caso que tenía su agencia, había estado toda la noche involucrado en una redada y luego en una persecución que había terminado con la captura de dos villanos que ahora estaban bajo interrogación de la policía, a partir de ese momento esperaba que las cosas salieran bien y consiguieran mayor información necesaria para poder cerrar ese caso por el bien de la paz.

Sonrió al encontrar a Katsuki preparando el almuerzo en la cocina y se acercó a él sigiloso, mirando por sobre su hombro como revolvía el curry dentro de la olla.

-Mmmh, huele bien ...- Comentó casi babeando sobre el hombro del rubio.

-¡Joder, pelos de mierda!- Gritó molesto giransose para darle un golpe en la cara con la cuchara de madera, que se partió al medio al impactar con el rostro endurecido del otro héroe. -¡MALDITA SEA!

Sin poder evitarlo el pelirrojo estalló en carcajadas, sosteniendo su estómago con ambos brazos. -Te lo mereces, Blasty, por intentar golpearme.

-¡Pásame otra maldita cuchara, desgraciado con pelos por cerebro! ¿En qué diablos pensabas parándote atrás mío así?

Riendo el hombre rebuscó en el cajón para pasarle el utensilio a su amigo. -No pensé que ibas a asustarte.

-¡No me asustaste, solo me sorprendiste! ¿Con quién crees que hablas, idiota?- Cuestionó molesto. -Si tienes tiempo de andar de idiota, poné la jodida mesa y llama a la vaga de mierda de Ripper.

Aún riéndose, Kirishima se apartó de manera tranquila. -Ayer fue su primer día de trabajo, deberías tenerle paciencia ¿Por qué estás tan mal humorado tan temprano, Blasty?

-Deja de tocarme las malditas narices y haz lo que te digo, pelos de mierda. - Se quejó mirando de reojo al hombre, notando la forma en que arrastraba los pies con desgana para poner la mesa del comedor. Recordó la charla de esa mañana con Deku, quizás por eso estaba tan inquieto, Kirishima parecía volver a tener una actitud normal quizás no haría falta hablar con él después de todo, odiaba ese tipo de cosas.

Volvió a poner su atención en la comida que preparaba, escuchando el rumor de los platos y cubiertos y se relajó un poco. Tal vez finalmente volvía todo a lo normal.

Kirishima terminó de hacer su trabajo y fue al pasillo para despertar a su compañera de piso, tocó un par de veces a la puerta, pero nadie contestaba, la llamó en voz alta pero de nuevo nada.

Resignado tragó saliva y se atrevió a entreabrir apenas la puerta, asomando su cabeza apenas al otro lado. -¿Nerea…?- La llamó dudoso y sonrió levemente ante la escena frente a él.

Con alma entró al cuarto, a un costado de la puerta estaba la maleta con su traje de heroína, había ropa tirada sobre una silla y el suelo, el cuarto en general estaba desordenado y sobre la cama de una plaza la chica dormida con el cuerpo torcido en una posición que parecía imposible.

Una de sus piernas estaba alzada en el aire, apoyada en la pared, su torso estaba inclinado a la derecha casi al borde de la cama, las sábanas estaban enrredadas en su otra pierna hasta la altura de la cadera.

Su rostro se sonrojó un poco al ver que la mujer estaba vestida solo con un sujetador deportivo y bragas de color negro y tragó saliva, por la forma en que estaba acostada podía ver el tatuaje en forma de corazón que ocupaba prácticamente toda su espalda y en el brazo que le colgaba de la cama podía ver la cicatriz que cubría toda la circunferencia de él apenas unos centímetros bajo el codo. Los cabellos largos estaban hechos un desastre completo sobre la cama y su rostro, coronandolo con su boca abierta que babeaba un poco.

Tímidamente apoyó una mano en su hombro y la sacudió un poco. -Nerea… Nerea es medio día, es hora de despertar. - Pidió en tono moderado pero la mujer no reaccionaba en lo más mínimo.

Iba a volver a intentarlo cuando su celular en su bolsillo comenzó a sonar demasiado fuerte y se congeló en su sitió unos segundos antes de tantear los bolsillos para tomar el aparato y llevarlo a su oreja. -¿Hola?- Saludó con voz moderada girandose para darle la espalda a la dormida latina.

-¡Eijiro!- Saludó la alegre voz de Mina del otro lado de la línea. -¿Cómo estás hombre?

-Hola, Mina, espérame un momento que…- Se giró apenas al sentir un escalofrío en su espalda, tras él, la mujer estaba sentada en la cama cuál zombie recién salido de su tumba, sus cabellos enmarañados cubrían su rostro, hombros y pecho pero sus ojos dorados brillaban amenazantes. -...¿Nerea…?

-Espero que haya muerto alguien… para que intereumpieras así mi sueño… - Murmuró arrastrando las letras, usando su lengua madre y aumentando el medio que crecía en el pecho de Kirishima, no la entendía pero ese tono asesino en sus palabras si qué era muy claro.

-Eh… la comida… -Tartamudeó y rió nerviosamente cuando la vio tomar el reloj de su mesa de luz.

-¡Raja de acá, Eijiro!- Gritó al mismo tiempo que arrojaba el aparato al hombre, colisionando en la puerta cerrada segundo después de que el hombre huyera, apoyándose en la puerta cerrada del lado del pasillo.

Escuchó risas saliendo de su celular y volvió a apoyar el aparato en su oreja. -Mina, auxilió, creo que va a matarme…-Bromeó con una risa nerviosa pero alegre.

-¿Qué fue eso? Escuché la voz de Nere-chan…- Preguntó la mujer alegremente.

-Vine a despertarla y casi me mata, entre ella y Bakugo van a molerme a golpes un día. -Bromeó más relajadamente alejándose de la puerta. -Es un peligro vivir aquí ¿Qué pasó, Mina? Es raro que llames sin ningún motivo.

-Es mi día libre ¿Estás ocupado hoy, Ei? ¿A qué hora empieza tu patrullaje?- consultó la mujer alegremente. -Quería verte hoy.

-Bueno, hoy mi turno comienza a las ocho, así que si estoy libre. -Admitió con una sonrisa regresando al comedor. -¿A qué hora y dónde nos vemos?

-Sé un buen caballero y venir a buscarme a mi casa a las tres de la tarde ¿Te parece?- Consultó con voz triunfal al finalmente coincidir su horario con uno de sus mejores amigos.

-Claro, Mina, espérame que ahí estaré. -Prometió con determinación. -Te dejo que tengo que almorzar antes de que Bakugo me tira el plato de comida fría a la cara, sabes que odia que lo haga esperar para comer.

-Si, si, esos problemitas maritales, ya te tiene bien entrenado. -Comentó riendo cortando la llamada antes de recibir la protesta del pelirrojo que resopló resignado ante esa treta.

El almuerzo luego de eso había sido el mismo campo de guerra que era siempre, nada fuera de lo común y después se alistó para ir a ver a su amiga.

Estaba entre ansioso y tenso, Mina era su mejor amiga, no era algo tan atípico que lo llamara así para verse pero tenía un leve mal presentimiento, había algo raro en esa situación y viniendo de Alien Queen podía esperarse cualquier cosa.

Había salido de la casa junto con los otros dos habitantes, despidiéndose apenas unas cuadras después, los otros dos se dirigían a sus respectivas agencias pues entraban a trabajar sorprendentemente en el mismo horario ese día y él prefirió hacer el recorrido a casa de su amiga trotando en lugar de tomar el tren junto a Nerea, la mujer estaba con un humor horrible así que guardaría su distancia.

Cinco minutos después de la hora pactada, casi sin aliento Kirishima esperaba bajo el portal del edificio de su amiga y envió un mensaje para avisar de su llegada y apenas unos momentos después vio a la joven de piel rosada salir, vistiendo un pantalón de jean de tiro alto, deportivas, un bralet blanco y una chaqueta de jean corta hasta sus costillas sin mangas.

-¡Eijiro! Ey ¿Estás bien?- Consultó al verlo agitado. -¡Ah! ¿¡No me digas que viniste corriendo!?

-Bueno, entonces no te digo…- Bromeó alegremente dándole unas palmadas al brazo de la mujer.

-¿Cómo es que tienes tanta energía después del turno nocturno? Yo estaría muriendo.- Alegó divertida tomándose de su brazo con calma. -Vamos, quiero llevarte a una nueva confitería.

Por cosas como esas, la prensa siempre hacía reflotar el rumor de que ellos dos eran pareja, pero estaban tan acostumbrados que simplemente no les importaba, así que el hombre se dejó guiar entre charlas triviales a una confitería en el centro de una temática cursi con mesas decoradas en manteles blancos con broderie y centros de mesa florales, con cartas de té diferentes y música ambiental dulce y romántica, haciendo resoplar al hombre por los lugares a los que a esa loca le gustaba arrastrarlo.

-¿Y bien? ¿Qué aconteció?- Preguntó el hombre con una ceja arqueada, quizás no fuera el ser humano más avispado en la tierra, pero la experiencia era un grado y conocía muy bien a la joven frente a él.

-¿Por qué tiene que pasar algo para que quiera salir contigo? - Consultó inflando sus mejillas con un puchero infantil, cruzando sus brazos a la defensiva.

-Me llamaste de la nada para programar una salida y me trajiste a la confitería más cursi de japón, aquí hay un patrón, solo haces esto cuando algo pasa, sino solo apareces en casa, disquicias a Bakugo o me llamas de un cine con Kaminari y Sero porque ya compraron los boletos para la película y me incluyeron, o nos incluyeron a Bakugo y a mi sin preguntar. - La vió sacando la lengua mientras se rascaba la cabeza con ademán atolondrado y resopló. -¿Y bien? ¿Qué es? ¿Tienes novio nuevo? - Tanteó curioso.

-No, en realidad no es de mi de quien quiero hablar.- Afirmó la chica apoyando sus codos en la mesa y entrelazando los dedos de sus manos para descansar su barbilla sobre ellos. -Esto es una intervención, Ei

-¡¿Eh?! ¿Cómo qué una intervención? ¡¿Ahora qué hice?! - Consultó desconcertado descansado su espalda en la silla.

-Nere-chan está preocupada por ti.- Lo acusó con el ceño fruncido, sonriendo levemente al ver el gesto confuso del hombre. -Ei, ella no te conoce en realidad y no sabía si estaría bien hablar contigo, por eso me pidió que interviniera ¿Qué es lo que pasa? Ella dijo que estas actuando raro en casa.

-¡No estoy actuando raro!- Protestó quizás con demasiada energía y la forma inquisitiva en que la chica arqueó su ceja derecha le dejó claro que ella no le creía nada. Subiendo una mano desordenó sus cabellos y suspiró. -No me di cuenta de que actuaba raro, intenté que no se notara.

-Eijiro, tu no sabes disimular, eres demasiado honesto para eso.- Lo regañó con tono calmo la chica. -¿De qué se trata todo esto?

El hombre se mantuvo en silencio unos eternos segundos mientras analizaba la mirada vacía y penetrante de su amiga, los ojos de Mina siempre lograban que perdiera los nervios, ella tenía esa capacidad de hacerlo sentir indefenso con su mirada en situaciones así, sabiendo de antemano que no tenía sentido mentirle o ocultarle cosas. -Bakugo… - Admitió finalmente.

-¿Qué tiene Bakugo? ¿Pelearon acaso?- Preguntó confundida, esos dos vivían gritando, mejor dicho era el héroe explosivo quien vivía gritandole, pero jamás se peleaban.

-No, no es eso…- Afirmó dejando caer sus hombros con pesadez y la sonrisa bobalicona que siempre adornaba su rostro desapareció, sus ojos tristes bajaron a la mesa, incapaz de mantenerle la mirada a la mujer mientras soltaba un suspiro, que tál como decía el dicho, parecía cargar con un trozo de su alma. -Mina, de nuevo no llego ni a sus talones…

La mujer ladeó la cabeza un poco confundida pero guardó silencio, de nada servía preguntarle a que se refería cuando era obvio que el chico intentaba armar con mucho esfuerzo las oraciones en su cabeza para poder expresarse, lo vió apretar sus manos en tensos puños, seguramente lastimando sus palmas con sus cortas uñas y luego apoyarlos sobre la mesa con frustración. -Prometí vivir como hombre, siguiendo los ideales de Crismón Riot, pero en el fondo… sigo siendo un cobarde.

-Ei… - Suspiró su nombre con preocupación y tristeza. -No eres un cobarde.

-¡Si lo soy, Mina!- Protestó él alzando ojos furiosos hacía ella, no estaba enojado con su amiga, estaba frustrado y molesto consigo mismo. -¡Bakugo de gritar en televisión en vivo que es gay! ¡Le importó todo un carajo! ¡Solo lo hizo! ¡Se declaró frente a todo el país, frente al mundo! Y yo…- El hombre apretó más sus puños y desvió la mirada. -No soy siquiera capaz de ser abierto de esa forma con mis amigos, con mi familia, por miedo, por estúpido miedo y ni siquiera soy capaz de actuar como siempre cerca de Blasty porque…. porque me recuerda todo lo hombre que es y yo a su lado…

-¡Detente ahí, Kirishima Eijiro!- Casi gritó Ashido, apoyando ambas manos en la mesa e inclinando su cuerpo al frente hasta que su rostro estuvo a pocos centímetros de los del chico. -No voy a permitir que hables de esa forma de ti mismo. - Le aclaró señalandolo con un dedo y un poco más calmada regresó a su lugar. -Escucha, todos tenemos miedo y hay cosas que nos cuestan más, no eres menos hombre que Bakugo ¡Y lo sabes! ¡Eres una de las personas más fuertes que conozco asique no te voy a permitir tirar por tierra todo lo que has crecido en estos años solo porque eres un idiota y te sientes inseguro!

Miró a la heroína frente a él con sus ojos desorbitados y tras respirar profundo se tranquilizó asintiendo con su cabeza. -Gracias Mina.

-De todos modos, Eijiro… ¿A qué le tienes tanto miedo? - Consultó ella seriamente. -Nunca hemos hablado de esto, nunca he querido presionarte demasiado pero… quizás esta es tu oportunidad de cambiar las cosas ¿no crees? Ya lo haz hecho antes, cuando algo no te gusta solo lo cambias.

-Es complicado… - Resopló entre dientes.

-Que bueno que tenemos toda la tarde.- Afirmó ella despreocupada apoyándose en el respaldar del asiento con sus brazos cruzados tras su nuca.

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Se acomodó la hombrera de su traje de héroe mientras caminaba por su zona de patrullaje, hacía apenas una hora había comenzado su turno. Se sentía ligero, la charla con Mina lo había hecho sentirse de ánimos de nuevo, y lo había ayudado a tomar una determinación después de todo él había tomado hacía mucho tiempo su elección de vida y como quería afrontar el futuro.

Se giró para saludar con cordialidad a un civil que a distancia, desde el otro lado de la calle había gritado su nombre con alegría pero segundos después escuchó gritos que venían de una concurrida peatonal cerca de él.

Girándose sobre sus talones corrió en su dirección, dobló en la esquina y se encontró con un panorama horrible.

En medio de la calle un hombre de aspecto humanoide pero con enormes púas en su espalda gritaba y se sacudía, llevando sus manos a su cabeza mientras las púas imbuidas en una especie de liquido negro volaban en todas direcciones, clavandose en el suelo y en los edificios, hiriendo civiles que huían entre gritos de horror y confución, dejando atras heridos que en el suelo se retorcían de dolor.

Sin pensarlo se arrojó sobre él endureciendo su cuerpo para envolverlo con sus brazos por la espalda, intentado evitar que más púas salieran disparadas, pero el hombre se agitaba con una fuerza descomunal, chillando y jadeando como un animal salvaje y sus ojos idos, escupiendo saliva espumosa como un perro rabioso.

-¡Huyan! - Exclamó a las pocas personas que aún estaban cerca paralizadas de miedo y desconcierto pero un nuevo grito desgarrador cortó el aire, distrayendolo lo suficiente como para que el hombre que intentaba reducir se lo sacara de encima y lo arrojó varios metros por el aire hasta hacerlo impactar contra un edificio.

A poca distancia de ellos, una mujer vestida de ejecutiva se tambaleaba en su lugar antes de continuar con chillidos agudos, arañandose a sí misma, destrozando la ropa que llevaba, arrancando las mangas de su traje dejando ver su pálida piel hervir en un color azulino que no era ni remotamente normal antes de que a su alrededor los postes de luz comenzaron a retorcerse.

Agitando los brazos como una desquiciada las señales de tránsito, los carteles de los locales, los postes de luz comenzaron a moverse de manera forzosas antes de ser arrancados de sus sitios y volar por los aires siendo arrojados en todas direcciones sin sentido alguno y pronto el edificio tras ella comenzó a vibrar y las ventanas crujieron antes de que los vidrios estallaran, cayendo sobre la calle y los gritos de socorro y espanto inundando el aire viniendo desde dentro de la edificación.

El caos había comenzado, Red Riot se levantó y volvió a arrojarse al peligro intentado frenar los avances del hombre que parecía moverse por puro instinto avanzando a ningún lugar en concreto, tirando golpes al azar al héroe frente a él.

El ruido de explosiones acercándose le hizo alzar la mirada para descubrir a Ground Zero acercarse por los aires y las sirenas lejanas que se oían le daba la pauta de que pronto los servicios de rescate y policía de la ciudad se apersonarían en el lugar, junto a héroes de apoyo que ayudarían con la evacuación y rescatar a los heridos que había regados por la zona.

Desde un tejado algo alejado una mujer murmuraba una alegre canción infantil, sentada en la cornisa mientras agitaba sus piernas al aire, usando unos binoculares para observar el espectáculo a un par de calles de allí.

-Juguemos en el bosque mientras el lobo no está... - Murmuraba divertida, soltando una carcajada relajada, si figura esbelta y aniñada contrastaba con el traje morado obscuro de látex que vestía su cuerpo, y relamió sus labios con gusto mientras fijaba su atención en la forma en que la civil que arrojaba cualquier objeto metálico a su alcance para defenderse de manera torpe y entre gritos desgarradores de los ataques de Gound Zero, y su sonrisa se torció al ver a los heridos levantarse entre gritos y convulsiones, atacando a los paramédicos o héroes que intentaron auxiliarlos, comportándose como animales rabiosos sin raciocinio. -Aunque el lobo esté… cortarles la cola, saquémosle la piel… irrumpamos en su casa… - Canturreo con una carcajada de algarabía mientras volvía a colgarse los auriculares al cuello, dejando ver un rostro dulce, de enormes ojos almendrados y cortos cabellos negros y risados. -No hay caso, si quieres las cosas bien tienes que hacerlas tú misma… - Comentó en voz alta alzando su mano derecha frente a ella y ronroneó gustosa al hacer crecer sus uñas cerca de veinticinco centímetros en una colaración azul marino que desprendía un liquido casi negro de la punta.

Despacio asomó su lengua de sus sonrosados labios y relamió con gusto la sustancia. -Sabía que siendo tan dulce no podías fallar, bebe. - Y entre risas se alejó saltando al siguiente tejado para luego dejarse caer en un callejón alejado y perderse entre las concurridas avenidas de Tokyo.

-.-.-.-. á. -

Ushuaia, Tierra del Fuego, Argentina. Miércoles 2 de Septiembre del 2020.

Notas finales de Sioa: Bueno, acá vamos a empezar a añadirle más acción al fic, y las cosas pueden complicarse un poco, espero que les haya gustado la historia hasta ahora.

La verdad sea dicha, este capítulo me costó bastante escribirlo, y creo que está un poco desordenado pero espero que se entienda bien.

Desde ya les mando un abrazo enorme a todas las personas que vienen siguiendo y apoyando esta historia, les prometo que no tardaré demasiado en subir la siguiente actualización.

Les mando un beso enorme y espero leer sus comentarios, siempre contesto, esa es mi forma de interactuar con ustedes y saber si esto les está gustando o no y que sugerencias tienen.

Los veré en el próximo capítulo.

Sioa Shun Uchiha-san.


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