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Amor Milenario por Heartshaoi

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Notas del capitulo:

Necesito acabar este fic y hacer uno ukeando a Leorio, juro que ni puedo escribir mi lemon GingxGon por andar pensando en el cuatro ojos ese.

AHHHH

 

Actualizacion de transicion otra vez. Si ya se que se pone aburrido a veces, pero Ging necesita darse cuenta de cuanto ama a Gon antes de seguir resistiendose a él.

Además, parti este capitulo en dos (?

 

Nos vemos abajo...

 

Capítulo 15: Aviso, no tocar.

 

 

Quería entablar un tema de conversación  y volver a reírse con él de alguna tontería, pero, le era imposible, el otro estaba reacio, no dejaba ningún punto de flexión entre sus actividades y no permitía ni que el capitán del barco le cambiase de facción. Ging estaba serio, más que de costumbre, con sus cejas duras, y una mirada plana.

Estaba pensando en cómo llegar con Gon a la asociación y no fracasar en el intento. El pequeño demonio dentro suyo sí era un problema. Sabía que vivir en su Isla era lo mejor porque no había usuarios nen que pudiera enfrentar, muchos menos que vayan a descubrir aquel secreto. Realmente era importante para él, sabía que alguien con un dote, por más benigno o maligno que sea, lo tomarían a la fuerza para hacer cualquier estudio. Aún si eso demandara perder a un cazador de tanto nivel.

Y jamás dejaría que traten a su hijo como una bestia, aunque su aura expresara la más peligrosa de las calamidades, él no estaba dispuesto a perderlo. Quería cuidarlo, en especial de Pariston, aquel hombre rubio y de falsa sonrisa, no deseaba que viera a su hijo, era un peligro que estaba corriendo solo por complacer al menor.

En cambio, el adolescente estaba contento a pesar de casi no dirigirse la mirada, estaba sentado a su lado observando por una ventana el hermoso mar, era de noche y la hora de dormir se acercaba. Como el resto del día su padre estuvo leyendo e ignorándolo. Sabía que parte de esa actitud se debía a los momentos que habían compartido, y no quería ser inoportuno, si su padre quería silencio estaba bien. Debía ser un buen hijo y darle paz, aunque sea un poco más…

Pero estaba luchando con una fuerza sobrehumana en su interior, que le hacia mover las piernas bajo suyo con ansiedad, haciéndole morder los labios y respirar pesadamente. Quería volver a besar a su mayor otra vez. Quería que lo amara otro momento, que le hiciera sentir esas cosquillas en su vientre… Anhelaba que por un momento su mirada se posase en él con aquella misma intensidad del día anterior.

Pensaba en quitarle el libro y exigirle continuar con el contacto, pero su osadía podía costar un rechazo que su corazón no aguantaría. Una voz interior le susurraba como si el mismo diablo le incitara a pecar, como si la misma serpiente de Eva le invitara a comer del fruto prohibido.

Se levantó y caminó hasta la habitación que compartirían esa noche, cerrando la puerta, escuchando las voces de su cabeza envueltas en risas y gritos acusándole por ser tan débil. Por momentos así pensaba que estaba loco, pero supo que esa falsa esquizofrenia se debía al demonio dentro suyo. Podía jurar que le hablaba, y a veces hasta le conversaba, pero no podía permitir que lo dominara esta vez, así que apretó fuerte los ojos, empuñando sus manos hasta que las venas se le hincharan por la fuerza, pensando una sola cosa.

“¡Sal de mi! ¡Ya basta!”

Repitiéndose la línea hasta el cansancio, pudo tras varios minutos de ensimismamiento dejar su mente en blanco. Abriendo los ojos, para luego caminar sin ánimos hasta la cama, lanzándose a esta haciéndola sonar con un claro chirrido de antigüedad.

Amaba a Ging, no había duda de sus sentimientos y por eso debía ser paciente.

 Se llevó una mano al pecho y estrujó su ropa encima de su corazón, como si quisiera arrancarse aquella maldición en su puño. Con esa carga no podía amarlo completamente. A diario intentaba no dejarse llevar por sus emociones, pero estás eran muy fuertes que le empañaban la razón, solo cuando Ging era afectivo con él todo su universo de sentimientos se calmaban.

En especial esas ultimas veces que se habían besado, fue como echarle agua bendita al incendio dentro suyo, pero que también servía como combustible para avivar la llama de su infierno.

Pensando en él y en su sonrisa se quedó dormido, a penas y con el cuerpo a mitad de la cama de una forma descuidada y sin importarle estar con los zapatos aún.

 

Ging lo miraba dormir, veía como por la comisura de su boca una delgada línea de saliva se perdía en la almohada. Había regresado de su lectura para descansar y la escena del adolescente le hizo detenerse antes de entrar entre sus propias sabanas. Tuvo que acomodarlo en una posición adecuada para evitarle una torticolis, abrigándolo e intentando que su cuello no se ladeara tanto, se preguntaba como era posible que este tuviera el sueño tan pesado, no era la primera vez que le hacía el favor de arroparlo, pero a pesar de haber sido tantas las veces que lo había tocado no pudo evitar temblar al rozarle las piernas.

Había estado alejado de su cuerpo todo lo que pudo durante ese día, lo había ignorado casi al punto de morder su lengua si esta se asomaba para llamarle. Pero ahora estaba ahí y todo su esfuerzo se veía inútil ante el bello niñato desprotegido.

Maldecía en sus adentros, estaba dando por perdido todo su trabajo, ya no podía negarse más ante sus inmensas ganas de acariciarlo, con miedo y sin poder creer su oportunidad, colocó una mano en el redondeado rostro que cada día era más alargado. Suavemente empezó a frotarle las mejillas y el durmiente al sentirlo se acunó aún más entre sus dedos, al igual que un cachorro en busca de protección.

Ging lo vio removerse un poco más y lo soltó para evitar despertarlo,  sentía culpabilidad por sus actos, sentía que su amor estaba retorciéndose al punto de actuar bipolarmente, pues, durante el día había estado negándose a charlar con él, y ahora lo buscaba con ansias de escucharlo un poco más…

Lo medito y se propuso resistir a su cuerpo, quería pensar que endureciendo su corazón este ya no sentiría nada por su hijo. Pero no era así, solo rogaba en sus adentros tener algo de voluntad para no volver a caer en la tentación de tocarlo.

Se sentó en su propia cama y le dio una ultima mirada antes de liberar su cabello de su típico turbante azulado. Pensaba que una cosa era estar enamorado y otra actuar como enamorado. Podía amarlo, afirmaba que eso era correcto y hasta cierto punto tolerable, pero… volver a tocarlo era una condena que con cada segundo crecía, debía actuar como su padre por más estúpido que sonase, debía seguir siendo su mentor y evitar el contacto o quizá ya no se reconocería.

A veces creía que el endemoniado era él…

 

 

Llegaron con el alba y desembarcaron con a penas y un saludo y unas cuantas ordenes por parte de Ging.  Debían tomar un vuelo para estar en la ciudad en unas horas, el mayor llamó a Cheadle informándole de su hora de llegada para evitar perderse alguna escena relevante de la próxima reunión.

Gon intentó hablarle y solo logró unas respuestas cordiales, aquello no le gustó, tenía la cara echa un puchero y estaba fastidiado de esa actitud tan parca. Su padre no era introvertido, sabía que no le gustaba la multitud ni mucho menos ser el centro de atención, pero la etapa de conocerse ya había acabado y este insistía en actuar como si fuesen recién conocidos.

No, definitivamente no iba a soportar un segundo más así, no había esperado casi un año entero para un beso, y que ahora se negara a mirarle directamente era infantil, por no llamarlo estúpido.

Ging pretendía que el viaje en las alturas fuese otras horas llenas de aburrimiento, pero empezó a notar como Gon intentaba llamar su atención, estaba poniendo todo de su parte para no sonreírle pues esa expresión de berrinche era muy tierna.

“Concéntrate… no te dejes llevar”

–Papá ¿Crees que me veo mejor con este short? Mm… ¿O debería ponerme uno más largo?

Ging levantó la vista de su celular y el piloto de su cerebro dejó en automático su cuerpo, generando que abriera la boca y soltara el móvil por la impresión. Parpadeó muchas veces por inercia y tomó bastante aire ganando unos segundos para pensar en lo que diría.

–Te ves bien.

“¡Estás haciéndolo apropósito!”

–¿Bajarás así del aeroplano? – tragó saliva ante la cuestión, casi sin disimular como recorría las piernas ajenas en un claro deleite visual.

–No lo creo… ¡Pero podría salir así con Leorio y Kurapika! Me gusta que sea de color negro – dijo con su radiante sonrisa y tono de inocencia, estirando sus piernas en un ejercicio de sentadillas para comprobar que no se rasgaría al flexionarse tanto.

Ging sintió como una vena se hinchaba en su frente, escuchar ese nombre le ponía de mal humor, de tan solo imaginarlo luciendo su cuerpo a vista de esos tipos los celos le llegaron al copete.

–Me gusta más el verde, combina con el café de tus ojos – se mordió la lengua al callar, gritando internamente ¡¿Cómo era posible que su boca le fallase otra vez?! Agachó la cabeza para fingir ver su celular, tamboreando sus dedos con nerviosismo en su mueble, esperando una respuesta que le hiciera avergonzar de sus pensamientos. Ah… Qué difícil era amar.

Pero ninguna respuesta llegó, quería alzar la mirada, pero de seguro su hijo estaba riéndose de él ¡Por amor de Dios! Debía saber que iba a pasar tras su ataque de romanticismo…

Y lo vio, como desajustaba sus cortos pantalones, deslizándolos con algo de dificultad hasta dejarlos en el piso, parpadeó varias veces y un suave escalofrío atravesó su espalda. No esperaba que Gon se cambiara delante de él. Había contemplado innumerables veces su cuerpo, pero ahora le causaba un maremoto en la sangre, haciéndole retumbar en las venas hasta generarle una ligera arritmia.

El adolescente se sabía observado, y sonrió sin ninguna vergüenza ante el asombro ajeno, tomó sus shorts verdes y se cambió.

–Entonces te gustan más estos… - dijo fingiendo no darse cuenta de la provocación. Subiendo lentamente su prenda, girando para verse la retaguardia como si buscara alguna imperfección.

–Deberías sentarte y abrocharte el cinturón, pronto descenderemos…

Quería pararse y darle un par de nalgadas por ser tan atrevido, estaba jugando con él y lo sabía a pesar de tener la fachada de inocencia. Volvió a tomar su celular intentando bajar los colores de su rostro pensando en otras cosas.

–¡Yosh! Ya que estamos en la ciudad pasaré a comprar más ropa. ¿Vendrás conmigo? – dijo sentándose por fin a su lado, agradeciendo haber reservado un aeroplano solo para ellos dos. No podía haber hecho su hazaña en un vuelo comercial.

–Tengo trabajo mocoso, tendrás que ir solo esta vez.

–Aburridohh… - dijo un tanto burlón, ganándose un quejido de molestia del mayor.

–¿A quién le llamas aburrido?

Gon le sacó la lengua y podía haberlo seguido molestando, pero la bocina que indicaba su llegada resonó en todo el espacio.

“Aeropuerto Ringon en 5 minutos, por favor no desabroché sus cinturones. Próxima parada…”

Al menos el hielo ya se había roto.

 

Bajaron en el aeropuerto y esperaron a que sus maletas llegaran para dirigirse hacia la entrada. Pero una sorpresa nada grata para Ging se presentó cuando estuvieron en la flota de taxis.

–¡Ging! ¡Voltea rápido! – aquella voz podía reconocerla, aunque hubiese pasado mil años. Cheadle la presidenta, lo esperaba acompañada del señor Beans. Ging al verlos sintió como un yunque golpeaba sus hombros, el estrés que le generaba el hecho de que sus planes no saliesen como deseara era intolerable.

–¿¡Qué hacen aquí!? – contestó sin amabilidad. Acercándose a enormes zancadas haciendo que Gon casi corriese tras de él.

–Te dije que era mejor no venir Cheadle – dijo con algo de miedo aquella habichuela verde.

–¿Y perderme la oportunidad de hacerlo sufrir? – rio - ¡Hola Ging! Llegas temprano.

–¿Qué está pasando? ¿No nos juntaríamos en la asociación?

–¡Hola! ¡Soy Gon, un gusto conocerlos! – dijo el más bajito saliendo de la espalda de Ging, generando que los otros ignoraran las interrogantes del adulto.

La mujer de pelo verde y nariz de sabueso se agachó un poco para sonreírle, dándole la mano en un gesto cordial. Ging rápidamente lo tomó de los hombros colocándolo a su lateral, casi pegándolo a su cuerpo.

–¿Me dirán que hacen aquí o no? – dijo esté algo nervioso, estaba actuando como un imbécil al ponerse celoso de esos dos, soltó a Gon para darle una caricia en la cabeza y fingir que no pasaba nada.

–No iremos al edificio de cazadores, la reunión se hará en mi casa y me pareció buena idea llevarte personalmente.

–El trato era en la asociación. Así que me retiro, con permiso.

–¡Espera! Nunca hubo un trato, así que se leerá el testamento de Netero en mi casa. Es una reunión personal ¿No pretendes que esté medio mundo escuchando su adiós más privado que dejó a cada uno, verdad?

Ging se dirigió a su hijo y mirándolo aún molesto por la reciente información le dijo – Nos veremos más tarde en el hotel que reservamos.

–¡Que venga con nosotros! ¿No vas a dejar a tu hijo solo, o si?

–Me parece una buena idea– dijo el señor Beans al notar como el rostro de Ging se complicaba más.

–¡Sí! – emitió Gon.

–¡No! – pronunció más fuerte su mayor.

–Bueno… Entonces buscaré a Leorio y Kurapika. Estarán trabajando aún en el área ejecutiva ¿Cierto Cheadle – san?

Ging sintió como la sangre se retiraba de su cara dejándolo congelado ante la idea.

–Vendrás con nosotros– afirmó tomándolo de los hombros.

–¿No dijiste que…?

–¡Shhh! Está bien, solo no te separes de mí.

 

Cheadle los miró sonriendo, Gon no era el único que adoraba sacarle de quicio, la zodiaco podría ser aún peor.

 

 

–Creo que tenemos un inconveniente, a menos que quieras viajar en la maletera Ging – rio la peliverde al llegar a su auto, que estaba abarrotado de cajas y cajas, dejando a penas un espacio en los asientos traseros.

–¿Cómo se supone que viajaremos en esa cosa? – preguntó el mencionado, observando la geometría de los objetos comprobando si podía alcanzar meter a su hijo en un hueco.

–Yo conduciré– dijo asegurando su asiento el frijolito verde, tomando el volante y ajustando su cinturón.

–Si quieres puedo llevarte en mi regazo Gon – ofreció la mujer indicándole que podía tenerle confianza con su sonrisa.

–Etto… –contestó algo tímido, rascando su mejilla –No quiero incomodar…

Ging escuchó la petición, estaba viendo que era imposible meter a Gon en la maletera, y tampoco estaba dispuesto a dejar que Cheadle lo lleve en sus piernas, en todo caso se sacrificaría él.

–Te llevaré yo– dijo abriendo la puerta y sentándose con ajustas penas, empujando al otro extremo las cajas que empezaron a caer por la parte delantera del copiloto.

–¡Arreglado entonces! ¡Prende el motor Beans, no quiero llegar tarde a mi propia reunión!

Gon miró a su padre sonrojado, este le tendía la mano invitándolo a sentarse en sus piernas, abriéndolas para darle un poco más de comodidad.

–Ven… –le dijo muy bajito.

Gon no conocía a la zodiaco bien, pero ya la amaba en ese momento. Se sentó y cerró la puerta sintiendo como el aire acondicionado temperaba su espacio. Si pudiera definir la emoción en su pecho seria similar a haberse ganado la lotería y su padre era el premio mayor.

El carro avanzó y comenzó el trayecto en una conversación de los mayores algo robótica, unos cuantos datos estadísticos y otros asuntos judiciales fueron los temas de conversación. El viaje era largo, al parecer la mujer vivía al otro lado de la ciudad y era importante llevar los objetos de las cajas, pues ahí estaban las pertenencias que Netero había dejado como herencia a sus amigos de la asociación, el resto de individuos catalogados como parientes y familiares tenían una reunión especial con un abogado que leería un testamento particular para ellos.

En este encuentro solo estarían los cazadores más allegados al difunto anciano. Entre ellos Ging, Cheadle, Pariston Hill, Mazaistom, Knov, Morel y por último Beans que fue su mano derecha en todo momento.

Ging no estaba precisamente cómodo mientras conversaba con sus viejos conocido, tener a Gon en las piernas mientras se sostenía de la puerta o del techo no era sencillo. Los baches y giros del auto podían hacer de rato en rato que lo apretara contra sí, y si no fuese por las cajas los otros ya hubieran notado sus manos alrededor de la cadera del menor.

No podía evitarlo, tenía que sostener al muchacho de alguna parte para evitarle salir volando hacia adelante en cada brusca parada de semáforo, Beans no era tan buen conductor y se disculpaba muy a menudo por su falta de práctica.

Gon estaba sonrojado y algo tartamudo, no podía mirar a los sentados delante suyo o contestarles las pequeñas preguntas que le hacían ya que titubeaba ante los nervios, sentía como Ging le apretaba las caderas con fuerza, y por ratos esa mano se deslizaba hacia sus desnudas piernas llenándole de caricias y roces con sus dedos, entrándose cada vez más a sus muslos internos, ahí donde las cosquillas le hacían brincar. Quería voltear y mirarle solo para demostrarle en una sonrisa que le gustaba aquel jugueteo.

Peligroso, Ging lo sabía, pero le era imposible resistirse a tocar lo que tenía en frente, tenía que castigarlo de algún modo por haberse echo desear al desnudarse tan eróticamente en el aeroplano, así que si le mostraba su desnudo cuerpo se las cobraría recorriéndolo. Era la primera vez que lo tocaba tan pervertidamente, y se sorprendió al sentir su piel muy suavecita, estaba tentándose a tocar su trasero solo para comprobar la dureza que tanto lucía tras esos shorts.

Un mal giro por una avenida y Gon terminó saltando hasta chocar en el techo del carro, Cheadle se disculpó por haber dejado manejar a Beans, y le pidió a Ging que sostuviera más firme a Gon, nadie quería que se lastime otra vez. Y para mala suerte del Freecss mayor, el de ojos café quedó sentado en su entrepierna, y este se movió tortuosamente aprovechando que las cajas habían cubierto casi todo su espacio.

Ging sentía el roce de sus muslos en su parte más erógena, quería rogarle al oído un poco de piedad, que se quedara quieto porque estaba disfrutándolo, y no quería llegar con una erección a la reunión.

Puso todo de su parte para evitar esa trágica escena y aprovechando un semáforo en rojo se acercó a su oído –Gon, quédate quieto, p-por favor…

Que su padre le dijera esto en un susurro casi imperceptible solo le hacia querer seguir, pero no debía ser tan cruel, además el riesgo de su juego era muy alto.

Se sentó a las laterales apoyando todo su peso en la puerta del auto, liberándose de sus manos, para por fin ver sus ojos, el ámbar que le miraba tenía una ligera sombra, sintiendo por primera vez su fogaje, le era vergonzoso retener sus ojos en aquella guerra de no flaquear. Ninguno apartó la vista del otro, los otros dos acompañantes conversaban sin tenerlos en cuenta y aquello remarcó su complicidad.

La electricidad que irradiaban podía palparse, y solo la voz de Cheadle indicándoles la llegada rompió su burbuja.

 

–Bienvenidos a mi casa, familia Freecss…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

siento dejar los condones para el siguiente cap xd tenia que hacer salseo, me prende hacerlos jugar delante de otros jhajdhsajda

 

Ging maldita sea, deja de jugaaaaaar, Gon te pide a gritos v3rgaa JAHSJ

 

Espero les guste.

 

Hablando de otro tema, apoyarian que ukee a Leorio en un nuevo fic :V?

 


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