Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ristra de corazones rotos por Marbius

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

13.- "¿Real?" & "Por completo."

 

En perspectiva, el departamento de Katsuki estaba más cerca, pero Izuku pidió ir a su propia casa, y tras una pregunta silente, éste accedió a ir con él y pasar la noche a su lado.

El taxista tuvo la cortesía de guardar silencio y seguir indicaciones, haciendo de su trayecto uno tranquilo y sin complicaciones.

Katsuki se encargó de pagar la cuenta a pesar de las protestas de Izuku, pero insistió en que también era parte de su regalo de cumpleaños y así lo zanjó.

—Ya me diste antes un obsequio —protestó Izuku una vez que entraron a su diminuta casita y se retiraban los zapatos en el genkan—. No era necesario.

—Pero no lo has abierto todavía, así que no cuenta.

—¿Puedo?

—Adelante.

Siguiendo a Izuku a la salita, se sentó frente a él en el piso mientras rompía con cuidado el empaque y examinaba la simple caja que lo contenía. Katsuki no le había dado gran importancia a la decoración, considerando que el regalo triunfaría o sería un fracaso por sus propios métodos, y a juzgar por la expresión confundida de Izuku, corría el riesgo de que fuera lo segundo si no se apresuraba a explicarle su funcionamiento.

—Quítate la camisa —ordenó Katsuki, e Izuku lo miró con una ceja arqueada.

—¿No puedo terminar con mi regalo antes de que me pidas sexo?

—Tsk, idiota. No es eso —dijo Katsuki sin malicia—. Te enseñaré cómo funciona.

Izuku obedeció, desabotonando despacio su camisa y después dejándola doblada a la perfección sobre el tatami. Abajo llevaba una camiseta sin mangas, y Katsuki se valió de ello para moverse de rodillas hasta su lado. Izuku apretó los labios cuando Katsuki le retiró también la manga de presión que llevaba siempre para sus heridas salvo cuando tomaba una ducha o se retiraba a dormir. Era evidente que le disgustaba mostrar sus cicatrices, pero no opuso resistencia y Katsuki le estuvo agradecido por el voto de confianza.

—Puede que no funcione al 100% todavía, es apenas un prototipo —comenzó a disculparse mientras tomaba el regalo de manos de Izuku y lo colocaba en su brazo a partir del codo.

Como lo había hecho antes Mei Hatsume con él, Katsuki se encargó de rodear el brazo con aquella cinta flexible, que al instante adquirió la forma de su músculo y quedó lista.

—¿Podrías...? —Sugirió Katsuki—. Yo me la probé antes, pero supongo que será completamente diferente para ti.

—¿Qué es exactamente? —Preguntó Izuku, tensando el puño y sintiendo la presión en el brazo—. Se parece a mi manga.

—Es algo similar, pero funciona también como soporte. La ingeniera que lo fabricó también mencionó que tiene una resistencia de 150 kilogramos, así que al menos puede ayudarte a sostener tu peso. Uhm, he notado que desde que Shouto viene a mis clases de crossfit tú apenas si quieres tocar el tema, y deduje que era porque tenías envidia.

—¿Tan transparente soy? —Izuku suspiró—. La verdad es que siempre quise estar en tus clases, pero... Con mi brazo en el estado en el que se encuentra.

—Quizá puedas, si esto funciona —dijo Katsuki, rozando la manga metálica en su brazo—. No prometo que lo haga, pero vale la pena intentarlo.

Izuku tragó saliva y asintió. —Ok.

Poniéndose en pie, Izuku realizó primero unos movimientos de calentamiento antes de atreverse a utilizar su brazo herido. Empezó primero con algunas de las posiciones de yoga que más tensión ejercían en sus extremidades superiores, y al no experimentar el usual tirón de debilidad, cambió de modalidad, llevando a cabo un par de lagartijas antes de detenerse.

—Katsuki.

—¿Uh?

—Es... increíble.

—¿Qué?

—No había sido capaz de hacer más de tres lagartijas desde antes de mi accidente.

—¿Bromeas?

—¡No!

La sonrisa que compartieron fue única, y después Izuku apenas pudo contener las ganas de dirigirse a esa hora a Plus Ultra a cerciorarse cuánto más podía hacer con aquella manga.

—Nunca había visto algo así —dijo Izuku, maravillado por la forma en que se ceñía a su brazo como una segunda piel y al mismo tiempo no le resultaba incómodo o le estorbaba en cualquier movimiento que intentaba—. Te debió haber costado lo suyo.

—No tanto como crees —masculló Katsuki—. Mei Hatsume en verdad tiene pasión por lo que hace.

—Tendrás que pasarme su información de contacto para darle las gracias por esto. Y bueno, a ti también porque esto es increíble, Kacchan —dijo Izuku al saltar en sus brazos, y con un beso que no contenía nada, unir sus bocas con desesperación.

Con ánimo festivo y alcohol suficiente en su organismo, no tardaron en hacer a un lado todos los eventos ocurridos a lo largo de la noche y sólo centrarse el uno en el otro.

Tumbando a Katsuki sobre su espalda, Izuku se sentó ahorcajadas en él y se dedicó a refregar sus erecciones en un lento y húmedo vaivén que ambos vivieron como una experiencia exquisita.

Sujetando a Izuku por los glúteos, Katsuki marcó para los dos un ritmo preciso, y lo mantuvo a pesar de los constantes mordiscos que éste le propinó a lo largo del cuello y pecho.

Perdidos en el placer y la prisa por estar juntos, prescindieron del lubricante y se contentaron con utilizar saliva a pesar de que ambos tenían claro que lo iban a lamentar apenas terminar. Pero daba lo mismo. Izuku se llevó tres dedos de Katsuki a la boca y los bañó con su saliva, guiando después él mismo esa mano al punto entre sus nalgas y gimiendo con desahogo cuando los dedos lo penetraron.

El calor de julio y no haber encendido el aire acondicionado los hizo estar bañados de sudor y resbalosos, pero Katsuki no lo dejó ir en ningún momento. Después de varias falsas alarmas, ya no estaba dispuesto a correr riesgos, y mientras con una mano preparaba su interior, con la otra lo sujetó por la cadera y se negó a soltarlo.

—Los condones... —Murmuró Izuku, los párpados pesados y mirando a Katsuki desde su posición ventajosa arriba de él—. Están arriba...

—Al diablo con ellos —resopló Katsuki—, puedo hacer que te corras así.

—O podrías... —Lanzó Izuku la propuesta, tentativo con su rechazo.

Katsuki abrió la boca pero ningún sonido emanó de sus labios. Ambos habían sido cuidadosos hasta ese punto siguiendo las pautas del sexo seguro, con condones y su uso adecuado, pero bien podrían omitirlos. Plus Ultra no escatimaba con exámenes médicos dos veces por año. Katsuki había tenido el suyo apenas empezar a trabajar en el gimnasio y estaba sano; Izuku había tenido el suyo el mes pasado, y con ligereza había comentado que su estatus era el mismo. De hecho, la única razón por la que no habían dejado de utilizar condones entre ellos era porque de por medio no habían tenido esa charla pendiente de exclusividad, donde acordaban no dormir con otras personas y mantenerse seguros en su relación.

Y vale, todavía no habían formalizado nada, pero Katsuki no se había acostado con nadie después de conocer a Izuku, y sabía a ciencia cierta que el mismo caso aplicaba para éste.

—¿Quieres probar sin condón? —Preguntó Katsuki, siempre directo al grano, y desde su regazo Izuku asintió.

—Me encantaría...

—Ok. Levanta la cadera —pidió Katsuki, y al hacerlo, Izuku le proveyó de la postura y el ángulo perfecto.

Extrayendo sus dedos del interior de Izuku, Katsuki utilizó esa mano para sostener su miembro en posición vertical, e Izuku no se demoró colocar la punta sobre su abertura, y tras unos segundos de tantear y creer que no lo conseguirían, el músculo cedió y el glande entró.

—¡Ah, joder! —Exclamó Katsuki. Aquella era su primera vez sin un condón. Siempre había sido cuidadoso con sus compañeros de cama y practicante del sexo seguro en todas sus expresiones, pero ahora con Izuku eso pasaba a un segundo término mientras éste continuaba descendiendo sobre su erección hasta tener su trasero completamente apoyado en su cadera.

—Se siente diferente... —Exhaló Izuku con una risa nerviosa, y Katsuki acarició con ambas manos sus muslos.

—Tú también te sientes diferente...

Y así era. Su interior era más caliente que nunca, el tacto diferente. Katsuki no sabía cómo expresarlo con palabras, así que se limitó a recorrer con sus manos sus caderas y presionar con sus pulgares los prominentes huesos de Izuku y esperar a que éste estuviera listo para moverse.

Apoyando sus manos en el tatami, Izuku empezó un lento bamboleo, primero en círculos y después levantándose un poco para permitir que el miembro de Katsuki entrara y saliera de su interior. Katsuki tuvo que cerrar los ojos para no correrse ante la mera imagen del rostro extasiado de Izuku, pero la ventaja era apenas mínima. El calor entre ellos dos continuó ascendiendo, y pronto los movimientos de Izuku se volvieron erráticos, hasta que se desplomó sobre el pecho de Katsuki y gruñó que los muslos lo estaban matando y ya no le respondían.

—Haré que valga la pena y no lo lamentes en la mañana —dijo Katsuki al rodarlos a ambos sobre el tatami, y sin despegar sus cuerpos se posicionó entre las piernas de Izuku haciendo que la penetración fuera más profunda todavía.

Con poderosas embestidas e ignorando el dolor de sus rodillas sobre la paja, Katsuki consiguió que Izuku se corriera con la fricción constante de su pene atrapado entre sus estómagos, y al contraer éste los músculos del cuerpo cuando el placer lo atacó, propició a su vez una reacción en cadena en la que él mismo alcanzó el orgasmo.

Desplomándose sobre Izuku, Katsuki enterró el rostro en su cuello y murmuró: —Feliz cumpleaños, Izuku...

—Pasa de medianoche.

—No importa. Mirio podrá presumir lo que quiera de haber acostado contigo en sus cumpleaños, pero soy yo el que sigue a la mañana siguiente.

—Técnicamente no es de mañana —señaló Izuku lo obvio, y se retorció con risas cuando los dedos de Katsuki se clavaron en sus costillas.

—No lo arruines, idiota. Estoy tratando de ser romántico.

—La palabra que buscas es ‘posesivo’, Kacchan. Y no me importa...

—Me alegro.

Disfrutando unos minutos más de su compañía, pronto se hizo evidente que tendrían que pasar por la ducha si es que querían retirarse al futón sin lidiar con el sudor y otros fluidos que ahora los recubrían.

Ayudando a Izuku a ponerse en pie porque éste se quejó de apenas sentir las piernas, fue tarea de Katsuki el regular el agua de su ducha y ayudarle con la limpieza. Izuku se pegó al muro de azulejo mientras Katsuki utilizaba la regadera desmontable para lavar entre sus piernas, y después se dejó sentar sobre la tapa del retrete mientras éste le secaba el cabello.

—No sé qué habría hecho sin ti —murmuró con cansancio, el sueño patente en su tono de voz.

Sin problema por tener la frente de Izuku apoyada en su estómago, Katsuki le pasó los dedos por aquella mata de cabello ondulada y esponjada que lo caracterizaba. Era esa intimidad que nada tenía que ver con el sexo la que le confirmaba que lo amaba, e incluso si todavía era demasiado pronto para hacérselo saber, no por ello disfrutaba menos de las horas que Izuku le permitía compartir a su lado.

—Vamos —le instó Katsuki a poner en pie—. Es hora de ir a la cama.

Molestándose sólo en dejar las toallas secando y vestirse en bóxers, los dos se metieron bajo las mantas del mismo futón y se amoldaron uno en el cuerpo del otro. De costado, Izuku tiró del brazo de Katsuki hasta hacer que lo abrazara, y con ánimo de tenerlo todavía más cerca, éste le metió una pierna entre las suyas.

—Ha sido un cumpleaños inolvidable —murmuró Izuku, rozando los bordes de la inconsciencia pero todavía capaz de articular sin arrastrar demasiado las palabras.

—Genial.

—¿Y sabes a qué conclusión llegué? Bueno, no por mi cuenta; Ochako y Shouto me ayudaron bastante... —Continuó Izuku, ajeno a que detrás de él, Katsuki había abierto de golpe los ojos y esperaba ser arrastrado al cielo o al infierno con sus siguientes palabras—. Siempre me lancé de lleno a mis relaciones románticas pensando que así podría emular el amor; que si cumplía con todo lo que se esperaba de una pareja, los sentimientos aparecerían como por arte de magia. Y en realidad contigo fue al revés. Los sentimientos estaban ahí desde el primer día, tan fuertes como la atracción, pero quería probar ir despacio por si acaso se desaparecían y...

—¿Y? —Presionó Katsuki con la garganta seca y constreñida bajo un puño invisible.

—Y nada. Ahí siguen, más presentes que nunca; más fuertes e intensos de lo que creía posible —dijo Izuku, removiéndose hasta quedar todavía más en contacto con el cuerpo de Katsuki—. Eso fue justo lo que le dije a Mirio, y lo que le hizo entender que lo nuestro había llegado a su fin y era definitivo.

—¿Completamente?

—Absolutamente —confirmó Izuku, seguido de un gran bostezo—. Vamos a dormir. Estoy agotado.

Y porque lo mismo podía decir de sí mismo, Katsuki enterró su rostro en el cuello de Izuku y dejó que el sueño poco a poco se apoderara de ellos dos.

 

Porque el cumpleaños de Izuku había sido un evento compartido en donde su tiempo con él había sido mínimo, Katsuki hizo planes para llevarlo ese sábado a cenar y celebrar como era debido, pero éste no se mostró muy receptivo a su propuesta.

—Ah, verás... —Dijo Izuku, los dos en la cafetería de Plus Ultra apenas la mañana posterior a la fiesta—. De hecho ya tenía planes. Era mi intención visitar a mamá y... Ella siempre me cocina un pastel, ¿sabes? Y prepara mi comida favorita. Papá todavía está de viaje así que no va a estar, pero seh. Mamá. Tengo que ir de visita con mi mamá.

Katsuki torció la esquina de la boca, pero por el resto se mantuvo indiferente. —Ok. Supongo que podríamos mover las reservaciones a otro día o-...

—Me acompañarás, ¿sí? —Le interrumpió Izuku, y a juzgar por la manera en que las pecas de su rostro contrastaban con la piel teñida de un profundo color carmesí, la propuesta era deseada, pero también le estaba costando lo suyo.

—¿Quieres que vaya?

—Sí.

—¿Contigo? ¿A Musutafu?

—Sí. ¿No vive también ahí tu familia?

—Uhm, sí, pero ahora que lo mencionas no he estado de vuelta ni una sola vez desde hace tiempo. Por lo menos desde que vivía en Sapporo.

—Igual podrías pasar a saludar. O no. Tú eliges. Pero mamá está interesada en conocerte. Ya le he, uhm, hablado bastante de ti, así que...

—Se decepcionaría si no voy, ¿es eso? —Bromeó Katsuki, e Izuku se mordió el labio inferior.

—Bueno... sí. Apenas podía creerlo cuando le conté por teléfono que tenía novio nuevo. Se soltó llorando. Erm, ella puede ser un poco sensible, y erm, exagerada, así que no se lo tomes a mal. Pero seguro que le agradas, y viceversa.

Abriendo grandes los ojos y con la boca entreabierta por el elemento sorpresa que Izuku había dejado caer en su charla como si no tuviera gran importancia, Katsuki apenas si pudo procesar la palabra y lo que le siguió después. Porque Izuku había dicho novio. Su novio. Que era Katsuki, él, a quien iba a presentar a su mamá porque le había lo suficiente de su persona como para que ésta sintiera curiosidad de conocerla.

De pronto, lo que en un inicio había comenzado como un simple almuerzo un jueves a media mañana, se volvió de pronto en una junta de estrategias para lo que Katsuki consideraba que sería un primer encuentro de vida o muerte.

Nunca antes había tenido Katsuki una pareja a la que quisiera llevar a casa y presentar a sus padres, mucho menos que quisieran hacer eso con él. Sus relaciones pasadas jamás habían alcanzado aquel nivel de profundidad, ni mucho menos intimidad. De hecho, para esas alturas y con un par de meses a cuesta, Katsuki ya se habría aburrido de su compañía y puesto punto final a sus encuentros. Ya estaría en búsqueda de otra persona con quien pasar su tiempo libre, eso si primero no hubiera tenido ya alguien en lista de espera que estuviera al tanto de sus costumbres y no tuviera oposición a su manía de tener siempre una fecha de caducidad lista para descartar a cualquiera que quisiera acercarse demasiado a él.

Izuku lo había cambiado todo sin siquiera proponérselo, y ahora le decía con tal naturalidad que eran novios y que quería que su mamá lo conociera...

Al pánico inicial siguieron los nervios, después el orgullo, y por último la aprensión. Katsuki quería hacerlo, y a la vez no.

Y ajeno a su lucha interna, Izuku se veía de lo más indiferente a haber soltado la palabra con N como si nada.

Novios.

Vale, que Katsuki no tenía queja alguna y había conseguido justo aquello por lo que había luchado tanto en semanas pasadas, casi desde conocer a Izuku, ¿pero exactamente cuándo había ocurrido? La noche anterior, después del sexo («supongo que ahora tendré que llamarlo ‘hacer el amor’», pensó Katsuki de buena gana) y ducharse, no habían intercambiado más que una docena de frases. Y descontando el momento de sinceridad de Izuku una vez que estuvieron bajo las mantas del futón, nunca habían acordado nada.

Detestándose por lo que estaba a punto de hacer, Katsuki hizo a un lado su bandeja con comida consumida a medias, y apoyó los codos sobre la mesa para acercarse más a Izuku.

—¿Somos novios? —Preguntó en voz baja, el corazón latiéndole al doble de su velocidad en el pecho.

Izuku inhaló aire con un tenue gemido en su voz. —Yo... ¿Me equivoqué?

—No. Sí. ¡Carajo! —Maldijo Katsuki, y desde otra mesa, Ochako, Tenya y Kyoka voltearon a verlos.

Katsuki no quería tener una conversación tan importante como aquella en un área pública y donde la vergüenza y las interrupciones podían arruinarlo, así que se puso en pie, y extendiéndole una mano a Izuku, lo invitó a seguirlo.

Izuku no hesitó, y fue así como salieron de las instalaciones y dejaron que sus pasos los guiaran al área verde y boscosa que componía los campos de carreras. Aquellos eran terrenos que sólo habían recorrido en una de sus usuales entrenamientos juntos, pero la pista era larga (casi cuatro kilómetros alrededor de Plus Ultra) y ellos tenían tiempo.

A pesar del calor del verano, el camino estaba cubierto por árboles frondosos que les daban una protección contra el sol, y el ir todavía tomados de la mano contribuyó a la fantasía de estar dando un paseo, para nada huyendo de ojos y oídos indiscretos que hubieran seguido sus avances en los últimos meses.

—Si me equivoqué antes al asumir que, uhm, somos novios, yo-... —Empezó Izuku cuando ya habían recorrido doscientos metros y ninguno de los dos parecía dispuesto a romper el silencio que los cubría como un manto.

—Cállate —gruñó Katsuki, exento de malicia—. No te equivocaste. O mejor dicho... ¡Mierda! —Katsuki pateó una piedrecilla en el camino—. La cuestión aquí es que no recuerdo haber hablado de que fuéramos novios, pero no tengo quejas al respecto, ¿ok? Era justo lo que quería, y espero que estés tan feliz como yo lo estoy, pero no recuerdo cuándo o cómo ocurrió. Esa parte no la tengo clara en lo absoluto.

—Ah, bueno... Siendo así... —Izuku le apretó la mano, y el toque resultó reconfortante para Katsuki—. Anoche después de que hablamos y todo eso, estuvimos unos quince minutos en silencio. Pensé que te habías dormido, y yo casi lo estaba por completo, pero tenía que cerciorarme de que, uhm, de que ambos entendíamos la importancia del momento. Te pregunté si éramos novios, y dijiste “sí, Deku, somos novios” y me abrazaste con más fuerza. Lo encontré curioso porque siempre me llamas Izuku... O idiota cuando estás molesto.

—Lo siento. No volveré a desquitarme así contigo, y... Uhm, no lo recuerdo. Pero sigue siendo válido. Ser novios, quiero decir. Esperé demasiado tiempo como para arruinarlo así.

—No está arruinado —dijo Izuku con más ligereza—. Fue gracioso. Incluso dormido tú...

—Yo tenía claro lo que quería —finalizó Katsuki con una exhalación—. Genial. ¿Por casualidad no viste el reloj?

—¿Uh?

—¿Era todavía tu cumpleaños o pasaba de medianoche?

—Ah, faltaban un par de minutos para el cambio del día.

Katsuki rió entre dientes. —Perfecto. Así podré refregárselo a Mirio en la cara-...

—¡Kacchan!

—... si es que vuelve a las andadas de molestarte. Tranquilo —dijo Katsuki—. Que él podrá haberse acostado por primera vez contigo en sus cumpleaños, pero yo he hecho de esa fecha algo mucho más especial: Nuestro aniversario.

—¿Así que nuestro aniversario es ahora más importante que mi cumpleaños? —Le chanceó Izuku, y de buen humor Katsuki detuvo sus pasos y con un tirón de su brazo lo hizo girar hasta tenerlo contra su pecho y abrazado.

La diferencia de estatura, que no era más que de media cabeza, contribuía a la ilusión de Katsuki por tener sobre Izuku cierto control, pero era una fantasía efímera porque éste le había demostrado ya en varias ocasiones que era su igual y esperaba ser tratado como tal. En otra persona, aquella petición habría sido ridícula, Katsuki la habría ignorado, pero tratándose de Izuku... Era casi nula la lista de cosas que no haría por él.

Suponía Katsuki, a eso se reducía el amor en términos prácticos, pero la versión de Izuku incluyó además posicionarse de puntas y besarlo en la boca con los brazos rodeando su cuello en un íntimo abrazo.

—Por si anoche tampoco quedó claro —dijo Izuku en voz baja, su mejilla apoyada en la de Katsuki—, te amo, Kacchan. Y no pasa nada si no es recíproco o-...

—No juegues. Tsk —chasqueó Katsuki la lengua, y se apartó para ver directo a Izuku a los ojos—. Yo también te amo, Deku.

—¿Ahora también me dirás Deku?

—Sólo para asuntos importantes. ¿Por qué? No lo sé y no me importa averiguarlo —replicó Katsuki, y volvió a unir sus bocas en un beso.

Ahí, lejos todavía del final de su recorrido alrededor de Plus Ultra, dieron inicio oficial a su relación de pareja.

 

Ni Katsuki ni Izuku vieron necesidad de hacer un gran anuncio entre sus amigos y colegas de Plus Ultra. Simplemente se limitaron a actuar como lo habían hecho siempre, salvo por la adición de no tener reparos en tomarse de las manos o hacer planes para después frente a los demás. Lo que selló el trato fue un beso a las afueras del aula de yoga, cuando sudoroso por el ejercicio, Izuku no se cortó en despedir a su novio con uno corto pero intenso.

Mina fue la que presenció aquella escena, y dicho sea de paso, la que no pudo contener su curiosidad al respecto.

—¿Ustedes dos...? —Mina sonrió—. Están saliendo, ¿correcto?

—Desde hace rato —replicó Katsuki—. Pero ahora somos novios.

—¡Oh, tengo que contárselo al resto ahora mismo! Con su permiso, claro está... Supongo que no es ninguna clase de secreto si se besan en el pasillo...

Izuku corroboró con Katsuki por medio de una mirada, y éste se encogió de hombros con fingida indiferencia, a pesar de que las comisuras de sus labios se elevaban en contra de su voluntad.

—Le doy cinco minutos antes de que todos en Plus Ultra estén enterados de lo nuestro —dijo Izuku apenas Mina se marchó, y volvió a dirigirse hacia Katsuki para comprobar que éste siguiera de acuerdo.

Y Katsuki lo estaba. —Genial. Cuanto antes se entere Mirio, mejor.

—¿Algún día harás a un lado tu rivalidad con él?

—Jamás —contestó Katsuki de lo más vehemente—. No mientras le gustes.

—Entonces bastará con que consiga una nueva pareja.

«Pf, como si Ochako no fuera la mejor prueba de cuán inútil es eso para olvidarte», pensó Katsuki, pero ahora Ochako era también su amiga, y no quería dejarla mal parada ante Izuku.

—Ya veremos... —Dijo Katsuki en su lugar, plantándole a Izuku otro beso en los labios, simplemente porque quería y podía.

Así sin más.

 

Musutafu resultó ser la gran sorpresa tanto para Katsuki como Izuku, pues los dos habían crecido ahí los primeros quince años de su vida sin cruzar caminos. De hecho, vivían tan cerca los padres de Katsuki y la mamá de Izuku que era una especie de destino cruel que asistieran desde el parvulario y hasta la secundaria en escuelas distintas. Después Katsuki se había marchado a Tokyo a continuar su educación superior mientras que Izuku se quedó todavía un par de años más, pero la coincidencia había sido fuerte, y casi desalentador el que tuvieran que ser adultos antes de conectar en serio.

—Uhm, después... Si sobra tiempo... —Murmuró Katsuki de camino en el tren a Musutafu, sus dedos entrelazados a los de Izuku en el vagón que era sólo para ellos dos aquella mañana de sábado—. ¿Te gustaría conocer a mis padres?

Izuku mantuvo la vista al frente, pero de perfil apreció Katsuki la manera nerviosa en la que se mordía el labio inferior sopesando su propuesta.

—¿Lo haría como un amigo o como...?

—Claro que como novio, idiota. Argh, lo siento —gruñó Katsuki para sí, pues estaba intentando no llamar a Izuku así cuando la frustración sacaba lo peor de él, pero éste lo tranquilizó con un apretón de su mano.

—No pasa nada. Es sólo que... Preferí no asumir nada de antemano. ¿Saben tus padres que eres gay?

—No. Desde siempre les pedí que no se metieran en mis asuntos privados. Mi viejo lo entiende a la perfección, pero la vieja...

—¿Así los llamas? —Preguntó Izuku un tanto escandalizado.

—No te preocupes. Esa es la costumbre en casa. Como sea, eres la primera persona que llevo para que conozcan, así que sin importar del sexo de mi pareja, se asombrarán más por el hecho de saber que estoy con alguien que por tonterías como esa otra.

—Ah, ok.

—¿Y qué tal tu mamá?

—Mamá es... de la clase aprensiva —dijo Izuku, jugueteando con su mano libre y el borde de su camiseta—. Lo opuesto a tus padres, realmente. Le costó lo suyo darme mi espacio. Mi caso de hijo único es bastante distinto del tuyo. Pero tiene un corazón grande, ¿sabes?, y su filosofía es guardar en su interior un espacio para las personas que me hacen feliz.

—¿Conoció ella a tus exes?

—Uhm, sí.

—¿Y qué pensaba de todos ellos?

Izuku suspiró. Aquel tema, hablado de manera tan abierta, era siempre complicado; Katsuki ya no reaccionaba con celos puros, pero todavía podía ponerse irritable, incluso cuando hacía su mejor esfuerzo para no caer en la tentación.

—Adoraba a Ochako; creía que era linda y muy amable. Shouto la intimidaba; su familia es de dinero, pero cambió de idea al descubrir que no era ningún engreído. Mirio, uhm, Mirio la hacía reír; antes de decidir que la halterofilia era lo suyo participaba un par de noches a la semana en un bar como comediante y no era nada malo.

—¿Crees que yo...?

—Le agradarás, tenlo por seguro —dijo Izuku, recargando su cabeza contra su hombro—. Le he hablado bastante de ti, y tiene una idea aproximada de tu persona.

—¿Qué le has contado exactamente? —Preguntó Katsuki con la voz tensa.

Vamos, que no era tan idiota como acusaba al resto del mundo de ser. Katsuki era ruidoso, impaciente, pendenciero y arrogante; y eso sólo era raspar la superficie de sus defectos más visibles. También podía ser excesivamente competitivo, un incordio cuando se trataba de ganar, y a ratos una pesadilla cuando algo se le metía entre ceja y ceja y se negaba a dejarlo ir, como perro con su hueso. Aquello podía interpretarse como una persona que tenía claro los esfuerzos necesarios para conseguir sus objetivos, pero Katsuki iba siempre mucho más allá para sobrepasar sus límites, y la intensidad de sus sentimientos podía llegar a asustar. Y si Inko Midoriya era realmente la mujer nerviosa y aprensiva con la que Izuku le había advertido...

—Que eres amable —dijo Izuku, ajeno a la crisis interna por la que su novio estaba pasando—. Que piensas en mí y me tomas en cuenta. Que me haces reír, y no dudas en darlo todo para conseguirlo. Uhm, que sabes cocinar, y lo paciente que fuiste para que correspondiera mis sentimientos por ti... Sobre todo, que me haces feliz como nadie nunca antes lo ha hecho, y que no te pareces en nada a ningún ex que haya llevado antes a casa.

—¿Todo eso le contaste?

—Puede que eso y más... Hablamos por horas los domingos, ¿sabes? De lo bueno y lo malo.

—Oh...

—Tranquilo —dijo Izuku, refregando su mejilla contra el hombro de Katsuki—. Te va a adorar. Tenlo por seguro.

 

Al final de aquel domingo en casa de los Midoriya, Katsuki no podía estar seguro de que el verbo adorar fuera el adecuado para la impresión que había causado en Inko. Después de todo, la mujer lo había tratado con deferencia, cuidando de dar la impresión a su ‘huésped de honor’ (sus palabras exactas mientras se desvivía por atenderlo) hasta que Izuku le puso una mano en la espalda y le pidió tomarlo con calma.

Katsuki había estado inseguro de su posición en la casa Midoriya, sintiéndose como un alto mandatario invitado a la modesta morada de uno de sus súbditos por la manera en que Inko hacía reverencias sin parar en su dirección y se disculpaba por todo, desde la limpieza de su hogar, el té que le sirvió, y la calidad de su porcelana. Todo con nerviosismo y un tono de voz contenido.

—Mamá... —Se quejó Izuku cada vez, pero sin saber cómo detenerla.

Por fortuna, conforme pasaron las horas y Katsuki se sintió más a sus anchas en su compañía, Inko fue relajándose al ver las interacciones entre Izuku y Katsuki.

El mismo Katsuki selló el trato cuando luego del almuerzo se ofreció a lavar los platos sucios, y con Izuku como ayudante para secarlos y guardarlos en su sitio correcto, Inko elogió su cortesía.

—Es increíble pensar que eres el chico de los Bakugou —comentó Inko de pasada—. Mitsuki siempre me habló de ti, pero ya que asistías a una escuela diferente de la de Izuku y sus personalidades eran tan distintas, nunca concretamos ninguna cita de juego para ustedes dos cuando todavía eran pequeños.

Después de comer pastel y despedirse como era debido, Inko dejó ir a Izuku, y después sorprendió a Katsuki al tomar sus manos, y con una reverencia pedir que cuidara de su hijo como era debido.

—Ach, mamá —rezongó Izuku de lo más avergonzado, pero Katsuki correspondió el gesto, sujetando fuerte sus manos mientras agachaba la cabeza y juraba hacer todo lo posible para conseguirlo.

Aprovechando la tarde y que la caminata a la casa de los Bakugou era corta, Izuku no se demoró en confirmar lo que Katsuki más esperaba.

—Le gustaste a mi mamá.

Un gruñido.

—¿Qué, no estás feliz?

—Espera a que mi estómago vuelva a su sitio y te lo confirmaré. Pero seh... Y ella también me agradó.

—Genial. ¿Crees que tus padres...?

—Ellos sí que te van a adorar.

Y en efecto, el uso del verbo sí fue el adecuado en casa de los Bakugou, cuando Mitsuki y Masaru les dieron la bienvenida con sendos abrazos para cada quien.

—Cuando dijiste que traerías a alguien a casa no sabía qué esperar, Katsuki —dijo Masaru, pero su esposa no tardó en interrumpirlo.

—Bien hecho, mocoso. Te has sacado la lotería.

Katsuki chasqueó la lengua y puso los ojos en blanco. —No me avergüences, vieja.

—Oh, en verdad te gusta provocarme —dijo Mitsuki, y tomando la mano de Izuku para invitarlo en su hogar, le prometió que después del té le enseñaría el álbum con las fotografías de bebé de Katsuki.

Su estancia en casa de los Bakugou fue mucho más corta que de la de los Midoriya. Después de todo, estaban de paso por Musutafu y todavía les quedaba coger un tren de vuelta a Tokyo, pero fue una visita agradable en la que Katsuki presentó a Izuku como su novio, toleró los consejos de Masaru al respecto, y también los comentarios burlones de Mitsuki.

En un inicio, Izuku se espantó por la manera agresiva en la que madre e hijo se llevaban, pero Masaru lo tranquilizó al afirmar que era lo común entre ambos, que era así como ese par se demostraba su cariño.

Al despedirse, los padres de Bakugou le pidieron volver después cuando le apeteciera y con más tiempo a su disposición, y Mitsuki tomó las manos de Izuku igual que había hecho Inko con Bakugou, pero en su lugar le agradeció por “soportar al atolondrado de su hijo”, sus palabras textuales, que sirvieron para que ella y Katsuki riñeran más, pero que sólo provocaron una sonrisa en Izuku.

—Eso haré —prometió en su lugar, y después emprendieron la marcha a la estación de trenes.

Por la hora (tarde) y el día (sábado), eran de los pocos que utilizaban el servicio, y se valieron de ello para tomar asientos contiguos y disfrutar de su mutua compañía.

Katsuki permaneció en silencio jugueteando con la palma de la mano de Izuku sobre su muslo, tocando los callos de su mano y recorriendo con su meñique algunas cicatrices que había acumulado con los años. Esperaba paciente por sus palabras, que no tardaron en llegar.

—¿Kacchan?

—¿Mmm?

—Te... Te amo.

—Ok.

—¿Es... todo lo que dirás?

—No, yo también te amo.

—¿También?

—¿Y lo dudas?

—No. Pero... ¿No lo has dicho por compromiso, o sí?

—Pf, ni hablar. Nunca me han atrapado con una jugada tan patética. Te amo; acéptalo y ya.

—Pero... Yo acabo de darme cuenta. Fue una especie de epifanía y... ¿Es igual para ti?

—No. Yo lo tenía claro desde hace tiempo.

—¿Cuánto?

Katsuki resopló. —Imagínatelo.

—¿Días?

—No juegues.

—¿Semanas?

—Tsss...

—¿Meses? Oh...

—Podrías decir que... —Katsuki deslizó su palma sobre la de Izuku y entrelazó sus dedos con fuerza, dispuesto a nunca dejarlo ir si de él dependía—. Casi desde el inicio.

—Eso abarca bastante tiempo. O muy poco desde otra perspectiva.

—¿Importa en realidad?

Izuku se tomó unos segundos, y después movió la cabeza de lado a lado. —No, porque... Puede que me sintiera igual.

—¿Puede?

—Me resistía a repetir mis viejos patrones, y en su lugar no me daba cuenta que esta vez era... real.

—¿Real?

—Por completo.

—Genial.

—¿No importa que hayas tenido que esperar?

—Esperarte, y no. Valió la pena cada jodido segundo —declaró Katsuki, que giró la cabeza al mismo tiempo que Izuku y tuvo alcance de sus labios.

Se besaron, y en acuerdo tácito, concluyeron estar hechos el uno para el otro.

 

/*/*/*/*

Notas finales:

Y aquí tienen el final~ Izuku había estado enamorado de Katsuki desde el inicio, pero quería ir despacio para cerciorarse de que era diferente a sus otros exes. Pueden apostar que sí. Esta pareja me encanta, y espero que haya sido lo mismo para ustedes que llegaron conmigo hasta el punto final.
Si les gustó o no, tienen alguna duda, queja y/o sugerencia estaré encantada de leerla :) Para quienes no leen en ao3, no olviden pasar por aquí (https://archiveofourown.org/works/24210829) y dejar kudos si es que escribir un comentario les parece complicado.
Graxie por darle una oportunidad a mi fic, besucos~!
p.d. Ya estoy trabajando en un nuevo fic que justo hoy llegó a 100k, donde Katsuki e Izuku solían estar juntos y se separaron al finalizar la secundaria cuando el bulllying se volvió demasiado. De momento sé que llegué a más de la mitad de la historia, pero no cuánto más me falte para terminarla. Sumen a eso el tiempo que me tomó betear y puede ser que no me vean el pelo en julio. ¿Agosto, quizá? Crucen los dedos.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).