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El chico de mar y tormenta por Annie de Odair

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Corazón le puso una taza de té entre las manos y se sentó al lado suyo.

—¿Entonces qué pasó? —preguntó con su sonrisa típica y amable—. Sengoku también me llamó cuando se enteró que entregaron los audios. Me preguntó si estaba bien con eso.

Law se estremeció ante el recuerdo, pero Cora-san parecía tan cómodo y haciéndolo sentir bien de una forma que no podía comprender. Debería ser él quien lo abrazara por haber hecho todo lo que tuvo que hacer.

—Fuimos a la división de Fujitora y Smoker y los denunciamos. Ellos escucharon los audios con nosotros, nos tomaron la denuncia y le contamos de Leo —mencionó mirando el líquido en la taza. El calor le calentaba las manos y lo hacía sentir más tranquilo ante el recuerdo de algo tan movilizarte—. Ahora él tiene que declarar como testigo protegido, pero dejaron que se quedara en el hogar de Shirohige. Después del allanamiento en lo de Bellamy, todos los niños quedaron el el hogar. Cuando comience el juicio se los va a llamar para que testifiquen.

—¿Y qué pasó con Luffy? —preguntó su padre preocupado.

Por supuesto que luego de saber la travesía en la que se había metido su hijo, quiso ver a los amigos locos que lo habían seguido a ese lío. Incluso pretendió ir a lo de Sanji para agradecerle.

—Está en la casa de Sanji-ya, se va a quedar unos días —respondió sintiéndose un poco avergonzado por eso. 

Si Luffy no fuera tan terco, podría haberlo llevado al North Blue a que lo trataran como correspondía. No había sido muy prudente montar una carnicería en la casa de Sanji. 

—¡¿En serio?! —Los ojos de Corazón se abrieron enormes y Law bufó—. ¿Y Garp o sus hermanos no lo saben?

—Luffy sólo vive con Sabo, y es el que más nota su ausencia. De todas formas, no les dijo lo de su herida.

Antes de irse de lo de Sanji para llevar los audios a la división de Fujitora y Smoker con Zoro, acordaron que Luffy se quedaría allí unos días. El chico no quería que sus hermanos se enteraran y de alguna forma los convenció para quedarse. Luffy era grande y podía moverse solo, además no era la primera vez que no volvía a su casa por varios días, según le dijeron, pero la relación con sus hermanos era muy estrecha y siempre se contaban todo.

—Lo tengo que ir a ver más tarde para comprobar sus heridas.

—¿Y qué dijeron en el Kamabakka? Imagino que Luffy no va a dar sus clases de fútbol, ¿no?

—Si fuera por él, seguramente —comentó Law con una sonrisa—. Luffy le contó a Ivan por teléfono. Después de todo él es su madrina, según dijo él. No sé, no entendí muy bien eso.

Law se lo habría cruzado en el Kamabakka ese día y el hombre se acercó a hablar con él. Todos parecían muy sobreprotectores de Luffy y él se sentía un poco responsable de lo que le había pasado. Iván se rió de sus dudas y le dijo que Luffy haría eso por todos los que quería. Tomaría una bala por tí si le importas, había mencionado y Law se estremeció. 

Hicieron que se tomara una licencia en el Kamabakka y que Zoro, Sanji y Usopp dieran su taller, repartiéndose los tres días que Luffy lo daba.

—¿Te preocupa? —La voz de Corazón se filtró en su cabeza y lo miró sin saber qué decir.

—Un poco, quizá. Se recupera rápido, pero me preocupó al principio.

Corazón sonrió. Pasó la mano detrás del cuello de Law y lo trajo contra sí, apoyando la cabeza sobre la de él.

—Siento haber causado tanto sufrimiento —dijo en voz baja y a Law se le apretó el corazón—. Si no fuera por mi hermano todos ustedes…

Levantó su mano para abrazar su espalda y sintió que Corazón metía su cabeza en su cuello. Tembló entre sus brazos y Law se sintió tan débil.

—Cora-san —murmuró despacio—. No digas eso. No tienes la culpa ni la obligación de hacerte responsable de lo que hizo Doflamingo o Bellamy. Ellos también te causaron mucho sufrimiento a tí

Sintió algo cálido en su hombro y no tuvo que adivinar para saber que eran sus lágrimas. Corazón estaba llorando por todos esos años de aguante y empuje en los que tuvo que ser el más fuerte para soportar todo y lidiar con la crianza de Law. Ahora que ya estaba resuelto, después que el asunto de Bellamy removiera sus recuerdos viejos, podía dejar ir todo lo acumulado y liberarse un poco de la carga. 

—No sé qué haría sin tí —lo escuchó decir amortiguado por su camisa—.Si no tuviera un hijo me hubiese vuelto loco.

Law sonrió, acariciando suavemente la espalda de Corazón para calmarlo.

—Estoy aquí —dijo en voz baja—. Me salvaste Cora-san. Todo lo que hiciste tuvo un propósito y funcionó.

Corazón tomó aire rápidamente y lanzó una risa interrumpida por un jadeo.

—¡Estoy tan aliviado!

Él también. Eran libres de Doflamingo, Bellamy y cualquiera que quisiera tenerlos como esclavos nuevamente.

.

.

.

Tocó el timbre de Sanji y esperó pacientemente haciendo equilibrio con los cafés que llevaba encima.

—No tenías que comprar —mencionó el cocinero cuando le abrió.

—Pasé por una cafetería y traje para todos. Excepto para Luffy-ya.

—Él tiene jugo —dijo Sanji riendo.

Cuando abrió la puerta de su departamento, el calor le golpeó la cara y lo hizo sentir cómodo. Siempre estaba bien aclimatado y olía a perfume. Sanji cuidaba de su casa como si fuera su aspecto.

—Hola Law —Lo saludó Zoro sentando en la amplia cocina—. ¿Cómo estás?

—¿Vino Torao? —El grito de Luffy parecía salir de una de las habitaciones y rió—. ¡Quiero ir yo también!

—Tú te quedas ahí, Luffy —respondió Sanji girando los ojos. Lo vio sacar un vaso de la nevera y servirle jugo.

Law les dio el café a Zoro y Sanji y tomó un poco del suyo.

—Vamos a la habitación, sino Luffy no dejará de gritar.

Siguieron a Sanji por el pasillo que conectaba las habitaciones con la sala y la cocina. El departamento tenía dos habitaciones, una de huéspedes, donde se estaba quedando Luffy, y la de Sanji. Ambas eran amplias y cómodas. 

—¡Hola Torao! —lo saludó Luffy desde la cama—. Estoy aburrido, ¿puedes darme el alta?

—Luffy-ya, sólo pasaron dos días —murmuró hastiado.

Se sentaron en unas sillas que Sanji había llevado allí antes y el cocinero le extendió el jugo.

—Toma —Luffy lo tomó con tanta felicidad como si fuera un niño.

—¿Puedo revisarte? —preguntó mirándolo con detenimiento.

El chico asintió, acomodándose mejor en la cama para destaparse. Law subió un poco la ropa que le prestó para mostrar el vendaje. Se lo quitó despacio, tratándolo con el cuidado que sabía darle a los cuerpos de sus pacientes.

La herida estaba bien, casi cerrada y sonrió satisfecho. Volvió a tratarlo y Luffy no se quejó. Los vendajes eran fáciles de hacer, le había enseñado a Luffy y por las dudas a Sanji. 

Retiró el vendaje en su nariz comprobó que ya estaba bien. Luffy tenía mucha suerte o una muy mala, pero sus dos heridas —ganadas en los últimos días— estaban bien y sanaban rápido.

—De todas maneras ya estás muy bien. Seguramente en dos días podría darte el alta —bromeó con una sonrisa mirando al chico. Luffy se rió y festejó.

—Que lástima que no pueda comer más la comida de Sanji.

—Se cura bastante rápido, ¿no? —preguntó Zoro y le dio un sorbo a su café. 

—Tiene una gran recuperación, sí. Pero la herida no fue grave. Soy cuidadoso por las dudas, pero no corrió gran peligro.

Sanji lo invitó a comer y él aceptó. El cocinero preparaba comidas deliciosas y no le haría mal quedarse un rato. Dejó que Luffy se levantara para ir con ellos a la sala. El chico se podía mover y no parecía llevar muy bien el confinamiento. Zoro lo acompañó al sillón y Luffy subió sus piernas, cruzándolas.

—No se te da bien esto de ser un enfermo, ¿no? —dijo Law con una sonrisa ladeada. Se sentó al lado de Luffy y Zoro frente a ellos, del otro lado de la mesa de café.

—Una vez se quebró un brazo y Sabo lo dejó encerrado en su habitación unos días para que no haga locuras —le contó Sanji poniéndose el delantal.

—Quería seguir jugando fútbol —agregó Zoro.

—¡Me había quebrado el brazo, no la pierna! —espetó Luffy como defensa.

Nada le sorprendía de ese chico. Con suerte se había quedado en lo de Sanji sin moverse demasiado.

—Law, ¿hablaste con tu padre? —preguntó Sanji desde la cocina, con una sartén en la mano.

—Lo vi ayer, hablamos de lo que pasó. Dijo que quiere acompañar a los chicos cuando tengan que testificar.

Corazón había dedicado gran parte de su vida, luego de escapar de Doflamingo, a participar en organizaciones sociales de adopción. Él sabía que, un poco, lo hacía porque se sintió culpable por todo lo que tuvo que permitir estando con Doflamingo.

—Él también va a tener que testificar de nuevo —acotó Zoro mirándolo con intensidad—. Le van a preguntar por las acusaciones de Bellamy. Tú también tendrás que hacerlo.

—Lo sé —Se tocó la frente y suspiró—. Lo de Doflamingo es una causa cerrada, Cora-san ya ganó eso, pero quizá necesiten testimonios que confirmen todo lo que Bellamy dijo con respecto a la droga, los proveedores y cómo se hacían las cosas.

—Nosotros también tendremos que ir —acotó Luffy mirándolos a los dos—, y contar lo que vimos.

—¿Tu abuelo no supo nada? —preguntó Sanji desde la cocina—. Fujitoria y Smoker son amigos suyos, ¿no?

—Me llamó ayer y hablamos de eso. Sabo y Ace también lo saben. Lo único que no saben es esto —Se señaló el abdomen y volvió a la vista a ellos—. Insistieron para que vuelva a casa, pero les dije que me quedaría aquí para pensar qué hacer con ustedes.

Sanji volvió a la sala con una pequeña bandeja y unos tazones.

—Tomen, es sopa —Colocó la bandeja sobre la mesita—.  Para que se calienten antes de la comida.

Luffy se abalanzó con mucho gusto y sonrió. Law disfrutó el delicioso aroma que emanaba del tazón y lo caliente que se sentía entre sus dedos. 

—El abuelo va a mantenerse atento a todo esto también. Según me dijo, está en otra división, casi retirado, pero tiene un vínculo estrecho con Fujitora y Smoker. Habló con ellos y quiere saber qué va a pasar.

—Cuando hice la denuncia me dijeron que nos iban a citar a todos más adelante, cuando empezaran las audiencias y después del allanamiento a Bellamy —comentó Law.

—¿Fue antes de ayer, no? —preguntó Zoro y él asintió.

Desde el departamento de Fujitora lo habían notificado del allanamiento a Bellamy y Law se sintió complacido cuando lo vio en las noticias. Se llevaron a todos sus hombres y los niños habían sido tomados bajo tutela del Estado, pero se quedaron en lo de Shirohige. 

—Por suerte encontraron todo intacto —agregó él—. El idiota de Bellamy ni siquiera cambió las cosas. 

Sanji volvió con otra bandeja llena de cazuelas con comida. Parecía una paella y Luffy se desesperó apenas verla. Se sentaron los cuatro alrededor de la mesa de café. Sanji tenía un un comedor amplio donde podían sentarse, pero Luffy ya había sido depositado en el sillón y estaban todos cómodos allí. 

Sanji se prendió un cigarrillo mientras comían. 

—Law —lo llamó mordiendo suavemente la punta del cigarrillo—. ¿Quieres quedarte a dormir?

Irguió la ceja confundido y miró su reloj. No era tan tarde, podía volver a su casa. No llevó el auto porque pensó que sería un visita rápida.

—Hay lugar, si eso es lo que te preocupa —agregó el cocinero y él alzó la mirada—. En la habitación de huésped, donde está Luffy, hay una cama grande. Entran los dos. Sino este sillón también se hace cama.

No tuvo que mirar a Luffy para verlo moverse contento con una sonrisa de oreja a oreja.

—Sí, quédate Torao, vamos a ver una película más tarde, ¡y pedimos helado! 

Suspiró cansado, pero no le parecía tan mala idea. No había nada extraño en acceder, ¿verdad? Esos chicos se habían convertido en amigos en los últimos meses. Había estado con ellos en numerosos eventos, habían jugado al fútbol —a su pesar— y hasta lo acompañaron a golpearle la puerta a un mafioso.

—De acuerdo —cedió con una sonrisa suave—. Gracias, Sanji-ya.

Cuando terminaron la comida, y después que Luffy lamiera el plato dos veces, Zoro prendió la televisión y buscaron en Netflix. Al final Luffy eligió una película de terror que no parecía muy confiable. Sanji pidió helado y se amontonaron el sillón los cuatro con el pote abierto en la mesa de café y cada uno con una taza. 

—Ahora viene la parte donde le corta la cabeza —dijo Luffy con ojos brillantes.

—¡Luffy no spoilees! —gritó Sanji y se tapó la cara.

—Si ya la viste, ¿para qué la pones? —Zoro parecía indignado, pero en realidad estaba disfrutando la película tanto como Luffy.

—Ay, es re obvio, ¡agarró el machete! —Se defendió él.

—No entiendo por qué la chica lo va a buscar —murmuró él con curiosidad. La película era bastante mala, pero le hacía gracia las reacciones de Luffy y Zoro—. Está entrando al sótano donde la espera el… demonio, lo que sea.

—¡Yo también iría! —gritó Luffy y Zoro lo secundó con una sonrisa—. Si hay un demonio en mi casa, ¡iría para pegarle!

No esperó menos de él, sinceramente.

—Así como estás, al único que le puedes pegar es a Barney el dinosaurio —bromeó Sanji y Zoro largó una carcajada.

Fue gracioso ver a Luffy ofuscado, con las mejillas llenas de aire. Sanji y Zoro se burlaban un poco de su estado y si era honesto, le parecía divertido cuando lo hacían.

Zoro apagó la televisión cuando terminó la película y se estiró.

—¿Quieres dormir aquí? —preguntó Sanji y Law asintió.

Le pareció inapropiado dormir en la cama con Luffy. No supo por qué. Cuando se quedó a dormir en su casa no habían compartido la misma cama y sería extraño hacerlo ahora.

Sanji corrió la mesita de café y él y Zoro abrieron el sofá. Le dieron sábanas y una almohada y Sanji le prestó ropa para dormir.

—Mañana me voy temprano —comentó Law cuando salió del baño—. ¿Te despierto o…?

—No hace falta —dijo Sanji—. Puedes salir de aquí y abajo te abre el portero.

Cuando se fueron a dormir y apagaron todas las luces, se recostó y miró su celular un poco. Al final no había vuelto a su casa. Tendría que despertarse más temprano para pasar por allí a buscar su ropa del trabajo e ir a la clínica. Menos mal que se bañó antes de ir a lo Sanji, si no no tendría tiempo.

Le vibró el teléfono y miró con cierta sorpresa el mensaje de Luffy.

[25/08 11:32 p. m.] Luffy: Estás dormido, Torao?

[25/08 11:33 p. m.] Trafalgar Law: No, Luffy-ya

¿Qué pasa?

[25/08 11:33 p. m.] Luffy: No puedo dormir y estoy aburrido.

Zoro y Sanji hacen mucho ruido.

Sonrió mirando la pantalla. Él también había notado ciertas cosas entre ambos hombres y no le pasó desapercibido que Zoro se quedara a dormir también, en la habitación de Sanji. Recordó fugazmente los comentarios que solían hacer Nami, Vivi y Usopp y sonrió.

[25/08 11:35 p. m.] Luffy: ¿Puedo ir allí?

No tengo sueño, quiero hablar un rato.

 T[25/08 11:36 p. m.] Trafalgar Law: Mejor no te muevas, Luffy-ya.

Yo voy.

Se levantó y dejó atrás su lugar cálido de las mantas. Siguió por el pasillo hasta llegar a la habitación de huéspedes. La luz estaba encendida y entró sin tocar, moviendo suavemente la puerta para alertar a Luffy.

—Hola —lo escuchó decir en susurros. Se incorporó un poco para estar sentado—. ¿Te desperté?

—No, aún no me había dormido —respondió sentándose en el borde de la cama. Se acercó un poco más para verlo—. ¿Cómo te sientes?, ¿te duele?

—No, estoy bien —respondió riendo—. Me dolió más cuando me quebré.

Giró los ojos porque no podía comparar un balazo con eso. Aunque ambas eran lesiones importantes.

—Lo siento por eso —Las palabras salieron antes que pudiera detenerlas, pero no decía nada extraño o que no haya pensado antes—. En serio, si yo no hubiera perdido el control…

—Cállate, Torao —mencionó Luffy riéndo y Law lo miró—. No pasa nada. No fue tu culpa. Podría haberlo recibido cualquiera y, sinceramente, mejor que haya sido yo.

Abrió los ojos sorprendido y no supo qué decir. Luffy era un ser indescifrable muchas veces, y cuando le daba el privilegio de ver un poquito en su interior, se volvía aún más caleidoscópico.

—Tomaría una bala por cualquier amigo —dijo con seguridad y las palabras de Ivan resonaron en su mente. Sonrió. Lo conocía muy bien.

—Eso dijo Iván cuando lo vi ayer en el Kamabakka —respondió riéndose—. Que recibirías una bala por alguien que quieres.

Luffy lo miró detenidamente. No supo por qué lo hacía pero su mirada le transmitía mucha intensidad.

—Tiene razón —dijo en voz baja y él se estremeció.

Se quedaron en silencio unos segundos y Law sonrió ante un repentino recuerdo.

—Es curioso que siempre terminamos hablando hasta tarde.

Luffy se rió y asintió con la cabeza varias veces.

—En el campamento, en tu casa y aquí —enumeró con los dedos.

—En la fiesta del Kamabakka y los mensajes de texto —agregó él.

Muchas veces se había cuestionado la naturaleza de su relación con Luffy. Casi todas las personas que él conocía tenían una relación con Luffy y sus propias ideas de cómo era el chico. Siempre hablaban de él como una persona muy particular. Sus hermanos lo endiosaban, sus amigos se referían a él con mucho cariño e incluso Iván hablaba del niño torbellino como un sol de primavera.

Era divertido y extraño estar creando su propia versión de Luffy, que se alejara y  conectara al mismo tiempo con los otros relatos sobre el chico del fútbol. Quizá la suya tuviera más que ver con esos momentos hilarantes y caóticos en los que Luffy había convertido todas sus interacciones. Pero también en los mensajes a la madrugada y las conversaciones profundas y sinceras al filo de la medianoche.

—Me gustan —retomó Luffy—, esos momentos contigo.

.

.

.

Abrió los ojos despacio cuando el sol se filtró por la ventana. No estaba acostumbrado a sentir los rayos luminosos, en su habitación las persianas siempre permanecían cerradas y era un refugio oscuro. 

Se refregó sus ojos y alzó el brazo buscando el celular. No había sonado su alarma porque se levantó unos minutos más temprano. Se incorporó lentamente. Un cuerpo dormía a su lado con tranquilidad. Podía sentir su respiración tranquila y fuerte. Se dio la vuelta y lo vio tendido con la cara hacia el sol. ¿Cómo podía seguir durmiendo así?

Al final se había quedado a dormir en esa cama. Hablaron hasta tarde, de todas formas Law no podría dormirse más temprano, y sólo cuando Luffy se quedó dormido, él también intentó cerrar los ojos. El paso del tiempo con Luffy siempre era borroso, sin fronteras, como si trastocara todas las cosas que antes parecían tener racionalidad y las convirtiera en líquido que se escurre de las manos.

Fue en busca de su ropa en la sala y calentó un poco de café que Sanji había dejado la noche anterior. Ordenó el sillón vacío donde no durmió y desayunó rápido antes de irse. No escuchó las pisadas que venían desde el pasillo, sólo vio a Luffy cuando se recostó contra el marco.

—¿Te vas? —preguntó frotándose los ojos.

No traía camisa y se veía su vendaje. La cicatriz en el pecho relucía contra el sol de la mañana. Lo había revisado antes de dormir y estaba bien. Era extraño, pero tenía una especie de obsesión con revisar su herida todo el tiempo.

—Ve a la cama, Luffy-ya —murmuró Law en voz baja, como si tuviera miedo de despertar a alguien—. Nos vemos mañana, seguramente pase para ver la herida.

El chico sonrió pero no se fue. Se acercó un poco más a Law y tomó las llaves de la casa.

—Te abro.

—Pero no bajas —espetó Law autoritario—. No te muevas, ya mañana podrás volver a tu casa. Abajo está en portero, no te preocupes.

Luffy giró los ojos con evidente molestia pero su sonrisa traviesa parecía indicar que sabía que no se saldría con la suya esta vez. Le abrió la puerta y se quedó ahí, esperando que se fuera.

Había algo hilarante en todo ese momento. No supo bien qué. Pero era surreal estar en la casa de Sanji con Luffy vendado y sin camisa abriéndole la puerta para despedirlo. Sonrió ante el pensamiento. 

—Gracias por quedarte conmigo anoche —La sonrisa de Luffy era grande y honesta. 

—No hay de qué, Luffy-ya.

Tuvo el impulso de levantar la mano y tocarlo, pero se reprimió. No supo —o quizá sí— de dónde vino eso y prefirió no pensarlo.

—Nos vemos mañana —dijo en cambio y le dio la espalda en busca del ascensor.

Mientras más tiempo pasaba con él, más sentía trastocado todo lo que conocía. El chico de mar y tormenta había llegado para arrasarlo todo.

 


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