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El chico de mar y tormenta por Annie de Odair

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Corazón decidió instalarse en su departamento unos días. Al principio le había dicho que era porque en su casa estaban haciendo arreglos, pero Law se rió y lo cortó. No hacía falta mentirle para quedarse a acompañarlo. Él también quería tenerlo ahí. 

Era lindo volver del trabajo y ver a su padre tomando un café mientras veía un capítulo de Criminal Minds. Lo único que le prohibió fue cocinar, cortar verduras y prender el horno. Corazón no había nacido para las labores domésticas. Quizá su vocación para las plantas era lo único que hacía con maestría. Aunque varias veces se cortó con espinas y herramientas y Law tuvo que atenderlo. 

Al contrario de lo que pensó, tener a su padre en casa era muy reconfortante. No lo hizo sentir infantil, como si hubiera vuelto atrás. Realmente le gustaba compartir con él, trasnochar mirando películas malas del cable en el sillón, o contar sus monedas extranjeras en el jarro que decoraba su mesa de café. Fueron solo cinco días, pero los disfrutó como si fueran años. Le hizo pensar que tenía que ir más seguido a su casa y quedarse a dormir.

Hablaron mucho también. Corazón le contó cosas de Doflamingo que no sabía, situaciones por las que tuvo que pasar cuando aún vivían juntos. Lo escuchó todo, incluso lo vio llorar y fue movilizante. Durante su juventud nunca le había demostrado debilidad, se mantenía fuerte por él, para que Law siguiera en su tratamiento. Nunca lloró delante de él. Aunque no le gustaba verlo así, sentía que por fin estaba viendo las reacciones que no pudo tener en ese momento y contenerlo.

Corazón seguía acompañando a Leo y los demás chicos en las declaraciones ante la justicia. Después del allanamiento a Bellamy las pruebas eran evidentes. Law y Luffy irían como demandantes y tenían que presentarse a citaciones más adelante. Esperaba tener resueltos sus sentimientos con Luffy para ese momento porque no podía estar dando vueltas sobre lo mismo con algo tan importante encima.

Su padre se fue del departamento esa misma tarde, pero su presencia quedó impregnada en todos lados. Law nunca lo había visto echarse perfume, pero siempre dejaba todos los ambientes llenos de un aroma dulce, como si llevara su jardín botánico en la piel. Sonrió pensando en eso mientras cocinaba algo. Le había pedido una receta a Sanji para hacer un buen ramen casero sin tener que comprarlo prefabricado y estaba orgulloso con el resultado. Por ahora sabía muy bien

Dejó el teléfono sobre un frasco de galletitas alto y puso un documental de medicina mientras intentaba seguir los pasos de la receta escrita a mano rápidamente. La ventana de notificaciones aparecía constantemente y tapaba el video. No estaba seguro bien qué pasaba, pero por lo que alcanzó a leer, sus amigos se estaban quejando de su jefa. La directora del North Blue era una doctora muy reconocida, eminencia en el campo de la medicina. A Law le caía bien y la admiraba mucho, pero sabía que era muy exigente y que no todos podían seguirle el ritmo. 

Se limpió las manos con un trapo y tomó el celular para mirar los mensajes.

[01/10 08:04 p. m.] Penguin: Extrañé a Marco hoy, él siempre calma a Kureha cuando se enoja con nosotros.

[01/10 08:04 p. m.] Shachi: No los shipean?

[01/10 08:05 p. m.] Penguin: Ay, Shachi, qué dices? ja ja

[01/10 08:05 p. m.] Bepo: Marco está casado!

Kureha también, su marido es el doctor Hiruluk, el del departamento de oncología.

[01/10 08:06 p. m.] Penguin: Marco está casado?

[01/10 08:06 p. m.] Shachi: Ese hombre es un misterio

[01/10 08:06 p. m.] Penguin: Cómo sabes eso, Bepo?

[05/10 08:06 p. m.] Bepo: Me pareció verlo con una mujer un día en la salida del hospital.

Se rió mirando la conversación de sus amigos. Cuando estaban en la sala de comidas y descanso del North Blue siempre intentaban adivinar cómo era la vida detrás de sus compañeros de trabajo, sobre todo aquellos que parecían tan lejanos, como la doctora Kureha. 

Sabían que Marco era su mano derecha y en quien más confiaba en su departamento. Según tenía entendido, Marco había sido alumno suyo cuando ella era profesora en la universidad de medicina. Law cursó su cátedra de medicina general, pero Kureha ya no era la docente y sólo daba la primera y última clase a todos los estudiantes.

[01/10 08:08 p. m.] Trafalgar Law: Dejen de quejarse y aprovechen que salieron del trabajo.

[01/10 08:08 p. m.] Bepo: Law!! Te extrañamos hoy

Mañana te toca?

[01/10 08:09 p. m.] Trafalgar Law: Sí, Kureha me cambió el horario por una operación programada. 

[01/10 08:09 p. m.] Penguin: Qué haces, Law?

[01/10 08:10 p. m.] Trafalgar Law: Cocinaba

Sanji-ya me pasó una receta de ramen.

[01/10 08:10 p. m.] Shachi: omg

Necesito ver eso

Sonrió intentando tomar una foto de su cocina y todo el despliegue que había hecho 

[01/10 08:13 p. m.] Trafalgar Law: 📷 Foto

Si quieren, el fin de semana pueden venir a comer.

No prometo cocinar.

[01/10 08:13 p. m.] Bepo: Siiii!!

[01/10 08:13 p. m.] Penguin: En serio???

[01/10 08:14 p. m.] Trafalgar Law: Qué exagerados.

Han venido muchas veces a mi casa.

[01/10 08:15 p. m.] Shachi: Últimamente has estado un poco…

distante.

[01/10 08:15 p. m.] Trafalgar Law: Lo sé

Pero ya estoy mejor.

Gracias por estar ahí.

[01/10 08:16 p. m.] Bepo: Estamos contentos de que regreses, Law

[01/10 08:16 p. m.] Penguin: Te queremos

[01/10 08:17 p. m.] Shachi: Que no se te pase el ramen!

Se mordió el labio con una sonrisa de lado mientras los leía. Se sintió demasiado afortunado en ese momento, porque esos cuatro tontos, de los que muchas veces se quejó, eran su red de contención que durante la adolescencia y todo el período de la universidad, lo mantuvieron contenido y encaminado. 

Mientras le escribía, una notificación saltó indicándole un mensaje. Era Luffy. Se quedó mirando fijo la pantalla, pensando que no se habían vuelto a escribir desde esa noche hacía casi una semana cuando conversaron brevemente en la madrugada. 

[01/10 08:20 p. m.] Luffy: Torao!

Sé que dije que no te molestaría tanto, pero

estoy cerca de tu casa, vine a comprar algo que Sabo me mandó por tu zona

te molesto si paso?

puedo volver si no quieres!

pero…

te extraño.

Se cubrió la cara con una mano y bufó. Luffy no sabía de paciencia, se lo había dicho antes. Cinco días habían sido demasiado para él. Pero Law se sentía mejor y de buen humor. Y también lo extrañaba. 

[01/10 08:20 p. m.] Trafalgar Law: Luffy-ya

Estoy en casa haciendo ramen

Trae algo para tomar.

Se mordió los labios cuando lo vio responder con un sticker asombrado y no pudo evitar reírse. Dejó el teléfono a un lado y siguió preparando la comida porque ahora tenía que hacer un poco más. ¿Qué pasaba con las personas que quería que siempre llegaban cuando estaba cocinando? Quizá su vida se trataba de agregar un plato más a la mesa cuando pensó que sólo sería él. 

No era una mala idea.

Se puso un poco nervioso. Había visto poco a Luffy desde la fiesta en la playa. Se cruzaron en el Kamabakka pero no hablaron mucho y respetó su tiempo sin mandarle mensajes. Esa era la primera vez.

Y le había hecho un poco feliz.

Luffy le avisó por mensaje y cuando estuvo del otro lado de la puerta frente a porche del edificio sintió que su corazón latía muy rápido. La incertidumbre y sus propios deseos se mezclaban todo el tiempo. La tranquilidad que le daba verlo y la revolución que provocaba en él. El mar y la tormenta.

Abrió la puerta y la mirada de Luffy se encontró con la suya. El chico tenía su mochila roja colgada de un hombro y una campera de jean liviana. No sonrió al instante, aunque pudo ver por sus ojos que quería hacerlo.

—Hola —dijo Law aclarándose la garganta—. ¿Cómo estás?

Y sonrió. Las comisuras de sus labios se arrastraron hacia arriba, como si un hilo las tirara, mostrándole su verdadera expresión

—Hola, Torao —lo saludó entrando delante suyo—. Estoy bien, vine a buscar algo que Sabo compró por internet. Creo que es un nuevo micrófono o una grabadora, no sé muy bien.

Subieron por el ascensor mientras Luffy le contaba sobre sus hermanos. Él permaneció callado, disfrutando la incesante charla del chico. No admitiría que también la había extrañado.

—¡Mmm, que rico huele! —espetó apenas entraron al departamento—. ¡Traje jugo!

Sacó una botella de jugo y Law la puso dentro de su heladera. Sonrió al ver lo entusiasmado que estaba por la comida. Tan Luffy.

—Le pedí la receta a Sanji-ya.

—¿En serio? ¡Sanji es increíble! —Luffy se instaló alrededor de la cocina, casi sobre su olla y mirando el ramen con insistencia.

—No se va a cocinar más rápido porque lo mires así —bromeó Law con una sonrisa burlona—. Prepara la mesa si quieres, ya está.

—¡Entonces si sirvió mi mirada!

Sirvió los platos y se prepararon para comer en la mesada de la cocina. Law tenía dos cuencos bonitos donde sirvió y Luffy parecía a punto de devorárselo.

—Dios, esto está delicioso.

—Créditos a Sanji-ya

—No seas tonto —lo cortó Luffy sonriendo—. Éstas son tus manos de doctor siendo cocinero. ¡Créditos a Torao!

Se tapó la boca para reír mientras Luffy hacía payasadas con el ramen y sus palabras. Se sintió como si un gran peso, que llevaba días cargando, hubiera caído de sus hombros, dejándolo ligero. Estaba liviano, tranquilo. Despejado. Como un mar calmo que lo llevaba a la deriva, en búsqueda de la próxima aventura. 

Esa era la propiedad de mar de Luffy, de tranquilizarlo y hacerle ver lo feliz que era con él.

—¿Cómo estuviste estos días? —Se atrevió a preguntar y observó las reacciones del chico.

—Tuve un examen y un trabajo. Sabo me ayudó a estudiar y casi desapruebo, pero al final pasé —Lo decía como una gran victoria y le pareció gracioso verlo así.

Cuando él iba a la facultad, pasar raspando le parecía mediocre. Pero Luffy estaba contento y era un gran logro para él. Le hizo sentir pretencioso con sus exigencias antiguas, como si no entendiera qué era lo realmente importante, que era más que una calificación. 

—Veo que estuviste ocupado —mencionó sonriendo. 

—¿Y tú? —preguntó Luffy con cierto atisbo de duda—. Digo, ¿qué estuviste haciendo esta semana?

—Mucho trabajo y también estuve con Cora-san. Se quedó unos días aquí.

Luffy abrió los ojos enormemente y sonrió. Parecía feliz.

—¡Eso es increíble, Torao! Cora-san es genial.

Desde que desmantelaron la red de Bellamy, Luffy había quedado asombrado por Corazón. Todo lo que supo de él y cuando se vieron más tarde por el tema de Leo, hizo que lo tomara como un ídolo. Quizá como ese viajero extraño que Luffy conoció cuando vivía en Grey Terminal.

La cena pasó rápido porque Luffy devoró su plato y lo que quedaba como si fuera nada. Le propuso ver la televisión y ambos se desplazaron al sillón, donde estaban más cómodos. No se sentía tenso como pensó que estaría al principio. Fue natural y agradable compartir ese espacio con él. No fue ajeno. Luffy se sentía como si fuera de ahí.

—¡Oh, dios, están dando Terminator, no cambies! —gritó Luffy cuando lo vio hacer zapping.

—Es una película malísima, Luffy-ya…

—¡La primera es increíble, qué dices! —Le arrebató el control y volvió al canal donde pasaban la película—. Amaba esta película cuando era chico. Dadan nos dejaba ver la televisión todo lo que queríamos y siempre la ponía cuando la estaban dando.

Se rió al imaginar a un pequeño Luffy luchando con sus hermanos por monopolizar la televisión y luego a los tres obnubilados con el Terminator diciendo sus frases icónicas. 

—¿Tú que veias de chico, Torao?

—Mmm miramos muchas series con Cora-san, pero eso fue más de grande.

—¿Cuándo se mudaron juntos, no? —preguntó Luffy con una mano en el mentón.

—Wow, cuanta memoria… —Lo vio girar los ojos y sonrió.

—No me olvido de cosas importantes, Torao —espetó haciendo un mohín—. Me contaste que te mudaste con él cuando tenías… 

—Dieciocho —completó—. Cuando escapamos de lo de Doflamingo.

Luffy subió las piernas sobre el sillón y se apoyó contra el reposabrazos mirando a Law con atención.

—Me dijiste que tuviste tu época mala ahí, ¿no? —Law casi podía verlo armar un rompecabezas de su vida en la cabeza y le pareció gracioso.

—Un poco, sí.

De fondo, la televisión mostraba al Terminator huyendo con Sarah y John Connor en una típica persecución de autos que fue relegada en ese momento. Luffy lo miraba con una sonrisa suave y sincera, como si lo instara a continuar.

—Ya sabes lo que sigue, Luffy-ya —Se apresuró a decir mirándolo desconcertado.

—Sí, sí, depresión, oscuridad, terror… ¡cuéntamelo tú!

Se quedó mirándolo en silencio durante unos segundos hasta que estalló con una risa tonta. Se tapó la boca con la manga de su buzo. Los comentarios de Luffy era hilarantes y muchas veces lo desconcertaban, pero en esas ocasiones le causaban una risa genuina que lo relajaba. Se limpió una lágrima en la orilla de su ojo y le sonrió al chico sentado frente a él.

—No hay mucho que decir, en realidad —mencionó alzando los hombros.

Luffy se acercó hacia él, como si quisiera compartir el mismo espacio para escucharlo hablar de su pasado. 

—No me importa mucho el pasado de las personas, pero cuando me contaste el tuyo me sentí un poco reflejado —admitió y Law se mordió los labios.

—Sí, a mí me pasó igual —mencionó mirándolo—. Tuvimos infancias muy diferentes. A pesar de haber vivido en una casa llena de lujos como la de Doflamingo, no fui feliz. Y tú, que viviste en un barrio de emergencia con todas las dificultades que eso conlleva, tuviste una infancia mucho más feliz y alegre.

Luffy asintió, mirándolo con atención.

—Pero creo que los dos terminamos pensando igual porque estamos en el Kamabakka por los mismos motivos —meditó Luffy—. Siento que fuimos por caminos distintos pero parecidos que en algún momento se encontraron en un punto. 

—Sacamos las mismas conclusiones de dos situaciones diferentes…

—¡Exacto! —exclamó Luffy con una gran sonrisa.

Lo vio apoyarse contra el respaldo del sillón y mirar la película que ya estaba en su fase final. El Terminator, Sarah y Jon estaban en la fábrica donde todas sus películas solían terminar. 

—Siempre lloraba con el final —le contó Luffy con la vista fija en la televisión—. Cuando el Terminator levanta el pulgar.

Se rió un poco a modo de burla, pero Luffy lo decía en serio. En esa anécdota pequeña, casi intrascendente, le estaba entregando una escena de su infancia que parecía significar mucho más que la película en sí. 

Volvió la vista para mirar también esos momentos finales. La luz de la pantalla los iluminó en medio del departamento oscuro y la noche avanzada. Se dejó absorber por esa estética noventera y la compañía de Luffy durante unos instantes en silencio. Un sutil toque lo hizo volver a la realidad.  

Luffy había apoyado la cabeza sobre su hombro, con cuidado y tranquilidad, como si fuera lo más natural del mundo. Sin cuestionárselo. Law no pudo evitar tensarse, sentirse expuesto de una forma absurda. Luffy lo notó y se alejó al instante. Se mordió el interior de la mejilla arrepentido. Había arruinado la construcción de un ambiente relajado.

—No estés tenso, Torao —dijo Luffy sorprendiéndole. Su voz era baja, parecía querer mantener el momento y no romper esa tranquilidad—. Yo… no voy a molestarte.

—No me molestas, Luffy-ya —se apresuró a decir.

—Pero no quiero obligarte a corresponder mi forma de ser.

Podía notar el conflicto de Luffy también. No parecía acostumbrado a esperar o ser paciente con otros. Desde que lo conoció le quedó claro que era el tipo de chico que iba por lo que quería sin dar lugar a un no por respuesta. Lejos del autoritarismo, Luffy conseguía sus metas con su personalidad encantadora y su habilidad natural para entender los sentimientos de los demás. 

Sin embargo, podía ver que con él era diferente. Luffy lo entendía y quería darle su espacio porque buscaba algo diferente. Era evidente que no se sentía cómodo tampoco y que estaba haciendo su mayor esfuerzo para no sobrepasarse.

—No lo haces, lo siento —Se dio vuelta para verlo a los ojos y tratar de ordenar sus pensamientos—. Ya te había dicho que no soy una persona fácil. Me cuesta dejar entrar a otras personas en mi vida y tú llegaste de una forma extraña.

Recordó cuando conoció a Luffy. Le había parecido curioso finalmente encontrarse con ese chico que todo el mundo describía como loco, encantador y enérgico. Luffy era casi una leyenda entre sus conocidos y varios meses después, podía entender por qué. 

Law no acostumbraba a dejar entrar personas nuevas en su cotidianeidad y mucho menos de la forma en la que Luffy entró. El chico del fútbol prácticamente se arrojó por una ventana rota y se adueñó del lugar como si tomara una casa, obligándolo a replegarse hasta que se sintió asfixiado. 

Pero ahora él ya se adaptó a esa presencia invasora y estaba dispuesto a sentarse con él para sentar las reglas de convivencia.

—Además, no eres como mis amigos o mi papá —siguió Law sin despegar su mirada de Luffy—. Me costó darme cuenta, la semana pasada fue la prueba de eso, porque... la forma en que nos vinculamos me trajo problemas para entender nuestra relación.

Luffy pestañeó como si no entendiera del todo lo que quería decirle. Law sabía que no estaba siendo del todo claro. No esperó que la conversación se diera de esa forma ni tan pronto. No había podido pensar qué decir o cómo. Ni siquiera sabía que iban a tener esa charla.

—No entiendo, Torao —Luffy puso en palabras lo que su mirada ya denotaba—. ¿Qué sientes por mí?

Directo. Muy al estilo de Luffy. Miró sus piernas y apoyó las manos sobre sus rodillas. Respiró hondo.

—Muchas cosas —admitió sin mirarlo, pero se obligó a hacerlo para encontrar sus reacciones—. Tantas que no pude darme cuenta al instante y me costó mucho admitirlo.

Luffy lo miraba atento, parecía comprender sus palabras, o al menos su lenguaje paratextual. Podía ver sus pupilas seguir todos sus movimientos con las manos y su cuerpo.

—¿Nunca te pasó antes? —preguntó con curiosidad. Lo vio subir las piernas nuevamente el sillón y abrazarlas. 

—Una vez —admitió y pudo notar la sorpresa en Luffy—. Cuando tenía dieciocho.

El chico sonrió enormemente y Law irguió una ceja intrigado. 

—¿Por qué pones esa cara? 

—Porque hace un rato te pregunté por ese momento —respondió Luffy con un gesto de autosuficiencia—. ¡Yo sabía que había algo allí que no me contabas!

Se rió atónito y negó con la cabeza.

—No lo sabías —afirmó seguro. Luffy lanzó una carcajada.

—Pero había algo ahí, me di cuenta de eso.

—Cállate, ¿quieres que te cuente o no?

Hizo un gesto como si tuviera los labios sellados y Law giró los ojos.

—Fue hace mucho, en la rehabilitación —Luffy parecía querer hacerle muchas preguntas y fue muy graciosos verlo contenerse—. Me hice amigo de un chico que estaba allí también. Nos llevábamos bastante mal al principio. Era algo bravucón.

De nuevo recordó a Eustass Kid. El muchacho pelirrojo y con su expresión de haber pasado por los nueve infiernos. Conoció cada cicatriz y trauma de su cuerpo y alma y logró conectar con él más allá de una amistad y del sentimiento de atracción física.

—Pero un día a la salida del grupo de rehabilitación lo vi peleando con algunos chicos. Pensé que estaba metido en algo malo y lo ignoré, pero vi que había un niño en el suelo que los matones querían pegarle —Las imágenes de ese evento parecían lejanas y casi de película, pero las recordaba vívidas—. Estaba solo contra tres y decidí unirme porque… yo tampoco toleraba que actuaran así contra un niño.

En ese momento pensó en su hermana. Esa chica que no llegó a crecer ni pudo convertirse en adulta, cuyos sueños y esperanzas quedaron truncas desde muy chica. Y pensó que le hubiese gustado que alguien la defendiera si la atacaban.

—Lo habían herido y no pude irme después de haberlo visto —siguió contando—. Entre los dos los espantamos y ayudamos al niño. Desde ahí nos volvimos amigos y con el tiempo… un poco más.

—¿Fueron novios? —preguntó Luffy lleno de curiosidad.

—Creo que sí —meditó en voz alta, porque era algo que no tenía claro ni aún años después—. Éramos cercanos, nos entendíamos. Pasábamos por cosas parecidas. Él había sido criado en una situación complicada. Vivía en otro barrio muy pobre, su padre quedó preso por traficante y su mamá era adicta. Consumía desde los diez. 

Luffy no parecía sorprendido. Él sabía las situaciones que podía haber en los barrios más pobres. Había vivido ahí y se relacionaba en Grey Terminal desde hacía años. Muchos chicos crecían en contextos de consumo y en familias con múltiples problemáticas, con condiciones de vida muy vulnerables. Kid había sido uno de ellos, uno que intentó salir de ese estado e internarse voluntariamente.

—Él vivía solo en una pieza que alquilaba en una pensión —le siguió contando—. Cora-san lo conoció y le consiguió un trabajo como seguridad en las oficinas donde trabajaba en ese momento. Era chico, pero empezó a tener su dinero allí y salió de la pensión.

Corazón era amable con todos, pero sobre todo teniendo en cuenta las situaciones complicada por las que habían pasado algunas personas. Law nunca lo supo efectivamente, pero sospechaba que su padre vió en Kid un futuro posible de Law y quiso ayudarlo. Sabía el tipo de relación que tenía con él y eso lo motivó aún más.

—Recayó en el consumo algunas veces, pero siempre salía. Se internaba constantemente en granjas de rehabilitación y seguía yendo al grupo conmigo —continuó—. Con el dinero de su trabajo, logró estar mejor. Estuvimos… juntos un año o un poco más.

—¿Y qué pasó? 

Se mordió los labios y recordó. Nada grave. Pero aun así fue doloroso.

—Ambos éramos problemáticos. Nos entendíamos, pero también teníamos grandes peleas. Fue un momento malo para los dos, lleno de miedos y ataques de pánico. Su madre salió del centro de rehabilitación donde se había internado y él quería hacerse cargo de ella. No quería dejarla abandonada. Me pareció noble y lo entendí. 

Recordó cuando Kid se lo contó. Cuando se juntaron en su monoambiente, chiquito y viejo, pero mucho mejor que esa pieza desvencijada en la pensión. Fue el día de la ruptura y él lo aceptó.

—Me dijo que se iría con su madre a otro país. Que había conseguido un mejor trabajo. Él sabía mucho de mecánica, podía arreglar autos y motocicletas sin haber estudiado. Consiguió un trabajo por un contacto de la oficina donde trabajaba Cora-san. Le pagarían bien y quería alejar a su madre de la ciudad donde su papá estaba preso. Él se fue y yo lo acepté. 

Luffy lo miraba atentamente, siguiendo cada expresión y palabra. Law se había quedado sin aire hablando. No era un recuerdo que doliera ahora. Había pasado mucho y nunca tuvo en claro si fue un novio o no, pero no podía negar que Kid fue importante para él. 

—¿Nunca volviste a verlo? 

—Supe de él por el amigo de Cora-san que seguía en contacto con él. Dijo que estaba bien y que tenía un hijo. Me sorprendió mucho, pero me alegré.

—¿Te gustan los chicos? —preguntó Luffy de repente, mirándolo con absoluta seriedad. Law sonrió de lado y alzó los hombros.

—¿Quién sabe? No estoy seguro realmente —respondió mirando al aire—. Después de él, no estuve con nadie más ni me interesó. 

En esa época leyó mucho sobre sexualidad, intentando entender cuáles eran los sentimientos que tenía. Cuando empezó a estudiar medicina se obsesionó con entender todos los aspectos de la humanidad, considerando la sexualidad como uno de ellos. Después entendió que no tenía sentido intentar encontrar una categoría que lo definiera, porque siempre se iba a sentir desbordado de esas paredes que pretendían ser una estructura.

—Yo tampoco sé —mencionó Luffy—. Nunca me lo pregunté, eres la primera persona que me gusta así.

Law se quedó estupefacto y en silencio. Luffy no parecía darse cuenta qué lo hizo reaccionar de esa manera, como si sus palabras no tuvieran nada de extrañas. Como si no le hubiese dicho, literalmente, que le gustaba.

—¿Nunca… nadie te atrajo? —logró decir, carraspeando y sintiéndose muy tonto. Luffy negó.

—Según Nami y Usopp dicen que soy asexual, pero nunca entendí bien eso.

—Se supone que la asexualidad implica falta de atracción sexual por otro —intentó explicar—. Pero hay muchísimos grises y subgéneros. Hay asexuales que tienen sexo con sus parejas y lo disfrutan. Sólo no es el algo que busquen o que sea preponderante en sus vidas. 

—¿Cómo sabes tanto de esto, Torao? —preguntó Luffy obnubilado—. No se si me siento así, pero podría ser.

—Leí mucho sobre sexualidad después de salir con Eustass-ya —mencionó con una sonrisa nostálgica—. La asexualidad no significa que no te enamores o tengas un vínculo romántico fuerte ni tampoco que no tengas sexo, sino que éste no es central ni importante.

—Bueno, creo que así me siento, entonces.

—Pero dije lo mismo que antes, Luffy-ya —No pudo evitar reírse al ver el rostro desconcertado del chico.

—¿Y tú qué eres? 

Apoyó su mano contra el mentón y pensó.

—Me cuesta pensar que una categoría defina lo que creo que es particular en cada uno —respondió con la mirada fija en algún punto de la habitación, pensando—. Pero dentro de todo diría que lo que más se me acerca es la demisexualidad.

Luffy irguió las cejas y lo miró como si hubiese dicho una palabra de diccionario desconocida. Se rió de su rostro y lo vio hacer un mohín enfadado.

—Básicamente significa que se siente atracción sexual una vez que se creó un vínculo emocional profundo —explicó lentamente—. Es lo que siento que más describe mi manera de ser en ese aspecto.

—¡Es todo muy complicado, Torao! —gritó el chico y Law tuvo que reírse porque parecía un niño berrinchudo que no entendió la tarea—. ¿No es más fácil simplemente hacer lo que quieres con quién quieres?

Se quedó callado, porque un poco era lo que pensaba. Luffy no era tonto. Tenía otra forma de entender el mundo y las relaciones y ya se lo había demostrado infinitas veces.

—Pienso lo mismo, pero a muchas personas les ayudó a encontrar qué les gusta y con qué se sienten cómodos en un mundo que da por sentado que la heterosexualidad es la norma.

—¿Entonces crees que soy asexual y eso? —insistió curioso. 

—Si tengo que usar sí o sí las categorías diría que eres asexual demiromántico, aunque eso sólo lo sabes tú.

Luffy se tapó la cara e hizo gestos con la mano para desechar la idea.

—Olvídalo, no importa lo que soy —espetó riéndose, porque ya le causaba gracia—. Tampoco importa lo que tú eres. Sólo importamos nosotros, ahora mismo, estando bien juntos ¿no?

Sonrió de lado, porque era cierto. No tenía sentido pensar de más ni indagar las razones o negar esos sentimientos. Ya no podía. Ahora era tiempo de cerrar los ojos y dejarse arrastrar por ese mar.

 


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