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El chico de mar y tormenta por Annie de Odair

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El hogar de Shirohige era grande. Una gran casona vieja pero bien mantenida y un parque amplio y cuidado. Según Ace, el viejo Shirohige vivió ahí en su infancia y cuando sus padres murieron adaptó el lugar para ser un hogar y rápidamente inició los trámites que lo convirtieron formalmente en una casa de acogida.

Todos los trabajadores del hogar que vivían ahí tenían trabajos formales, como Ace que, según le contó Luffy, era encargado en el hotel de lujo Sabaody porque tenía un gran manejo de varios idiomas. Marco también formaba parte del equipo de Shirohige, pero no vivía en el hogar por sus diversos trabajos. 

Caminó pasando por los puestos de madera que vendían comida, artesanías hechas por los chicos y otras cosas creadas en el hogar. Estaba esperando a Luffy, que aún no llegaba. El chico había comprado las entradas para los dos, pero él pasó de todas formas porque había llevado unos paquetes de alimento. 

—¡Law! —escuchó el grito de una niña y se dio la vuelta cuando vio a Tama correr hacia él

— ¿Cómo estás, Tama? —La niña sonrió contenta cuando la miró.

—¡Bien, bien! ¿Estás viendo las cosas que hicimos? —Señaló un sombrero del puesto—. Éste lo hice yo.

Lo agarró con cuidado y lo miró de cerca. Era un sombrero tejido de paja, como los que usaban los campesinos que cosechaban arroz. 

—Es muy lindo, ¿lo puedo comprar? —preguntó inclinándose un poco para mirarla. Tama se sonrojó emocionada y asintió con mucha energía—. Me lo llevo.

El chico que atendía el puesto, uno de los coordinadores del hogar, tomó su dinero y le envolvió el sombrero, pero Law dejó que Tama se lo colocara.

—¿Leo está por aquí? —le preguntó a la sonriente niña que lo miraba emocionada de verlo con su creación.

—¡Sí, ahí está!, ¡Leo! 

El chico jugaba en la mitad del parque y corrió hacia ellos cuando vio a Law.

—¡Law, viniste! —gritó emocionado y le mostró la misma felicidad que Tama—. ¿Luffy y los chicos?

—Aún no vinieron, pero no deben tardar mucho.

—¡Ese es el sombrero de Tama!, ¡es genial! —espetó asombrado. Tama se rió contenta—. Yo también hice una manualidad.

—Oh, ¿cuáles? —Leo le señaló una bufanda cosida y Law la tomó. Era muy suave—. Tama me enseñó a coser y se me dio muy bien, me hace sentir relajado.

Los hilos de la bufanda eran suaves y se separaban. Estaba cosido a dos agujas y era de estilo “infinito”, que se enrollaba en el cuello con dos vueltas. Le gustó el color amarillo y decidió comprarlo también. 

—Pero no me la pondré ahora porque hace calor —le dijo al chico que de todas maneras estaba contento de verlo con su prenda—. ¿Te gusta el hogar de Shirohige? 

Leo sonrió, caminando al lado de Tama y Law mientras recorrían los demás puestos.

—Sí, es lindo estar aquí —afirmó el chico—. Todos son agradables, hacemos tardes de juegos, hay comida todos los días. Shirohige es genial y jugamos al fútbol con Ace a veces.

Irguió una ceja con una sonrisa. Tama asentía a todo con el mismo entusiasmo. Esos chicos parecían muy fanáticos del fútbol, porque muchos de ellos iban al Kamabakka al equipo de Luffy. Ni hablar de esos hermanos fanáticos del deporte.

Se detuvo frente a un puesto de comida y miró las delicias que habían preparado los coordinadores del hogar. Según le dijo Luffy, Sanji también había querido ayudar. Había unas brochetas con dango y también takoyaki. Imaginó que a Luffy le gustaría eso.

—¿Quieren algo de comer? —le preguntó a los niños y ellos parecieron contentos. Les compró dos brochetas de dango y también takoyaki para Luffy.

—¡Toraooo! —el grito vino desde la puerta del hogar y Law se dio la vuelta con una sonrisa cuando lo vio avanzar hacia él.

Era sorprendente como el chico del fútbol aparecía siempre que había comida involucrada.

—Hola, Luffy-ya, pensé que ibas a venir más temprano —mencionó con una sonrisa burlona.

Luffy se rascó la cabeza y sonrió.

—Ah, sí, lo siento, Sabo se retrasó un poco —dijo riendo. De fondo, vio al hermano de Luffy hablando con Ace y sonrió—. ¡Hola, Tama, Leo!, ¿cómo están?

Luffy abrazó a los dos niños y ellos parecían contentos de corresponder su afecto. Leo se había adaptado bien aunque aún se tensaba ante el contacto. Él mismo sabía que no era fácil. Leo tendría que recorrer su propio camino hasta aprender a aceptar una caricia con normalidad.

Le recordó a sí mismo un poco.

—Torao, ese sombrero lo hizo Tama, ¿verdad? —Luffy alzó sus manos y tocó el tejido de paja con una sonrisa—. En casa tengo uno, son geniales.

Tama parecía avergonzada pero muy contenta.

—También compré una bufanda de Leo —Law le mostró la tela y Luffy pareció asombrado.

—¡Es increíble!, ¡quiero una!

—¡Hice de varios colores! Hay una roja que te iría bien, Luffy —comentó Leo y el chico lo tomó del brazo para correr como loco al puesto. Tama los acompañó y Law no tuvo más remedio que seguirlos. 

Luffy compró la bufanda de Leo y se la puso en el cuello a pesar del clima cálido.

—¡Es muy suave! —murmuró con una sonrisa. 

—¡Tama, Sabo quiere verte! —La voz de Ace sonó a sus espaldas.

Cuando se dieron vuelta, Tama ya estaba lanzándose a sus brazos. Sabo le acarició la cabeza a la niña y Leo también parecía contento.

—Law, ¿viene hoy el señor Rosinante? —le preguntó el niño con una expresión esperanzada.

El señor Rosinante era una forma graciosa de llamar a su padre. Law sabía que ése era su nombre, pero se había acostumbrado a llamarlo Cora-san hacía años.

—Sí, va a venir más tarde —le respondió sonriendo.

Leo festejó y se quedó un rato con ellos hasta que volvió con el resto de sus amigos. Estaba feliz de haberlo visto, quería pasar por allí más seguido. Se daba cuenta de lo feliz que lo hacía estar allí y ver a esos niños.

—Torao, ¿qué hacías antes de que llegara?

Law le extendió el cartón con las bolas de takoyaki y Luffy pareció babear.

—Compraba cosas, pensé que tendrías hambre.

—Eres genial —espetó el chico la con adoración hacia la comida tatuada en los ojos. Tomó uno de los palillos y pinchó un takoyaki—. ¡Está delicioso!, ¡come también, Torao!

—Wow, compartes la comida conmigo, ¿es una propuesta, acaso?

—Qué exagerado —mencionó con las mejillas llenas de takoyaki. 

Law se llevó uno a la boca y sonrió. Realmente estaba sabroso. 

—Hace años no los veía tan bien —dijo Luffy de repente y Law siguió su mirada hasta sus hermanos.

Ace y Sabo estaban en una esquina del parque; Tama había vuelto a jugar con los niños. Los vio abrazarse, sin motivo ni razón, simplemente parecían hacerlo porque tenian ganas, confiados quizá en que nadie los vería.

—¿Lo habías notado antes o sólo ahora? 

Luffy alzó los hombros pero siguió mirándolos. Había una sonrisa en su rostro.

—Escuché a Sabo hablar hasta tarde en su habitación durante varios días. Pensaba que estaba en llamadas con sus amigos, yo también las hago a veces, pero Tama me contó hoy que Ace también hablaba hasta la madrugada por teléfono en el jardín.

Los hermanos de Luffy conversaban cerca y se reían. Los dos tenían una sonrisa brillante en el rostro. Esa sonrisa propia de la familia, pensó Law, que la había visto en Luffy. Sabo lo tomó del brazo, con naturalidad y caminaron atravesando los puestos hasta la entrada de la casa. 

—Supongo que habrán arreglado todas sus diferencias, ¿no lo crees? —le preguntó al chico del fútbol, que volvió la mirada feliz.

—Realmente estoy contento —Law no pudo evitar sonreír por sus palabras. Se veía feliz y él sentía toda clase de cosas al verlo de ese modo—. Espero que nunca vuelvan a pelear de nuevo.

Los amigos de Luffy se acercaron detrás de ellos y los sorprendieron. Zoro, Nami, Vivi, Usopp y Sanji, que traía un delantal y parecía venir de cocinar, aparecieron con compras y comida en las manos.

—¡Hola chicos! —Luffy estaba contento de verlos—. ¡Oh, también compraron manualidades!

—Esta la hizo Momonosuke —mencionó Nami mostrándole un collar con inscripciones, parecía de estilo antiguo con jeroglíficos—. Le compré uno a Vivi también.

La chica le mostró el suyo que era azul y hacía juego con el naranja de Nami. Zoro también había comprado un sombrero de Tama. Luffy le había dicho que también era cercano a la niña.

—Los takoyaki están exquisitos —dijo Luffy metiéndose el último en la boca. Sanji sonrió.

—Los cocineros de aquí hacen un gran trabajo. Estuve ayudando un poco y la comida salió muy bien. 

—Dicen que más tarde van a tocar algo de música —mencionó Usopp—. Espero que Franky y Robin lleguen a tiempo.

—Brook y sus chicos del taller de música prepararon algo para hoy —agregó Vivi—. Me pidieron que cante con ellos.

—¡Que lindo! —Nami abrazó a su novia por los hombros y sonrió—. Y hablando de lindo, ¡felicitaciones Law!

Irguió una ceja sin entender y Luffy comenzó a reír bajo. 

—¿Por qué? —preguntó extrañado. Todos sonreían con complicidad, como si supieran algo que él no.

—¡Por tu noviazgo con Luffy! —espetó la pelirroja con una sonrisa burlesca.

Law sintió que se le helaba la sangre y miró al chico con interrogación. Luffy alzó sus hombros y se concentró en seguir comiendo los dangos de Usopp sin que lo note.

—¡Sí, es super adorable! —comentó Vivi con una sonrisa encantadora.

—Ya era hora —acotó Zoro.

—Me sorprende que no sucediera antes… 

Miró a Sanji sin entender por qué dijo eso. ¿Antes?, ¿pensaban sobre ellos antes?

—En realidad todos quieren decir que estamos felices por ustedes —intentó Usopp con una sonrisa de disculpa.

Law miró al chico y tiró de su buzo como si fuera un cachorro.

—Pido prestado a Luffy-ya un segundo —espetó arrastrándolo hacia un lugar vacío del jardín.

Luffy lo siguió, atragantándose con los dangos como si no hubiera un mañana hasta que Law se detuvo.

—¿Les dijiste que somos novios? —preguntó mirándolo con seriedad. Luffy no parecía arrepentido, como si no hubiera hecho nada.

—Sí, hoy antes de venir —dijo casualmente y Law sintió que le temblaba un ojo.

—¿Por qué?

Luffy lo miró sin entender, como si no concibiera las preguntas que le hacía.

—Porque lo somos, ¿por qué más?

—Nunca hablamos eso, Luffy-ya —espetó Law cansado. Luffy lo miró con el ceño fruncido.

—Dijimos que nadie nos gustó como nos gustamos. Nos dimos un beso. Yo pensé que estaba claro —respondió de forma inocente—. ¿No quieres?

Law se quedó callado. No tenía una verdadera respuesta y en realidad, ¿no quería? Luffy tenía razón. Habían hablado sobre qué significaban para el otro. Estaba de acuerdo en que nunca sintieron eso por otra persona. Era claro que su relación era diferente y única y que estaba bien compartir ese contacto.

¿No era eso ser novios?

—Está bien —dijo resignado y Luffy se rió.

Desvió la mirada con un suspiro. No sabía por qué hizo ese escándalo. Debería haber considerado esa idea antes, además del hecho que Luffy nunca discutía nada con otras personas. Él resolvía y decidía. Era muy práctico.

Sintió un tirón en su camisa y de pronto se encontró inclinado. Luffy estaba en puntas de pie, besándolo. Lo tomó por sorpresa y entró en pánico, sobre todo por miradas indiscretas, pero nadie les prestaba atención y podía darse el lujo de relajarse. 

Cerró los ojos y pasó su brazo largo debajo del de Luffy, aferrándolo a su espalda. Respondió ese beso y acarició los labios de Luffy con tranquilidad, sin prisa. Cuando se separaron, el chico lo miró con una sonrisa contagiosa. Se sintió tentado y la besó rápidamente.

—Tonto, Torao —espetó Luffy y Law giró los ojos.

—Lo que digas, sigamos.

Caminó dejando atrás al chico que no dudó un segundo en correr detrás de él y exigir más comida. 

.

.

.

Brook se había acomodado en el gran jardín y los niños de su taller también estaban a su alrededor. Habían preparado algunas canciones y música con percusión corporal e incluso fabricaron instrumentos con cosas recicladas, como verdaderos luthiers. Brook era muy hábil y sabía cómo sacarle música a cualquier cosa.

Momonosuke estaba en el centro con un güiro, un instrumento raspador que habían hecho con una lata de pintura descartada y unas varillas de metal. Estaban tocando una cumbia y otros de los chicos golpeaban los tambores construidos con más latas. Vivi cantaba con un micrófono, Law no sabía que esa chica pudiera hacerlo tan bien. En el Kamabakka brindaba asistencia escolar a los chicos, pero tenía un talento para la música también.

La cumbia resonaba en todo el jardín y el ambiente era festivo. Law recordó la fiesta en el Kamabakka, hacía unos meses. No pudo evitar mirar a Tama que bailaba con otra niña y con Leo. Al final habían podido recuperar su casa. Los vecinos aportaron la mano de obra junto al padre de Tama que sabía de construcción y salvaron todo lo que pudieron de la edificación quemada. Según supo por Ivan, con el dinero recaudado en la fiesta compraron materiales y la reconstruyeron de a poco. Aún faltaba y no podían volver, pero pronto dejarían el hogar de Shirohige para rehabitar su casa.

Vio a Luffy intentando sacar a bailar a Zoro, pero el chico se negaba y le causó gracia. Sanji apareció con comida en las manos e hizo que Luffy olvidara el asunto, tirándose hacia esas brochetas de carne que parecían enloquecerlo. Él se había acercado a la puerta porque estaba esperando que Corazón llegara. Según el mensaje que le mandó estaba a unas calles, pero su padre era tan despistado que lo creía capaz de perderse. Prendió un cigarrillo para fumar unos instantes.

Ace y Sabo estaban bailando en medio de las personas en el jardín. El sol de la media tarde los bañaba mientras las manos de Ace parecían acoplarse perfectamente al cuerpo de su hermano de crianza. Parecían desinhibidos y despreocupados. Y al contrario de lo que cualquiera hubiera pensado, nadie los estaba mirando. Quizá todos ya supieran esa atracción tan evidente entre ambos. Supuso que habrían tenido miedo en sus épocas de peleas, como le contó Luffy, y que ese miedo había sido la principal razón para no vivir su relación. Quizá finalmente se dieron cuenta, como Law, que no tenía sentido temer a una mirada ajena. Nadie los miraba más que ellos mismos.

Y Law. Pero él lo hacía porque esa libertad desbordante que exhibían le recordaba a Luffy. Y ya había aprendido que cualquier cosa que tuviera que ver con él se llevaría todas sus miradas.

—¡Law!

Vio a su padre caminando hacia él con una bolsa enorme. Irguió la ceja confundido. ¿Por qué Corazón cargaba un saco como si fuera Santa Claus?

—¿Qué es esto? —preguntó desconcertado.

Corazón se detuvo en la mesa improvisada de la entrada del hogar y saludó a uno de los coordinadores.

—Hola Izo, ¿cómo estás? —dijo amablemente y colocó la gran bolsa sobre la mesa—. Son alimentos.

Sonrió girando los ojos cuando entendió el misterio de la bolsa. Tenía que haberlo sabido, su padre siempre se tomaba en serio esas cosas.

—Rosinante, ¡tanto tiempo! —lo saludó Izo—. ¿Cómo estás?, ¿cómo vienen las audiencias del juicio de Bellamy?

Izo estaba encargado de otras áreas del hogar, Law casi nunca tuvo que tratar en primera persona con él, pero su padre tenía una relación más cercana con casi todos los coordinadores desde que trabajó como voluntario en las organizaciones sociales de adopción. Law se manejaba más con Ace y Marco.

—Bien, son agotadoras para ellos —respondió Corazón—. Muchos sufrieron cosas espantosas con Bellamy, otros son adictos también.

—Sí, varios van con Thatch tres veces a la semana a grupos de rehabilitación —mencionó Izo haciendo referencia a otro coordinador.

—Pero creo que les hace bien que alguien los acompañe y esté con ellos mientras declaran. Gestioné ese permiso para estar ahí y ellos me tomaron confianza —siguió contándole Corazón con una sonrisa. 

Cuando lo escuchaba hablar de esas cosas tenía muchas ganas de abrazarlo. Y pareciera que lo llamó con el pensamiento porque giró el rostro y lo miró, dedicándole una sonrisa.

—¿Cómo estás Law? —le preguntó abrazando a su hijo por los hombros mientras caminaban hacia el interior del jardín.

—Bien, hace un rato compré algo de comida en uno de los puestos. Y este sombrero que hizo Tama.

Corazón lo miró y se rió.

—Te queda muy bien —Alzó la mano y tocó el tejido—. Yo también quiero uno.

Compraron algunas cosas para comer, algo dulce y café. Se sentaron a tomarlo en las mesas improvisadas entre los puestos de comida y artesanías, mirando el espectáculo de Brook.

—Ahí está Luffy —dijo Corazón como si él no lo supiera y Law miró al chico bailar con Nami—. ¿Todo está bien entre ustedes?

No le había dicho nada a Corazón. En realidad no se lo había contado a nadie. Si no fuera porque Luffy se lo dijo a sus amigos, probablemente nadie lo sabría. Miró a su padre sin saber cómo decirlo y pasó la mano por su rostro.

—¿Muy mal? —lo oyó preguntar y lo miró rápidamente.

—No, no. No es eso —se apresuró a responder—. No quiero que armes un escándalo con lo que voy a contarte.

Corazón lo miró intrigado y Law ya se arrepentía de lo que iba a decir.

—Hablamos con Luffy-ya después que te fuiste —comentó con cautela—, y ambos decidimos que estamos bien… saliendo.

Su padre pestañeó varias veces como si no entendiera. Law sabía que en realidad estaba procesando la información y que cuando lo hiciera…

—¡¿Luffy es tu novio?! —gritó con los ojos abiertos. La boca le llegaba al piso, estaba seguro de eso.

Cerró los ojos y contó hasta diez. 

—¿Por qué me rodeo de idiotas? —murmuró en voz baja pero Corazón lo oyó y se indignó.

—¡Ey!, ¡soy tu padre! —espetó como si ese fuera un argumento suficiente.

—¡Torao! —el grito de Luffy atravesó todo el jardín y Law se agarró la cabeza.

No estaba listo para este encuentro. No estaba listo para nada, en realidad.

—¡Cora-san! —Luffy había llegado hasta ellos. Traía una nueva comida en su mano y los miraba sonriendo—. ¡Viniste!

No le pasó desapercibida la mirada de su padre aunque luego sonrió amablemente hacia el chico.

—¿Cómo estás, Luffy? Siéntate con nosotros. 

—Muy bien, ¿cuándo llegaste? —Luffy se sentó al lado de Law y continuó comiendo.

—Recién llegué, ¿cómo estuviste? Hace poco vi a tu abuelo.

—¿En serio? —Luffy se veía sorprendido y curioso—. Me dijo Sabo que volvió de su viaje hace unos días. 

—Lo vi en la casa de mi padre, Sengoku —mencionó Corazón—. Me contaron del viaje, les compraron unas camisetas.

—¡Me contó! —gritó Luffy emocionado—. El abuelo me mandó una foto, la mía tiene un mono. También le mandó a Ace y Sabo.

—Sengoku le compró una con un lobo marino a Law.

Luffy lo miró con los ojos abiertos —como lo hizo Corazón hacía unos instantes— y sonrió emocionado.

—¡Tenemos que usarlas, Torao! —gritó el chico.

—Es una buena idea —acotó Corazón y él lo fulminó con la mirada. 

Luffy comenzó a hablar de su abuelo y Law se desconectó un rato probando ese pastel que había comprado con el café. Corazón se acopló tan bien a Luffy y los vio a los dos hablando animadamente como si se conocieran hacía años. No le sorprendía. Luffy no era el único con la poción mágica de hacerse querer.

—Luffy —Corazón cortó su propia charla y miró al chico con una sonrisa—. El martes es el cumpleaños de Law e iba a venir a comer a casa, ¿quieres acompañarnos?

Law tiró la cabeza hacia atrás y suspiró ruidosamente. ¿A nadie le importaba su opinión en ese lugar?

—¿Es tu cumpleaños, Torao? —preguntó mirándolo sorprendido. Se incorporó para asentir— No me habías dicho…

—No festejo mi cumpleaños, Luffy-ya. Sólo voy a comer a lo de Cora-san.

—Me hubiese gustado saber, ¡quiero regalarte algo!

No iba a negar que la idea lo enternecía. Aunque la imagen de Luffy escogiendo un obsequio para él sólo podía terminar en algo caótico en su mente, le parecía agradable imaginarlo.

—No hace falta —intentó persuadirlo—. Aparentemente mi padre te invitó, así que si vienes, ese es un buen regalo.

—¡No lo acepto! Buscaré algo para tí, ya lo verás.

—Me imagino que puede ser —dijo con sarcasmo, burlándose de él—. Seguro traerás mucha carne y te la comerás tú.

—Es una buena idea —mencionó con la mano sobre su mentón—. Pero creo que buscaré otra cosa.

Corazón se reía de la escena y Law estrechó los ojos para advertirle que no se olvidaría de eso. 

—Prepararé onigiri y pescado a la plancha, a Law le encanta eso.

—¡Lo come todos los días! —gritó Luffy riendo.

—No come muy variado —agregó Corazón y él los miró indignado.

—Estoy aquí, ¿saben?

De fondo escucharon que Brook comenzó a tocar otro tema con los chicos y Luffy saltó del asiento.

—¡Esta es perfecta para bailar, vamos Torao! —Lo tomó del brazo y lo empujó fuera de las mesas, hacia el centro de la pista armada en el jardín.

—¡Espera, Luffy-ya, no…! 

Corazón se reía desde su asiento y Law juró venganza. Alguna sangrienta y maligna contra su padre.

Luffy comenzó a moverse delante de él. Bailaba siguiendo el ritmo y aunque no coordinaba muy bien, sabía moverse con naturalidad. Al chico del fútbol se le daba bien todo lo que fuera físico y tuviera que ver con poner el cuerpo. Los deportes, el entusiasmo, la parte práctica de su carrera. Estar en el Kamabakka, en los campamentos, en las fiestas, rescatando niñas de incendios, asaltando mafiosos. Recibiendo tiros.

En algún momento se encontró sonriendo. El cuerpo delante suyo lo obligó a seguir sus pasos y Law sintió que no era tan malo estar ahí. Recordó a Ace y Sabo, que ya habían desaparecido del centro de la pista, y su propia necesidad de ocultarse de las miradas ajenas cuando de la única mirada que huía era de la suya propia.

Y ahora no tenía que huír más. No podía hacerlo cuando la única mirada que quería sobre él, finalmente lo miraba.

—Luffy-ya —susurró sin estar seguro qué buscaba o si el chico lo escuchó.

Por supuesto, lo hizo.

—¿Sí? 

Law se inclinó. Su mano atrapó la cintura de Luffy y lo apretó contra él. Lo besó. Podía sentir el entusiasmo característico del chico del fútbol en la forma en que lo agarraba de la camisa y le respondía. Siempre enérgico, nunca dispuesto a detener ese empuje irrefrenable que lo hacía ser Luffy.

Y nadie, absolutamente nadie, reparó en esas dos personas recortadas entre la multitud que se besaban en vez de bailar. Sólo un hombre, sentado con su café en las mesas entre las tiendas de comida, los miraba con una sonrisa y un cigarrillo a punto de encender. 

La única mirada que necesitaba. Y sonreía.

Notas finales:

Gracias a todos por leer y seguir acompañando esta historia. Es triste que sea el ante último capíutlo :c pero aún falta uno más ♥




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