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El chico de mar y tormenta por Annie de Odair

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Law estacionó el auto frente a la casa de Luffy. Tuvo que esquivar una camioneta y acomodarse más adelante porque había gente descargando cajas. Cuando bajó se dio cuenta que eso era en la casa de Luffy y le pareció extraño. ¿Por qué estaban entrando cajas a su casa?

—¡Law! 

Marco apareció detrás de la camioneta con una caja en la mano, parecía sorprendido de verlo.

—¿Marco? —preguntó girando el rostro, claramente tan desconcertado como él—. ¿Qué haces aquí?

—Estoy ayudando a Ace a mudarse —explicó señalando algunas cajas que había en la camioneta—. Vinimos con la camioneta de Izo cargando sus cosas.

Sus cejas se juntaron sin comprender.

—¡Pásenme otra! —gritó Luffy saliendo por la puerta—. ¡Ah, Torao!

Law sonrió al verlo. Lucía muy feliz y luminoso. Podía adivinar por qué; comenzaba a entender ese cuadro.

—Llegaste temprano —dijo el chico acercándose a ambos.

—¿Van a salir? —preguntó Marco y Luffy asintió.

—Íbamos a comer en lo de Cora-san —respondió sonriendo.

De la camioneta salieron Izo y Ace sosteniendo las que parecían las últimas cajas y las dejaron en el suelo. Sabo salió de la casa y apiló algunas cajas para levantarlas, cuando lo vio.

—Law, ¿cómo estás? —Izo y Ace miraron en su dirección y dejaron las cajas en el suelo para acercarse también.

—Bien, venía a buscar a Luffy-ya, ¿llegué en mal momento? 

Ace y Sabo se miraron con una pequeña sonrisa y Law no entendió del todo el significado que había tras el gesto. No se preocupó demasiado. Entendía que había secretos y códigos entre algunas personas. Miradas que sólo ellos dos entendían.

—Para nada —respondió Sabo con una sonrisa amable—. Ace se estaba mudando, pero Luffy casi rompió dos cajas frágiles así que mejor que te lo lleves.

—¡Ey, no había una etiqueta de frágil! —exclamó el chico para defenderse.

—¡Sí la había! —espetó Ace—. Pero la agarraste al revés.

—No es mi culpa si estaba dada vuelta…

Sabo y Marco se rieron divertidos e Izo negó con la cabeza. Él también los miró con una pequeña sonrisa. La pelea de Ace y Sabo había tenido a Luffy mal durante un tiempo y su relación complicada había sido difícil de afrontar para el chico que quería resolver todo con amor. Que sus dos hermanos volvieran a convivir con él, sin dramas de por medio, lo haría feliz sin dudas. 

Y eso lo hacía feliz a él.

—Haremos una cena de re-bienvenida para Ace más tarde, aunque Luffy no estará —mencionó Sabo con la mano sobre el mentón.

—Mañana comeremos juntos —Luffy no lucía desanimado por no estar esa noche, aunque Law se sintió un poco mal por apartarlo.

—Si quieres puedes quedarte, Luffy-ya…

—¿Estás bromeando?, ¡quiero comer en lo de Cora-san!

El impulso de ese chico fue gracioso y todos se rieron. La gente de Shirohige conocía a su padre perfectamente. Todos ponían esa sonrisa en su cara cuando hablaban de él.

—Así que dejarás tu cuarto vacío en lo de Shirohige —mencionó Law pensativo y Ace asintió.

—Más chicos entrarán en unos días y yo… —Su mirada se cruzó con Sabo y sonrió—, tengo una casa de todas formas.

—Voy a buscar mis cosas, Torao, ya vuelvo —dijo Luffy antes de desaparecer dentro de la casa.

Ace le siguió contando cómo estaban las cosas en lo de Shirohige y lo escuchó interesado. Al parecer Tama se mudaría en poco tiempo a su casa restaurada y algunos de los chicos y chicas estaban teniendo audiencias con posibles padres y madres adoptantes. Le alegró saber eso. Por el momento, Leo seguiría en el hogar. Iría a visitarlo pronto, Cora-san probablemente volvería y pensó aprovechar ese momento para acompañarlo.

No le pasó desapercibido que Izo tomara la mano de Marco durante un momento. Law no era entrometido, pero prestaba atención a los detalles y notó la conexión que había entre los dos hombres. Recordó la conversación por chat de sus amigos, cuando Bepo dijo que creía haber visto a Marco fuera del hospital con una mujer. Le causó gracia saber que en realidad siempre había sido Izo.

—Quería invitar a todos, pero la casa es chica —mencionó Ace mirando a Sabo con una sonrisa.

—Al final invitamos a nuestros amigos más cercanos —añadió Sabo—. E igual somos como veinte.

No le pasó inadvertido que aquello parecía como un festejo de oficialización de una relación. No pensó que lo fuera de todos modos, pero le pareció una iniciativa agradable y parecía hacerlos felices.

—¿Le avisaste a Kiku? —preguntó Ace de repente mirando a Izo—. La última vez que hablé con ella estaba haciendo el tratamiento hormonal, hace meses. 

—Estuvo muy metida en eso, pero cambió un montón —exclamó Izo con una sonrisa—. Ella está muy feliz.

—Kiku es la hermana de Izo —Ante la mirada desconcertada de Law, Marco comenzó a explicarle—. Se atendió con Ivan para hacer la transición, es una chica trans.

No le pareció extraño. Ivan era un endocrinólogo y sabía que gran parte de su trabajo en hospitales, clínicas e incluso en organizaciones sociales tenía que ver con tratamientos hormonales para personas trans. 

—Ivan es un gran profesional, seguramente la atendió bien.

—Ella está encantada, hoy va a venir, así que la verán espléndida —agregó su hermano con una sonrisa orgullosa.

Luffy volvió con una mochila y una bolsa grande. Parecía contento y sonreía enloquecido con el teléfono en la mano.

—¿Qué tal si nos sacamos una foto? —preguntó casi gritando. 

Se acomodaron delante de la puerta, con cajas en las manos y sobre el suelo. Law quiso sacarla, porque no sentía que tuviera que participar de ese momento, pero Ace lo tomó del hombro y lo encajó entre él y Sabo.

—El novio de mi hermanito tiene que estar en la foto —dijo con una expresión alegre cuando Luffy se rió tapándose la cara. El chico alzó el brazo y contó hacia atrás con la cámara en modo selfie—. Pero si lo lastimas, te mato.

El susurro no le pasó inadvertido y un escalofrío recorrió su cuerpo. Luffy les mostró la foto y Ace salía con una sonrisa limpia, perfecta. Ningún rastro de lo que dijo estaba en su rostro.

—¡Vamos Torao, me muero de hambre! —Lo agarró de la mano y tiró de él hacia el auto. 

—Nos vemos, que tengan una buena noche —saludó él antes de dejarse arrastrar por ese chico.

Cuando se metieron en el auto y se pusieron los cinturones de seguridad, Luffy suspiró con una sonrisa tonta y feliz.

—¿Estás contento? —le preguntó, aunque era obvio, mientras encendía el auto y salía de Goa.

Luffy miró la foto y le hizo zoom a sus caras.

—Hoy es un día especial, Torao —exclamó sonriendo—. Ace vuelve a vivir con nosotros y es tu cumpleaños.

Cruzaron la mirada fugazmente antes que tuviera que volver a ver el camino. Luffy parecía divertido y él bufó siguiéndole el juego.

—Pensé que lo ibas a decir allí, frente a todos —Luffy chasqueó la lengua y se mostró ofendido, cosa que le arrancó una carcajada.

—Tienes un mal concepto de mí, ¿lo sabes? —espetó con mala cara—. Me dijiste que no te gusta demasiado tu cumpleaños, no te iba a exponer.

Cerró los ojos durante un instante breve pero necesario para volver a abrirlos y sonreír. Miró a Luffy riéndose. 

—Eres un completo misterio, Luffy-ya.

El chico de mar y tormenta sonrió, mostrándole todos sus dientes y encías y Law no pudo más que verlo hermoso.

.

.

.

Cuando Corazón abrió la puerta su sonrisa era enorme. La representación de la felicidad. Se abalanzó hacia Law y lo abrazó con fuerza, casi dejándolo sin aire. 

—Cora-san, espera —jadeó buscando respirar y Luffy se rió de él—. No es gracioso, ¡ayúdame!

—¡Feliz cumpleaños, Law! —Su padre se separó de él y abrazó a Luffy con la misma efusividad, pero el chico respondió de igual forma.

El calor se adueñó definitivamente de la ciudad, pero la casa de Corazón seguía igual de caliente que cuando era invierno. Luffy se quitó su chaqueta fina y se quedó con una camiseta de mangas cortas. Law también tuvo que desvestirse un poco.

—Dios, papá ¿no te mueres de calor aquí? —espetó y Cora-san lo miró sonriendo. Siempre le gustaba cuando le decía así.

Luffy dejó sus cosas cerca de la puerta y entró en la cocina detrás de él, siguiendo el olor delicioso de la comida.

—¿Cocinaste tú, Cora-san? —preguntó obnubilado mirando toda la comida en la mesada. Law se rió.

—¿Dónde está tu brazo quebrado? —Irguió una ceja y Corazón lo miró ceñudo.

Lo vio girar los ojos y sonrió, sintiéndose ganador.

—Lo pedí en el delivery. Es uno que le gustaba a Law cuando era más chico. 

Solían pedir al mismo bar cuando no tenían ganas de cocinar, o de atender a Cora-san cuando se cortaba por intentar hacerlo. Las noches de su cumpleaños compraban allí y comían en el sillón mirando una serie.

—Law me dijo que te gusta la carne, así que compré hamburguesas y papas fritas también —Le mostró una tabla con la comida acomodada perfectamente y la boca de Luffy se abrió, casi comenzando a babear.

—Vamos a acomodarnos antes que Luffy-ya se coma la cocina.

Llevaron todo a la mesa de café en el living al lado del comedor y Corazón encendió el televisor. El sofá los abrazó a los tres con sus bandejas y tablas llenas de comida a rebosar. Corazón tenía papas fritas y un pescado a la plancha. Luffy su combo de hamburguesa con papas fritas y lleno de aderezo por todas partes y Law, en el medio, con su bandeja de onigiris, salsas y aderezos y dos pescados a la plancha. Quizá era demasiado, pero lucía delicioso.

—¿Qué vamos a ver? —preguntó Luffy ansioso y Law se rió.

—No creo que te guste.

Corazón puso un capítulo al azar de Dr. House y Luffy tiró la cabeza hacia atrás abucheando.

—Aburridoooo —gritó, aunque Law y Corazón se rieron de él.

De todas formas, la comida era tan emocionante que Luffy se olvidó del programa y se concentró en comer desaforadamente, llenándose de kétchup y salsa y abriendo la boca hasta lo imposible para comer esa hamburguesa triple.

—Dios, no entiendo nada, ¿qué tiene? —preguntó Luffy intentando seguir con atención la serie.

Cora-san, con sus pañuelos en la nariz y Law con su rostro de impasividad, siguieron con la vista atenta a la pantalla.

—Cáncer —respondieron los dos.

Luffy sonrió mirando de lado a Law. Se veía tan en su mundo absorbido por la ficción médica que no se dio cuenta de la mirada intensa del chico. Solo cuando terminó de comer y se limpió las manos con una servilleta, se percató de la mano de Luffy contra la suya.

Le recordó a ese día en la playa y sin dudarlo, la tomó.

Terminaron el capítulo en silencio, interrumpidos por Corazón sonándose la nariz o la respiración densa de Luffy que le indicaba que se había quedado dormido. No le molestaba eso. Era algo muy típico de él.

Se despertó cuando Corazón se levantó del sillón para ir al baño y lo vio refregarse los ojos en la oscuridad.

—¿Qué pasó?, ¿terminó ya?, ¿se curó?

Las preguntas atolondradas eran muy graciosas y Law sonrió mirando su rostro dormido. 

—Sí, terminó y sí. Se curó.

Corazón apareció con helado servido en vasos y se los pasó. Luffy recobró la energía al verlo. Comieron el postre charlando. Law nunca temió cómo sería la relación entre Cora-san y Luffy. Los conocía y sabía que ambos encajarían como dos piezas de un rompecabezas.

Aún no sabía cómo encajaba él, que siendo tan diferente se adaptaba a ambos de una manera asombrosa.

Se sobresaltó cuando Luffy sacudió su rodilla y se levantó bruscamente.

—Estuve esperando este momento toda la noche, ¡estoy tan emocionado!

Irguió una ceja sin entender, pero Luffy no se molestó en decirle nada. Simplemente se levantó y volvió con la bolsa enorme que le había visto recoger en su casa. Se la entregó con una sonrisa y se sentó en el suelo con las piernas cruzadas, mirándolo con atención.

Law supo que era un regalo y lo abrió con cuidado. Dentro de la gran bolsa de papel había un paquete. No era pesado, pero tampoco ligero. Lo desenvolvió despacio y lo primero que percibió fue la suavidad de una tela. Luego las pequeñas manchas marrones.

—Un sombrero…

Los ojos de Cora-san también se salieron de sus órbitas cuando lo vio. Él se sentía absorto pasando los dedos por el sombrero una y otra vez.

—Es… ¿cómo…? 

No tenía palabras y Luffy se rió al verlo conmocionado. ¿Cómo podía no estarlo? Era un sombrero casi idéntico al que lucía en sus fotos de la niñez; ese que Corazón le había regalado.

Hacía meses se lo contó a Luffy en una de sus primeras conversaciones por mensajes durante la madrugada. Luffy había dicho que tenían que conseguirle uno nuevo, pero Law lo creyó imposible.

—Compré la tela, Sabo me ayudó a elegirla —mencionó Luffy con una sonrisa—. Y contraté a la mejor artesana y el mejor tejedor para hacerlo.

Law cerró los ojos con una sonrisa y los labios mordidos. Su mente se llenó de imágenes de Leo y Tama sosteniendo sus productos en la feria de Shirohige. No había dudas.

—Trabajando juntos son más rápidos que cualquiera —agregó el chico.

El sombrero era diferente al de su niñez. Tenía una visera adelante y no era redondeando, pero la tela era casi la misma y el diseño era igual. Luffy lo tomó entre sus manos y se lo colocó sobre la cabeza.

—Ahora los dos tenemos nuestros sombreros —murmuró contento.

—¡Luffy, esto es increíble! —Corazón seguía alrededor de Law mirando el sombrero atónito, lo tocaba sin creerlo y sentía la textura suave de la tela.

Law permaneció callado porque sintió que muchas cosas se le agolpaban en el pecho. No era solo el sombrero y el hecho que sea Luffy quién se lo regaló, sino que él sabía lo importante que eran para él los chicos y chicas del Kamabakka y de Shirohige. Se veía reflejado en ellos y era un gesto enorme tener algo hecho por sus manos.

Miró a su novio. La palabra se filtró en sus pensamientos y no la apartó. Sintió que se hacía amigo de ella cada vez más. Su mano tomó el rostro de Luffy, que parecía quedar pequeño entre sus dedos largos y tatuados. Luffy sonrió y su mueca se convirtió en sorpresa cuando tiró de su rostro para un beso.

Corazón sonrió sintiéndose espectador de un momento en el cual su hijo lo hizo partícipe. Después de todo, no había otra persona que lo conociera como su padre. Sabía sus desdichas, sus alegrías, las razones por las que se levantaba todos los días. Y ahora sabía esto.

Que no tenía más miedo, ni murallas. Ni para él, ni para Luffy.

.

.

.

Cuando entraron a su departamento, Luffy se quitó la chaqueta y se tiró al sofá con una sonrisa cansada.

—Dios, comí demasiado —jadeó con las manos en su estómago. Law giró los ojos.

—No te conviene comer tanto, ¿lo sabes, verdad? —exclamó buscando unas tazas—. Haré un té digestivo, lo vas a tomar.

Luffy rió con picardía y se extendió más en el sillón sonriendo. 

—Cora-san es increíble —susurró más para sí mismo, pero Law escuchó perfectamente y no pudo evitar sonreír lleno de cariño mientras servía agua caliente en las tazas.

Se acercó al sillón y Luffy le hizo un lugar, aunque colocó sus piernas sobre su regazo y se incorporó un poco más para poder tomar el té. El calor les reconfortó y comenzó a templar el ambiente.

—¿Estás contento de que Ace vuelva a vivir con ustedes? —preguntó mirando al chico desparramado a su lado. 

Luffy se corrió el cabello del rostro y sonrió, mostrándole su gesto increíblemente brillante.

—¡Estoy muy feliz!, quedamos en que mañana vamos a cenar juntos cuando vuelva.

El día siguiente sería un reto para ellos dos. A primera hora tenían audiencia en el juzgado de Dressrosa por Bellamy y después iban a ir al Kamabakka. Law tenía que llegar a las 9 pero por la audiencia atrasó el horario de consulta porque ni Marco ni Iván podían reemplazarlo. Estaría casi pegado a la hora de la comida, pero al menos brindaría atención. Luffy tenía su grupo de fútbol a las dos de la tarde y les convenía moverse juntos.

Aunque tenía la sensación de que a partir de ese momento empezarían a moverse juntos por otras cuestiones. ¿No era así con las parejas? 

—Mañana hay que levantarse temprano —advirtió mirando al chico con ojos amenazantes. 

No sabía por qué de todas formas. Él era el de los problemas de sueño.

—Tú pon la alarma, yo me levanto. 

Luffy se terminó su té y llevó ambas tazas a la cocina. Law decidió buscar su ropa de cama.

—¿Trajiste algo para dormir? —preguntó desde su habitación, cambiándose.

—Sí, en la mochila. También un cepillo de dientes.

Se quedó quieto, mirando la camiseta amarilla que tenía entre sus manos. Era una tontería, y sobre todo para él que siempre estuvo fuera de los clichés, pero el hecho que Luffy dejara su cepillo de dientes, sus cosas, que habitara sus ambientes, lo hizo sentir profundamente acompañado. Mucho menos solo de lo que siempre se sintió.

El chico del fútbol apareció cambiado con su camiseta roja y unos pantalones cortos, caminando en puntas de pie con sólo sus medias puestas. Se lanzó a la cama y cayó sentado.

—¿Estás cansado? —le preguntó cuando terminó de cambiarse. Se deslizó en la cama al lado de Luffy y sonrió.

Estar cerca de él ya no le preocupaba ni lo hacía sentir ansioso o tenso. Ahora los rodeaba un aire de naturalidad, un ambiente doméstico y diario al que quería acostumbrarse.

—No tanto, aunque sí tengo algo de sueño.

Se miraron y Law se tomó el tiempo de detallar su rostro. El cabello negro, sus ojos grandes. Las pupilas ni se notaban por el color tan oscuro del iris. Sus propios ojos, entre el marrón y el dorado, sobresalían de su rostro normalmente oscuro, pero Luffy parecía más armonioso. Excepto por la cicatriz debajo de su ojo izquierdo que le daba un aire excéntrico y misterioso. 

—¿Qué miras, Torao? —preguntó en voz baja mirándolo. Law se rió.

—Nada.

Alzó la mano para rodear la mejilla de Luffy y traerlo hacia él. El chico no se negó y cerró los ojos mientras el impulso lo guiaba a sus labios. Se había acostumbrado a esos gestos y muestras de cariño entre ellos.

Luffy le mordió el labio inferior y él abrió la boca para dejar pasar su lengua. Era cálida y suave y siempre lo invadía con una potencia increíble. Como era Luffy en general, invadiéndolo todo con la fuerza de tempestades. 

Su mano trepó por el pecho del chico y se agarró de su nuca, acariciándola distraídamente. Luffy se estremeció, al parecer le había dado cosquillas y no pudo evitar reírse entre los besos. Las manos de Luffy tampoco se quedaron quietas y vagaron por su pecho, como si acariciara los tatuajes sobre la camiseta que llevaba.

Había descubierto que no pensar tanto era bueno a veces. Con los ojos cerrados y entregado a besar, no había nada más en su cabeza que no fuera seguir haciendo lo que hacía. Luffy tampoco se apartó y sus manos viajeras lo tocaron con ansias de conocerlo más.

Lo estrechó cuando se hizo evidente que el beso se alargaría y se sintió aliviado cuando Luffy reaccionó positivamente, acercándose a su cuerpo y rodeando su cuello con ambas manos. Disfrutó las caricias en su cabello y hasta sus dedos inquietos tocándole las patillas. Parecía curioso con respecto a su cuerpo y a ese tipo de contacto y la conversación que habían tenido hacía días, cuando hablaron de la sexualidad de Luffy, volvió a reflotar en su mente.

Luffy parecía ser asexual y demiromántico, pero él tampoco se sentía reflejado en categorías que no terminaba de entender del todo. ¿Qué era Luffy sino alguien que se salía de todo control; de toda norma?

Se separó para tomar aire y ese fue el momento que Luffy necesitó para moverse. Law apenas se dio cuenta. Cuando abrió los ojos, el rostro del chico estaba más cerca de lo que pensaba. Su cuerpo sentado a horcajadas sobre el suyo.

El calor que desprendía Luffy podía llegar a ser adictivo y Law se relajó bajo su tacto. Cuando volvieron a besarse, sintió que podía derretirse bajo el toque suave y cálido de ese chico de veintidós años. Allí, en su habitación, a salvo de los monstruos y los esclavistas, se sentía inmune. 

Rodeó la espalda de Luffy y lo acarició suavemente sobre la camiseta, con cuidado y cuando lo sintió estremecerse y reír entre sus besos, comprobó que le había hecho cosquillas de nuevo. Su piel se erizaba debajo de la camiseta y pudo notarlo cuando se atrevió a meter una mano dentro y arañar suavemente con sus uñas. Luffy se movió como una serpiente, pero por el ruido que hizo contra su boca, pudo dilucidar que le gustó.

Él tampoco se quedó atrás. Las manos del chico eran ansiosas y llenas de una curiosidad característica de él. Las había cruzado detrás de su cuello, pero ahora también apretaba su camiseta entre los dedos y lo acariciaba con cuidado sobre la espalda. Law sabía que eso era demasiado, al menos para lo que venían haciendo.

—Luffy —alcanzó a decir, olvidándose del honorífico. El chico no pareció hacerle caso y se movió contra él. 

Lo que le provocó ese movimiento fue indescriptible. Se mordió los labios y ahogó un sonido que lo hubiese dejado muy expuesto. Luffy no parecía darse cuenta ni tampoco querer detenerse. Hundió el rostro en su cuello y lo besó.

Su mano se escapó de la espalda de Luffy y la aferró a su cabello, acariciándolo con cuidado mientras el chico lo besaba. Su respiración se estaba descontrolando y él sabía lo que eso significaba. No iba a negar que no lo estuviera deseando, que no quisiera que pasara, pero tenía ciertos temores con respecto a lo que Luffy quería de verdad, o si lo estaba haciendo para complacerlo.

Cuando Luffy mordió fuerte su piel no pudo evitar jadear. Ahí habría una marca dentro de un rato y esperaba que, para mañana, al menos, ya no estuviera. Sostuvo el cuerpo del chico por la espalda, como si tuviera que mantenerlo seguro sobre sus piernas mientras él se hundía en su cuello con intenciones desconocidas. Sin embargo, el balanceo suave de sus caderas tenía intenciones claramente definidas y le estaba costando resistirse a eso.

—Luffy —volvió a decir, probando como sonaba el nombre, casi como si se lo reservara así para esos momentos íntimos—. ¿Qué estás…?

El pequeño demonio arrastró sus caderas sobre las suyas, como si quisiera callarlo y Law se mordió el interior de la mejilla, pero de todas formas gimió. Respiraba pesadamente y Luffy también. Sus manos se habían trasladado a la cadera del chico y comenzó a guiarlo en ese movimiento tan suave e íntimo.

Era diferente a lo que él recordaba cómo intimidad. Con Kid, esos momentos estaban llenos de deseo irrefrenable, casi caótico y descontrolado. Luffy era todo lo contrario; era sensual y suave, como si tuviera un gatito refregándose en su regazo. 

Comenzó a pensar que la sexualidad era incluso más compleja como para afirmar que era única de cada persona. Quizá era única de cada relación. Kid había llegado en un momento muy particular de su vida, con una personalidad diametralmente distinta a la de Luffy, con otras historias y tragedias. Era lógico pensar que no se iba a vincular de la misma forma que con ese niño que, a pesar de vivir momentos duros y una infancia carenciada, había crecido lleno del amor de sus hermanos y sus amigos.

Era una nueva sexualidad para Law, llena de descubrimientos y nuevas sensaciones y no se esforzó más en detenerlo. Cuando Luffy se separó de su cuello y lo miró, vio claramente en sus pupilas los signos del deseo. Sus mejillas acaloradas, su respiración entrecortada. Él también se sentía igual y quería descubrir cómo era tener esa intimidad con él.

Se lamió los labios mientras sostenía las caderas de Luffy con ambas manos y continuaba dándole empuje para moverlas sobre él. Luffy se sostuvo de sus hombros e hincó sus rodillas en la cama para profundizar el contacto.

El sonido que salió de los labios de Luffy lo sobresaltó. Nunca lo había escuchado gemir, aunque tampoco tuvo esa duda, pero ahora que lo oía, no podía negar que le hacía cosas. Intentó respirar con normalidad, pero no podía engañar más a su cuerpo ni pretender que no se sentía excitado. Podía sentir a Luffy en las mismas condiciones y cuando el chico alzó el rostro para verlo, se encontró con sus mismos pensamientos en sus ojos.

—Torao —jadeó agitado y Law lo miró atentamente—. ¿Podemos… tocarnos?

Abrió la boca y la cerró varias veces, sin saber cómo hablar. No es que no tuviera una respuesta clara, pero había cosas que no sabía con respecto a Luffy, el sexo y el placer y necesitaba una hoja de ruta para saber cómo actuar.

—¿Alguna vez… —dijo con la voz ronca y más grave de lo normal—, lo has hecho tú solo?

Luffy asintió suavemente y él se sorprendió. Cuando hablaron de la sexualidad y estimaron que podía ser asexual —pese a que se negó a categorizarlo— su mente lo catalogó en esa etiqueta. Se daba cuenta ahora, cuando no podía concebir que el chico se haya masturbado antes. 

—De vez en cuando —respondió en voz baja, también más grave—. Cuando estoy solo y aburrido. Se siente bien. 

—¿Y qué… haces para eso? —Se sintió un idiota preguntando sin ser del todo claro—. Me refiero… ¿ves algún video o lees una revista?

Luffy negó y su rostro mostró desconcierto.

—No, sólo… me toco porque se siente bien.

No podía ser de otra forma con ese chico. No lo imaginaba mirando algún video erótico o leyendo esas revistas para adultos. Luffy tenía una cabeza extraña que funcionaba diferente al resto de personas que conocía. Era interesante notar cómo le pasaba también con esas cosas.

—Entonces, ¿quieres que nos toquemos? —repitió para estar seguro y Luffy asintió, serio en la oscuridad de su habitación.

Se mordió los labios, era extraño sentirse inseguro, pero toda la situación fue inesperada. Sin embargo, no era incómodo o desagradable. Deseaba la cercanía de Luffy, su tacto. 

—¿Quieres que yo lo haga por ti? —preguntó suavemente, acariciando su cabello con cuidado y mirando los ojos negros que brillaban como obsidianas. 

Luffy, como toda respuesta, se irguió para bajar un poco su pantalón. Law lo imitó, intentando arquearse y quitar su ropa mientras seguía sentado con Luffy sobre él. En la oscuridad no podían verse con claridad, solo su rostro y la forma de su cuerpo. Era el tacto el sentido privilegiado, el que podía percibir y conocer al otro. Desnudarse nunca fue sencillo, pero Law se sentía resguardado en la intimidad de esas paredes, de esa oscuridad y del tacto de Luffy.

Tanteó con cuidado hasta encontrar la erección del chico e intentó observar todos sus gestos a medida que lo acariciaba. Luffy jadeó y se mordió los labios, moviéndose nuevamente contra él mientras lo abarcaba con toda su mano y lo acariciaba a un ritmo constante pero suave.

Luffy parecía disfrutarlo, sus gestos y sonidos se lo demostraban y sonrió mirándolo. Le gustaba verlo así, tan entregado a ese momento de disfrute juntos. Se detuvo un instante y la mirada del chico lo penetró con sus ojos profundos como si le pidiera que no se detenga. Se rió bajito.

Tomó su propia erección e hizo uso de sus largos dedos para abarcar también la de Luffy y acariciarlos al mismo tiempo. El chico se estremeció y él también; la sensación de estar contra él, tan caliente y lleno de deseo, le caló hondo. Movió su mano y dejó que la otra sostuviera la cadera de Luffy para guiar sus movimientos contra él. Fueron despacio al principio. El vaivén de sus caderas y su mano al mismo ritmo los llevó a un éxtasis muy placentero.

Luffy jadeaba y se quejaba, a veces con el rostro abierto para él, entregado a que lo viera disfrutar, y otras escondido en su cuello, mordiendo y lamiendo su piel sensible. Él mismo estaba igual de descontrolado, sintiéndose al borde de dejar toda racionalidad para entregarse a la sensación de la erección de Luffy presionada tan cerca de la suya.

Las respiraciones, los jadeos, el movimiento, todo se aceleró y aumentó. Ya no tenía control sobre su cuerpo ni lo que pasaba, el final estaba cerca y no tenía intenciones de detenerlo. Luffy se metió en su cuello y movió la cadera contra su mano. Él lo rodeó con su otro brazo y lo mantuvo ahí mientras sentía como el chico se desmoronaba en su pecho entre jadeos y gemidos. 

Y él, ante esa imagen, esa sensación, ese momento único e irrepetible en el que Luffy disfrutaba entre sus brazos, no pudo evitar dejarse ir también. Hundió su rostro en el cabello salvaje de su novio y respiró agitadamente. 

Se mantuvieron aferrados sin soltarse durante largos instantes. Luffy no asomó su rostro y Law acarició con cuidado su espalda con la nariz entre su cabello. Cuando finalmente se separaron, la sonrisa satisfecha de Luffy decía más que mil palabras.

—Somos un desastre —murmuró Law mirando su mano, pero la sonrisa en su boca se extendía cada vez más. 

Luffy se bajó de su regazo para dejarlo levantarse. Law buscó una toalla en el baño y se limpió. Dejó que el chico lo hiciera por sí mismo también y la arrojó al cesto de ropa sucia para meterse en la cama. 

No esperó que Luffy buscara su contacto, que lo abrazara por la espalda, hundiendo su cabeza entre los omóplatos. Era cálido y lo hizo sentir querido de una manera muy diferente a cómo solía experimentar con Corazón o sus amigos.

Sintió su respiración profunda y acarició suavemente la mano que le rodeaba el pecho, sintiendo a Luffy tan pequeño detrás suyo. Su respiración era profunda, seguramente se habría dormido.

—Torao —alcanzó a murmurar antes de dormirse. Law gruñó suavemente como respuesta—. Te amo.

Abrió los ojos y su mano se crispó contra la de Luffy, pero tardó tanto en responder que los primeros ronquidos se filtraron en sus oídos como la prueba suficiente que no tenía nada más que agregar.

Se mordió los labios y sonrió, sin poder creer lo que ese chico era capaz de hacer. Lo desestabilizaba hasta en esos momentos y siempre se salía con la suya. Estaba bien. Luffy no necesitaba una respuesta. La había sentido.

Cerró los ojos y decidió dormir. Con Luffy acuartelado en su espalda, los monstruos se lo pensarían dos veces antes de aparecerse en sus pesadillas.

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En el quinto timbre del despertador, Law abrió los ojos. Buscó el celular a tientas y miró la hora. 

Diablos, era tan temprano, aún no había salido el sol y sólo quería seguir durmiendo.

Luffy ni se movió en su espalda, seguía pegado a él como un pulpo —o una garrapata— y no hizo acuse de recibo de la alarma. 

Se incorporó frotándose el rostro y movió a Luffy para despertarlo. Le costó horrores, pero cuando abrió los ojos y se ubicó, logró levantarlo.

—Compremos café, nos despertamos un poco más tarde —le dijo mientras se vestía. Luffy estaba cepillándose los dientes en el baño y gruñó demandando comida—. Compraré algo en el camino, no te preocupes.

Esa escena le recordó varias otras. ¿Cuántas veces se había despertado con Luffy reviviendo el mismo día? En el campamento, cuando se levantaron en la tienda y lo sobornó con comida para que despertara. En la casa de Sanji cuando tuvo que irse temprano a trabajar. En su propia casa, cuando se quedó a dormir en el sillón y cuando se dieron su primer beso. Siempre tuvo que mencionar la comida para que Luffy abandonara su refugio.

El chico del fútbol salió del baño con cara de dormido, la mochila al hombro y la sonrisa lagañosa. Law lo miró detenidamente, sin sentirse alarmado por pasar tanto tiempo revisando su rostro.

Se acercó y estiró su mano para abarcar la mejilla de Luffy. Presionó el pulgar sobre uno de sus ojos y lo refregó para limpiarlo. Luffy se quejó, pero no lo detuvo y él rió en voz baja.

—Vamos, muero de hambre —espetó con el estómago rugiéndole como un león.

Law tomó sus llaves, su celular y una mochila donde tenía papelería para la audiencia y documentos importantes. Cuando estuvieron en el auto, se aseguró de pasar por una estación de servicio para cargar combustible y compró un desayuno. Luffy revivió con solo verlo.

Mientras manejaba hacia Dressrosa, lo miró de reojo. Lleno de migas de su sándwich, con el café y el celular en la mano. Se había sacado las zapatillas y tenía una pierna sobre el asiento. 

Era el chico del que tanto le habían hablado, que nunca quiso conocer. Era el chico que llegó a su vida para arrasar con todo y mostrarle otra forma de vivir. 

—Luffy-ya —murmuró con la vista fija en la carretera que salía de la ciudad. Él lo miró mientras el amanecer extendía sus dominios a su espalda—. Yo también.

No fue necesario decir más. Lo vio sonreír y supo que entendió. Después de todo, Luffy era el chico más inteligente que había conocido, el que leía las emociones con una claridad impensada. 

Luffy fue un imprevisto que jamás podría haber predicho. Apareció de un día para el otro, con el rostro lleno de hollín y se metió en sus huesos, apretado contra su piel. Compartía sus sueños, su compromiso con el Kamabakka y su impulso por detener a mafiosos como Bellamy.

Y allí, manejando hacia esos destinos que conciliaban sus intereses y preocupaciones, con ese chico en el asiento de copiloto, se sintió seguro. Porque, aunque Luffy no pudiera guiarlo ni por dos calles y no tuviera la seguridad de llegar a salvo, ya no le importaba tener que tomar desvíos. 

No tenía sentido evitar lo impredecible; controlarlo todo. El desvío tenía sus riesgos, pero también una increíble ganancia. Como el chico a su lado, el desvío era libertad.

Y Law ya había estado preso lo suficiente. Ahora quería reconquistarla.

 

Notas finales:

Bueno, hay muchas cosas que quiero decir. Espero que les haya gustado el fanfic, el desarrollo y el final que tuvo. Esta historia significa mucho para mí porque tiene gran parte de mi pensamiento, experiencias y también experiencias de gente que quiero y admiro. Además, me dio la posibilidad de conocer personas increíbles en el fandom. Gracias al grupo de Discord de Strawheart crew por ser un apoyo y una fuente de diversión inagotable. A Daena por estar siempre conmigo y compartir esta locura juntas y a Chainedkura por tomarse el increíble trabajo de traducir este fanfic al inglés. Más personas pudieron leerlo gracias a él. 

Gracias por acompañarme en este camino, me alegraron la cuarentena y me hicieron feliz pensando en Law y Luffy durante todos estos meses. ♥


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