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El chico de mar y tormenta por Annie de Odair

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Notas del capitulo:

Otro de mis capítulos favoritos ♥ Gracias por leer esta historia, dejar kudos y comentar y, principalmente, disfrutarla. Tengo Tumblr si quieren seguirme, soy @anniedeodair. También tengo twitter pero lo uso como una persona normal jajaja y no creo que a nadie le interese lo que opino de mi gobierno.

Cuando llegaron al camping, Law soltó la carpa en el suelo y suspiró el aire puro. Qué tranquilidad se respiraba. No dormir había valido la pena para llegar temprano. La mañana se asomaba entre los árboles y los chicos bajaron del micro con los rostros dormidos y llenos de bostezos. Todo había salido bien, lograron recaudar dinero vendiendo pasteles y comida, buscando donaciones y organizando eventos y el campamento se pudo llevar adelante. Law no había podido participar demasiado, más allá de acompañar a Sanji a vender sus pasteles y cosas dulces en las plazas, lo que realmente fue un éxito. Sin embargo, estuvo atento a todo lo que se hizo y él mismo aportó dinero cuando hizo falta o no alcanzó para algunas cosas.

Amaba las excursiones. Recordó sus visitas al bosque con Corazón cuando era chico y las veces que acamparon por pedido de Law. Era extraño, porque al mismo tiempo se alejaba de la vida social, pero cuando estaba en un camping, con una carpa y una fogata, se sentía realmente satisfecho y cálido. Y cuando era niño y lo tenía a Corazón, no había nada mejor que recostar su cabeza en el regazo del hombre frente a una fogata mientras éste intentaba leerle un capítulo de Harry Potter.

—¡Bien, niñas y niños! —El grito de Usopp sonó fuerte y claro, y todos los chicos le prestaron atención—. ¡Ya llegamos! Es hora de armar nuestras tiendas y luego a desayunar, ¿de acuerdo?

—Los más grandes, si saben armar sus tiendas y pueden ayudar a los más chicos, den una mano. Nosotros los vamos a ayudar —agregó Franky con un bolso colgado al hombro.

Habían logrado que veinte chicos y chicas fueran al campamento, incluida Tama, que sus padres insistieron para que pudiera ir, aunque la niña en un principio había querido quedarse. Aún vivían en lo de Shirohige, pero estaban usando el dinero recaudado en la fiesta para restaurar su casa, aunque eso llevaría tiempo. Todos habían pedido carpas prestadas para los niños a los que le era realmente difícil acceder a una. Law había conseguido varias de sus amigos y de Corazón; Luffy, Usopp, Franky, Sanji y Vivi también, e incluso los otros miembros que se quedaron había logrado llevar varias. 

En total había veintiséis personas y diversas carpas de diferentes tamaños. Franky había llevado una enorme para seis personas adultas donde entraron siete chicas, Tama entre ellas. También había dos carpa de cuatro donde se establecieron dos grupos de niños y dos carpas para dos personas que las llevaron los chicos mismos, donde se acomodaron los últimos pares que quedaban.

El equipo de los coordinadores tenía tres carpas de dos. Vivi y Usopp compartían una, Franky y Sanji otra, con quejas de Sanji por no poder dormir con Vivi, y Luffy y Law en la última carpa. Se había enterado de la división cuando volvió del trabajo, después de varias horas sin tocar el celular, y vio el mensaje de Luffy en el grupo del Kamabakka que decía “yo pido a Torao como compañero”. Parecía un niño más. 

Franky le armó la carpa enorme a las niñas y Law lo ayudó colocando las varillas para que quedara bien, mientras le había dejado a cargo a Luffy que armar la carpa en la que dormían. Desafortunadamente, sobreestimó su capacidad para resolver una simple tienda para dos persona y le pidió a Vivi que tome su lugar con Franky mientra él corría antes que Luffy destrozara la suya.

—¿Qué estás haciendo? Así no es —espetó enfático, arrebatándole las varillas y colocándolas bien—. Ponte del otro lado y recíbelas. No hagas nada, sólo encárgate de que pasen bien y no se traben.

Luffy se rió con su característica risa aireada y Law ya se sentía estresado por tener que convivir con él. Pudieron armar la carpa y dejaron sus bolsos adentro. Luffy había traído una mochila de viaje enorme, con un aislante colgado y su bolsa de dormir enrollada. 

—Me la prestó Ace —le contó cuando estaba acomodando su mochila enorme en una esquina de la carpa, al lado del bolso de Law—. Cuando era adolescente se fue de viaje un mes con esta mochila. Después la usó Sabo cuando se fue a un congreso de no sé qué.

Todas las tiendas estaban armadas y los chicos ya habían dejado sus cosas adentro. Por suerte, esos días no hacía mucho frío y nadie estaba demasiado abrigado. En la noche, con el fogón y el calor de la comida y mantas, podrían hacerle frente.

—¡Vamos a desayunar! —gritó Vivi con una sonrisa, parada arriba de una mesa de piedra del camping—. Sanji está preparando la comida.

Sanji se había hecho cargo de la parrilla de concreto instalada en el camping y sacó a relucir todos los elementos que había llevado para prepararse su propio búnker de comida al aire libre. Law volvió la vista atrás para mirar a Luffy y preguntarle si quería desayunar, pero el chico ya había salido corriendo al lado de Sanji.

—Nosotros comemos al final —Lo escuchó decir y le causó gracia el puchero de Luffy.

Los chicos sacaron sus tazas y se sentaron en las mesas del camping y en el suelo alrededor de mantas. Vivi, Usopp y Sanji pasaron con las jarras sirviendo leche caliente con chocolate y repartiendo galletitas. Luffy miró a Sanji con ojos de cachorro y logró que el hombre le sirviera una taza también antes que a todos.

Law se preparó un café instantáneo que había llevado, porque estaba seguro que no podría sobrevivir sin él. Y se sentó en una mesa con el resto de coordinadores. Luffy ocupó un lugar a su lado, robándole galletitas a Usopp.

Cerca del mediodía, Luffy organizó un partido de fútbol mixto con diez de los chicos y chicas y Usopp se llevó a cinco a una expedición al interior del camping donde el follaje se convertía casi en un bosque. Vivi, Sanji y Franky se quedaron con cinco chicos que prefirieron jugar a las cartas en el campamento. Law había preparado varios botiquines de emergencia del que cada coordinador podía disponer. Usopp se había llevado uno y Luffy tenía otro en la cancha de fútbol del otro lado del camping. 

Sin embargo, por más que su intención fuera quedarse en el campamento, donde estaban las carpas con los demás, Luffy insistió en que fuera con él y viera a los chicos jugar. Al final el que logró convencerlo fue Sanji, con el argumento que si alguien se lastimaba, Luffy no sabría poner ni una curita.

Y así terminó sentado en el pasto, mirando a Luffy actuar como árbitro en un fútbol cinco mixto. No entendió nada, pero vio al coordinador más joven del Kamabakka correr hacia todos lados, detrás de la pelota y gritando los goles de todos como si fueran suyos. Los niños realmente parecían divertirse y hasta él mismo sonrió viéndolos meter sus propios goles y festejar en conjunto. Luffy tenía la capacidad de hacer que nadie se enojara y volvía los partidos una actividad entusiasmante y no una competencia.

—¡Gooooool! —gritó Luffy, levantando las manos y festejando con una niña que se reía junto a él.

Uno de los chicos se acercó a Luffy y lo llamó. Le dijo algo que Law no oyó, pero después de eso, salió de la cancha y se sentó a su lado.

—¿Te cansaste? —le preguntó Law para chequear—. ¿O te lastimaste?

El chico suspiró, aparentemente agotado y se tiró al pasto boca arriba.

—Me cansé de correr —expresó, pero una sonrisa se extendía en su rostro. 

—¡Luffy, juega tú! —le gritó uno de los niños más atrás.

—No puedo, tienen que jugar ustedes…

Entendía por qué no quería jugar, tendría más ventaja y era más grande que el resto, pero una de las chicas se acercó corriendo detrás de Luffy y señaló hacia ellos. Luffy cruzó la mirada con él y comenzó a reír.

—Mocha dice que quiere salir porque está cansada y pidió que la reemplaces, Torao.

Law abrió la boca sorprendido y miró con mala cara a la maquiavélica sonrisa de Luffy, porque era evidente que el chico lo estaba disfrutando. El resto de niños y niñas comenzaron a saltar y vitorear por Law, y se sintió obligado a responder. Realmente no quería decir que sí, pero todas las expectativas estaban puestas en él. ¡Y encima era un mal jugador!

Se levantó mirando a Luffy con la cara más asesina que pudo y se paró frente a él.

—Voy a cobrármela después —Luffy se rió de su aparente mal humor y le entregó la pelota.

—Te doy la ventaja —expresó el chico con una sonrisa malditamente arrogante.

Law quería tirarle la pelota en la cabeza, pero Luffy comenzó el partido y se vio en la difícil tarea de no hacer perder a su equipo. Mantener la pelota en su control fue una tarea titánica, ¿quién ponía a un médico con poca capacidad motriz a jugar a la pelota? 

Las chicas y chicos que jugaban eran parte del equipo de fútbol de Luffy en el Kamabakka y jugaban mucho mejor que él. Corrió rápido y observó a los chicos a sus lados, pero sobre todo a Luffy porque sabía que tendría ganas de robarle la pelota para hacérselo más difícil.

Una chica del equipo de Luffy les metió un gol, pero sus compañeros de equipo no dejaron de divertirse y Law comenzó a relajarse. No tenía que fingir ni esforzarse, nadie lo juzgaría si no podía lograr un gol, esos chicos y chicas eran solidarios y sólo querían divertirse. Eso no significaba ganar.

“¿O acaso no haces nada por diversión aunque no lo domines bien? No tienes que hacer sólo lo que hagas bien, Torao. Eso es tremendamente aburrido. ¡Y solitario!”

Las palabras de Luffy le cayeron como una epifanía y levantó el rostro para ver todo a su alrededor. Los chicos se reían a carcajadas, pasándose la pelota y haciéndose chistes. Luffy también tenía una sonrisa enorme y hasta los que habían salido miraban el partido con genuino interés. Eso lo hizo relajarse, comenzar a tomar el momento con más tranquilidad, y cuando estuvo cerca del arco y uno de los chicos lo llamó y le pasó la pelota, Law intentó con todas sus fuerzas apuntar hacia ahí. 

Luffy gritaba detrás de él, pero no entendía lo que decía. El momento parecía como si fuese en cámara lenta. Law se paró y pateó, casi errándole al lugar ideal pero enviándola lejos de todos modos. Cuando la pelota cruzó el arco, todos estallaron en gritos. Luffy parecía alentar y cuando Law se dio vuelta extrañado, vio como todos se acercaban a él y le dio pánico pensar que iban a tirarsele encima.

Luffy lo abrazó con un grito de gol y los chicos se le sumaron después, formando una masa humana de brazos que lo rodeó. Si fuera claustrofóbico estaría a punto de gritar, pero debajo de todo, se sentía cálido y suave. Era muy tonto, sólo había metido un gol, mucho menos de lo que Luffy y sus chicos y chicas podía hacer normalmente.

Cuando se separaron, Luffy le puso una mano sobre el hombro y lo miró con una sonrisa brillante.

—¿Fue divertido?

No pudo evitar sonreír, dedicarle una mueca de felicidad que le salió sin autorización de su cerebro, pero que revelaban más que cualquier respuesta. Luffy lo soltó y comenzó a caminar para volver al campamento.

—¡Vamos a comer algo, muero de hambre! —les gritó a los chicos y todos se agruparon para volver. 

Cuando comenzó a caminar, el niño que había salido primero, Momonosuke, caminó al lado suyo y sonrió. Law lo miró sin quitar su expresión de relajación y disfrute.

—Cuando estabas por recibir la pelota, Luffy les dijo a todos que gritemos tu gol —le contó con la sonrisa de un niño que no quería competir; sólo festejar el logro de un compañero—. ¡Fue muy divertido!

Abrió la boca para responder, pero no pudo decir nada. ¿Luffy había incitado a los chicos a festejar su gol de ese modo? Vio al instructor de fútbol del Kamabakka caminar hacia el campamento y no pudo evitar sonreír. Se dio el lujo de ser feliz, de sentirse pleno. De estar satisfecho y relajado.

—¡Sanji!, ¿hay comida?  

Los chicos se sentaron alrededor de las mesas y Sanji repartió bebidas que habían llevado en las heladeras portátiles y repartió la comida. El grupo de Usopp llegó sólo unos minutos después. Law se sentó al lado de Luffy, sin darse cuenta, y cuando el chico lo miró con su sonrisa encantadora, Law le correspondió el gesto.

—Gracias —dijo, porque lo tenía atorado en su garganta—. Realmente fue divertido.

Luffy lo miró, con un pedazo de carne colgado de su boca y comenzó a reír. 

—Te dije que tenías que hacerlo, Torao. ¡No juegas mal!

Ahora fue su turno de reír. Lo decía sólo para hacerlo sentir mejor, pero no era cierto. Claramente no sabía jugar y nunca lo haría bien. Pero poder hacerlo ahí, donde nadie lo iba a juzgar, donde los chicos y chicas se pondrían contentos con sus victorias como si fuesen de ellos, le hizo muy feliz de una forma que no sabía que necesitaba.

Y eso era gracias a Luffy.

.

.

.

Franky y Usopp habían prendido el fogón y pusieron unos troncos alrededor para sentarse. Los niños comían el postre que había hecho Sanji y Vivi cantaba una canción con algunos de los chicos acompañado por la guitarra de Franky. 

Había sido un buen primer día. Law sólo había puesto un par de curitas en raspones y sólo había tenido que perseguir a dos chicos para que se pongan protector contra los mosquitos. Nadie se había lastimado gravemente y el buen humor se respiraban en el aire. 

—¡Cantemos la canción de Sogeking! —gritó Usopp subiéndose a uno de los troncos. 

Los niños parecían contentos y comenzaron a saltar mientras Franky tocaba su guitarra y Usopp y Vivi empezaban la canción. Luffy parecía saberla también, y en el estribillo, todos se unieron.

—¡Lu, lu, la la, lu!

Habían hecho muchas cosas esa tarde y aunque Luffy intentó que jugara al fútbol nuevamente, decidió quedarse en un lugar para resguardar que todos los chicos estuvieran a salvo. Se tomó un café con Sanji a la tarde y hasta jugó a las cartas con Franky y Vivi.

El momento del fogón era donde había más intimidad y conexión en el grupo. Usopp contó historias fantásticas, que muchos niños creían, incluídos Vivi y Franky. Luffy se reía a carcajadas de todas ellas, Law no estaba seguro si se las creía o no, pero parecía feliz de escucharlas. Pasaron por todos los rituales de campamento hasta que se hizo más tarde y comenzaron a acostarse de a poco. Law se había quedado tomando un café mientras los chicos y chicas se metían en sus carpas.

—¿Aún no vas a dormir, Law? —mencionó Sanji antes de levantarse para lavar algunas cosas.

—En un rato, no tengo sueño.

En realidad sabía que no podría dormirse, esa era la razón más que nada. Muchas veces tenía sueño, pero no podía dormir. Eso lo volvía más frustrante.

Lentamente se fue despoblando y las carpas comenzaron a ser el nuevo centro de conversaciones entre los grupos que se acomodan para dormir. Los coordinadores se quedaron un rato más afuera pero algunos ya estaban cansados y se fueron a sus carpas. Luffy se acercó a Law con intriga.

—¿No quieres dormir?

—No puedo dormir —corrigió desviando la mirada hacia el chico. Luffy sabía eso de él, por eso le hablaba cuando se quedaba despierto hasta tarde, porque sabía que Law estaría dando vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño—. ¿Tú?, ¿por qué no te vas a la carpa?

Lo vio alzar los hombros y dirigirle una sonrisa.

—Me duermo tarde, no tengo ganas de dormir ahora. Me quedaré contigo.

Los demás coordinadores se habían ido a dormir. Law revisó y el último había sido Sanji, que le avisó que había café en la heladera portátil si quería más y cómo calentarlo.

—No tienes que hacerlo si no quieres.

—Quiero —enfatizó, sentándose sobre el pasto y apoyando la espalda sobre el tronco de madera que era el asiento de Law en ese momento—. Ambos dormimos tarde, es bueno que seamos compañeros de carpa, ¿no?

Sonrió como si asintiera, y tal vez lo hacía. Pensándolo de ese modo, Luffy era el mejor compañero para compartir tienda de campamento.

—¿Por eso me elegiste? —preguntó con una sonrisa burlona y Luffy se echó a reír.

—No, Torao. Te elegí porque eres divertido. Me gusta hablar contigo.

No le sorprendió que dijera eso, pero sí era consciente de lo que producía en él, algo que antes procuraba evitar y ahora era demasiado real para no pensarlo.

—No soy una persona que saque conversación. No hay nada genial para hablar conmigo.

A menos que el sentido de humor de Luffy fuera macabro, cosa que no parecía ser el caso.

—¡Sí tienes! El otro día me contaste de tus sombrero y los lobos marinos. Eso fue bastante genial.

Apretó sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón. Esa conversación fue diferente de varias otras que tuvo con Luffy y eso le producía un mareo y un vértigo poco conocido para él. Poco seguro. 

Sacó su teléfono y buscó una foto. No podía creer que estaba haciendo eso y se sentía en plena contradicción con sus emociones y su usual estilo de reticencia ante los intentos de las personas cuando querían saber más de él.

—Mira —Le entregó su celular con una foto vieja digitalizada—. Me la sacó Corazón cuando era chico.

En la foto se lo veía a él cuando era un niño, con un sombrero blanco con manchas negras, enorme y que parecía muy suave, posando al lado de un lobo marino descansando en la orilla del puerto de la ciudad.

—¿Es en Flevance? —preguntó Luffy con los ojos abiertos y la sorpresa en su rostro—. Parece su puerto.

Asintió en silencio y guardó el teléfono en su bolsillo.

—Ese era el sombrero que te decía.

Luffy parecía contento con ese fragmento de información nueva que había obtenido de parte de Law. Tomó su sombrero, que había dejado en el suelo a su lado, y se lo colocó sobre la cabeza.

—¿No te entra más ese sombrero, no? —preguntó con cierta inocencia y Law sonrió.

—No, Luffy-ya. Era muy chico.

—Deberías tener otro, entonces.

—No es como si pudiera ir a un local y pedir un sombrero de lobo marino.

Luffy no se vio desmotivado.

—Ya lo resolveremos.

Se quedaron en silencio durante un rato y Luffy apoyó la cabeza sobre los troncos para ver a Law, que miraba el fuego apagado con los ojos fijos y el pensamiento perdido.

—¿En qué piensas? —La voz del joven lo distrajo y volvió los ojos hacia él—. ¿En Corazón?

Luffy había conocido a Corazón brevemente en la fiesta para Tama y su familia. No hablaron mucho, pero sabía que era el padre de Law e hijo de Sengoku.

—Sí —respondió Law, mirándolo con cierta intensidad que no podía evitar—. Él me regaló el sombrero. Me estaba acordando que al principio no me gustó.

Luffy pareció asombrado y su mano se aferró a su sombrero de paja. 

—¿Por qué no?, ¡es un sombrero genial!

Él recordó su rabieta cuando Corazón se lo colocó en la cabeza y sonrió.

—Sí, lo era. Pero mi problema era con Cora-san. No lo quería —confesó mirando los árboles que iban más allá del camping, donde Usopp había llevado a los chicos de excursión durante el día.

—¿A Corazón? —preguntó Luffy ladeando el rostro, sin entender—. ¿Por qué?, parece una buena persona.

—Lo es —se apresuró a decir—. Yo no lo era.

No pensó que podía ver a Luffy más sorprendido y le causó gracia el gesto que hizo, como si fuera imposible pensar en él haciendo algo malo.

—No te creo —espetó convencido—. No puedes ser malo, Torao. ¡Salvas vidas! Nadie en el Kamabakka sería malo.

—Todos tenemos un pasado, Luffy-ya —mencionó mirando el rostro del chico—. Y cuando pierdes a tu familia, es más fácil ser malo.

Law sabía que no estaba siendo claro, pero no tenía sus recuerdos ordenados, ni tampoco claros sobre cómo debía sentirse con respecto a su pasado. Aún dolía, ardía y molestaba pensarlo, pero ya no tanto como antes. Cada vez menos.

—Pero al final tuviste una nueva familia —intervino Luffy y supuso que hablaba de Corazón. 

—Sí, pero no era tan buena como parecía —Retomó la historia pensando que hacía mucho no se la contaba a nadie, y no sabía por qué, de repente, parecía liberador volver a contarla—. Cuando tenía diez años, después de la muerte de mis padres y mi hermana me adoptó un hombre. Que no era Cora-san.

Luffy lo miró atentamente, sus ojos estaban enfocados en él.

—Era su hermano —reveló con una media sonrisa—. Me llevó a su casa, donde vivía toda la familia Donquixote. Cora-san era parte de ellos. Nunca me agradó al principio porque quería alejarme de su hermano y de la casa.

Vio en los ojos de Luffy la luz de la compresión. Se había olvidado que el chico había vivido unos años en Grey Terminal con sus hermanos. No había forma que no conociera el nombre Donquixote. 

—¿Doflamingo te adoptó? —preguntó con la boca abierta. Law asintió.

—Formé parte de su pandilla durante años. Desde chico trafiqué su droga y la consumí —confesó en voz baja, con miedo de que alguien pudiera oírlo—. Cora-san intentaba alejarme a toda costa y yo lo odiaba por eso. La familia Donquixote era lo único que tenía, el único lugar que podía pensar como hogar y él quería alejarme de eso. 

—Intentaba protegerte —musitó en voz baja, más para él que para Law.

—Sí, y recién a los catorce años comencé a llevarme bien con él. Cuando se quedó una noche entera hablando conmigo y yo me di cuenta que realmente no estaba metido en el tema del tráfico. Se quedó ahí para atrapar a Doflamingo y entregarlo a la justicia, a Sengoku, pero tuvo que cambiar un poco sus planes cuando encontró un desvío. 

—Porque ahora te tenía a tí —Luffy lo miró y sus ojos brillaron. Law se sintió algo mareado por la historia y el momento, pero asintió para confirmar lo que había dicho.

—Fuimos al puerto y me compró el gorro. La foto que te mostré era de ese día —Luffy chasqueo la lengua en compresión—. Lo empecé a querer más y a pasar tiempo juntos. Eso no le gustó a Doflamingo, que me veía como su sucesor en su mafia. Fue una época muy difícil. Desde los catorce hasta los dieciocho me drogué mucho.

Sintió el cuerpo de Luffy contra sus piernas. Se había acercado un poco y se recostó contra la larga pantorrilla de Law. Lo miró, pensó que se había dormido, pero Luffy mantenía su mirada en él, atento.

—¿Y qué pasó a los dieciocho? 

Miró las brasas apagadas y el brillo rojo casi extinto lo hipnotizó.

—Nos fuimos a vivir solos con Cora-san —Recordó la casa en la que habían pasado tantos años, donde vivió toda su carrera e hizo las noches de estudio con sus amigos y donde ahora Cora-san había creado un jardín para el que le regalaba algo siempre que podía—. Empecé a ir a un centro de rehabilitación donde Cora-san me acompañaba y pude desintoxicarme.

—Yo viví en Grey Terminal hasta los 12, cuando a Doflamingo lo detuvieron, ¿ustedes desmantelaron su red? —preguntó intrigado.

—Sí. Cora-san hizo lo imposible para juntar evidencia durante los años que formó parte de la Familia Donquixote y además el proceso judicial fue por mi custodia. Tuvo que ser aún más cuidadoso porque quería salir de allí conmigo. Ya no era solamente él. Teníamos que demostrar que Doflamingo me maltrataba para que Cora-san pudiera obtener la tenencia. Fue un proceso largo y muy duro.

No fue nada fácil para Law. Tener que atestiguar en instancias judiciales mientras los efectos de la abstinencia le hacían estragos, al mismo tiempo que intentaba llevar adelante una rehabilitación y una mudanza y luchando con su poca estabilidad emocional, fue muy complicado. Estuvo cerca del desborde varias veces y sólo siguió adelante porque Cora-san estuvo ahí. También hubo otras personas en su vida, más adelante sus amigos y durante su rehabilitación conoció gente que podría haberse quedado en su vida. Recordaba particularmente a uno.

—Todos odiábamos al Mingo —dijo Luffy de repente y Law lo miró asombrado—. En el barrio le decíamos así. Todos tenían a alguien conocido metido en la droga y siempre por culpa de él.

Bajó la vista y miró sus piernas. Apretó los puños, enojado. 

—Seguramente yo les vendía a muchos de ellos —comentó, escupiendo sus palabras.

—Eras chico, Torao…

—Pero sabía lo que hacía, Luffy-ya —lo interrumpió—. Lo sabía y deseaba ser como él. Era mi héroe; el que me sacó del orfanato.

Luffy lanzó su rostro y colocó sus manos sobre el regazo de Law para apoyar su mentón suavemente. No estaba acostumbrado al contacto con extraños, pero Luffy siempre lo hacía sentir como si fueran viejos amigos.

—Hay muchos héroes falsos en el mundo —dijo en voz alta, pero parecía un pensamiento al aire—. Sobre todo esos que se muestran exageradamente como tales.

Cuando cruzó la mirada con Luffy lo vio sonreír con determinación. Aunque no le gustase darle tanto poder, tenía que admitir que admiraba esa seguridad que poseía. En su adolescencia le había hecho mucha falta.

—No me importa mucho el pasado de las personas, Torao —La voz de Luffy cortó el repentino silencio que se había instalado entre ellos y lo obligó a verlo—. Todos mis amigos han pasado tiempos difíciles y han hechos cosas de las que no están orgullosos. Conozco al Torao que eres ahora y confío en él. No me importa qué Torao hayas sido, seguramente tuviste una razón para serlo.

Apretó sus labios y se negó a seguir mirándolo. Se sentía conmovido de una forma tonta que no podía concebir. Era extraño para él dejar que otros entraran tan libremente a su cabeza y no daba pases libres con regularidad. Sin embargo, Luffy no esperaba ser invitado, siempre invadía todo a los gritos, autoinvitándose e invadiendo los territorios ajenos. 

—Me voy a acostar, creo que ya puedo dormir —Se levantó del suelo y comenzó a caminar hacia la carpa. Luffy se paró y corrió detrás de él con una risita baja.

Quería decirle que no hacía falta que lo siguiera, pero sabía que no tenía mucho sentido. Cuando llegó a la tienda y entró, supo que Luffy se estaba sacando los zapatos antes de entrar detrás suyo. Por suerte, esa capra era espaciosa para las dos personas y no como los iglúes que te obligaban a compartir el espacio íntimo, cosa que lo horrorizaba. Luffy se metió en su bolsa de dormir y apoyó la cabeza en su bolso.

—¿Quieres ver un video? —le preguntó sacando su celular y alumbrando el espacio entre ambos. Frunció el ceño al ver la pantalla rota.

—¿Cómo puedes ver algo ahí? —El vidrio estaba roto en varias partes y parecía una telaraña que llegaba a todos lados del teléfono. Luffy se rió.

—Se me cayó un par de veces —dijo sin inmutarse y abrió el video—. Mira.

Luffy se arrimó un poco más cerca de Law, arrastrando su bolsa de dormir sin salir de ella y alcanzándole el teléfono para que pudiera verlo. Era un video de Youtube, seguramente le gastaría todos los datos. 

En la pantalla rota se veía a Doflamingo. Law entrecerró los ojos y se inclinó, sin notarlo, para ver mejor.

—¿Nunca lo habías visto? 

El título decía: “Arresto a la Familia Donquixote, la mayor banda de narcotráfico de Grey Terminal”. Observó cómo entraban a la mansión que Doflamingo tenía en las afueras del barrio, en una zona más rural. Law conocía el lugar porque había vivido allí cuando aún formaba parte de la familia. 

—Salió en las noticias del momento, aunque yo lo vi unos días después en la televisión —mencionó Luffy.

En el video la policía le ponía grilletes a Doflamingo y a sus tres primeros hombres y los hacían entrar en los patrulleros. 

—Nunca lo vi porque no mirábamos la televisión —le contó con los ojos pegados a la pantalla—. Sabíamos que habíamos ganado el juicio y que lo habían sentenciado, pero nunca vimos el arresto.

Luffy sonrió y bajó el teléfono para verlo a los ojos.

—Pensé que te haría sentir mejor ver eso —Su sonrisa, todo diente y encías, se hizo enorme y el corazón de Law se hinchó cálidamente—. Ganaron ustedes, Torao.

Sonrió. Por primera vez en muchos años, sonrió mirando una imagen de Doflamingo. 

—Gracias, Luffy-ya —murmuró en voz baja. No sabía bien por qué susurraba. Quizá temía que algo se rompiera si hablaba fuerte.

Luffy lo mantuvo despierto durante varias horas. No es como si fuera a dormir de todas formas. El chico del fútbol era absurdo, bullicioso e irracional. Contaba historias que no tenían sentido, pero también le hablaba de su carrera y la convicción que tenía hacía temblar todas las seguridades de Law.

Antes de conocerlo, había oído mucho de ese chico revoltoso. Es un demonio. Sonríe como un sol. Come como monstruo. Brilla todo el tiempo. No para de moverse. Es genuino. Es caprichoso. Es valiente. No piensa mucho. Piensa demasiado. Con el corazón. Con los sentimiento. Es muy empático. No es muy inteligente. Tiene inteligencia emocional.

Pensaba que era una tormenta. Pero ahora estaba al lado suyo, siendo ilógico, caótico y disparatado. Y nunca nada tuvo tanto sentido como ese momento. Law no vio a una tormenta que podía romper todo a su paso. Vio al mar, con olas de imprudencia pero también con una tranquilidad que le hacía querer permanecer flotando sobre él para siempre. Entendió el efecto magnético que el chico parecía causar en todos, por qué todos se le pegaban como los planetas y gravitaban a su alrededor. 

Quizá sí era una tormenta y el mar al mismo tiempo, y saberlo le dio vértigo.

.

.

.

Cuando el sol se filtró por la pequeña abertura que Luffy había dejado la noche anterior cuando cerró la carpa, comenzó a abrir los ojos. Odiaba que el sol le diera en la cara a la mañana. Su habitación estaba sellada contra cualquier rayo de luz y era su antro de oscuridad a prueba de soles diurnos. 

Se tapó la cara para bloquear la luz y se levantó despacio. No escuchaba mucho ruido afuera. La voces de Sanji, Usopp y Franky de fondo, hablando bajito. Rastreó su celular para ver la hora y el brillo de la pantalla le golpeó directamente la cara. Eran las nueve y diez.

Se dio la vuelta porque seguramente Luffy seguiría durmiendo. Lo vio desparramado, con una pierna adentro de la bolsa de dormir y otra afuera. La boca abierta y respirando fuerte. Fue una imagen graciosa. 

—Luffy-ya —Lo sacudió del hombro y el chico apenas abrió la mitad de un ojo—. Ya es de día.

—¿Qué hora es? —preguntó somnoliento, dándose la vuelta para acurrucarse.

—Las nueve.

—Muy temprano —murmuró de forma casi inentendible.

—¿No quieres desayunar? Sanji-ya está despierto también.

Luffy se levantó como impulsado por un resorte y miró hacia la salida de la carpa. 

—¡Hay que desayunar! —dijo totalmente convencido y Law se rió un poco de su actitud. 

El chico del fútbol salió primero y Law lo siguió. Algunos niños del campamento estaban despiertos y desayunaban. Sanji, Usopp y Franky estaban tomando algo en una de las mesas del camping. 

—Wow, hiciste que se levantara —Sanji sonrió mientras les pasaba dos tazas de café. Luffy corrió para sentarse en la mesa y devorar lo primero que viera—. ¿Con qué lo sobornaste?, déjame adivinar. La comida

Law asintió y tomó su taza con un gesto de agradecimiento. Se había sentado al lado de Luffy, si no agarraba algo se comería todo lo que había.

—Nos acostamos un poco tarde anoche —dijo Luffy con la boca llena. 

—Sí, podía escuchar tu risa, Luffy —espetó Usopp girando los ojos.

—Lo siento, lo siento.

—No te creo nada.

Vivi apareció detrás de ellos y los saludó con una sonrisa.

—Buen día chicos —Tomó la taza de café de Sanji y se sentó a su lado con un bostezo colgado de la boca—. ¿Cómo durmieron?

—Más o menos, mi bolsa de dormir es algo dura —comentó Usopp.

—Yo dormí super —respondió Franky con una sonrisa.

Law no dijo nada, pero había dormido bien. Extrañamente. Aunque hayan sido pocas horas no tuvo pesadillas ni se había despertado entre sueños. Se relajó hablando con Luffy y no tuvo tiempo de pensar demás mientras intentaba dormir.

—Torao, ¡quiero un pan con mantequilla! —gritó el chico caprichoso a su lado.

Lo hizo en automático, sin pensar. Tomó una rebanada de pan y la untó antes de pasársela. Cuando vio que Sanji y Usopp lo miraban con el ceño fruncido, Law se dio cuenta que había actuado como una madre. Desvió la mirada y tomó su café.

Los niños se fueron despertando de a poco y todo el campamento reanudó las actividades del día anterior. Fútbol, caminatas en el bosque e historias de cuentos y leyendas ancestrales a cargo de Vivi, comidas y aperitivos, música y la fogata llena de momentos mágicos.

Law cerró los ojos frente al fuego; esta vez sentado sobre el paso, sintiendo su humedad directamente. El calor de la fogata le alumbró el rostro y se sintió tan tranquilo que no volvió a abrir los ojos durante un rato largo. Aún cuando sintió un peso extra sobre su hombro y supo que era Luffy.

Notas finales:

Usé mucha de mi experiencia para esto. Los veranos suelo acampar con mi grupo de amigos, dormimos en tiendas y no comemos tan bien como si Sanji estuviera ahí jaja. Usopp está muy basado en uno de mis amigos, juro que es real. Definitivamente sería Vivi cantando en la fogata


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