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[In]Moral por Kuzuryuu-chan

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— No debo hacerlo. —Se recalcó el profesor de historia frente al baño del espejo de varones.

Ya estaba por cumplir una semana desde su fatídico encuentro. Rengoku trato de ignorar el sentimiento inicial que fue descubierto por su encuentro con aquel nuevo alumno. El aroma a flores seguía impreso en sus fosas nasales y la apariencia del joven seguía apareciendo como un reflejo de su corazón.

Él había sido tomado totalmente desprevenido. Eso era inaudito. No importaba fuera su destino o no, había límites que como alfa adulto y profesor tenía que ponerse.

No podía simplemente desear a un alumno de secundaria.

Había investigado, no debió pero lo hizo una vez que se gritó el ignorar al chico de antes e irse por las copias. Tendría una clase muy pronto con él. Específicamente en la tercera hora.

Una emoción recorrió a la bestia dentro de él. Sabía que eran sus instintos resonando a ese omega. Por suerte, se previno antes de que algo malo fuera a pasar y se tomó un supresor.

Sería como siempre. Sería un profesor correcto. Estaba convenciéndose a sí mismo de que actuaría lo más normal posible por su bien y del nuevo alumno.

 

 

La nueva clase de historia introductoria empezó. Entro al salón con naturalidad y les sonrió a todos. Los alumnos correspondieron el gesto por inercia y el ubico sus cosas para presentarse.

Coloco un par de kanjis en la pizarra con una tiza blanca.

— ¡Mi nombre es Kyoujuro Rengoku, seré su profesor de historia a partir de hoy! —Se inclinó casi por costumbre frente a todos y con su voz fuerte saludo: — Llevémonos bien el resto del año.

— Wah, ¡el profesor es tan guapo! —Chillaron unas alumnas susurrándoles a sus nuevas amigas.

— ¿Te lo dije, no? —Cotilleo otra. — ¡En esta secundaria hay muchos profesores guapos!

— Le agradezco a mi mamá por inscribirme a esta secundaria.

— Jajaja, vamos niños, no se distraigan. —Interrumpió Rengoku con su sonrisa. Se alegró que su compostura siguiera manteniéndose a pesar del olor agradable que cosquilleaba su nariz. Echo un vistazo en dirección a su destinado con curiosidad y notó que él lo miraba.

Su corazón saltó fuerte al notarlo mirándolo fervientemente. ¿Entonces también lo sintió? ¿No había sido una ilusión del momento? Las mejillas del joven de cabellos burdeos se volvieron rojizas cuando se vio descubierto para confirmarle la verdad y el libro que estaba usando como medio para esconderse casi se le cae.

— ¡Jajaja, ¿qué haces Gompachiro?! —El chico escandaloso que vio en la entrada al parecer también estaba en esta clase. — ¡Estabas poniendo una cara estúpida!

— ¡No lo estaba haciendo!

Tanjiro se avergonzó más y dio otra miradita a su nuevo maestro esperando que no viera su desliz. Rengoku no pudo evitar sonreírle volviéndolo aún más colorado.

Era adorable. Así que esa era su pareja...

«¡Pero no haré nada con un menor! ¡No hasta que se gradué de la secundaria!» Rengoku era una persona positiva. No le molestaba Tanjiro y ahora lo veía de una forma curiosa como cuando alguien conoce a una nueva persona.

Comida, colores, amistades, ¿qué tipo de gustos tendría?

Fuera del conflicto inicial que tuvo al verlo como un estudiante ahora que lo miraba nuevamente sabía cómo debía interactuar con él.

No podía negar su instinto. Quería a esa persona. La anhelada con fuerza. Sus sentidos resonaban con intensidad a su agradable aroma así que se prometió que interactuarían de poco a poco.

Era un alfa, pero antes que nada era una persona. No era un salvaje que se tiraría a él sin ni siquiera conocerlo. Quería llegar a él casualmente. Sabía que lo que ahora lo torturaba no era un sentimiento amoroso, esto era instinto.

Así que si este tipo de contacto limitado florecía en una relación amistosa con el tiempo estaría contento.

Si no... probablemente enloquecería. Los destinados eran un tema complicado cuando se trataban de los géneros omega y alfa; los lazos que los unían podrían llegar a ser demasiado fuertes como para que uno perdiera la cordura y detestaría imponerle eso a una persona. Sobre todo si era su propio alumno.

Por el momento quería creer que ese chico también tendría interés en él.

«Serán 3 años.» Se quedó mirándolo un poco más y asintió al notar esa mirada suave. Estaba afirmando su convicción por esta persona.

— ¡Es hora de comenzar la clase! Saquen sus libros en la página 11.

 


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