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Emperor’s Crown por yellowmuffy

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Notas del capitulo:

Hola, cómo están? Listos para el final de esta historia? Yo no estoy muy segura...jeje, pero aquí estamos. 

Para todos los lectores que han llegado hasta aquí, les doy las gracias por haberme acompañado en este corto camino. Si les agradó lo que leyeron y quiereN hacer feliz a esta autora, sería muy lindo que dejaran sus opiniones en la caja de comentarios. 

Muchas gracias por leer!! 

--[10]--


 


Justo como Sehun lo prometió las tropas fueron enviadas sólo unos días después y el plan dió marcha. 


La estrategia era simple, viajar por todos los territorios de los simpatizantes de los Huang hasta llegar a la capital, tratando de pasar tan desapercibidos como fuera posible y cuando al fin tuvieran a los Lau acorralados, acabar con ellos. 


Tao no estaba de acuerdo del todo, la idea de esconderse mientras su gente sufría no le parecía correcta, pero Yixing había insistido que su seguridad era la prioridad número uno. Y, finalmente Tao había terminado cediendo con cierto desazón, confiando en la experiencia de sus soldados. 


Era el segundo día de camino, habían avanzado muy poco debido al mal clima que los acompañó. Los soldados viajaban por el bosque, ocultos. Tao, Yifan y Yinxing a la cabeza de ellos. 


Cabalgaban en un silencio sepulcral y nadie se interponía en su camino. Extraño, considerando que se encontraban en uno de lo últimos tramos antes de llegar a una ciudad importante. Su parada sería una pequeña villa repleta de simpatizantes de su hermano, unos metros más adelante, donde se establecerían y descansarían por la noche. Pero nada más llegar se dieron cuenta de que eso sería imposible. 


Pararon sus caballos en seco al observar con horror la imagen que los recibía. 


Los señores feudales, dos ancianos amables, a los que Tao recordaba por los regalos que siempre le llevaban cuando iban a visitar a su hermano; ahora yacían sin vida, ensangrentados, pendiendo de una cuerda atada al arco que daba la bienvenida al pueblo. Todas las puertas y ventanas con estandartes de la familia Lau clavados. Ríos de sangre corriendo por las calles y muchos inocentes sin vida en el suelo. 


Por el estado de los escombros y los cuerpos, se deducía que el ataque fue al amanecer, la villa había sido exterminada en un abrir y cerrar de ojos. 


- Es una advertencia -Dijo Yixing mirando cada detalle de la escena- Probablemente harán eso con todos los simpatizantes de los Huang que quedan. 


Tao se acercó, cortando las cuerdas de los cuerpos colgantes. La rabia calentando cada gota de su sangre. Era suficiente de esos horrores. No se escondería más, que los Lau se enteraran de una buena vez que sus días estaban contados. 


- ¡Denles sepultura a todos! -Ordenó a sus soldados, que de inmediato acataron la orden, organizándose para encargarse de los cuerpos- Yixing, ¿cuál es la ciudad con ocupación más cercano?


- Está a varios kilómetros al norte, con suerte son algunas horas cabalgando. 


- Bien, la mitad de las tropas nos dirigiremos hacia allá. Lo demás completarán el trabajo aquí y en cuanto hayan terminado irán a los pueblos más cercanos a difundir mi mensaje. 


- ¿Cuál mensaje, majestad? -Interrogó uno de los soldados.  


- Que Huang Zitao, legítimo príncipe heredero, ha regresado para reclamar su trono y no permitiré que sigan lastimando a mi reino. 


 


-----


 


- ¡Majestad, tenemos noticias del sur! 


Uno de los sirvientes entró corriendo al salón principal, sus pasos haciendo eco por todo el recinto. 


- ¡Majestad, tenemos noticias urgentes!


Xianhua que hasta hace un momento se encontraba pintando un bello paisaje hizo una expresión de molestia y bajó su pincel para dedicarle su atención al recién llegado. 


- Habla -dijo Xianhua con desdén. 


- Hemos perdido todos los dominios de la región fronteriza y una de nuestras tropas ha sido tomada cautiva. 


- ¿Qué? ¿Mi hermano no sabe? -el menor de los Lau casi saltó de su asiento, ante la gravedad del asunto ¿Cómo esperaban que él lidiara con eso? Su hermano Hangeng era el encargado de todos los asuntos militares. 


- No, el señor aún no a regresado de su campaña, de hecho, hemos perdido contacto con él, no ha habido noticias en varios días. 


Xianhua palideció en su lugar. 


- Pero eso no es todo, hay rumores, majestad, de que los Zhang son los causantes de las revueltas…


- ¡Maldítos! -Soltó por lo bajo- ¿Qué más? 


- Dicen también… -El hombre dudó pero sabiendo que callar era peor, habló- Dicen que el Príncipe Huang Zitao los encabeza, quiere recuperar el trono. Tiene el apoyo el Rey de Corea y su ejército.


Xianhua casi se cae del asiento por la sorpresa. ¡Por qué rayos su hermano no estaba ahora que lo necesitaba!


- Manden un mensaje con urgencia a mi hermano, díganle que yo ordeno que vuelva. Y mientras tanto refuercen la seguridad del palacio.  


- Sí, majestad. 


 


-----


 


- Su majestad -El general Kim se arodilló frente a él dándole su último informe- Las tropas han arrasado con todos los soldados del clan Lau que encuentran en su camino. Nuestras bajas son mínimas, pero en la última batalla el Príncipe Tao resultó herido, de nuevo. No es de gravedad pero hemos tenido que detener nuestra marcha. 


Sehun asintió. 


- ¿Por qué fue esta vez? ¿Se le atravesó algún gatito inocente? -Se burló el monarca recordando que en el último informe Tao había recibido una herida menor por defender en batalla a un niño que no había logrado resguardarse a tiempo. 


- No, su majestad -Lo corrigió Jongin- Esta vez recibió una flecha por uno de sus hombres.


- Déjame adivinar ¿Por el general Wu? 


El hombre negó. 


- El general Wu se separó de ellos para atacar el este. No se encontraba en esa batalla. 


¿Entonces lo había hecho por un soldado cualquiera? ¿Por qué Tao haría tal tontería? Se preguntó Sehun dando otro trago a su copa, no pudiendo imaginarse a sí mismo arriesgándose por un simple plebeyo. El rey siempre era el más importante. ¿Acaso Tao no lo sabía?


- El príncipe se ha ganado la lealtad de cada uno de los pueblos a los que pisa -Continuó relatando el soldado- Su número de simpatizantes se ha duplicado en los últimos días. En cambio hay algo de inconformidad de parte de nuestros hombres, se preguntan por qué usted no ha salido al campo de batalla junto a su esposo. 


- ¡Absurdo! -Sehun bajó su copa de vino, casi derramando su contenido- Mi vida es demasiado preciosa como para arriesgarla en una guerra que ni siquiera es mía. 


- Tiene razón majestad -Concordó Jongin- Ninguna vida es más valiosa que la suya, pero las noticias de su participación en la guerra se han extendido hasta nuestro país. Los señores feudales no están contentos con su actitud, majestad. Dicen que no hay nada peor que un rey… cobarde. 


- ¡Yo no soy un cobarde! 


Jongin permaneció en su lugar y fue un poco más allá, atreviéndose a hablar nuevamente. 


- Si me permite, majestad. Creo que lo mejor es que se una a las tropas en el asalto a la ciudad imperial. 


- ¿Te atreves a decirme qué hacer?


- No, majestad. Sólo le pido que lo considere -El moreno se inclinó brevemente- La guerra está prácticamente ganada y si usted participa en el golpe final ayudaría mucho a su imagen. 


Eso no sonaba tan irrazonable, pero ameritaba pensar mejor en todos los detalles. Además, aún había un asunto que debía arreglar y estar presente en el golpe final le facilitaría las cosas y le daría la posibilidad de vengarse con sus propias manos. 


- Lo pensaré -Resolvió y cambió de tema- ¿Y mi hijo? ¿Han tenido noticias de él? 


- El niño y el antiguo emperador Zhoumi han llegado con bien, pero se negaron a quedarse en el palacio imperial.


- ¿Entonces? ¿Dónde se están alojando? 


- En la residencia del médico Choi. 


Era de esperarse, Zhoumi podría ser un rey caído y sin honor, pero no era tonto al desconfiar de ellos. Los usaría como barrera de protección, pero no se acercaría lo suficiente como para estar bajo su control. Por ahora no importaba, ese sería un inconveniente fácil de resolver después. 


- No importa, sólo manténgalo vigilado. Y asegúrese de que todos los oficiales en las fronteras sepan que ninguno de ellos debe cruzar de regreso. 


- Sí, majestad. 


- Puede retirarse -Ordenó con un gesto de su mano, harto de seguir escuchando asuntos oficiales y le hizo un gesto a Luhan para que se acercara a servir más vino. 


- ¿Creí que ya tenías un acuerdo con Tao? ¿Por qué te preocupa que crucen la frontera? -Se atrevió Luhan a preguntarle, mientras tomaba la jarra y le servía una nueva copa. 


- Mi hijo no va a regresar a China -Dijo con simpleza Sehun- El acuerdo que Tao y yo hicimos  sólo perdura mientras él esté con vida. Si muere no tengo por qué respetarlo y él morirá en esta guerra. 


Las manos de Luhan perdieron fuerza y soltaron la jarra derramando el vino. 


- Aún quieres matarlo -Realizó. 


Sehun frunció el ceño.


- Por supuesto, nunca dije que no lo haría. Ahora que mi hijo ha nacido ya no lo necesito. Te lo dije antes, su muerte me beneficia y tengo la cobertura perfecta con esta guerra. En la guerra siempre hay muertes, nunca se puede predecir quién vive y quién muere. 


Luhan se dejó caer en el suelo, arrodillándose, viendo de frente a su amado. 


- Por favor, te lo ruego, detente… No le hagas más daño, por favor -Le suplicó- Yo no puedo vivir con la muerte de Tao en mi conciencia, es tu esposo… ¡Dió a luz a tu hijo!


Lo tomó del brazo aferrando sus ropas, pero Sehun lo apartó de un empujón. 


- ¡¿Estás loco!? ¿Y dejar que la gente me vea como un rey débil? ¡Eso jamás! Tao me ha dado una razón para matarlo, yo le dí la oportunidad de mantenerse con la cabeza gacha y él se negó. Si así lo quiere, así será. Sangre por sangre, no descansaré hasta verlo muerto y tener de regreso a mi heredero. 


- ¿De verdad eres capaz de dejar a tu hijo huérfano? ¿Qué harás cuando te pregunte qué pasó con su madre? -Trató de apelar al amor por su hijo con resultados inútiles. 


- No necesita saberlo. Lo único que sabrá de Tao es cuán despreciable y desleal es. 


- Pero eso no es verdad… 


- No importa, lo será para él cuando se lo diga. 


Luhan lloró, se sentía cansado, estaba harto de eso. En qué momento Sehun había cambiado tanto. 


- ¿Y qué hay de mí, entonces? -Preguntó Luhan con la mirada gacha.


- Luhan no seas tonto, tú te quedarás a mi lado -Le dijo Sehun como si remarcara lo obvio, en un intento de consuelo- Eres importante y te necesito ¿Tú conoces la ciudad imperial, cierto? Tú serás mi guía. 


Luhan lo miró con impotencia ¿Acaso Sehun no podía ver más allá de sus propios deseos?


- ¿Y qué sucederá conmigo después? -Intentó hacerle ver la realidad- No puedo casarme contigo, si antes no tenía un estatus después de que mates al príncipe mucho menos. Seré considerado un traidor, toda mi familia caerá en desgracia ¿Qué sucederá entonces conmigo? ¿Vas a matarme también? ¿Te importa siquiera lo que pase conmigo? ¿Aún me amas?


Sehun no respondió ¿Hasta qué punto el amor de Luhan le era útil? En lugar de pensar una respuesta, le dio la espalda. 


- Vete, no quiero seguir hablando contigo esta noche -Fue todo lo que dijo y Luhan se vió obligado a cumplir su orden, aún llorando en silencio, de lo contrario entrarían sirvientes a arrastrarlo fuera. 


 


-----


 


La carta informando que el rey coreano se les uniría con más refuerzos a la batalla llegó al campamento justo cuando Tao estaba discutiendo con sus generales la estrategia para su siguiente pelea. Yifan había salido victorioso en un encuentro cara a cara con las tropas lideradas por Hangeng días atrás, dándoles la ventaja sobre el territorio que rodeaba el palacio, pero desafortunadamente, en un giro de los eventos, el mayor de los Lau había logrado escapar, dejando atrás a sus soldados. 


- Seguramente ya se ha reunido con su hermano -Dijo Yifan, observando el mapa.


- No creo que intenten un ataque en los próximos días, los superamos en número y Hangeng está herido, así que podemos esperar a los refuerzos -Analizó Yixing. 


- Sí, además la herida de flecha de su majestad tampoco ha sanado completamente -Habló el general Wang, que se les había unido hace tiempo. 


- ¿Qué opina, majestad? -Yifan se dirigió a Tao, que aún veía la carta en sus manos. 


Suspiró. 


- No bajen la guardia y utilicen el tiempo para infiltrar a alguien en el palacio -Ordenó- Esperaremos por los refuerzos del Rey Sehun. 


- ¡Sí, majestad! -Con una reverencia general, todos los oficiales se retiraron de la carpa del príncipe a excepción de Yixing y Yifan. 


Tao guardaba algunas cartas que le habían quedado pendientes para poderlas leer después, mientras tanto Yifan aclaró su garganta llamando la atención de Yixing.


- ¿Sucede algo? -Preguntó Zhang fingiendo demencia. 


- ¿No tiene algo que hacer, joven maestro Zhang? -Le preguntó Yifan, queriendo pasar un tiempo con Tao a solas. Pero Yixing de ninguna manera iba a dejar al general con el príncipe, esa había sido una petición que Zhoumi le había hecho en secreto. 


- No, no tengo nada que hacer -Dijo despreocupado caminando libremente por la carpa. 


- Insisto, debería retirarse para dejar al príncipe descansar. 


Yifan habló algo molesto y Tao los vió a ambos con curiosidad. Yixing se dejó caer en uno de los asientos del lugar y sonrió. 


- En ese caso deberíamos irnos juntos ¿No lo cree? -Sugirió el menor aún en su papel de inocente. 


- No, yo me refiero a que…


- Yixing-ge -Tao intervino antes de comenzara alguna pelea- ¿Por qué no nos dejas solos? Hay algo que tengo que discutir con el general Wu en privado. 


Yixing entrecerró los ojos con recelo. 


- ¿Qué pueden hablar que yo no pueda escuchar? 


- Es un secreto real -Contraatacó Tao, ganando la contienda- Además le aseguro que el general Wu no tiene las intenciones que piensas. 


- Está bien -Se rindió el soldado más jóven- Pero que quede en constancia que yo lo intenté. Dígaselo a Zhoumi-ge. 


Tao y Yifan rieron en complicidad una vez que el otro salió. 


- ¿Qué querías decirme, gege? -Indagó Tao acomodándose en la mesa sirviendo algo de té. Invitándolo con la palma de la mano a sentarse. 


- En realidad… más que decirte, tengo algo para tí -Yifan sacó algo de entre sus ropas, un pequeño tambor rojo, bellamente pintado con un patrón de colores alegres- Es para Xiuxian.


Tao recibió el juguete con una sonrisa. 


- Lo extraño mucho -Dijo el noble haciendo sonar levemente el pequeño tambor- ¿Crees que esté bien? ¿Crees que él también me extrañe?


- Por supuesto. Qué niño no extraña a su madre, pero ya falta menos para que lo vuelva a ver -Aseguró Yifan- Ahora déjame ver tu herida. 


Tao suspiró. 


- Sabía que había un motivo oculto -refunfuñó, pero aún así de descubrió el hombro- No tengo nada, Gege. Estoy bien. 


Yifan se acercó y revisó la herida, ya había empezado a sanar, se veía limpia y sin rastro de infección. Colocó algo de ungüento y la volvió a cubrir. 


- ¿Puedes mover bien tu brazo?


Tao lo movió. 


- Perfectamente -le dijo arreglando sus ropas. 


Ambos tomaron un poco de té antes de continuar. 


- Ahora dime, Gege ¿Qué te preocupa? 


Era imposible que Tao no lo leyera, si lo conocía a la perfección. 


- Me preocupa Sehun -Dejó salir por fin su guardián tomando la mano de Tao entre la suya- No confío en él. 


- Lo sé -Si en algo concordaban era en eso- Sé que no tiene buenas intenciones, aún está molesto por lo que pasó. Pero esta vez no dejaré que vuelva a hacerme daño. 


- Prométeme que no permitirás que vuelva a tocarte sin tu consentimiento, de ninguna manera. Que sea tu esposo no le da derecho sobre tí. 


Tao asintió, apretando su mano. 


- No lo permitiré, te lo prometo. 


Yifan asintió, sintiéndose seguro al ver la fuerza del espíritu de Tao brillando en sus ojos. Las heridas del pasado se habían ido por fin. 


 


-----


 


Estaban en medio del entrenamiento cuando Sehun hizo su aparición en el campamento. Todos estaban demasiado ocupados y Yixing había sido quien se encargó de recibirlo y ponerlo al tanto de los planes que tenían por delante, librando a su monarca de esa tarea. 


Todo iba tranquilo, Tao no tuvo que cruzarse con él durante todo el día, pues estaba demasiado atareado resolviendo los pendientes antes de la batalla tan importante que tendrían al día siguiente. 


Lo único que no esperó, aunque debió hacerlo, fue el encontrar al otro rey dentro de su propia carpa, esperando su llegada por la noche. No era extraño, al contrario, era “lo esperado” pues ambos aún seguían siendo esposos, pero aún así Tao no dejó de sentirse invadido. 


- ¿Qué haces aquí? -Le preguntó nada más entrar. 


Sehun levantó su mirada para recorrer con ella cada rincón de Tao. 


- ¿Qué hay de malo en compartir alcoba con mi esposo? -Señaló Sehun fingiendo inocencia. 


Tao frunció el ceño.


- Preferiría que no lo hicieras -le dijo con un dejo de fastidio. 


- Desde cuando es importante lo que tú deseas -Sehun sonrió ladino, esperando ver cómo Tao perdía la paciencia. 


Pero esta vez no lo consiguió, la expresión del chino se mantuvo sin ningún cambio. La actitud denigrante de su esposo ya no tenía el mismo efecto en él que antes. Tao se mantuvo plantado en su lugar, a una distancia prudente. Ahora sí se sentía capaz de hacerle frente. Había tantas cosas en su mente en ese momento, que los problemas con Sehun se veían lejanos y sin importancia. 


Sehun interpretó su falta de respuesta como señal de que podía continuar. 


- ¿Y bien? ¿Has entrado en razón? -Sehun lo miró con desdén- ¿Volverás conmigo a Corea? 


Tao rodó los ojos. 


- No lo puedo creer. No tengo tiempo para discutir sobre cosas que se supone que ya habíamos resuelto -le dijo molesto y trató de darse la vuelta para salir de ahí. Había comprobado en esos últimos meses que la evasión era la técnica que mejor funcionaba para tratar con su esposo.


Sehun se adelantó y lo tomó de la muñeca. 


- No te atrevas a marcharte. Esta es la última oportunidad que te doy -Sehun le dió su ultimátum, consciente de que esa era la segunda vez que decía algo parecido, apretando conscientemente la muñeca de su esposo bajo sus dedos. 


Tao dió un paso al frente y soltó su mano con un movimiento brusco, tomando a Sehun del cuello de su ropa y utilizando su renovada fuerza para levantarlo ligeramente del suelo. 


- No vuelvas a acercarte a mí -Fueron las únicas palabras que le dijo como advertencia y lo dejó caer. 


Sehun trastabilló, sorprendido, sin poder articular palabra. Mirando a Tao entre el enojo y el miedo. 


- Puede quedarse aquí si lo desea, su majestad. Yo me quedaré con el general Wu esta noche -Dijo Tao con descaro y frialdad, dándole una reverencia corta y se alejó a paso firme. 


 


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Luhan se acercaba a la carpa con miedo a lo que podría encontrar. Sus manos temblando mientras sostenía la bandeja con el vino que Sehun le había pedido que buscara. Estaba por entrar cuando escuchó voces en el interior. Se detuvo en seco y vaciló en entrar. ¿Y si volvía a suceder otra tragedia?


Justo en ese lapso la entrada se abrió y por ella, para su total sorpresa, salió Tao. Completamente entero, sin ninguna señal de violencia en la piel expuesta y con una expresión decidida. 


- Luhan-ge -La expresión de Tao cambió a una de sorpresa al verlo. 


Desde su regreso a China con Sehun, habían sido escasos los encuentros que había tenido con Tao y nulo su intercambio de palabras. Esa era su oportunidad de disculparse.


- Alteza, no sé lo que me pasó. Lo siento. No sé cómo pude desear algo suyo, lo siento. No tengo cara para pedir su perdón, nunca debí interponerme entre usted y el rey Sehun, me siento tan avergonzado de haber roto su matrimonio -balbuceó rápidamente lo primero que se le vino a la mente. 


- Entre Sehun y yo nunca hubo nada, nuestro matrimonio estaba roto desde el inicio, no hay nada de qué sentirse avergonzado -le dijo Tao con cierta premura, pero sin un solo dejo de mentira en su voz. 


- Alteza, yo… -Ese era el momento, su última oportunidad de confesar la amenaza que sabía, se cernía sobre Zitao. Pero le fue imposible formar las palabras en su boca. ¿Qué consecuencias podría tener el revelar esa verdad justo en ese momento? Antes de una batalla tan decisiva como la de mañana ¿Y si eso sólo terminaba distrayendo a Tao de su verdadero objetivo? Sus labios se sellaron y bajó la mirada. 


- Está bien Lu-ge -Tao colocó una mano sobre el hombro del mayor- Todo está perdonado -le dijo y se alejó caminando entre las carpas. 


Luhan, mientras tanto, sólo siguió su silueta con la mirada hasta que su forma se perdió en la penumbra y fue ahí que tomó una decisión. 


 


-----


 


Tao caminó aminorando su paso a medida que se acercaba a la carpa de Yifan, dejando que el frío de esa noche calmara su mente. Olvidando intencionalmente lo acontecido hace unos minutos con Sehun. No queriendo llevar sus problemas al general. Había algo más importante que debía tratar con él. 


Cuando entró, Yifan no se sorprendió de verlo en absoluto, como si estuviera esperando su visita. Sólo se hizo a un lado en el filo de la cama donde se hallaba sentado y espero que Tao se colocara a su lado. 


Ninguno dijo nada, ambos pensando en los eventos que sucederían el día siguiente. 


Esa era la noche antes de la tormenta, el momento decisivo entre la derrota y la victoria. Tao podía sentir el peso de lo que eso implicaba, miles de vidas estaban en sus manos, así como el futuro de cada uno de los habitantes de su nación. Pero una pesaba en su pecho más que ninguna otra. Temía por Yifan y su futuro juntos. 


Yifan se sentía igual, cientos de batallas habían sido peleadas por él en su corta edad, pero ninguna se sentía tan importante como la de mañana. Y le era imposible el dejar de pensar que esa inquietud nacía de saber que Tao pelearía a su lado. Ambos podían morir mañana, ese podía ser su último momento juntos. 


- Hay algo que quiero que sepas -Yifan le dijo al noble, grabando cada detalle del menor en su mente. 


- Lo sé -Aceptó Tao bajando la mirada. Sabía perfectamente a dónde llevaría esa conversación- Quiero escucharte. 


Yifan se volteó hacia él y con sus manos levantó el mentón del menor, conectando sus miradas. 


- No importa si vivo o muero mañana, quiero que sepas que cada minuto sirviendote ha valido la pena para mí. Mi vida te pertenece desde el momento en que te conocí. Te amo, Tao. 


Y, con un movimento lento, unió sus labios en un beso. Siendo correspondido con igual intensidad por el noble. 


Tao lo abrazó a su pecho y lloró sobre su hombro. 


- También te amo, Yifan. Siempre te he amado desde que nos conocimos. 


Las palabras parecían sobrar, sus sentimientos bien sabidos por ambos desde hace mucho tiempo, pero el decirlo en voz alta los convertía en un compromiso mudo de hacer todo lo posible por volverse a encontrar. 


Esa noche durmieron abrazados el uno con el otro. Sin decir una palabra más. No hacía falta, conocían el corazón del otro a la perfección. Siendo ese simple abrazo suficiente para calmar la inquietud de sus corazones por lo menos por ese breve momento. 


 


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La compañía del Rey Sehun fue por la izquierda mientras Tao y los suyos cubrían los otros flancos. Y entre el caos de la batalla Luhan pudo observar claramente al rey coreano susurrando algo al oído de uno de sus soldados y con sigilo los abandonó. Tomando dirección hacia Luhan.


- Vamos, enséñame el camino -le ordenó, empujando levemente su hombro para que avanzara. 


Luhan miró sus pies un momento y en un instante su mente se  aclaró por primera vez en mucho tiempo, al dar el primer paso su cuerpo se sentía ligero y su corazón se sentía libre. Por fin entendía, por fin tenía clara cuál era su misión. 


“En la guerra siempre hay muertes” recordó las palabras dichas por Sehun, el menor tenía razón. 


Luhan caminó seguido por el monarca, evitando el sendero lleno de muerte. Los años visitando el palacio y siendo de los personajes más allegados al emperador le habían otorgado el conocimiento sobre el camino más rápido a tomar. 


Aceleró el paso cuando entraron por un largo pasillo en penumbras, hasta que una luz tenue les indicó la salida. Aquel era uno de los pasillos utilizados únicamente por el jefe eunuco para llegar al emperador.


 Sehun lo seguía de cerca, sin dudar un segundo, seguro de que por fin podría cumplir con su venganza. Pero al salir del pasillo no fue ningún salón el que los recibió. En cambio, era un lugar tranquilo, apartado de cualquier vista o sonido de la guerra, un pequeño jardín en el centro con el cielo descubierto, el jardín privado del emperador. Un lugar pacífico. 


- ¿Dónde estamos? -Preguntó Sehun enojado-  Se supone iríamos al salón principal. 


- Lo sé -Una sonrisa apenas y pudo formarse en los labios de Luhan. Lágrimas bañaban su rostro con tristeza- Pero me pareció que este era el lugar perfecto. 


El emperador lo observó extrañado y se acercó unos pasos a él. 


- ¿Qué rayos está sucediendo, Luhan? -Sehun comenzó a reñirle, pero fue callado por el repentino movimiento del mayor, que se tiró en sus brazos y lo apretó contra su pecho con fuerza. 


- Espero que en nuestra siguiente vida podamos estar juntos -Le susurró en el oído y sin darle tiempo a Sehun de reaccionar tomó la espada en la cintura del rey y con ella los atravesó a ambos. 


Una última lágrima bajó por su mejilla, cayendo en el hombro de Sehun. Y Luhan cerró los ojos por última vez, esperando al fin haber redimido sus pecados. 


 


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Llegar a su destino no fue sencillo, pero su escuadrón se encargó magistralmente de facilitar su camino hasta donde lo esperaba el falso emperador según la información de sus espías. 


Después de encargarse de los guardianes que custodiaban la entrada Tao entró solo en el salón principal y no le sorprendió encontrar en él a Xianhua sentado en el lugar dónde Tao conservaba la imagen del que creyó su hermano Zhoumi y, anterior a él, quien fue su padre. Por algún motivo verlo ahí, deshonrando el sitio con tantos recuerdos de grandeza en su memoria, lo hizo enfurecer. 


- Hola Tao -Saludó Xianhua sin ningún respeto, aparentando no tener miedo a pesar del temblor en sus piernas. 


El miedo en él era entendible, siendo el menor de los Lau, había crecido bajo el manto de poder de sus padres, consentido por su hermano y con el único objetivo de fortalecer a su clan con una alianza de matrimonio, nunca había tocado un arma o una espada, nunca había peleado en una batalla. Estaba en completa desventaja sobre Tao. Pero con un orgullo como el suyo, jamás permitiría que vieran en él debilidad. Siendo su miedo cubierto en arrogancia para despistar. 


- Te doy una última oportunidad, Xianhua -habló Tao sabiendo que no había honor en asesinar a un enemigo acorralado y vulnerable, si aún existían opciones- Entrégate y ordena la rendición de tus tropas. Paremos esto antes de que se pierdan más vidas. 


- No pienso darte esa satisfacción -Le dijo Xianhua con odio en la voz- el sacrificio de mi clan no será en vano. Me llevaré a tantos de tus soldados como sea posible. Y así me mates mi hermano nunca se rendirá. El clan Lau nunca se rinde. 


Tao alistó su espada al saber que el otro era incapaz de ceder de manera pacífica. 


- Solo ríndete y tendré piedad -Pidió Tao por última vez, pero el orgullo de Xianhua era mayor. 


- Lo estuve pensando mucho tiempo -Habló Xianhua con calma como si esos no fueran sus últimos minutos- Si tu no existieras nada de esto habría pasado. Todo siempre fue tu culpa, siempre lo supe en mi interior. Por tu culpa mi matrimonio fue una burla y siempre tuve que soportar los rumores sobre tu nacimiento a mis espaldas. La humillación de tu mera existencia y la muerte de mi hijo es algo que nunca les voy a perdonar a tí y a Zhoumi -El rencor y el dolor estaba marcado en cada una de sus palabras- Lo más irónico de todo es que yo nunca quise casarme con él, mucho menos me interesaba el trono, yo sólo quería que mi hermano estuviera orgulloso de mí.


- ¿Tienes algún último deseo? -Tao colocó el filo de su espada en la garganta de Xianhua.


- Sólo dile a mi hermano que lo siento, que lamento no haber podido traer honor a nuestra familia -Cerró sus ojos y aceptó su destino. 


Tao hizo un movimiento y con un corte limpio en su garganta le dio fin a su vida. La sangre brotó y después de unos segundos el cuerpo de Xianhua yacía inerte sobre el trono del emperador. 


Tao lo miró con lástima y se quitó la capa de su uniforme, cubriendo con ella el cuerpo sin vida de Xianhua. Sin importar la traición de su clan o la mala relación que tenían, el hombre había formado parte de su familia por un largo tiempo, era la mínima consideración que merecía de él. Con cuidado tomó el amuleto que siempre, desde que tenía memoria Xianhua llevaba colgando de su cintura con orgullo, el símbolo de los Lau finamente tallado en jade, y se dispuso a regresar a dónde la batalla principal se estaba llevanda a cabo. 


Al salir, pudo observar el panorama completo gracias a la altura dada por el imponente edificio. Personas corrían de un lugar a otro acabando con los pocos enemigos que aún estaban de pie. En el centro, el grupo más numeroso de los Lau, liderado por Hangeng, rendía una pelea incansable con las tropas encabezadas por Yifan y Yixing. 


- ¡Alto! -Gritó Tao sobre la multitud mostrando el amuleto en sus manos- ¡El falso emperador ha caído! 


Tao sabía que muchos soldados estaban demasiado enfrascados en su propia supervivencia como para notarlo, pero sólo había una persona a la que iba dirigido su mensaje. Y supo que su objetivo se había cumplido cuando vió a Hangeng flanquear al reconocer el amuleto que él mismo le había regalado a su hermano menor. 


- ¡¿Qué le has hecho a Xianhua?! -Gritó fúrico el mayor de los Lau, nublado por el dolor. Tomando su espada y cortando con ella todo a su paso, como poseído por un demonio, tratando de llegar a Zitao. 


Soldado que cruzaba su camino terminaba mal herido, sólo Yifan siendo apoyado por Yixing fueron capaces de detener su paso a unos cuantos metros de que llegara hasta Tao. Clavando el menor su espada en la espalda del traidor y el otro enterrandola en su corazón. 


De un movimiento, casi como si estuvieran sincronizados, los dos retiraron sus espadas al mismo tiempo, dejando caer al suelo el cuerpo de Hangeng, inerte. De los pocos soldados de los Lau que quedaban de pie algunos hicieron el intento por huir al ver a su verdadero líder caer y algunos otros simplemente soltaron su espada, sabiendo su derrota. 


Y, como si el cielo anunciara el final del conflicto, una capa blanca inició su caída sobre el campo de batalla. Comenzó a nevar. 


Tao bajó por la escalera, incrédulo. La batalla por fin había terminado, había recuperado su reino, su trono, el honor de su familia. Al frente sus soldados iban arrodillándose uno detrás de otro, reconociendo a su legítimo emperador.  


Sus pies sintieron la fría humedad de la nieve cuando llegó al final de la escalera y al alzar su vista hacia todos sus leales soldados, una lágrima resbaló por su mejilla y sonrió, devolviendo el gesto con una inclinación de su cabeza, mostrando respeto ante todos los soldados que habían arriesgado la vida por su causa. 


- ¡Hemos ganado! -Gritó solemne- ¡Hemos recuperado China! 


El rugido de los vítores resonó por la ciudad y sin reparos Yifan corrió a su encuentro y lo apretó en un fuerte abrazo, celebrando con él. 


 


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Los días que siguieron sirvieron para devolver al palacio a la normalidad y honrar a los muertos en batalla. Entre ellos el Rey Sehun quién, en palabras de su consorte, había fallecido de manera honorable defendiendo el legado de su hijo, ningún otro detalle más sobre su muerte fue revelado a nadie. 


La coronación de Tao fue sencilla y algo apresurada debido al duelo que debía guardar por el fallecimiento de su esposo. Pero aún así, la noticia de su victoria se esparció a lo largo del país y alcanzó a sus países vecinos, que pronto comenzaron a enviar provisiones y regalos en gesto de apoyo al nuevo y legítimo emperador. 


Finalmente, cuando todo volvió a la calma, las tropas coreanas que habían participado en la guerra fueron debidamente recompensadas y partieron llevando con ellos el cuerpo de su Rey, siendo acompañados por el nuevo emperador Chino, cumpliendo con su deber como consorte del rey fallecido y como nuevo rey viudo de Corea, título otorgado por la corta edad de Xiuxian, príncipe heredero. 


A su llegada Cho Kyuhyun, quien había sido el regente durante la ausencia de su hijo, lo recibió sin decir muchas palabras, se notaba triste, completamente devastado. Toda una vida cuidando el bienestar y futuro de su hijo, se había reducido a nada en un abrir y cerrar de ojos. 


- Ya me lo habían advertido -Habló por primera vez Kyuhyun cuando se encontraban solos en el altar a Sehun- Me lo dijo un adivino antes de que mi hijo naciera “Tendrá una vida corta, el egoísmo, la ambición y la envidia lo llevarán hasta su muerte” me dijo -Rió con tristeza- Hice todo lo que pude para protegerlo, me deshice de todo peligro en su camino y resultó que era de sí mismo de quién debía cuidarlo. 


El hombre bajó la mirada escondiendo las pocas lágrimas que amenazaban con caer por sus ojos. A Kyuhyun le encantaría poder culpar a Tao de todo lo sucedido, pero en su corazón sabía que no era así. Sehun había cavado su propia tumba y el chino sólo había tenido la mala suerte de ser el detonante de su peor lado. 


A su lado Tao se mantuvo quieto y en silencio, respetando el dolor del mayor. Esperando a que se recompusiera. 


- ¿Qué va a pasar con Corea? -Le preguntó Kyuhyun ya sin mucha energía. Eso era lo único que podía hacer, preguntarse qué sería del legado de su hijo- ¿Nos volveremos uno más de tus territorios? 


Tao ya lo había pensado y consultado con sus oficiales, todos le pedían justo eso, que el reino de Corea desapareciera para formar parte de las provincias de China, pero a Tao eso no le parecía correcto. Su pueblo y el coreano eran tan diferentes que a Zitao le parecía inhumano desaparecer toda una cultura sólo para aumentar su propia riqueza. 


- Aún no lo sé -Dijo Tao con sinceridad- Necesito pensarlo. 


Kyuhyun guardó silencio y continuó rezando, sin ánimo de insistir. 


Ese mismo día, por la tarde, cuando todas las ceremonias habían terminado, Tao por fin tuvo oportunidad de cumplir con lo que verdaderamente lo había motivado a ir a Corea: Su familia. 


Con Yifan y Xiumin haciéndole compañía, corrió hasta la residencia de los Choi, dónde sus padres ya le esperaban en la puerta. Zhoumi con lágrimas en los ojos y Siwon con el pequeño Xiuxian en brazos. 


El antiguo emperador no aguantó y corrió a su encuentro, abrazando al menor como si no hubiera un mañana. Su pequeño Taozi había regresado y no podía estar más orgulloso de él. 


- Baba, Mama, he regresado -Tao brindó su respeto a los dos mayores con una inclinación completa, llamándoles por primera vez como lo que realmente eran, sus padres biológicos.


Siwon dió un paso al frente y palmeó su hombro. 


- Me alegra que regresaras a salvo -dijo- Estamos orgullosos de tí.


Pero un chillido por parte de Xiuxian los interrumpió. Molesto y casi al borde de las lágrimas, el menor estiraba sus manitas en dirección a Tao impaciente por que lo tomara en sus brazos, cosa que el noble hizo de inmediato tranquilizando al bebé al instante en que lo envolvió en su abrazo y lo llenó de besos. 


- Mi Xianxian está enorme -le decía con amor al pequeño mirando lo mucho que había crecido durante esos meses de guerra. 


Sus padres sonrieron por lo tierna que les resultaba la imagen y los instaron a pasar a la residencia. 


Esa noche compartieron la cena y mientras lo hacían, el tema de conversación fue el destino del país coreano. No había nadie mejor que Zhoumi para pedir su consejo. 


- No quiero que desaparezca, Xiuxian merece conocer sus dos raíces y la grandeza que hay en ambas -Dijo Tao después de explicarle la situación a su progenitor. 


Zhoumi lo pensó con detenimiento y le dijo: 


- Quizá lo mejor es que nombres a un regente, así el país continuaría bajo tu guarda sin perder totalmente su independencia. 


Tao suspiró de cansancio. 


- Ya lo he pensado, pero son pocas las personas en este país en las que puedo confiar y ninguna es de sangre noble. Dudo mucho que acepten a alguien con un bajo estatus. 


Siwon, que los escuchaba en silencio hasta ese momento, decidió intervenir. 


- Tao, creo que tienes la solución frente a tus ojos -El médico señaló a Xiumin que jugaba con Xiuxian en un intento porque el infante probara la comida. 


Zitao miró a su padre sin comprender y el mayor sólo rió ante su confusión. Esa sería una larga historia que contar. 


 


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Chanyeol regresaba del mercado contento. Ese día había logrado vender sus verduras al completo. Silbaba una canción feliz mientras caminaba despreocupado por el sendero que lo llevaba a casa, cuando los vio: varios soldados reales rodeando la entrada y Baekhyun en el centro llorando. 


El de grandes orejas dió un salto de sorpresa y de inmediato corrió hasta dónde ellos tomando una vara en el camino con toda la intención de defender a su marido. 


- ¡¿Qué es lo que hacen ustedes aquí?! -Llegó gritando con su “arma” en alto- ¡Fuera de mi propiedad! 


Pero ninguno de los soldados parecía querer atacar, al contrario, se les veía algo confusos con su reacción. 


- ¡Cálmese por favor, nosotros sólo venimos a entregar esta carga! -Explicó uno de los hombres señalando una pila de cofres que estaban al lado de Baekhyun.


- ¿Qué? -Chanyeol bajó su vara sin comprender nada- ¿Entonces por qué lloras, Hyunnie-ah? -Volteó hacia el castaño.


El más bajito abrió uno de los cofres de golpe, dejando ver los montones de oro que estos contenían. 


- ¡Babo! ¡Somos ricos! -Baekhyun lloraba, pero eran lágrimas de felicidad. 


 


--3 años después--


 


El palacio era un bullicio, personas iban de un lugar a otro arreglando los últimos detalles para la ceremonia, mientras en el cuarto del emperador, Tao era ataviado con prendas rojas por segunda vez en su vida. Pero esta vez todo era diferente. Contrario a la vez pasada, ahora la alegría embargaba su pecho junto con la impaciencia.


Desde su residencia lo llevaron en carruaje hasta las enormes escaleras que guiaban al palacio principal, donde Yifan ya lo esperaba, también envuelto en prendas rojas, para caminar a su lado como iguales. 


Cada tramo que avanzaba su corazón latía más rápido y la sonrisa no abandonaba su rostro en ningún momento. Los tambores acompañaron su trayecto y anunciaron su llegada al salón con un golpe especialmente sonoro. 


El recinto estaba repleto de sus oficiales y al frente de todos, sus seres queridos esperaban por su llegada. Zhoumi junto a su ahora esposo Siwon sostenían cada quién una mano del príncipe heredero y, al lado de ellos, Xiumin, Rey regente de Corea, junto a su esposo ZhongDa, también sonreían contentos por la feliz pareja. Yixing y Song Qian también presentes unos pasos más atrás. 


Los novios llegaron al centro y cuando las miradas de Yifan y Tao se encontraron, no pudieron contener sus sonrisas. Reverenciaron al cielo y a la tierra, así como cada quién a su nuevo esposo y dieron finalizada la ceremonia con ellos anunciados como Emperador y Consorte. 


- ¡Bendiciones a la pareja real! -Anunciaron todos y cada uno de los asistentes. 


Una vez la pareja estuvo en su alcoba el vino les fue servido y ambos lo intercambiaron con gusto, riendo de nerviosismo uno con el otro. Sorprendentemente Yifan fue quien se mostró tímido una vez se sentaron sobre la cama, el sonrojo evidente en sus mejillas y orejas. 


- No muerdo-Bromeó Tao, tomando la mano del mayor. 


- Lo sé -Rió por lo bajo Yifan mirando a Tao con dulzura- Es sólo que no puedo creerlo, estar contigo aún me parece un sueño -Confesó.


- Lo sé -Tao concordó- Para mí también parece un sueño. 


Yifan se acercó y con el toque ligero de sus manos delineó la mandíbula del monarca, alzando su rostro para que quedara a milímetros del suyo y lo besó. Lento, con temor, dulzura y deseo. Los labios de Tao habían sido su más grande anhelo por muchos años y hoy por fin los tenía totalmente a su merced. 


Tao por su parte correspondió el beso profundizándolo, sintiendo miles de emociones dar vueltas en su estómago y subir por su pecho, como una explosión de felicidad. 


Con cuidado, Yifan paseó sus dedos por los brazos de menor, delineándo cada curva en ellos y traccionando con el movimiento la ropa que cubría al emperador, quitándola de su camino, exponiendo la piel de Tao. 


- Te amo -Susurró al separarse del menor, recostandolo sobre las mantas.


- Te amo Yifan -Correspondió Tao pasando sus dedos por el cabello del más alto, mirándolo con una mezcla entre ternura y deseo. 


 Esa noche mientras Yifan dormía plácido al lado de su recién nombrado esposo, con un brazo abrazando su cintura, Tao aprovechó para contemplar a su guardián y agradecer a los cielos por tenerlo, por haberlo guiado a su lado y permitirles permanecer juntos hasta ese momento. 


Era feliz. 


 

Notas finales:

Y así es cómo llegamos al final. Qué les ha parecido?? Agridulce??

No puedo creer que ya haya terminado, pero al final estoy feliz con el resultado, sé que me retrasé un poco en publicarlo pero al fin aquí lo tienen.

Todos al fin lograron tener su final feliz, Tao y Yifan lograron estar juntos, Xiumin asendió a su respectiva posición y hasta logró casarse con Chen (Se lo esperaban?) Hasta nuestro Baekyeol fue debidamente recompensado por su bondad jajajaja. Por otro lado, tenemos la parte trágica de la historia, Luhan que murió en un intento por apagar la culpa que lo consumía por desear algo que no estaba destinado para él y Sehun que dejó que su obsesión por el poder y su orgullo lo hicieran olvidarse de las personas que realmente lo amaban. Recuerden cada quién siembra lo que cosecha. Les ha gustado el final?? 

Nuevamente muchas gracias por leer y haber llegado hasta aquí conmigo. 

Nos vemos en próximas historias!! 

 


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