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El buen Hijo por LalaDigon

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Cuando Harry se quedó solo con sus amigos sintió como su cabeza empezaba a dar vueltas. Había sido un día tan largo que no le sorprendió notar que eran cerca de la media noche.


Pensar que ese día infernal había estado preocupado por el Quidditch, le resultaba inverosímil, infantil e inmaduro. Había estado tan centrado en sus problemas que nunca pensó en los demás. Y no es que no supiera que no era su culpa, pero Harry sabía que, si bien él no hizo nada, que, si él no apuntó su varita corta Draco, era malditamente verdad que él no había hecho nada evitarlo. Nunca intentó frenar ninguna de las bromas o pullas.  


Y si solo fuera eso, Harry estaba seguro de que lograría tener el control por sí mismo. No sería esa la primera vez en la que se equivocaba tanto que sus entrañas protestaban. Véase a Snape y sus secretos. Lo que lo tenía enfermo a más no poder era la angustia y el enojo.


Odiaba a Lucius, siempre lo hizo. Era un cerdo demasiado arrogante y sin nada de valentía u honor en su interior. Abusaba de los débiles como Dobby, se creía superior por su fortuna y sus contactos, pero a la hora de la verdad era un cobarde sin más. Pero ahora… ahora había ascendido a una nueva categoría.


Qué clase de monstruo empuja a su propio hijo hasta a ese punto... Maldecirlo... El amargo gusto al vómito volvió a su boca. No podía ni ponerlo en palabras porque era tan grotesco, tan inhumano. No es que el hecho de que torturaran y mataran muggles no le dio las pistas para saber que era gente despreciable, Harry sabía que clase de calaña era, pero… pero aquello no era algo que pudiera siquiera empezar a entender.


Su hijo, su sangre. Harry se encogió sin querer y se imaginó por un solo segundo que el rostro de Petunia se trasformaba en el de su madre y quiso ir a la mansión Malfoy para darles él mismo un escarmiento. Nadie, ni siquiera Draco, se merecía vivir aquella pesadilla.


—Harry —la voz de Hermione lo obligó a emerger de las profundidades de su mente y alzó el rostro sin saber muy bien que hacer consigo mismo o que hacer en líneas generales con aquella mierda— ¿Qué pasó?


Sus ojos estaban fijos en Draco y bastó ver en ellos un poco de compasión para entender que por muy vergonzoso que fuera para el Slytherin, habría mejores chances para su futuro inmediato si contaba con la ayuda de Hermione e incluso la de Ron, que, a decir verdad, en cuanto a tradiciones mágicas, era el único que en verdad podría darles una idea clara y realista de qué podrían hacer.


Con un suspiro y voz monótona les explico lo que había escuchado en la dirección, lo que vio y habló en el baño y buena parte de lo que la enfermera susurraba a medida que iba atendiendo las heridas de Draco.


—Eso quiere decir que Lucius mantuvo a Draco a su lado bajo la maldición Imperius, ¿durante la guerra?


—No sé Herm... No sé —sentía el cansancio filtrádose través sus barreras y dejar lugar para la somnolencia.


Podía ver tras los parpados su cama, su almohada y sus cortinas cerrándose para cuidarlo en la noche. Harry supo que tendría horribles pesadillas.  


—Pero él tomó la marca —contradijo Ron— Nadie la puede tomar sin quererlo.


—Ya no estoy seguro de nada —dijo quebrando una lanza en favor de Draco. No iba a volver a asumir nada, no otra vez.


—Ron.. ¿Qué es eso de las familias? Digo, yo sabía que son importantes pero...


—Lo son. Claro que... Miren los sangre pura están todos locos. Esa es la verdad.


—Explícate —pidió Harry a sabiendas de que su tono, su pose y su gesto dejaban en claro que era algo que no tenía ganas de hacerlo.


Se alcanzaba a imaginar que iba a necesitar todas las herramientas que hubiera a su alcance si esperaba convencer a Draco de enfrentar a su padre. Pansy no parecía estar exagerando, no parecía estar mintiendo y Draco no sería el primer hijo en obedecer ciegamente a un padre qu era un maldito abusivo. En especial, si este maldito había usado una imperdonable en ti.  


—Colega... Los sangre pura solo están en contra de una par de cosas: muggles y desertores. —suspiró arrugando los labios y la nariz como su hubiera olido algo realmente feo y asquerso— A esos chicos les lavan el cerebro. Nunca considerarían dejar a sus familias. Yo no sé qué tanto rollo con eso, pero la verdad, es que está arraigado en nosotros.


—Por eso tus hermanos odiaban a Percy cuando se fue —corroboró Hermione


—Percy fue un idiota, pero si, supongo. Es algo que no se suele ver. Digo, nos peleamos. Pero jamás repudias a tu familia. Ahora Percy es una paria más. —la voz de Ron se perdió en un murmullo triste y lo dejó estar.


Harry sentía la cabeza estallar. Definitivamente ya no tenía fuerzas para seguir pensando en eso. En ese momento solo quería dormir. Dormir y escapar de la imagen de Draco bañado en su sangre pidiéndole —tan vulnerable como nunca lo vio— que le diga que no era un cobarde más.


—No puedo más —sentenció— Fue un día interminable y solo quiero dormir


—¿Quieres que pruebe con un relaxo? —Ofreció Hermione suavemente, rodeando la cama para ir con Ron.


Su mejor amigo se enderezó sin que ella dijera anda y se corrió ligeramente para hacerle lugar a su lado, donde ella se acomodó —seguramente sin notarlo en lo absoluto— junto a él. Los miró interactuar tan simbioticamete y sonrió un poco envidioso.


Desde que habían vuelto a Hogwarts noto aquello. Instintivamente Ron sabía cuándo Hermione quería hundirse en sus brazos y ella parecía leer a la perfección el instante en que su mejor amigo necesitaba sentir que ella lo necesitaba. Era gracioso como todo había ido bien entre ellos dos. Ron y Hermione eran completos uno del otro.


Donde Hermione se destacaba Ron no, y así a la inversa. Cuando ella se centraba de más en los estudios era él el que la ayudaba a distenderse. Más feliz por ellos no podía estar, pero se sentía ligeramente celoso.


—No sé hagan problema —les dijo con una sonrisa— igual no duele.


La castaña lo miró y Harry sonrió de lado intentando despertar su costado menos beligerante. Hizo una mueca interna, hacia horas que el hormigueo constante dio paso a la insensibilidad. Pero no se preocupaba, sabía que Pomfrey nunca hubiera aceptado aquello si no estuviera segura de que podía arreglar a Harry cuando fuera el momento.


—Abre el ojo —le advirtió Ron, el cual claramente no estaba cómodo con todo aquello— Nadie sabe cómo va a despertar.


Depositando un beso en la frente de Hermione, se liberó de sus brazos y salió por la enfermería.


—Voy a las cocinas, ¿les pido que te traigan algo?


Harry se estaba por negar, no sentía fuerza alguna en el cuerpo como para pensar en tragar o conseguir sostenerlo en su interior, pero su estómago habló por él. Con un gruñido bochornoso Ron sonrió y salió.


—Harry —la voz de Hermione volvía a ser compasiva y cargada de afecto.


Se quiso alejar, sabía lo que venía a continuación y no el interesaba en lo más mínimo.


—Hermione, te lo suplico que no hag-


—Tú no podías saber que estaba pasando —lo cortó sin oírlo o molestarse en fingir que no lo había hecho— No te tortures Harry.


—Como quieres que no lo haga —preguntó derrumbándose en la histeria, recordado casa sonrisa que se le escapó a las burlas, recordando cada vez que decidió no actuar para cortar eso que él bien sabía era acoso y una idiotez— ¡Me pidió que le diga que no era un cobarde! Ahí, bañado de su sangre. ¡Merlín Hermione! —agitó la cabeza rogando así alejar las imágenes— Le veía la sangre chorrease por el abdomen y él... Solo le importaba que dejara de decirle cobarde.


La culpa llego con toda la fuerza al soltar esas palabras. No se sentía culpable solo por el año escolar Harry se sentía culpable por los años anteriores, por el estúpido juicio, por lo que le dijeron después.


Con Draco fuera de peligro sintió que por fin podía ahogarse en ese sentimiento. Se sentía tan miserable. El único motivo por el que se lo dijo fue por miedo. Por cobarde. En el ministerio cuando Malfoy le sonrió... Él no pudo soportarlo. Algo dentro de él retrocedió asustado y dijo la cosa más hiriente que encontró.


Harry le dijo cobarde, porque cuando la guerra terminó y no había un enemigo contra el que luchar, sus sentimientos afloraron todos de golpe y no sabía que hacer, como manejarlos. Un zumbido pesado y constante le agitaba los pensamientos, emociones que no podía o quería descifran lo mantenían despierto y verlo sonreírle lo aterró a un nivel que ni siquiera creía podía suceder. No fue miedo, no fue asco, verlo fue…


—Harry, ayúdalo ahora, si quieres. Pero deja eso atrás o te consumirá.


—No puedo... —gimió cubriéndose el rostro— Yo solo... ¿Tú te imaginas? Todas las veces que abra despertado del Imperio... —Negó con la cabeza al pensarlo.


Era tan devastador para él. Entendía a la perfección lo que era sentirse un títere y lo que sentías cuando tiraban a un lado el títere.


Hermione no sabía lo degradante que era. Porque en verdad uno podía saber que podías rehusarte, pero tenías que ser tan fuerte. Tan determinado. Se imagina lo devastador que se sentía saber que no podías.


Y ahí, en el momento en que Draco pudo sentir esa satisfacción de poder demostrar ante él, su peor enemigo desde chicos, que no era un monigote, Harry le había escupido que lo que hizo no importó, que no contaba. Que igual había sido un cobarde.


Podía pensar objetivamente que él había actuado bajo los supuestos de siempre, que él no tenía forma de saber que sus palabras iban a impactar de aquella manera en Draco, pero sentirse bien consigo mismo era un imposible.


Y era mil veces peor, porque la verdad es que lo que soltó en ese momento de miedo, fue una mentira colosal. Nunca quiso decirlo en voz alta, lo hacía sentir incómodo solo pensarlo. Harry estaba tan orgulloso de él. Lo que hizo en la mansión fue demostrar dos pedazos de testículos inmensos. No haber matado a Dumbledore... no llegaba a describir el valor que necesito para bajar su varita. Draco solo tenía que decir una palabra, una y lo hubieran consagrado, pero no lo hizo. Le perdonó la vida al director, que estaba condenado cierto, pero Draco había demostrado huevos suficientes para tragarse su miedo y hacer lo correcto. No había matado a nadie.


Y en aquella guerra que sobraron muertos, solo significaba una intransigente determinación.


—Harry no pienses así —le dijo su amiga tan compasiva que le dio asco consigo mismo escucharla.


—Tu no lo entiendes —masculló alzando la cara para mirarla a los ojos— Yo le dije aquella basura porque me dio miedo, me aterro como me vio. Me asusté como un idiota y lo lastimé apropósito.


La cara de Hermione dejaba traslucir lo que su boca no dijo. No le entendía. Nadie lo hacía. Él mismo no lo hacía


Harry se armó de valor porque necesitaba sacarlo, necesitaba que ella entendiera que no era alguien que se merecía consideración o una absolución. Harry era culpable de lo que dijo e hizo.


—Me... Me sonrió. Y joder con él. Pero era la sonrisa más sincera que me dieron en mi vida. Él estaba tan agradecido. Y… yo me asuste.


Un ligero silencio se alzó entre ellos. Hermione intentó seguir la lógica en sus palabras. Harry sabía lo que diría antes de que pudiera formular las palabras. No era tan difícil, lo que él dijo era algo vago y lo único que se podría sobrentender, para nada era algo que cualquiera con cordura pudiera ligar a una emoción que Draco estúpido arrogante Malfoy pudiera despertar en él.


O eso debía ser.


—Lo siento pero no te sigo.


Suspiró mirándola y corrió la cara muerto de vergüenza. Tomó una gran bocanada de aire antes de poder juntar el valor para formular aquello.


—Que me pareció jodidamente sexy. —cerró los ojos turbado y con náuseas— Cuando me sonrió sin más mi mente dijo: mierda yo podría totalmente besarlo ahora mismo.


Esta vez, un silencio tangible se alzó sobre ellos dos.


Harry se había rehusado a pensar siquiera en eso. Lo había alejado tan pronto como apareció por su mente hace tantos meses. Lo suprimió cuanto pudo y no fue hasta ver lo que se había hecho en su cuerpo que aquello volvió a golpearlo. Que volvió a crispar su mente y su pecho


—¿Qué...? —Alzó los ojos y Hermione abría y cerraba la boca estupefacta.


—No quiero escuchar nada de lo que digas —la previno antes de que empezara con el arsenal de preguntas que veía formarse en su cabeza.


—Tú no puedes tirar una bomba así y esperar que no diga nada


Harry le dirigió una mirada reprobatoria, pero lo dejó estar. Ella quería saber, ahí tenía su sucia, sucia verdad.


—No sabría que responderte —murmuró enterrando la cabeza en sus manos.


Sintió la de Draco adherida a la suya jalarlo y estuvo muy cerca de dejarse arrastrar por la fatiga.


—Mira, yo creo que si quieres ayudarlo —empezó su amiga con un suspiro pesado— Vas a tener que pensar muy bien en eso.


—No quiero —farfulló sintiéndose un idiota.


—Harry, siento ser yo la que te lo diga, pero… en verdad aquí ya no importa lo que tú necesites —le recordó con tacto y Harry soltó un gruñido.


Volvía a ser infantil e inmaduro. Lo sabía, pero en verdad no podía afrontar lo que esto significaba ni porque maldita sea, porque pensó eso aquel día. Ya puestos porque no podía dejar de pensarlo en este momento.


—Bien —acordó— Pero no lo pensaré hoy.


—Tómatelo en serio Harry —dijo la castaña, levantándose de la silla— Algo está muy mal con Draco. No lo empeores.


La escuchó alejarse, pero él siguió sin moverse.


—Harry, no le des muchas vueltas. Podría ser Seamus. Y Draco es mucho más lindo e inteligente. —agregó divertida y salió corriendo cuando el amagó a pararse para ir a buscarla.


Hubiera arrastrado a Draco con él sin importarle.


Mierda. Ahora tenía muchas cosas en las que pensar.


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