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Amor, Secretos y el Instructor del gym por PrincessIce

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¿Ahora a donde iría?, definitivamente no a casa del doctor perfecto, su hermano solo le echaría en cara no tener un título universitario y un trabajo de verdad, porque para el, su trabajo en el gimnasio era una idiotez. 

 

– Mi gran amigo Tholl no me dejará solo – susurra buscando en su bolsillo el teléfono móvil. Con agilidad tecleo el modo rápido para llegar a sus contactos y llamar al grandote de Asgard.

 

Estaba desesperado escuchando el tono de llamada y que este hombre dejara timbrar tanto tiempo – Tholl amigo mío, necesito tu ayuda – 



– ¿Sieg?¿Qué pasa?– se desperezó entre las sábanas al reconocer la voz de su gran amigo.

 

– Pelee con Syd, necesito que me des alojo en tu casa… solo será un par de días, Tholl por favor no me dejes amigo – El otro escuchaba los ruegos de Siegfried alternando la mirada hacia su mujer quien miraba con la ceja arqueada.

 

– Me pones en una situación difícil, tenemos visita en casa, la familia de mi esposa vino de vacaciones – trato de sonar creíble, suspirando aliviado al ver el rostro asintiendo de su mujer.

 

– Pero mañana puedo ayudarte a encontrar algún lugar, ¿Porqué no le pides a Alde que te deje quedarte en la noche en el gym, no creo que se niegue o Hagen pueda darte asilo – Siegfried se llevó la mano al rostro, no era tonto sabía que la esposa de Tholl no podía verlo ni en pintura.

 

– Gracias… si los llamaré, mañana te cuento lo que sucedió– cortó la llamada frustrado. No le hablaría a Hagen, el era algo envidioso y seguro se burlaría de su situación y lo más probable es que se pusiera del lado de Syd, a final de cuentas el los presentó.

 

Sus pasos lo llevaron al origen de su problema, indeciso miraba la puerta, hasta que el trueno lo hizo saltar anunciando la llegada de una tormenta lo hizo envalentonarse. 

 

Dos veces apretó el timbre y ese cabello alborotado color zanahoria apareció por la puerta.

 

– ¿Sieg?– lo llamó Mime al verlo como perrito mojado afuera de su puerta, lo tomó del brazo para que se resguardara bajo el quicio de la entrada. –¿Sieg?– volvió a preguntar, cuando este alzó la mirada notó los recientes golpes en el rostro –¡Por Odín! – lo tomó del rostro , la mano de Siegfried cubrió la suya embarrandolo de sangre. –¿Qué te pasó?– 

 

– Mime, necesito un lugar donde quedarme… al menos por esta noche, tuve una fuerte pelea con mi pareja, me echó de su casa – pensaba que al menos dormiría ahí y ese mocoso se haría responsable de lo que ocasionó.

 

– Yo… lo siento ¿fue por lo de… eso?– no sabía ni que palabras usar con lo que hicieron temprano. Al ver que Siegfried aceptó esa versión, se sintió sumamente culpable – Espera… hablaré con mamá– Mime se dio prisa a interceptar a su madre en la cocina, una vez se tomara sus pastillas para los nervios se retiraba a dormir y no había poder humano que la trajera de vuelta hasta el siguiente día.

 

– Mami… mi amigo Siegfried tiene un problemita… su casero al parecer llegó ebrio a cobrarle la renta y lo agredió… lo echó a la calle, no tiene donde dormir hoy ¿podemos?– 

 

–¿Cuál Siegfried?– preguntó de malas la mujer.

 

Rodó los ojos al darse cuenta que su mamá ni atención le puso por la mañana – Mamá el que vino hace rato con Albe– 

 

Los ojos de Victoria brillaron y caminó a la puerta – ¡ Pero que descortés es mi hijo! ¡Pasa muchacho… esta es tu casa!– metió con prisa a Siegfried. – Mira nada más cómo te dejó ese borracho… hijo trae el botiquín – llevó a sentar a Siegfried a la cocina, ayudó a curarle la mano herida.  

 

– Gracias Señora – responde nervioso Sigfried al ver a la mujer contonearse frente a él, inclinándose demasiado para dejar ver un poco más de sus senos de aquella bata de dormir. 

 

– Victoria… dime Victoria por favor – sonrió coqueta – Ya se está haciendo tarde, necesitas descansar… vamos te llevaré a tu habitación, será arriba frente a la de Mime, cualquier cosa que necesites no dudes en tocarme la puerta… mira es esa – señala en la planta baja casi junto las escaleras.

 

– Mami tu pastilla – Mime perseguía a su madre con el vaso de agua y la píldora que había dejado pendiente de ingerir.

 

– Ahh si, bueno si necesitas tocas muy fuerte, con esta píldora me quedo muy profundamente dormida, si no , no podré escuchar…–  sonrie dejándolo al pie de la escalera.

 

– Más pronto te voy a escuchar yo, no te preocupes ¿verdad mami?– la mujer se hizo la sorda, de buena gana no se tomaba la pildora, pero no tenía de otra, si no al siguiente día tendría una migraña de los mil demonios y necesitaba estar muy relajada con su mejor ánimo para su visita.

 

Al final, Mime acompañó a Siegfried a la habitación – Toma, toallas limpias… lo único es que no tiene baño propio, pero puedes entrar al mío o abajo al de mamá… la puerta al final del pasillo hay uno independiente pero se estropeo la tubería– explicó Mime, que evitaba mirarlo mucho a los ojos, moría de vergüenza por lo que había pasado horas atrás.

 

– Esta bien, dejo mi maleta y quiero darme un baño – dejó el bolso sobre la cama y siguió a Mime a su habitación para usar la regadera.

 

– Debes estar estresado… siento mucho que hayas peleando por mi culpa – suspiró cabizbajo Mime.

 

– Así pasa… a veces surgen problemas y Syd es extremadamente volátil… ¿tu mamá se duerme rápido con esas píldoras? – se sacó la camiseta y abrió la puerta del baño. 

 

–¿ah? – se quedó pensando en lo difícil que debe ser un noviazgo… si el fuera novio de Sieg no lo trataría así. – ¿Mi mamá?, uff ya debe estar roncando, a los 10 minutos de tomar su medicina car como tronco – respondió inocentemente. 

 

– Que bueno… ven Mimi – lo atrae de la cintura. 

 

– Mi nombre es Mime – responde completamente sonrojado.

 

– Mime, me ayudarás entonces con mi estrés – cerró la puerta del baño con seguro por si acaso, llevó al muchachito contra los azulejos frío – Me gusta como te sonrojas… – no le dio tiempo de que el chico le respondiera algo, simplemente se apoderó de su pequeña boquita, con prisa fue sacando la ropa de ambos – verás al espejo lo rico que te sonrojas cuando la tienes aquí – susurró con voz grave una vez que lo volteó, la cara de Mime pegaba contra la pared. 

 

La posición fue muy bien aprovechada por Siegfried para poder acariciar con insistencia en medio de sus suaves nalgas, corrió un poco la cortina del baño para que Mime pudiera verse en el espejo, abrió la regadera. Aquella imagen había logrado su cometido en el pelirrojo, su entrepierna ahora estaba durísima y su entrada con suficiente dilatación gracias a los dedos de Siegfried.

 

– ¿te gusta? … ¿o prefieres esto dentro?– pregunta Siegfried azotando su enorme hombría sobra la nalga de Mime que solo soltaba pequeños gemidos. 

 

– Si me gusta – habló entrecortado empinando más el trasero dispuesto al jugueteo de Siegfried.

 

– ¿Seguro solo quieres mis dedos?... a mi me gusta sentir como tu culo me aprieta – seguía provocando a Mime, lamiendo su oreja mientras le habla.

 

– Si… No… lo quiero dentro – moría de vergüenza, agradecía que Alberich no estaba ahí escuchándolo comportarse como urgido.

 

–¿Qué quieres dentro?– Siegfried sonríe de lado disfrutando de torturarle la calentura al mocoso. Se agacha a morder y chupar sus nalgas, abre un poco ese lugar escondido, cuando saca sus dedos lo ve contraer con hambre su pequeña entrada.

 

Mime se mordió los labios, se sentía sucio decir aquello que pensaba, cuando sintió los dedos abandonar su interior no pudo más – Sieg… meteme el pene, por Odín quiero tu enorme pene duro dentro de mi – inmediatamente se llevó la mano a la boca muerto de pena.

 

– Ohhh, tus deseos son órdenes pequeño goloso– Siegfried lo tomó de las caderas y se insertó de golpe. No tardó mucho en comenzar esa danza deliciosa que torturaba su hombría, el ruido del agua disimulaba un poco los jadeos de ambos y el ruido húmedo de las estocadas.

 

La diestra de Mime se sostenía de la pared, la zurda buscó llegar al trasero de Siegfried incitando a que se enterrara más en sus entrañas.

 

Después de una larga sesión de sexo en el baño, ambos salieron a la habitación de Mime para vestirse. 

 

– Sieg… – Mime se sentía en las nubes, con un poco de dolor en el trasero pero nada que no valiera la pena. 

 

– ¿mh?– respondió Siegfried meditabundo, a pesar que había logrado relajarse con sexo, aún tenía pendiente donde mierda iría a vivir.

 

– Le caes bien a Mamá, ya la escuchaste que puedes quedarte el tiempo que quieras… solo hay que tener un poco de cuidado… ya sabes, para eso– aún le daba pena hablar de sexo con Siegfried y eso que ya le conocía hasta las anginas. 

 

– Me lo pensaré… no estaría mal– se acercó a masajearle el trasero a Mime – Para ser inexperto, esto lo hace muy rico – Mime desvió la cara rojo como un tomate. 

 

– Ya… vete a dormir, no vaya a despertarse mi mamá – lo empujó a la puerta y lo detuvo de nuevo, el otro arqueó la ceja al verlo indeciso – Buenas noches – tomó aire y se colgó del cuello para besarlo en la boca con intención que fuese un beso inocente, pero con Siegfried nada era inocente, metió la lengua en la primera oportunidad dejando sin aliento a Mime.






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