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Amor, Secretos y el Instructor del gym por PrincessIce

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Capítulo 7

 

Eran las cinco de la mañana, aún estaba silenciosa la casa, o eso parecía a excepción de los ronquidos de doña Victoria. 

 

Mime salió de bañarse, ese día le tocaba hacer el desayuno pues su madre se desveló terminando unos reportes del trabajo, lo que impidió el huésped de la casa asaltara la cama de colegial.

 

En boxer y una playera salió al pasillo estirando sus brazos perezosos, haría unas tostadas y huevos y se iría a la escuela, tenía entendido que su madre iría más tarde al trabajo, pero le dejaría la cafetera puesta. Solo se tenían el uno al otro y siempre se apoyaban, su madre trabaja duro para costear el 30% de ese colegio tan caro, el resto era subsidiado por una maravillosa beca que le permitía codearse con la crema y nata de Asgard. 

 

Estaba por tocar el primer escalón cuando fue atrapado por la cintura –¿A dónde vas pequeño Mime?... hay algo que quedó pendiente anoche – susurró con aliento cálido en su oreja.

 

– Podemos jugar videojuegos un rato… me da tiempo una media hora – dice nervioso cuando es arrastrado a la habitación de Siegfried.

 

– Así que quieres jugar – le responde divertido, coloca el seguro de la puerta y abre la bata mostrando su escultural cuerpo desnudo.

 

– Mi mamá… podría despertarse… tengo varios juegos de play – traga duro intentando no mirar su pene erguido, pero su curiosidad lo traicionaba. 

 

– No hagamos ruido… ¿o es que solo te dan ganas cuando está el mirón de Alberich?...¿te excita ser visto?– se acerca lentamente a donde Mime, con atrevimiento que lo caracteriza mete su mano al boxer del pelirrojo.

 

– Ahh Sieg… es muy peligroso – jadeo excitado por como le masajeaba la entrepierna. – Y no me calienta más ser visto… creo que es más lindo solos – se sonrojó como un tonto romantizando eso que ellos tenían.

 

– La adrenalina es mejor en el sexo, se disfruta más… estoy seguro que sentirás más rico – bajó el boxer para demostrarle como ya estaba dispuesto. – Te has puesto bien duro ¿lo ves?, dijiste que tenemos media hora… mira como ya estás húmedo –

 

– Pero… debo hacer el desayuno – no sabía ni porque sacaba pretextos si lo que quería era tirarse encima de ese hombre tan guapo, pero le fascinaba lo que le decía, se sentía sensual… lindo… deseado.

 

– Claro… tu eres mi primer aperitivo, quiero comerte – tumbó al pelirrojo en la cama, separó sus piernas y acarició sus muslos hasta llegar a las ingles, las besó y rozó con su nariz los cortos y suaves vellos rojizos de su pubis hasta llegar al glande donde ya habían pequeñas gotas de líquido preseminal, lentamente Siegfried pasó su lengua, sus manos subieron a los pequeños pezones que comenzaban a ponerse erectos.

 

– Tu sabor me gusta, sabes aun a inocencia – subió por el vientre dejando besos que erizaban la piel de Mime hasta llegar a lamer sus pezoncillos, no perdió tiempo, a la par busca dilatar con sus dedos aquel lugar de su deseo.

 

– Siegfried… ¿Te gusto? – se retorcía en sus brazos abriendo más las piernas, los dedos abandonaron su entrada, ahora era la punta de ese falo quien amenazaba con abrirse paso, empujaba la punta y la sacaba, atormentando en deseo ese juvenil cuerpo.

 

– ¿todavía lo preguntas?... ¿no ves como me pones duro?, la primera vez me estuve jalando cuando discutías con tu amiguito en el baño – repetía la acción torturandolo, ahora metió a la mitad y sacó por completo, besó y mordió su labio. – Pero mira ahora, me pongo duro nada más de pensarte desnudo, abriendo las piernas para que te tome, seguro que varios quisieran entrar aquí– volvió a entrar de golpe y al fondo haciendo enterrar los dedos de Mime en la fuerte espalda de Siegfried. 

 

Claro que todo eso subía al mil el autoestima de Mime, jamás se sintió tan deseable como ahora. Siegfried lo hacía sentir hermoso, sensual y atrevido. 

 

– Cambiemos – sugirió el menor sorprendiendo al instructor quien se giró quedando abajo, esperando a ver qué pretendía el chico inexperto. 

 

Alberich le había enviado un enlace a Mime, de algo que había visto en sus páginas sucias y que pretendía que Siegfried les enseñara. A primera vista Mime lo regaño molesto por sugerirle ver pornografía. Pero después de hacerse el indignado volvió a ingresar y miró otros videos que obviamente no le dijo a Alberich. 

 

Recordando aquello, se sentó en las caderas de Siegfried, primero lo besó con desesperación, levantó sus caderas y tomó el miembro de Sieg que ya estaba protegido con un preservativo, fue metiendo poco a poco en su interior, Siegfried sonrió ante la sensual vista del chico empalandose.

 

Mime se quejó un poco cuando entró todo, suspiró profundo y comenzó a moverse tal como el actor porno que vio.

 

Siegfried disfrutaba del sensual espectáculo que le regalaba ese chiquillo goloso cabalgando con ahínco, por su mente pasó una duda y no se hizo esperar, se veía tan dulce y joven gozando de las estocadas… algo muy joven – Ohh Mime… – soltó un sonoro gemido descargando toda semilla a salvo en el condón. – Pequeño goloso ¿qué edad tienes?... coges como experto – dio un fogoso beso cuando este se tumbó sobre él al terminar de descargarse sobre el abdomen del instructor.

 

Sonrió Mime y contó con los dedos – faltan poquitas semanas para que cumpla la mayoría. 

 

A Siegfried casi se le sale el alma, se llevo ambas manos a la cara, Mime con inocencia se levantó – Voy a ducharme de nuevo… les dejaré el desayuno, ya no me da tiempo de acompañarte solo me haré un emparedado y me voy – 

 

Después de aquel ejercicio matutino en la cama de Siegfried, el joven Mime se apresuró a dejar todo listo para irse a la escuela.

 

Victoria despertó justo cuando su hijo salió de casa azotando la puerta. Era una oportunidad que no dejaría pasar. Se quitó la ropa y solo se envolvió en una toalla. Muy silenciosa subió y tocó la puerta de Siegfried, al no tener respuesta, decidió abrir, observó las sábanas arremolinadas, aún estaban tibias pues las palpó.

 

– Debe estar en el baño – sonrió como si la suerte estuviera de su lado esa mañana. Caminó decidida a la habitación de Mime, desde que entró escuchó la regadera. 

 

Confiada se retiró la toalla y abrió la puerta, Siegfried aun seguía preocupado por lo que habló con Mime, de pronto la puerta se abrió, pensó que era el chiquillo, al ver desnuda a Victoria se quedó petrificado.

 

– Ohh, pensé que no había nadie… mi regadera se descompuso – trató de sonar convincente, llevó una palma hacia el área genital pretendiendo taparse avergonzada pero no se salía del baño.

 

– No se preocupe, soy yo el que debería avergonzarse, es su casa, su espacio –Siegfried reaccionó tomando su propia toalla para taparla, Victoria desvió sus ojos al enorme pene, pensando que si así estaba en descanso no quería imaginarlo en acción. Todo en él era perfecto, estaba buenisimo ese hombre y lo quería para ella. 

 

– Ohh siento mucho entrar así… que pena – reía bajito, aprovechando para toquetear los fuertes brazos de Siegfried. Dejó soltar la prenda – Aunque podríamos… – acarició sus pectorales y paró los labios queriendo besarle.

 

– Espere señora Victoria… yo no… es mamá de Mime, yo no puedo – la volvió a cubrir, y huyó a su habitación. 

 

Victoria suspiró derrotada al ser rechazada por ese galán. Cabizbaja devolvió sus pasos a su habitación para arreglarse e irse a trabajar, ya pensaría en otra opción para que Siegfried cayera. 

 

En su caso Siegfried decidió mejor callarse esa mala pasada con la señora, ya vería mejor donde quedarse antes que la mujer volviera a insinuarse.

 

Todo se podía complicar ahora, con su amante menor y la señora acosadora.

 

Marcó a su mejor amigo Tholl. 

 

–¿Diga?– la varonil voz de Tholl respondió al segundo timbrazo.

 

– Tholl… estoy en un problema, ¿recuerdas el chico por el cual me terminó Syd ?–  Sieg se restiró los rizos en desesperación.

 

– Ahh el chiquillo goloso que dices – bajó más la voz – coge bien rico – rio bajito Tholl, claro que recordaba sobre la nueva aventurilla de su amigo.

 

– Resulta que aun no es mayor de edad – Siegfried inevitablemente se escucha preocupado.

 

– ¡No seas idiota!¡ Debes dejar eso ya, te meterás en un lío si la mamá se entera que estás tirando a su hijo, hasta a la cárcel acabarás por estupro !– dijo exaltado el otro, tratando que nadie mas escuchara, pero atrás del casillero Hagen escucha el chisme. 



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Las cosas siguieron aparentemente normal, Siegfried comenzó a faltar al gym para no toparse con Syd. Menos con la regañiza que Tholl le dio.

 

Pero como dicen el muerto y el arrimado a los tres días apestan y el ya casi tenia un mes allí metido. Ya estaba bueno con el trato con Alberich, ya no estaba en el gym para que lo chantajeara, así que si quería tener las dichosas “clases” de sexo que para su gusto era hacerle porno en vivo a un mocoso que correría a jalarsela en el baño. Le cobraría por sus servicios y con eso buscaría un apartamento, o la otra era ir a rogarle a Sigmund por las llaves del cuchitril, pero él merecía algo mejor que una casa apestosa a viejo. 

 

En esos pensamientos estaba atrapado hasta que vio salir a Victoria apresurada, después a Mime con el uniforme escolar.  –¿Ya se fue mamá?– preguntó sin intenciones de terminar de arreglarse la ropa. 

 

– Si, tiene como cinco minutos – responde siendo atrapado por el cuello.

 

– No iré al colegio… ella regresará muy tarde, podemos divertirnos – le dice coqueto, acariciando su entrepierna.

 

– No lo sé Mime, no creo que estemos haciendo lo correcto– Siegfried intenta mantener la cordura, pero Mime seguía masajeando el bulto, sabía cómo encenderlo. 

 

– Bueno si te pones de perrito – ni bien le dice el instructor este se baja el pantalón y le muestra el trasero en la posición que le pidió.

 

Alberich llegó un poco antes de la hora que siempre pasa a buscar a Mime, estaba por asomarse al escuchar jadeos en el interior de la casa, de pronto doña Victoria llegó a prisa.

 

Bajó del auto refunfuñando pues había olvidado unos documentos.

 

– Señora Victoria, me urge hablar con usted… me permite unos minutos por favor – Alberich intenta ganar tiempo para que no vea a ese par en pleno sexo.

 

– Albe, ahorita no puedo, ya se me hizo tardísimo, solo volví por unos papeles que olvidé… alrato platicamos – sacó las llaves del bolso. 

 

– Insisto… es sobre la graduación – Victoria lo ignora y abre la puerta. Ante sus ojos estaba ese hombre que se había convertido en su fantasía, a quien le abrió las puertas de su casa, teniendo sexo de la forma más vulgar con su hijo, que gemía como una zorra –¡Mime!– gritó furiosa.

 

Los amantes se separaron al instante, Mime trataba de subirse el pantalón sorteando las cachetadas que le propinaba su madre.

 

Alberich intentaba contener a la señora, furiosa se soltó y se fue encima de Siegfried –¡Eres un asqueoso pervertido!¡fuera de mi casa!– apenas pudo subirse la ropa interior cuando lo sacó de su casa, subió furiosa y tomó las cosas de Siegfried y las arrojó por la ventana. Hasta ese momento entendió porque ese tipo la rechazó si su hijo se le estuvo metiendo en los pantalones.

 

– Y tu Mime ¡estas castigado!¡ ven acá niño sucio!¡ahh te crees el muy adulto no!– lo tomó de los cabellos y lo encerró en su habitación.

 

Buscó los documentos que iba a recoger y cerró su casa, miró a Siegfried levantar sus porquerías y luego a un espantado Alberich.

 

– Hijo me apena mucho la escena que acabas de ver… Mime no va ir a la escuela hoy, se quedará castigado, te pido platiques con él… a mi no me va querer escuchar, pero estoy segura que a ti si, eres un buen muchacho… bien educado– lo tomó de los hombros – ayúdame a enderezarlo, que entienda que estos comportamientos no lo llevaran a nada– por ultimo le dio un abrazo a Alberich que solo asintió.

 

Siegfried tenía ganas de reírse de la pobre mujer, ese Alberich era el podrido y ella creyéndolo un santito, más no dijo nada, porque ahora presionaría a Alberich para que solucione sus problemas, era culpa de ese mocoso que creía que todo podía comprar, pues que pagara. 


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