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Amor, Secretos y el Instructor del gym por PrincessIce

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Notas del capitulo:

Y aquí es el inicio de una nueva etapa

Lavó con cuidado cada parte de su cuerpo con el jabón de avena que le había comprado Siegfried, desde que su vientre comenzó a crecer, daba cuidado especial a su piel para que no se rasgara con estrías.

 

Salió del baño envuelto con la toalla, al igual que su cabello con un turbante con toalla extra. Del cajón sacó la ropa interior que le había comprado Siegfried para algún momento “especial”. Se sonrojó al ver la diminuta tanga de encaje en color rosa – Eres un bobo, este color es muy… infantil– suspiró después de negar por ese detalle, no era una niñita para que lo hiciera vestirse con esos colores, pero imaginaba que la tienda donde lo compró era femenina. 

 

Se miró al espejo de perfil, tenía razón Sieg, como que su trasero se veía un poco más crecido, se giró una vez más – no estoy ancho como vaca, solo crece para el frente este cachorrito– delineó la pequeña marca rectilínea que comenzaba a resaltar en medio de la barriga. 

 

Hacía un poco de frío como para esperar a su amado así en calzón y podía enfermar. Buscó en el armario una camisa de Siegfried de manga larga, le quedaba un poco larga, le serviría para el frío. Con calma secó y desenredó su cabello con la loción de vainilla y keratina que compró en su última salida, desde que la usaba su cabello estaba más sedoso y había notado a Sieg le agradaba.

 

Se dirigió al comedor para disponer de los platos, en medio de la mesa colocó la tarda y una vela aromática para darle un aire de romanticismo a la cena. 

 

Ya tenía tres horas sentado esperando, la vela se estaba consumiendo y el teléfono de Sieg le mandaba al buzón. 

 

Guardó la comida en la nevera, se sentía ya con mucho cansancio para seguir esperando ahí en esa silla incómoda.

 

Cerca de las dos de la mañana su cuerpo reaccionó, se había quedado completamente dormido, pero algo le decía que tenía un pendiente. Al abrir los ojos vio que a su lado estaba durmiendo Syd. 

 

– Rayos… me debe estar esperando – susurra levantándose rápido de esa cama tan confortable, no como la que tenía en el cuchitril.

 

Olía a sexo, debía darse una ducha antes de irse. Rápidamente lo hizo, al salir del baño se topó con la presencia de Syd.

 

–¿Alguien te espera?– pregunta bajando la mirada.

 

– Algo así, quizás esto no debió pasar – se sentía culpable, aunque no haya acordado algo formal con Mime, sentía que lo que había pasado no era correcto.

 

–No es malo recordar viejos tiempos – Syd trato de formar una pequeña sonrisa. – Podemos retomar una amistad ¿sigues teniendo el mismo número?– agitó el celular de Siegfried que estaba sobre el buró, el dueño del aparato asiente mientras termina de vestirse.

 

– Gracias por todo Syd… es tardísimo ya ni siquiera registré la entrega del pedido – sonrió cortamente.

 

– Espero que nos podamos ver pronto – se acercó Syd a darle un pequeño beso en los labios.

 

Cuando llegó a casa estaba todo apagado, cerró con cuidado para no hacer ruido y fue directo a la nevera por una cerveza, al destapar su bebida se dio cuenta que toda la comida estaba guardada, de nuevo sintió una punzada en el pecho. Mime ni siquiera cenó y todo porque él estuvo… 

 

Dio otro sorbo grande a la cerveza y la dejó junto a la vela que yacía toda derretida – Demonios… – maldijo por lo bajo, quizás y seguía el pelirrojo despierto esperando, pensó.

 

Entró a la habitación, el bulto envuelto en sábanas parecía descansar profundamente. Llevó su mano a la frente desplazando su cabello, debía pensar como justificarse cuando amanezca y aun no se le ocurría nada.

 

Se quitó la ropa dejando solo su boxer, tal como le gustaba dormir, Mime le daba la espalda, pero al levantar la sábana para acomodarse observa que lleva puesta una camisa de él.

 

Negó sonriendo, acomodándose detrás para abrazarlo. Bajó un poco su mano a la cadera sintiendo el encaje. Levantó la ceja al recordar que precisamente le pidió antes de partir la lencería sexy, levantó con cuidado de nuevo la cobija, así como la camisa, solo ver sus bellas montañas sobresalir de las sensuales telas, sintió el latigazo en la parte baja.

 

Estaba sorprendido de aún poseer ganas después de lo que hizo hace unas horas, pero ese niño realmente tenía algo que lograba excitarlo con facilidad. 

 

Se volvió a recostar de lado hundiendo su nariz en las hebras rojizas, ese aroma en el cabello de Mime le hacía ansiar probar el dulzor de su piel. Pasó su húmeda lengua por el cuello, sin dejar de acariciar sus nalgas, lo sintió retorcerse y jadear un poco. Hizo a un lado el hilo de entre sus nalgas y acarició el esfínter sintiendo como este se contrajo.

 

– Sieg… ya estás aquí– susurra Mime girándose para encontrar la mirada de deseo Siegfried.

 

– Te vi dormido y no quise despertarte… pero… te ves tan sexy que no aguante – responde Siegfried sonriéndole.

 

La camisa estaba apenas cerrada por unos botones haciendo que este dejara desnudo uno de sus hombros. Sieg encendió una pequeña lámpara del buró – Quiero verte bien – arrancó la sábana y separó un poco las piernas de Mime, quería ver como amoldaba el encaje en su cuerpo, acarició sus piernas subiendo hasta tocar el miembro que resalta de lado sobre el encaje. – Te ves rico – Mime se sonrojó, con el tacto de las fuertes manos de Siegfried se estremeció.

 

A pesar de llevar un tiempo compartiendo la cama con Siegfried, era un poco cohibido reprimiendo sus gemidos, por ello cada que se dejaba llevar y su garganta lo traicionaba, era el momento más excitante para Siegfried.

 

– Anda no te contengas… gime… si te gusta como me muevo dentro hazlo… Mime– le decia con voz ronca cerca de su oído.

 

Mime lo apretó más a su cuerpo, ya no podía contener tanto placer. Una vez que Siegfried lo cambió de posición y le hizo montar su cadera, dejó que su cuerpo hablara, se sacudió sobre su miembro, jadeó sintiéndose morir de placer.

 

– Eso es pequeño… disfruta– liberó el miembro de Mime haciendo a un lado la tanga de encaje, aun manteniéndola en el cuerpo del pelirrojo. Frotó la punta con el pulgar, su otra mano liberó la cadera de Mime, llevando su índice a la boca del menor – Lame… como si fuera mi pene– ordenó y sin esperar más Mime lo rodeó con su lengua sin descuidar la cabalgata. 

 

Siegfried jadeó cuando Mime succionó su dedo, así que tomó con firmeza su pene para masturbarlo con más velocidad.

 

Un profundo gemido salió de los labios de Mime – Sieg… ahhh , te amo… te amo mi amor– arqueó su espalda al sentir como se descargaba a chorros en la mano de Siegfried.

 

Siegfried no dijo nada, lo escuchó claramente como este le decia que lo amaba, pero en ese momento se concentró en como su vientre hormigueaba de placer, expulsando con fuerza su semilla.

 

Con mucho cuidado puso a Mime a un lado, se quitó el condón y lo anudó antes de aventarlo en el bote de basura.

 

– Estuvo genial… gracias Sieg, fue el mejor regalo de cumpleaños – sonrió feliz.

 

Siegfried se sintió raro, le respondió la sonrisa, observó al chico aun con la tanga toda torcida y la parte superior de su cuerpo desnuda. – Te ves muy lindo así– se acercó y primero pellizcó uno de sus pezoncillos, pero su caricia bajó hasta la barriga – Se te marca una línea ¿eso es normal?– pregunta preocupado.

 

Mime asintió entre risas – Abrazame… se siente frío, anda – se acomodó en sus brazos después de cubrirse con las cobijas – ¿de verdad me veo bien?¿no parezco vaca?– pregunta inseguro.

 

– No te ves mal, y además se siente ahora diferente– confesó el mayor.

 

–¿Qué cosa se siente diferente?– pregunta Mime sin comprender a que se refiere.

 

– Al sexo, no se si tenga algo que ver con feromonas o tus caderas tengan que ver– apretó las nalgas de Mime.

 

– ¿quieres decir que sentías mejor antes?– se preocupó de sentirse torpe en sus movimientos, su barriga no era enorme pero quizás estaba quitando un poco de agilidad.

 

– Antes y después me gusta, solo que sentía más intenso el orgasmo… quizás era la fantasía de hacerlo con un embarazado – rió un poco – pero tu piel, tu semilla, son más dulces ahora.

 

Fue callado con un almohadazo – ya no digas cosas vergonzosas ¿quieres?, vamos a dormir, me siento exhausto– 

 

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Durante los días siguientes Mime se mantuvo en casa, Siegfried la mayor parte del día estaba fuera, así que se mantenía ajeno a lo que sucedía alrededor.

 

En primera, que al menos una vez al día pasaba lentamente un auto lujoso con alguien mirando con mucho interés al cuchitril, como le llamaba Siegfried a su casa. Alrededor de cinco o diez minutos se detenía y se iba el hombre misterioso.

 

En segunda, Mime ignoraba que los mensajes que recibía Siegfried no eran de la aplicación del Asgard Eats como le hacía creer. 

 

Ya muy tarde en la noche volvía Siegfried con una caja de chocolates finos con los que lo hacía disuadir del interrogatorio de porque ya no estaba mucho tiempo en casa.

 

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–¿Por Qué no volvemos a intentarlo?– Syd se acomodó sobre el cuerpo de Siegfried después de hacer el amor.

 

–¿Otra ronda?– pregunta sin saber a que se refería, Syd lo quería dejar sin una gota, pensó.

 

– Ser pareja, novios… y si funciona retomar los planes de boda – dijo ilusionado.

 

Suspiró llevando sus manos a los ojos para frotarlos. – No lo se Syd, estoy con… – Syd le tapó los labios.

 

– Dijiste que solo se hacen compañía ¿no?, ¿te enamoraste?... si fuera así no hiciéramos el amor todos los días, no te engañes – acarició la mejilla de Siegfried, si de por si este se sentía mal cada que veía de frente a Mime, con las palabras de Syd lo estaba haciendo sentir peor que mierda.

 

– Esta embarazado Syd– le responde con preocupación y culpa.

 

–¿y?, ese chiquillo se metió contigo sabiendo que tenías novio, ¿quien dice que no ha cojido con otros?... su comportamiento ha sido de una ramera– responde molesto, no podía decirle que sabía lo de la fiesta, pero si debía meterle esa espinita.

 

– No le digas así – hizo a un lado a Syd tratando de no ser brusco, pero era cierto, lo de la fiesta… pudo ser, porque siempre trajo consigo condones y hasta la fecha los usaba por higiene, le daba cosa que algo pudiera dañar al bebé. Abrió los ojos con sorpresa, ahí estaba con esa punzada de preocupación por ese bebé.

 

– Estábamos acostumbrados al condón ¿recuerdas?, nunca quisiste que tomara píldoras para que no tuviera cambios de humor – le tomó del hombro para que lo mirara – se que es un hábito tuyo desde que estamos juntos, y no lo estamos de hace un mes… Sieg llevamos 2 años ¿me vas a decir que con el chiquillo olvidaste tu costumbre del preservativo?– encaró a su ex novio, notando como ya la semilla de la duda estaba implantada en él.

 

– Si, lo seguí usando – miró al suelo, sentía un hueco en el estómago, de verdad le había emocionado ser papá. En un principio le cayó como balde helado, pero con el tiempo si había llegado a darle cierta ilusión.

 

– Pues nada te encadena amor, se que te da lástima porque me dijiste que su mamá se peleó con él, que no quiere hablarle… ya hiciste mucho prestando un lugar donde duerma, yo te amo y tu me amas , volvamos a estar como una pareja– miró a Siegfried como cachorrito herido.

 

Sieg lo meditó unos minutos – Esta bien, pero dame unos días – suplicó, pues no esta listo para darle una noticia así al menor.

 

– Esta bien, pero ya que somos novios, prometeme que no te vas acostar con él a partir de ahora – y ahí estaba Syd marcando lo suyo.

 

– aja, no lo haré, ya es tarde por cierto, últimamente me cuestiona por que salgo muy temprano y llego a media noche– se levantó de la cama Siegfried, a lo dicho por este, su ahora pareja torció los ojos.

 

Antes de salir de casa de Syd, pasó por la alacena, sin que el dueño de la casa se diera cuenta echó a su chaqueta ña cajita de chocolates.

 

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Trataba de mantener la promesa a Syd, pero le resultaba todo un desafío, Mime era tan insistente en tener sexo, que alguna veces tuvo que hacerse el ofendido e incomprendido porque llegaba cansado de trabajar, haciendo sentir mal a Mime por sus reclamos de atención. Así que terminaba por dormir en el sillón, pero no porque realmente se enojara, si no porque era débil, si dormía junto a él terminaría por hacerlo suyo.

 

El sillón era su cómplice ahora de las pajas que tenía que hacerse pensando en Mime.

 

Todo eso hasta que el día llegó, hasta que Syd continuó con sus presiones, cuando Siegfried cedió a las exigencias de su novio.

 

– Sieg… llegaste temprano – una vez que entró a casa fue recibido por un cálido abrazo de Mime. – Cociné la lasagna que te gusta y de postre pudín de nuez – Mime no dejaba de tratar de buscar su atención, intentando ser una buena pareja, había estado buscando en internet tutoriales para aprender a dar masajes para ayudar a Sieg con su cansancio, cocinaba todo lo que le gustaba a Sieg aunque eso implicara más desgaste, terminaba muy cansando. 

 

– Mime es necesario que hablemos– apartó suavemente a Mime.

 

– ¿De que?– miró preocupado a su pareja por la seriedad con la que le hablaba. –luces cansado… ven déjame que te cuide… te amo tanto que busqué unos masajes antiestrés– 

 

–Mime, me reconcilié con mi ex – soltó de golpe Siegfried – Me iré a vivir con él–

 

Acto seguido Mime estampó una bofetada que lo dejó sin habla.

 

–Eres un grosero, no me hagas ese tipo de bromitas – se cruzó de brazos mirándolo molesto.

 

Siegfried se sobó la mejilla – Mime no es broma– suspiró profundo.

 

–¿Y… yo?– preguntó asustado, con los ojos cristalizados.

 

– Calma… Mime, nosotros… nunca hemos sido novios, yo quise ayudarte por la pelea con tu madre, te ofrecí la casa y pues nos hacíamos compañía – El rostro de Mime se descomponía ante las palabras de Siegfried, llevó su mano al vientre y Sieg lo notó – En cuanto a eso, sabes que yo siempre usé condón, nunca he perdido esa costumbre… el incidente en la fiesta de tu amigo Alberich – señaló la barriga de Mime.

 

– No es cierto – susurró bajito, sin poder creer todo lo que le decía el hombre del que estaba perdidamente enamorado, no quería escucharlo, levantó la mano en señal que guardara silencio.

 

Mime se llevó las manos a la frente tratando de procesar todo, respiraba agitado y sentía como todos los jugos gástricos ascendían por el esófago, apretó los ojos y llevó su diestra a la boca, a zancadas llegó al baño y aseguró la puerta. Se inclinó en el inodoro dejando salir todo ese sabor amargo que estaba acumulado en su garganta.

 

Siegfried lo correr a encerrarse en el baño, tiempo que aprovechó a empacar sus cosas, suponiendo que este se había ocultado para llorar. 

 

No podría olvidar su rostro, ese gesto de decepción, de dolor … terminó por meter su ropa sin cuidado hecha bola, quería irse, huir de su mirada de tristeza, porque si veía sus lágrimas podría arrepentirse.

 

Se acercó al baño con la maleta arrastrando, lo escuchó devolviendo el estómago, se preocupó, no había sonido de llanto, le tranquilizaba un poco, pensaba que podía entender Mime lo que quiso explicarle y que vomitaba solo porque quizás tenía una indigestión por tantos chocolates.

 

Pero Mime aguantaba desgarrarse en llanto, en realidad su rostro estaba bañado en lágrimas, unas muy silenciosas.

 

Tocó la puerta.

 

–¿Mime te encuentras bien?– apretó sus labios, solo quería que lo comprendiera, que nunca fue intención lastimarlo.

 

– si– responde tratando de sonar tranquilo, tumbado en el suelo junto al inodoro, con el alma destrozada.

 

– Que retome mi vida… no significa que ya no te ayudaré, como lo prometí– hizo una pausa tratando de escuchar su reacción pero solo había silencio.

 

Mime apretó los ojos y los labios.

 

– Puedes quedarte el tiempo que quieras… aunque estoy seguro que a tu mamá pronto se le pasará el enojo – eso esperaba, que Victoria se ablandara y pudiera volver tranquilo al cobijo de su madre – Voy a dejarte dinero en la mesa, si necesitas algo no dudes en llamarme– extendió su mano sobre la puerta de madera, imaginando que así podía tocar su cabello una vez más, pensando que con esa caricia pudiera interpretarse como un lo siento Mime, no quise que salieras herido.

 

Cuando Mime escuchó la puerta de la casa cerrarse soltó su llanto como si hubiese contenido el aire en sus pulmones. – Fui un estúpido… soy un idiota...no debí ilusionarme con él, tenía la razón mi madre y terminé cometiendo sus mismos errores – se arrinconó recargandose de la puerta negandose a salir a encarar su realidad, ahora estaba solo sin saber que hacer.

 

–¿Que voy hacer?.... tengo mucho miedo – llevó sus manos mojadas de lágrimas a su vientre hinchado. – ¿Qué vamos hacer bebé?– le habló a su cachorrito, que no tenía la culpa de nada, se repetía su historia, sonrió amargamente pensando que al menos a él lo habían hecho en un momento de enamoramiento, pero su bebé no tenía la culpa de venir de un acto de maldad, porque esas palabras de Siegfried se le grabaron con fuego en su mente, Siegfried desconoció su paternidad, porque hasta él estaba convencido que era de Siegfried hasta hace unos momentos. 

 

– No importa bebé, me tienes a mi, aunque no sepamos quién es tu papá – 

Notas finales:

¿Quién será el del auto misterioso?

¿creen que Siegfried se arrepienta de su decisión?

¿Quién es el padre del bebé?¿Rada?¿Aiacos?¿Siegfried?

 


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