Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Amor, Secretos y el Instructor del gym por PrincessIce

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

El aguacero parecía ir cesando poco a poco cuando el auto se acercaba a la casa del lago. 

 

El teléfono de Alberich sonó dos veces hasta que este atendió la llamada. 

 

– Muy bien Frodi… no yo luego hablo con mi padre – cortó la llamada y miró de soslayo a Mime.

 

– Albe de verdad no quiero acarrearte problemas con tu padre, podemos volver a la casita, voy a buscar con que tapar el agujero – apretó la mochila que cargaba sobre sus piernas intentando ocultar su incomodidad. 

 

– Mime no hay ningún problema, solo pedí a Frodi que llevara algunas de mis cosas a la casa, apenas estoy en la mudanza, padre ya sabe que empecé mi proceso de independizarme – respondió ante la locura que acababa de decirle su amigo, ni loco iba permitir que regresara a vivir a esa inmundicia. 

 

– Está un poco retirada la casa – menciona mirando el camino del bosque.

 

– Ni tanto, pero es mejor así es más tranquilo sin tanto ruido de la ciudad ¿no crees?– aparcó el auto frente a la lujosa residencia.

 

– Creo que si, se ve muy pacifico aquí – abrió la puerta del auto y cubrió su cabeza con la capucha del abrigo, apenas caía una pequeña brisa, sin embargo, se sentía bastante frío.

 

Ambos entraron a la casa, Alberich colgó en el perchero el abrigo – Quitate el abrigo, Frodi ya me dejó puesta la calefacción, no es necesario que lo traigas– se acerca a querer ayudarlo con esa ropa.

 

Nervioso se hizo a un lado– Así estoy bien Albe–

 

– Vamos Mime, ¿no te lo quieres quitar porque huele a tu amorcito?– suelta una risilla burlona.

 

–¡Claro que no!– responde con los ánimos encendidos.

 

– Bueno entonces quitatela – intenta bajar la cremallera de la chamarra, pero Mime continúa manoteando para que su amigo desista.

 

– ¡Que no quiero!¡Eres un necio!– se libró de la insistencia de Albe por un momento –¿Dónde puedo dejar mis cosas?, quiero descansar un poco– necesitaba salir del problema, aún no sabía como decirle de lo otro.

 

– Arriba la puerta de la derecha, pero ven aquí y dame esa chamarra horrenda – Alberich siguió con el juego del abrigo, parecía divertirse molestando a Mime.

 

El pelirrojo apretó el paso cuando se percata que Alberich lo está siguiendo, entra a la habitación y cierra con prisa asegurando la puerta.

 

– Ven aquí, vamos abre y dame la chamarra… ¿Lo ves?  me das la razón, quieres dormir oliendo sudor de gimnasio – se detiene con sus bromas pesadas cuando escucha al otro lado de la puerta el sollozo de Mime.

 

– No debimos entrar en ese juego con Siegfried – Alberich apretó los labios al escucharlo.

 

– Esta bien Mime, solo estaba bromeando, abre y hablemos ¿si?– intenta girar la manija de la puerta sin éxito. 

 

– Mime… ¿te enamoraste?, te dije que no te clavaras… solo era para aprender – sus palabras empeoraron el llanto, estaba desesperando por entrar.

 

– ¿Y qué más da? – se sentó al borde de la cama tratando de enjuagar sus lágrimas con la manga del abrigo.

 

– Mime, lo siento… no pensé que eso podría pasar, sabíamos que ya tenía pareja, es solo que parecía experimentado e idóneo para el trabajo– buscó en sus bolsillos una llave que pudiera corresponder a la puerta.

 

– Ya lo sé no tienes que recordarmelo– 

 

– Mime ¿Él siguió aprovechándose?, ¿Te pidió que tuvieran sexo?... dime la verdad, si el jugó contigo...–

 

–¡No!... El, el solo estuvo ayudándome en plan de amigos – enterró sus dedos en la orilla de la cama, no le gustaba mentir, pero eso no era del todo mentira, recordaba las palabras de Siegfried muy frescas en su mente, jamás hablaron de ser novios o pareja, solo fueron sus ilusiones tontas que dedujeron que eran algo más, un amor unilateral.

 

– Si claro – Albe no terminaba por tragarse esa historia de buen amigo.

 

– Tu mismo dijiste, ya sabíamos que estaba comprometido, ¿como por qué podría pasar por mi cabeza que alguien como él se fijaría en mi? – soltó una pequeña risa amarga. 

 

– Oye no digas eso, solo un ciego no se fijaría en ti – 

 

– Solo lo dices porque eres mi amigo, siempre me regañabas por sentirme poca cosa… dime la verdad Albe ¿tu le pagaste para que se acostara conmigo?– no obtuvo una respuesta inmediata, así que dedujo que eso era, que había caído en un juego tonto para animarlo.

 

– No digas tonterías, así no fueron las cosas – su mente estaba trabajando al mil en ese instante, no quería que Mime se ofendiera con él o se enterara de lo que pasó entre él y Siegfried.

 

La puerta se abrió, Alberich lo observó con los ojos hinchados – Mime… yo no lo contraté, el exigió que le pagara porque por nuestra culpa tuvo problemas en el gimnasio, según él–

 

– Entiendo… – ahora ya sabía cómo había conseguido una moto tan cara de repente. – Vaya… nunca pensé que fuera mucho sacrificio tener que intimar conmigo que requería una compensación.– Alberich cubrió sus labios con el índice para que dejara de decir estupideces que solo lo herían.

 

– Es un aprovechado, buscó la manera de sacar dinero, ya olvidalo… no le des importancia a ese tonto y para nadie seria sacrificio hacerte el amor – lo rodeó con sus brazos para darle un poco de consuelo, al estar así de cercanos sintió algo raro en Mime, algo que impedía completa cercanía.

 

Mime suspiró profundamente al ver el desconcierto de Alberich quien se separó un poco. 

 

El pelirrojo abrió el abrigo dejando al descubierto la pequeña barriga en su delgado cuerpo.

 

– ¿Tu?– apenas acercó sus dedos para rozar su vientre – ¡Voy a partirle la cara a ese idiota!– transformó su rostro a la furia viva.

 

Mime apenas alcanza a detenerlo del brazo –¡Albe no hagas una tontería!, Siegfried no tiene nada que ver – Alberich se asustó de esas palabras. – Por eso no puedo ir con mi madre, no sabe lo que me pasó en tu casa– 

 

–¡Oh por Odín Mime!– se acercó a su amigo de nuevo para estrecharlo en sus brazos quien otra vez se quebraba frente a él. – Tranquilo Mime, yo estoy contigo… – besó su mejilla – Voy a cuidarte, voy a cuidarlos… no llores ya– lo llevó a sentarlo a la cama, no sin antes por fin dejar a un lado el viejo abrigo. 

 

– Albe, yo debo resolver mis problemas… solo necesito que me ayudes a encontrar un trabajo, no quiero mortificarte con mis cosas – recargó su cabeza en el hombro de su mejor amigo.

 

– No me mortificas, Mime… yo no debí dejarte esa noche solo – Mime se apartó para verlo a la cara.

 

– Albe, yo fui injusto al culparte– bajó la mirada avergonzado – Lo que me pasó fue culpa mía, por confiado, por beber lo que me ofrecieron, tú cómo ibas a saber que yo iba actuar como menso, no puedo ir por la vida esperando que todos me cuiden– Alberich negó y secó los rastros de sus lágrimas. – Quizás algo dije o hice para que esos tipos pensaran que yo era un fácil–

 

–¡No vuelvas a decir eso!– Se levantó molesto, no le cabía en la cabeza como Mime podría pensar que tenía la culpa que se aprovecharan de él– Podemos ir a denunciarlos– 

 

– ¡No!¡Yo no quiero ni recordar nada de eso! – elevó su voz asustado – Van a preguntar muchas cosas, me querran revisar, no quiero nada de eso, son tipos ricos terminarán señalandome que los provoqué, ¡que se yo!, no Albe ya deja todo así – 

 

– Está bien, calma Mime… no te voy a obligar, lo que quiero es que tu estes bien nada más – acaricia su mejilla – Creo que deberías descansar un poco, mañana vemos lo que haremos ¿si?– en ese instante el cielo se iluminó haciendo eco los miles de iones del rayo.

 

– ¡Albe!– apresó el cuerpo de su amigo al escuchar resonar el trueno. –¿Podrías acompañarme solo por esta noche?– pregunta asustado.

 

– Mime tiene miedo a las tormentas… espero que tu salgas valiente como tío Alberich– susurró a la altura del vientre. – Vamos, dame espacio en la cama– Mime se sacó los zapatos y se agazapó junto a su amigo cuando este se metió entre las colchas del otro lado de la cama.




Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).