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Amor, Secretos y el Instructor del gym por PrincessIce

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Las dos semanas de invitación de Victoria para quedarse en su residencia hacia su hijo y nieta lentamente se fue prolongando, el encantamiento de Licie fue el motivo principal, sin dejar de lado que se encontraba emocionada por instruir a su hijo en los cuidados que debe tener un padre.

 

Esta fue una de las razones por las que Mime accedió a continuar durante los primeros cuatro meses de su pequeña, por supuesto que esto no fue de todo agrado de Alberich, pero agradecia el tener el mejor pretexto del mundo para llevarse por las mañanas durante tres horas a Mime. Era su asistente personal y como tal debía contar con horas presenciales de trabajo, mientras ese tiempo Licie se quedaba a cargo de la abuela. En cambio Alberich buscaba atenciones de su adorado asistente, mimos, besos y apasionados encuentros sin interrupciones en casa de Alberich.

 

En punto de las once de la mañana regresaba a casa de su madre para hacerse cargo de su pequeña, por las tardes dedicándose al trabajo a distancia, pretexto usado por Siegfried para  estar cerca de Licie y Mime.

 

– Mime… creo que algo le hizo daño a Licie – abrió de pronto la puerta de la habitación Siegfried con la niña en brazos.

 

– Ahora voy, deja envio un archivo – responde sin despegar la vista de la pantalla. – ¿Le duele algo?... ¿Le comentaste a mi mamá?– 

 

Siegfried roda los ojos al escuchar la pregunta de Mime, ni loco consultaría a su cuñada, de por si las tardes con su hija no eran tan libres como quisiera, esa mujer parecía un centinela vigilandolo.

 

– Afortunadamente salió de compras, tu mamá no pestañea cuando estoy con mi hija ¡como si fuera a robarmela! – dice molesto, la pequeña seguía removiendose en sus brazos.

 

– Pero bien que ahorita quisieras que estuviera ella para que te ayude – dice en tono de burla, justo termina su trabajo y se levanta del asiento cuando ve como la fuente de vómito baña por completo a Siegfried.

 

El rostro de Siegfried se transformó al ser vomitado por su hija, pensando de momento que ser padre podía tener episodios de terror. 

 

– Quita esa cara ¿o ya te arrepentiste de ser padre?– dice Mime quitándole a su hija para asearla.

 

– no no es eso… pero esto huele horrible a leche agria con fruta descompuesta – hizo gestos de querer vomitar también.

 

– Ven ayúdame, quítate la camiseta vomitada – lo llama desde la puerta del baño.

 

– Además nunca dije que todo sea malo, la primera fase para convertirse en padre es mi parte favorita– confiesa mientras recibe a su pequeña lista para bañarse.

 

– ¿el parto?– pregunta ingenuo.

– La fabricación… ¿o no?– le contesta en tono coqueto.



– Eres un cerdo – responde con el ceño arrugado– oye espera se va mojar el pantalon, dame solo dejate el calzoncillo no seas exhibicionista– advierte. 

 

– Es verdad, no quiero que se asuste Licie de ver al monstruo que devoraba a papito – le guiñe el ojo.

 

Mime molesto abre la regadera para enjuagar a ambos. Toma la esponja de Licie y comienza a enjabonarla – Sujetala bien por favor – 

 

Una vez enjuagado el cuerpo de la bebé, Mime la cubre con la toalla de patito y sale del baño.

 

– ¿Y a mi no me vas a enjabonar?– pregunta Siegfried haciéndose el gracioso, solo recibe de respuesta el portazo.

 

Arropa a su pequeña con mucho cariño, acariciando a Licie en su pecho, quien ya el efecto del baño comenzaba a llegarle, rendida completamente en los brazos de morfeo.

 

–Mime… Miiiime – canturreó Siegfried desde el baño.

 

Con fastidio se levantó del sillón al oír al idiota de Siegfried, con cuidado acostó a Licie en la cuna.

 

– ¿Te puedes callar?, Licie se durmió – de azoma apenas por la rendija de la puerta.

 

– Prestame una jodida toalla, no querrás que salga así y deje toda una laguna en la habitación ¿o si?–

 

Un gruñido fue lo único que escuchó de Mime en cuanto desapareció de la puerta.

 

No pasó más de un minuto cuando volvió con la toalla al interior del baño. – A juzgar por todo lo que vomitó, es obvio que se indigestó porque la sobrepasaste de comida, te dije que si le dabas la papilla de fruta no le dieras un galón de leche – entra a regañarlo casi en susurros.

 

– Está bien, no lo vuelvo a hacer… tu mamá siempre me deja todo listo, la verdad calculé mal– toma la toalla y comienza a secarse un poco detrás de la cortina de baño.

 

– Voy a llevar la ropa al centro de lavado, supongo que tu hermano te puede prestar ropa– recogió Mime la ropa vomitada de ambos, pero el tirón de su brazo hizo que la ropa volara y cayera al piso una vez más. –¿Qué rayos?–

 

Momentos después se encontraba acorralado entre la pared y el pecho de Siegfried. – Estar aquí me recuerda la primera fase de cómo convertirse en padre – menciona insinuando la ocasión en la que se presume embarazó a Mime en la regadera.

 

– De verdad que cada vez te comportas más como tonto , ¿puedes apartarte?– pide en tono molesto Mime.

 

– Y yo insisto que pasar tanto tiempo con el enano te está volviendo muy rebelde, aunque … te noto sonrojado – besó la mejilla – ¿Y si le hacemos un hermanito a Licie?–

 

–¿Qué te hace pensar que quiero embarazarme de ti otra vez?... o que siquiera te me antojas para tener sexo – responde tratando de mostrarle que le era indiferente.

 

– ¿entonces porque estás nervioso y sonrojado?– sonríe divertido – me gustaba el Mime meloso e inocente, pero debo admitir que verte en tu faceta de rebelde Albe 2.0 me excitas – se quita la toalla para que vea su erección.

 

Boqueó un poco sin que le salieran las palabras de sus labios, intentaba no mirar ahí abajo pero lo traicionaba la curiosidad.

 

– ¡Basta!¡basta! , te estas pasando de imbécil –  le da un golpe en el pecho.

 

– No se porque te gusta contenerte, tu estás igual– sin previo aviso lleva la mano a la entrepierna de Mime y si aquello estaba luchando por mantenerse en descanso, el manoseo en la zona despertó el líbido del menor. 

 

Los labios de Siegfried buscaron adherirse en la boca de Mime como imán sobre hierro. Sus lenguas se enredaron en una danza exquisita que buscan acariciar cadenciosos al ritmo de la música de sus jadeos. 

 

–¿Mime?... cielo ¿dónde estás?... no encuentro a Licie… ¡seguro ese maleante se la llevó! – escuchó a lo lejos el grito de Victoria.

 

– Mmhh mi Mamá – intenta hablar mientras trata de apartarse de  los besos de Siegfried.

 

– Shuu no hables… la estamos pasando bien – soltó su boca solo para besar el cuello del pelirrojo y encagar sus labios en la pálida piel.

 

– Aahh no quiero Sieg, entiende que amo a Alberich –toma el endurecido pene del mayor para estimularlo un poco esperando que baje la guardia, ese instante no tardó en llegar, al verlo disfrutar  los toques de sus manos, aprovecha para  girar y acorralar a Siegfried contra la pared. –¿Se siente bien eso?– 

 

– Si… se siente rico – responde con descaro entre jadeos.

 

– Pervertido acosador – abre la válvula de agua fría para bajarle la calentura a Siegfried.

 

Salió del cuarto de baño para encontrarse con su madre.

 

– ¡Ahh ahi estás!.. no encuentro a mi princesa – dice alterada la mujer.

 

– Mami, está dormida baja la voz–

 

– ¿Y eso?– señala la ropa vomitada.

 

– El señor Vohneim atacó de comida a Licie y lo vomitó, los tuve que meter a la regadera para limpiarlos, bueno el ahi solito se está bañando… por cierto – ante el relato Victoria sonreía burlona por la situación del torpe Siegfried– Tu esposo va tener que prestarle ropa al bobo de Sieg–

 

– Ohhh, creo que le haremos una travesura – dice Victoria con tono de complicidad.

 

Mime no entiende a que se refiere hasta verla regresar con ropa de Sigmund que por accidente encongió en la secadora en otra ocasión – Mira… ¿es perfecta no crees?– Mime se carcajeo al ver el pantalón y la ombliguera que tendría que ponerse el fortachón.

 

Minutos más tarde…

 

– Hola familia… – llega Sigmund de la clínica, encontrando a Victoria y Mime en la sala.

 

De las escaleras bajaba un Siegfried con cara de molestia vestido con un pantalón apretado que le llegaba de largo apenas debajo de la rodilla, la camisa apretada por sus músculos mostrando el ombligo.

 

– Hermano ¿que te pasó?– pregunta a las risas Sigmund.

 

– Lo vomitó Licie – se apura a contestar Mime – Le debí tomar una foto de recuerdo para que lo vieran bañado en vómito.

 

– Si y pues me trajeron al parecer la ropa del enano de circo Megrez– interrumpe Siegfried para atacar a Mime haciendo mofa de la estatura de Alberich a sabiendas que eso le molestaba a Mime.

 

– Bueno ya olvidemos el incidente… amor te tengo una sorpresa– buscó en el bolso un estuche de regalo.

 

– Con razón me abandonó toda la tarde con Licie y medí mal la cantidad de comida– balbuceó Siegfried.

 

– ¿y esto amor?– pregunta curioso Sigmund – Sabes que no necesitaba un reloj – mira la caja creyendo que se trata de esa prenda.

 

Desliza el listón y grande es su sorpresa al ver el interior una prueba de embarazo.

 

– ¡No puedo creerlo! ¿Es verdad esto Vicky?... por Odín, ¡Vamos a ser papás!– grita emocionado.

 

– Mamá… felicidades, si que nos sorprendiste – abraza a Victoria y después a su padrastro.

 

– Felicidades hermano… ya te veré en unos meses lleno de popo y vómito de bebé – felicita Siegfried sin dejar de lado sus comentarios fuera de lugar.

 

Esta noticia era formidable para la familia, excepto para Alberich pues eso significó que Victoria se pusiera sentimental y no dejar ir a su hijo de casa, lo que sería un par de semanas se convirtió en muchos meses, para ser exactos 11 meses en total, ya podía ver en cada una de sus visitas a Licie recibiendolo muy contenta a “Abe” como le decia la pequeña. 

 

Su suegra que aunque Victoria todavia no sabia de su relación, también lo recibía muy animada con su barriga ya crecida. En el fondo Alberich deseaba que ya naciera ese bebé, ya estaba desesperado que le robara tanto tiempo a su Mime, si, él era muy egoísta por esa parte, pero Mime siempre quería que fuera comprensivo con el embarazo de alto riesgo de su mamá, que ella lo necesitaba ahí pues Sigmund no le autorizaba que saliera mucho de casa por cuestiones médicas. Aunado al metido de Siegfried que no soportaba toparselo ahí, el ex de Mime no vivía bajo el mismo techo pero no quitaba el dedo del renglón en rivalizar por el amor del pelirrojo.

 

– Creo que ya esperamos demasiado… tu mamá me quiere mucho así que no veo inconveniente para decirle lo nuestro – presionaba una vez más a Mime en el jardín de la casa mientras veían a Licie jugar. 

 

– Bueno en eso tienes razón, mi mamá te adora, pues… digamosle – dijo animado Mime.

 

– Quiero que sea especial, ¿qué te parece que los invite a cenar? – besó el dorso de la mano de Mime – Aprovechamos a papá que está en la ciudad y así formalizamos nuestro noviazgo ante ambos –

 

– Albe no puede estar saliendo mi mamá, mejor yo preparo una cena de lujo y lo hacemos aquí… pero tu papá me da miedo, sé que no le agrado mucho– baja la cabeza, sabe lo que Magnus opina de él y piensa que puede hacer un mal comentario frente a su mamá.

 

– No te preocupes por mi papá, ante todo le gusta ser exquisito frente a los demás, si no le gusta solo apretará los labios, el bigote se le retorcerá y se tragará su comentario … se va aguantar– responde despreocupado – Entonces prepara todo para esta noche mi amor – besa la mejilla de Mime y este sonriente y más tranquilo recarga su cabeza en el hombro de Alberich.





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